31 de enero de 2023

Herramientas contra la manipulación

 



¿Sabéis por qué es tan buena, y tan importante la noticia de que en Finlandia están enseñando a sus niños y niñas pedagogía de la Comunicación?

 Porque si la población descubre las estrategias que usan los medios de comunicación y las industrias culturales, podremos aprender a defendernos de la manipulación. Lo necesitamos en todos los países y en todas las etapas educativas: tenemos derecho a  saber por qué nos manipulan, cómo lo hacen, y para qué. 

Si aprendemos las estrategias con las que los medios usan nuestras emociones y se aprovechan de nuestras necesidades, deseos y anhelos, si nos explican cómo nos manejan a través del miedo y la rabia, cómo imponen los temas importantes, la manera en que usan los mitos, los estereotipos y los roles para adoctrinar a la población, el uso de los bulos y la desinformación... todos y todas tendremos herramientas para entender la ideología que subyace a la información y los productos culturales que nos ofrecen los grupos de poder. 

En cada noticia, cada canción, cada película y cada serie que se produce, hay un mensaje cargado de principios y valores, que transmite el mundo desde la cosmovisión de un pequeño grupo de personas. 

Si tenemos estas herramientas y sabemos quiénes son los dueños de los medios, y qué intereses tienen, podremos elegir nuestras propias fuentes, crear nuestras propias producciones, y desarrollar pensamiento crítico para no cuestionar cualquier mensaje. 

Lo mismo en los videojuegos, que en los programas de televisión, que en reportajes de revistas, noticias de la prensa, videoclips, cortometrajes, programas de radio, anuncios publicitarios, canciones, poesías, obras de teatro, novelas, ensayos, publicaciones en redes sociales y demás producciones culturales. 

Una sociedad libre es una sociedad informada y con conocimientos, y con capacidad para pensar por sí misma y hacerse constantemente preguntas.

 Estoy convencida de que la educación puede acabar con la manipulación y el anestesiamiento de la población, y que enseñar sobre comunicación sería toda una revolución.

Coral Herrera Gómez 


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Gira 2023 La Revolución Amorosa

                      





GIRA 2023 
La Revolución Amorosa 

abril 

Paraguay 



Fechas: 
25 de abril, conferencia. 
26, 27 y 28 de abril, talleres

Formato: Presencial
Modalidad: Gratuita y hasta completar aforo 
Dónde: Centro Cultural de España Juan Salazar
Organiza: Emancipa y Espacio Juliana




España 



Fecha: 11 de abril
Hora: 9 am
Formato: Presencial
Modalidad: Gratuita
Organiza: Universidad de Almería 


MÉXICO 






En la tarde





Dónde: Universidad de Puebla 
Cuándo: 24 de marzo 
Formato: Presencial
Modalidad: Gratuito
Inscripciones aquí 


marzo

14 de marzo,
Zaragoza





Día 14

Formato: presencial y virtual
Dónde: Zaragoza
Hora: de 17.30 a 19.00 horas
Ubicación: Espacio LAAAB Plaza del Pilar, 3
Organiza: LAAB Laboratorio de Aragon 
Modalidad: gratuita y con inscripción previa

Más información y espacio de conciliación aquí






Día 7

Organiza: Asociación de Mujeres Españolas en Suiza

Hora: 19.00 horas

Formato: virtual

Modalidad: de pago







Día 6

Dónde: Santurtzi 

Formato: presencial 

Ubicación: Sala Krea

Hora: 18 horas

Modalidad: gratuita


Entradas: berdintasuna@santurtzi.eus



Febrero



días 10 y 11 

Dónde: Ibiza

Fechas: 

día viernes 10: taller Hombres que ya no hacen sufrir por amor

día sábado 11: taller Mujeres que ya no sufren por amor 

Lugar: Casal d' Igualtat

Organiza: Ayuntamiento de Ibiza








Dónde: Bilbao

Día: domingo 12 de febrero

Hora: 11 am

Lugar: La Terminal

Organiza: Espacio Regadera 
para el Ayuntamiento de Bilbao







Cuándo: viernes 17 de febrero

Hora: 19.30

Dónde: Espacio Feminista Concha de Marco

Organiza: III Ciclo de Encuentros para el feminismo, 
Ayuntamiento de Soria. 

Es gratuito y podéis reservar aquí vuestra entrada. 






 

28 de enero de 2023

¿Las mujeres también somos patriarcales y machistas?

