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6 de octubre de 2024

Diana y Las Sabinas: Madres Autónomas en lucha




Diana Luz Vázquez: "Salvavidas para madres solteras autónomas. Un manual de respuestas para maternar en solitario", Editorial Planeta, México, 2024.

 Prólogo de Coral Herrera 


Solas no podemos. Juntas sí.

Un día de verano, Diana Luz se detuvo en medio de la calle, miró hacia las copas de los árboles y se dio cuenta, de pronto, que el calvario por el que estaba pasando y el dolor que sentía, no solo era suyo. Lo compartía con más de 4 millones de mujeres en México, y con cientos de millones de mujeres en el mundo. 

Diana había leído mucho sobre feminismo, y por eso sabía que nuestros problemas no son solo personales, son colectivos, porque afectan a millones de mujeres. 

Y sabía también que las soluciones no son solo individuales, son ante todo sociales. 

Por eso mientras estaba luchando por los derechos de su hija, comenzó a ayudar a otras madres y juntas comenzaron a pedir justicia para todas las niñas y niños de México que sufren el abandono de sus padres. 

Un día las sabinas tomaron conciencia de que en realidad eran millones, y que sólo tenían que juntarse y organizarse:  gracias al movimiento YoSíTeCreo y al Movimiento YoTambién - MeeToo, se dieron cuenta de que el pacto de silencio que protegía a los hombres se había roto para siempre. 

Ahora muchos hombres tienen miedo de ser acusados por todos los abusos y las violencias que han cometido, porque saben que las víctimas han comenzado a hablar y ya no gozan de la protección de antes. 

Lo mismo les está pasando ahora a los padres ausentes y a los deudores alimentarios: las mujeres están rompiendo su silencio, y están organizadas: los padres abandónicos ya no disfrutan de la impunidad de antaño. 

Durante siglos, los hombres han abandonado a sus hijos e hijas, han reconocido a unos y han repudiado a otros, han ejercido las paternidades desde la ausencia, y han podido hacerlo porque las leyes, el poder judicial, y la sociedad entera, se lo han permitido. 

Hasta ahora. 

Porque después de muchos años de lucha, Diana Luz, la autora de este libro, ha conseguido que se apruebe la Ley Sabina a nivel federal en México. El objetivo de esta ley es crear un registro nacional de deudores alimentarios abiertos al público, que el Estado asuma el costo de la prueba de ADN, que los padres deudores no puedan salir del país, y que el poder judicial deje de ampararlos y protegerlos, y apliquen la ley.    

Cuando conoces a Diana en persona te quedas fascinada: tiene una luz extraordinaria. Es una mujer muy valiente y generosa que ha sufrido mucho en su propio proceso, y que ha luchado con todas sus fuerzas para que se haga justicia. 

Empezó exponiendo sola al padre de su hija, se unieron más madres a ella, y hoy ya tenemos una red de mujeres inmensa que no para de crecer: ya ha desbordado las fronteras de México y han creado una Coordinadora Internacional de Madres Autónomas en las que participan activistas de Argentina,Uruguay, Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador, Guatemala, Paraguay, y recientemente, España. 

Diana Luz Vázquez es una mujer muy inteligente, muy trabajadora y muy comprometida que está ayudando a miles de mujeres en el mundo a abrir los ojos y a luchar por sus derechos: gracias a ella y a sus compañeras, muchas infancias van a poder tener su pensión alimenticia, y los hombres van a ir perdiendo sus privilegios.

Algunos están furiosos porque para ellos la pensión es un arma de guerra: les sirve para hundir a la madre de sus hijos en la pobreza o en la precariedad, y lo hacen por puro odio.

Muchos se dedican a humillarlas con pensiones de 2.000 o 3.000 pesos, y la mayoría tiene dinero para pagar buenos abogados. No pagan la pensión porque no tengan dinero: lo hacen porque son machistas y han sido educados bajo la idea de que las mujeres somos malvadas y nos embarazamos adrede para sacarles la plata y romperles el corazón. 

En el imaginario colectivo del patriarcado persiste la idea de que las mujeres malas son mujeres desobedientes, libres, odiosas, manipuladoras, y que los hombres deben defenderse de ellas, y tratarlas como se trata a tu peor enemigo. 

El odio contra las mujeres se llama misoginia, y parte del miedo y la desconfianza que sienten los hombres contra todas las mujeres. Es un miedo que les lleva a domesticarnos cuando estamos en pareja, o a castigarnos cuando ya no lo somos. 

Piensan que todo lo que hacen (ocultar sus bienes, vaciar sus cuentas bancarias, mentir ante el juez, hacer acusaciones falsas contra la madre de sus hijos) lo hacen en defensa propia, pero además es que disfrutan haciéndolo: viven en guerra permanente contra sus hijos e hijas, y contra la madre. 

El mayor placer es hundir a la mujer en la pobreza o la precariedad, por eso no pagan la pensión. Es una forma de castigo y de venganza, contra ella y contra sus propias criaturas. Se vengan de ellas haciéndole daño a sus propios hijos e hijas, atentando contra los derechos fundamentales de la infancia, y haciéndoles sufrir, pues saben que no hay nada más doloroso para los niños que un padre que no les quiere, y que vive obsesionado con hacerles daño. 

Estos hombres actúan así porque saben que las madres apenas cuentan con recursos para hacer frente al proceso, y que los jueces están de su lado. Saben que la sociedad está de su lado. 

Hasta ahora, porque gracias a este libro vamos a saber cuales son sus estrategias, qué armas tienen, y cómo hacer para protegernos entre nosotras, y lograr que nos proteja la ley. 

El Estado debería promover las paternidades corresponsables, y la industria cultural poner de relieve el papel de los hombres capaces de cuidarse a sí mismos, y de cuidar a sus seres queridos. 

Necesitamos referentes de masculinidades positivas, de padres amorosos que se vuelcan en la crianza al mismo nivel que las madres, sean o no pareja. 

Muchos adultos viven traumados por el dolor que les causó un padre que no solo no les quería sino que además pasó años intentando hacerles la vida imposible y usando su poder para destrozarles la existencia, a ellos y a su madre. Se preguntan de dónde viene tanto odio, y resulta que está en toda nuestra cultura: canciones, telenovelas, series de televisión, películas… también en redes sociales encontramos miles de discursos de odio contra las mujeres. 

Este odio es el que sienten los proxenetas, los violadores, los femicidas, solo que en este caso también niñas y niños indefensos son víctimas del machismo. 

Ellas y ellos son los más vulnerables, y por ellos luchan las madres autónomas y las madres protectoras. 

En este libro Diana nos demuestra que cuando las mujeres nos juntamos, estudiamos e investigamos juntas, y adquirimos conocimientos sobre las leyes, podemos cambiarlas y mejorarlas, podemos ampliarlas, podemos presionar al poder judicial y al ejecutivo, podemos concienciar a la sociedad, podemos sensibilizar a los medios de comunicación y formar a las instituciones.

Hasta ahora las mamás autónomas estaban solas, pero la ley Sabina es una demostración de que sí se puede cuando nos juntamos. 


Diana Luz estuvo años luchando para que su hija Sabina tuviera su pensión, y se dio cuenta de que la mejor manera era exponer a los padres públicamente. Y resulta que suele ser más efectiva esta estrategia que confiar en el buen hacer de los jueces. 

No es sólo que la denuncia pública es una medida de presión para los hombres, además es una herramienta muy útil porque todas las mujeres pueden acudir a las listas para saber si sus parejas son padres abandónicos: cada vez hay menos hombres protegidos por el silencio. 

