Mostrando entradas con la etiqueta Cuidados. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cuidados. Mostrar todas las entradas

8 de noviembre de 2024

¿Cómo proteger a las niñas de la adicción romántica y de la violencia machista?




El mito del amor romántico tiene un impacto enorme en las niñas y las adolescentes, que son las más vulnerables porque son más fáciles de manipular. Mientras los niños varones se hacen adictos al porno, ellas se hacen adictas al amor romántico, y esto les afecta a todos los niveles: a su salud mental y emocional, a la relación que tienen con su cuerpo y con su salud física, a las relaciones que tienen con otras chicas, a su rendimiento académico, y a la forma en que diseñan su proyecto de vida.

Desde pequeñitas nuestra cultura patriarcal fomenta en ellas el narcisismo: los relatos que consumen les ofrecen modelos femeninos a seguir de chicas obsesionadas con la tiranía de la belleza: la moda, los cosméticos, los quirófanos, los tratamientos, las cremas, las dietas y las sesiones para machacarse en el gimnasio… 

Es una estrategia perfecta para que las niñas aprendan a ser mujeres patriarcales y consumistas, y para que obedezcan los mandatos de género, además de una fuente de negocios inagotable. La publicidad les bombardea a diario para que gasten dinero en estar guapas, corregir sus imperfecciones, odiar su cuerpo, y empezar una guerra contra sí mismas. Lo hacen mediante amenazas: “nadie te va a querer si estás gorda”, “eres fea y por eso nadie te elige como novia”, “te vas a quedar sola si no disciplinas tu cuerpo”

En la adolescencia la necesidad de sentirse aceptada por el grupo es fortísima, pero además también las enseñan a aspirar a ser las mejores en todo, a complacer a todo el mundo, a vivir para agradar y encantar a los hombres. Su autoestima depende de si son o no atractivas para ellos: no se valoran si ellos no las valoran. Desde pequeñas las enseñan que las demás mujeres son una amenaza, y que tienen que competir entre ellas para ver quién es la más guapa, la más sexy y la más popular.

La vía para alcanzar status dentro de la jerarquía social es ser elegida por el macho o por los machos alfa del barrio o del instituto. Por si solas no lo logran: es a través de la validación y el deseo de los hombres que adquieren su rango. Para seducirle y enamorarle, tienen que competir con las demás, y parecer más mayores de lo que son.

El objetivo de encontrar al príncipe azul es casi la única meta de las niñas que sufren adicción romántica. Y como muchas están presas de su ego, buscan desesperadamente validarse a través de los machos más patriarcales y poderosos. Quieren un hombre que se desviva por ellas y se ponga de rodillas, pero las que acaban arrodilladas son ellas

Las niñas que caen en la trampa romántica luchan por estar a la moda y por parecer “modernas” y “transgresoras” como los machos alfa, que parecen muy rebeldes pero en realidad también viven sometidos a los mandatos de género del patriarcado.

Las novelas románticas actuales son iguales que las del siglo XIX: les meten toneladas de sadomasoquismo en vena para que crean que amar es sufrir, y que cuanto más sufran, y más se sacrifiquen “por amor”, más grande será el premio. Su deseo sexual no importa: todo en el sexo debe girar en torno al placer del macho. Aprenden muy pronto a someterse en la cama, y también fuera de ella: se sienten esclavas del amor y sirvientas de su macho, creyendo que atravesando el valle de Lágrimas llegarán pronto al Paraíso romántico.

Las adolescentes pronto se dan cuenta de que el patriarcado solo les ofrece dos posibilidades: o convertirse en la Diosa Venus  (una mujer sexy que se acuesta con quien quiere), o la Diosa Hera (la esposa perfecta)

No tienen mucho margen: o eligen ser mujeres buenas (discretas, sacrificadas, sumisas al macho patriarcal) o mujeres malas (putas, zorras, guarras, etc que están disponibles para todos los hombres porque nunca serán elegidas como novias)

Para ellas es muy difícil escapar, porque los machos lo tienen muy claro: las buenas pueden alcanzar el trono del matrimonio (y comprometerse a no tener relaciones con otros hombres), y las malas son para follar, objetos de usar y tirar.

Para seducirlas, el patriarcado las hace creer que es posible actuar como una Afrodita para enamorar al macho, y luego convertirse en Hera, para poder ser la novia oficial de Zeus, el marido de Hera, el dios de todos los dioses.

Pero es una trampa: si los machos logran acostarse contigo a la primera, nunca te eligirán como esposa, siempre serás la amante. Y al revés: si intentas comportarte como una mujer buena, tendrás que renunciar a tener relaciones con chicos hasta que llegue tu príncipe azul, que te quieren virgen e inmaculada.

Los machos patriarcales no quieren tener novias, pero el patriarcado les seduce con la idea de que si tienen novia pueden también tener las amantes que quieran, y que es más emocionante hacerlo clandestinamente. 

Los machos patriarcales dominan el escenario, mientras que los demás les aplauden y les admiran. Son muy pocos los chavales que desobedecen los mandatos de género y son capaces de relacionarse con las mujeres como compañeras. Los estudios nos muestran que los chicos cada vez son más conservadores, machistas, racistas, homofóbicos y de derechas. 

Para las adolescentes es muy difícil encontrar chicos que no sufran misoginia con los que poder vivir una relación basada en la igualdad, la libertad, los derechos humanos, el disfrute y el placer, la ternura y los buenos tratos.

Muchas de ellas se pasan años soñando con el día de su boda, invirtiendo mucha energía, mucho tiempo y mucho dinero en este sueño. Viven en guerra contra sí mismas, desarrollan una fuerte dependencia emocional, desarrollan depresiones y trastornos alimentarios, se hunden psicológicamente si no son elegidas por los más guapos de la comunidad. 

Nadie les cuenta lo que pasa después de la boda, cuando acaba la luna de miel. No saben que cuando entren en palacio no van a ser las reinas, sino las sirvientas. Y cuando se den cuenta ya será muy tarde, y la mayoría aprenderá a resignarse. Porque nuestra cultura sigue romantizando la violencia y haciéndoles creer que “quien bien te quiere te hará llorar”, o que “los que más se pelean, son los que más se desean”

El mayor peligro que corren nuestras adolescentes con el amor romántico es sufrir violencia emocional y psicológica, violencia sexual, malos tratos y agresiones. Las estadísticas nos muestran que cada vez hay más niñas y adolescentes con protección policial por el riesgo que corren de ser agredidas o asesinadas por sus novios y ex novios. Esta violencia machista va es proporcional al aumento de la misoginia en nuestra cultura, y cada vez es más difícil protegerlas, porque el mito del amor romántico sigue siendo uno de los métodos de control y sometimiento más eficaces del patriarcado.

En mi libro 100 preguntas sobre el amor, les explico todo esto a las chicas, y desmonto todos los mitos del romanticismo patriarcal para que no caigan en la trampa, para que se liberen de la adicción y de la dependencia emocional, y para que aprendan a defender su libertad y sus derechos humanos fundamentales. Espero que te sea útil y te ayude mucho a trabajar el tema de las emociones y de las relaciones con tus hijas, sobrinas, alumnas, y vecinas.

Coral Herrera Gómez 




Aquí en tu librería favorita

Aquí en librerías de América Latina


5 de noviembre de 2024

Cuidar a tus amigas también es Autocuidado



Cuidar a tus amigas también es Autocuidado.

Cuidar a tus vecinas, 

A tus abuelas

A tus tías

A tus hermanas

A tus primas 

A tus compañeras de estudio y de trabajo,

Es también cuidarte a ti misma. 


Cuidar a tu gente querida 

A tu colectiva

A tus redes de afecto y apoyo mutuo

Es una forma de resistencia frente a un sistema que nos quiere solas, aisladas, enfrentadas, y en guerra entre nosotras mismas.

Autocuidado es también cuidar a la gente que te quiere, te apoya y te cuida.


A tu colectiva

A tus redes de afecto y apoyo mutuo

Es también cuidarte a ti misma

Es una forma de resistencia frente a un sistema que nos quiere solas, aisladas, enfrentadas, y en guerra entre nosotras, y contra nosotras mismas.