 


He conocido muchas mujeres que han sufrido violencia por parte de otras mujeres y no quieren saber nada del feminismo. Te dicen: "las mujeres también son violentas y explotadoras como los hombres, y cuando tienen mucho poder, a veces son peores que ellos"
Yo no sabía que decirles hasta que leí la explicación de Pierre Bordieu: vivimos en un sistema de dominación masculino en el que la parte oprimida ha adquirido las herramientas de la parte opresora. Nos comportamos como ellos para sobrevivir, y con Michel Foucault entendí todavía mejor el patriarcado: el poder no solo se ejerce desde la dominación, sino también desde la sumisión. El patriarcado es una estructura jerárquica en la cual todos sufrimos el poder que ejercen los demás sobre nosotros, y nosotros ejercemos el poder sobre los que tenemos abajo y arriba. Las mujeres somos también patriarcales porque somos educadas en él, y nadie nos enseña a ejercer el poder sin abusar, sin violentar, sin aprovecharnos de nuestros privilegios. Lo que nos enseñan es a competir y a aplastar a los demás, y en concreto a rivalizar con las demás mujeres para tenernos aisladas y enfrentadas entre nosotras (unidas y organizadas somos muy peligrosas)
Por eso son tan conflictivas las relaciones entre mujeres, entre hombres, y entre hombres y mujeres, porque gastamos muchísima energía en las luchas de poder. Las mujeres batallamos contra el patriarcado a diario, pero también con nuestras compañeras de trabajo, nuestras parejas, nuestras madres, nuestras hijas, nuestras suegras, nueras, hermanas, jefas o empleadas.
Todas y todos nosotros somos educados en el patriarcado, lo interiorizamos, lo transmitimos, lo sufrimos y lo ejercemos.

También las mujeres feministas tenemos luchas de poder, nos relacionamos con las estrategias que usan los hombres, y nos hacemos daño entre nosotras. Tenemos la teoría: queremos un mundo sin violencia y el objetivo es que podamos liberarnos todas.

La sabia Audre Lorde nos explicó que nunca desmontaremos la casa del amo con las herramientas del amo. Es decir, que no debemos imitar a los hombres y reproducir la estructura en la que se relacionan, sino que, como dice Carla Lonzi, hay que repensar el concepto de poder para cambiar esa estructura tan injusta y violenta.

Hay gente que ejerce el patriarcado sin tener conciencia de cómo usa su poder para relacionarse. Y hay gente que tiene conciencia y se lo trabaja para no abusar, no perjudicar, y no dañar a los demás. Hay gente que además de leer, debatir y aprender, es capaz de llevar la teoría a la práctica, de hacer autocrítica amorosa, de modificar su comportamiento, y de transformarse y transformar sus relaciones. Somos gente que creemos que es posible que todos estos cambios personales para liberarnos de los patriarcados que nos habitan, se conviertan en un cambio colectivo.
Si cambian nuestras maneras de relacionarnos, se transforman nuestras maneras de organizarnos política, social y económicamente.

Estamos hablando de una revolución que nos permita construir un mundo mejor.

Así que el debate no está realmente en si las mujeres somos más o menos violentas que los hombres, sino en cómo vamos a mejorar las relaciones entre nosotras, y cómo nos estamos organizando para colaborar en la lucha contra el patriarcado, el que llevamos dentro, y el que se nos echa encima.

Si los hombres quieren entrar en el debate sobre cómo ejercemos el patriarcado las mujeres, lo primero es ponerse a pensar individual y colectivamente sobre cómo van a hacer para dejar de matarse entre ellos, y dejar de maltratarnos, de explotarnos, de violarnos y de matarnos a nosotras.

Y sólo así podremos dejar de darle vueltas a quien es más machista, y empezar a entender que es el sistema, que hay que cambiarlo, y que el cambio comienza en una misma y en uno mismo, tiene un impacto en tu comunidad, y provoca cambios a nivel social.

Ya somos muchas en el camino hacia la liberación y la transformación, estamos luchando por nuestros derechos y nuestra libertad, y necesitamos que se sumen muchas y muchos más.

#Feminismo #Cuidados #mujeres #DerechosHumanos  #movimientodeliberacióndelasmujeres
#RevoluciónAmorosa


Entre nosotras: cómo dejar de hacernos daño

La Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados

Cuidarnos entre nosotras

La Revolución Amorosa 


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26 de enero de 2023

Coral Herrera en Bilbao #Gira2023





 Dónde: Bilbao

Día: domingo 12 de febrero

Hora: 11 am

LugarLa Terminal

OrganizaEspacio Regadera 
para el Ayuntamiento de Bilbao




Si te gusta escribir y tienes una historia de amor o desamor que os ha dañado en vuestra vida, y no dudes en compartirla con nosotras ✍🏼 la leeremos de forma anónima y os contaremos algo muy importante: NO ERES TÚ, ES EL SISTEMA.



