31 de marzo de 2019
Hombres que quieren unirse a la revolución
Muchos hombres me preguntan que cómo pueden sumarse a la revolución feminista, que por donde pueden empezar. Yo les digo que la mayor revolución que pueden hacer es dejar de hacer sufrir a las mujeres, dejar de aprovecharse de ellas, dejar de coleccionar mujeres y de presumir delante de sus amigos.
En realidad los hombres podéis hacer muchas cosas para transformar el mundo en el que vivimos: podéis empezar con tratar bien a vuestras compañeras sexuales y sentimentales. Podéis aprender a ser honestos con vosotros mismos y con vuestras parejas, aprender a cuidaros a vosotros mismos y a ellas, podéis responsabilizaros de la anticoncepción y la salud sexual en pareja. Podéis trabajar el erotismo para liberaros del porno machista que limita tanto vuestro placer, podéis trabajaros las emociones para que no hagan daño a nadie, podéis aprender a mostrar vuestra vulnerabilidad, podéis buscar herramientas para trabajaros los traumas de la infancia, la mutilación emocional, el miedo hacia las mujeres libres.
Podéis juntaros con más hombres para trabajar los patriarcados que os habitan, podéis aprender a hacer autocrítica amorosa para ser mejores personas y para liberaros de la opresión patriarcal. Juntos y por separado, podéis empezar a preguntaros cómo explotáis a las mujeres pobres en el puticlub, a las empleadas domésticas, o a las mujeres de vuestra familia que trabajan gratis para vosotros "por amor".
Son muchas las cosas que podéis hacer para contribuir a la transformación social y política, pero podéis empezar con vuestro entorno más íntimo y trabajar la forma en la que os relacionáis con las mujeres que os aman. Para aprender a disfrutar del sexo y del amor, es fundamental que podáis ver a las mujeres como compañeras. Sólo desde el compañerismo podréis acabar con las relaciones de dominación o explotación contra nosotras: construir relaciones igualitarias desde el disfrute es una forma de romper con el sistema patriarcal y de cambiar nuestra forma de relacionarnos y de organizarnos económica, política y socialmente.
Nosotras ya estamos en ello y el trabajo va dando sus frutos, vosotros, ¿cómo vais a relacionaros con las Mujeres que ya no sufren por amor?
#LoRománticoEsPolítico #HombresQueYaNoHacenSufrirPorAmor #HombresQueSeTrabajanElPatriarcado #AmorYFeminismo
#RevouciónAmorosa #Cuidados #AmorCompañero #AmorDelBueno
Publicado por
Coral Herrera Gómez
29 de marzo de 2019
Dejar de sufrir por amor es revolucionario
Lo más revolucionario que podemos hacer hoy en día las mujeres en nuestra vida cotidiana es no sufrir por amor a un hombre. Porque el patriarcado nos quiere de rodillas, mendigando o exigiendo amor, soñando con el amor, aguantando por amor, sacrificándonos por amor, renunciando a todo con tal de ser amadas por un hombre.
Hay que ser rebeldes: no tenemos por qué quedarnos en relaciones en las que no somos felices, no tenemos que conformarnos con migajas de amor, no tenemos que ser comprensivas con un tipo que no sabe o no quiere cuidarnos, ni tenemos por qué empeñarnos en salvar a ningún hombre: lo que nosotras queremos y lo que nos merecemos es encontrar compañeros con los que disfrutar del sexo, del amor y de la vida.
Si no hay, mejor estar sin pareja que sufriendo por un tipo que disfruta con nuestro sufrimiento, y que se siente poderoso teniendo a una o a varias mujeres a sus pies, todas suspirando por un poco de atención y de cariño.
Se acabó lo de sufrir por el amor de un hombre: si no os estáis divirtiendo, si no estáis disfrutando, dejad la droga maldita y empezar a cuidaros mucho. Vamos a disfrutar, que cuanto más disfrutamos, más rabia les da a todos los que nos quieren amargadas, acomplejadas, llenas de miedos, o dependientes de un hombre.
