Todas las historias de amor se acaban, pero nos cuesta mucho ponerles punto y final. Hay parejas que tardan meses, otras tardan años, y algunas no se atreven a separarse nunca, aunque saben que estarían mejor cada uno por su lado.
Lo mejor para sufrir lo menos posible es terminar la historia en el momento justo, antes de empezar a sufrir o a hacer sufrir a la otra persona. Es muy difícil separarse, pero cuando no hay amor, no hay respeto, no hay igualdad, no hay cuidados, ni sinceridad, ni compromiso, es mejor separarse que seguir.
No importa si lleváis dos semanas. dos meses o veinte años juntos: las relaciones en las que no se puede disfrutar del amor, es mejor terminarlas. Estar enamorada no es una excusa: millones de personas en el mundo se separan estando enamoradas. Lo importante no es la historia de amor que quieres vivir, sino tu bienestar y tu felicidad. Lo importante es ahorrarte sufrimiento, especialmente en las relaciones en las que no hay reciprocidad: los amores no correspondidos son los más dolorosos.
¿Y cómo identificar cuando es el momento justo?, ¿cómo saber si ha llegado ese momento en el que ya el amor no da más de sí? Ese momento te lo dice tu cuerpo y tu corazón: cuando te das cuenta de que no te estás divirtiendo, cuando no estás disfrutando, y cuando no te sientes cuidada. Además de las señales que los actos y el cuerpo de la otra persona nos lanzan, también están las señales que emite nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón: hay que aprender a escucharse a una misma y a tenerse en cuenta, y una de las principales demostraciones de amor hacia nosotras mismas es no estar en relaciones en las que sufrimos.
Aquí algunos tips para saber cuándo ha llegado el momento de poner punto final a tu historia de amor.
- Cuando lloras: esta es una de las principales señales de que algo no va bien. Si lo pasas mal, si sufres, si sientes angustia o ansiedad, si sientes miedo o te sientes decepcionada, si sientes dolor o rabia, si te enfadas todo el tiempo o te sientes muy triste, es porque la relación no está funcionando. Es la primera y más importante señal de alerta: es tu cuerpo el que te dice que lo estás pasando mal, y eres tú la que tienes que cuidarte a ti misma y responsabilizarte de tu felicidad.
- Cuando estáis empezando y tenéis ideas completamente diferentes sobre lo que es el amor, la pareja, el compromiso emocional, y además tenéis ritmos diferentes a la hora de profundizar en la relación. Cuando cada cual tiene deseos y metas que no son compatibles: ni tú puedes obligar a tu pareja a que lleve tu ritmo, ni te pueden obligar a aceptar el ritmo de la otra persona. Las mujeres tendemos a adaptarnos a lo que hay, a lo que nos ofrecen, pero resignarnos nos genera un dolor y un rencor que no nos hace bien.
- Cuando todo es muy difìcil y tu pareja te pone muchos muros y obstáculos: cuando tu pareja no quiere tener pareja, cuando sufre mutilación emocional, cuando te imponen una frecuencia y unos horarios sin preguntarte qué es lo que te apetece a ti. Cuando te ponen a una persona en medio de la relación, cuando te intentan mantener a distancia, cuando no te sientes libre para comunicarte cuando quieras, cuando sientes que no puedes actuar con espontaneidad, entonces hay que plantearse si merece la pena estar con alguien que tiene tantos problemas para disfrutar del amor.
- Cuando tu pareja invisibiliza tu existencia o niega la existencia de la relación: "sólo somos amigos", "nosotros no tenemos nada", "tú no eres nadie en mi vida", "no le voy a hablar de ti a nadie", "no quiero que nos vean en público", "lo nuestro es sólo sexo", "lo nuestro es sólo un rollo"... este tipo de gente sigue diciendo lo mismo cuatro años después, así que generalmente si te niegan o invisibilizan es porque no te quieren. Y es muy doloroso estar con alguien que siente vergüenza de ti, o te pide que te quedes en un armario esperando, sin hacer ruido para que los demás no se enteren de tu existencia.
- Cuando sientes que no hay un equilibrio en la relación, que uno de los dos está dando mucho más de sí que el otro, que uno de los dos está sosteniendo la relación con amor y cuidados, y la otra persona sólo se deja querer y cuidar. Cuando no hay equilibrio en el reparto de tareas, ni en las ganas, ni en la intensidad, ni en la economía... la persona que está poniendo más energías y recursos es la que peor lo pasa. Hay que dejar entonces la pareja, seas tú la que no logra dar lo mejor de ti, o sea la otra persona la que no llega: las relaciones sin equilibrio son generalmente muy difíciles, y sólo funcionan cuando uno de los miembros cede, acepta, se resigna, y se somete a lo que la otra persona ofrece.