22 de enero de 2023

Entre nosotras: cómo dejar de hacernos daño




¿Por qué nos hacemos daño las mujeres unas a otras? 

Porque vivimos en una sociedad patriarcal y violenta que nos enseña a luchar por el poder, y a aplastar a los demás para conseguirlo. Las mujeres somos educadas en el patriarcado y nos lleva muchos años darnos cuenta no sólo de las violencias que sufrimos, sino también de las que ejercemos sobre las demás mujeres. 

Es un proceso largo que requiere mucha autocrítica amorosa, primero hay que analizar cómo aprendimos a competir entre nosotras, cómo luchamos por el poder, y después, ponerse a pensar en cómo nos puede ayudar el feminismo a mejorar las relaciones entre nosotras. 

Las mujeres educadas en el patriarcado no solemos ejercer violencia física sobre las demás mujeres, pero sí violencia psicológica y emocional, que es una forma de sentirnos superiores, inflar nuestro ego,  abusar de nuestro poder, y conseguir algo que necesitamos o deseamos. Porque somos educadas para rivalizar entre nosotras por la atención y el amor de los hombres, pero también para competir en nuestro entorno profesional, y así conseguir mejores puestos y salarios.

Y esta forma de relacionarnos nos hace sufrir mucho. 

No tenemos mucha admiración unas a otras, pero nos cuesta aplaudir los éxitos de las demás, porque los vemos desde nuestro ombligo, y nos preguntamos constantemente: ¿por qué ella sí y no yo?. Cuando la admiración se mezcla con el rencor, surge la envidia: no podemos alegrarnos de que a las demás les vaya bien, incluso aunque a nosotras nos vaya bien. Cuanto más éxito tiene una mujer, más rabia nos da, pero nos cuesta mucho reconocerlo, aunque sabemos que nos hace daño.

Muchas veces odiamos en otras mujeres lo que no nos gusta de nosotras mismas, son nuestro espejo y cuando nos miramos en ellas nos provoca un rechazo monumental, porque nos vemos reflejadas. A ellas las atacamos con más odio aún, porque es más fácil para nosotras juzgar a las demás que analizarnos a nosotras mismas. Cuesta mucho darse cuenta si el ego está muy grande, pero las mujeres que entrenan en la autocrítica amorosa a veces lo consiguen.

Otras veces atacamos a otras mujeres porque las vemos como una amenaza para nosotras, y cuanto más nos fascinan y nos embelesan, más amenazantes son: creeemos que la otra llega a quitarnos a nuestra pareja, o nuestro empleo, y buscamos mil razones para odiarlas, pero no lo conseguimos del todo porque en el fondo, nos gustan un montón y querríamos ser como ellas.  

Nosotras también sufrimos las enfermedades de transmisión social, y somos clasistas, racistas, machistas, gordofóbicas, lesbofobas, homófobas, etc, así que atacamos a mujeres que consideramos que pertenecen a una clase social inferior, o que tienen menos rango que nosotras, sin darnos cuenta de cómo hacemos daño usando nuestros privilegios. 

También, por supuesto, atacamos a las mujeres que creemos que están por encima de nosotras, porque tienen más seguidores, o tienen una familia feliz perfecta, o tienen más dinero, mejor posición social, o mayor categoría profesional, o son más jóvenes, más guapas, y más encantadoras que nosotras. 

Aquí también entran en juego nuestros complejos de superioridad e inferioridad: cuanto más baja es nuestra autoestima, más complejos tenemos, y más necesitamos llamar la atención y dejar claro nuestro lugar en la jerarquía, mientras nos esforzamos en escalar peldaños para llegar a ella. 

Tanto en la realidad como en las redes sociales, el ego nos lleva por la calle de la amargura. Necesitamos tener el control de todo, sentirnos las mejores, acaparar los focos y los aplausos, acumular likes y seguidores. Necesitamos sentirnos especiales y únicas, y despertar la admiración y el deseo de los demás. Cuanto más baja tenemos la autoestima, más necesitamos el reconocimiento externo, y más dependientes somos de la opinión y la atención de los demás.

También la sed de venganza es otra causa por la cual hacemos daño a alguien que nos ha perjudicado o nos ha hecho daño, y lo justificamos con esta idea del "ojo por ojo, diente por diente", que es muy antigua pero sigue en nuestro imaginario colectivo, arraigado con fuerza.Por ejemplo, si una mujer nos quita la pareja, creemos que tenemos derecho a hacerla daño con el argumento de que ella nos hizo daño primero. Es peligroso usar este argumento porque también lo usan los femicidas cuando sospechan o descubren una infidelidad, o cuando ellas quieren dejar la relación. 

