Es posible que te sorprenda saber que no es necesario hacer daño a alguien cuando te enfadas. Pero así es: puedes arreglar tus problemas con los demás sin sufrir y sin hacerles sufrir. Todos podemos resolver los conflictos sin violencia, aunque muy pocas personas saben cómo hacerlo.
Lo primero es tomar conciencia de que tus emociones no pueden hacer daño a nadie, y no puedes usarlas para justificar malos tratos. No importa si estás invadido por la cólera, la rabia, la tristeza, el dolor, la frustración, si estás nervioso o estresado: no tienes derecho a hacer daño a los demás. Ni a tu pareja, ni a tus seres queridos, ni a desconocidos: debes auto controlar tu ira para que no estalle contra los demás en forma de insultos, humillaciones, o agresiones físicas.
Una de las claves para saber si estás tratando mal a una persona, es el nivel de desprecio con el que le hablas cuando estás tenso, cabreado, preocupado, celoso o dolido. Probablemente crees que es lo "normal" porque lo hace todo el mundo, y crees que cuando te enfadas puedes decir lo que te apetezca, y como te apetezca. Crees que es una forma "natural" de desahogarse, y piensas que con pedir perdón, después podrás arreglarlo.
Pero no.
Cuando alguien ejerce violencia psicológica o emocional contra tí, tu corazón queda dañado para siempre. Es como si arrugas un papel, haces una bola, y luego tratas de que quede liso como antes. Nunca volverá a su estado original.
Puedes expresar tu enojo o tu ira tranquilamente, sin herir y sin hacer sufrir a la otra persona. Es, de hecho la única manera de arreglar las cosas, hablando con calma y sin hacerse daño. Quizás para poder calmarte necesitas un par de horas, o un día entero: lo importante es que cuando hables con la otra persona para expresar tu malestar, tu miedo o tu rabia, puedas hacerlo de una forma asertiva, siendo firme y sincera, hablando de cómo te sientes y cuidando tus palabras para no tener que arrepentirte después.
Todos y todas somos impulsivas, y todas nos tenemos que trabajar la asertividad. Además, hay que buscar soluciones al problema: machacando a la otra persona y juzgando su forma de ser, solo consigues que se ponga a la defensiva y entre al ataque. Las lluvias de reproches, las amenazas, los insultos, los comentarios sarcásticos, las burlas, las ironías y demás no sirven para arreglar el conflicto, solo para que la otra persona se defienda y ataque a su vez con las mismas armas que estás usando tú.
Así que no solo hay que cuidar la expresión de las emociones y las palabras que usamos, también hay que poner atención al volumen y al tono de nuestra voz, y hay que tener asimismo la capacidad para hacer autocrítica amorosa y admitir la parte que nos toca, pedir perdón si es necesario, y encontrar la manera de reparar el daño que nos han hecho o que hemos hecho.
Esta es la única manera de que tus relaciones duren: los buenos tratos y los cuidados. Podemos cuidarnos y cuidar a los demás aun cuando nuestro dolor, nuestra ira y nuestra rabia sean muy intensas.
Se trata de aprender a regularte a ti mismo/a, y de aprender a dialogar y a negociar con la otra persona. Como nuestras relaciones son tan conflictivas, puedes entrenar a diario.
Prueba a hacerlo cada vez que te pelees con alguien,
pon atención a cómo te tratas a ti mismo/a,
aprende a medir tus niveles de desprecio,
aprende a cuidar tus emociones para que no hagan daño,
y a cuidar tus palabras con amor.
Coral Herrera Gómez
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Coral Herrera Gómez