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14 de octubre de 2024

Cómo me liberé de la droga del amor



 

Yo no lograba entender por qué cuando estaba cerca de mi droga, yo cambiaba y dejaba de ser yo. Y no solo eso: era capaz de engañarme y traicionarme a mí misma, y hacer cualquier estupidez con tal de conseguirla. Me resultaba alucinante verme a mí misma desdoblada: podía estar en la mañana pensando racionalmente y tomando decisiones sensatas y feministas, y luego en la noche hablando con él por teléfono como si nada, derretida de amor y riendole las gracias. 

Si yo había decidido que no nos veríamos más, y él llamaba para decirme que necesitaba verme, entonces me olvidaba del acuerdo conmigo misma, y le decía que sí, que podía venir a verme. Y claro, eran polvazos intensos los que echabamos, porque yo siempre juraba que iba a ser el último. Y ya sabemos que los últimos polvos, cuando estás muy enamorada, son intensos, maravillosos, e inolvidables. ...


Ya puedes escuchar o leer el capítulo 8 de mi libro: Cómo dejé de sufrir por amor. 

Cada semana publico dos nuevos capítulos en Patreon y en Ivoox para suscriptoras:


Leer en ebook

Escuchar en Patreon

Escuchar en Ivoox 




20 de septiembre de 2024

Ebook de Coral Herrera: "Cómo dejé de sufrir por amor"

 


Ya puedes leer mi nueva obra, desde hoy está disponible mi libro nuevo en formato ebook. 

Todas las semanas publicaré dos capítulos en mi página de Patreon, puedes comprarlo o suscribirte y recibir las novedades en tu mail. 



Aquí os dejo la melodía del audiolibro, creada por mi compañero, Jorge Morales Carbonell: 


17 de septiembre de 2024

No le vas a cambiar: mejor cambia tú.



Este es el capítulo 12 de mi audiolibro: "Cómo dejé de sufrir por amor. Manual de Autoayuda Feminista para separarte"


 

En este capítulo hablo sobre por qué las mujeres nos creemos que el amor todo lo puede, y que uno de los superpoderes del amor es transformar a los hombres mentirosos, infieles, egoístas, y machistas en buenas personas como por arte de magia. Tampoco les vamos a salvar de sus adicciones, ni de sus traumas ni de sus problemas. 

La realidad es que no podemos cambiar a ningún hombre, aunque le pongamos mucha energía, dinero, amor y empeño. Esta es una de las grandes trampas del amor romántico, porque lo cierto es que las personas solo cambiamos cuando queremos cambiar o cuando lo necesitamos. 

Y la mayoría de hombres no necesitan cambiar porque están muy bien como están. 

Este capítulo te va a ayudar a desmontar el mito de la transformación mágica del amor, a tomar conciencia de donde quieres poner tu tiempo y tu energía, y a concentrarte en cambiar tú para vivir mejor. 

Porque a él no le vas a cambiar. Olvidaté de las luchas de poder y centraté en ti misma, y en lo que quieres cambiar en ti para poder vivir una vida mejor. 


No le vas a cambiar: mejor cambia tú.

Da igual lo que hagas. No le vas a cambiar.

Este es uno de los capítulos fundamentales de este audiolibro, el epicentro de la cuestión, y una de las llaves del proceso de liberación en el que estamos trabajando juntas ahora mismo tú y yo.

Estamos en la fase de desmontar todos los mitos del amor romántico, y hacer autocrítica amorosa, y este es uno de los más importantes.

A mí me costó mucho entender que el amor no lo puede todo, y que yo no puedo cambiar a nadie más que a mí misma. Todo lo que tiene que ver conmigo lo puedo trabajar, lo puedo transformar o mejorar, pero lo que tiene que ver con los demás, no.

Y además, que intentar cambiar al otro es un ejercicio de poder y de dominación.

¿Cuantas parejas viven así, en constante batalla, tratando de dominarse mutuamente? El amor de pareja, desde la perspectiva del poder, es un ejercicio de domesticación mutuo.

En estas luchas de poder, los hombres pelean por conservar su libertad, su estatus de rey de la casa y sus privilegios.

Y nosotras, en cambio, luchamos por la igualdad y el amor, porque nos creímos un día el cuento de que el amor nos haría libres e iguales a nuestros compañeros.

Nos lo creímos como tontas. El día que nos vemos en casa con nuestros bebés, con los puntos aún frescos en los genitales y las tetas llenas de leche, viendo como él se va al gimnasio, al local de ensayo con su grupo de rock, al entrenamiento con sus amigos del fútbol, o a cualquier otro sitio como si nada, es cuando empezamos a tomar conciencia de que todo era una gran mentira.

Es muy duro darse cuenta de que nos han engañado, que la crianza nos toca a nosotras, que somos las que vemos nuestras vidas totalmente trastornadas. Ellos, la gran mayoría, siguen con sus salidas, sus amigos, sus pasiones, como si no tuvieran hijos, como si fueran tipos de clase alta con criadas que se encargan de todo.

¿Cómo caemos tantísimas en esta estafa?

A nosotras las mujeres nos hacen creer que tenemos que educar y maternar a los hombres porque ellos son un poco torpes y necesitan de nuestra ayuda, de nuestros conocimientos, de nuestro sentido práctico, de nuestro amor incondicional.

Aquí el ego nos destroza a todas, porque nos encanta sentirnos importantes, necesarias e imprescindibles.

Y ellos se aprovechan de nuestra necesidad de salvar y maternar a un hombre. Las mujeres creemos que el hombre estará agradecido para siempre y no nos dejará, y sabemos que se sentirá atado por el peso de la deuda emocional, aunque para muchos la deuda no es un obstáculo para irse con otra mujer más hermosa y más joven.

Es una trampa: nos damos por completo para que el otro haga lo mismo. No es que seamos muy generosas, ni muy buenas personas, es que queremos recibir lo mismo que damos. Y claro, es muy frustrante si nos entregamos por completo y el otro no.

Nos han engañado mucho tiempo con la idea de que nuestro amor le hará cambiar, le hará madurar, le hará ser un tipo responsable, y centrado en la familia feliz.

También creemos que una vez que tenga a su bebé en sus brazos, se enamorará y no podrá separarse de él ni, por supuesto, de nosotras.

Pero claro que pueden separarse. Y pueden desentenderse por completo de ti y del bebé. Ahí están las cifras sobre los padres abandónicos y los deudores alimenticios que nos lo demuestran.

El amor no lo puede todo. No alcanza a todo, ni tiene tanta fuerza como nos hacen creer.

Para el amor hace falta también honestidad, generosidad, ternura, honradez, responsabilidad, y compromiso.

El amor no es suficiente, y no cura al alcohólico, al ludópata, al violento, al drogadicto, al mujeriego, al hombre autodestructivo, al desengañado de la vida, ni al rebelde sin causa.

¿Y sabes por qué? Porque el único cambio posible es el que cada cual hace en su interior.

Seguro que te estás preguntando: ¿y por qué les cuesta tanto cambiar a los hombres?

Porque no lo necesitan.

Los hombres pueden desentenderse de todo: de la pareja, de la casa, de los hijos.

Pueden hacer lo que quieran, no necesitan portarse bien para que los quieran.

Pueden arrepentirse de haberse casado, pueden buscar relaciones más ligeras y sin compromiso que les permitan sentirse libres.

Hay hombres que se sienten desbordados por la enorme responsabilidad y la carga de trabajo que supone tener un bebé.

Hay hombres que se sienten atrapados en el nido y necesitan salir como sea de vez en cuando, y lo hacen en cuanto pueden.

Hay hombres que se arrepienten de haber tenido críos porque no se imaginaban que iba a ser tan duro.

Hay hombres que compensan el calvario del caos del hogar, y los cabreos de su esposa, con escapaditas que alivien la presión.

El caso es que a las mujeres que consiguen tener controlados a estos hombres, parece que les va bien. Pero créeme que es agotador vivir como una policía, espía, detective, jueza y carcelera junto a un eterno menor de edad.

Y que por mucho que vigiles, él va a intentar hacer lo que le dé la gana, y no va a renunciar a sus privilegios aunque tú llores o aunque vivas permanentemente enfadada.

El problema es el siguiente: muchas nos enamoramos de golfos promiscuos, y queremos que al enamorarse de nosotras se den cuenta y se conviertan en hombres buenos, leales, sinceros y fieles.

Doña Inés lo consiguió con Don Juan, pero nosotras no lo vamos a conseguir. La única manera de que tu pareja se vuelva un hombre honesto y comprometido es que ya lo sea antes de que lo conozcas.

Si te enamoras de un guaperas macho alfa al que le encanta conquistar a mujeres, es imposible que cambie. Porque los cambios sólo se producen cuando los haces tú por ti misma o por ti mismo. Los cambios nacen del deseo, de la toma de conciencia, o de la necesidad.

La realidad es que a nosotras no nos compensa estar años metidas en luchas de poder y dominación mutua. Además, tras cada bronca el amor muere en nuestro interior hasta desaparecer. Le pasa a la gran mayoría de las mujeres que creyeron que podrían cambiar a sus parejas, y se dan cuenta de que no pueden seguir amando a esos hombres tal y como son.