Creamos las leyes para no tener que usar el ojo por ojo, diente por diente. Porque si nos dejasemos llevar por esta idea, todas las familias se extinguirían como las de la mafia italiana cuando entran dos clanes en guerra. No queda uno vivo cuando les ciega la sed de venganza. 


¿Cuáles son nuestras armas? 

Las mujeres nos hacemos daño de muchas formas. No nos amenazamos de muerte, como hacen los hombres, pero sí nos insultamos, nos burlamos, nos humillamos públicamente unas a otras.

Nos hablamos con desprecio y con tono de superioridad, nos tratamos unas a otras como si fueramos basura, nos parece que cuando alguien nos cae mal, tenemos derecho a meternos con ella. 

Nos reímos, ridiculizamos a la otra para quitarle legitimidad a sus palabras y a su figura, e invitamos a las demás a hacer lo mismo sin pararnos a pensar ni un solo momento en el daño que estamos haciendo. 

Otras sí son conscientes, y lo disfrutan, por eso añaden leña al fuego siempre que pueden. 

Nos inventamos bulos, chismes y rumores, descontextualizamos sus palabras, tergiversamos el sentido de lo que la otra está diciendo. Vigilamos sus publicaciones, escondidas como hienas, para saltar en cuanto se pueda e ir a la yugular directas. 

Hacemos preguntas cargadas de reproches, usamos la ironía y el sarcasmo, utilizamos la información sensible que tenemos de ellas para hundirlas en la miseria. Nuestra intención no solo es silenciar a otras mujeres, sino callarlas para siempre, destruirlas simbólicamente, para que desaparezcan de las redes y se "mueran" cibernéticamente. En su entierro, brindamos con champán, convencidas de que hemos derrotado a la enemiga, hasta que aparece nuestro nuevo objetivo. 

Los hombres disfrutan un montón viendo como nos machacamos entre nosotras. 

Date una vuelta por las redes sociales y compruébalo por ti misma. Muchas mujeres señalan públicamente a otras, las etiquetan y les dedican toneladas de palabras de desprecio. Además las exponen para que vengan detrás los hombres a sumarse a los ataques, y disfrutan viendo como la multitud las lincha y las cancela. 

Es el placer del poder, es la sed de venganza, es la superioridad moral con la que juzgamos a las demás lo que nos mueve a iniciar campañas contra otras mujeres. Algunas se dedican en cuerpo y alma a atacar a compañeras de lucha que no piensan como ellas, y tienen estrategias súper elaboradas para cancelar, machacar y borrar a las mujeres a las que odian. 

Sienten un placer momentáneo, pero nunca se sacia una del todo en redes, nuestro cerebro siempre quiere más adrenalina, y las redes saben lo que tienen que darnos para que nos conectemos y nos enganchemos a ellas: emociones fuertes, chutes y subidones instantáneos, sangre, sudor y lágrimas, dolor y llanto. 


¿Por qué nos odiamos tanto? 

Las mujeres competimos entre nosotras por puestos de poder en una empresa, en una institución, en un partido político, en una asociación de vecinos, competimos en el deporte, en el arte, en la cultura, en las portadas de las revistas del corazón. 

Y al patriarcado le encanta ver cómo nos ponemos zancadillas unas a otras, como nos damos puñaladas traperas, y no tiene que hacer nada para que nos destruyamos: ya lo hacemos contra nosotras mismas, y entre nosotras. 

No solo guerreamos contra otras mujeres, también nos hacemos auto boicot, odiamos nuestro cuerpo, no nos gusta nuestra forma de ser, nos exigimos demasiado, nos tratamos con la misma crueldad que a nuestras enemigas. Nos odiamos, nos sometemos a otros, nos ponemos en riesgo en nuestras relaciones.

Piensa por un momento en cómo te hablas y te tratas a tí misma, y en cómo te descuidas, y en las relaciones que tienes con gente que no te cuida, no te trata bien y no te quiere bien. 

Nos odiamos porque tenemos miedo, inseguridades, complejos, falta de autoestima. Y creemos que atacando a otras nosotras valemos más, o aparentamos que valemos más. 

El patriarcado construyó para nosotras la figura de "la enemiga". 

Las mujeres no solo batallamos contra nosotras mismas, también necesitamos enemigas para reafirmarnos, para sentirnos pertenecientes a un bando, para destacar en la lucha y que todas vean lo graciosas y lo crueles que podemos llegar a ser. 