La autora se convirtió en una experta en el laberinto administrativo y judicial, y en este libro detalla de una forma muy amena todo el proceso que tiene que atravesar una madre para demandar la pensión alimenticia al padre abandónico. Los saberes que comparte en esta obra son muy útiles tanto para las madres como para las profesionales que trabajan en el área social: abogadas, psicólogas, orientadoras, trabajadoras sociales, educadoras, terapeutas, y expertas en leyes. 

En este libro Vázquez nos enseña a manejar los conceptos más básicos del proceso judicial, nos cuenta los obstáculos que nos vamos a enfrentar en el camino, y cómo podemos hacerle frente. Nos proporciona cientos de buenos consejos, y nos orienta para ahorrar tiempo y dinero. 

Denunciar a los padres que abandonan a sus hijos e hijas es un proceso complejo pero Diana nos muestra por dónde empezar, y cómo llegar hasta el final de forma tan clara y sencilla. No solo resuelve dudas técnicas y nos explica las diferentes estrategias a seguir, sino que además nos cuenta su historia y otras historias de mujeres que lo lograron

A lo largo de toda la obra, mezcla su experiencia con el contexto en el que vive: nos da muchos datos sobre México y el contexto internacional para que podamos comprender la magnitud del problema, y para que podamos conocer nuestros derechos. 

Además, también nos cuenta cómo cuidarnos, cómo protegernos, como cuidar a nuestras criaturas, cómo hablar con ellas del tema, cómo explicárselo a la familia y a los amigos, y cómo cuidar los grupos de apoyo mutuo entre mujeres. 

Vázquez nos ofrece una mirada del problema desde todas sus dimensiones: política, económica, legislativa, cultural, social y emocional.

Nos cuenta por qué los hombres abandonan a sus criaturas, por qué las personas más pobres del mundo son las mujeres que encabezan los hogares monomarentales, por qué las leyes han permitido a los hombres desentenderse de sus obligaciones como padre, y por qué es tan importante pedir justicia para nuestras criaturas. 

También nos cuenta cómo cuidar nuestra salud mental y emocional durante todo el camino, cuáles son los sentimientos que experimentan las madres cuando sus parejas abandonan a las crías que tienen en común, y con su propia experiencia nos cuenta de dónde sacó fuerza ella para la batalla personal y colectiva que emprendió hace unos años. 


¿Sabéis lo más hermoso de Diana Luz? Que ella cree en un mundo mejor, y que sabe que su sueño puede hacerse realidad si lucha día a día: esta batalla por los derechos de la infancia y de las madres autónomas es su forma de aportar a la construcción de un mundo más justo y amoroso. 

Su energía es contagiosa, su sabiduría y generosidad es admirable: en este libro ha volcado todos sus saberes, y ha dado voz a las madres protectoras que están luchando contra todo un sistema que las penaliza y las culpabiliza de los abusos y las violencias que sufren ellas y sus criaturas. 

Cada mujer que gana un juicio y logra la pensión para sus crías, está abriendo el camino a todas las que vienen detrás. No es un proceso fácil, pero cuantas más mujeres luchen por sus derechos, más cambios tendrán que hacer las autoridades para facilitar el proceso, y para obligar a los padres a cumplir con sus obligaciones. 

Se acabó el silencio. 

Se acabó la impunidad.

Cuando Diana logró que su hija tuviera sus derechos garantizados, siguió luchando para convertir su batalla en un movimiento social. Gracias a su determinación y su compromiso, hoy hay grupos de sabinas en todas las ciudades y en muchos pueblos de México sacando sus tenderetes con las fotos de los deudores alimentarios, con sus nombres y apellidos. 

Queda mucho trabajo por hacer para transformar al poder judicial que protege a los deudores, para concienciar a una sociedad que mira para otro lado, para señalar a los  medios que justifican a estos señores y lavan su imagen. 

Pero esta ola es ya imparable, porque las madres saben que tienen razón, y les ampara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y la Declaración de los Derechos del Niño y la Niña.

Diana y las sabinas quieren construir un mundo libre de violencias en el que los niños y las niñas tengan sus derechos garantizados. Reivindican unas maternidades dignas: todos los seres humanos tenemos derecho a tener derechos, y en nuestro sistema patriarcal, el colectivo de personas que menos derechos tienen son las madres que lideran los hogares monomarentales, porque ellas son las que sufren más pobreza y explotación. 

La autora nos ayuda a tomar conciencia de lo duro que es ser madre en esta sociedad, y la odisea que supone hacerlo en solitario. Las madres que crían solas están obligadas a trabajar dos jornadas laborales, una dentro y otra fuera de casa, y al mismo tiempo deben criar y educar a sus hijos e hijas sin ningún tipo de apoyo. 

Un solo salario no alcanza: las madres que crían solas no tienen tiempo libre, no tienen días de descanso ni vacaciones, no tienen apoyos para conciliar la vida laboral y los cuidados, no encuentran más que trabas para poder sobrevivir en un mundo que les pide a las mujeres que no sean egoístas y tengan más descendencia, pero luego cuando son madres, las abandona. 

Son las que más problemas de salud tienen debido a la sobrecarga de trabajo, pero la sociedad lo único que hace es darle pastillas contra la depresión. A nadie le preocupa el agotamiento y la angustia que les causa la precariedad económica, ni la violencia que ejercen los padres obligándolas a gastar dinero en abogados y abogadas. 

A nadie le preocupa que las madres con bebés no puedan ir a trabajar: el mundo entero asume que tendrán el apoyo de otras mujeres de su familia, y que entre todas saldrán adelante. Porque ha sido así desde siempre: las mujeres nos hemos cuidado y apoyado entre nosotras. 


¿Y qué es lo que les pasa a los hombres? Que sienten un profundo rechazo con todo lo que tiene que ver con el amor, los cuidados, la ternura. Los hombres tienen un miedo tremendo al amor, y también a la vida. Se resisten a cambiar y se aferran a sus privilegios intentando frenar los avances de las mujeres. 

Esta resistencia es feroz para algunos hombres que no soportan que las mujeres vayan conquistando derecho a derecho, porque sienten que se está acabando su mundo, y patalean porque no quieren que nada cambie. Antes ellos podían tener miles de hijos por el mundo sin preocuparse lo más mínimo, y ahora ya no. Y por eso están tan rabiosos: porque no pueden hacer nada parar el feminismo y para que nada cambie.  

Es cierto que algunos hombres sí se están adaptando a los nuevos tiempos y están empezando a disfrutar de su paternidad, y a asumir plenamente toda su responsabilidad en la crianza y educación de sus descendientes. Pero aún son muy pocos. 

Nosotras no podemos seguir esperando a que los hombres cambien: si ellos no quieren cuidar a sus crías, el Estado tendrá que obligarles a cumplir sus obligaciones y a mantenerlas económicamente. 

La lucha de las sabinas es mundial, porque en todos los países los jueces protegen a los padres abandónicos: si ellos deciden ejercer su paternidad, les otorga privilegios de padre. Si ellos deciden no ejercerla, les otorga impunidad total. 


Los padres abandónicos, además, están organizados: se ayudan entre ellos a eludir el pago de la pensión, comparten información y estrategias para evadir la justicia. Antes contaban con apoyo social: ahora ya la sociedad no puede seguir mirando para otro lado, porque el mundo se está llenando de madres que buscan a sus hijos e hijas desaparecidas, de madres que luchan contra el abuso y la violencia sexual contra la infancia, madres que luchan contra la violencia escolar, madres que luchan contra la explotación sexual y contra la violencia vicaria. 

