En la última década mujeres de todo el mundo están participando en talleres formativos para la autodefensa en situaciones de violencia física y violencia sexual. Ahora vamos a empezar a formarnos en la autodefensa emocional, para hacer frente al maltrato y la manipulación psicológica y emocional que ejercen nuestras parejas (y otros familiares y seres queridos, y hasta señores desconocidos) sobre nosotras.
Muchas mujeres sufrimos problemas de autoestima y dependencia emocional, y son muchos los hombres que se benefician de ello.
En primer lugar, los empresarios. Nosotras gastamos mucho dinero en las empresas de los hombres: se hacen ricos gracias a nuestros complejos, inseguridades y miedos. Ellos saben bien como manipularnos: nos ofrecen modelos de mujeres irreales para que invirtamos todo nuestro tiempo, nuestra energía y nuestros recursos en parecernos a ellas. Además, nos bombardean a diario a través de los medios con la amenaza de que nadie nos va a querer si no nos sometemos a la tiranía de la belleza. Quieren que consumamos sus productos sin parar, y se aprovechan de nuestro miedo a la soledad y nuestro miedo a que nadie nos quiera. Nos engañan con la idea de que disciplinando y torturando nuestros cuerpos, gastando tiempo y dinero en nuestros cuerpos, encontraremos al príncipe azul.
No solo se benefician de nuestra baja autoestima las industrias relacionadas con la belleza y el bienestar: también los curas y los pastores de las iglesias, los gurús y los chamanes, los asesores espirituales, los coachers y terapeutas no profesionales que nos venden soluciones milagrosas y fórmulas mágicas para la felicidad.
Además de todos estos señores que se forran a nuestra costa, también los hombres que dicen querernos se aprovechan de nuestra baja autoestima, de nuestra necesidad de sentirnos amadas, y del rol de mujer cuidadora y complaciente que llevamos encima. La mayoría de ellos se limitan a recibir cuidados sin darlos, y a vivir como reyes. La prueba de ello es la doble jornada laboral de las mujeres y las millones de horas que invertimos cada año en trabajar gratis: los hombres disponen del doble de tiempo libre que nosotras, porque nosotras nos encargamos de cuidarles a ellos y asumimos sus responsabilidades y obligaciones como si fueran nuestras.
Nos hacen creer que si un rey nos ama, nos convertiremos en reinas. Pero en realidad, acabamos todas de sirvientas.
Básicamente en esto consiste la estafa romántica.
¿Cómo no caer en ella, y cómo proteger a las nuevas generaciones para que no caigan?
La autodefensa emocional consiste en entender la forma en que los demás nos manipulan para que nos gastemos dinero en sus proyectos, o para que les cuidemos sin recibir cuidados a cambio.
Entender cómo educa el patriarcado a los hombres para que aprendan a dominar y a someter a las mujeres de su vida, y cómo nos educan a nosotras con la idea de que sin un hombre no somos nada, nos puede ayudar a rebelarnos y a evitar las relaciones basadas en la manipulación romántica.
Cuando logramos ver las estructuras con las que los hombres nos someten y nos explotan, entonces ya no nos engañan más. A muchos les han enseñado utilizar el amor romántico en beneficio propio, y saben usar su poder para controlar y dominar a sus parejas con gran maestría. Por eso nosotras tenemos que liberarnos del mito, liberarnos de la adicción romántica, entender las estrategias que utiliza la gente (y las instituciones, y las iglesias, y las sectas, y la publicidad y los medios) para manipularnos, y generar nuestras propias estrategias para que no nos manipulen.
La manipulación emocional es una estrategia que los demás usan para conseguir lo que quieren de nosotras. ¿Y qué quieren de nosotras? Que vivamos en guerra contra nosotras mismas, que cumplamos con nuestro rol, que seamos obedientes, que consumamos sin parar, y que seamos dependientes de ellos.
Casi todos los hombres saben que cuanto más baja está nuestra autoestima, más sufrimos por amor, y más manipulables somos. Los hombres necesitan mujeres enamoradas, complacientes y sumisas. Y muchos saben cómo conseguir no sólo una, sino varias mujeres enamoradas a su alrededor.
Evitar la manipulación romántica no es fácil. Primero porque cuando estamos drogadas de amor hasta las cejas, nos cuesta identificar a los hombres manipuladores. Segundo porque la mayor parte de ellos adulan nuestro ego mediante halagos y piropos, y cuando ya nos tienen enamoradas, entonces nos bajan de los cielos a los infiernos. Empiezan mostrándose como príncipes azules, nunca se descubren la careta hasta que no nos tienen de rodillas.
Entonces van alternando una de cal y otra de arena. Nos hacen creer que somos maravillosas y especiales, para que vivamos pendientes de su reconocimiento y para que creamos que sin ellos no somos nada. Cuanto más sufrimos, con más intensidad nos entregamos, y más frágiles somos. Es una fórmula infalible, por eso el mundo está lleno de mujeres que sufren por amor.