Para acabar con el patriarcado, hay que liberarse de la necesidad de ser amadas por un tío: vamos a romper con el sufrimiento, vamos a querernos bien y a ser felices, vamos a llenar nuestra vida de afectos y mucho amor del bueno
#LoRománticoEsPolítico #MujeresQueYaNoSufrenPorAmor#MujeresEnRebeldía #MujeresLibres #SeVaACaer #ADisfrutar#RevoluciónAmorosa
Más artículos de Mujeres que ya no sufren por amor
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Coral Herrera Gómez
28 de marzo de 2019
Salud, dinero y amor
Salud, dinero y amor. Esto es lo que la mayoría de la gente necesitamos para estar bien, es lo que le deseamos a nuestra gente querida con el año nuevo y en sus cumpleaños. Esta debería ser la base también de cualquier partido político que quiera acabar con el sufrimiento y mejorar la vida de la gente:
- Salud pública, gratuita y de calidad. Aire respirable, alimentos y agua sin veneno.
- Dinero: ingresos dignos, salarios dignos y pensiones dignas. Si no hay empleos para todo el mundo, que haya ingresos para todo el mundo.
- Amor: necesitamos tiempo para el amor y los cuidados, condiciones laborales para cuidar y disfrutar de nuestros seres queridos, nuestros animales, y nuestra vida, que sólo tenemos una.
Estos tres pilares junto con los derechos humanos fundamentales son la base de la política: se trata de que podamos disfrutarlo todos y todas, no sólo unos pocos. Eliminar la pobreza, la explotación y el sufrimiento de millones de personas, garantizarles tiempo e ingresos para que puedan disfrutar del amor y la vida. Los cuidados, en el centro: este debería ser el objetivo de la política de nuestro tiempo #LoPersonalEspolítico #LosCuidadosSonPolíticos #BuenVivir #DerechosHumanos #SaludDineroYAmor #Tiempo
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Coral Herrera Gómez
26 de marzo de 2019
Otras formas de cuidarnos son posibles: colectivizar los cuidados
Este post es un capítulo del libro "Los Cuidados", es un proyecto transmedia autogestionado que además del libro ha realizado un documental. Podéis ver el trailer aquí.
El amor y los cuidados nos han permitido sobrevivir y evolucionar como
especie: hoy estamos aquí gracias a nuestra capacidad para la empatía, la
solidaridad, la generosidad y la cooperación. Cuidar a los nuevos miembros de
la tribu, y a los que no pueden valerse por sí solos (enfermos, gente anciana,
gente con discapacidades) nos ha permitido llegar vivos hasta el siglo XXI, multiplicarnos
y expandirnos por todo el planeta.
Pasamos muchos años de nuestra vida siendo cuidados por las mujeres: los
humanos tenemos infancias muy largas, y ahora también se está alargando la vejez,
a medida que aumenta la esperanza de vida humana. Incluso cuando estamos
jóvenes y sanos, y tenemos autonomía económica, requerimos cuidados de los
demás: cuando tenemos accidentes, cuando enfermamos, cuando sufrimos crisis
emocionales, cuando pasamos por momentos duros de nuestras vidas.
Sólo pasamos un tercio de nuestras vidas, en la etapa de la adultez, disfrutando
de la autonomía y con nuestras facultades físicas, mentales y emocionales en
buen estado. Es cuando tenemos salud y energías para cuidarnos a nosotras mismas y a los demás. Pero
es también el momento en que tenemos que volcarnos en la producción y en la
generación de ingresos, ahorro y pensiones, así que se hace imposible del todo
compatibilizar ambas responsabilidades a la vez.
Todos necesitamos compañía: somos seres profundamente sociales y
emocionales. Necesitamos amor, palabras de aliento, calor humano, sentirnos
arropados, recibir y dar demostraciones de cariño. Necesitamos sentirnos aceptados
por nuestra familia y nuestra comunidad cercana, y necesitamos las redes de
afecto y apoyo mutuo para sobrevivir en un mundo hostil, desigual y violento.
Solos no podemos: necesitamos a nuestra gente para aprender, para celebrar,
para ayudarnos mutuamente, para apoyarnos en momentos duros, para compartir la
vida. Esas redes que nos sostienen se están perdiendo en la actualidad, por eso
aumentan las enfermedades mentales, los trastornos emocionales, las depresiones
y los suicidios: en la medida en que nos sentimos solos y aislados del resto,
nuestra calidad de vida y nuestra salud mental y emocional se va deteriorando progresivamente.