Autocuidado es también cuidar a la gente que te quiere, te apoya y te cuida.


Coral Herrera Gómez 

30 de mayo de 2024

Feminismo en casa: cómo hacer la Revolución Amorosa en familia




La Revolución empieza en casa. Si estás hasta el moño de que tu familia te trate como a una sirvienta, en este post te cuento cómo llevar el feminismo a tu hogar, y cómo poner en práctica la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados. 

Llevar la utopía a la práctica no es una tarea fácil, sobre todo cuando tus hijas e hijos se han acostumbrado, igual que tu marido, a recibir cuidados sin darlos, y a vivir como reyes s tu costa. 

No es fácil porque los miembros de tu familia no quieren que nada cambie: viven de lujo así, aunque tengan que soportar a veces tus estallidos de rabia y frustración. Les compensa recibir broncas y soportar tu malhumor, y estar todo el día en pie de guerra.

Pero tu Salud está en juego: el agotamiento y el rencor contra los que abusan de nosotras nos acaba enfermando a nosotras. Nos medican para que aguantemos, pero estamos hartas de aguantar. 

¿Por donde empezar? Mi propuesta es que convoques a tu familia a una asamblea, y que sea una reunión libre de pantallas y dispositivos. 


Aquí los pasos para celebrar la primera Asamblea Familiar:

1) Toma de conciencia: Lo primero es expresar como te sientes sin que nadie te interrumpa. Evita los reproches para que no empiecen a defenderse: es más efectivo tratar de generar empatía contando cómo te sientes, y explicando qué necesitas para sentirte mejor. 

Es importante explicar al final que no eres la única, que somos millones de mujeres en todo el mundo en la misma situación. Tu pareja, tus hijos e hijas y demás miembros de la familia tienen que darse cuenta de la injusticia social que supone la explotación doméstica que sufren las mujeres en todo el mundo. El mejor indicador para que entiendan lo que sucede es el del tiempo libre: en todo el mundo los hombres tienen el doble de  tiempo libre que las mujeres, y las mujeres sufren doble jornada laboral.

Se estima que las mujeres que son madres solo tienen una hora libre de tiempo al día, y además la mayoría no tiene derecho a permisos por enfermedad, días de descanso y vacaciones, ni salario. Tienen que comprender que el agotamiento no solo causa mal humor, también tiene un fuerte impacto en tu salud mental, emocional y física. 

Después de analizar el contexto mundial, toca aterrizar y plantearse en grupo: ¿cuánto tiempo libre tenemos cada miembro de la familia, y cómo podríamos hacer para que todos disfrutáramos del mismo número de horas para descansar y disfrutar de la vida? 

Y aquí es cuando es necesario debatir sobre cómo podemos abolir la monarquía patriarcal para sustituirla por una democracia asamblearia. 

Lo más importante es que tus seres queridos se planteen conjuntamente las estrategias para liberar a mamá de su papel de criada, y lograr que tenga todos sus derechos garantizados.

Al final de este primer paso todos y todas deben tener claro que cuando los cuidados no son mutuos, es explotación emocional y doméstica. 

Y que hay que abandonar las estructuras de abuso con las que nos relacionamos, porque los valores del capitalismo y el patriarcado están basados en los privilegios masculinos, el individualismo, la dominación, la acumulación, las jerarquías de poder y las guerras.

La revolución amorosa pretende sustituir estos valores por los del feminismo, el ecologismo, el pacifismo y los derechos humanos fundamentales: apoyo mutuo, cooperación, empatía, solidaridad, igualdad, libertad, paz, trabajo en equipo y compañerismo.


2) Soluciones

Aquí nos ponemos en plan práctico  y lanzamos la pregunta: ¿cómo cuidamos la familia entre todas, y cómo podemos mejorar nuestro hogar?

Es posible que los miembros de tu familia te propongan explotar a una mujer más pobre que te sustituya a ti y cobre poco dinero, pero esta no es una solución feminista. Lo que queremos es erradicar la explotación, no que tú te liberes explotando a otra mujer, y que los demás miembros de tu familia sigan viviendo como si fueran hijos de faraones.

La solución entonces es repartir las tareas de un modo equitativo e igualitario, de manera que cada miembro de la familia, según su edad y capacidades, aporte y colabore. 

En un hogar feliz, se practica la comunicación no violenta, todos dan y reciben cuidados, todos tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones y nos prestamos apoyo mutuo. 


3) Cambios: este es el momento para plantearse: 

¿Qué cambios tenemos que hacer cada uno para transformar esta familia?, ¿qué necesitamos para vivir mejor?

Lo primero es que todos los miembros de la familia aprendan a cuidarse a sí mismos, empezando por el  marido, que tiene que hacer autocrítica amorosa y dar ejemplo. Los discursos sobre la igualdad no sirven de nada si los hombres adultos de la casa no dan ejemplo. Ellos son los que tienen que empezar a tratar a sus parejas como compañeras, y renunciar a sus privilegios masculinos.

El siguiente paso es que todos aprender a cuidar a su gente querida y los espacios que habitan, y para esto hay que entrenar a diario, y tomar plena conciencia de que todos y todas somos responsables del bienestar familiar y del funcionamiento del hogar. 

Los niños que se crian en un hogar feminista no necesitarán una criada cuando logren conquistar su autonomía y las niñas no querrán ser las criadas de nadie cuando sean adultas. Si te ven a ti defendiendo tu derecho a recibir cuidados, y tu derecho a tener tiempo libre para descasar y divertirte, ellas también lo harán. Si no abusan de ti, es más probable que tampoco abusen de los demás cuando se independicen y se hagan adultos.

Nosotras también tenemos que hacer cambios mientras llevamos el feminismo a nuestro hogar. Por ejemplo, tenemos que tomar conciencia de que el poder que sentimos llevando el control de todo y siendo imprescindibles para todos, en realidad nos esclaviza. Es una trampa del patriarcado. Por eso hay que aprender a soltar: nosotras no nacimos para ser policías, ni carceleras. Este papel de capitana del hogar nos convierte en sirvientas. 

No es fácil cambiar, pero se puede: se vive mucho mejor en estructuras horizontales e igualitarias basadas en el trabajo en equipo, y esta es en realidad la única manera de criar personas autónomas, solidarias , responsables y comprometidas. 

Y es también la única manera de cuidar tu salud y de procurarte a ti misma una Buena Vida. 


4) Eaboración del Pacto de Cuidados Mutuos y firma de el Contrato Amoroso:  ha llegado el momento de juntarse y ponerse a escribir. 

No se os olvide que para cualquier ser humano es más fácil cumplir con las normas en cuya creación ha participado, que cumplir con las normas impuestas por otros.

En esta fase del proyecto revolucionario se establecen las normas de convivencia, y se reparten las tareas equitativamente. 

Poned todo el tiempo el foco en cómo vamos a cuidar el ambiente y la atmósfera familiar, cómo vamos a expresar nuestras emociones y cómo vamos a resolver los problemas sin hacernos daño. 

También hay que establecer la periodicidad de las asambleas familiares, y la forma de evaluar si los pactos se están cumpliendo y si el proyecto está funcionando. En estos espacios es importante que todos y todas podamos contar cómo nos estamos sintiendo, y qué necesitamos para estar mejor, y cómo podríamos mejorar el proyecto. 

Se trata de poner en el centro el Bien Común y el Buen Vivir, y aplicar la ética del amor y la filosofía de los cuidados a vuestra vida cotidiana. Se aprende tomando conciencia, practicando la autocrítica amorosa, y entrenando día a día.


5) Celebración: hay que celebrarlo con una buena fiesta, repartiendo las tareas para organizar el evento entre todos y todas, y poniendo en marcha el Pacto de Cuidados. Buena comida, música y baile: empieza una nueva etapa en vuestras vidas.

Parece fácil así planteado, ¿verdad?

Pero, ¿qué hacer si los miembros de tu familia no quieren cambiar, o dicen que van a cambiar pero te toca a ti estar detrás de ellos para que cumplan sus acuerdos? 

