30 de diciembre de 2023

Hoy mi corazón está con las víctimas de los silencios familiares


Hoy mi corazón está con todas las mujeres que tienen que compartir mesa en estas fechas con maltratadores, abusadores, y violadores de su familia. 

Es cierto que gracias al feminismo muchas mujeres han logrado dar un puñetazo en la mesa y han gritado: "yo no comparto techo ni comida con hombres violentos", y lo tienen claro.

A algunas les toca cenar solas o con amigas, pero también hay muchas que tienen el apoyo de sus abuelas, madres, tías, hermanas, primas y cuñadas, y entre todas han logrado expulsar del hogar a los machos violentos de la familia.

Sin embargo, aún hay millones de mujeres que no pueden hacerlo, porque nadie quiere conflictos, y nadie quiere destapar los trapos sucios. Aún hay muchísima gente que no ha tomado conciencia de que hacer como si nada hubiera ocurrido y obligar a los demás a hacer lo mismo es violencia contra las víctimas.

Esta violencia familiar se da lo mismo en las clases altas que en las más humildes: muchas mujeres tienen que soportar que sus propias madres les pidan que callen, que perdonen, que olviden, que pasen página y que soporten al macho violento para no romper la paz familiar. Todavía muchas familias siguen sin expulsar a los abusadores de niñas por miedo al qué dirán los demás, siguen posando sonrientes en las fotos familiares y las suben a redes sociales presumiendo de familia unida.

Aún hay muchas mujeres que sienten lástima por sus maltratadores, aún sabiendo que no solo les han hecho daño a ellas, y aún sabiendo que los menores de la familia no están seguros compartiendo techo con ellos. Aún hay muchos hombres en las familias que también participan en el pacto de silencio que protege al maltratador o al abusador por una cuestión de solidaridad. 

Por eso hay que seguir hablando de ello todas las Navidades, hasta que la gente se de cuenta de que no vamos a acabar jamás con el abuso sexual infantil ni con la violencia machista que sufren niñas y mujeres mientras los abusadores sigan contando con el silencio y la protección de la familia.

Ojalá algún día rompamos ese pacto de silencio y todas las familias sean espacios seguros para la infancia y para las mujeres.

Coral Herrera Gómez 

20 de diciembre de 2023

Otras formas de organizarse son posibles




Otras formas de organizarse son posibles


El patriarcado nació hace 8 mil años y el capitalismo sólo tiene 500 años. 


La especie humana tiene 300 mil años.


Desde que nos convertimos en sapiens nos hemos relacionado y organizado política, económica y socialmente de muchas maneras diferentes. 


Nuestro sistema actual no funciona, porque nos estamos destruyendo. La buena noticia es que no estamos condenados ni condenadas a vivir en una sociedad basada en el abuso, la explotación, la desigualdad, la injusticia, la dominación, la acumulación y el acaparamiento, el individualismo y el egoísmo, la destrucción y la violencia. 


El capitalismo y el patriarcado no son eternos.


Otras formas de relacionarnos, de querernos y de organizarnos son posibles. Solo tenemos que ser valientes, y echarle imaginación y ternura: tenemos los conocimientos, la tecnología, los recursos y las habilidades para construir un mundo mejor para todos y todas. 


Coral Herrera Gómez


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18 de diciembre de 2023

¿Cómo confiar en mi pareja?




"Nunca estéis en pareja con alguien a quien no confiáis"

Se hizo un silencio sepulcral en la sala. Cientos de adolescentes me miraban con los ojos abiertos como platos.

"Para disfrutar del sexo y del amor hay que ser valiente, y hay que confiar plenamente en tu pareja. Si tenéis miedo de que os mienta, os traicione y os haga daño, dejad la relación de inmediato y seguid vuestro instinto, que os está diciendo: "no confíes, ahórrate sufrimiento"

Se remueven incómodos en sus asientos. Me miran boquiabiertos, algunos cabreados, otros angustiados.

Sé que son muy pocas las personas en la sala que confían en sus parejas. Sé que casi todas tienen miedo a ser traicionadas. Sé que no sienten lo mismo las chicas que los chicos, sé que querrían confiar pero no saben cómo hacer, sé que tienen miedo de dejar de ser amadas y amados. 

Así que les lanzo preguntas para explicarles por qué se sienten así, y cómo han aprendido a relacionarse desde el miedo y la desconfianza. 

¿Qué es lo primero que hacemos cuando nos gusta muchísimo otra persona? Ocultárselo a nuestra pareja.

¿Y si nos surge la oportunidad de tener un encuentro sexual o amoroso con esa persona? Ocultar y mentir.

Muy poca gente es tan honesta y valiente como para sentarse frente a su pareja, mirarle a los ojos y decir: "Me estoy enamorando de esta persona"

Mucho menos mirar a los ojos a tu pareja y decirle: "Me gusta muchísimo esta persona, y anoche estuve con ella"

Lo primero que hacemos es mentir, en lugar de compartir con nuestra pareja lo que nos está pasando. Nos sentimos menos culpables si es algo puntual, y deseamos que nunca nos descubran.

Si se repite, entonces aumenta la sensación de culpabilidad y traición, pero no sabemos qué hacer con ello.

Por un lado, no queremos hacer daño a nuestra pareja. Por otro, nuestro cerebro nos dice:" Te lo mereces. La vida es corta. No renuncies a vivir esto. Tienes derecho a vivir estos instantes de felicidad"

Y esto sucede porque la pasión amorosa es una droga, y nuestro cerebro siempre quiere más.

El cerebro funciona de manera completamente diferente cuando es nuestra pareja la que está viviendo un romance. Por un lado nos resulta insoportable la traición, y por otro, nos invade el miedo a que nuestra pareja se enamore locamente y nos abandone.

Nos haríamos menos daño entre nosotros si fuéramos capaces de ser honestos y honestas, y si fueramos capaces de asumir las consecuencias de nuestros actos. 

¿Cuáles son las consecuencias? Hay parejas que terminan para siempre, otras que perdonan y siguen hacia delante, otras que se transforman y abren su relación.

La monogamia es un mito creado para que las mujeres nos creamos que el amor verdadero es exclusivo y eterno. Los hombres habitualmente, en todo el mundo, tienen todas las parejas que quieren y disfrutan del privilegio de una doble vida.

¿Y como confiamos entonces en los hombres, si ellos no son monógamos?, me pregunta una chica.