En nuestra sociedad actual hemos roto con el concepto de “tribu” y vivimos
en familias aisladas formadas por dos adultos o una mujer adulta, con uno o
varios hijos e hijas. Aún en el mundo rural, la familia extensa (abuelos,
abuelas, tías, tíos, primas, etc) sigue funcionando como una red de cuido, pero
en las grandes ciudades nos come la soledad. Los ancianos se mueren solos, y de
vez en cuando sucede que nadie los echa de menos hasta que el vecindario huele
el cadáver en descomposición.
El ritmo de producción es incompatible con la vida: no tenemos espacio ni
tiempo para cuidar a los demás porque pasamos todo el día fuera de casa,
produciendo para ganar un salario, y atascados en las horas punta de las
grandes ciudades. Hemos externalizado los cuidados, y dejamos a nuestros bebés,
ancianos y ancianas, y familiares enfermos o con discapacidades, a cargo de
mujeres. Unas lo hacen gratis, otras precariamente, y otras en condiciones de
semiesclavitud o esclavitud.
Somos nosotras las que sostenemos el mundo con nuestro trabajo de crianza,
cuidados y labores domésticas. Pero la mayor carga recae en las mujeres pobres:
sin ellas no podríamos producir ni reproducirnos. El capitalismo se sostiene
gracias a la explotación de miles de millones de mujeres pobres y del trabajo
gratis que realizan todas las mujeres en sus hogares.
Las mujeres que cuidan necesitan que garanticemos su derecho a la autonomía
económica, a cotizar en la seguridad social, a salarios dignos, a vacaciones y
descansos, a tener pensión de jubilación, a disfrutar de tiempo libre, y a
recibir los cuidados de la comunidad para poder ejercer su trabajo en óptimas
condiciones psicológicas, emocionales y físicas.
No es justo que no se valore social y económicamente a las madres, las
enfermeras, las parteras, las niñeras, las maestras, las cocineras, las
cuidadoras, las empleadas de limpieza. No es justo que las madres tengan que
separarse de sus crías y no puedan cuidarlas, no es justo que estos cuidados
los asuma otra mujer de bajos recursos a cambio de un salario indecente. No es
justo que los hombres tengan libres 3 horas más al día que las mujeres. No es
justo que tengamos que elegir entre maternidad y carrera profesional, no es
justo que si criamos tengamos que renunciar a tener ingresos. No es justo que no se reconozca la
inmensa labor que hacen los y las profesionales que se encargan de educar, de
curar, de cuidar, de alimentar, de acompañar a las personas que más lo
necesitan.
Para cambiar el mundo necesitamos hacernos cargo de los cuidados
colectivamente: es un asunto político, social y económico de primer orden. Es
urgente dejar de cargarnos a las mujeres toda la carga reproductiva y
doméstica, y además obligarnos a asumir también la producción, a costa de nuestra
salud y nuestro tiempo libre.
En algunos países nórdicos se han tomado algunas medidas para alargar los
permisos de maternidad, y para repartir los cuidados a bebés entre hombres y
mujeres, pero no es suficiente: necesitamos un cambio radical en nuestro
sistema productivo que nos permita a todos tener tiempo y dinero para cuidar a
nuestra gente querida.
Sólo podremos garantizar a los niños y niñas una infancia feliz si esta se
desarrolla en un ambiente familiar y seguro, con diversas fuentes de afecto,
que le permitan ir construyendo su identidad sin miedos, y sin la angustia de
la separación de sus vínculos de referencia. Los bebés se merecen ser cuidados
por gente que les quiera, les proteja, les cuide y les eduque con amor. Los
ancianos, las ancianas, las personas con discapacidades o enfermas también. Son
los más vulnerables, y los que más sufren la crueldad de un sistema que los
deja fuera y que no permite que los suyos puedan cuidarlos.
Es el momento de colectivizar los cuidados, y de que todos y todas podamos asumir
nuestra responsabilidad en las tareas básicas para la supervivencia
(alimentación, higiene y limpieza, administración de los recursos, cuidados a
los que necesitan ayuda, crianza y educación de bebés, niños y niñas, cuidados
a animales y plantas domésticas). Todos, y también todas, tenemos derecho a ser
cuidados y a cuidar a los demás, con el disfrute y las obligaciones que ello
conlleva.
Cuidar es una tarea titánica: necesitamos una tribu, necesitamos tiempo y dinero,
y condiciones laborales que nos permitan implicarnos activamente en nuestras
tareas de crianza y cuidados. Necesitamos expandir los cuidados a la comunidad,
ampliar el concepto de familia más allá de la pareja y del parentesco, y construir
nuestras redes de cuido en grupos de gente unida por vínculos de afecto y de
apoyo mutuo. Cuanto más grande sea la red y más gente comparta los cuidados,
más tiempo libre tendremos todos, y más calidad de vida habrá para todos y
todas.
