- Vive el presente y olvídate del futuro. Haz ejercicios mentales para situarte en el momento, para disfrutar de una cena con declaración de amor, de un beso eterno, de una noche de amor loca, de un paseo al atardecer, de una llamada de teléfono. Cada uno de los momentos de tu vida en los que estás es irrepetible, así que merece la pena ser disfrutados en toda su intensidad. Vivir el presente, además, alivia el miedo al futuro.
– Liberarse de los miedos es necesario para poder vivir el amor plenamente. Los miedos nos paralizan, nos quitan energías, nos ponen pesimistas, y nos vuelven mezquinos. No fabriques más fantasmas, no te prives de tu derecho a disfrutar del amor. Para poder ser generosas en nuestras relaciones, necesitamos abrirnos y compartirnos en un clima de confianza y generosidad mutua; para poder amar es preciso el encuentro sin máscaras, sin corazas ni escudos, sin obstáculos de ningún tipo: ni reales, ni imaginados.
- Amar a la gente tal y como es, sin mitificar, sin que nos mitifiquen. Sin idealizaciones se conoce a la gente con mayor profundidad, sin expectativas fantasiosas hay menos decepciones, y sin decepciones se vive mejor.
- Enamórate de tu libertad, y de la de los demás. Amar no significa renunciar a tu libertad ni a los afectos de tu gente querida; el sacrificio no es una prueba de amor, aunque nuestra cultura nos haga creer lo contrario.
-Dile “no” a la cultura del sufrimiento que asocia el amor con el dolor. Los dramas y las tragedias te quitan energía para disfrutar de la vida. Si duele, si te convierte en una mala persona, si te paraliza, si te hace sentir mal, no es amor, es otra cosa. No dejes que pasen años de tu vida en una relación que no te hace feliz: la vida es muy cortita y hay gente estupenda en el mundo a la que no vas a conocer si te encierras en tu pasión dolorosa.