¿Y en las mujeres como confiamos, si son todas unas mentirosas?, me pregunta un chico.

Los dos se intercambian una mirada furibunda y llena de rencor en el patio de butacas.

Para explicarles por qué no confiamos los unos en los otros primero les cuento por qué las mujeres no somos de fiar. Los niños aprenden a tener miedo de las niñas y las mujeres desde su más tierna infancia: para el patriarcado somos todas unas retorcidas, manipuladoras, perversas, y dominantes. Una de las principales enseñanzas que transmitimos a los varones es que tengan cuidado con las mujeres, que somos todas unas interesadas, traicioneras, irracionales y caprichosas.

Y como podemos hacerles mucho daño, los chicos solo tienen dos opciones: no tener pareja, o si la tienen, asumir el papel de policías y carceleros, y asegurarse la obediencia y la sumisión de su pareja.

A nosotras se nos hace creer que los celos y la posesividad son una prueba de amor. Si nuestra pareja confía en nosotras nos parece raro, o incluso nos creemos que como no son celosos, no nos aman.

Desde pequeña se nos inocula el mito de la monogamia y del amor exclusivo y verdadero, se nos hace creer que nuestra misión en el mundo es conseguir un marido, y pasar la vida luchando contra las demás para que ninguna mujer nos lo quite.

Se nos dice que los hombres cuando son tentados por mujeres atractivas son como animales, no pueden autocontrolarse, y somos nosotras las que debemos vigilarles para que no se desvíen de la senda marcada.

Sus infidelidades son siempre culpa nuestra, bien porque somos unas lobas y nos quitamos los maridos unas a otras, bien porque no hemos sabido darle lo que necesita, bien porque no les hemos vigilado como deberíamos.

El patriarcado nos dice: sus escapadas son comprensibles y perdonables. Son aventuras, son canitas al aire.

No como nuestras infidelidades, que son un pecado mortal y un atentado contra el orden y el patriarcado.


Es nuestra responsabilidad atarles en corto para que sean fieles, y darles lo que necesitan para que no salgan fuera a buscarlo.

Y ellos mientras, solo piensan en su honor y su prestigio. Ser un cornudo te baja el rango en la jerarquía de los machos dominantes. Así que ninguno quiere serlo y para ello lo que hacen es comportarse como reyes tiranos: "quítate ese vestido que pareces una zorra", "no sales de casa con ese escote", "vete a casa ya que yo me quedo de juerga con mis amigos", "tú no sales hoy con tus amigas", "tú me obedeces que aquí soy yo el que mando"

Los hombres patriarcales consideran buenas mujeres a las que llevan los cuernos con elegancia, como la mayoría de las princesas, reinas y aristócratas. Pero en ellos los cuernos son humillantes.

La desconfianza entre hombres y mujeres es mutua. Y no es producto de su imaginación, sino que es real: basta con echar un vistazo a las cifras sobre infidelidad para darnos cuenta de que la monogamia es un mito, y que el matrimonio heterosexual se sostiene gracias a las infidelidades.

Nosotras lo tenemos más difícil para disfrutar del sexo y del amor fuera del matrimonio, porque hay maridos que nos dan palizas y nos matan cuando nos descubren. Y porque el rechazo social es mucho mayor hacia las mujeres infieles que hacía los hombres.

Los hombres lo tienen más fácil, porque uno de sus privilegios es la doble vida, que les permite parecer respetables esposos y padres de familia, y a la vez les permite vivir como si fueran jóvenes solteros.

Jamás permitirían a su compañera vivir como ellos. Los hombres privilegiados condenan a sus mujeres a pasar toda la vida sin follar y sin disfrutar. Creen que solo ellos tienen derecho a disfrutar del sexo y del amor con varias mujeres, bien gratis o bien pagando.

Por muy mal que se porte con su esposa y por mucho que le haga sufrir, el macho infiel nunca perderá su imagen de buena persona. Se entiende que es "normal" que los hombres hagan sufrir a las mujeres. Forma parte de su naturaleza. Son como chiquillos traviesos que traen a sus madres-esposas por la calle de la amargura, "algún día madurarán", piensan ellas.

La gran mayoría "maduran" cuando llega la disfunción eréctil, la vejez las enfermedades, entonces dejan de mentir, dejan de salir, empiezan a estar más tiempo en casa y a demandar cuidados y atenciones. Muchos pretenden que su esposa también se encierre con ellos en el hogar. Muchas no se dejan, afortunadamente.


¿Entonces si no te fías de nadie, es mejor estar sin pareja?, me pregunta una chica muy seria.

Sí, si no te fías de nadie es mejor no enamorarse ni tener pareja. Porque vivir con alguien que sabes que te va a hacer daño en cualquier momento es un infierno.

Y al revés. Vivir con alguien que cree que eres mala persona y que no se fia de ti es un infierno. Vivir con alguien que te desprecia y no cree en tu palabra, es un infierno. Vivir con alguien que te vigila y te controla es un infierno, vivir vigilando y controlando a tu pareja es un infierno también.

La desconfianza puede trabajarse, sin embargo. Todos podemos trabajarnos la valentía, la sinceridad, la honestidad, y la confianza en nosotros mismos y en nosotras mismas. Es más fácil confiar en los demás cuando confías en ti misma y en ti mismo.

¿Es más fácil estar en una relación abierta que en una monógama?, me pregunta una de las profesoras en el evento. 

Pues depende, porque los hombres modernos son muy inseguros y se enfadan mucho cuando sus compañeras hacen lo mismo que ellos. Es muy difícil encontrar a un hombre que se alegre por su compañera si ella se enamora de otro hombre. Lo más común es que sean los hombres los que tienen otras relaciones, y cuando sus compañeras hacen lo mismo, entonces empiezan a poner problemas de todo tipo. Además, hay mucha gente que tiene relaciones abiertas pero también se mienten, se ocultan información, y se hacen daño igual que las monógamas.

