La mayor parte de las violencias cotidianas las ejercemos y las sufrimos entre bromas y risas, y en entornos festivos. |
Humillar, ridiculizar, burlarse de la gente para que los demás se rían de alguien en su cara o a sus espaldas, no es divertido.
Es violencia.
Cazar animales pequeños para torturarlos, o asistir a un espacio público a ver cómo torturan a animales grandes que no pueden escapar, no es divertido.
Es violencia.
Criticar el aspecto de alguien, o señalarle por su forma de ser, de vestir, de caminar, de relacionarse, no es divertido, es violencia.
Aprovechar que alguien está siendo atacado en redes sociales para lanzarte tú a atacar también, aplaudir mientras alguien está siendo despedazado en público, ponerte a lanzar piedras para lapidarle, no es divertido.
Es violencia.
Reírse de la discapacidad, las malformaciones, las enfermedades o la falta de habilidades de alguien para que los demás se rían también, no es divertido,
es violencia.
Acosar a las personas que no cumplen con las normas sociales, que son raras o diferentes, que no son "normales" según tu punto de vista, no es divertido,
es violencia.
Gastar bromas crueles, usar ironías y sarcasmos contra niños y niñas que no las entienden y no pueden defenderse,
es violencia.
Meterse con personas de colectivos discriminados, personas sin hogar, personas con problemas de salud mental, personas mayores, dependientes y/ o vulnerables, no es divertido.
Es violencia.
¿Cómo saber cuándo ejerces violencia psicológica y emocional? Cuando causas daño a alguien, consciente o inconscientemente, y obtienes un beneficio.
Por ejemplo, cuando quieres hacer reír a los demás haciendo daño a alguien para sentirte superior, para que te aplaudan, para que te respeten, para aumentar tu prestigio, o para parecer muy gracioso, estás ejerciendo violencia.
Cuando tu víctima protesta y tú le tachas de exagerado/a, de amargado/a, de no tener sentido del humor, estás ejerciendo violencia. Y cuando justificas tu comportamiento usando la excusa de que es una broma, y que tu intención no es hacer daño, también estás haciendo daño. Porque ningunear o minimizar el sufrimiento de tu víctima mientras la machacas, es violencia.
Lo sabes porque cuando te toca a tí, no te hace gracia, y no lo pasas bien.
Y a veces, lo pasas realmente mal.
Recuerda que no necesitas hacer daño a nadie para divertirte y divertir a los demás,
que el humor hay que ejercerlo de abajo a arriba, no al revés,
y que si realmente quieres divertirte y hacer reír a la gente, puedes empezar por exponerte a ti mismo/a, e invitar a los demás a que se rían contigo, de tí.
Tomemos conciencia: aunque forme parte de nuestra cultura y lo hagamos a diario, ni es normal, ni es inevitable.
El maltrato no tiene gracia.
Que no se te olvide nunca que otras formas de divertirse son posibles. Y no tengas miedo de recordárselo a tu gente querida:
Coral Herrera Gómez