7 de septiembre de 2022

Mi hijo empieza el cole




Gael empieza el cole público el lunes, y llevo todo el verano trabajandome y trabajando con él un montón de cosas. Me da mucho miedo la violencia en las aulas, tanto la que puede ejercer mi hijo cómo la que puede sufrir en ellas. Yo sufrí el bullying "normal" en la escuela porque era bajita e infantil, y luego porque me desarrollé la última y no tenía apenas tetas. 


Yo ejercí bullying también con la única compañera del aula que sufría discapacidad intelectual. Nunca nos enseñaron a tratarla bien ni a cuidarla. También se lo hice pasar mal a profesoras, porque nunca me enseñaron a cuidar a mis maestras y maestros. Ni a mí misma. No me enseñaron a cuidar mis palabras ni a cuidar mis emociones para que no hiciesen daño a nadie. 


Todo esto lo he aprendido den estos últimos años, cuando me he puesto a trabajar la autocrítica amorosa para ser mejor persona, cuando aprendí a ver el mundo desde la ética amorosa y la filosofía de los cuidados. 


Cuarenta años después, todo sigue igual. Hay colegios e institutos en los que el alumnado recibe un par de talleres sobre cuidados, buenos tratos y educación emocional, pero aún no forma parte del currículo escolar, aunque debería ser una asignatura obligatoria. 


Gael es un niño amoroso, espontáneo, sociable, risueño, buena gente, pasa el día cantando y conserva intacta su inocencia. Me da miedo que los niños violentos le obliguen a reprimirse, y le contaminen con sus valores machistas, racistas, clasistas, etc Lo que hago es llevar mi mente a otro lado, pensar que mi hijo también puede ser una buena influencia para otros niños y niñas, que él no solo se puede contagiar, sino que también puede contagiar a los demás. 


El otro día un niño le enseñó entusiasmado una metralleta y Gael fue directo a por otro juguete, porque (aún) no sabe divertirse matando. El niño se quedó sorprendido de que Gael no prestara atención a su arma con luces y sonido, y pensé, mira qué bien, alguien que le rompe los esquemas.


Sigo en redes a varias personas que son activistas de los derechos de la infancia y que están luchando contra la violencia en las escuelas, y el panorama es preocupante.


Pienso en mi propia experiencia, y no me ayuda a tranquilizarme.  Una de las cosas que aprendí en mi primer día de escuela, es que no hay nada peor que ser un chivato: si sufres violencia tienes que aguantarte porque está prohibido denunciar a los niños violentos, tienes que defenderte sola. Y si no puedes, te toca sufrir en silencio, pero jamás pedir ayuda a profesores/as, o a tus progenitores. 


Es un mecanismo super potente para defender a agresores, y perpetuar su impunidad. Para nuestra sociedad patriarcal, es mucho peor un niño chivato que un niño violento. 


No quiero asustar a Gael para que no se crea que va a estar en un espacio lleno de violencia, de bromas crueles, de comentarios despreciativos, de burlas despiadas, de empujones e insultos. 


Pero sí que intento que entienda lo importante que es respetar a los demás, y cuidar y defender a las personas más vulnerables, todas aquellas que no cumplen con los estándares de la normalidad porque son gordas, por su idioma, por su color de piel, por su pluma, por su discapacidad o su malformación, por su forma de vestir, por su enfermedad, por sus gafas, su aparato de dientes, o por su clase social. 


Le hablo de igualdad, de libertad, de compañerismo y cuidados, y mientras pienso, ojalá nadie te borre la sonrisa ni te calle la boca, ojalá seas un rebelde de los estereotipos y mandatos de género, ojalá no te rompan por dentro y pierdas tu alegría de vivir.


Tengo miedo al acoso y al suicidio infantil, pero pienso que tengo que trabajar este miedo y que puedo involucrarme en la comunidad escolar y aportar con mi visión pacifista y no violenta, con mis conocimientos y mis habilidades, para abrir los ojos a la gente y que tomen conciencia de lo importante que es enseñar al alumnado a cuidarse, a cuidar a los y las compañeras, a cuidar al profesorado, cuidar sus palabras y emociones, y cuidar los espacios que habitan. 


Y me consuela pensar que como yo, hay muchas madres, padres, profesoras y gente de la comunidad educativa que también está concienciada sobre los malos tratos y la violencia, que no estoy sola, y solo se trata de juntarnos y crear comunidad. 


Trato de pensar en el lunes con ilusión, empieza una nueva etapa en nuestras vidas...


¿Puedes firmar esta petición para la creación de una ley para que tengamos unas escuelas libres de violencia?

Coral Herrera Gómez Blog

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