Lo hacemos por egoísmo, y los hombres lo hacen por machismo también, pero la mayoría lo hacemos porque no sabemos cómo hacerlo. Cuando hemos prometido amor eterno y exclusivo, nos sentimos muy mal por incumplir nuestra promesa. Porque cuando la hicimos, estabamos convencidas y convencidos de que nunca nos gustaría nadie más, y nunca nos tendríamos que ver en la situación de tener que romper esa promesa. Lo decimos de verdad, pero en realidad estamos expresando un deseo, no haciendo un juramento. Nadie puede jurar que no va a sentir atracción por nadie, y que no se va a encaprichar o a enamorar de alguien, porque la vida es muy larga, pasan muchas cosas, y nos vamos encontrando por el camino gente maravillosa. El amor es una droga, pero nuestros contratos matrimoniales establecen que una vez que baje el enamoramiento con nuestra pareja, vamos a renunciar para siempre a ese estado de ebriedad maravillosa, y no la vamos a experimentar con nadie más. Y si nos sucede, lucharemos contra nuestra pulsión erótica y sexual para reprimirnos y ser fieles. 

Y no todo el mundo lo consigue, a la vista está que no es nada fácil, y que hay gente mas impulsiva y enamoradiza que otra. Lo de la monogamia es un tema también químico: hay parejas que jamás sienten la necesidad de intimar y gozar con otras personas, y otras que tienen aventuras puntuales o duraderas. Unas tienen acuerdos tácitos, otras se mienten mutuamente, y otras son capaces de contarselo a su pareja para gestionar juntos un momento tan difícil.

Además de su dimensión química, también es un tema de ética: la mayoría de nosotras y nosotros no piensa en como ser más honesto, sino en como evitar que los otros nos mientan. Muy pocos se esfuerzan en ser buenas personas, la mayoría invierte su energía en intentar dominar y controlar a la pareja para que no nos haga daño. 

Desde esta perspectiva, el amor romántico es una guerra en la que todos queremos ganar. La pareja es una estructura de domesticación mutua, porque no sabemos como querernos y lo que necesitamos es controlarnos y dominarnos unos a otros. Hombres y mujeres tienen estrategias diferentes, pero todos nos relacionamos desde una estructura carcelaria. Los hombres tienen todas las de ganar, porque generalmente la mayoría se comprometen a ser fieles, y aunque muchas de nosotras nos ponemos una venda para no ver la realidad, las estadísticas nos demuestran que los burdeles están a rebosar de hombres casados todos los días del año y a todas horas. Las mujeres tenemos que quitarnos la venda de los ojos y dejar de autoengañarnos, y tomar conciencia de que la gran mayoría de los hombres hacen uso del privilegio masculino a la doble vida.  

¿Cómo acabar con ese privilegio? Los hombres tienen que renunciar a él de una forma consciente y como una posición política. Tienen que ser valientes y hacer autocrítica amorosa para trabajar la honestidad. Tienen que atreverse a decirle a sus parejas lo que desean, lo que quieren, lo que necesitan: si lo que quieren es una relación abierta, tienen que ser sinceros y asumir que su pareja puede querer lo mismo, o no. Y si uno quiere una relación abierta y otro la prefiere cerrada, entonces lo mejor es asumir que no hay compatibilidad y no se puede formar pareja. Es una opción mucho más sensata que la de juntarse y construir la relación desde el engaño y la mentira. 

Si todos intentasemos guiarnos por la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados, y trabajasemos para ser mejores personas, nuestras relaciones serían más fáciles también, menos conflictivas, menos dolorosas. Y si nuestras relaciones fueran mejores, nuestras formas de organizarnos podrían también cambiar y mejorar. 

Si pudiesemos ser honestos y honestas, si pudiesemos poner en el centro la ternura, la dulzura, y los cuidados, sería más fácil gestionar este enorme reto que tenemos por delante, que es poder gestionar las relaciones que tenemos con otras personas cuando tenemos pareja de manera que no hagamos daño a ninguna de las personas implicadas. Esto vale tanto para las relaciones abiertas como para las monógamas, porque en ambas estructuras nos mentimos, nos engañamos y nos herimos. 

Para poder hablar de lo que nos pasa, hay que entrenar en las artes de la comunicación no violenta, y hacer mucha autocrítica amorosa para identificar lo que nos hace sufrir, y las cosas que hacemos y decimos que hacen sufrir a los demás. Y desde ahi, revisarnos por dentro y trabajar aquello que nos tenemos que trabajar para poder cuidarnos a nosotros y nosotras mismas, y para poder cuidar nuestras relaciones de pareja, y las relaciones con los demás. 

¿Entonces, crees que es posible confiar en tu pareja?, me pregunta desde el público una chica esperanzada.

Confiar en tu pareja es posible, pero solo si aprendemos a relacionarnos en estructuras de amor y no de guerra, y si logramos liberar al amor del machismo y del patriarcado. Se trata de tomar conciencia de esta estructura carcelaria con la que nos relacionamos, para poder sustituirla por una estructura amorosa en la que poder gestionar estos temas del amor sin necesidad de hacer sufrir a los demás. 

Confiar en tu pareja es posible, pero solo si tu pareja es capaz de desnudar su alma delante de ti, si es capaz de abrirse y compartirse sin filtros, sin caparazón, sin armadura, y sin engaños. La única manera de poder confiar es saber que aunque no podemos prometer fidelidad eterna, sí podemos comprometernos a ser sinceros y sinceras en todo momento, y si podemos prometer a nuestra pareja que compartiremos con ella lo que nos ocurre cuando nos gusta mucho alguien o cuando nos enamoramos de alguien más, o cuando sentimos el impulso de tener una aventura con otra persona. 

Confiar en tu pareja es posible, y es más fácil si empiezas por ti mismo/a, y si trabajas para ser una persona confiable y honesta. Se trata de entrenar día a día para ser mejor persona, y mejor pareja. 

Los chavales y las chavalas aplauden ahora que se les ha abierto un horizonte de posibilidad. Ahora sonríen: les he explicado que no hay soluciones mágicas, que hay que entrenar mucho, que no es solo un tema individual sino colectivo. Les he hablado de la Revolución Amorosa y de lo importante que es cuidarnos y cuidar nuestras relaciones. Y ahora que saben que el amor no es una cárcel, y que todo se puede trabajar, sienten que no estamos condenados al sufrimiento. Y les atrae la idea de que amar es difrutar, y que si queremos disfrutar del sexo y del amor, tiene que ser en libertad y en igualdad.

Ojalá estas semillas que he sembrado puedan florecer en sus corazones, y les ayude a quererse bien. 


Coral 

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Editorial Catarata, Madrid, 2023. 