Nos encanta meter zascas, machacar, dejar en el fango a otras mujeres, demostrar que llevamos la  razón, ridiculizar a las demás para brillar por encima de ellas, para destacar, para llevarnos a sus seguidoras a nuestros muros. 

Y es cierto que cuanto más violenta seas en tus ciberbatallas, más likes y más seguidoras obtienes, así que muchas mujeres en lugar de dedicarse a crear contenido para hacerse conocidas, se dedican a destruir a su competencia, o a cualquier mujer que se vea envuelta en una polémica. 

No es una actividad placentera, porque la sensación de victoria se esfuma en pocas horas: siempre hay más mujeres con más seguidoras que tú, siempre hay mujeres que destacan más que tú, y la lucha por llamar la atención en redes es desgastante, y nunca nos sacia. 

En nuestras batallas entre mujeres, creemos que hay que ponerse de un bando o de otro, y que no es posible estar en medio. No hay margen para desarrollar el pensamiento crítico dentro de un bando: o estás a muerte, o te pueden acusar de ser una de las enemigas. 

No sabemos pensar colectivamente, ni construir conocimiento juntas. El pensamiento más simple es el pensamiento patriarcal, en el que el blanco es lo contrario del negro, el día de la noche, la vida de la muerte, la salud de la enfermedad, lo bueno es lo contrario de lo malo, lo grande es lo contrario de lo pequeño, el bien es lo contrario del mal. El pensamiento binario nos reduce a la dicotomía entre lo positivo y lo negativo, lo masculino y lo femenino, la naturaleza y la cultura, la razón y la locura.

El pensamiento complejo, según Edgar Morín, es aquel en el que somos capaces de relacionar varios factores para construir una abstracción, y en él, la duda juega un papel fundamental. 

En las redes, sin embargo, nadie duda. Todo el mundo tiene muy clara su opinión sobre el femenismo, aunque no hayan leído nada sobre el tema. Todo el mundo tiene su opinión sobre el amor, la inflacción,  el cambio climático, el coronavirus, el mundial de fútbol, y todo el mundo cree que tiene derecho a opinar sobre asuntos judiciales y legislativos aunque no hayan estudiado leyes. Aunque no sepan nada sobre volcanes, aunque no hayan leído jamás nada sobre virus, aunque no se hayan interesado nunca por las emisiones de carbono, todo el mundo entiende de todo y sabe de todo.  

Lanzamos nuestras opiniones creyendo que estamos soltando puras verdades, que somos muy listas y muy listos, que lo sabemos todo. Y pocas veces expresamos nuestras dudas, ni dejamos margen para todo aquello que desconocemos, y ni siquiera nos interesamos por aprender algo sobre ello, ni sentimos curiosidad para leer y debatir, y así romper nuestros propios esquemas y ensanchar nuestros horizontes. 

Cada vez somos menos tolerantes, y cada vez soportamos menos a las mujeres que no piensan como nosotras. Nos cuesta mucho debatir sobre cualquier tema, porque no sabemos cuidar el tono ni las palabras, y porque interactuamos cegadas por la ira, la rabia, y el dolor.

Escribimos con el hígado hinchado, con las vísceras inflamadas, con las emociones revueltas, y por eso no medimos las palabras ni el impacto que tienen sobre las demás. 

Hemos perdido el placer de la conversación: cuando intentamos dialogar: en vez de disfrutar, sufrimos. Muchas salimos heridas, y muchas, cuando acumulamos varias heridas, bajamos el perfil a cero, o nos vamos de las redes sociales porque no aguantamos más. 

Y esto es otro gran triunfo del patriarcado, porque se van de las redes muchísimas más mujeres que hombres cada día. 


¿Quién gana en las batallas entre mujeres?

Los hombres se aprovechan cuando queremos destruirnos a nosotras mismas y entre nosotras. Ellos y su sistema patriarcal son los ganadores de nuestras guerras.

Nosotras les damos un poder descomunal en nuestras vidas, y por eso nos peleamos por su amor. Con la ex, con la suegra, con la nuera, con la cuñada, con las amigas, con las mujeres que rodean a los hombres que amamos.

Una de nuestras principales batallas es en torno a los hombres casados. Hay mujeres que se enamoran de hombres que obligan a sus parejas a ser monógamas, mientras ellos tienen las aventuras que quieren.

¿Como las engañan? Con el argumento de que ya no aman a su compañera, o que la relación está acabada, o que va a dejarla muy pronto. 

Además, muchos se sitúan como víctimas para dar pena, porque saben que ellas, para poder tener un romance con un hombre casado, necesitan creer en lo que él les dice: que ella es malvada, que es una histérica, que está loca, y que le ha hecho sufrir mucho. 