Unos usan sus encantos, otros las amenazas, otros el chantaje emocional.. son varias las estrategias que utilizan los manipuladores para alimentar nuestra sensación de vulnerabilidad. El objetivo es que nos sintamos poca cosa, que no pensemos en nuestro beneficio sino en el suyo, que nos sintamos culpables y vivamos presas de miedos e inseguridades, que obedezcamos los mandatos de género y tratemos de adaptarnos a nuestro rol de mujeres cuidadoras.
Las relaciones de pareja sólo pueden funcionar cuando los cuidados y el amor es mutuo. Sin embargo, muchas mujeres aceptamos relaciones en las que no nos sentimos correspondidas y en las que solo nosotras cuidamos, sin recibir apenas cuidados, porque nos han hecho creer que así somos las mujeres de bondadosas. Nos invitan todo el tiempo a dar sin esperar nada a cambio, y nos engañan con la idea de que cuando nos enamoramos no podemos hacer nada más que dejarnos llevar por "el amor", y adaptarnos a lo que quieren, desean y necesitan nuestros compañeros masculinos.
La autodefensa emocional consiste en entrenar día a día para aprender a decir que no, para poner límites a los demás, para no dejarnos engañar, para no caer en la adicción de la droga del amor. En este proceso tenemos que tomar conciencia de las estrategias que utilizan para manipularnos, y aprender a usar nuestro poder para que no nos exploten y no abusen de nosotras.
Somos cada vez más las mujeres que queremos relaciones igualitarias y sanas, cada vez somos más la que exigimos que el reparto de las tareas de cuidados sea justo y equitativo. Queremos que los hombres practiquen la responsabilidad afectiva, pero también nos responsabilizamos de nuestro propio autocuidado: para ello tenemos que tener claro qué necesitamos nosotras, qué deseamos nosotras, qué queremos para poder vivir bien, y qué cambios tenemos que hacer para lograrlo.
Cuando estamos sin pareja es más sencillo, pero cuando nos enamoramos, resulta muy difícil compaginar el romanticismo patriarcal con nuestros principios feministas, basados en la igualdad, la no violencia, la cooperación, el apoyo mutuo y los cuidados compartidos.
El mito romántico es una estructura de relación basada en el sometimiento de las mujeres, por eso nos resulta tan difícil encontrar hombres con los que poder vivir el amor sin entrar en conflicto con nosotras mismas.
Al amor hay que ir con cuidado, porque las mujeres nos jugamos mucho: basta con echar un vistazo a las cifras de violencia sexual, emocional y psicológica, física, económica... que sufrimos en nuestros hogares cada día para entender que el amor romántico es una estafa.
Los hombres tienen el doble de tiempo libre en todo el mundo y hasta el hombre más pobre del planeta tiene criada las 24 horas del día, los 365 días del año.
Es urgente entonces desarrollar estrategias de autodefensa para que el amor no nos haga presas ni nos ponga de rodillas frente a los hombres.
Para ello, tenemos que defender nuestros derechos, no sólo en las calles, también en la casa y en la cama. Y tenemos que trabajar mucho en nuestra autonomía emocional, para que nadie nos imponga sus necesidades y deseos.
Cuando aprendemos a defender nuestros derechos y a usar nuestro poder, entonces podemos negociar las condiciones de la relación y llegar a firmar un contrato amoroso. Este contrato es una forma de establecer acuerdos para cuidar el amor y para construir una pareja basada en los valores del compañerismo, la empatía, la solidaridad y la justicia social.
Es cierto que son muy pocos los hombres dispuestos a negociar y a alcanzar pactos: han sido educados para ser obedecidos y para ser cuidados por las mujeres. Pero en la medida en que no encuentren mujeres obedientes y complacientes, tendrán que renunciar a sus privilegios y empezar a entender que los cuidados, si no son mutuos, son explotación pura y dura.
Independientemente de lo que hagan ellos, nosotras lo tenemos claro: ya no nos engañan más, ya no nos manipulan más, ya no nos someten en nombre del amor. Se acabó lo de trabajar gratis, se acabó lo de dar sin recibir nada a cambio, se acabó la doble jornada laboral, se acabó la doble vida de los hombres, y lo de servir y cuidar a cambio de nada.
Con la autodefensa emocional podremos también impedir que nos machaquen la autoestima y nos hagan sufrir. Podremos aprender a identificar a la gente que nos quiere fieles a una religión, a una marca de cosméticos o a un hombre.
Podremos evaluar si hay condiciones para disfrutar del amor, a poner límites a los demás, y a imponer nuestras líneas rojas.
También aprenderemos a expresarnos sin miedo, a ser asertivas, a trabajar en equipo, a comunicarnos sin violencia, a confiar en nosotras mismas, y a identificar cuando no nos están tratando bien, o cuando nos están intentando manipular.
Lo de sufrir por amor, lo de aguantar y soportar, se va a acabar.
Ya no nos engañan más.
Ahora tenemos una de las mejores herramientas del feminismo para hacerle frente a la manipulación romántica: la autodefensa emocional.
Coral Herrera Gómez
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