Diana ha abierto el camino de las madres autónomas en México y América Latina, y sabe que hoy la información es poder: por eso comparte sus experiencias y saberes con todas las madres autónomas, porque sabe que cuantos más conocimientos tengamos, y más apoyos reunamos, más recursos y más fuerza tendremos para luchar. 


El 8 de marzo desfié con las sabinas en Ciudad de México y fue una experiencia inolvidable. Sentí un orgullo enorme al verlas con su tenderete denunciando a sus deudores en público, y una tremenda ternura al ver a sus crías marchar orgullosas junto a sus mamás. Antes cada una de esas mamás estaba sola, y desesperada, ahora están unidas, y se dan apoyo mutuo, y siguen presionando para que el Gobierno y el poder judicial pongan en marcha la ley y apliquen las medidas necesarias para acabar con la impunidad masculina.

Cuando me despedí de ellas pensé, ojalá el mundo se llene de sabinas y ojalá los hombres tomen pronto conciencia de lo importante que es la paternidad. El mundo está lleno de mujeres y hombres heridos por culpa de la ausencia o el abandono del padre, algunos tan traumados que pasan la vida sufriendo emocional y psíquicamente, y lo podemos ver en muchos relatos de nuestra cultura: novelas, películas, cuentos, series de televisión…

Es uno de los grandes temas de la Humanidad: el abandono parental y las huellas profundas que deja en nuestro corazón y nuestra psique. 

Muchos de los padres que abandonan fueron abandonados. Ya es hora de romper esa cadena de padres abandónicos que se suceden generación tras generación. Ahora les toca a los hombres usar anticonceptivos si no quieren tener hijos, o volcarse en la crianza si quieren tenerlos. 

La mayoría de los hombres no se responsabilizan porque creen que cuidar es cosa de mujeres, y que nosotras debemos ser las que saquemos adelante a las criaturas mientras ellos siguen su vida como si nada. 

Las leyes han apoyado a estos hombres durante muchos años, hasta el punto de que les permite desentenderse de sus criaturas y luego en la vejez exigirles cuidados y dinero. Los que no pagan pensión alimenticia cuando son jóvenes, la piden cuando envejecen y ya no pueden valerse por sí mismos. Es una tremenda injusticia que los hombres sigan manteniendo el privilegio de recibir cuidados sin darlos. 

Del mismo modo que las mujeres nos incorporamos masivamente al mundo laboral, los hombres tienen que incorporarse masivamente al sistema de cuidados. No vamos a lograr la igualdad hasta que los hombres aprendan a cuidarse a sí mismos, a cuidar a sus padres y madres, a sus bebés, a sus familiares enfermos o con discapacidad, y tienen que aprender a cuidar también los espacios que habitan y el planeta en el que viven. 

Los gobiernos aún no están implicados a fondo en el cambio que necesitamos para construir una sociedad más justa e igualitaria, basada en la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados, pero las personas que trabajamos por un mundo mejor sabemos que la herramienta fundamental es la pedagogía. 

Nosotras, las mujeres feministas, estamos educando a nuestros hijos e hijas para que entiendan que sin cuidados no hay vida, y que no es justo que las mujeres sean las únicas que cuiden. 

Nosotras estamos tomando conciencia de que no hemos nacido para servir, ni para sufrir, ni para sacrificarnos: no somos las criadas de los hombres, y no tenemos por qué asumir sus obligaciones. Nosotras tenemos derecho a tener derechos, y nuestras criaturas se merecen una vida buena con todas sus necesidades cubiertas, y sus derechos garantizados. 

Mientras los hombres siguen resistiéndose a cuidar y a asumir sus paternidades, nosotras tenemos que seguir luchando para que el Estado se haga cargo del problema y obligue a los deudores a realizar sus pagos mensuales y los gastos extraordinarios que necesitan sus hijos e hijas.

Nosotras no tenemos por qué estar todos los meses pidiendo a los padres de nuestras criaturas que depositen la plata, ni tenemos por qué encargarnos de perseguirlos para que no se atrasen: es el Estado el que debe exigirles el pago cada primero de mes. 

Es el Estado el que debe vigilar que las leyes se cumplan y que los niños y las niñas tengan el dinero necesario para poder tener una vida digna. 

Es el Estado el que debe proteger a las madres y a las infancias, y para ello necesitamos que la sociedad entienda la problemática, tome conciencia, y apoye nuestras reivindicaciones. 

Adquirir este libro es una forma de apoyar la lucha de las sabinas, pero también es un salvavidas y un manual de supervivencia que ayudará a las madres y a las profesionales que trabajan con mujeres e infancia a denunciar individual y colectivamente a los padres abandónicos. 


Lo más importante es que todas nosotras tengamos una red de apoyo para poder desahogarnos, para sentirnos escuchadas y acompañadas, para protegernos entre nosotras, para compartir información, para comprender el sistema judicial, para obtener recursos, para compartir los momentos duros y para celebrar las victorias. Cuando las mujeres compartimos nuestros saberes y nuestras herramientas, vamos dando pasos, y vamos avanzando todas juntas. 

Me llena de esperanza pensar que este libro va a ayudar a miles de mujeres, niñas y niños, y de que la red que está tejiendo Diana de madres que luchan por todo el mundo va a ser cada vez más gigantesca. 

La suya es una lucha histórica: algún día cuando echemos la vista atrás, nos parecerá una monstruosidad los datos sobre la cantidad de niños y niñas abandonadas por sus padres en la actualidad. Nos preguntaremos, ¿cómo la sociedad pudo permitir tanta violencia contra las infancias?, ¿cómo el Estado pudo permitir a los padres abandonar a sus hijos e hijas?, ¿cómo fue posible que tantos hombres huyeran de sus responsabilidades parentales, sumiendo a sus hijos e hijas en la pobreza?

Aún nos queda mucho camino que recorrer, pero hay que ir celebrando todas las victorias, una a una, y hay que conseguir que la lucha de las sabinas llegue poco a poco a más países y se convierta en una de las principales reivindicaciones del feminismo. 

Vamos a lograr que la sociedad tome conciencia del problema, que proteja a las infancias, que ponga los cuidados en el centro, y que apoye a las madres que crían solas. 


Juntas sí podemos.


Coral Herrera Gómez

Aquí para saber más sobre la Ley Sabina 

Aquí puedes seguir a Diana Luz Váquez

Ya puedes leer  en papel o escuchar el audiolibro de Diana Luz Vázquez: "Salvavidas para madres solteras autónomas. Un manual de respuestas para maternar en solitario", Editorial Grijalbo, México, 2024.





22 de febrero de 2024

Tesis doctoral de Coral Herrera Gómez




¡Buenas noticias! La Universidad Carlos III de Madrid ya tiene mi tesis doctoral “La construcción sociocultural de la Realidad, del Género y del Amor Romántico”, publicada en su Biblioteca Digital. Obtuve un Sobresaliente Cum Lauden en 2009, y hasta ahora solo era posible consultarla en papel en Madrid. 

Desde hoy podeís leerla desde cualquier parte del mundo: 

https://e-archivo.uc3m.es/handle/10016/40138






23 de mayo de 2023

Nuevo libro de Coral Herrera Gómez, este fin de semana en la Feria del Libro de Madrid






¡Ya puedo mostraros la portada de mi nuevo libro! Hoy salió de imprenta y mañana empieza a distribuirse en librerías, aunque la fecha de lanzamiento oficial es el 5 de junio.  

Aquí tenéis mi primer libro para adolescentes y jóvenes sobre el amor, el octavo que publico en España. 