Después de la idealización y la decepción, muchas viven con un enorme rencor hacia sus parejas. Este rencor es perfectamente normal, porque muchas han sido utilizadas y tratadas como criadas. Lo malo es que ese rencor nos marchita, nos envejece, nos hace sufrir, nos decepciona y nos duele mucho.

Así que, para ahorrarse esta decepción, hay que desmontar de una vez el mito de la transformación mágica por amor.

Y entender que las mujeres ni podemos ni debemos salvar, guiar y educar a los hombres.

Nosotras no somos su freno de mano, no somos magas, ni somos sus madres, ni sus psicólogas, ni sus terapeutas.

Nosotras solo podemos ser sus compañeras, y para eso tienen que llegar ya con todas las lecciones aprendidas, con todos los cambios hechos, y con las ideas muy claras.

Es decir, que nos tenemos que juntar a las mariposas, no a los gusanos ni a los capullos que aún no han madurado para convertirse en mariposas.

¿Se entiende así?

Yo me doy cuenta de todo el tiempo que he perdido tratando de dominar a mis compañeros para que me amasen como yo necesitaba, para que se adaptaran a mi modelo amoroso romántico, para que se trabajasen sus masculinidades, y me duele pensar que aprendí muy tarde esta lección: nadie cambia si no lo necesita y si no quiere hacerlo por sí mismo.

Ojalá alguien me hubiera contado que esas luchas de poder no llevan a ninguna parte, y que casi siempre nosotras las mujeres llevamos las de perder.

Las reglas del juego están hechas para que ellos ganen siempre, o casi siempre.

Así que nos lo tenemos que grabar en la memoria: los únicos cambios que puedes hacer en la vida son los cambios dentro de ti, y requieren a veces de mucho trabajo y mucha terapia.

Piénsalo un momento: ¿a cuántas mujeres y a cuántos hombres conoces que vayan a terapia? ¿Cuántas de ellas hacen talleres y cursos, leen libros, asisten a jornadas y a charlas, debaten en grupo, realizan actividades de formación feminista?

Y ¿a cuántos hombres ves a tu alrededor deseosos de cuidar su salud mental, de crecer, de cambiar su forma de relacionarse consigo mismos y con los demás?

Somos nosotras las que queremos cambiar, las que queremos vivir bien, las que queremos una vida mejor. Somos nosotras las que estamos intentando sanar las heridas del pasado, comprender lo que nos pasa, y ayudarnos a nosotras mismas.

Somos nosotras las que queremos ser mejores, y queremos aprender a querernos y a cuidarnos, y a cuidar nuestras relaciones.


¿Qué les pasa a ellos? Que no cambian porque no lo necesitan. Saben que hay millones de mujeres maravillosas, trabajadoras, luchadoras, dispuestas a amarlos y cuidarlos sin reciprocidad.

Cambiarán cuando no encuentren a ninguna mujer dispuesta a aguantarlos, a mimarlos, y a soportar cuernos, mentiras y trabajo gratis. De momento, tienen muchas a su alrededor. Cuando no haya ninguna, entonces tendrán que empezar a revisar su egoísmo y su machismo. Porque si no, no encontrarán pareja en la vida, y no podrán reproducirse con nadie.

Así que nosotras vamos a centrarnos en nosotras mismas y en nuestros cambios.

Nosotras no podemos cambiarlos, que cambien ellos. Si no lo hacen, no es nuestro problema: nosotras no podemos detenernos ni quedarnos a esperar a que lleguen a nuestra altura.

A mí me ha ayudado mucho el trabajo que estoy haciendo para ser más humilde.

Cuanto más humilde soy, mejor asumo que no tengo poder para cambiar a nadie. Y que lo único que puedo es cambiar yo, con mucho trabajo amoroso por mi parte.

La magia no surge antes del cambio, sino después. Cuando nosotras cambiamos es cuando todo se mueve: los demás tienen que cambiar a su vez para adaptarse a nuestros cambios.

Por ejemplo: si decides dejar de ayudar y prestar dinero a tu hermano porque llevas demasiado tiempo financiando su estilo de vida, es probable que tu hermano se enfade. Pero también es probable que tu hermano se busque las vueltas para montar su proyecto o para buscar trabajo. Si nadie lo financia, entonces tendrá que asumir que esa etapa terminó, y empieza otra, y que tiene que espabilar para tener autonomía económica y no depender de ti, ni de nadie.

Si tu pareja cree que tu dependencia emocional es tan grande que, te haga lo que te haga, tú no vas a dejarlo, entonces cuando lo dejas es cuando se da cuenta de que no te tiene bajo su poder, y que su imperio terminó.

La gran mayoría de los humanos cambiamos cuando ya es demasiado tarde, porque tendemos a valorar más lo que no tenemos y lo que perdemos.

Pero nosotras las mujeres no nacimos para esperar, ni podemos permitirnos el lujo de soñar con milagros románticos tipo “entonces él se dio cuenta y decidió cambiar”.

No, mira. Si no has querido cambiar cuando te dieron la oportunidad, asume las consecuencias, y aprende a perder.

Nosotras siempre para delante; los que no se espabilan, se quedan atrás.

Coral Herrera Gómez


Si te ha gustado este capítulo, ya puedes escuchar el audiolibro en mi página de Patreon





15 de septiembre de 2024

Cómo dejé de sufrir por amor: Manual de Autoayuda Feminista para dejar tu relación.




Título: Cómo dejé de sufrir por amor. Manual de Autoayuda feminista para dejar tu relación.

Escrito y narrado por: Coral Herrera Gómez

Producción sonora y diseño de portada: Jorge Morales Carbonell

ISBN: en construcción

Formato: Audiolibro

Fecha: Septiembre 2024

Lugar de creación: Ourense, Galicia, España.


Contenido:

En este audiolibro te cuento cómo dejé una relación después de cuatro años intentando separarme, y cómo me liberé de mi adicción romántica y mi dependencia emocional. No hay soluciones mágicas: para dejar de sufrir por amor, hay que trabajar.

Y en este libro voy a contarte cómo me lo trabajé yo, y cómo he trabajado en mi autonomía, mi autoestima, mi autocuidado y mi autodefensa emocional. En estos últimos años he enseñado el método de la autocrítica amorosa a muchas mujeres de España y América Latina que han trabajado conmigo en la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados.

He impartido muchas charlas para desmontar los mitos románticos y para hablar de otras formas de quererse, de relacionarse, de organizarse, y también de separarse. Desde el convencimiento de que podemos aprender a construir relaciones sanas e igualitarias, también podemos aprender a dejar las relaciones en las que no somos felices.

Si tú también quieres dejar de sufrir por amor y empezar a cuidarte a ti misma, yo te acompaño. En este libro no solo te cuento mis experiencias personales y mi trabajo más intimo, también es un manual de autoayuda feminista para la liberación.

Estoy segura que ayudará a muchas mujeres a dejar las relaciones en las que no son felices, el amor no es recíproco, y los cuidados no son mutuos. Y a las que no estáis en una relación, os ayudará mucho a dejar de esperar la llegada del príncipe azul y soñar con milagros románticos.

Espero que os guste y os sea muy útil

Coral



Indice

Bienvenida

EN EL CAMINO HACIA LA LIBERACIÓN


1. ¿Estás bien?

2. El termómetro del desamor

3. ¿Cómo saber cuándo hay que dejar una relación?

4. Aún estoy enamorada

5. Separarse no es una derrota, es una liberación

6. Mi camino hacia la liberación

7. Cómo me liberé de la cárcel del amor

8. Cómo me liberé de la droga del amor

9. Cómo me liberé de la guerra contra mí misma

10. Cómo me liberé de la presión familiar y la presión social


DOSIS DE REALIDAD

11. Pero ¿por qué no les gusta mi novio?

12. No lo vas a cambiar

13. El amor no es una inversión

14. El tiempo es oro

15. Los privilegios de los hombres

16. No nos compensa: Te lo demuestro con cifras

17. Los peligros del amor romántico

18. ¿Te está pidiendo a gritos que le dejes?

19. ¿Por qué los cuernos son violencia?

20. ¿Por qué es tan difícil divorciarse para las mujeres?

21. Algunos de los peros que te pones para no separarte

22. Puedes dejarlo cuando quieras

23. ¿Cómo afectaría a mis hijos e hijas la separación?

24. ¿Cuándo se vuelve peligroso un ex?


EL FINAL FELIZ


25. Bienvenidas de Soltera

26. Decálogo del Autocuidado

27. Ser leal a tí misma

28. La Autodefensa emocional

29. ¿Cómo le digo a mi pareja que quiero separarme?

30. ¿Cómo aceptar que mi pareja ya no me quiere?

31. Mujeres que... se empoderan

32. Otras formas de separarse son posibles

33. ¿Cómo ahorrarte todo el sufrimiento posible?

34. Cierre y Contacto Cero: la única fórmula para

desengancharse

35. Atrevete a soñar

36. El amor está en todas partes.

37. Tu mayor tesoro: la gente que te quiere y que te cuida

38. Ya estoy haciendo las maletas, ¿qué me llevo?

39. Mi final feliz

40. Enamoraté otra vez de la vida



                                    Ya puedes escucharlo en Patreon






31 de enero de 2024

¿Qué pasa si mi pareja quiere controlarme? Pregunta 11



Pregunta número 11 del libro 100 preguntas sobre el amor


• No te pongas esa falda tan corta.