Tenemos que poner los cuidados y la crianza en el centro de nuestros
movimientos sociales y políticos, y situarlos como una prioridad en la agenda
de los gobiernos. También es fundamental un cambio social y cultural: tenemos
que aprender a trabajar en equipo, a ser más solidarios y ayudarnos mutuamente, a tratarnos bien, a
querernos bien, a cooperar con la gente para que la vida se nos haga más fácil
y más bonita a todos y a todas.
Compartir los cuidados y querernos bien es una forma de resistencia política
frente a un sistema que nos quiere solos y solas, aisladas unas de otras,
compitiendo con las demás, sobreviviendo cada cual como puede. Los
problemas personales son en su mayoría sociales y políticos, por eso tenemos
que buscar soluciones colectivas, no individuales.
Tenemos a favor el avance de la lucha feminista en todo el mundo, y el
tremendo salto tecnológico que vamos a dar en las próximas décadas: el mundo
laboral va a cambiar de una forma drástica con la llegada de los robots. Ya no
será necesario explotar económicamente a miles de millones de personas, así que
podremos acabar con la esclavitud femenina y la esclavitud infantil.
Si somos capaces de transformar nuestro sistema productivo de manera que
nos beneficie a todos y a todas, podremos asegurar una renta básica para toda
la población. Con un ingreso básico asegurado, podríamos cuidar, criar, educar
y construir redes afectivas de apoyo mutuo para repartir el trabajo entre todas
y todos de una manera equitativa.
El cambio que propone la lucha feminista en nuestra forma de organizarnos y
de cuidarnos nos permitiría garantizar los derechos humanos de todas las
mujeres, niñas y niños, y personas dependientes: derechos sexuales y
reproductivos, derecho a techo y a comida, derecho a una educación y una
sanidad pública y de calidad. Derecho a cuidar y a ser cuidados, derecho a
vivir una vida libre de violencia, derecho a tener tiempo libre para vivir la vida
y disfrutarla con nuestra gente querida.
Colectivizar los cuidados es, desde mi punto de vista, una de las
principales vías para acabar con el patriarcado y el capitalismo. La tarea no
es fácil pues se trata de encontrar nuevas formas de organizarnos, de producir
y de consumir, nuevas formas de convivir y relacionarnos, nuevas formas de
querernos y de cuidarnos. Pero sin duda es un proceso apasionante, porque forma
parte de la revolución sexual y emocional, cultural y social, económica y
política que estamos llevando a cabo desde los feminismos.
Otras formas de cuidarnos son posibles: desde
los cuidados podemos transformar la economía, la política, y la sociedad
entera. Colectivizar los cuidados es hoy, por hoy, la única manera de acabar
con la desigualdad, la explotación, y la violencia patriarcal, y de transformar
el mundo que habitamos en un lugar más pacífico, igualitario y amoroso.
Coral Herrera Gómez
El libro "Los Cuidados" ha sido coordinado por Antonio Girón y Raquel Congosto junto con Ecologistas en Acción. Tanto el libro como el documental son una propuesta de intervención en territorios para reflexionar y aprender sobre el cuidado y lo común. Han participado asociaciones vecinales, colectivos de barrio, y personal de la Sanidad Pública española.
Haz click aquí para saber más sobre este proyecto.
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Coral Herrera Gómez
24 de marzo de 2019
Entrevista a Coral Herrera en "Complementarios", en RTVE
Nuestras relaciones amorosas son sanas? ¿O las mantenemos porque no sabemos estar solos? ¿Sabemos querernos bien? Hoy hablamos de AMOR con Coral Herrera, doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual y experta en teoría de género. Autora de 'Mujeres que ya no sufren por amor' y 'Hombres que ya no hacen sufrir por amor' (Catarata), Herrera nos explica cómo se está transformando el mito romántico. Además, con ella reflexionamos sobre el daño que han hecho el patriarcado y algunas religiones a nuestra manera de abordar nuestras relaciones.