12 de diciembre de 2023

Costa Rica: Coral Herrera presenta su nuevo libro



Dónde: 

San José de Costa Rica 

Día

sábado 16 de diciembre 

Hora

11.00 am

Ubicación

Mall San Pedro 

Organizado por: 

Librería Internacional 


Formato

presencial y virtual


Instagram Live de la Librería Internacional 

3 de diciembre de 2023

Nunca renuncies a tus amigos cuando te emparejas


Mi compañero y yo ya vamos a cumplir doce años juntos, y cuando me preguntan que cómo hemos conseguido estar tanto tiempo unidos, creo que uno de los factores principales es la forma en que cuidamos nuestra relación, y las relaciones que tenemos con nuestra gente querida. Tanto yo como él tenemos amigas y amigos a los que cuidamos, y con los que pasamos tiempo a solas, y en grupo.

Hay muchas mujeres que cuando se emparejan no pueden mantener sus relaciones con amigos o con ex con los que se llevan bien, por el tema de la desconfianza y los celos. Cuando en mis talleres les pregunto a las mujeres a qué han tenido que renunciar en sus vidas en nombre del amor romántico, muchas se lamentan de haber tenido que dejar a sus amigos varones, y del dolor que les causa la nostalgia y el saber que sus amigos lo han pasado mal por su alejamiento.  

Escuchandolas tomo conciencia de la suerte que he tenido yo de juntarme con hombres que confían en mí, y en los que yo confío, y de tener en mi vida a algunos ex que se convirtieron en amigos. Me siento muy feliz cuando me junto con mis chicos y con las parejas y los críos de mis amigos para pasar una tarde, un fin de semana, o unos días de vacaciones. Me siento muy afortunada de tener la libertad de pasear con ellos a solas, o de charlar por teléfono durante horas, exactamente igual que con mis amigas más íntimas. Cuando viajo aprovecho para visitarles, y siempre me acogen en sus hogares, tengan o no tengan pareja. Mi casa también está abierta para las amigas y las ex de mi pareja que se convirtieron en amigas, y para sus compañeros y sus crías. Y también para los y las ex de nuestros ex, y sus nuevas parejas. 

Y de vez en cuando lo digo en voz alta, "oye que maravilla poder compartir la vida con ustedes", y les recuerdo que hay muchísima gente que no puede hacerlo, porque en la mayoría de las parejas, la necesidad de dominar y de controlar a la pareja, los celos y el miedo, las inseguridades y la doble moral, el machismo y el patriarcado no se lo permiten. Las que más dificultades tenemos para poder seguir compartiendo la vida con nuestros amigos y amigas somos las mujeres.  

Pienso en mi abuela, por ejemplo, y en mis tías abuelas, y en sus primas: ninguna de ellas pudo tener amigos varones, ni tampoco ex parejas. Solo pudieron veranear y salir en grupos de parejas, y cuando quedaban viudas, dejaban de salir con el grupo, porque las mujeres solteras no encajaban en ningún lado. 

Hoy en día las mujeres seguimos perdiendo libertad y derechos humanos cuando nos juntamos en pareja, y sucede en todo el mundo, y en todas las clases sociales. Hay mujeres que ni siquiera pueden tener amigas y solo pueden relacionarse con mujeres de su familia, o mujeres de la familia del marido. 

Aún en el imaginario colectivo la amistad entre un hombre y una mujer sigue siendo algo inconcebible, y es porque el patriarcado nos hace creer que el único interés que puede tener un hombre en una mujer es puramente sexual, y la amistad desinteresada solo puede tenerla con sus pares, con sus iguales, es decir, con otros hombres.

Según el patriarcado, los hombres son seres deseantes que no pueden compartir intimidad con las mujeres si no es para acostarse con ellas, porque no pueden evitarlo. Los hombres no deben sentirse atráidos por nuestra forma de ser, sino por nuestros encantos sexuales, y además no deben fiarse nunca plenamente de nosotras, porque somos traicioneras. Somos enemigas a las que hay que dominar y someter. Desde esta perspectiva, la amistad entre hombres y mujeres es imposible, pues vivimos en una eterna guerra entre sexos y estamos obsesionados en el afán por ganar todas las batallas, y por dominarnos los unos a los otros. 

Esta es la razón por la cual la mayoría de la gente siente como una amenaza la existencia de amigos y amigas de su pareja, y prefiere abandonar sus propias amistades para que su pareja haga lo mismo. Hay parejas que seleccionan solo las amistades que no resultan amenazantes y se excluye a la gente que no tiene pareja. La mayoría se autolimita y limita a su pareja para evitar problemas y peleas, mientras el resto de la sociedad solo acepta como "normales" las relaciones de amistad entre las personas del mismo sexo, y reacciona con extrañeza y rechazo ante la amistad entre hombres y mujeres. 

Me pregunto cuanto tiempo pasará hasta que mujeres y hombres podamos tener relaciones amorosas de amistad con personas del otro sexo, tengamos o no tengamos pareja. Supongo que lo primero es que aceptemos que la felicidad y el bienestar son cuestiones colectivas, que una pareja aislada del resto no puede ser completamente feliz porque nos necesitamos unos a otros, y porque solos no podemos sobrevivir: formamos parte de la comunidad humana. Hemos sobrevivido tantos miles de años gracias a nuestra capacidad para trabajar en equipo y para cuidarnos unos a otros. 

Sería maravilloso que las nuevas generaciones tomasen conciencia de que lo más importante en la vida es el amor, entendido en su concepto más amplio: un amor que no se limite a una persona, que se expanda para crear y sostener redes de afecto y cuidados. A los y las adolescentes les explico en mis charlas que el amor es lo único que no se puede comprar, que sus amigos y amigas son su gran tesoro, y que la pareja nunca puede aislarte de tu gente querida, ni tú debes intentar aislar a tu pareja de sus redes de afecto y cuidados. 

Les insisto mucho sobre lo importante que es ser honestos y honestas, y confiar en tu pareja, y les cuento que la familia y los amores basados en la amistad pueden durar a veces toda la vida, pero los amores de pareja no: duran lo que duran. 

En mi libro les cuento que volcar todo nuestro amor en una sola persona es un auténtico desperdicio, porque tenemos mucho amor dentro de nosotras, y porque no podemos renunciar al amor de la gente que nos cuida: nos necesitamos entre todos y todas.  

Cuando alguien te quiere de verdad, quiere que seas libre para irte o para quedarte a su lado, y quiere que seas feliz con la gente que te quiere y que te cuida. Así es como sabes que te quieren bien y que lo tuyo es amor del bueno: cuando tienes espacio y tiempo para cuidar tus redes afectivas, cuando te sientes libre y sabes que tu pareja está contigo porque quiere, y no por obligación, y cuando tu pareja confía en ti y en tu honestidad, y tú confías en ella. 