• Si sales con tus amigas, tienes que volver a las 10 a tu casa.

• Mándame una foto para que vea dónde estás y con quién.

• No me gusta ese vestido.

• No quiero que te vayas a la ciudad a estudiar.

• No quiero que hables con tus ex.

• Quita esa foto de tus redes sociales.

• Si yo no puedo ir a esa fiesta porque estoy enfermo, tú tampoco vas.

• Sales demasiado con tus amigas y no me dedicas tiempo a mí.

• Prefiero que dejes de trabajar y te quedes en casa cuidando a mis hijos.


Estas órdenes y mandatos no son una prueba de amor, sino de vigilancia y control. Aunque las leyes de nuestros países digan que hemos nacido libres e iguales a los hombres, lo cierto es que la mayor parte de las mujeres de este planeta no son libres ni pueden elegir cómo vivir su vida.

Algunas pasan la mitad de su vida obedeciendo a su padre y la otra mitad a su marido. No pueden elegir dónde quieren vivir, no pueden estudiar lo que les gusta ni elegir su profesión, no pueden elegir la soltería ni decidir cuánto tiempo quieren estar en pareja, no pueden divorciarse, no pueden elegir libremente su maternidad, no pueden elegir el número de hijos que quieren tener, no pueden viajar sin permiso de los hombres, no pueden practicar deportes ni dedicarse a sus pasiones.

Algunas mujeres que nacen en países desarrollados pueden ser dueñas de su vida gracias a la lucha de las mujeres feministas, que han logrado la aprobación de las leyes que garantizan su libertad y de derechos humanos. Sin embargo, incluso las mujeres con estudios y trabajo, aunque parezcan muy modernas, ejercen de sirvientes de sus maridos y trabajan toneladas de horas gratis para ellos. Creen que lo hacen por amor, pero en realidad es explotación. La mayoría de las mujeres occidentales tienen doble y triple jornada laboral, una en el campo, en la fábrica o en la oficina, y otras dos en la casa: una como trabajadoras del hogar y otra como cuidadoras de bebés, niños o familiares con discapacidades o enfermedades.

La mayor parte de las mujeres del mundo pierden su libertad al casarse y tener hijos, incluso aunque las leyes digan que tenemos derecho a separarnos cuando queramos: los salarios que tenemos no nos permiten ser autónomas ni nos permiten divorciarnos. Y nuestra dependencia no es solo económica, sino también emocional.

Aún son muchos los maridos y los novios que controlan y vigilan a las mujeres con las que tienen una relación sentimental, que dan órdenes y limitan su libertad de movimientos, que no les permiten vestir como quieren ni hacer lo que desean. Muchas, muchísimas mujeres siguen pidiendo permiso a sus maridos para salir a pasear, para ver a sus amigas, hacer deporte, estudiar e incluso para cuidar su salud sexual. Muchas usan anticonceptivos a escondidas, pero tienen que tener mucho cuidado.

El precio que tienen que pagar las mujeres que desobedecen a sus maridos es demasiado alto: muchas sufren castigos, palizas y violaciones por ejercer su libertad. Cada día son asesinadas 137 mujeres en el planeta a manos de sus parejas, bien por desobedecer, bien por intentar escapar de la prisión del matrimonio. Para muchas, obedecer a su amo y soportar su violencia es la única manera de mantenerse con vida.

¿Te puede pasar a ti?

Muchas mujeres occidentales creemos que a nosotras no nos va a pasar. Pero lo cierto es que todavía hay muchos hombres que actúan como carceleros y como policías con sus parejas: ejercen vigilancia y control, y exigen obediencia.

Algunos lo hacen con tono autoritario, otros usan el victimismo y hacen chantaje emocional, otros emplean tácticas de seducción y la gran mayoría utiliza el amor para que renunciemos a nuestra libertad.

Es muy fácil someter a una mujer libre usando el amor para que crea que obedece voluntariamente y no se sienta prisionera, “lo hago por tu bien, porque yo sé qué es lo mejor para ti”, “no te permito que hagas esto o lo otro porque te amo”, “si me quisieras de verdad... no irías a esa fiesta, no vestirías así, vendrías hoy a verme, intentarías satisfacerme en todo”.

Muchos hombres se aprovechan de la necesidad de las mujeres de tener pareja y de sentirse amadas para dominarlas y para tenerlas a sus pies. Cuanto más dependientes somos, más poder tienen sobre nosotras y más limitan nuestra libertad: nos exigen sacrificio, renuncia y obediencia en nombre del amor.

Muchas de nosotras renunciamos a nuestra libertad creyendo que así nos van a querer y cuidar mejor. Pero es justo lo contrario. 

Cuanto más sumisas y obedientes somos, más peligro corremos.

Cuanto más complacientes somos, más abusan de nosotras.

¿Cómo protegernos y cuidarnos? Las señales más claras de que estás en una relación de dominación están dentro de ti, escucha cómo te sientes, sé honesta contigo misma y hazte todo el tiempo la pregunta clave: ¿estoy haciendo lo que quiero o estoy haciendo lo que quiere mi pareja?

También puedes preguntarte: ¿cómo reacciona mi pareja cuando hago lo que me gusta y lo que quiero?, ¿respeta mi pareja mi libertad o intenta limitarla constantemente?, 

¿me haría daño mi pareja si quisiera dejar la relación?

Al empezar la relación, puedes intentar explicarle a tu pareja que no vas a obedecer órdenes o prohibiciones ni chantajes de ningún tipo, pero solo una vez. No puedes estar todo el tiempo peleando.

Da igual que tu pareja llore o se enfade: si pretende limitar tu libertad para moverte, para vestirte, para estar con tu gente, para conocer gente nueva, para hacer las cosas que más te gustan, entonces, hay que dejar la relación sin dudarlo ni un segundo.

Si tu pareja no confía en ti, te puede hacer mucho daño.

Si necesita controlarte, vigilarte y castigarte, estás en peligro.

Si no sabes cómo salir de esa relación, pide ayuda a tus amigas y a tu gente querida.

Si no te sientes libre para ser tú misma y para hacer lo que quieres, si la otra persona no confía en ti, lo mejor es aceptar que no es posible construir una relación bonita desde el miedo, el control y la dominación. Tu libertad y tu bienestar son lo primero siempre, nunca renuncies a ellas en nombre del "amor". 


Coral Herrera Gómez


¿Quieres ver todas las preguntas del libro?

¿Quieres leer el prólogo?





Editorial Catarata, Madrid, 2023. 



29 de octubre de 2023

Colombia: 100 preguntas sobre el amor

 


¡Ya puedes adquirir mi nuevo libro en las principales librerías de Colombia!

En la 

Casa del Libro Colombia

puedes encontrar todos mis libros, 

en ebook y en papel.


Más librerías de Colombia que tienen alguno de mis libros:

Librería de la U

Librería El Siglo del Hombre

Librería Lerner

Librería Ex Libris

Nueve Tres Cuartos

Wilborada

Penguin Colombia


Y también están en Amazon




Si vives en otro país de América   Latinaaquí puedes ver las librerías que lo tienen en tu país

 Si vives en Españaaquí puedes ver las librerías que lo tienen cerca de tu ciudad o pueblo

8 de octubre de 2023

El antídoto contra la droga romántica




Las grandes librerías están llenas de la droga del amor romántico, especialmente en la sección juvenil, repleta de novelas románticas, rebosantes de estereotipos, mandatos de género, y mitos. 

Las principales consumidoras son chicas adolescentes y jóvenes que ya con 14 años son yonquis del romanticismo. 

Pero un poco más allá, en un rincón, está el antídoto con el que todas podrán liberarse  de la adicción: un libro especial que desmonta todos los mitos, y les podrá ayudar a entender cómo usa el poder el romanticismo para ponerlas a todas de rodillas frente al patriarcado.

En este libro encontrarán las herramientas para poder liberarse, y para poder rebelarse ante los mandatos de género que les dice cómo deben ser los hombres, cómo deben ser las mujeres, y cómo deben relacionarse sexual y sentimentalmente. 

En este libro también encontrarán las herramientas para aprender a cuidarse, para aprender a negociar con sus parejas, para construir relaciones igualitarias, libres y sanas. 

En el libro encontrarán las claves para aprender a cuidar sus relaciones, para evitar la explotación y el abuso, para amar en libertad y en igualdad, desde los Buenos Tratos, la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados.


El libro se llama "Cien preguntas sobre el amor. La Revolución Amorosa para jóvenes", de Coral Herrera Gómez Fanpage , y lo tenéis en ebook y en papel 💜☺️

Podéis echarle un vistazo aquí o buscar en tu librería favorita.




19 de agosto de 2023

Prólogo La Construcción Sociocultural del Amor Romántico, de Coral Herrera



Mi propósito en este trabajo de investigación ha sido demostrar que lo romántico es político, analizar cómo se construye socioculturalmente el amor, y estudiar cómo esta construcción influye significativamente en las estructuras económicas y políticas de la sociedad occidental.

Sin embargo, no habría podido escribir este libro si, a lo largo del siglo xx, no se hubiese dado el gran debate epistemológico que destronó al cientifismo empirista y gracias al cual surgieron investigaciones que demostraron el sesgo etnocéntrico y androcéntrico del pensamiento científico occidental. 