Mi consejo es que apliques las estrategias de lucha de la clase obrera, incluida la huelga general. Y si nada sirve, amenazas con que te vas. Y si no te creen, vete unos días a casa de tu amiga. Y al final haces lo que hacen muchas mujeres, cada vez más: demanda de divorcio al canto.

Piensa que en esta batalla no estás sola: todos los días todas las mujeres protestan y luchan en sus hogares contra el abuso, la explotación y la violencia. En todo el mundo. En todas las casas. Lo mismo las que son feministas que las que no lo son: la lucha por los buenos tratos, la justicia y los derechos humanos de las mujeres tiene siglos de Historia y es universal. 

Apoyaté en otras mujeres, y busca más familias revolucionarias, verás que las transformaciones son contagiosas, y que es posible llevar la utopía a la práctica. Tú y todas las mujeres del mundo tenemos derecho a vivir una Buena Vida. 

Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 







Si tú también estás haciendo la Revolución Amorosa y quieres sentirte acompañada, 

 ¡vente con nosotras al Laboratorio del Amor! 

11 de marzo de 2024

Desmontando el Mito de la Conciliación




Después del mito del amor romántico y del mito de la familia feliz, tuvieron que inventar otros dos mitos más para adaptarse a los nuevos tiempos: el mito de la súper mujer que puede con todo, y el mito de la conciliación. 

¿Por qué es un mito la conciliación de la vida personal, la vida laboral y los cuidados? 

Porque la única forma de hacer el mito realidad sería disminuyendo la mitad de la jornada laboral y la carga de trabajo. 

Las empresas y las instituciones no pueden reducir a la mitad la carga laboral porque tendrían que contratar al doble de personas. Para que ellos puedan cobrar mucho, es fundamental reducir la inversión en salarios. Cuanto peor nos paguen a nosotras, más ganan ellos. 

Ahora algunos de ellos, para parecer más humanos, dicen que están tomando conciencia del enorme gasto que suponen las enfermedades a causa del estrés y la sobrecarga de trabajo, y dicen que se han dado cuenta de que las personas son más productivas cuanto menos cansadas están. 

Pero son muy pocos los que aceptan medidas como la de reducir la jornada semanal a cuatro días, pese a que está demostrado que es una medida que beneficia tanto a los empleadores, como a los y las trabajadoras. 

Y es importante explicar que estas medidas son inútiles si nos dedicamos a teletrabajar en ese día libre.


¿Para qué usan el mito de la conciliación?

Para engañarnos. 

Cuando las mujeres se incorporaron masivamente al mercado laboral a finales del siglo XX, los hombres no se incorporaron masivamente al sistema de cuidados. Resultado: hoy la gran mayoría de mujeres tienen una doble jornada laboral, una dentro de casa sin remunerar, y otra fuera remunerada.

El mito de la conciliación sostiene la idea de que las mujeres podemos liberarnos de nuestras obligaciones igual que lo hacen los hombres. 

Liberarse de las tareas de cuidados es un privilegio masculino al alcance de algunas mujeres privilegiadas que pueden contratar a mujeres pobres: mamás sustitutas, para que cuiden a sus criaturas, trabajadoras del hogar, para que limpien y cocinen, y cuidadoras para que se encarguen de los familiares enfermos, accidentados o con discapacidad. 

Estas mujeres no pueden cobrar lo mismo que las mujeres profesionales, porque a las mujeres de clase media no les compensaría trabajar fuera de casa. Así que los salarios de las cuidadoras tienen que ser por lo menos la mitad, y sus condiciones laborales mucho más precarias que las de las mujeres de clase media. 

Si las parejas que contratan a sustitutas tuvieran que pagarles la cotización al seguro social, más vacaciones, bajas por enfermedad, etc no podrían beneficiarse de sus servicios, porque los costes serían demasiado altos. 

Por eso es tan difícil erradicar la explotación: la gran mayoría de las mujeres que cuidan no tienen papeles, y tienen que dar de comer a muchos familiares. Ellas aceptan los trabajos más duros y las condiciones más inhumanas porque no tienen alternativas. Algunas tienen que vivir encerradas en la casa familiar en la que sirven, sin horarios para descansar, y sin poder ver a sus hijos e hijas.

Las mujeres más pobres no solo tienen que hacer frente a la explotación doméstica: también sufren explotación sexual y reproductiva. 

En algunos países, los gobiernos están creando centros para que depositemos allí a nuestros bebés y nuestras personas mayores, y así no tengamos excusa para ir a trabajar. Lo llaman guarderías desde los cero años, y centros de día. En ellos las mujeres también trabajan en condiciones lamentables, con salarios muy precarios por culpa de la externalización de servicios y la sobrecarga de trabajo: todas nosotras sabemos que una mujer sola no puede cuidar a seis o siete bebés adecuadamente, ni tampoco puede cuidar debidamente a personas dependientes. 

Las mujeres lo sabemos porque a duras penas podemos con un solo crío. Se necesita una comunidad de cuidados para críar a un solo bebé y a su madre. 


¿Qué ocurre con las mujeres que queremos cuidar a nuestros propios niños y niñas? 

Si no queremos dejar a nuestros bebés con desconocidas, las únicas opciones para nosotras son: 

- depender económicamente del marido mientras cuidamos, 

- las que no tienen marido abrazar la precariedad, 

y por último podemos hacernos autónomas y trabajar desde casa, renunciando al tiempo libre, al descanso y al sueño. 


¿Cómo podemos aguantar el ritmo de tres jornadas laborales las que queremos cuidar a nuestros seres queridos? Con drogas, legales e ilegales: café, ansiolíticos, somníferos, y antidepresivos. 

Los índices de salud mental de las mujeres demuestran que solas no podemos sostener a la vez el sistema laboral y el de cuidados, y que es imposible trabajar ocho horas, más dos de transporte, más cuatro o cinco de labores de cuidados. 

Las mujeres se llevan trabajo a casa, pero no es posible cocinar, hacer lavadoras, contestar emails, cambiar pañales, ayudar con los deberes a las crías, pasear al perro, y preparar informes a la vez. Es imposible y lo comprobamos durante la pandemia.

¿Quien cuida a las cuidadoras? Nadie. Las cuidadoras son súper mujeres que no necesitan descansar, ni dormir, ni necesitan vacaciones, ni siquiera salario, porque todo lo que hacen, lo hacen por amor. Cuidan la casa, cuidan a las personas, cuidan las plantas, los jardines y los huertos, las mascotas, los animales domésticos, y ahora insistimos para que también se cuiden a sí mismas. 

¿Y de donde sacamos tiempo para ser las mejores profesionales, las mejores esposas, las mejores mamás? Todas nos vemos obligadas a renunciar a nuestro derecho al descanso y al tiempo libre, mientras nuestros compañeros disfrutan de cuatro o cinco horas al día. 

Es una injusticia tremenda que los hombres tengan más tiempo para vivir, para estudiar, para hacer deporte, para disfrutar de sus pasiones y sus seres queridos, para dormir y descansar. 

Las medidas que permiten a los hombres reducir su jornada para cuidar están muy bien, pero son muy pocos los que las piden. 

¿Y qué les pasa a los hombres, por qué son tan insolidarios? Porque son unos privilegiados, la mayoría de ellos viven como reyes: reciben cuidados sin darlos. Ni siquiera cuando sus cuidadoras enferman son capaces de cuidar. 

Nada cambiará mientras los hombres no aprendan a cuidarse a sí mismos y a los demás. 

La única solución para garantizar la conciliación es repartirse entre todas y todos los cuidados de manera equitativa y justa. Otras formas de cuidarnos son posibles: cuidar es un asunto político de primer orden.


Y ahora vamos a lo importante: ¿qué hacemos con las infancias? 

La mayoría están siendo criadas por personas que no tienen ningún tipo de vínculo afectivo con ellas. Apenas tenemos tiempo para ellas. Las medicamos también para que no protesten, y les ofrecemos terapia para que superen el trauma del padre y la madre ausentes. 

Los niños y las niñas de todo el mundo querrían estar más tiempo con sus progenitores, así que para que no lloren les enchufamos a pantallas y les cubrimos de regalos. Y sin embargo no se nos quita el sentimiento de culpa, porque sabemos que es una tremenda injusticia traer niños y niñas al mundo para que los cuiden personas que no pueden criar a sus propias hijas porque tienen que cuidar de las nuestras. Esto en Europa.