Si no confías, mejor dejar la relación, pero jamás abandones a tu familia y amistades, porque sola eres mucho más vulnerable y dependiente de tu pareja. 

La neurociencia lo ha confirmado: para vivir bien y para cuidar nuestra salud mental necesitamos cuidar nuestras relaciones, y necesitamos vivir rodeados de mucho amor del bueno. Sólo tenemos que superar el prejuicio de que los hombres y las mujeres no podemos tener amigas y amigos del sexo contrario, y seguir luchando para que todas las mujeres podamos sentirnos libres, podamos ser nosotras mismas y podamos mantener, cuidar y expandir nuestras redes de afecto, tengamos o no pareja. 

Coral Herrera Gómez







Editorial Catarata, Madrid, 2023. 



27 de noviembre de 2023

El miedo al amor y a las mujeres



Ningún hombre nace violento, aprende a serlo. Primero le inoculan el miedo hacia el amor y hacia las mujeres para que no confíen en ellas, le cuentan que somos malvadas y retorcidas, manipuladoras, interesadas, caprichosas, y mentirosas. 

El amor y el sexo son nuestras armas para seducirles, por eso se tienen que defender de nosotras y nuestra magia. 

A los hombres les educan para que crean que el amor es una guerra y que para ganarla tienen que dominarnos, someternos, domesticarnos y utilizarnos como sirvientas (esposas), o como objetos de usar y tirar (todas las demás). 

Deben defender su dominio y castigarnos si no cumplimos con nuestro rol. Después viene la frustración porque no obedecemos, porque nos queremos ir, porque no aguantamos más. Y esa frustración deriva en rabia, en rencor y en más odio. 

Y por eso nos violan y nos matan a diario en todos los rincones del mundo. 

El odio contra las mujeres se llama misoginia. La raíz del odio está en el miedo y en la incapacidad para tratarnos como si fuéramos seres humanos, seres libres y con derechos. 

Para erradicar la violencia machista hay que trabajar ese miedo hacia el amor y ese odio hacia las mujeres que no solo sienten los hombres, también lo sentimos nosotras. 

Nuestra cultura está impregnada de ese odio contra las mujeres y el único antídoto es el amor y la ternura. Hacia nosotras mismas, entre nosotras, y hacia todos los seres vivos de este planeta.


Solo el amor puede salvarnos ❤️

Coral Herrera Gómez 

16 de noviembre de 2023

Bienvenidas de Soltera: mujeres que se liberan




Iban cantando por la calle, después de pasar todo el día celebrando juntas. Al principio pensé que era otro grupo de despedida de soltera, en Málaga vienen de todas las partes de España, todos los fines de semana, durante todo el año. 


Pero me llamó la atención porque no eran veinteañeras, sino mujeres de mi edad. Se notaba que llevaban varias horas de fiesta y una de ellas iba diciéndole a la homenajeada: 

"Ya verás lo feliz que vas a ser ahora, Mari, ya te has liberado, y ya no vas a aguantar más, ahora empieza tu nueva vida" 


Todas empezaron a aplaudir, a abrazarla y a besarla.


Me di cuenta de que estaban celebrando una Bienvenida de Soltera, y me dio mucha alegría.


La protagonista alzó su vaso de plástico y dijo unas palabras: "Gracias a todas por haberme ayudado a salir del infierno, gracias por ayudarme a abrir los ojos, gracias por no haberme dejado sola, gracias por celebrar conmigo mi divorcio, os quiero muchísimo a todas", y brindaron con los vasos en alto. Más besos, más risas y más abrazos.


Cuando iban a seguir caminando, otra de ellas las detuvo, alzó su copa en alto y dijo: "Yo brindo también por los divorcios que vienen, que no te creas tú qué vas a ser la única, Mari, aquí te digo yo que estamos todas hasta el moño y que vamos a seguir celebrando seguro"

Brindaron todas por las siguientes solteras del grupo con mucha alegría y siguieron su camino hacia el hotel cantando por bulerías.


Ojalá todas las mujeres tuviéramos un grupo de amigas tan unido y amoroso que nos acompañen en nuestros procesos de liberación. 


Ojalá más mujeres por la calle y las plazas celebrando juntas sus divorcios, y sus Bienvenidas de Soltera. 


Ojalá seamos cada vez más las Mujeres que ya no sufren por amor 


#mujeresqueseliberan #mujeresquecelebran

#mujeresqueseenfiestan

#bienvenidasdesoltera

#divorcio #liberación #fiesta #mujeresque




¡Vente con nosotras al 

Laboratorio del Amor!



13 de noviembre de 2023

Vacaciones en las relaciones: una vía para no romperlas




Recuerdo el día en que un amigo me pidió una pausa en la relación después de una discusión fortísima de la que salimos los dos muy heridos. Intentamos hablarlo varias veces pero no había forma, nos dolía a los dos un montón, y lo empeorabamos en lugar de arreglarlo.

Me dijo que necesitaba alejarse un tiempo y a mí me dolió mucho, pero respeté su decisión. Y me consolé a mí misma pensando que nos iba a venir bien, aunque tuve que trabajarme mucho por dentro el ego, y ese miedo atroz a que me dejen de querer. 

A veces me daban ganas de escribirle cuando me acordaba de él, cuando veía algo en las redes que pensaba que le podría gustar, o cuando pensaba en la muerte. Me acordaba de él en su cumpleaños, en navidades, o cuando me pasaba algo y necesitaba hablar con él. Me asaltaban los recuerdos cuando escuchaba una canción que habíamos compartido, y me preguntaba a menudo si él y su familia estarían bien. 

A veces me enfadaba pensando, ¿hasta cuándo vamos a estar así?, ¿cómo es que no me echa de menos? Me daban ganas de llamarle y decirle, oye, ¿qué pasa si nos morimos uno de los dos, nos vamos a quedar con el dolor de no haber disfrutado estos últimos años?


Pero aguanté cuatro años, y cuando volvimos de nuevo a hablar, y a retomar la amistad, fue bien lindo porque ya se nos había ido el enfado, y pudimos volver a querernos sin hacernos daño.