"Complementarios - Mujeres y hombres que ya no sufren por amor - 24/03/19"
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Coral Herrera Gómez
Doy una clase en Vivlium sobre el amor romántico
Me entrevistaron para Vivlium, podéis ver la entrevista entera aquí:
https://vivlium.com/video-mujeres-que-ya-no-sufren-por-amor/79665/
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Coral Herrera Gómez
Audio de mi charla en Traficantes de Sueños con Nuria Varela, Madrid
Aquí el audio de mi charlita en la librería Traficantes de Sueños en Madrid el 14 de Febrero, quería ofrecérselo en especial a toda la gente que no pudo entrar y a la que se quedó a escucharnos desde fuera. La presentación de mis libros la hizo Nuria Varela, que estuvo maravillosa como siempre.
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Coral Herrera Gómez
20 de marzo de 2019
Curso de Primavera en el Laboratorio del Amor
Duración: 8 semanas (del 22 de marzo al 19 de mayo)
Formato: en línea
Dirigido a: Mujeres, hombres y gente diversa de todas las edades y países.
Precio: 100 euros
El precio del curso incluye:
- -un chat en directo con Coral Herrera,
- -materiales, ejercicios y una caja de herramientas
- -pasar a ser miembro permanente del Laboratorio del Amor
Temas del Curso
Tema 1. Autoestima y amor romántico
Tema 2. El romanticismo patriarcal: desmitificando el amor.
Tema 3. Feminismos y masculinidades, ¿otras relaciones son posibles?
Tema 4. Nuestras utopías amorosas: pactos, estrategias y herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor.
Preguntas Frecuentes
¿Puedo apuntarme desde cualquier país?, ¿cómo funciona la plataforma?, ¿es fácil navegar por la Escuela?, ¿puedo utilizar el nombre que yo quiera para abrir mi perfil?, ¿todos los contenidos son privados?, ¿cuanto cuestan los cursos y el Laboratorio?, ¿cuando puedo apuntarme?, ¿hay horarios para trabajar?, ¿cuantas horas semanales requiere la participación en un curso o en un taller?, ¿cuál es la diferencia entre el Laboratorio y la Escuela?, ¿cómo puedo pagar por Internet?, ¿cómo es el proceso de inscripción?....
Puedes encontrar todas las respuestas a tus preguntas en la página de Preguntas Frecuentes.
Objetivos del Curso
En este curso vamos a desmontar y desmitificar colectivamente el romanticismo patriarcal de nuestra cultura, y de nuestro interior. Vamos a conocernos mejor a nosotras mismas, a debatir sobre la feminidad y la masculinidad, y las relaciones sexuales, afectivas y sentimentales para imaginar otras formas de querernos y de amarnos. Vamos a fabricar nuestras propias herramientas para gestionar nuestras emociones, para llevar la teoría a la práctica, y para sufrir menos, y disfrutar más del amor.
El trabajo se divide en tres módulos que duran unas dos semanas, haremos ejercicios para trabajar individual y colectivamente. Además, dispondremos de materiales, un foro de acompañamiento y una caja de herramientas colectiva para trabajar durante las tres semanas del curso.
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Coral Herrera Gómez
17 de marzo de 2019
Cómo saber si mi amistad es infidelidad
A veces los límites entre una relación de amistad
y una relación sexual o sentimental no están muy claros, aquí tienes algunas de
las claves para saber si puedes estar siendo infiel o no a tu pareja.
Los seres humanos
nos queremos de maneras muy diversas y nuestros sentimientos son muy complejos,
por eso le ponemos etiquetas a nuestras emociones y a nuestras relaciones:
necesitamos delimitar claramente el tipo de interacción que tenemos con los
demás para saber cómo comportarnos según el grado de intimidad que se
considerada adecuada en cada tipo de relación: familiares, amistades, sentimentales,
gente conocida, vecinos, compañeras de trabajo, compañeros de estudios, socios
en un negocio, compañeros en un sindicato o un colectivo.
A veces nuestras
relaciones no encajan claramente en ningún tipo de categoría: hay gente que las
disfruta sin tener que definirlas, y hay gente que sufre mucho por la
ambigüedad con la que nos movemos cuando no logramos definir algo con precisión.
Muchas relaciones de pareja se inician con una amistad, y luego se convierten
en un romance: hay un tiempo en que los amantes se están conociendo antes de definir
el tipo de relación que tienen, y de mostrarse públicamente como una pareja.