En América Latina quienes sostienen la sociedad entera son las abuelas. Ellas son las que permiten que las personas adultas vayan a trabajar, son el pilar principal de varias familias al mismo tiempo. Son las que jamás tienen tiempo para sí mismas, las que dan de comer a hijos, hijas, nietos y nietas, son ellas las que sostienen la economía. Lo hacen gratis, porque les pedimos que lo hagan por amor a sus hijas y a sus nietas.

¿Cómo convertir el mito en realidad?

La única manera de convertir en realidad el mito de la conciliación es dividir en dos las jornadas laborales de mujeres y hombres, para que podamos dedicar la mitad al sistema productivo y la otra mitad a los cuidados, un 4+4. 

Pero nadie quiere oír hablar de reducir la carga laboral ni la jornada laboral. Por eso nos bombardean con la idea de que tenemos que cuidarnos, y de que podemos pasar todo el día trabajando dentro y fuera de casa sin descanso, porque somos unas super mujeres y podemos hacer lo mismo que los hombres, pero con dos jornadas laborales. 

Esta era la "igualdad"  y la "libertad" que nos prometían si estudiábamos y trabajabamos al mismo tiempo que criabamos hijos e hijas, y cuidabamos a nuestros padres y madres. 

¿Cuál es la realidad en la actualidad? Que estamos agotadas, que estamos enfermando, y que nuestros precarios salarios no nos proporcionan autonomía. Nos piden que tengamos hijos, pero no crean las condiciones para que podamos criarlos adecuadamente. 

¿Y cuales son esas condiciones? Para cuidar necesitamos tiempo y dinero. Una Renta Básica Universal que nos permita disfrutar de la maternidad y que permita a los hombres disfrutar de sus paternidades. Unos ingresos dignos garantizados que nos permitan a todos responsabilizarnos de los cuidados a las personas más vulnerables y que más nos necesitan. 

Sin dinero, la maternidad es una de las causas que nos ponen en peligro de exclusión social. Las mujeres cuantos más hijos tenemos, más precarias y pobres somos, especialmente si los padres abandonan a sus hijos e hijas. 

Cifras que demuestran que la Conciliación es un mito: 

En el Mundo: 

Según el Informe El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente de la OIT, 2018: 

- En el mundo, las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres. A lo largo de un año, esto representa un total de 201 días de trabajo para las mujeres en comparación con 63 días de trabajo para los hombres. 

- A nivel mundial se dedican 16.400 millones de horas al trabajo de cuidados no remunerado todos los días. Esto corresponde a 2.000 millones de personas trabajando 8 horas al día sin recibir una remuneración a cambio. 


En España

- En 2018, se emplearon 130 millones de horas en trabajo no remunerado dedicado al cuidado, una cifra que supondría 16 millones de personas trabajando ocho horas al día sin recibir remuneración, según la OIT

- Las mujeres dedican una media de 5 horas y 59 minutos al trabajo doméstico, más del doble de tiempo que los hombres, que sólo dedican 2 horas y 20 minutos, según el Instituto de la Mujer de España (2019)

- En España unos 10 millones de personas requieren cuidados, unas cifras que sitúan al país en el puesto 22 del ranking de países con mayores ratios de dependencia de cuidados de personas mayores del mundo.

- La brecha salarial en España es del 24%, es decir, las mujeres cobramos menos y además trabajamos gratis 52 días al año, según el INE.

- Del total de personas que solicitaron excedencias para cuidar de familiares en 2020, el 87,17% fueron mujeres, según las cifras del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en 2020. 

- El 25% de mujeres en España en edad laboral declaran que no pueden trabajar fuera de casa para tener ingresos porque cuidan de familiares dependientes, según la OIT (2018). Realizan el 68% del tiempo total dedicado al cuidado de niños y ancianos y otras labores domésticas y no cobran por ello.


Según el  estudio sociológico “Somos Equipo” de la Asociación Yo No Renuncio y el Club de Malasmadres, realizado a partir de 24.000 encuestas online a mayores de 21 años,

- El 58% de las mujeres profesionales renuncian a su carrera cuando son madres, frente al 6% de los hombres. 

- Las mujeres residentes en España disponen de media de unos 57 minutos de tiempo libre al día. Esto se debe a que el 54% de las mujeres asume la responsabilidad principal de las “tareas invisibles” del hogar, frente al 17% de los hombres. 


Salud Mental: 

- Entre el 11% y el 27% de los problemas de salud mental en España se pueden atribuir a las condiciones de trabajo.

- Más de 2 millones de españoles toman psicofármacos a diario: junto a Portugal somos el país de la Unión Europea que más ansiolíticos, sedantes e hipnóticos consume. 

- Las mujeres doblan a los hombres en el consumo de psicofármacos y son más proclives al diagnóstico de ansiedad, insomnio o depresión, trastornos que conllevan una mayor prescripción de estas sustancias, según datos del INE, 2021.


Coral Herrera Gómez 



Artículos relacionados: 

Desmontando el mito del Amor Romántico
















Todos los libros de Coral Herrera Gómez

13 de noviembre de 2023

Vacaciones en las relaciones: una vía para no romperlas




Recuerdo el día en que un amigo me pidió una pausa en la relación después de una discusión fortísima de la que salimos los dos muy heridos. Intentamos hablarlo varias veces pero no había forma, nos dolía a los dos un montón, y lo empeorabamos en lugar de arreglarlo.

Me dijo que necesitaba alejarse un tiempo y a mí me dolió mucho, pero respeté su decisión. Y me consolé a mí misma pensando que nos iba a venir bien, aunque tuve que trabajarme mucho por dentro el ego, y ese miedo atroz a que me dejen de querer. 

A veces me daban ganas de escribirle cuando me acordaba de él, cuando veía algo en las redes que pensaba que le podría gustar, o cuando pensaba en la muerte. Me acordaba de él en su cumpleaños, en navidades, o cuando me pasaba algo y necesitaba hablar con él. Me asaltaban los recuerdos cuando escuchaba una canción que habíamos compartido, y me preguntaba a menudo si él y su familia estarían bien. 

A veces me enfadaba pensando, ¿hasta cuándo vamos a estar así?, ¿cómo es que no me echa de menos? Me daban ganas de llamarle y decirle, oye, ¿qué pasa si nos morimos uno de los dos, nos vamos a quedar con el dolor de no haber disfrutado estos últimos años?


Pero aguanté cuatro años, y cuando volvimos de nuevo a hablar, y a retomar la amistad, fue bien lindo porque ya se nos había ido el enfado, y pudimos volver a querernos sin hacernos daño.

En mi vida he pasado por esto con varias personas, a veces ha sido suficiente con un año de escaso o nulo contacto, otras veces hemos necesitado más tiempo. 

No es fácil, pero en todas hemos logrado que la relación no se rompiera. En las vacaciones da tiempo a tomar perspectiva, a hacer autocrítica, a pensar mucho, y a echarnos de menos. 

Y volver a conectar es hermoso, porque es como darle al standby, y a resetear la relación, y empezar de nuevo desde otra perspectiva. 


Muchos creemos que para tomar una decisión así hay que tener una pelea descomunal, pero en realidad es mejor hacerlo antes de que estalle todo en mil pedazos. Porque si estalla, a veces no se pueden pegar los trocitos, y no queda igual que antes.

Yo sé que suena raro lo de las vacaciones, pero es mejor que romper definitivamente. No es una derrota, sino más bien es como meter la relación en un congelador y esperar a que las emociones bajen de intensidad.

A veces las relaciones largas están tan cargadas de dolor que no hay manera de relacionarse sin sufrir, y sin hacer sufrir a la otra persona. 

Y es que los cuidados son muy importantes no solo cuando todo va bien, y nos queremos mucho, y no hay problemas. También hay que cuidar mucho a la gente que amas cuando sientes mucha rabia y mucho dolor, sobre todo cuando sabes que puedes hacer mucho daño a la persona a la que quieres. 

Si la rabia es muy grande, puedes destrozar a esa persona con palabras de las que luego te puedes arrepentir, y a veces no sirve de nada pedir perdón, y no hay manera de que la relación siga. 