En mi vida he pasado por esto con varias personas, a veces ha sido suficiente con un año de escaso o nulo contacto, otras veces hemos necesitado más tiempo. 

No es fácil, pero en todas hemos logrado que la relación no se rompiera. En las vacaciones da tiempo a tomar perspectiva, a hacer autocrítica, a pensar mucho, y a echarnos de menos. 

Y volver a conectar es hermoso, porque es como darle al standby, y a resetear la relación, y empezar de nuevo desde otra perspectiva. 


Muchos creemos que para tomar una decisión así hay que tener una pelea descomunal, pero en realidad es mejor hacerlo antes de que estalle todo en mil pedazos. Porque si estalla, a veces no se pueden pegar los trocitos, y no queda igual que antes.

Yo sé que suena raro lo de las vacaciones, pero es mejor que romper definitivamente. No es una derrota, sino más bien es como meter la relación en un congelador y esperar a que las emociones bajen de intensidad.

A veces las relaciones largas están tan cargadas de dolor que no hay manera de relacionarse sin sufrir, y sin hacer sufrir a la otra persona. 

Y es que los cuidados son muy importantes no solo cuando todo va bien, y nos queremos mucho, y no hay problemas. También hay que cuidar mucho a la gente que amas cuando sientes mucha rabia y mucho dolor, sobre todo cuando sabes que puedes hacer mucho daño a la persona a la que quieres. 

Si la rabia es muy grande, puedes destrozar a esa persona con palabras de las que luego te puedes arrepentir, y a veces no sirve de nada pedir perdón, y no hay manera de que la relación siga. 

No es fácil cuidar a la otra persona para que el rencor acumulado no la destroce, por eso lo mejor es alejarse, pero puedes hacerlo bien, sin necesidad de hacer la guerra. 

Esto no es lo más común, porque siempre pensamos más en cómo protegernos a nosotros y a nosotras mismas. Pero al cuidar a las personas que quieres, también te estás cuidando a tí. 

El rencor es como una bomba de relojería, o como un globo que se va llenando de aire y en un momento dado, explota. En las relaciones de pareja es el principal motivo por el cual se va muriendo el amor, porque el rencor transmuta fácilmente en odio. Y desde el odio nos faltamos al respeto, y las discusiones son un cruce de reproches interminables que no nos llevan a ningún lado. Es una emoción demasiado fuerte, por eso lo mejor es dejar la relación cuando llegamos a ese punto. 

En las relaciones de amistad , si podemos evitar que el rencor no se convierta en odio; podemos poner en pausa la relación, alejarnos y pactar amorosamente el contacto cero. 

Lo mismo que tienes que cuidar a la otra persona cuando estás enfadada, también tienes que protegerte a ti misma del dolor y la rabia de los demás. La vida es muchísimo más dura cuando estás en una lucha de poder interminable que te quita mucha energía, y te quita la paz interior. 

Cuando ponemos en pausa una relación, o nos tomamos unas vacaciones, tenemos que ser conscientes de que a veces los ritmos de cada cual son diferentes, que unos necesitamos más tiempo y otros menos. Y también asumir el riesgo de que la otra persona se de cuenta de que vive muy bien sin tí, y decida que no quiere retomar la relación. Hay que aceptarlo también, con mucha humildad. Y asumir que también nos puede ocurrir a nosotras. 

Más duro es aceptar que nos podemos morir sin habernos dado un abrazo, pero hay que asumirlo también. 

En relaciones de pareja y familiares es más difícil hacer una pausa. Pero sí se pueden firmar tratados de no agresión, se puede pedir un alto el fuego, se puede también tener una relación cordial y respetuosa en la que ambas personas tomen una sana distancia para que el resto de la familia no se vea afectada. 

Porque también es importante cuidar a la gente que rodea a la relación. Generalmente lo que hacemos es pedirles que se posicionen a nuestro favor, y para ellos es súper difícil cuando les obligas a elegir, porque quieren a las dos personas. Y además, no es justo que los demás sufran porque nosotros estamos sufriendo.

Cuando no hemos podido evitar la guerra, aceptemos que ha llegado el final. También cuando, por mucho empeño que le pongamos, la relación no funciona y no hay manera de arreglarla. A veces el amor no es suficiente para sostener una relación, a veces evolucionamos de manera muy diferente, y aunque nos queramos mucho, hay relaciones que es mejor terminar para siempre. 

Ojalá tuviésemos herramientas para cuidar nuestras emociones de manera que no hagan daño a los demás, y para resolver nuestros problemas sin violencia. Ojalá supiésemos cuidarnos, y cuidar a los demás, ojalá fuéramos más responsables y honestos, y dejáramos de echarle la culpa de todo lo que nos pasa a los demás. Creo que si supiésemos hacer autocrítica amorosa, reconocer errores y pedir perdón, nuestras relaciones serían mejores, y nuestras vidas serían mejores también.

También nos ayudaría mucho dejar de vivir los conflictos como si fueran batallas en las que nuestra misión es conseguir nuestro objetivo, imponer nuestro criterio, demostrar que tenemos razón, machacar al enemigo psicológicamente, y destrozarlo hasta que se ponga de rodillas. 

Si en lugar de batallar pudiéramos ponernos a buscar soluciones a los problemas, sería todo más fácil. Es cierto que hay problemas que no tienen solución, o al menos no en ese momento, ni con esas emociones que estamos sintiendo. Podemos dejar las cuestiones en pausa, igual que dejamos la tierra en barbecho, y retomarlas cuando haya pasado un tiempo. 

Quizás más adelante sea más fácil resolverlo, ya con más experiencia y sabiduría.

Porque sí, el tiempo calma las emociones, alivia el sufrimiento, cambia nuestra forma de ver las cosas. El orgullo se desinfla como un globo, lentamente, y empezamos a ver el conflicto desde fuera, ya sin tanta pasión.

Llega un día en el que ya te sientes preparada emocionalmente, que ya no queda rastro de la rabia ni del rencor en tu interior. Es el día en el que te puede la nostalgia y sientes que quieres tener a esa persona cerca, y volver a formar parte de su vida... si es que ella también se siente preparada. 

El tiempo de la distancia es duro, pero el reencuentro es hermoso. Volver a retomar una amistad de muchos años, ya libres ambos de enfado o de dolor, es como un regalo de la vida. 

Por experiencia propia, siento que unas vacaciones a tiempo pueden ayudar a que no se rompa una relación. A veces no son iguales que antes, otras veces son mejores... y otras son diferentes. Pero son bonitas igualmente.