¿Qué ocurre con
la gente que tiene pareja y empieza una nueva relación de amistad?, ¿o qué pasa cuando aparece un ex con el que fuimos muy felices, o un ligue del pasado, un amor de otra época, un conocido con el que tonteamos en su momento sin que la relación vaya a más?, ¿es compatible construir una nueva relación o alimentar una antigua con el pacto de fidelidad que has acordado con tu pareja?
En algunos países las mujeres casadas tienen totalmente prohibido tener una relación de amistad con un hombre, y solo puede relacionarse con los hombres de su familia. En otros la amistad de las mujeres con hombres no están mal vistas si vienen del pasado y están libres de erotismo, pero crean problemas si acaban de surgir y chocan con el pacto de fidelidad que se tiene con la pareja. En mujeres lesbianas y hombres gays que tienen pareja sucede lo mismo cuando comienzan relaciones de intimidad etiquetadas como amistad: si son relaciones muy intensas o si despiertan los celos de sus parejas se convierten en un problema para todos los implicados.
En algunos países las mujeres casadas tienen totalmente prohibido tener una relación de amistad con un hombre, y solo puede relacionarse con los hombres de su familia. En otros la amistad de las mujeres con hombres no están mal vistas si vienen del pasado y están libres de erotismo, pero crean problemas si acaban de surgir y chocan con el pacto de fidelidad que se tiene con la pareja. En mujeres lesbianas y hombres gays que tienen pareja sucede lo mismo cuando comienzan relaciones de intimidad etiquetadas como amistad: si son relaciones muy intensas o si despiertan los celos de sus parejas se convierten en un problema para todos los implicados.
Una de las
principales claves para saber si tu relación es una amistad o algo más,
es si el secreto. Si estás en una relación de la que no hablas nunca a tu
pareja ni a tus amigos, quizás es porque no es una amistad sino un romance. En todas las relaciones hay un grado de intimidad que no tenemos por qué compartir con los demás, pero si se te olvida comentarle a tu pareja con quién andas chateando y qué estás sintiendo, si no hablas de esa persona con tu pareja es porque no tienes claro qué tipo de relación estás sosteniendo, y si es o no compatible con tus pactos de fidelidad.
Un ejercicio que
nunca falla para saber si estás siendo infiel o no a tu pareja es probar a leer
las conversaciones que mantienes con tu amiga especial o tu amigo especial como
si fueras tu pareja. Desde su mirada puedes intentar ponerte en su lugar y ver
si ella o él podrían sentirse engañados o traicionados.
El asunto es si podrías
explicarle a tu pareja en qué consiste tu relación de amistad con otra mujer u
hombre mirándole a los ojos, sintiéndote tranquilo, con toda la honestidad del
mundo. Cuando no puedes hacerlo por miedo a que la otra persona se sienta
herida, se enfade o proteste, entonces es porque cuando el río suena, agua
lleva.
Imagina que te parte
un rayo y mueres fulminada, y después de tu entierro tu novia o tu novio se
sientan en el sofá a ver tus fotos y a leer todos tus correos, mensajes,
whatsapp, etc., ¿podría encontrar cosas que le dolerían?, ¿podría sentirse mal
con tu relación especial con esa otra persona?
Otra pregunta que
puedes hacerte: ¿podría hablar en el mismo tono con el que hablo con esa amiga
o amigo especial si está delante mi pareja?, ¿me sentiría igual de libre para ser yo
misma?, ¿la conversación sería igual de natural? Puedes probar a hablar por
teléfono con esa persona estando tu pareja en casa, y ver si te cortas, si te
reprimes un poco, o si eres la misma.
A veces nos
autoengañamos pensando que no hay nada malo en tener una conversación erótica o
un poco de romanticismo con otra persona. Nos engañamos tanto que ni percibimos
esa intensidad sexual, ni ese romanticismo disfrazado de amistad profunda, pero
solo con imaginar la cara de tu pareja leyendo esas conversaciones, puedes
trabajarte el autoengaño sin problemas.
También puedes
hacer un ejercicio de empatía: ¿cómo te sentirías tú si tu pareja tuviese una
amiga o un amigo especial en una relación parecida a la que tienes tú con el
tuyo?