Los principales protagonistas de este debate fueron los pensadores de la Teoría Crítica liderada por la escuela de Frankfurt en los años 30, el postestructuralismo, la sociología del conocimiento y la Teoría feminista, que sacaron a la luz teorías y científicos (sobre todo científicas) marginados por la ciencia, cuestionándose así numerosas verdades dadas por supuestas. Esta tarea deconstructiva demostró que lo que se consideraba ciencia universal era sencillamente una actividad ejercida por hombres blancos, occidentales, y en su mayor parte de clase media.

También se puso de relieve el hecho de que la mayor parte de sus investigaciones estaban impregnadas de ideología patriarcal y capitalista. Se derribó, así, el mito del cientifismo como verdad universal y el mito del científico como un robot objetivo sin emociones, sin condicionamientos culturales, sin intereses personales. Fue entonces cuando se reveló la dimensión hipermasculina de la ciencia, que había marginado durante siglos a la mujer como sujeto y como objeto de estudio científico.

Gracias a este debate y a este proceso deconstruccionista, la ciencia vio cuestionada profundamente la pretensión de validez universal y de neutralidad de la que había hecho gala desde el siglo XVII. Las principales consecuencias de este debate fueron la ampliación de los límites del conocimiento y el surgimiento de nuevas áreas de investigación científica. Este hecho posibilita, en la actualidad, adentrarse en espacios del conocimiento que no han sido considerados, hasta hoy, dignos de ser estudiados, como las emociones y las relaciones. 

Hoy se acepta comúnmente que todos estamos influidos por la cultura en la que nos hemos criado, por el género al que se nos adscribe al nacer, por la educación que recibimos y las instituciones sociales, la religión, nuestro estatus social y económico, además de nuestras propias aspiraciones personales y experiencias vitales, que conforman nuestra identidad. Por ello, ningún científico,institución científica o investigación empirista puede hoy declararse objetivo o neutral. De hecho, se considera más honesto que los y las profesionales de la ciencia admitan en sus investigaciones el punto del que parten, y tengan en cuenta a la hora de elaborar sus teorías e hipótesis la perspectiva personal desde la que ejercen la actividad del conocimiento, para así diferenciar sus propios condicionamientos culturales y personales del objeto de estudio. Es decir, admitir la inevitable subjetividad que impregna cualquier actividad humana en el área del conocimiento científico, dejando atrás mitologías científicas antes nunca cuestionadas.

En esta investigación mi intención ha sido centrarme en la dimensión cultural de las emociones y las relaciones humanas; en concreto, la del amor de pareja, porque creo que el amor romántico es hoy una de las bases que sostienen y perpetúan el patriarcado.

El trabajo de documentación no ha sido fácil, dado que no existe mucha bibliografía científica debido a la marginación de las emociones como objeto de estudio. La antropología ha estudiado temas como la familia, el parentesco, el matrimonio, el comportamiento sexual, los ritos vinculadores, el apego, el beso y las conductas altruistas, pero no específicamente el amor romántico, considerado generalmente como una peculiaridad exclusiva de las civilizaciones occidentales, según Yela García (2000). 

La sociología se ha centrado en el análisis del matrimonio (y la satisfacción en el mismo) como unidad básica de la estructura social y solo en contadas ocasiones ha concedido suficiente atención a la importancia estructural del amor y las creencias románticas en nuestra sociedad. En el campo de la historia, destacan las obras de algunos historiadores sobre el matrimonio (Westermarck, 1926) y la pasión (De Rougemont, 1939).

En el campo de las ciencias sociales, el interés por las emociones también se ha visto incrementado a medida que avanzaba el siglo xx. Ortega y Gasset (1941) se quejaba de que el tema del amor no fuese objeto de investigación científica o filosófica:

Si un médico habla sobre la digestión, las gentes escuchan con modestia y curiosidad. Pero si un psicólogo habla del amor, todos le oyen con desdén, mejor dicho, no le oyen, no llegan a enterarse de lo que enuncia, porque todos se creen doctores en la materia. En pocas cosas aparece tan de manifiesto la estupidez habitual de las gentes. ¡Como si el amor no fuera, a la postre, un tema teórico del mismo linaje que los demás, y por tanto, hermético para quien no se acerque a él con agudos instrumentos intelectuales!

Francesco Alberoni (1979) cree que los sentimientos son la base del conocimiento, y considera que el amor es la forma más simple de movimiento colectivo. Opina que, como fenómeno social, ha de ser estudiado por las ciencias sociales como categoría básica de relación social. 

Otros autores como Pitrim Sorokin también inciden en la dimensión social del amor y los sentimientos: tenemos prejuicios contra todas las teorías que intentan demostrar el poder del amor en la determinación de la personalidad y conducta humanas, en su influencia en el curso de la evolución biológica, social, mental y moral, en afectar a los acontecimientos históricos y en moldear las instituciones sociales y la cultura.

 «La preponderancia del tema amoroso en nuestras obras literarias muestra que el amor ha sido una pasión central de los hombres y las mujeres de Occidente. La otra ha sido el poder: de la ambición política a la sed de bienes materiales o de honores», Octavio Paz (1993).

Para Carlos García Yela (2002), es muy significativa la gran diferencia existente en cuanto a volumen de investigación entre el amor y otros temas «que quizá sean menos relevantes en la vida del hombre, como por ejemplo, el reflejo salivar condicionado».

Leo Buscaglia también opina que es ridículo que el Eros, una fuerza de la vida tan poderosa, sea ignorado, no investigado y condenado por los científicos sociales, «que en cambio, sí se ocupan mucho de esa otra fuerza llamada sexo, cuando originariamente y en rigor etimológico se trata del mismo fenómeno»

La psicología social comienza a tratar el tema en 1964. 

Secord y Backman incorporan en su manual de la disciplina un capítulo sobre atracción interpersonal donde se incluían unas breves consideraciones sobre el amor. Un año más tarde, Aronson y Linder (1965) divulgan su clásica «ley» sobre la atracción interpersonal. Poco después, Bloom (1967) publicará un artículo sobre el concepto de amor y las tipologías amorosas, todo ello en revistas propias de la psicología social. 

A mediados de los años 70, el análisis científico del amor se va paulatinamente desmarcando del área de la atracción interpersonal, al tiempo que surge una verdadera explosión y auge de las investigaciones: centenares de artículos, decenas de volúmenes monográficos y manuales, cursos, seminarios, congresos, etc., e incluso alguna revista especializada, como el Journal of Social and Personal Relationships, donde buena parte de los artículos publicados se centran en el amor o en temas muy afines. 

En los años 90 el tema se convirtió, según Yela García (2002), en un punto de referencia obligado de la psicología social. La publicación de monografías sobre el amor continúa aumentando cada año, muchas de ellas de orientación psicodinámica (Gabbard, 1996), otras muchas desde la psicología feminista.

En nuestro país, hasta los años 80, la producción intelectual sobre el amor ha sido bastante limitada. En los años 70 Josep Vicent Marqués edita un número especial en El Viejo Topo sobre el amor (extra número 17), con colaboraciones de Paolo Fabretti o Christian Delacampagne, en el que se habla del amor sobre todo como un instrumento de control social que sirve para perpetuar el patriarcado y la familia tradicional nuclear. 

En 1982, la Revista de Occidente publica un número monográfico sobre el amor. En 1986, sucede lo mismo con los Cuadernos de Historia 16. 

En los 90 se publican artículos firmados por profesores universitarios (ej: Ochoa y Vázquez, 1991; Sangrador, 1993; Serrano y Carreño, 1993; Yela García, 1996) así como algunos libros en mayor o menor medida dedicados a, o relacionados con el tema (Guasch, 1991; Ortiz, 1991). 

Además, se realizan seminarios, conferencias, cursos de doctorado, simposios, congresos y alguna tesis doctoral (Carreño, 1991; Yela García, 1995; Martínez Iñigo, 1997). Recientemente, han surgido algunas obras en el ámbito de la divulgación científica, en áreas como la biología, la etnología, o la antropología (Helen Fisher, Eduardo Punset, David Buss, Eibl-Eibesfeldt, Desmond Morris, Barash y Lipton...). 

Sin embargo, solo ahora, en los primeros años del siglo xxi, se ha empezado a tratar el tema desde una perspectiva social (Ulrich Beck, Zygmunt Bauman, Pascal Bruckner, Erich Fromm, Anthony Giddens, entre otros). La mayor parte de los grandes teóricos occidentales ha escrito libros acerca de los sentimientos y las pasiones, pero han sido siempre considerados obras menores, poco menos que anécdotas dentro de la sesuda literatura científica y filosófica de estos grandes autores (Ortega y Gasset, Roland Barthes, Francesco Alberoni, entre otros).

Mi intención ha sido estudiar el amor romántico desde la perspectiva feminista como un fenómeno político, social y cultural, para liberarlo de toda su carga patriarcal. Las teóricas feministas de los años 70 y 80 analizaron el amor romántico y el matrimonio heterosexual como una cárcel para las mujeres: hoy queremos que el amor deje de ser una trampa, queremos que sea un motor para la transformación y la revolución que estamos gestando.

Creo que estudiar cómo se construyen nuestras emociones puede ayudarnos a ser más libres y a transformar nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. 