No es fácil cuidar a la otra persona para que el rencor acumulado no la destroce, por eso lo mejor es alejarse, pero puedes hacerlo bien, sin necesidad de hacer la guerra. 

Esto no es lo más común, porque siempre pensamos más en cómo protegernos a nosotros y a nosotras mismas. Pero al cuidar a las personas que quieres, también te estás cuidando a tí. 

El rencor es como una bomba de relojería, o como un globo que se va llenando de aire y en un momento dado, explota. En las relaciones de pareja es el principal motivo por el cual se va muriendo el amor, porque el rencor transmuta fácilmente en odio. Y desde el odio nos faltamos al respeto, y las discusiones son un cruce de reproches interminables que no nos llevan a ningún lado. Es una emoción demasiado fuerte, por eso lo mejor es dejar la relación cuando llegamos a ese punto. 

En las relaciones de amistad , si podemos evitar que el rencor no se convierta en odio; podemos poner en pausa la relación, alejarnos y pactar amorosamente el contacto cero. 

Lo mismo que tienes que cuidar a la otra persona cuando estás enfadada, también tienes que protegerte a ti misma del dolor y la rabia de los demás. La vida es muchísimo más dura cuando estás en una lucha de poder interminable que te quita mucha energía, y te quita la paz interior. 

Cuando ponemos en pausa una relación, o nos tomamos unas vacaciones, tenemos que ser conscientes de que a veces los ritmos de cada cual son diferentes, que unos necesitamos más tiempo y otros menos. Y también asumir el riesgo de que la otra persona se de cuenta de que vive muy bien sin tí, y decida que no quiere retomar la relación. Hay que aceptarlo también, con mucha humildad. Y asumir que también nos puede ocurrir a nosotras. 

Más duro es aceptar que nos podemos morir sin habernos dado un abrazo, pero hay que asumirlo también. 

En relaciones de pareja y familiares es más difícil hacer una pausa. Pero sí se pueden firmar tratados de no agresión, se puede pedir un alto el fuego, se puede también tener una relación cordial y respetuosa en la que ambas personas tomen una sana distancia para que el resto de la familia no se vea afectada. 

Porque también es importante cuidar a la gente que rodea a la relación. Generalmente lo que hacemos es pedirles que se posicionen a nuestro favor, y para ellos es súper difícil cuando les obligas a elegir, porque quieren a las dos personas. Y además, no es justo que los demás sufran porque nosotros estamos sufriendo.

Cuando no hemos podido evitar la guerra, aceptemos que ha llegado el final. También cuando, por mucho empeño que le pongamos, la relación no funciona y no hay manera de arreglarla. A veces el amor no es suficiente para sostener una relación, a veces evolucionamos de manera muy diferente, y aunque nos queramos mucho, hay relaciones que es mejor terminar para siempre. 

Ojalá tuviésemos herramientas para cuidar nuestras emociones de manera que no hagan daño a los demás, y para resolver nuestros problemas sin violencia. Ojalá supiésemos cuidarnos, y cuidar a los demás, ojalá fuéramos más responsables y honestos, y dejáramos de echarle la culpa de todo lo que nos pasa a los demás. Creo que si supiésemos hacer autocrítica amorosa, reconocer errores y pedir perdón, nuestras relaciones serían mejores, y nuestras vidas serían mejores también.

También nos ayudaría mucho dejar de vivir los conflictos como si fueran batallas en las que nuestra misión es conseguir nuestro objetivo, imponer nuestro criterio, demostrar que tenemos razón, machacar al enemigo psicológicamente, y destrozarlo hasta que se ponga de rodillas. 

Si en lugar de batallar pudiéramos ponernos a buscar soluciones a los problemas, sería todo más fácil. Es cierto que hay problemas que no tienen solución, o al menos no en ese momento, ni con esas emociones que estamos sintiendo. Podemos dejar las cuestiones en pausa, igual que dejamos la tierra en barbecho, y retomarlas cuando haya pasado un tiempo. 

Quizás más adelante sea más fácil resolverlo, ya con más experiencia y sabiduría.

Porque sí, el tiempo calma las emociones, alivia el sufrimiento, cambia nuestra forma de ver las cosas. El orgullo se desinfla como un globo, lentamente, y empezamos a ver el conflicto desde fuera, ya sin tanta pasión.

Llega un día en el que ya te sientes preparada emocionalmente, que ya no queda rastro de la rabia ni del rencor en tu interior. Es el día en el que te puede la nostalgia y sientes que quieres tener a esa persona cerca, y volver a formar parte de su vida... si es que ella también se siente preparada. 

El tiempo de la distancia es duro, pero el reencuentro es hermoso. Volver a retomar una amistad de muchos años, ya libres ambos de enfado o de dolor, es como un regalo de la vida. 

Por experiencia propia, siento que unas vacaciones a tiempo pueden ayudar a que no se rompa una relación. A veces no son iguales que antes, otras veces son mejores... y otras son diferentes. Pero son bonitas igualmente.

Contadme vosotras, ¿habéis retomado alguna vez relaciones familiares o de amistad con el tiempo?, ¿os han ayudado las vacaciones a cuidaros y a cuidar el vínculo amoroso? 


Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 


Otras formas de enfadarse son posibles

Autocrítica amorosa para hacer la revolución y ser mejores personas



Prólogo del Libro: 100 preguntas sobre el amor


26 de octubre de 2023

¿Cómo hacer nuevas amigas?

 


Todas mis relaciones de amistad con mujeres surgieron de una conversación íntima y larguísima. Primero nos sentimos atraídas al vernos, luego sentimos una vibra especial, y cuando nos sentamos a hablar y empezamos a desnudar las almas, comienza la magia. A medida que la otra nos demuestra que se siente segura con nosotras, nosotras nos empezamos a sentir también seguras con ellas, y se crea un clima de confianza mutua que nos permite ir abriéndonos los corazones, hasta que ambos conectan.

 Mujeres que comparten su historia de vida y reciben la tuya como un tesoro, desde la complicidad y la escucha amorosa: así forjé el vínculo del amor con todas las mujeres de mi vida, también con las de mi familia. Hay un enamoramiento en ese compartir, que se parece mucho a la magia del romanticismo, pero que es mucho mejor porque el deseo no es de conquistar ni poseer, sino de conocernos mejor y disfrutarnos mutuamente.

La magia surge cuando nos abrimos en canal, y nos mostramos tal cual somos, sin miedo a que la otra mujer use la información que le estamos dando para hacernos daño. Cuando vemos que la otra tampoco tiene miedo, y se pone generosa, nosotras nos ponemos más generosas también y nos quitamos la armadura para que nos vea tal y como somos, con nuestros defectos y virtudes, nuestras grandezas y nuestras miserias, nuestros éxitos y nuestras derrotas.

Hablando del tiempo jamás podremos hacer otra cosa que quedarnos en la superficie, no hay nada más aburrido que la gente que habla de lo político y no de lo personal. Solo se puede disfrutar el gozo de la conexión cuando nos quitamos la máscara social y nos abrimos en canal.

¿Y que pasa cuando vivimos ese momento mágico con una mujer?, ¿cómo creamos una relación amorosa?

Generalmente buscamos las cosas que tenemos en común, y desde ahí proponemos planes, y elaboramos un proyecto:

a mí también me gusta mucho caminar, ¿qué te parece si nos vamos a andar juntas todos los domingos por la tarde?,

¿y si nos apuntamos a las noches de astronomía juntas?,

a mi también me gusta la poesía, vente a mi casa y leemos juntas en voz alta a nuestras autoras favoritas.

Una vez que encontramos la manera de vernos, y la excusa para juntarnos, ya todo es mucho más fácil.

Para nutrir y hacer crecer una relación hay que cuidarla mucho, y también hay que trabajarse por dentro. Nos han educado para relacionarnos desde el interés, el dominio, la competitividad, el abuso, la rivalidad, así que hay que desaprenderlo todo, y aprender a relacionarnos desde la ternura, el compañerismo, la sororidad, los ingredientes imprescindibles para poder construir relaciones igualitarias en las que todo sea mutuo y recíproco.