Muchas de estas
amistades especiales son recientes y suelen comenzar con algún asunto práctico
en el que uno de los dos le pide al otro un tipo de información específica, o
se tratan temas profesionales, o se comparte con el otro algo como un disco que
os gusta a los dos, una película que os fascina a los dos, o un libro que uno
puede prestarle al otro porque ya no se encuentra en ningún lado. Así es como
se liga en la oficina, en la universidad, en el bar, y en las redes sociales:
buscamos algún lazo que nos una, algún nexo en común, y lo alimentamos para
poder volver a vernos. Se trata de tener algún motivo para poder hablar más y
conocernos mejor, para divertirnos un rato, y quién sabe si vivir un romance de
amor imposible.
Buscamos
intensidades porque nuestras vidas son monótonas y aburridas: necesitamos
emociones fuertes fuera de nuestro ir y venir al trabajo, hacer tareas
domésticas, seguir la rutina programada de siempre. Y el sexo y el amor son una
de las mejores formas para sentirnos vivos, para darle un poquito de emoción a
nuestro día a día, para tener una parcela personal que no compartes
absolutamente con nadie, para poder escapar de la realidad, para soñar con otro
tipo de vida. Sobre todo cuando los vivimos como amores clandestinos.
Algunas de esas
relaciones intensas que se convierten en un gran amor se mantienen durante años
en la clandestinidad, pero generalmente la mayoría muere porque son
descubiertos, o porque los amantes tarde o temprano se ven obligados a elegir
entre la pareja oficial y la nueva. Y muchos eligen seguir con su matrimonio
oficial o con su amor de toda la vida, porque aunque nos van las emociones
fuertes, en el fondo nos sentimos más seguros con lo que hay, que con lo que
está por llegar.
Estamos en una
cultura monógama y poca gente puede elegir tener varias parejas de una forma
libre, sana y consciente. La gran mayoría tiene que elegir, pero antes de
hacerlo muchas parejas clandestinas pasan un tiempo tratando de no ser
descubiertas, tratando de detener el tiempo, tratando de disfrutar a tope de un
pequeño chute de adrenalina y serotonina que les haga la vida menos gris y más
colorida.
¿Cómo saber si
nuestra amiga o amigo especial es en realidad una relación amorosa y sexual que
estás manteniendo en paralelo a tu relación oficial de pareja? Puedes probar a
preguntarte qué siente tu amigo o tu amiga especial por ti, y leer las señales
que emitimos cuando nos enamoramos de alguien: si responde con rapidez a tus
mensajes, si te lanza mensajes ambiguos, si se hace el misterioso o la
misteriosa contigo, si te lanza indirectas, si busca motivos para alargar las
conversaciones, si te pide ayuda con frecuencia, si notas que te necesita como
sostén emocional y desahoga sus penas contigo, si se acuerda todos los días de
ti por algún motivo, si comparte todo el tiempo enlaces de todo tipo para
mantener el hilo de la conexión el máximo tiempo posible.
¿Cómo saber si
somos nosotras las que estamos enamoradas de nuestra amiga o amigo especial? Cuando
estamos todo el tiempo pendientes del teléfono, cuando nos ponemos ansiosas si
no nos contestan, buscamos momentos a solas para enviarle un mensaje, nos
sentimos alegres cuando nos contestan, y cuando tenemos que disimular la
ansiedad o la alegría delante de la pareja para no levantar sospechas. No
dejamos nunca el teléfono al alcance de nuestra pareja, ponemos contraseñas,
borramos conversaciones o las guardamos en lo más recóndito del móvil, seguimos
buscando la excusa para seguir hablando… todas las noches deseamos a nuestro
amigo que tenga dulces sueños y buenas noches, o buscamos el mensaje de
despedida del amigo o la amiga para irnos a dormir tranquilos.
Para algunas
personas la conversaciones calientes
son algo normal, y la infidelidad sólo ocurre cuando hay sexo real. A otras les
duele más la infidelidad emocional y la romántica, es decir, que su pareja se
enamore de otra persona aunque no haga el amor con ella. Es importante contarle
a nuestra pareja qué entendemos por infidelidad, y saber qué que entiende tu
pareja por infidelidad, para elaborar los pactos necesarios para no hacerse
daño, para poder comunicar lo que está pasando a la otra persona con total
honestidad, y para poder cuidar a todas las personas con las que te estás
relacionando.