En las batallas entre la mujer oficial y la otra, el único que sale ganando es el hombre. 

Otra de las batallas es la que existe en torno a un hombre por parte de su compañera sentimental y su madre, y a veces hermanas. Muchas de nosotras somos nueras o suegras en algún momento de nuestras vidas, y si las relaciones son tan conflictivas es porque una de las dos, o las dos, no tienen claro su papel, y porque enseguida nos metemos en una lucha de poder a ver quién tiene más influencia por el hombre. Hacemos la guerra y obligamos al hombre a elegir: "o tu madre y tus hermanas, o yo", o bien maternamos al hijo de un modo tiránico para tener siempre poder sobre él, y por eso los choques con la nuera, que también tiene un poder y no pretende renunciar a él. 

También batallamos con nuestras madres y con nuestras hijas, por ese afán que tenemos de dominarnos, controlarnos, y mandar unas sobre otras. Y apenas podemos hablar del maltrato entre madres e hijas porque se supone que las madres somos seres de luz, seres entregados a los cuidados, que amamos incondicionalmente. Pero lo cierto es que aunque nos queremos mucho, no tenemos herramientas para querernos bien entre nosotras. Y que hay madres, e hijas muy malvadas.

Otras batallas se dan en el ámbito laboral, y en el ámbito social en el que nos divertimos y nos juntamos con más gente para disfrutar. Y casi todas ellas son luchas de poder. Las mujeres ejercemos el poder desde la dominación y desde la sumisión, y somos capaces de estar años y años batallando contra nuestra pareja, para que no nos someta, o para someterle. Porque nos pasa igual que a los hombres: no nos han enseñado a relacionarnos desde un plano horizontal e igualitario, y no sabemos cómo usar nuestro poder para no hacer daño a nadie. 


¿Cómo dejar de sufrir y de ejercer violencia psicológica y emocional contra otras mujeres? 

Desde siempre las mujeres han sobrevivido a las guerras, las sequías, el exilio, las catástrofes medioambientales y las crisis económicas juntando sus recursos para dar de comer a toda la comunidad. En muchas culturas las mujeres se organizan para ayudarse mutuamente, para cooperar, para cuidarse en momentos de necesidad. 

La obsesión del poder patriarcal es romper esas redes de resistencia y de apoyo mutuo, porque solas, las mujeres somos más dependientes, más vulnerables y más sumisas.  Juntas somos una fuerza arrasadora, por lo cual los hombres prefieren que estemos aisladas, y enfrentadas entre nosotras.

Esta es la razón por la cual las princesas de los cuentos patriarcales están tan solas: ninguna tiene madre, abuelas, hermanas, primas, tías, sobrinas, amigas, o vecinas. Si las tuviesen, no necesitarían al príncipe azul para nada y saldrían de su encierro sin necesidad de caer en la trampa del amor romántico. 

Así que una de las formas de dejar de ejercer violencia entre nosotras es organizarnos, juntarnos y solidarizarnos. Marcela Lagarde inventó el concepto "sororidad" para hablar del hermanamiento entre mujeres, la práctica de la empatía y el apoyo mutuo entre mujeres, para no vivir solas, y para no vivir en guerra contra otras mujeres. 

Una de las cosas que más nos tenemos que trabajar es la misoginia, es decir, el odio contra las mujeres, y contra nosotras mismas por ser mujeres. 

Otra cosa que nos podría ayudar mucho es dejar de obedecer a las mujeres líderesas que ejercen violencia sobre otras mujeres. Dejar de amarlas ciegamente, dejar de reirles las gracias, de aplaudir sus discursos, de apoyarlas cuando piden refuerzos para un ataque. 

Es muy liberador dejar de vivir con miedo a convertirte en su próxima víctima. Empezar a pensar por ti misma y a expresar tus opiniones, aunque no sean las mismas que las de ella. Ayudas además a que las demás se liberen también de la fe ciega y el fanatismo, a que puedan expresarse sin miedo a ser atacadas por sus propias compañeras.  

Nos ayudaría mucho también dejar de admirar, adorar e idolatrar a los hombres, y sobre todo, dejar de imitar sus maneras de relacionarse. 

También nos ayudaría entrenar en las artes de la autocrítica amorosa, gracias a la cual podríamos identificar qué nos tenemos que trabajar para ser mejores personas, para dejar de sufrir, y para dejar de hace sufrir a las demás. 

La terapia nos puede ayudar, pero tiene que ser desde la perspectiva de la ética amorosa. No se trata solo de aprender a defenderte de los ataques de otras mujeres, sino también de dejar de atacar. No se trata solo de cuidarse a una misma, sino de cuidar también a las demás. 