El antropólogo Sergio Manghi (1999) afirmó que es necesario elaborar una teoría social de las emociones y que no se trata solo de una tarea científica, sino también ético-política, «pues la persistencia, en nuestro tiempo, de hábitos perceptivos dualistas, que separan el corazón y la razón, el cuerpo y el espíritu, las emociones y la cognición, es una fuente permanente de sufrimientos, de prevaricaciones y de violencia».

El hecho de que las emociones y las pasiones no hayan sido temas considerados dignos de estudio científico serio es un hecho íntimamente relacionado con la estructura patriarcal que ha subordinado a la mujer durante siglos. En esa actitud discriminadora y despreciativa hacia su figura se incluía todo lo que se consideraba femenino, como las emociones. Y ello sucedió porque el conocimiento ha partido siempre de procesos polarizadores, dualistas, dialécticos, entre elementos opuestos que, en mi opinión, han empobrecido y reducido, en general, el saber y el conocimiento en nuestra cultura desde hace siglos.

El eterno debate entre cultura y naturaleza que ha recorrido nuestro acceso al conocimiento y que ha atravesado la investigación y la filosofía desde Grecia hasta nuestros días parece ya inclinarse hacia la fusión de ambas dimensiones en una sola. Mi visión ha pretendido evitar el reduccionismo; de ahí la multidisciplinariedad de mi estudio, que ha precisado de lecturas sobre antropología,psicología social, estudios de género, teorías de la comunicación y semiología,ensayos sobre la posmodernidad, sociología, biología, filosofía de la ciencia, historia, etc. 

Lo que he pretendido es hacer una compilación de los estudios sobre el amor en diferentes disciplinas para poder presentar el fenómeno del amor en toda su complejidad, de un modo transversal, desde una perspectiva feminista, e incidiendo en la construcción cultural de las emociones y del amor bajo la ideología patriarcal y capitalista de Occidente.

Afortunadamente, en la actualidad se entiende que lo personal es político, y que el estudio de cualquier fenómeno físico, químico o social está atravesado por multitud de variables interrelacionadas entre sí. Mi propuesta metodológica ha sido investigar partiendo de la idea del pensamiento complejo, término acuñado por Edgar Morín, o del pensamiento en red, concepto acuñado por Helen Fisher. Estos autores proponen abarcar la complejidad de los fenómenos naturales o sociales en detrimento de una de las leyes del pensamiento formuladas por Aristóteles y vigente hasta nuestros días: la del tercio excluso o pensamiento polarizante. 

Esta ley establece oposiciones entre razón y emoción, naturaleza y cultura, lo masculino y lo femenino, lo positivo y lo negativo, el bien y el mal, la verdad y la mentira, etc. Estas oposiciones en pares binarios ocultan la amplia gama de matices y factores interrelacionados que se dan en todos los procesos de conocimiento e investigación, ya que la praxis del pensamiento dual es de por sí reduccionista y empobrecedora.

En el seno de este paradigma dualista que simplificaba el mundo en dos extremos opuestos, se consideró que el hombre representaba la cultura (el raciocinio, la civilización, la ciencia, la ley, el orden, la filosofía), y la mujer la naturaleza (los sentimientos, lo irracional, lo salvaje, lo caótico, lo oscuro, lo incognoscible). Los hombres han sido representados como dioses solares, y las mujeres han sido representadas a menudo como fuerzas nocturnas, diosas misteriosas e irracionales. En este siglo, la primacía de la mente y la razón sobre el cuerpo y las emociones ha dado paso al estudio de los sentimientos como parte constitutiva fundamental de los seres humanos.

Y gracias a ello, hoy me encuentro aquí escribiendo acerca del amor. Entiendo que es un tema que, por su complejidad y extensión, no se puede abarcar en su totalidad; pero sí que he pretendido demostrar que, igual que lo personal es político, también lo romántico es político, y tiene un impacto directo en nuestra forma de organizarnos económica, social, sexual y afectivamente. Deconstruir y transformar el amor romántico o el amor de pareja podría transformar nuestra sociedad entera.

Las emociones son políticas: están mediadas culturalmente, y están predeterminadas por la cultura en la que se incardinan (construidas a través del lenguaje, de los relatos, los símbolos, los mitos, los estereotipos, los ritos, y las creencias). El poder simbólico incide de forma poderosa, creo, no solo en nuestros sentimientos, sino también en la construcción de la realidad social, económica y política de las sociedades.

Dado que la cultura evoluciona a la par que los sistemas políticos y económicos, bien sosteniéndolos, bien transformándolos, considero que es necesario analizar la cultura para entender cómo construimos la realidad, cómo la reificamos y cómo unas ideologías se imponen sobre otras (y a la vez coexisten). 

El motivo por el que he decidido centrar mi análisis sobre los mitos y las representaciones simbólicas del amor es que la mayor parte de nuestros productos culturales desde la Antigüedad hasta nuestros días se basan en las relaciones sexuales y amorosas entre los géneros y perpetúan la cultura patriarcal: desde las cosmologías (como la griega, que se centra en las relaciones de amor y odio entre los dioses) hasta las series de ficción televisiva, pasando por la escultura, la pintura, la cerámica, la música, el baile, la narrativa oral, la poesía, los cuentos y leyendas, los folletines, las radionovelas, las canciones, las novelas, las películas, la ópera, y todas las representaciones culturales que han tenido y tienen como tema central el amor y las pasiones, y la guerra entre los sexos.


Mi deseo es, mediante un proceso de crítica y deconstrucción feminista, echar abajo ciertas ideas que se han dado por supuestas o como «naturales»: prejuicios, tabúes, mitos falsos y creencias subjetivas que han distorsionado el concepto de amor y que lo han devaluado durante siglos a la categoría de emoción irracional no susceptible de ser tratada e investigada. El amor se ha entendido siempre como un fenómeno reproductivo biológico, pero pocas veces se ha puesto el acento en su dimensión social y cultural. Ahondaremos en ella basándonos en las representaciones simbólicas amorosas y en cómo estas crean e imponen el concepto de lo que es un hombre, lo que debe ser una mujer, y cómo deben ser las relaciones entre nosotros.

Defendiendo la idea de que el amor es un gran tema a tratar por todas las áreas científicas, Carlos Yela afirma que es frecuente entre los intelectuales la queja sobre la enorme distancia existente entre el progreso tecnológico y el progreso de las relaciones humanas: «el estudio riguroso, sistemático y empírico del amor podría ser una vía que contribuyera a salvar esa abismal y lamentable diferencia».

 Para mí es obvio que el amor no es solo una fuente de productos culturales en forma de novelas o canciones, sino también un dispositivo político y un instrumento de control social para hacernos dependientes unos de los otros, y para mantener a las mujeres sometidas a los varones.

Las relaciones humanas están, como veremos, atravesadas por el poder, y ello hace que sean complicadas, conflictivas, y dolorosas. Los seres humanos necesitamos a los otros para sobrevivir, porque los afectos forman parte de nuestra nutrición y son el eje a partir del cual desarrollamos nuestra vida en sociedad. A través de nuestros seres queridos aprendemos a hablar, a pensar, a vivir en sociedad y a asumir las normas morales, sociales, culturales y políticas. Rodeados de afectos o con una falta total de ellos construimos nuestra identidad y nuestra biografía, y nos reproducimos, sacando adelante y educando a nuevos miembros de la sociedad.

La mayor parte de nuestras vivencias y recuerdos están implicados en las tramas emocionales y sentimentales que construimos en la interacción con nuestros semejantes y nuestro entorno. Nuestra felicidad, nuestro bienestar psíquico y emocional, nuestros sueños y anhelos, nuestras esperanzas y nuestra energía se desarrollan en torno a nuestras relaciones afectivas. Ellas son las que nos provocan dolor, tristeza, confusión, desgarro; también nuestras frustraciones, decepciones, preocupaciones y obsesiones están en su mayor parte determinadas por nuestros afectos.

El objetivo de este libro es entender por qué las relaciones humanas son tan maravillosas y a la vez tan dolorosas, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Nos relacionamos en base a jerarquías de poder bajo el esquema hegeliano del amo y el esclavo: unos pocos tienen el poder y los recursos, y explotan y abusan de la energía y el tiempo de los demás. No es solo una cuestión de clase, también es una cuestión de género: los hombres se aprovechan de la energía y el tiempo de las mujeres, que en la mayor parte del planeta sufren una doble jornada laboral: una remunerada, y otra sin remunerar. Lo llaman amor, pero Silvia Federici lo tiene claro: es trabajo no pagado. 

Creo que es necesario tratar de comprender el complejo mundo de las emociones principalmente porque entender y analizar nuestras formas de relacionarnos puede ayudarnos a derribar el patriarcado, a acabar con la violencia y a transformar nuestro mundo. Es posible que las guerras, los conflictos humanos, la violencia cotidiana que inundan las cabeceras de los telediarios disminuyesen si lográramos entender los mecanismos sociales y afectivos con los que los humanos nos relacionamos entre nosotros, bajo el trasfondo de las luchas de poder y del miedo.

El miedo forma parte de nuestras relaciones y de nuestra forma de entender el mundo y movernos en él. Es un poder psíquico, un producto mental y a la vez un mecanismo biológico de carácter instintivo. También los animales sienten miedo, y en ocasiones se revela como un mecanismo de supervivencia fundamental ante los depredadores. En el caso del homo sapiens, con su capacidad de imaginar, el miedo se convierte en un monstruo que empobrece su vida en sociedad, porque a menudo establece estrategias defensivas y de ataque. 