Contadme vosotras, ¿habéis retomado alguna vez relaciones familiares o de amistad con el tiempo?, ¿os han ayudado las vacaciones a cuidaros y a cuidar el vínculo amoroso? 


Coral Herrera Gómez 


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11 de noviembre de 2023

Fin de la Gira 2023 de Coral Herrera

 



diciembre 


12 de diciembre, Madrid 
Formación En Línea
Hora: 10:00 a 12:00 horas
Formato: virtual
Modalidad: gratuita






Costa Rica, 16 de diciembre





Dónde: 
San José De Costa Rica 
 
Día: 16
Hora: 11:00 am
Ubicación: 
Mall San Pedro 
Organizado por:
Librería Internacional


El Salvador, 
21 de diciembre 

Dónde: San Salvador  
Organizado por: Librería Internacional 
Hora: 3.00 am
Ubicación: Multiplaza 



noviembre

Madrid, 14 noviembre 



Seminario “Feminismos del Mundo” 
para alumnado de la UC3M.
Organizado por:
ONGD Movimiento por la Paz - MPDL en Madrid.


Cantabria, 15 de noviembre, Laredo


Laredo, Cantabria 
hora: 19 horas
Dónde: Casa de la Cultura
Organiza: Gaia Espacio Feminista 
y Ayuntamiento de Laredo



Murcia, Cartagena
22 de noviembre




Hora: 17 horas 
Dónde: Sala Isaac Peral de la Universidad Politécnica de Cartagena
Organizado por: Concejalía de Igualdad 
del Ayuntamiento de Cartagena
Modalidad: gratuita y hasta completar aforo



Alicante, Orihuela
 22 de noviembre

Hora: 11.30 
IES Gabriel Miró
Organizado por: 
Concejalía de Igualdad de Orihuela 



 
México, Guadalajara
24 de noviembre

en Guadalajara.

Formato: Virtual




Madrid, 27 de noviembre

Jornada sobre Mujer y salud emocional
Organiza: Ayuntamiento de Alcorcón
Donde: Casa de las Mujeres 
Ubicación: Av. de Leganés, 27, 28924 Alcorcón, Madrid
Hora: 18.30-20.30 horas


Ávila, 24 y 27 de noviembre

Arenas de San Pedro, día 24, 11.00 am, en el Ayuntamiento.




Ciudad de Ávila, día 27, formación para profesionales 
de 9 a 14 horas.






Bilbao, 28 de noviembre, Balmaseda

Organizado por
Mariorratz Talde Feminista





9 de noviembre de 2023

¿Tú tampoco soportas la violencia? Bienvenida al club


Igual que otras personas sufren intolerancia al gluten o a la lactosa, yo sufro de intolerancia a la violencia. Me he pasado la vida disimulando, antes me daba vergüenza y no podía ponerle nombre, pero ahora que sé lo que es, puedo hablar de ello. 


La cosa empezó en mi más tierna infancia. En casa ni mi hermana ni yo sufrimos exposición a la violencia, así que nunca nos acostumbramos a ella. En el colegio no podia soportar las peleas, y mientras todos miraban fascinados y animaban a uno de los contrincantes, yo siempre iba corriendo a avisar a las profesoras que estaban en el patio de guardia para que los separasen. No soportaba cuando le decían a Ricardo que se quitara las gafas porque le iban a partir la cara. Me las daba para que yo se las cuidara mientras le ponían hasta arriba de hostias. Me parecía tan humillante, y cuando quería ponerme en medio me apartaban de un empujón. No soportaba ver a niñas y niños torturando animales, yo sufría hasta cuando pisoteaban las hormigas, o cazaban cangrejos en el mar y los torturaban hasta la muerte.


A los 11 años mi abuelo, que quería inculcarnos "el amor por los toros" y nos llevó a una corrida en la plaza del pueblo. Fue una auténtica tortura tener que ver una tortura sin poder hacer nada, sentí mucho dolor e impotencia viendo a la gente reírse y aplaudir al asesino. No volví jamás a pisar una plaza de toros y me convertí en antitaurina para siempre.


Ya más mayor, recuerdo la época en la que mis amigas les dio por hacer sesiones de pelis de terror en casa de una de ellas, y yo nunca iba. No podía soportar los descuartizamientos y las torturas. 


Tampoco podía soportar el porno, ver mujeres a cuatro patas siendo escupidas, azotadas y violadas por cinco hombres a la vez me ponía mala.


Cuando me quedé embarazada mi intolerancia aumentó. Me costaba mucho ver telediarios, dejé de ver películas de ciencia ficción y futuristas porque todas tienen batallas y escenas de guerra. También deje de ver series de televisión y nunca he podido soportar los vídeos que se pusieron de moda cuando empezó Internet con niños golpeando a otros niños, o niños sufriendo accidentes que se editaban con risas enlatadas. 


Mi hijo ya es plenamente consciente de mi intolerancia: un día en casa de un amigo agarró una pistola de juguete y le apuntó a su amigo a la cabeza. Cuando aparecí por la puerta y me quedé boquiabierta me dijo: "es una pistola de amor, mamá, mira, cuando disparo es una burbuja de amor que le envuelve así" 


Yo me eché a reír, porque me di cuenta de que Gael ya había tomado conciencia de mi rechazo absoluto a las armas, tanto las de verdad como las de juguete.


No es fácil ser tan intolerante en un mundo que ha normalizado la violencia hasta el punto de no percibirla. Soy consciente de que mi intolerancia afecta al proceso de socialización de mi hijo. La mayor parte de los amigos y amigas de Gael sufren exposición a la violencia en sus hogares: sus padres les dan pantallas en las que tienen total libertad para ver todo tipo de películas y videos, y tienen acceso libre y sin restricciones a los buscadores de Google y YouTube. Son niños que ya están viendo porno o van a empezar muy pronto a verlo, y que pasan miles de horas jugando a matar y aniquilar enemigos. Son niños y niñas que no pueden comer chocolate ni azúcar a diario, pero si pueden consumir violencia en todos sus formatos, y a todas horas. 