Se trata de entrenar para ser más empáticas y solidarias, para dejar de competir entre nosotras, para aprender a cuidar nuestras emociones y nuestros impulsos de manera que no nos arrasen y no arrasen a las demás mujeres.

Se trata de revisarse los privilegios, y trabajarse el racismo, la xenofobia, el clasismo, la misoginia, y todas las fobias sociales que nos hacen creer que unas estamos por encima de las otras.

Se trata de tomar conciencia de cómo se beneficia el patriarcado cuando guerreamos entre nosotras, y del impacto que tienen nuestras palabras y nuestros actos sobre las demás mujeres. 

Necesitamos, además, crear espacios de debate y construcción de conocimiento colectivo, espacios libres de violencia verbal, en los que podamos debatir de los temas más polémicos sin hacernos daño, y sin exponer a las compañeras a la violencia de los hombres, como sucede en redes.

Como véis es un trabajo personal a la vez que colectivo, pues tenemos que aprender a cuidar nuestrass emociones y a controlar nuestras vísceras, a dialogar y a colaborar para acabar con las luchas de poder, aprender a escucharnos con amor y a respetarnos cuando no podamos entendernos, y entrenar juntas en las artes de la asertividad y la comunicación no violenta.

El feminismo es nuestra gran herramienta: lo que nos une a todas es la lucha contra la violencia patriarcal y la violencia machista, y la lucha para conseguir que todas las mujeres podamos disfrutar de una Buena Vida. 

Nos queda mucho camino por recorrer para aprender a tratarnos bien entre nosotras, pero el primer paso es tomar conciencia no sólo de la violencia que sufrimos, sino también de la que ejercemos sobre las demás mujeres. 

La autocrítica nos puede ayudar a hacer uno de los cambios más importantes de la Revolución Amorosa: que las relaciones entre nosotras se construyan desde el respeto, los buenos tratos, el compañerismo y la sororidad. Y, mientras aprendemos a cuidarnos entre nosotras, también aprendemos a cuidarnos a nosotras mismas. 

Estamos en ello, seguimos soñando con un mundo mejor para todas. 

 

Coral Herrera Gómez


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20 de enero de 2023

Masculinidades No Violentas. Herramientas metodológicas para el trabajo con adolescentes.




Aquí os presento mi Guía "Masculinidades No Violentas. Herramientas metodológicas para el trabajo con adolescentes", elaborada junto con Irene Negrín León y Diana Pérez Saavedra y publicada por la Dirección General de Juventud del Gobierno de Canarias. 

Se trata de una reedición adaptada a la realidad canaria de la primera guía editada en 2019. La guía ofrece hasta 10 fichas para abordar diferentes temas como el amor romántico, el patriarcado, el feminismo, las relaciones de pareja o la inteligencia emocional. Además, incluye una ficha evaluativa y de seguimiento de cada sesión que tienen como objetivo conocer los aspectos a resaltar o las dificultades de ejecución, lo que permitirá mejorar las fichas en próximas ediciones.

Como se argumenta en la guía, las actividades se fundamentan en poner la filosofía de los cuidados en el centro para ayudar a construir relaciones basadas en los buenos tratos y el respeto mutuo, incidir en la resolución de conflictos, visibilizar que la violencia no es solo física, trabajar la autoestima, desprenderse de los miedos y trabajar la diversidad para vivir su sexualidad y sentimientos en libertad, entre otros.

Cada ficha se compone por dos lecturas y dos dinámicas que se pueden realizar en dos sesiones de aproximadamente una hora y media cada una. En cada herramienta se establecen una serie de indicaciones que determinan el orden de trabajo, así como la población juvenil destinataria recomendada y su formato de trabajo, en grupo grande o pequeño y con la opción de dividir el grupo por sexo y género, trabajando el mismo material. 


Podéis descargarla gratuitamente aquí. 


Otras publicaciones digitales de Coral Herrera Gómez: 



Mamá se va de viaje. Cuento Infantil y Guía Didáctica

Autora: Coral Herrera Gómez

Ilustración, diseño y maquetación: Jorge Morales Carbonell

Guía Didáctica: Coral Herrera Gómez e Isabel Roda García

Coordinado por: Getting Better

Publicado por: Ayuntamiento de Humanes

Madrid, abril de 2021

Leer y descargar gratis aquí





Masculinidades no violentas: guía de recursos para trabajar con menores,

Instituto Canario de Igualdad, Tenerife, 2020.
 
Podéis pedirlo en papel y lo tenéis en la web para descargar gratis. 