Lo primero es quitarte el miedo a las mujeres, lo segundo, el miedo a que te hagan daño. Hay que ser valiente para dar y recibir amor, y hay que ser generosa para compartir tu intimidad, tus miedos, tus sueños, tus recuerdos, tus traumas, tus éxtasis, tus malos y tus buenos momentos.

No necesitas dar buena imagen para que te acepten y te quieran: las amigas te quieren tan y como eres. No necesitas aparentar, ni disimular, ni fingir que eres otra, no tienes que hacerte la fuerte, con ellas puedes mostrar tu vulnerabilidad.

Desde la vulnerabilidad es desde donde podemos construir relaciones basadas en el respeto, la admiración, la cooperación, la sinceridad, el apoyo mutuo, y los cuidados.

Una vez que hemos creado el vínculo, hay que fortalecerlo. Para poder cuidar y hacer crecer estas relaciones, es fundamental que aprendamos a cuidarnos a nosotras mismas, y a trabajar todo aquello que necesitamos para ser mejores personas, y para que nuestras relaciones sean mejores. 

Para poder disfrutar del amor tenemos que entrenar en el arte de la empatía y la solidaridad, trabajarnos el egoísmo, mantener a raya el ego, aprender a hacer autocrítica amorosa, y dar lo mejor de nosotras mismas para que la relación florezca.

Lo más bonito de la amistad entre mujeres es que no está limitada por la exclusividad, como el amor romántico, así que son relaciones en las que caben muchas más mujeres: no hay nada como tener tu propia tribu de amigas con las que hacer frente a un mundo tan individualista, violento e inhumano.

Así que recuerda: lo primero es perder el miedo a las mujeres, ser valiente y generosa, y encontrar las afinidades y las cosas que tenemos en común para afianzar las relaciones. Pueden ser nuestras inquietudes sociales y políticas, artísticas o deportivas, pueden ser nuestras pasiones y aficiones, o simplemente, las ganas de socializar y construir una red de apoyo mutuo.

Lo importante es que dediquemos tiempo a nuestras relaciones, y aprendamos desde pequeñas a valorar el amor entre nosotras, y a darle a la amistad la importancia que se merece. La neurociencia ha demostrado que vivir rodeadas de amor es fundamental para cuidar tu salud mental y emocional, y que las relaciones con los demás son el pilar fundamental de nuestro bienestar y nuestra felicidad.

Las amigas no son solo buenas para la salud y para alargarnos la vida, también para resistir contra el patriarcado, que nos quiere aisladas y enfrentadas entre nosotras. Tengamos presente todo el tiempo que el amor entre mujeres es subversivo, porque no hay nada más poderoso que los grupos de mujeres unidas y organizadas. 

Y si tan difícil encontrar el tiempo y el espacio para apoyarnos y disfrutar, es precisamente porque el capitalismo nos quiere solas, y productivas. Nos quieren sobrecargadas de trabajo, nos quieren estresadas y amargadas, nos quieren medicadas hasta las cejas. Solas y presas del miedo a la soledad somos más vulnerables, por eso es tan importante crear estos espacios de amor en nuestras agendas, y dedicarle tiempo a querernos y para disfrutar de la amistad. 

Mira a tu alrededor: tu vida está llena de mujeres maravillosas con las que puedes compartir tus penas y tus alegrías. Tus vecinas, tus compañeras, tus conocidas: empieza a crear redes de amor con las mujeres de tu vida.

#mujeres #amigas #amistad #cuidados #amor #amordelbueno


Coral Herrera Gómez

Este post se lo dedico a mis amigas, que me han salvado tantas veces, y que hacen que mi vida sea más fácil y más bonita. Gracias por hacer realidad la utopía del amor compañero, me siento muy afortunada de poder recibir y dar tanto amor del bueno ❤️


Post relacionados: 






Visita El Laboratorio del Amor 


22 de octubre de 2023

Refugios de amor



En tiempos de destrucción y guerra, no solo necesitamos refugios climáticos, sino sobre todo, refugios de amor. Hay guerra en todas partes: guerra entre países, guerra en las aulas, guerra en las parejas y en las familias, guerra entre mujeres, guerra también dentro de ti misma. Para resistir y sobrevivir en un mundo lleno de odio y sufrimiento, los refugios del amor son los únicos espacios seguros y libres de violencia en los que poder dar y recibir amor a manos llenas.

Son espacios en los que te juntas con gente que te acepta tal y como eres, gente con la que puedes desnudarte y ser tú misma, y con la que puedes compartirte sin miedo a que te hagan daño. 

En los refugios del amor están tus familias, tu tribu, tus aliados y cómplices con los que puedes descansar de las luchas de poder, de las relaciones interesadas y abusivas, de las luchas entre grupos humanos. 

En los refugios del amor podemos escapar un rato de la gente tóxica, y de las relaciones basadas en la lucha, la competitividad, el abuso y la violencia. En estos refugios podemos dar y recibir abrazos, dar y recibir consuelo, llorar a gusto, bailar y cantar, celebrar los grandes acontecimientos, y soñar con una vida mejor. Son como casas grandes en las que podemos juntarnos para ahuyentar el miedo a la soledad, para olvidarnos del mundo, disfrutar del calor humano, y del abrigo de la gente que nos quiere y nos cuida. 


Estos refugios no se pueden comprar, tienes que construirlos tu junto con tu tribu, dedicarles tiempo y mimos, cuidarlos, regarlos, nutrirlos y mantenerlos, porque son nuestros hogares. 


Mi propuesta es que multipliquemos y cuidemos estas pequeñas comunidades de paz y de apoyo mutuo para poder descansar, quitarnos la máscara y la armadura, sentirnos a salvo y retomar fuerzas para poder continuar en la lucha del día a día. 


¿Y vosotras, y vosotros, tenéis algún refugio amoroso para poder descansar?, ¿sentís que los valoráis y los cuidáis como se merecen?


Coral Herrera Gómez



14 de octubre de 2023

Infancia y adolescencia: libres de violencia




¿Tú también tienes miedo de que tu hijo se convierta en un monstruo?

Cada vez que vemos las noticias sobre chavales que machacan a sus compañeros hasta empujarles al suicidio, o que violan en manada a sus compañeras, pensamos, "mi hijo nunca haría eso". 

Pero en lugar de negar la realidad, es más práctico asumirla e intentar transformarla, por ejemplo si nos hacemos esta pregunta colectivamente: ¿qué podemos hacer ante la violencia que están sufriendo y ejerciendo niñas y niños?

Lo primero es tomar conciencia de que la violencia la aprenden en casa, y que exponer a los niños y a las niñas a la violencia, es violencia. 

Es decir, darle a un menor un dispositivo en el que pueda acceder libremente a buscadores, y en el que pueda ver cualquier tipo de película, serie de televisión, videojuego, etc es violencia, porque supone exponer a tus hijos a relatos basados en la glorificación del macho violento que siembra el terror y destruye todo lo que tiene a su alrededor. 

Los niños y las niñas, a través de las pantallas, aprenden a disfrutar viendo como otros seres humanos y otros animales sufren (golpes, humillaciones, torturas, palizas, tiroteos, empalamientos, descuartizamientos, etc), y con el porno aprenden a excitarse sexualmente viendo vídeos de violaciones a mujeres , adolescentes y niñas.

Se insensibilizan completamente con el sufrimiento ajeno, naturalizan y normalizan la violencia, y necesitan dosis cada vez más fuertes y brutales de odio y destrucción para poder seguir divirtiéndose. Muchos se hacen adictos a la violencia, y muchos otros al porno más bestial e inhumano.

Algunos niños ven porno por primera vez con ocho años. Les sale con solo teclear la palabra "niñas", "culo", "sexo" en Google o en Youtube. Haced la prueba vosotros mismos.

También les salen anuncios de porno en los videojuegos en línea. Lo tienen al alcance de sus manos, les bombardean a diario por todos lados. Muchos de los niños que están ahora en la cárcel de menores quisieron grabar su propio vídeo, muchos de ellos ni siquiera sabían que violar a solas o en manada es delito: "era mi novia y a ella parecía que le gustaba, ¿cuál es el problema?"