💙💙💙💙💙


El viernes llega a la Feria del Libro de Madrid, estaré firmando ejemplares el sábado y el domingo desde las 12 en la caseta 192 de la editorial Catarata.






En España podéis ver en Todos tus Libros qué librerías son las primeras en tenerlo, y te mandan un mail para avisarte.

Fuera de España, está en preventa en Amazon, en papel y en Kindle.


Aquí podéis verlo en la web de la Editorial Catarata, que más adelante lo publicará en formato ebook.


Y aquí puedes ver todos mis libros,

¡muchas gracias a todas y a todos!




 

9 de marzo de 2023

Atrevidas que transforman



Muy contenta de anunciaros que salgo en este libro de entrevistas a mujeres realizado por Susana Reina y Alejandra Watts de la organización Feminismo Inc de Venezuela. 

Somos 55 mujeres de toda América Latina y España, 

 podéis descargaros gratuitamente el ebook aquí, en Feminismo Inc.


20 de enero de 2023

Masculinidades No Violentas. Herramientas metodológicas para el trabajo con adolescentes.




Aquí os presento mi Guía "Masculinidades No Violentas. Herramientas metodológicas para el trabajo con adolescentes", elaborada junto con Irene Negrín León y Diana Pérez Saavedra y publicada por la Dirección General de Juventud del Gobierno de Canarias. 

Se trata de una reedición adaptada a la realidad canaria de la primera guía editada en 2019. La guía ofrece hasta 10 fichas para abordar diferentes temas como el amor romántico, el patriarcado, el feminismo, las relaciones de pareja o la inteligencia emocional. Además, incluye una ficha evaluativa y de seguimiento de cada sesión que tienen como objetivo conocer los aspectos a resaltar o las dificultades de ejecución, lo que permitirá mejorar las fichas en próximas ediciones.

Como se argumenta en la guía, las actividades se fundamentan en poner la filosofía de los cuidados en el centro para ayudar a construir relaciones basadas en los buenos tratos y el respeto mutuo, incidir en la resolución de conflictos, visibilizar que la violencia no es solo física, trabajar la autoestima, desprenderse de los miedos y trabajar la diversidad para vivir su sexualidad y sentimientos en libertad, entre otros.

Cada ficha se compone por dos lecturas y dos dinámicas que se pueden realizar en dos sesiones de aproximadamente una hora y media cada una. En cada herramienta se establecen una serie de indicaciones que determinan el orden de trabajo, así como la población juvenil destinataria recomendada y su formato de trabajo, en grupo grande o pequeño y con la opción de dividir el grupo por sexo y género, trabajando el mismo material. 


Podéis descargarla gratuitamente aquí. 


Otras publicaciones digitales de Coral Herrera Gómez: 



Mamá se va de viaje. Cuento Infantil y Guía Didáctica

Autora: Coral Herrera Gómez

Ilustración, diseño y maquetación: Jorge Morales Carbonell

Guía Didáctica: Coral Herrera Gómez e Isabel Roda García

Coordinado por: Getting Better

Publicado por: Ayuntamiento de Humanes

Madrid, abril de 2021

Leer y descargar gratis aquí





Masculinidades no violentas: guía de recursos para trabajar con menores,

Instituto Canario de Igualdad, Tenerife, 2020.
 
Podéis pedirlo en papel y lo tenéis en la web para descargar gratis. 



14 de septiembre de 2022

Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja




Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja 

Coral Herrera Gómez, doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual. 


Este capítulo forma parte del libro: Hombres, Masculinidad (es) e Igualdad , coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, de la Editorial Aranzadi.

En él colaboran también Beatriz Ranea Triviño, Octavio Salazar , Jordi Cascales, Krizia Nardini, Miguel Lázaro, Beatriz Gimeno, Virginia Carrera Garrosa, Edurne Nieves Aranguren Vigo, Anastasia Téllez, y Magdalena Suarez.

En este capítulo vamos a tratar de responder a la pregunta: ¿es posible construir relaciones sanas e igualitarias, basadas en la libertad, el respeto, el apoyo mutuo, la solidaridad, el disfrute y los cuidados?, ¿es posible que los seres humanos podamos llegar algún día a acabar con el sufrimiento romántico y la violencia machista?, ¿cómo transformar el amor y aprender a querernos bien?. ¿qué cambios necesitamos para poder disfrutar del sexo y del amor en pareja?, ¿qué cambios necesitan hacer los hombres para poder construir relaciones igualitarias, libres de abuso y explotación?


Educación para el amor y los cuidados 

La primera cuestión para abordar el tema es entender por qué nos resulta tan difícil querernos, y cuales son las diferencias de la educación sentimental que recibimos hombres y mujeres, y la relación que tenemos con el amor romántico. 

Los hombres reciben una educación emocional diferente a la de las mujeres. La única emoción que pueden permitirse mostrar es la ira y la rabia. Todo lo demás está prohibido para ellos , excepto en el campo de juego cuando meten un gol. Fuera de él, cuando los hombres se atreven a expresar otras emociones, reciben las burlas y los comentarios humillantes de todos los hombres a su alrededor: un hombre debe ser duro, ocultar y reprimir sus emociones, y rechazar todo aquello que tenga que ver con las mujeres. 

El amor es cosa de mujeres. La ternura, el cariño, la sensibilidad, los cuidados, las muestras de afecto son cosas de mujeres. Todo lo que sostiene a esta sociedad: los cuidados, el amor, la solidaridad, las muestras de afecto y de cariño, tiene muy poco valor porque se consideran cuestiones femeninas. Todo lo que tiene que ver con nosotras carece de importancia y de valor: lo que de verdad importa en nuestra sociedad es la capacidad de acumular poder y riquezas,para destruir, dominar y someter, para aniquilar y para utilizar a los demás en beneficio propio. 

Son los valores del capitalismo unidos a los del patriarcado: a las niñas les hacemos creer que han venido al mundo a cuidar a los demás, y que las necesidades de los hombres son prioritarias, y  superiores a las necesidades propias. Desde pequeñitas, las niñas somos engañadas con la idea de que hemos venido al mundo a complacer, a amar y a servir a los hombres. 

Desde su más tierna infancia, el patriarcado educa a los varones para que valoren y defiendan su libertad, y a nosotras nos educan para que pongamos el amor romántico en el centro de nuestras vidas. A ellos les hacen creer que siempre habrá una mujer cuidándolos: primero mamá, luego la esposa. Y a nosotras, nos hacen creer que nacimos para cuidar a nuestros padres, hermanos, maridos e hijos. El papel de ellos es recibir cuidados, el nuestro, darlos. 

Pese a que hemos avanzado mucho en estas últimas décadas, las niñas siguen recibiendo mensajes contradictorios. Por una lado les pedimos que estudien y trabajen, y tengan su propio proyecto de vida, pero por otro seguimos contándoles los mismos cuentos de siempre para que sean adictas a las historias románticas y para que desarrollen una fe ciega en el paraíso del amor. El mito  romántico sigue teniendo un impacto descomunal en la construcción de la identidad femenina, y todas las niñas que no se someten a los mandatos de género son castigadas socialmente. 

¿Cómo castigamos a las desobedientes? Con comentarios cargados de reproches, y preguntas cargadas de mandatos: ¿cuando te echas novio?, ahora que tienes novio, ¿cuando te casas?, ahora que te has casado, ¿cuando tienes hijos?, ahora que tienes un hijo, ¿para cuando la parejita?. La presión social para que las niñas se casen y formen una familia feliz sigue siendo tan fuerte como hace un siglo. También las críticas hacia las que no obedecen los mandatos de género son brutales: Una mujer cuya meta vital no sea el matrimonio ni la maternidad es señalada como rara, considerada una oveja negra, y una proyecto de persona fracasada, incluso en las familias más modernas y abiertas. 