- Cuando las cosas van mal y tu pareja no quiere hacer autocrítica, cuando se limita a culparte de todo lo que ocurre sin reconocer su parte de responsabilidad, hay que salir corriendo. Jamás se van a arreglar los problemas si todo el peso de la relación recae sobre ti, si la otra persona no sabe pedir disculpas, si la otra persona no se trabaja su parte para que la relación vaya a mejor. La pareja siempre está en construcción, y siempre es cosa de dos: ambos tenéis que alimentar y cuidar la relación, y trabajaros lo que tengáis que trabajar para mejorar la convivencia y ser mejores personas.
- Cuando eres tú la que notas que ya no quieres estar en pareja porque se te acabó el amor o porque te has enamorado de otra persona, tienes que ser honesta contigo misma, y con tu pareja, y hacer todo lo que esté en tu mano para evitar que sufra por ti. Cuanto antes actúes, mejor: es preferible pasar el dolor de una ruptura a estar en pareja sin sentirse querida.
- Cuando tu pareja no se porta bien contigo, cuando no te trata bien: te da plantones, te hace feos, no te responde a los mensajes ni a las llamadas, se niega a ponerse condón, desaparece durante días y regresa sin dar explicaciones, se pone violento cuando se enfada o se estresa, te vigila para controlarte... Cuando trata de meter en la relación a otra mujer (una ex, una amiga nueva), cuando coarta tu libertad, trata de aislarte de tu gente, te critica constantemente, te humilla, se burla de ti en público, habla de ti despreciativamente, emite órdenes y se enfada si desobedeces, te chantajea emocionalmente, te amenaza, te ridiculiza, se avergüenza de ti, o te castiga con su indiferencia. Cuando tu pareja trata de ponerte celosa para que estés más insegura y te hagas más dependiente, e incluso, cuando tu pareja disfruta viéndote sufrir porque se siente poderoso, entonces lo mejor es dejar la relación.
- Cuando tu pareja te dice que te ama pero no te sientes amada, tienes que escuchar primero lo que te dice tu corazón, confiar en ti y en lo que estás sintiendo. Cuando tu pareja dice una cosa, y hace otra, cuando no hay coherencia entre el discurso y su comportamiento, es importante que te pongas de tu parte, y entiendas que es peligroso quedarte en una relación en la que las palabras no dicen lo mismo que los actos de la otra persona.No importan los motivos por los cuales alguien está contigo aunque no te quiera: lo importante es que no te quedes ahí si no te sientes correspondida.
- Cuando uno de los dos (o los dos) traspasa la línea roja del respeto, lo más probable es que no haya forma de garantizar que no va a volver a ocurrir. Cuando hay agresiones verbales o físicas hay que separarse y ponerse a trabajar en terapia para no volver a repetirlo con futuras parejas, para entender cómo llegaste a ese punto o cómo llegó la otra persona, y para que en el futuro el respeto mutuo sea siempre el centro de tus relaciones.
- Cuando sientes que algo se te quiebra dentro, o cuando algo se rompe: la confianza, la comunicación, la complicidad... a veces es posible continuar cuando ha habido una infidelidad, pero si se rompe la confianza, cuando te juntas a alguien que te miente varias veces y que te engaña constantemente, la relación puede convertirse en un auténtico infierno.
- Cuando a tu gente no le gusta tu pareja, y no le gusta cómo te trata, ni cómo les trata a ellos: esta es una de las claves más importantes. La gente que te quiere bien, quiere que seas feliz, y si ellos no se sienten bien en el mismo espacio que tu pareja, es por algo. Hay gente que no te lo dice abiertamente y sencillamente intenta verte a ti a solas para no tener que ver a tu pareja, o evita quedar contigo. Hay gente que sí te lo dice, y es importante que escuches los motivos por los cuales creen que no es una buena pareja para ti. Normalmente tú te autoengañas pensando que ellos no saben lo maravilloso que es tu chico, pero cuando lo dejas, te das cuenta de por qué a tu gente no le gustaba tu pareja. Así que escucha a los seres que te quieren y desean lo mejor para ti: pueden ahorrarte muchos meses y años de sufrimiento.
- Cuando estás soñando con un milagro romántico para que cambie tu pareja o cambie tu relación, es porque algo no va bien: las mujeres nos pasamos la vida soñando con transformaciones mágicas, pero no nacimos para resignarnos, ni para esperar: la vida es sólo una, es muy corta, y no podemos desperdiciar nuestro tiempo en esperar cambios que normalmente sólo se dan en las películas románticas, pero no en la realidad. El único cambio posible es el que haces tú tomando decisiones y actuando para cuidarte y para intentar tener una vida mejor.