Los humanos tienen miedo a los desastres naturales, pero también miedo al dolor y a la muerte, a la incertidumbre con respecto al futuro, miedo a perder seres queridos. Miedo a la soledad y a la locura, pero sobre todo miedo al otro, a lo desconocido, lo extraño, lo que se escapa a nuestro entendimiento. Miedo al poder del otro, al color de su piel, su idioma, su cultura, su religión.

Este miedo afecta especialmente a las relaciones entre hombres y mujeres por el ancestral temor hacia el género femenino desarrollado en las culturas patriarcales. La mayor parte de las relaciones entre los hombres y las mujeres han estado siempre basadas en el miedo al poder de las mujeres, y en la necesidad de explotar sexual, laboral, doméstica y reproductivamente a las mujeres.

El capitalismo necesita mano de obra barata o gratuita para funcionar: hasta el hombre más pobre del planeta tiene su sirvienta particular, su esposa, para cubrir sus necesidades básicas y para poder trabajar fuera de casa. El patriarcado ha logrado que las mujeres se sometan por amor, y asuman su rol tradicional de cuidadoras, y la modernidad ha logrado que tratemos de conciliar nuestro papel de mujeres profesionales con nuestro papel como trabajadoras del hogar y cuidadoras. 

Creíamos que el trabajo asalariado nos iba a liberar, pero no sabíamos el precio que tendríamos que pagar para tener ingresos precarios: dos, tres jornadas laborales, nada de tiempo libre, y mucho trabajo gratis.

Las mujeres somos educadas y socializadas en el miedo a quedarnos solas, a que nadie nos quiera, y a fracasar en la vida por no haber sido elegidas. Y con ese miedo nos ponen de rodillas frente al amor de un hombre. El miedo también tiene una clara conexión con el apego: todos tenemos miedo a perder a nuestros seres queridos, a que no se nos necesite o no se nos quiera. Nos apegamos a los objetos, las propiedades y las personas como si fueran «nuestras», y además quisiéramos que ellas y los sentimientos que nos unen sean eternos e indestructibles. 

El ser humano sufre por la contingencia y trata de encontrar su centro y su estabilidad psíquica en las personas a las que ama o quiere; pero también siente un profundo anhelo de libertad.

Miedo y libertad se tensan contradictoriamente, porque no nos es fácil lograr alcanzar un equilibrio entre la estabilidad y la aventura, la seguridad y el misterio. Los seres humanos lo queremos todo a la vez, lo queremos todo para siempre, y nos cansamos de todo también. La realidad monótona y rutinaria nos frustra, de modo que nos embarcamos en aventuras corriendo riesgos: quizás debido a esta contradicción entre libertad y necesidad de afecto, mitos y realidades, el sufrimiento parece inherente a la condición humana.

Sin embargo, también son característicos en nosotros la empatía, el altruismo, la generosidad, la entrega, la solidaridad y la red extensa de afectos que establecemos con el resto, y gracias a la cual la supervivencia de la especie ha sido posible. El amor entendido como un todo es una fuerza poderosa que nos atrae y nos une los unos a los otros, ya sea en forma de amor filial (amor a la familia), de amistad (amores elegidos libremente, relaciones de apoyo y cooperación mutua que tenemos con personas con las que, sin embargo, no tenemos una relación erótica) o de amor pasional (el que se da entre dos o más personas y tiene carácter erótico).

El amor nos ha permitido sobrevivir como especie: ha logrado que el ser humano cuide de sus semejantes más indefensos (ancianos, bebés, enfermos), y que la gente disfrute en la interacción con el resto. Las relaciones amorosas de pareja, además, son placenteras porque generan sentimientos positivos y porque son una fuerza creadora y constructiva que ilusiona a las personas y las anima a seguir viviendo, pese a la crueldad y precariedad a la que tiene que enfrentarse el ser humano a lo largo de su vida.

He dividido el estudio en tres bloques, para analizar por un lado cómo construimos la realidad y el amor erótico, pasional o romántico en la sociedad, y por otro para entender cómo la cultura crea y modela nuestra identidad, nuestras emociones y las relaciones afectivas y eróticas que establecemos con los demás.

En el primer bloque daremos paso al análisis de la construcción sociopolítica del amor de pareja, que en Occidente está basado en una concepción del amor dual, adultista, heterosexual y monogámico. Esta concepción está reificada en el imaginario colectivo y no se percibe como una construcción sociocultural, sino como un fenómeno individual, biológico y natural. Por un lado veremos su dimensión liberadora y transgresora, porque desafía la ley del pater, y por otro veremos que el amor romántico es un arma de control social cuya base es el matrimonio, y cuyo fin es la perpetuación de la familia nuclear tradicional, el sistema patriarcal y el capitalismo democrático.

Estudiaremos cómo se construye la realidad y la identidad desde una perspectiva de género, y cómo se normalizan los estereotipos y los roles al presentarse como naturales, fundados en falsos supuestos biológicos. Tras una breve introducción acerca de las definiciones y teorías del amor, daré paso a la dimensión socio-biológica de las relaciones entre géneros. 

Analizaré fenómenos como el emparejamiento, el matrimonio, el divorcio, la monogamia y el adulterio para centrarme en las relaciones de poder y luchas de dominación que atraviesan todas las relaciones humanas (amorosas, familiares, profesionales, contractuales, etc.) y en especial las relaciones entre hombres y mujeres, desde una perspectiva feminista.


En el segundo bloque me centraré en la dimensión simbólica y cultural del amor. Con breves referencias a otras culturas y formas de amar, acotamos la investigación en torno a la concepción cultural del amor en Occidente, y haremos un breve repaso a la forma en que las representaciones simbólicas del amor han ido transformándose y variando geográfica y temporalmente. Estudiaremos las implicaciones de las narraciones en la conformación de los sentimientos pasionales y amorosos, nos detendremos en la dimensión religiosa, mitológica y utópica del amor, y finalizaremos con una síntesis de los principales modelos y mitos amorosos de nuestra cultura desde la antigüedad a la posmodernidad.


En el tercer y último bloque mi intención ha sido profundizar en las relaciones amorosas en la posmodernidad. Veremos cómo esta nueva era ha supuesto el fin de los pilares que sustentaban las antiguas cosmovisiones y creaban la identidad: la familia y el trabajo. Ambas instituciones se han desacralizado y flexibilizado, y constituyen sistemas abiertos, cambiantes, en continuo proceso de prueba, negociación y fragmentación. El espacio social y simbólico ha experimentado, paralelamente, la multiplicación hasta el infinito de mensajes; realidad y ficción se mezclan en un fenómeno mediático como es la hiperrealidad, especialmente visible en el espacio televisivo. 

En la actualidad, veremos cómo el amor ofrece la salvación frente a la angustia existencial, el horror vacui, y la falta de sentido que impregna la realidad del ser humano desde que Nietzsche proclamó la muerte de Dios.

El ser posmoderno es urbanita, se mueve en la sociedad del anonimato y sufre de angustia existencial, hambre de emociones y soledad. En este contexto posmoderno, el romanticismo constituye una creación de sentido personalizado y colectivo, una promesa ideal de autorrealización, una tabla de salvación, un sentimiento cargado de trascendencia y espiritualidad. Especialmente para las mujeres.

En esta obra desarrollaré la idea de que las mujeres somos educadas para poner el amor en el centro de nuestras vidas y para que el gran sueño de todas nosotras sea encontrar a su príncipe azul y fundar una familia feliz. Nos educan para que dejemos a un lado otras formas de querernos y nos centremos en el amor romántico: nos quieren entretenidas, ocupadas, amargadas, obsesionadas, tristes, y adictas al amor. Nos quieren débiles, acomplejadas, llenas de miedo, solas y aisladas unas de otras: cuanto más solas, más dependientes somos de los hombres.

El amor romántico es una droga muy potente porque va cargado de promesas, nos genera emociones muy intensas y nos ofrece conexiones con lo sagrado: el amor total, la fusión definitiva, el placer total, la eternidad (premisa fundamental de todo amor verdadero). Una de las ficciones más importantes que proyecta el amor es la del cese de ese doloroso sentimiento de soledad que nos acompaña a todos los seres humanos desde la caída de las grandes construcciones sociales como la religión o la clase social, y cualquier institución en la que antes nos podíamos sentir pertenecientes a una comunidad o grupo unido por cuestiones religiosas, económicas o políticas.

Una vez derribadas las utopías políticas y religiosas de carácter colectivo, la gran utopía de la posmodernidad es el amor romántico, cargado de patriarcado. Las utopías emocionales se acoplan al individualismo y al consumismo a la perfección, porque se sustentan en la filosofía del sálvese quien pueda y el egoísmo a dúo, una expresión acuñada por D.H. Lawrence para explicar el estilo de vida caracterizado por una forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, la necesidad del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad, celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el enclaustramiento mutuo… 

Este enclaustramiento en parejas, como veremos, propicia el conformismo, el viraje ideológico a posiciones conservadoras, la despolitización y el vaciamiento del espacio social, con notables consecuencias para las democracias occidentales y para la vida cotidiana de las personas. 