Esta presión social que reciben las mujeres que no se amoldan al estereotipo y al rol tradicional del heteropatriarcado demuestra que aún nos queda muchísimo por hacer. La sociedad no soporta a las mujeres libres, a las desobedientes, ni a las que se desvían de la norma. Todas ellas reciben muestras de rechazo por parte de su comunidad, y presiones variadas hasta que salen de su etapa fértil. 

En cambio a los hombres no se les presiona. A los hombres se les seduce con la idea de que si se casan, podrán llevar una doble vida (con los privilegios del hombre casado y del hombre soltero a la vez), y podrán vivir como reyes, con una cuidadora fiel y entregada que asumirá sus responsabilidades y obligaciones en el hogar y en la crianza. 

Desde muy pequeños les enseñamos a clasificar a las mujeres en dos categorías: las buenas y las malas. Las buenas son las mujeres que cumplen con el estereotipo y el mito de la princesa. Una mujer que pone en el centro de su vida el amor romántico, y que dedica todo su tiempo, energía y recursos en esperar a ser elegida por el príncipe azul. Una vez que lo logre, encontrará las puertas del paraíso: un enorme palacio en el que tendrá que vivir sola esperando a que su amado regrese de vivir sus aventuras. 

Como Penélope esperó a Ulises durante 30 años. 

Las princesas son mujeres sumisas, discretas, dulces, alegres, bondadosas, empáticas, generosas y altruistas. Son mujeres que no existen: no tienen pasado sexual ni amoroso, nunca piensan en sí mismas, y siempre están dispuestas a sacrificarse por los demás: su marido, sus padres, sus hijos, y demás hombres de la familia. 

Las princesas no se quejan, no tienen deseos propios, no tienen proyectos de vida más allá de cuidar a su amado y su prole hasta el fin de sus días. Las princesas son elegantes, cuidan su imagen física, se mantienen en forma, tienen la piel clara y el cabello rubio, son mujeres especiales que destacan por encima de las demás. 

Las mujeres buenas son las adecuadas para asentar la cabeza y formar una familia, las malas en cambio son las mujeres de usar y tirar. Las mujeres libres que tienen deseo sexual y disfrutan del sexo sin miedo y sin culpa, son señaladas por el patriarcado como mujeres malvadas, interesadas, manipuladoras, perversas, degeneradas, locas, desobedientes, salvajes e irracionales. 

Así funcionan las etiquetas del patriarcado, que les dice a los hombres que las buenas son respetables, y las malas no merecen respeto. Unas pertenecen a un hombre, y las otras a todos porque no tienen dueño. 

Los hombres creen que hay muy pocas “mujeres buenas”, y por eso se lo piensan muy bien antes de vincularse y comprometerse emocionalmente . Desconfían de las mujeres porque en el imaginario colectivo del patriarcado, persiste el miedo y el odio a las mujeres indomables que no se dejan domesticar ni someter. 

A los niños no les educamos para que se relacionen con las mujeres como compañeras. Nosotras somos siempre “las otras”, y de alguna manera, cuanto más desconfían de nosotras, más difícil les resulta tratarnos como a iguales: en la “guerra del amor”, somos las “enemigas” de las que deben defenderse. 

El patriarcado nos muestra a las mujeres como seres caprichosos con estados de ánimo cambiantes.   Son muchos los personajes de ficción que declaran no entender en absoluto a las mujeres, o que hablan en sus tramas de lo raras que somos y lo difícil que resulta relacionarse con nosotras. Somos incomprensibles porque no nos escuchan.

El miedo al poder de las mujeres es lo que ha construido el sistema defensivo de la masculinidad hegemónica patriarcal. Ya lo decía Eduardo Galeano: “El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”. Sobre este miedo a las mujeres libres se ha edificado todo el imaginario colectivo en torno a la feminidad: nos han hecho creer que las mujeres que obedecen los mandatos del patriarcado van al cielo, y todas las demás, vamos al infierno. 

¿Por qué tanto miedo a la libertad y al poder de las mujeres? Porque a los hombres les educamos para que luchen por ascender en la jerarquía social, y para que se dominen unos a otros. Es un sistema muy competitivo en el cual ninguno de ellos debe dejarse dominar por las mujeres, pero sí por los demás hombres: cada uno de ellos tienen a otros por encima y por debajo, y van alternando sus posiciones de poder según con quién se relacionan. Por eso se someten al superior en el ejército, en la empresa, en los cuerpos de seguridad del Estado, en las instituciones, en sus sindicatos, partidos políticos y asociaciones, pero todos tienen el premio de consolación: sea cual sea su grado de superioridad, en su casa mandan ellos. 



Impacto de los privilegios masculinos en las relaciones sentimentales 

Ni en las sociedades más democráticas los hombres han dejado de ejercer de reyes de sus hogares: la mayor parte de ellos tienen una o varias sirvientas a su disposición. Hasta el hombre más pobre del planeta tiene una para él solo, gratis, las 24 horas del día, los 365 días de la semana. Su única obligación consiste en traer un salario a casa. Salario que a veces se gastan nada más salir de la fábrica o del campo de trabajo en fiestas, juegos, burdeles, apuestas y juergas varias. 

En los países más avanzados, los hombres están renunciando a algunos de sus privilegios y están “ayudando” en las tareas domésticas, de crianza y de cuidados. Sin embargo, las cifras sobre el uso del tiempo libre nos permiten entender que ellos siguen gozando del doble de tiempo libre que las mujeres. 

Según el Informe sobre el desarrollo mundial 2012 del Banco Mundial, en nuestro planeta las mujeres emplean 5,10 horas a los cuidados del hogar y las personas de su familia, y los hombres una media de 2 horas al día. En los países menos avanzados, las mujeres dedican, según el Informe de Oxfam, unas 14 horas al día a las labores de cuidados esenciales, y en total todo el tiempo que dedicamos las mujeres a trabajar gratis tiene un valor de 11 billones de dólares. 

¿Qué implican estas cifras? Que los hombres, en casi todos los países del mundo, tienen más tiempo para cuidarse, hacer ejercicio físico, dedicarse a sus pasiones, disfrutar de su gente querida, tener amantes y amigas, prepararse unas oposiciones, consolidar o adquirir nuevos idiomas, hacer masters o doctorados, o invertir en su carrera profesional.  

Y mientras, las mujeres, vivimos con una doble jornada laboral que daña nuestra salud mental, emocional y física: la sobrecarga de trabajo dentro y fuera de casa nos mantiene agotadas, pero también presas. Nos prometieron que el trabajo remunerado nos haría libres, pero la realidad es que como los hombres nunca se incorporaron masivamente al trabajo de cuidados, nosotras nos vimos atrapadas en dos trabajos, y condenadas a la precariedad. En España se estima que el 52 por ciento de las mujeres al frente de una familia monoparental se encuentran excluidas del mercado laboral o trabajan en condiciones de precariedad, ya que el cuidado de los hijos y la falta de medidas de conciliación les impide optar a empleos con mayores jornadas e ingresos, según datos del Informe “Más solas que nunca” de la ONG “Save the children” en 2020. 

¿Es posible, en estas condiciones, que las relaciones heterosexuales puedan llegar a ser igualitarias?  Obviamente, no. 

Para asegurar la autonomía económica de las mujeres, habría que transformar el sistema entero para garantizar el derecho a tener ingresos de todas las mujeres. No es posible construir una relación sana desde la dependencia.