- Cuando no hay condiciones para quererse, cuando hay algo que os separa o que os impide disfrutar del amor: tu pareja te confiesa que está casada, o de pronto se enamora de otra persona, o decide irse a otro continente a desarrollar su profesión o a vivir su sueño. Cuando tu pareja tiene problemas que a ti te afectan, tienes que plantearte dejar la relación. Y también si tu pareja entra en una secta, o cae en una depresión y no quiere ni verte, o cae en una adicción que le va a llevar a la muerte. También puede ocurrir que tu pareja decida cambiar de vida radicalmente, o que seas tú la que necesite un cambio radical ... hay parejas que se quieren mucho pero no pueden estar juntas porque no hay condiciones o no hay compatibilidad, o porque ambas evolucionan en dirección contraria, o porque vienen cambios muy fuertes que impiden que la relación sea posible...siempre es mejor liberarse y liberar a la otra persona.
- Cuando notas que tu pareja está aburrida de ti y sabes que está contigo por estar, cuando su apatía y su desgana te hacen daño, cuando su indiferencia te socava la autoestima, cuando te sientes utilizada, o cuando notas que el amor ya no da más de sí, no esperes a ver si florece solo como por arte de magia.
- Cuando la relación está estancada, cuando te sientes atrapada: hay relaciones que no van para delante ni para atrás, y hay relaciones en las que uno de los dos miembros pierde su libertad porque uno impone unas condiciones carcelarias y le pide a la otra persona que se sacrifique y renuncie a sus proyectos, a sus sueños, a su vida social, a su red de afectos.
- Cuando haya incompatibilidad en el tema de la crianza: si tú no quieres tener hijos o hijas, pero tú pareja sí, o al revés, ten muy claro que no le puedes imponer a nadie tus deseos y necesidades, pero que tampoco puedes ceder porque es muy duro no poder tener hijos cuando los quieres, y es una tortura tener hijos cuando no los deseabas. Sólo es posible fundar una familia con hijos cuando las dos personas están con muchas ganas y se comprometen con todo su corazón: la crianza es muy dura y hay que formar un buen equipo para sacar adelante a los niños/niñas.
- Cuando sientes un malestar y no sabes ponerle nombre ni hablar de ello. No llega a ser dolor, es más bien una sensación de que algo no va bien, algo no te cuadra o no te encaja, pero no puedes explicarlo bien. A veces tiene que ver con el miedo a estar sufriendo una estafa. Por ejemplo, si empiezas una relación fantástica y crees que has encontrado un compañero, pero sospechas que tiene otras relaciones y que te está mintiendo. O cuando un día te ves cargando con problemas que no son tuyos, o te ves en un hogar estilo monarquía en el que la otra persona se comporta como un rey y a ti te ha tocado el papel de sirvienta. Cuando tú sola asumes la carga doméstica y de cuidados es porque algo no está funcionando bien: hay alguien abusando de ti, de tu energía y de tu tiempo para vivir mejor. Piensa que no sólo te pasa a ti, que no es un problema personal sino colectivo: son muchas las mujeres que viven como criadas de sus maridos, y tardan años en identificar a ese malestar que no tiene nombre del que hablaba Betty Friedan en su libro "La mística de la feminidad"
- Cuando hay más peleas y broncas que momentos buenos, cuando hay demasiado rencor acumulado por el paso del tiempo, y cuando notas que al sentaros a hablar sólo emitís reproches y más reproches. Hay que ponerse a pensar si merece la pena vivir siempre enfadados, y si no estaréis mejor separados. Si lo que quieres es vivir tranquila y estar bien, entonces no lo dudes: estar en pareja peleando constantemente es un infierno, y nos amarga la vida por completo. No pierdas tus energías en luchar contra tu pareja, ni en intentar cambiarla, ni en intentar dominarla: si no funciona la relación, si no os lleváis bien, lo mejor es terminarla con amor, a ser posible sin empezar una guerra.
- Cuando estás cediendo todo el tiempo para no crear conflicto, cuando eres tú la comprensiva y la paciente, cuando estás renunciando a tus pasiones o a tus sueños, cuando estás siempre en una posición sumisa y complaciente por el miedo que tienes a quedarte sin pareja, cuando eres tú la que tira del carro todo el tiempo, hay que plantearse si merece la pena estar en una relación en la que tú no eres tú, y en la que siempre sale beneficiada la otra persona.
- Cuando hay gente que se mete en tu relación para hacerte daño a ti o a tu pareja, hay que saber romper la relación cuando tu pareja no te cuida o no te protege por inacción u omisión, o directamente se pone del lado de la otra persona.
- Cuando notas que tu pareja está haciendo verdaderos esfuerzos para que dejes tú la relación. Hay gente que cuando ya no te quiere empieza a portarse mal, muchos están pidiendo a gritos que le dejes: hazlo. No lo dudes ni un segundo: si te lo hace pasar mal es porque está deseando liberarse pero es demasiado cobarde como para decirtelo.
- Cuando estás harta de aguantar, cuando sientes que ya no puedes más, cuando te sientas apática y desganada, cuando te das cuenta por fin de que no hay nada que hacer que no hayas intentado ya para salvar la relación, cuando sientas que te apetece volar, cuando te atrevas a imaginar la vida sin tu pareja, cuando te ves a ti misma feliz en un futuro sin tu pareja.
Coral Herrera Gómez
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