Las madres y los padres somos los que les ofrecemos los dispositivos, y luego nos quedamos horrorizados cuando la policía nos llama para decirnos que nuestro hijo y sus amigos se han meado encima de un compañero para humillarlo, o que han violado a una niña para divertirse en grupo. 

La mayoría de las madres y los padres se preguntan en qué momento su hijo se convirtió en un monstruo y en un terrorista machista, si parecía un niño normal.

Las madres y padres de niños violentos y niños violadores no saben donde aprendió su hijo a odiar a las mujeres, ni cómo aprendió a someterlas. Pero lo cierto es que sus hijos se han pasado toda la infancia consumiendo todo tipo de violencia, y la que más engancha a los machos es la violencia sexual. No buscan placer, buscan sentir que tienen el poder.

Es una irresponsabilidad total dejar a los niños y a las niñas con una pantalla sin ningún tipo de protección ni restricción, y es hora de que entendamos que es violencia, y que estamos poniendo en peligro su vida y su salud mental y emocional. 

Lo demuestran los datos: 

- el aumento de casos de violencia en las aulas

- el aumento de niños adictos al porno

- el aumento de violaciones de manadas de niños contra niñas

- el aumento de niños y niñas con problemas para concentrarse, para aprender, para relacionarse con los demás desde el respeto y la igualdad 

- el deterioro de la salud mental y emocional de la infancia y la adolescencia, y el aumento en el número de suicidios de niños y niñas que sufren violencia psicológica, emocional, física y sexual. 


Aunque cada vez más padres y madres están tomando conciencia del peligro, su mayor miedo no es que sus hijos e hijas hagan daño a los demás. Su preocupación es que sus criaturas no sufran violencia, y ni siquiera se preguntan si su hijo podría estar haciendo daño a alguien en la escuela. 

No podemos seguir mirando para otro lado. Somos nosotras, las madres y los padres, quienes debemos educar a la nuevas generaciones para que aprendan a divertirse sin someter y sin hacer sufrir a nadie. 

Somos nosotras las que debemos pedirle al gobierno que prohíba el acceso al porno a menores, y quienes debemos pedirle a las industrias culturales que dejen de ensalzar constantemente al macho violento, y empiecen a tomar conciencia de los valores que están transmitiendo en sus producciones. 

Todos sus contenidos están cargados de estereotipos, mitos y mandatos de género, toda la ideología que subyace a esos contenidos está basada en el machismo, el odio, la tiranía, el acaparamiento y la acumulación de riqueza, la dominación y el poder, el dinero, la supremacía del macho blanco.

Frente a los principios del capitalismo y el patriarcado, tenemos que ofrecerles, tanto en casa como en las aulas, los principios de la ética del amor y la filosofía de los cuidados: la solidaridad, la comunidad, el bien común, la cooperación, la ternura, el compromiso, el apoyo mutuo. 

La comunidad educativa debería volcarse en enseñar a niñas y a niños a identificar las enfermedades de transmisión social que promueven (racismo, clasismo, machismo, misoginia, homofobia, gordofobia...)

Necesitan herramientas para defenderse de la exposición a la violencia, y para tomar conciencia de las violencias que sufren y ejercen contra los demás.

El Estado debe prohibir en las escuelas los dispositivos con los que enseñan porno a los niños y niñas más pequeñas en los ratos de descanso. También los usan para insultar, castigar y torturar a los y las compañeras. 

El Estado debe aprobar ya una ley para erradicar la violencia de inmediato en los centros educativos, y acompañar esa ley de medidas educativas, como una asignatura en la que aprendan los valores de la Ética del amor y la Filosofía de los Cuidados.

Todos y todas somos responsables de la violencia que ejercen nuestros hijos contra otros niños y niñas, y contra el profesorado. 

En nuestra mano está la clave del cambio que necesitamos para acabar con la violencia que sufren y ejercen nuestros hijos. Nosotras, madres y padres, somos su primer ejemplo: ellos aprenden el maltrato viendo cómo nos relacionamos entre nosotros y con ellos. Demos ejemplo, empecemos por las violencias que sufrimos y ejercemos en el hogar.

Además, necesitamos el apoyo de la industria cultural, de la comunidad educativa, y el Estado. Sin una transformación de nuestra Cultura y nuestra Educación, no podremos educar a nuestros hijos e hijas para que sean buenas personas y para que aprendan a relacionarse desde el respeto, el amor y el compañerismo.

Tu hija puede estar destrozando psicológicamente a otra niña, tu hijo puede estar machacando a su profesora, porque aunque tú le hayas intentado educar en el respeto, lo cierto es que tú criatura está rodeada de violencia y es probable que no sepa divertirse de otra manera. 

Es urgente que dejemos de mirar para otro lado y de pensar que nuestro hijo o hija jamás haría daño a los demás. Empecemos ya a tomar medidas y a proteger a nuestras criaturas de la exposición a la violencia, desde su más tierna infancia. Las pantallas les están destrozando el cerebro, y el corazón: cuidemos los contenidos que consumen igual que cuidamos su alimentación. Igual que te preocupas por su salud física, debes cuidar también su salud mental y emocional. 

Nuestros hijos tienen derecho a vivir una infancia libre de violencia, se merecen una vida mejor y un mundo mejor.


#Educación #Crianza #madres #padres

 #infancia #adolescencia 

#cuidados #etica


Coral Herrera Gómez 

11 de octubre de 2023

Un mundo mejor para las niñas

 



¿Por qué el 11 de octubre es el Día Internacional de las Niñas?


Porque las niñas sufren abuso sexual infantil en todo el mundo y en todas las clases sociales. Según la ONU, los violadores son sus padres, abuelos, hermanos, tíos, padrastros y amigos de la familia. 


Como consecuencia de las violaciones, sufren enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y maternidades forzadas, muertes por embarazos de riesgo y aborto.


Las niñas, en todo el mundo, son traficadas bajo el negocio de la gestación subrogada cuando son bebés, sufren matrimonios forzados con hombres adultos mayores, son víctimas de la mutilación genital y la amputación de pechos, y son esclavizadas para la explotación doméstica, laboral, sexual y reproductiva. Son usadas como sirvientas en millones de hogares del planeta. 


Las niñas son víctimas de la pobreza y el hambre las guerras, las sequías, y las catástrofes climáticas. No solo sufren malos tratos en sus hogares y en el colegio, también sufren acoso sexual: en las aulas, en el transporte público, en la calle. Cada año que pasa aumenta el número de violaciones en manada por parte de sus compañeros del colegio. 


Las niñas son las que más pobreza sufren, las que menos tiempo pueden estudiar, las que menos acceso tienen al mercado laboral y a la obtención de ingresos. 


Las cifras sobre el horror y la violencia que sufren las niñas son espantosas, tenemos que pedir a los gobiernos medidas efectivas para protegerlas. 


Hoy todo el mundo habla de "invertir" en las niñas, de empoderamiento y liderazgo, y lo que necesitamos es que dejen de maltratarlas, de violarlas y esclavizarlas. 


Hoy más que nunca hay que poner en primer plano a las niñas afganas, iraníes, ucranianas, sirias, palestinas, yemeníes, tahitianas... todas están sufriendo una niñez espantosa porque sus países están sumidos en la violencia. A ellas les toca la peor parte.


Tenemos que crear un mundo mejor para que todas puedan vivir en paz, libres de explotación y violencia, con sus necesidades básicas cubiertas y sus derechos fundamentales garantizados.


#DíaInternacionalDeLaNiña



10 de octubre de 2023

¿Qué necesitamos para cuidar nuestra salud mental y emocional?




En el Día Mundial de la Salud Mental y Emocional, ¿qué necesitamos los seres humanos para vivir una Buena Vida, libres de sufrimiento?: 

- ingresos dignos, un techo para vivir, agua potable, comida y energía para resistir el frío y el calor. 

- nuestras libertades y derechos humanos fundamentales garantizados.

- tiempo libre para descansar, y para disfrutar de nuestras pasiones y nuestra gente querida.

- sustituir las relaciones basadas en la dominación, la dependencia, el abuso y la explotación por relaciones basadas en la igualdad, la libertad, los buenos tratos, la ternura y los cuidados.