Pero además, los cambios políticos tendrían que hacerse también en todos y cada uno de los hogares.  

En principio el problema parece fácil de resolver: se trataría de que los hombres renunciasen privilegio de tener una asistenta personal que hiciese de criada, y se implicasen en las tareas de cuidados (de sí mismos, de sus familiares, de su hogar, y del planeta).



La monogamia femenina y la honestidad masculina 

Sin embargo, resulta más complicado que los hombres renuncien al privilegio que les permite tener una doble vida: una como respetable padre de familia, y otra como juvenil soltero de oro. Uno de los mitos fundamentales del amor romántico es la monogamia, un sistema de exclusividad sexual pensado sólo para nosotras. La doble moral disculpa a los hombres y culpa a las mujeres de las infidelidades masculinas: nosotras somos las que no vigilamos a nuestros maridos, o las que tentamos a los hombres para robarles los maridos a las otras. Según la doble moral del patriarcado, ellos son simplemente animales con un apetito sexual inconmensurable que les convierte en víctimas de nuestros caprichos. 

La doble moral condena a las mujeres adúlteras al ostracismo o a la muerte: incluso en los países en los que ya no es legal asesinar a tu esposa infiel, muchas mujeres siguen muriendo a manos de sus esposos sólo por el hecho de ser sospechosa de adulterio. Sin embargo, el castigo para las “canitas al aire” de los hombres, sigue siendo leve: duermen tres días en el sofá de su casa y después son perdonados y pueden regresar al lecho conyugal. 

Los hombres siempre han gozado de una vida sexual y amorosa diversa, gratis o de pago. A la vista están los aparcamientos de los burdeles que hay en todos los pueblos, carreteras y barrios de ciudades de España, repletos de vehículos de hombres casados que rompen con las normas de la monogamia mientras sus mujeres esperan haciendo la cena en casa. 

La construcción de la masculinidad hegemónica se basa fundamentalmente en la deshonestidad: los hombres no podrían vivir sus dobles vidas si fuesen sinceros con sus compañeras, y con el resto de su entorno familiar y afectivo. Ser honesto y disfrutar de sus privilegios es completamente imposible: los hombres se ven forzados a firmar un contrato monogámico para asegurarse de que sus esposas van a ser leales y fieles al compromiso. Pero esto no implica que ellos tengan que serlo también. 

Porque en nuestro imaginario colectivo, los hombres de verdad son hombres con capacidad para dominar su entorno (o el mundo), para conquistar mujeres, y para sembrar el mundo de hijos. Estas son las tres leyes principales de la masculinidad patriarcal, junto con la ley de la libertad: casados o solteros, los hombres nacen y mueren libres. 

¿Cómo lograr que los hombres desobedezcan estas leyes, y desmonten estas estructuras de relación con las mujeres? Es complicado, porque los cambios generalmente se producen como consecuencia de una necesidad, ¿y qué necesidad tienen los hombres de cambiar, si les va bien tal y como estamos?

Los hombres tienen a su disposición millones de mujeres hermosas dispuestas a amar, y a darlo todo con tal de tener pareja. En todos los países del mundo, las mujeres han sido educadas para ser adictas al amor, para buscar a su príncipe azul, para entregarse por completo y sufrir por amor. Muchas mujeres sufren una baja autoestima y una gran dependencia emocional, y muchas creen que son mitades incompletas que necesitan a un hombre en sus vidas para ser felices. 

Son muchos años consumiendo canciones románticas, novelas, cuentos, películas, series, cómics, revistas, y productos que perpetúan el mito del amor romántico, los estereotipos y roles de género, y muchos años de terapia los que se precisan para recuperarse de la estafa romántica. 

Casi todas las niñas, gracias a los dibujos animados y los juguetes de la infancia, sueñan con ser salvadas y mantenidas por un príncipe azul, y se ven a sí mismas como futuras princesas. Cuando se dan cuenta de que en realidad son sirvientas a disposición de un hombre, entonces el mito cae por sí solo. Algunas se rebelan, y otras se hunden: la decepción y la frustración requieren de mucho trabajo personal, y en ocasiones, de apoyo terapéutico. 

Cuando las mujeres podamos liberarnos del mito y aprendamos a cuidarnos, entonces quizás los hombres se vean obligados a cambiar su forma de relacionarse. Si logramos trabajar nuestra autonomía emocional y económica, y elevar nuestros niveles de autoestima, entonces no estaremos dispuestas a vivir el engaño de la monogamia, ni a cuidar de por vida a un rey. 

El feminismo lleva muchos años luchando por la liberación de las mujeres, pero nuestra cultura patriarcal sigue educando a nuestros niños y niñas para que aprendan a ser hombres y mujeres tradicionales, y para que aprendan a relacionarse entre ellos con las mismas estructuras que sus abuelos y abuelas. 

Es necesaria entonces una revolución amorosa, tanto educativa como cultural, que nos permita transformar nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. 



La revolución amorosa, paso a paso

La base del patriarcado es el trabajo gratis de las mujeres, y su explotación emocional, sexual, laboral, reproductiva y doméstica. 

Sin el amor y los cuidados de las mujeres, nuestro sistema no podría funcionar. Así que uno de los primeros pasos para acabar con el patriarcado consistiría en cambiar nuestro modelo productivo para poner en el centro los cuidados, de manera que fueran una responsabilidad social compartida por todos los miembros de la sociedad. 

Podríamos empezar con las instituciones educativas para que pusieran los cuidados en el centro: uno de los pilares de la educación sería enseñar a los niños y a las niñas a cuidarse a sí mismas, a cuidar a los demás, a cuidar sus hogares y los espacios en los que estudian, trabajan y se divierten, a cuidar la naturaleza,  los demás seres vivos y el planeta. 

¿Cómo educar a los hombres para que aprendan a relacionarse desde la igualdad y puedan construir relaciones libres de explotación y violencia? Proporcionándoles herramientas para aprender las artes de la comunicación no violenta, para gestionar sus emociones, para desarrollar la empatía y la ternura, para resolver conflictos sin violencia, para controlar su ego y subir su autoestima, para aprender a tratarnos bien incluso cuando dejamos de querernos. 

Es decir, el cambio educativo supondría abandonar la filosofía competitiva del “sálvese quién pueda” y de “el pez grande se come al chico”, para abrazar la filosofía de los cuidados, basada en la igualdad, el apoyo mutuo, la empatía y la solidaridad. 

Además, tendríamos que tener también las herramientas para aprender a usar nuestro poder de manera que no haga daño a nadie, es decir, usar nuestro poder no sólo para el beneficio propio, sino orientado al Bien Común. 

Hombres y mujeres podríamos adquirir las habilidades necesarias para entrenar en el arte de la autocrítica amorosa, que nos permitirían entender qué es el patriarcado, cómo lo sufrimos y cómo lo ejercemos, y nos permitiría también trabajar juntos para liberarnos de la estructura opresiva y de las jerarquías que utilizamos para explotarnos los unos a los otros. 

El cambio educativo tendría que venir de la mano con el cambio cultural. Ahora mismo los héroes de nuestra cultura son hombres malvados que acaparan los recursos, y que explotan y hacen sufrir a miles de personas para poder acumular dinero y riquezas sin parar. La mayor parte de los héroes masculinos son asesinos, lo mismo los héroes para adultos que para niños. Son robots sin sentimientos y sin escrúpulos que aniquilan a sus enemigos y coleccionan mujeres como si fueran trofeos. So, en su mayoría, tipos traumados por algo que les pasó en su infancia, pero también egocéntricos, narcisistas, mentirosos, ambiciosos, mutilados emocionales que les hacen creer a los niños que para ser feliz hay que tener el poder. Son el ejemplo a seguir para todos los niños, y les muestran que el más violento es el que más poder acapara. Son héroes que jamás piensan en construir, sólo destruyen, jamás piensan en el Bien Común, sólo en el suyo propio.  