Cuando estamos en un cumpleaños infantil y algún adulto le da una pantalla a alguno de los niños, todos los niños dejan de jugar y se pegan a ella. Así que yo le digo a Gael que nos tenemos que ir ya. Mi hijo protesta, pero como soy tan intolerante, soy inflexible con este tema. Cuando vamos a casa de niños o niñas que tienen videojuegos, le digo al padre o a la madre que Gael no soporta la violencia y que solo puede jugar a videojuegos de construcción. Cómo si fuera un defecto del niño, o como si fuera una alergia alimentaria. Los padres me miran como si fuera una marciana. 


En casa de mis amigos y amigas, como ya me conocen, les explican a sus hijos que si quieren ver una peli tiene que ser apta para la edad de Gael. Lo tratan como una excentricidad más de mi personalidad. 


Pero con los que no son mis amigos, me imagino que no me será fácil lidiar con el tema cuando Gael me pida quedarse en casa a dormir con niños o niñas expuestas a la violencia, o cuando nos pida que le compremos una consola de videojuegos, o cuando sus compas le hablen de películas que ven, y de los vídeos porno que encuentran. 

Sé que no va a ser fácil porque la mayoría de los niños sienten una fascinación brutal por las escenas de violencia, entre hombres y de hombres contra mujeres, animales e infancia, hasta que la normalizan y se insensibilizan completamente a ella. Y como además en todos los espacios públicos hay pantallas donde se muestran escenas violentas, pues más difícil todavía. Sin más lejos, los trailers de publicidad que ponen antes de las películas infantiles en los cines. 


Pero yo siento que mi deber como madre es garantizar el derecho de mi hijo a vivir una infancia libre de la exposición a la violencia. 


Mi intolerancia no tiene cura y va aumentando con el tiempo. Lo mismo que no soporto la violencia física y sexual, ni el maltrato animal, tampoco soporto la violencia psicológica y emocional. Cuando una persona adulta comienza a humillar a un niño o una niña usando bromas crueles para que los demás adultos se rían, me pongo mala.

También me pongo fatal cuando veo las batallas en las redes sociales, los linchamientos y las humillaciones públicas, las cancelaciones a mujeres. Me duele en el alma cuando las compañeras no pueden más y deciden que se van de las redes. También me duele cuando me toca a mí: me pongo a temblar cuando los haters posan sus ojos sobre mí y se lanzan a matar. 


También me hace sufrir mucho la violencia contra la población por parte de los gobernantes. Me da muchísima rabia que ejerzan tanta violencia contra las personas mayores en la residencia, y contra las niñas y niños, porque son los más vulnerables. Me siento fatal cuando veo como destrozan nuestro patrimonio para entregárselo a sus amigos. Me retuerzo del dolor cuando veo que las leyes de mi país permiten llegar al gobierno a cualquier psicópata, y cuando compruebo que nuestras democracias no pueden defendernos de la gentuza que usa nuestro dinero para hacer más ricos a los ricos, y que atentan contra nuestros derechos fundamentales con una impunidad total. 


La pobreza es violencia. 

La exclusión social es violencia. La falta de derechos humanos es violencia. 

Los desahucios son violencia.

Las listas de espera son violencia.

La ratio en las aulas y en los centros médicos son violencia.


Para mí es intolerable que una persona enferma tenga cita para el especialista dentro de un año. No comprendo cómo los políticos que destrozan la Seguridad Social no están en la cárcel. Atentan contra nuestros tesoros más preciados, Sanidad y Educación, maltratan a personal sanitario y docente, destrozan nuestros templos más sagrados (escuelas y hospitales), y no van a la cárcel porque la ley les permite ejercer toda su violencia sin consecuencias penales. 


Debido a mi intolerancia, alergia o hipersensibilidad no puedo ver películas ni series, pero sí veo telediarios. Aunque me sienten tan mal y me duela todo el cuerpo, no puedo mirar para otro lado mientras vemos un Genocidio en directo. No puedo mirar para otro lado, porque estoy viviendo la Historia del tiempo presente, y hay dos millones de personas palestinas sufriendo un exterminio. Cuando estaba sucediendo el Holocausto, millones de alemanes no olían las cremaciones, no escuchaban, no veían los campos de concentración. Pero ahora todos y todas podemos verlo en directo. Y yo quisiera no tener que verlo, pero es mi deber saber qué está pasando en el mundo.


No puedo mirar para otro lado.


Lo único que me calma el dolor es ver los vídeos y las fotos de las manifestaciones que están teniendo lugar en todos los pueblos y ciudades del mundo. Veo a millones de personas en las calles pidiendo a los gobiernos que paren la violencia, y no me siento tan rara ni tan sola.


También me ayuda mucho pensar que soy muy afortunada por poder hacer pedagogía aquí, en mis redes, en mis libros, y en todas las charlas y formaciones que doy. Ayudo a la gente a tomar conciencia dando a conocer las cifras sobre los efectos de las pantallas en los cerebros de los niños y las niñas, del retraso cognitivo que provoca la sobrexposición, de la cantidad de niños adictos al porno, del aumento de las violaciones en manada, las cifras de abuso sexual infantil, de femicidios, de violencia machista.

Una vez que entienden la estructura de abuso y violencia en la que nos relacionamos, empiezo a hablarles de otras formas de divertirnos que no impliquen sufrimiento, otras formas de relacionarnos y de resolver los problemas, y les hablo de la cultura de la no violencia. 

Para mí es clave que todos y todas aprendamos a tomar conciencia no solo de las violencias que sufrimos, sino también de las que ejercemos.

Yo me trabajo las mías, porque si quiero un mundo sin violencia, tengo que empezar por mi misma. Y lo mismo que no tolero la violencia de los demás, trabajo para no tolerar tampoco la mía.

No hay fórmulas mágicas: se trata de hacer un trabajo personal continuo para ser mejor persona. Se trata de no consumir los productos culturales que exaltan al macho violento, y hacer boicot a las industrias que se dedican a normalizar y romantizar la violencia. 

Se trata de educar a las nuevas generaciones para que no se acostumbren a ella. 

Se trata de reivindicar nuestro derecho a vivir una vida sin explotación, abuso, violencia y sufrimiento, y de exigirle a los gobiernos que queremos vivir en paz, que es un derecho humano fundamental.


Yo sé que no estoy sola, que muchas y muchos de los que me leéis pensáis igual que yo, y que cada cual está tomando conciencia y ayudando a los demás a tomar conciencia de lo importante que es trabajar la violencia, a nivel personal y a nivel colectivo, para que todas y todos podamos vivir en un mundo mejor.


Y os agradezco mucho la compañía, de veras. 


Coral Herrera Gómez 


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