- para hacer frente a la soledad, necesitamos redes de afecto y de apoyo mutuo en las que los cuidados sean recíprocos y compartidos.

- relacionarte con gente con la que poder ser tu misma/o y con la que poder tener conversaciones íntimas y profundas.

- contacto con la naturaleza, tiempo al aire libre, baños de sol y espacios de silencio.

- terapia para todos y todas, no solo para los que puedan pagarla.

-herramientas para poder entender la realidad en la que vivimos, y las violencias que sufrimos y ejercemos.

- herramientas para la utopía: que nos ayuden a soñar y a construir una realidad diferente en la que todos y todas podamos vivir mejor.

- herramientas para cuidar nuestras emociones y nuestras relaciones.

- herramientas para aprender a cuidarnos a nosotros/as mismas, para cuidar los espacios que habitamos, las relaciones que construimos, y el planeta en el que vivimos.

#saludmental #DerechosHumanos 

#calidaddevida

#cuidados 

#buenavida 

#lasaludmentalespolítica


Coral Herrera Gómez

¿Qué necesitas para vivir una Buena Vida?

Más utopías: necesitamos un mundo mejor

Autocuidado: mi contrato amoroso

Más artículos de Coral sobre Cuidados




Puedes escucharlos aquí 


27 de septiembre de 2023

¿Por qué nos cuesta encontrar pareja a las mujeres?



Si a las mujeres de hoy en día nos cuesta tanto encontrar pareja es porque es muy difícil encontrar hombres capaces de cuidarse a sí mismos y cuidar sus relaciones. 

Son muy pocos los hombres que no se aprovechan de las mujeres de su vida. El gran privilegio masculino es poder recibir cuidados sin darlos, y son muy pocos los que están dispuestos a tener relaciones de cuidados mutuos en las que haya reciprocidad. 

Las mujeres a menudo caemos en la trampa que nos tiende el patriarcado cuando nos promete que nuestro amor transformará a nuestra pareja de forma mágica. Nos han hecho creer a todas que los hombres pueden cambiar si aguantamos, si soportamos, si tenemos paciencia, y que habrá premio para las que se sacrifiquen y sufran mucho. 

El "premio" es que tu pareja pase de ser un ogro a convertirse en un príncipe azul: si te quedas a su lado, el egoísta mentiroso se convertirá en un hombre honesto, leal, y fiel. Tu amor le curará de sus adicciones, de su mal genio, de su machismo, y si le ayudas a resolver sus problemas, te amará para siempre. 

Nosotras ya no creemos en los milagros románticos y sabemos que no hay recompensa por sufrir por amor, También sabemos que nadie cambia si no lo necesita, y que nosotras no podemos autoengañarnos más, ni dejar que nos engañen: es nuestro deber estar lúcidas, ser realistas y prácticas, y tener los pies sobre la tierra. 

Es un despilfarro de tiempo y energía intentar "educar" a los hombres y ayudarles a crecer y a desarrollarse como personas para que sean adultos funcionales. Ellos viven mejor en una eterna adolescencia, con una mamá que se encargue de todo: a nosotras no nos sale a cuenta batallar en una lucha de poder sin fin que no vamos a ganar. 

Nadie cambia si no lo necesita. Si los hombres no cambian es porque están muy cómodos así. 

La vida les sonríe, viven como reyes en sus hogares, ¿por qué iban a querer cambiar?

Nosotras sí necesitamos cambios, por eso estamos yendo a terapia, por eso trabajamos en nuestro crecimiento personal, leemos y nos formamos, escuchamos podcast, hacemos cursos, devoramos libros, y creamos grupos de mujeres que se están trabajando sus patriarcados y están trabajando en su liberación. 

Los hombres tienen un trabajo descomunal por delante, pero aún no han empezado. Se resisten profundamente a los cambios, algunos son profundamente conservadores, reaccionarios y anti feministas, y aunque parezcan muy modernos o progeres, siguen pensando como sus abuelos: que las mujeres hemos venido al mundo a servirles, y que cuanto más dócil y sumisa sea una mujer, mejor para ellos. 

La gran mayoría de los hombres necesitan trabajar a fondo su machismo, y su miedo y rechazo hacia el amor y las mujeres. Pero también necesitan curar los traumas de la infancia y las heridas de la adolescencia, aprender a hacer autocrítica amorosa y a trabajar por dentro para ser mejores personas, a cuidar su salud mental y emocional, a identificar y a expresar sus emociones sin hacer daño a nadie, a resolver conflictos sin violencia, a ser honestos, a cuidar sus relaciones, y a cuidarse a sí mismos. 





Si los hombres no se quieren a sí mismos, ¿cómo nos van a querer a nosotras?

Si no se comprometen consigo mismos, ¿cómo van a comprometerse con nosotras?

Ellos van buscando criadas, nosotras vamos buscando compañeros.

Nosotras ya llevamos un largo recorrido, ellos apenas están empezando. 

No podemos quedarnos sentadas esperando, ni rebajar nuestro nivel para que nos alcancen. Empeñarse en que el marido se comporte como un compañero es una tarea muy ardua, y es muy frustrante pasarse la vida peleando. 

Creo que lo mejor para nosotras es admitir que no es fácil encontrar un compañero con el que disfrutar del sexo y del amor en igualdad y en libertad. 

No hay apenas hombres capaces de construir relaciones igualitarias, y nosotras nos jugamos mucho en el amor, porque en ocasiones puede ser una trampa mortal: las mujeres emparejadas son las que más violencia sufren en el mundo. Algunas pasan 50 años de su vida sufriendo explotación doméstica y explotación emocional, abusos, violaciones y malos tratos, y algunas de ellas son asesinadas por sus maridos. 

Así que no podemos correr riesgos: tenemos que protegernos mucho y aprender a cuidarnos en el amor. 

A nosotras lo que más nos conviene es trabajar en nuestra autonomía económica y emocional, y ser muy selectivas a la hora de buscar pareja. Nunca debemos conformarnos con hombres que no dan la talla y que no tienen la altura necesaria para tratarnos de tú a tú. 

No debemos resignarnos a la idea de que "los hombres son así"

Tenemos que tomar conciencia además que una vez que nos metemos, es muy difícil echar para atrás.

 Cada vez es más difícil salir de la cárcel del matrimonio, porque no tenemos dinero para divorciarnos: hoy separarse es un lujo al alcance de muy pocas mujeres.  

Así que hay que pensarselo mucho a la hora de compartir la vida con un hombre. 

Después de darle muchas vueltas, algunas de nosotras hemos llegado a la conclusión de que se está mejor soltera que mal acompañada y que en caso de enamoramiento, la mejor fórmula es la de "tú en tu casa y yo en la mía", la única forma de que los hombres más machistas no te traten como a una sirvienta.

Estoy convencida de que los hombres empezarán a hacer cambios cuando no encuentren pareja y se queden solos. Será entonces cuando empiecen a adaptarse a los nuevos tiempos y a hacer todo el trabajo interno que ahora no quieren hacer. 

Mientras llegue ese momento, nosotras avanti, imparables, siempre hacia delante, en el camino hacia la liberación y hacia la Buena Vida.

Mientras ellos se lo piensan, nosotras sigamos soñando y trabajando por una vida mejor y un mundo mejor. 

Pongamos el foco en nosotras mismas, y en la gente que nos quiere y nos cuida.

Sigamos juntas el camino con otras mujeres, ellos que se queden atrás si quieren.


Coral Herrera Gómez


Otros artículos: 

Los hombres, mejor como amantes

Los hombres que me gustan

Son muy pocos hombres

No te cases nunca: vamos a contar verdades

Declaración Universal de los Privilegios del Hombre

Los hombres que no cuidaban a las mujeres

Dejar de maternar hombres adultos, y empezar a maternarse a una misma

La Revolución de los Cuidados

Prólogo del libro: Hombres que ya no hacen sufrir por amor



Todos los libros de Coral Herrera Gómez




Escuchalos aquí 






Coral Herrera Gómez Blog

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Únete al Laboratorio del Amor

Únete al Laboratorio del Amor
Para saber más pincha en la imagen