Los héroes son narcos, mafiosos, empresarios poderosos, militares, guerreros, policías, detectives. Nunca se elige como héroes a hombres que estén luchando por salvar el planeta de la contaminación y la destrucción, ni a hombres que se entregan en cuerpo y alma a luchar por los derechos de los seres vivos, los bosques, los animales o los derechos humanos. Los héroes son siempre mala gente: muy atractivos físicamente, pero sin ética ni principios. 

El cambio en las masculinidades está en manos de los productores de cultura y entretenimiento, que siguen obsesionados con reproducir los estereotipos y los mitos patriarcales a través de las princesas y los matones.

 ¿Cómo hacer para que empiecen a ofrecernos otros modelos de masculinidades no violentas y no dominantes, otros modelos de feminidad, otras tramas narrativas y otros finales felices? 

La única manera de hacerlo es a través de la educación. El cambio educativo no sólo transformaría nuestra cultura, también nuestras emociones, sentimientos y formas de relacionarnos. Si la base fundamental del amor de pareja fueran los cuidados mutuos, podríamos acabar con la explotación, el sufrimiento y la violencia romántica. 

Para liberar el amor del machismo y de toda su carga patriarcal, deberíamos poder desmontar la idea de que el amor y los cuidados son cosa de mujeres. Para que los niños y los adultos varones se atrevan a desobedecer el patriarcado,  tienen que entender el mundo en que vivimos: en las escuelas, institutos y universidades nos hablan mucho de capitalismo, pero apenas nos explican qué es el patriarcado. 

El sistema educativo debería poder explicar por qué ha pasado tantos años ocultando y silenciando a las mujeres, y por qué fueron expulsadas de todos los libros de texto. También debería ofrecer herramientas para entender por qué los medios de comunicación y las industrias culturales siguen cosificando o invisibilizando a las mujeres, y por qué siguen insistiendo en inocularnos los valores del patriarcado a través de los mitos. 

Es preciso explicar también los intereses económicos de todos los actores implicados en la perpetuación del patriarcado, y la manera en que nos aprovechamos todos y todas del trabajo esclavo o gratuito de las mujeres en el mundo. 

Una vez que tomemos conciencia, entonces podremos hacer el trabajo individual que necesitamos para llevar a cabo el cambio social. Como lo personal es político, hay que empezar desde uno mismo/a, y creo que una de las claves para contribuir a estos cambios es que podamos reconocer al policía patriarcal que habita dentro de cada una de nosotras y nosotros. El patriarcado interior no sólo nos oprime y nos somete, también lo utilizamos para oprimir y someter a los demás. 

Cuando podamos identificar esos valores patriarcales con los que nos han educado, entonces podremos empezar a liberarnos por dentro, y a despatriarcalizarlo todo: la masculinidad, el sexo, el amor, las relaciones que construimos, y nuestra forma de organizarnos. 

Despatriarcalizar la Ciencia, la Religión, la Comunicación, el Arte, la Justicia, las leyes, la economía, es tan importante como despatriarcalizar nuestras emociones y nuestras relaciones: todo lo que es personal es político, y viceversa.  

Si para cambiar el mundo necesitamos empezar el proceso de transformación en nosotros y nosotras mismas, entonces es fundamental que proporcionemos a los varones las herramientas que necesitan para tomar conciencia y para hacer autocrítica amorosa. 

Quizás en ese momento, los hombres puedan empezar a cuestionar la forma en que se relacionan con las mujeres de su vida, y puedan por fin empezar a renunciar a sus privilegios para poder tratar bien a sus madres, hermanas, vecinas, amigas, amantes, compañeras de trabajo y de estudios, y compañeras de vida. 

Es desde la empatía como los varones pueden tomar la decisión de quitarse la corona para relacionarse en igualdad, y para aprender a amar a las mujeres de su vida desde el respeto, la ternura y el compañerismo. 

La clave para el cambio está en transversalizar los valores del feminismo en la educación, el arte, la cultura, la comunicación, y en poner el centro los cuidados. Si enseñamos a las nuevas generaciones a cuidarse a sí mismos, los chicos no necesitarán una criada que les cuide. Si les enseñamos a relacionarse con las mujeres desde los cuidados mutuos, será más fácil para ellos relacionarse desde el buen trato y el respeto. Si les enseñamos a cuidar su hogar y su planeta, es posible que estemos a tiempo de salvarnos de la autodestrucción. 

Es fundamental, en este punto, entender que necesitamos nuevos héroes, hombres o seres fantásticos que sean capaces de utilizar sus habilidades emocionales y su inteligencia para resolver sus problemas, cumplir con sus misiones, o conseguir lo que quieren, lo que necesitan y desean. Así que debemos pedirle a los productores culturales que apuesten por otros relatos, otros modelos a seguir, otros finales felices. 

Sin los hombres, este cambio podría durar siglos. Necesitamos, pues, mucha coeducación y mucha sensibilización para poder involucrar a todos los varones en esta transformación de nuestra sociedad: los cambios personales son políticos, y lo romántico también es político. 

Para poder querernos bien, tenemos que desmontar la idea de que el amor es una guerra, y todos los mitos románticos que nos hacen creer que amar es sufrir, sacrificarse, renunciar, someterse y entregarse a un hombre. Es una labor ingente la que nos queda por hacer: desmitificar el amor romántico y transformar las masculinidades será una de las tareas principales de la revolución amorosa. 


Coral Herrera Gómez 



Puedes adquirir el libro y el ebook aquí. 

Mis libros para la Revolución Amorosa.


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Prólogo del libro: Hombres que ya no hacen sufrir por amor






3 de junio de 2022

Hombres, masculinidades e igualdad




Estoy muy contenta de anunciaros que ya está en librerías y en ebook el libro sobre Masculinidades de varias autoras/es en el que he participado, publicado por la Universidad Complutense de Madrid 

 y coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, 

en el que colaboran también Beatriz Ranea Triviño , Beatriz Gimeno , Octavio Salazar , Jordi Cascales, Krizia Nardini, Miguel Lázaro, Virginia Carrera Garrosa, Edurne Nieves Aranguren Vigo, Anastasia Téllez,  y Magdalena Suarez.

Podéis adquirirlo en ebook y en papel en todostuslibros.com

19 de noviembre de 2021

¿Cómo enamorar a una mujer para que te cuide toda la vida?

Ilustración de Señora Milton



"Niña, tú mejor no te cases ni tengas hijos", este extraño consejo lo recibí de algunas mujeres de mi entorno durante la niñez y la adolescencia. Me lo dijeron a solas, en susurros, como si fuera un secreto. Yo no comprendía, porque creía que la experiencia más hermosa que yo podía vivir como mujer era encontrar al amor de mi vida.
Ahora por fin lo entiendo todo.
¿A vosotras también os han dado este consejo en secreto? Rompamos el silencio, las mujeres tenemos que ayudarnos entre nosotras a quitarnos la venda de los ojos.
Mi nuevo post en el blog de Pikara Magazine en eldiario.es 

24 de julio de 2020

Definición de "Amor Romántico", por Coral Herrera





DEFINICIÓN DE AMOR ROMÁNTICO
Por Coral Herrera Gómez

El amor es una energía poderosa que mueve el mundo y nos ha permitido sobrevivir como especie. Dentro de ella hay muchos tipos de energías amorosas, y una de las más importantes es la del amor romántico, que podría definirse como el fenómeno químico, sexual, hormonal, político y cultural que atrae a los amantes entre sí bajo una intensidad descomunal, y que cuando es correspondido nos hace vivir una experiencia alucinógena que nos conecta directamente con el Cosmos. 