Con el triunfo del individualismo,la democracia se encuentra en manos de los políticos, los empresarios y la banca; la sociedad no es gestionada por una población adulta, sensibilizada, culta, comprometida y unida. Dejamos, irresponsablemente, en manos de unos pocos nuestro destino como especie, y por supuesto, coextensivamente, el del resto de los seres vivos de este planeta.

El individualismo como modo de vida ligado al consumismo conlleva también una potente sensación de soledad; es normal entonces que la gente quiera formar equipos, aunque sean solo de dos miembros, para hacer frente a un mundo cruel, jerárquico y desigual.

En pareja la vida se hace más llevadera por la ayuda mutua que nos prestamos, pero, aunque las mujeres hemos logrado incorporarnos masivamente al mercado de trabajo, los hombres no se han incorporado masivamente a los cuidados, que siguen recayendo exclusivamente sobre nosotras en la mayor parte de los países del mundo. Es decir, no hemos logrado construir parejas igualitarias, ni relaciones sanas basadas en la solidaridad y el apoyo mutuo. No sabemos aún cómo aplicar los principios feministas a nuestras relaciones, pero lo importante es que ya estamos en ello.

No nos han enseñado a querernos bien, ni a cuidarnos a nosotras mismas, ni a cuidar a nuestras parejas. A los hombres tampoco les enseñan a querer y a cuidar. 

No sabemos gestionar nuestras emociones para que no hagan daño a nadie,no nos han enseñado a gestionar nuestros conflictos sin utilizar la violencia, no sabemos separarnos con amor, no tenemos herramientas para comunicarnos y para tratarnos bien, y nos han hecho creer que el amor es una guerra en la que todo vale, una guerra con heridas y muertas, una guerra en la que los hombres van armados hasta los dientes y nosotras vamos desnudas.

Gracias al feminismo, hoy sabemos que no estamos condenadas a sufrir: cuando entendemos que las mujeres tenemos derecho a disfrutar del sexo, del amor y derecho a vivir una buena vida, es cuando empezamos a trabajarnos los patriarcados que nos habitan, y cuando llevamos lo político al terreno de lo personal.

No estamos condenadas a someternos ni a aguantar por amor: gracias al feminismo, sabemos que otras formas de quererse son posibles, otras formas de relacionarnos y organizarnos son posibles, otras formas de gozar y de amar son posibles. 

Es el momento de ponerse a desmontar todos los mitos románticos, y a trabajar para liberar al amor del machismo y la violencia, para aprender a amarnos desde la libertad y no desde la necesidad, para aprender a negociar en la construcción de una pareja, para compartir la vida desde el placer y el disfrute. 

Es el momento de desmontar las masculinidades patriarcales, de empezar a cuidarnos, de separar el amor del sufrimiento, es el momento de dejar de sacrificarnos, de renunciar y de aguantar “por amor”.

El amor puede reinventarse, transformarse, expandirse más allá de la pareja, y liberarse de la ideología patriarcal y capitalista para transformar el mundo en el que vivimos: necesitamos una nueva forma de relacionarnos basada en la Ética del amor y la Filosofía de los Cuidados, en la libertad y los derechos de las mujeres, en la igualdad, la solidaridad y el compañerismo.

Aquí va mi propuesta, elaborada desde mi profundo compromiso con el feminismo, el ecologismo, y el pacifismo, y desde la idea de que lo romántico es político, y otras formas de quererse son posibles.


 Coral Herrera Gómez


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15 de julio de 2023

Lecturas sobre el amor para jóvenes



Las vacaciones son el momento ideal para hablar con adolescentes con calma sobre los temas más importantes, para responder a sus dudas, para conversar relajadamente sobre temas que requieren tiempo y profundidad.

Si quieres hablar de amor y de relaciones de pareja con la gente joven de tu familia, prueba con las 100 preguntas sobre el Amor, está en papel y en ebook en todas las librerías de España y en Amazon.

Coral Herrera Gómez 

5 de julio de 2023

¿Por qué cuando tengo pareja me olvido de mí misma?




El mito del amor-­fusión está basado en el de la media naranja. Es un mito muy dañino que nos hace creer que debemos fundirnos con nuestra pareja y dejar de ser nosotras mismas y dejar nuestras relaciones para centrar toda nuestra energía, nuestro tiempo y amor en una sola persona.

Les pasa a algunos hombres, pero sobre todo nos pasa a las mujeres, porque desde pequeñas nos educan para que pongamos al novio en el centro de nuestras vidas y nos olvidemos de nosotras mismas.

Por ese motivo, muchas mujeres se preguntan, al finalizar una relación, quiénes son realmente.

Algunas no saben identificar sus pasiones, porque al enamorarse adoptaron las de sus parejas y se olvidaron pronto de su placer, de sus aficiones, de las cosas que les gustaban antes de emparejarse.

Y esto ocurre porque nos han hecho creer que uno más uno es uno y que cuando nos enamoramos, dejamos de ser quienes somos para fundirnos con la otra persona, por eso cuanto más absorbente e intensa es una relación, peor nos sentimos cuando acaba.

Muchas mujeres se hunden emocionalmente cuando terminan sus relaciones, pues se sienten perdidas, desorientadas, vacías e incompletas y lo peor: no recuerdan quiénes eran ellas, cuáles eran sus sueños, qué es lo que definía su personalidad y su identidad.

La mayoría trata de adaptarse a la vida de sus parejas masculinas para pasar todo el tiempo posible con ellas. 

Dejan de escalar, de patinar o de bailar y empiezan a ir a ver a sus chicos jugar al fútbol o surfear en la playa. 

Dejan sus proyectos y sus costumbres, y pasan a ser espectadoras y acompañantes de sus parejas masculinas. 

Incluso dejan a un lado sus propias ideas y opiniones para asumir las de sus compañeros.

Algunas mujeres dejan a sus amigas y a sus grupos sociales, y se acoplan a los grupos del novio, lo cual hace que aumente su dependencia. 

Cuanto más lejos estamos de nuestra gente querida, más vulnerables somos. Cuanto más solas nos sentimos, más inseguras y más necesitadas de amor.

¿Qué ocurre cuando se termina la relación basada en la fusión?, que nos damos cuenta de que nos hemos quedado sin nuestra red de gente querida, que nuestra personalidad se ha diluido, que no sabemos quiénes somos ni qué queremos... y por eso las rupturas duelen muchísimo más.

¿Qué hacer para no dejar de ser tu misma aunque te enamores?

¿Qué puedo hacer para que mi pareja se sienta libre a mi lado?

¿Qué hacer para que mi pareja no limite mi libertad?

¿Por qué el amor romántico parece una guerra? 

¿Cómo saber si estoy tratando mal a mi pareja?

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Coral Herrera Gómez




Todos los libros de Coral Herrera Gómez

El Laboratorio del Amor 


1 de julio de 2023

Coral en Málaga: 6 de julio

 



El próximo jueves 6 presento mi libro en Málaga, en la Librería Luces 

Hora: a las 19 horas 

Ubicación: en la Alameda Principal, 37


Más presentaciones de Coral 

8 de junio de 2023

Prólogo del Libro: 100 preguntas sobre el amor, de Coral Herrera Gómez





¡BIENVENIDA A LA REVOLUCIÓN AMOROSA!


Cuando yo tenía tu edad, tenía mil preguntas en la cabeza sobre el sexo y el amor, y era muy difícil encontrar las respuestas. Yo quería saber cómo nos enamoramos, qué cambios se experimentan en el cuerpo y en el corazón, cuánto tiempo dura el amor, y por qué unas parejas disfrutan tanto y otras no. No entendía por qué es tan importante el sexo, por qué las historias de amor de las películas tenían tan poco que ver con la realidad, por qué las personas adultas se complicaban tanto la vida y por qué sufrían tanto por amor. 

Me costaba entender por qué las mujeres se sometían a los hombres cuando se enamoraban, por qué había tantos divorcios, por qué se trataban tan mal las parejas, por qué los hombres eran tan infieles, por qué para tanta gente el amor era una auténtica cárcel.

Busqué las respuestas en la biblioteca de mi barrio, pero solo encontré algunos libros sobre educación sexual. En mi infancia no había educación emocional y la única manera de poder investigar sobre los sentimientos y las relaciones humanas era a través de las novelas, o hablando de manera muy íntima con mis amigas o con personas adultas. Sin embargo, este tipo de conversaciones no eran habituales: todo lo que tenía que ver con el sexo y el amor era tabú y las personas adultas no estaban acostumbradas a tratar de estos temas con niñas ni adolescentes.

Cuando me enamoré por primera vez, me surgieron más preguntas todavía y cuando tuve mi primera relación, me sentía muy perdida: ¿cómo hacer para compaginar mis amistades con la pareja?, ¿puedo ser libre y a la vez estar en pareja?, ¿cómo hacer para que nos dure el amor y no se nos acabe?, ¿cómo resolver nuestros problemas sin hacernos daño?, ¿cómo manejar los celos?, ¿cómo superar un rechazo?, ¿cómo sobrevivir a una ruptura?

Me habría gustado aprender sobre el arte de amar sin tener que sufrir. Pero me tocó pasarlo mal, como a todo el mundo. Cuando entré en la universidad, estaba intentando separarme de mi pareja y no lo lograba, me sentía presa en la cárcel del amor, así que cuando llegó el momento de elegir el tema de mi tesis doctoral, lo vi muy claro: yo quería investigar el amor, quería liberarme del sufrimiento y, de paso, liberar a millones de mujeres en el mundo.