Los cuidados y la
honestidad son esenciales para poder querernos bien. Para saber si estás siendo
infiel puedes preguntarte si estás cuidando a tu pareja y si estás cuidando a
tu amiga especial. Puedes preguntarte qué sientes tú por ella, por él, si es
verdaderamente un amistad que quieres tener en tu vida, o si te gusta
muchísimo, si te estás enamorando y no quieres reconocerlo, o si solamente es
una forma de entretenerte y de ponerle un poco de magia a tu vida. Cuando lo
tienes claro, es cuando puedes presentarle a tu pareja a tu nueva amiga o amigo,
o cuando decides mantener tu amistad en secreto. Lo importante es no jugar con
los sentimientos de los demás: en algún momento hay que ser honesta con una
misma y con los demás, y siempre es mejor pronto que tarde. Es decir, las
relaciones especiales tarde o temprano tienen que salir a la luz, o quedarse en
la clandestinidad, asumiendo los problemas que ello conlleva: mentiras,
traiciones, engaños a ambas parejas, etc.
Revisando a fondo
nuestros Ego podremos entender por qué a los humanos nos gusta ser el foco de
atención de varias personas a la vez, por qué necesitamos sentirnos especiales
para más de una persona. Esta necesidad la tienen sobre todo los hombres porque
su virilidad se mide por el número de mujeres que es capaz de tener a sus pies,
y la honestidad nunca ha sido una característica de la personalidad del macho
patriarcal: los hombres han mentido mucho siempre para poder tener a la vez una
relación estable y varias pasajeras. Los hombres siempre han gozado de una vida
sexual y amorosa más diversa que la de las mujeres, a las que nos educan para
que seamos monógamas y aguantemos la promiscuidad masculina con resignación
cristiana.
El Ego, el
patriarcado, el miedo a la vejez, el rechazo al compromiso emocional, la
necesidad de sentirte un macho, la necesidad de cariño, la necesidad de
sentirte especial, el placer de tu poder, el placer de sentirte deseado por
varias mujeres o varios hombres, la necesidad de sentirte libre aunque te hayas
comprometido a contarle a tu pareja todo lo que te pase con otras personas, el
miedo a la soledad, el miedo a verte fuera del mercado del amor … son muchos
los motivos por los que a veces mantenemos relaciones especiales que no llegan
al contacto carnal, pero sí llegan a niveles de intensidad que pueden romper
nuestra pareja si somos descubiertos.
Puede que pienses
que tu relación virtual es sana y está llena de inocencia, pero si no puedes
mostrarla, si no puedes disfrutar de ella en público, entonces no es tan
inocente. Por ejemplo, si sacas a la luz tu relación y ocurre que tu amigo
especial está enamorado de ti, puede que tengas muchos problemas cuando tu
pareja se de cuenta de la intensidad de los sentimientos que tiene la otra
persona hacia ti o tú hacia ella.
Creo que es un
tema de intensidad, pero también de honestidad. Las parejas sanas tienen cada
cual sus tiempos y sus espacios, y sus afectos, y los dos pueden disfrutar de
sus redes sociales y afectivas, respetar los pactos y revisarlos constantemente,
y construir una relación de plena honestidad y confianza con su pareja. Así que
en estas condiciones, ninguno de los dos miembros de la pareja se ve en la
necesidad de ocultar una amistad, ni de renunciar a ella.
La frontera entre
la amistad y el romance se define por su carácter público. Si puedes incluir a
tu amigo especial en tu circulo de gente más cercano, si puedes llevarle a tu
casa y presentársela a tu familia, si puedes quedar cuando quieras y durante el
tiempo que te apetezca sin que ello dañe a tu pareja, si puedes incluso compartir
esa amistad con tu pareja, es porque eres capaz de ser completamente honesta
contigo misma y con tus seres queridos, de construir relaciones de confianza y
cuidados mutuos con tu pareja y toda tu gente. Y es así como realmente podemos
disfrutar de todas nuestras relaciones.
Tu amistad no es
una infidelidad cuando hay honestidad, cuando está basada en la ética de los
cuidados, cuando puedes sentirte orgulloso de ella y no te da vergüenza, cuando
puedes compartir el cariño que sientes hacia tu amiga o amigo con todo el
mundo. Así podemos construir nuestras redes afectivas sin sufrir ni hacer
sufrir: cuando nuestras parejas tienen la certeza de que vamos a ser sinceros y
honestos con ellas, y con todas las personas con las que nos relacionamos,
siempre bajo la idea de que hay que quererse y tratarse bien pase lo que pase
en nuestras relaciones de pareja y de amistad.
Coral Herrera
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Coral Herrera Gómez
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