17 de enero de 2023

Nos salvan las amigas





No nos salva el príncipe azul, ni la policía, ni los servicios sociales, ni los abogados, ni los jueces, ni los políticos que gobiernan. El Estado no llega nunca a tiempo. Así que no nos queda otra que cuidarnos y organizarnos entre nosotras para que no nos maten.

Las mujeres que sufren violencia machista están muy solas: a menudo no quieren preocupar a su gente y creen que pueden aguantar y resistir la situación durante meses y años. A muchas les cuesta ponerle palabras a lo que están pasando, y cuando lo logran les da mucha vergüenza admitirlo. Se culpan a sí mismas, y a veces les cuesta asumir que sus vidas corren peligro.

Cuesta mucho ir a denunciar sola, y enfrentarse a los jueces y a la burocracia de los servicios sociales sola, y reclamar nuestros derechos solas. Nos piden que denunciemos, pero los femicidas nos matan igualmente. Aunque haya orden de alejamiento, aunque les pongan la pulserita, nos matan igualmente, sobre todo cuando queremos salir de la relación, porque muchos no están dispuestos a permitir que salgamos con vida de ella. 

Y cuantos más pasos damos para separarnos, más peligro corremos: los femicidas actúan cuando sienten que van a perder a su pareja y no van a poder controlarla más. 

Hay mujeres que pueden tomar decisiones y actuar con rapidez, pueden contratar a un abogado, alquilarse una casa, y llamar a sus amigas para hacer la mudanza entre todas en un solo día. 

Pero hay muchas mujeres que están solas, y otras que aunque tienen red familiar, tienen miedo de contarle a su gente lo que les está pasando. Mientras, los maltratadores tienen todo el apoyo de la sociedad, los medios, el poder judicial: toda nuestra cultura nos culpabiliza a nosotras y a ellos les justifica, les comprende, les absuelve a ellos. 

Así que a la vez que pedimos en las calles que dejen de violarnos, de golpearnos, de matarnos y descuartizarnos, también tenemos que hacer política en nuestra vida cotidiana, con las mujeres que nos acompañan en la vida. 

Las redes de cuidado entre mujeres salvan muchas vidas en todo el mundo, y ayudan a miles de mujeres a liberarse de las relaciones de dominación y violencia. En ellas nos ayudamos entre todas a identificar cuándo estamos sufriendo violencia machista por parte de nuestras parejas, y cuándo es el momento de dejar la relación. Pero además, una vez que una de nosotras quiere salir de ahí, las demás organizamos el tema de la logística: todas nuestras casas pueden convertirse en un refugio temporal para las amigas, las primas, las hermanas, las madres, las hijas, las tías, las sobrinas, y las vecinas, podemos juntar  dinero entre todas para que ellas puedan sobrevivir en los primeros meses, y si corre peligro de ser asesinada, podemos turnarnos para que no se queden solas y acompañarlas a todas partes. 

Cuando nos sentimos protegidas, acompañadas y cuidadas, es más difícil para el hombre violento actuar. Los asesinos necesitan víctimas vulnerables que dependan de ellos y estén solas, sin apoyo emocional y sin apoyo logístico para escapar. Por eso es tan importante que todas tengamos nuestra red de apoyo mutuo en la que dar y recibir cuidados e información, calor humano y amor de amigas, un techo para cobijarnos, y dinero para sobrevivir.  

Además tenemos que apoyar también a las mujeres que no tienen amigas ni red familiar, ni compañeras con la que contar: las mujeres inmigrantes, por ejemplo, son algunos de los colectivos más vulnerables, así como las mujeres mayores y las mujeres con discapacidades que dependen al cien por cien de sus maltratadores. Las más vulnerables necesitan también ayuda de grupos de mujeres para salir adelante, tanto a nivel psicólógico y emocional, como a nivel logístico. 

Y creo que una de las cuestiones fundamentales es que las nuevas generaciones entiendan la importancia de las redes de mujeres, que desde la infancia puedan construir las suyas propias, que sepan valorarlas, nutrirlas, expandirlas y cuidarlas con todo el amor del mundo. 

Tenemos que ayudarles a tomar conciencia que es mejor que el tiempo y la energía que desperdician con el amor romántico, buscando a su media naranja, lo dediquen a cultivar mucho amor del bueno y a crear su red de mujeres. 

No podemos seguir contandoles cuentos en los que el patriarcado les hace creer que la salvación está en el príncipe azul. En realidad son estas redes de mujeres las que nos sostienen, y en muchas ocasiones, las que nos salvan la vida. 

#Redes #mujeres #ApoyoMutuo #cuidados #SalvarVidas #NiUnaMenos #VivasNosQueremos

Coral Herrera Gómez



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