El amor romántico es una construcción cultural y social, un mito que se consolidó durante el siglo XIX en nuestra cultura occidental y que se expandió por todo el planeta gracias a la globalización. Hoy es un fenómeno universal que une a las personas de dos en dos, y que constituye un gran negocio para una industria centrada en las parejas y sus creaciones de nidos. 

El amor no nace, se hace: aprendemos a amar en el momento histórico que nos ha tocado, en la clase social a la que nos ha tocado pertenecer: interiorizamos la cultura amorosa en la que nacemos a través de la educación, la socialización y los medios de comunicación de masas. No se ama igual en un pueblecito de Japón que en un barrio de Montreal : el amor es un fenómeno en constante construcción que varía con las etapas históricas y épocas geográficas, y se alimenta de las culturas amorosas a las que coloniza.

La ideología que subyace al mito del amor romántico en la actualidad del siglo XXI es capitalista, colonialista y patriarcal. Es decir, que sus mensajes van dirigidos a mantenernos a las mujeres sometidas al dominio del varón, y presas de un engaño que dura hasta que maduramos o nos hartamos. Las mujeres son educadas para amar sin condiciones, en una posición de sumisión, y desde pequeñas invertimos toneladas de tiempo y energía en el amor romántico. Tanto que incluso el hombre más pobre y mísero del planeta tiene a una mujer trabajando para él y cuidándolo gratis, en nombre del amor. Son millones de horas las que dedicamos a trabajar gratis las mujeres en todo el mundo: la doble jornada laboral de las mujeres no solo es un rol femenino de nuestra cultura patriarcal, también se considera una demostración de amor hacia el marido y los hijos e hijas 

El amor también es una droga que nos tiene muy entretenidas. Nos hace pasar muchas horas soñando con el romance ideal, con la llegada de la media naranja, con el final feliz del cuento. Pero también nos hace daño, como cualquier droga, cuando abusamos de ella o nos excedemos en las dosis: el patriarcado nos quiere a todas adictas al amor romántico, y quiere que le demos prioridad a nuestra necesidad de vivir el romance por encima incluso de nuestro bienestar y nuestra salud mental y emocional.  

Cuando somos correspondidas, el amor es una de las experiencias más hermosas que podemos vivir en la vida. Si hay cuidados mutuos, respeto, honestidad, complicidad, comunicación, generosidad, compañerismo y solidaridad, y muchas ganas de disfrutar del amor, el amor es una vivencia llena de placer. Cuando podemos amar en libertad, el amor es una experiencia de liberación que nos permite disfrutar del sexo y de la vida, nos permite también ser nosotras mismas, conocernos mejor, trabajarnos por dentro, y crecer y potenciar nuestro desarrollo personal. 

El amor de pareja sólo puede disfrutarse en condiciones de igualdad, y cuando se da en un entorno libre de explotación y violencia. No nos han enseñado a tratarnos bien, a cuidarnos mutuamente, a disfrutar la relación el tiempo que dure, y a cortarla a tiempo cuando se acaba: necesitamos mucha educación sentimental, sexual y emocional para aprender a querernos bien. 

¿Por qué tanta insistencia con la pareja heterosexual y las familias felices? 

Porque las familias son las principales reproductoras, productoras y consumidoras: sostienen todo el sistema capitalista. Nos quieren de dos en dos, o de uno en uno, y nos quieren con afán reproductivo. Ahora en algunos países se permite el matrimonio igualitario y la adopción de parejas lesbianas y gays, siempre que funden una familia feliz al estilo heterosexual. 

El sexo y el amor romántico 

A las mujeres se nos educa para que no podamos separar sexo y amor romántico, y a los hombres justo para lo contrario. El mayor mandato del mito romántico es la monogamia y la exclusividad sexual y sentimental, pero es solo un mito construido para las mujeres. Los hombres siempre han gozado de una gran diversidad sexual y amorosa porque la doble moral les perdona todo. A las mujeres que gozamos de una vida sexual libre y diversa, se nos castiga rebajándonos a la categoría de “puta”, el insulto favorito de los machos patriarcales para intentar restringir o eliminar nuestra libertad sexual y amorosa.  

¿Por qué sufrimos tanto por amor? 

Porque el romanticismo y el cristianismo tienen muchas cosas en común: ambos prometen  paraísos de felicidad y abundancia, ambos exaltan el sufrimiento como una demostración de amor y una prueba de fortaleza interna. En ambos mitos hay heroínas y héroes sufridores, actos heroicos, dramas eternos, y la fe en la idea de que aunque esto es un valle de lágrimas, y lo mejor está por venir. A las mujeres nos hacen creer que aguantando y sufriendo se obtiene una gran recompensa (que te amen para siempre, que no te dejen nunca), mientras que los hombres son educados para defender su libertad, para vivir sus afectos con otros hombres y para no poner la pareja en el centro de sus vidas. El discurso romántico y el cristiano hegemónico tienen en común que ambos se dirigen a las mujeres, y ambos nos quieren de rodillas. 

Amor y feminismo

El feminismo trabaja para desmitificar el amor y construir relaciones igualitarias, sanas, libres de violencia y de dependencia. Sí es posible sufrir menos, y disfrutar más del amor. Pero hay que trabajar mucho en el ámbito educativo y en el cultural para reivindicar que otras formas de quererse son posibles, para liberar al amor de toda su ideología patriarcal, y para poner en el centro los cuidados mutuos, y los cuidados compartidos. Lo Romántico es político: el cambio tiene que ser a la vez individual y colectivo, y la revolución amorosa será feminista, o no será. 


Coral Herrera Gómez 


El Breve Diccionario de Feminismo  ya está en librerías, publicado por Los Libros de la Catarata y  coordinado por Rosa Cobo Bedia y Beatriz Ranea Triviño, junto a maestras y compañeras como Marcela Lagarde y de los Ríos, Alda Facio, Mari Luz Esteban, Nuria Varela, Silvia Buabent Vallejo, Beatriz Gimeno, Carmen Castro, Pilar Aguilar Carrasco, Mar Esquembre Cerdá, Alicia Puleo, Marian Moreno Llaneza, Laura Nuño Gómez, Luisa Posada Kubissa, Alicia Miyares, Carmen Ruiz Repullo, Henar Sastre Domingo, Victoria Sendon de Leon y muchas otras. Lo podéis comprar en papel y en ebook, en librerías y en la web de Catarata. 

31 de diciembre de 2019

Resumen de 2019 en mi blog






Este año mi blog ha cumplido diez años, y alcanzó los 6 millones de visitas, porque entrasteis medio millón de personas durante el 2019.

Ya tengo publicados 500 post, y el más leído ha sido "Los Amores Compañeros", que ha recibido veinte mil visitas.


La mayor parte de la gente que entra es de España, México, Argentina, Estados Unidos, Colombia, Chile, Costa Rica, Perú, y otros países como Rusia, Alaska o India.

Aquí tenéis los post más leídos,








Quiero dar las gracias a todas las lectoras y lectores que me visitan, que comparten en sus redes y difunden mi trabajo entre su gente, nunca pensé que alcanzaría una audiencia tan grande y tan internacional cuando lo abrí en el 2010, me dais muchos ánimos para seguir compartiendo mis escritos, ¡millones de gracias!

Coral Herrera





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