El primer paso fue analizar el amor desde todas sus dimensiones, para entender por qué amamos así y no de otra manera, y para conocer a fondo la cultura amorosa en la que vivimos.

Mi investigación sobre el amor se convirtió en un libro y yo me convertí en doctora. Ya por entonces tenía las respuestas a muchas preguntas y un objetivo claro: sufrir menos por amor y disfrutar más de la vida. Estaba convencida de que el amor se puede transformar, pero no sabía por dónde empezar.

La cuestión era ¿cómo liberarnos todas?, ¿cómo liberar al amor del machismo?, ¿cómo cambiar nuestras formas de relacionarnos para que el amor sea una experiencia maravillosa, libre de violencia y sufrimiento?

En mi infancia, mi madre y sus amigas estaban tratando de llevar los discursos feministas a la realidad de su día a día.

Ellas hablaban mucho de libertad, de igualdad, del derecho de las mujeres al placer y al disfrute, pero en sus vidas personales sufrían mucho por amor.

Ellas fueron las protagonistas de la revolución sexual y de la segunda ola feminista, y gracias a mujeres como ellas hoy podemos disfrutar del sexo sin miedo a los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual, podemos tener las parejas que queramos, podemos elegir con quién queremos compartir la vida y durante cuánto tiempo, podemos casarnos y divorciarnos libremente de nuestras parejas, podemos estudiar y trabajar, y elegir libremente si queremos ser mamás o no y cuántos hijos e hijas queremos tener.

Y, sin embargo, a pesar de los derechos y las libertades conseguidos, durante toda mi vida he visto mujeres maravillosas esclavizadas por el amor romántico, sufriendo muchísimo por hombres que no las querían, no las cuidaban y no las trataban bien. Me chocaba ver que, aunque podían separarse de esos hombres porque tenían autonomía económica, no lo hacían porque sufrían dependencia emocional.

Y cuando empecé a sufrir yo, me di cuenta de que nos tocaba a todas las hijas y las nietas de esas mujeres luchadoras seguir con su revolución feminista y dar un paso más: además de liberar nuestra sexualidad, nos tocaba trabajar en nuestros sentimientos y emociones para poder ser libres de verdad. 

El amor romántico sigue estando impregnado de machismo y la tarea que tenemos por delante es transformarlo para que no sea una cárcel y para que todas las mujeres que sufren violencia de sus parejas puedan liberarse y escapar.

Así que aquí estamos ahora, haciendo la Revolución Amorosa, trabajando para llevar la teoría a la práctica y elaborando herramientas que nos sirvan para desmitificar el amor romántico, para liberarnos de los patriarcados que nos habitan, para aprender a valorarnos, a aceptarnos y a cuidarnos a nosotras mismas, y para aprender a cuidar nuestras relaciones.

Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es tomar conciencia de que ni yo ni ninguna mujer hemos venido al mundo a sufrir y que todas tenemos derecho a una buena vida, que el amor del bueno no duele, que somos dueñas de nuestro amor y de nuestras vidas, y que el amor se puede reinventar y transformar. 

Desde entonces me dedico a escribir libros, a impartir conferencias y talleres, y a acompañar a mujeres en su proceso de liberación.

Hace unos años fundé el Laboratorio del Amor, una comunidad de mujeres en la que nos ayudamos unas a otras a fabricar las herramientas que necesitamos para querernos mejor, para sufrir menos y para disfrutar más del sexo, del amor y de la vida. 

Desde hace años estoy en un proceso de autoconocimiento y de liberación apasionante, porque lo que yo quiero es ser mejor persona, tener relaciones más plenas y aportar a la creación de un mundo más justo. Trabajo desde la autocrítica amorosa para identificar todo lo que me tengo que trabajar para sufrir menos (y para que sufran menos mis seres queridos) y desde la ética amorosa y la filosofía de los cuidados.

He aprendido a aceptarme tal y como soy, he aprendido a cuidarme a mí misma y a cuidar mis relaciones, a comprometerme y a hacerme responsable de mi bienestar, mi salud y mi felicidad.

Y en estos años de investigación y trabajo personal no he estado sola: somos cada vez más mujeres investigando, debatiendo, compartiendo conocimientos, imaginando otras formas de relacionarnos y de organizarnos.

La Revolución Amorosa es un camino hacia la construcción de un mundo mejor, un camino de liberación en el que empezamos investigando el amor de pareja para entender qué es, por qué tiene tanta importancia en nuestras vidas, por qué el mito nos influye tanto, por qué y para qué sufrimos tanto.

Después de entender nuestra cultura amorosa, viene entonces el trabajo de autoconocimiento, para comprender cómo aprendemos a amar, cómo hemos interiorizado los valores del romanticismo, cómo desaprender todo lo que nos enseñaron en los cuentos de princesas y príncipes azules.

El último paso es el de la liberación, en el que identificamos todo aquello que nos hace sufrir y planeamos los cambios que necesitamos para que nuestras relaciones sean mejores, tanto las que tenemos con nosotras mismas, como las que tenemos con los demás.

Para aprender a querernos bien, lo que necesitamos son herramientas resolver nuestros conflictos sin hacernos daño, aprender a tratarnos bien, liberarnos de los patriarcados que nos habitan y relacionarnos en libertad y en igualdad.

Tengo derecho a disfrutar, todas las mujeres tenemos derecho a disfrutar, y para poder hacerlo, debemos poner los cuidados en el centro: aprender a cuidar nuestras emociones para que no nos hagan daño y no hagan daño a los demás, aprender a guiar nuestras palabras y nuestras acciones, a nosotras mismas y a nuestras relaciones.

Gracias a este trabajo, ahora puedo sentarme a hablar con mi compañero de cómo me siento, qué necesito, qué es lo que quiero y lo que no, y he aprendido a comunicarme sin violencia y a negociar para llegar a acuerdos que nos permitan convivir en alegría y cuidar nuestra relación.

Ya tengo 45 años y no dejo de aprender: ahora estoy aprendiendo a usar mi poder, y a controlar el ego, y también a escuchar a los demás y a escucharme.

Cada vez soy más humilde y más asertiva, sé encajar mejor las derrotas, sé lo que quiero y lo que no quiero, y lo estoy disfrutando mucho porque no trabajo sola: voy acompañada de muchas mujeres que también quieren una vida mejor.

Lo más bonito de la Revolución Amorosa es cuando comprendes que el amor no está solo en la relación de pareja, sino que está en todas partes, en todas las relaciones que tienes con la gente, con los animales, con las cosas, con los espacios que habito, con la naturaleza, y con el planeta.

Gracias a este descubrimiento, he comprendido que cuando no tengo pareja no estoy sola: tengo una red maravillosa de gente que me quiere y me cuida, el mayor regalo de la existencia.

Un regalo que hay que cuidar para poder disfrutar de la existencia: todas las mujeres deberíamos tener una red amorosa para no sentirnos nunca solas, porque cuanto más solas estamos, más dependientes y vulnerables somos.

He escrito esta obra porque quiero compartir contigo todos estos aprendizajes y descubrimientos sobre el mundo de los sentimientos y las relaciones de pareja. En este libro encontrarás algunas certezas, también es posible que encuentres preguntas que no te hayas hecho y que te surjan, probablemente, otras nuevas: me encantaría que te ayudase a sufrir menos, a disfrutar más y a encontrar las piezas que necesitas para crear tus propias herramientas.

Con ellas podrás conocer mejor la cultura amorosa en la que vivimos y conocerte mejor a ti misma y podrás unirte a la Revolución Amorosa que estamos haciendo mujeres y hombres para transformar nuestra forma de relacionarnos, de organizarnos y de querernos.

En el amor está todo por inventar: los modelos de pareja de nuestros abuelos y nuestros padres ya no nos sirven. Tenemos que crear nuevas formas de emparejarnos más acordes con los tiempos en los que vivimos y que nos permitan relacionarnos sin dolor, en redes amorosas y horizontales libres de dominación y violencia.

La Revolución Amorosa consiste en aprender a convivir desde la ética amorosa y la filosofía de los cuidados, y liberar el amor del machismo y el sufrimiento. Lo que queremos es crear un mundo mejor construyendo relaciones desde la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, la cooperación, los cuidados, el trabajo en equipo, la sensibilidad, la ternura, el compañerismo y la alegría de vivir.

Suena bien, ¿verdad? En este libro que tienes en tus manos encontrarás el camino para empezar a trabajar en ti misma, en tu proceso de investigación y de liberación. Ojalá te ayude a encontrar las respuestas que necesitas para hacer tu propia Revolución Amorosa y puedas ayudar a más gente a unirse a ella.

Recuerda que lo más importante es aprender sin sufrir y disfrutar del camino, y aprender a cuidarte a ti misma, y a cuidar tus relaciones.

Ahora voy a pedirte que cierres los ojos y te conectes con todas las lectoras que tienen en este momento este libro en sus manos. Chicas y chicos como tú, que han abierto este libro con mucha curiosidad, con muchas ganas de aprender, con muchas ganas de disfrutar de la vida. 

¿Estás preparada para empezar tu propia Revolución Amorosa?, aquí me tienes para acompañarte todo el camino, ¡empezamos!

Coral Herrera Gómez


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