"Os invitamos a participar en un espacio de discusión que queremos inter y transdisciplinario y en el que deseamos aprender, compartir y disfrutar. El compromiso intelectual con los problemas de la comunicación, las representaciones sociales, las prácticas semióticas y la praxis política de nuestros días puede traducirse también en un compromiso entre personas que nos ocupamos en estos asuntos, para tratar de que nuestro pensamiento sea más activo y más colectivo.
En esta nueva edición del seminario queremos aproximarnos de forma conjunta, o al menos no disjunta, a la experiencia estética y al discurso y la praxis política, pues pensamos que esa no disyunción es una de las condiciones que hoy han de darse para poder pensar críticamente nuestro presente, es decir para tratar de hacerlo inteligible y de dotarnos de instrumentos intelectuales para resistirnos a él.
De todo esto, y de sus contrariedades, os invitamos a hablar".
Este es el cartel anunciando la ponencia que dí ayer en la Universidad Complutense, en la Facultad de Comunicación Audiovisual. Impresiona ver mi nombre en la nota circular del Seminario del
Grupo de Investigación Sociosemiótica de la Comunicación Intercultural, porque
es la primera vez que hago una ponencia.Conozco a Gonzalo, Cristina, María José, Wences y Vanesa desde hace dos años, pero sus obras me han acompañado desde que empecé a estudiar comunicación y semiótica, y especialmente durante todo el doctorado. Asistir a estos encuentros me ha estimulado mucho porque son gente muy cañera, porque tienen un afán transdisciplinar de conocimiento, porque saben mogollón y han leído miles de libros (aunque siguen teniendo una lista larga de libros "indispensables" que aún no han leído). Gracias a esta puesta en común de ideas y conocimiento me he sentido menos sola, porque he podido aprender mucho, expresarme de vez en cuando, y comprobar como las conversaciones iban y venían y nos llevaban a autores, conceptos, épocas e ideologías dispares.
Es una delicia escuchar a gente así porque
es una forma de ver el cerebro, de notar cómo trabaja, el modo en que enlazamos las ideas y los pensamientos, el modo en el que nos expresamos, el modo en que los otros traducen e interpretan los mensajes que transmitimos. Me encanta la discusión y la argumentación de las posiciones que se sostienen, y sobre todo me encanta cuando se derrumban esas posiciones y se admite también lo contrario, y se multiplican los matices y la complejidad del fenómeno del que estamos hablando.
Para mí es importante ver en vivo a l@s autor@s con los que convivo a diario porque me parece gente cuyo oficio posee muchas similitudes con la de los Magos: veo que la escritura es un proceso mágico, que pensar, leer, poner en común ideas, cuestionarlas, enseñar y transmitir al resto de las generaciones cúmulos de conocimiento, y provocar en la gente nuevas preguntas... es un oficio que trabaja con la mente y en la interacción de las mentes, ¡¡yo de mayo quiero ser como ell@s!!.
En fin,
yo iba tan tranquila pero he de admitir que al final me puse nerviosa porque eran tantas las ideas que me venían a la vez que no sabía por donde seguir. Tampoco he tenido mucho tiempo de preparármelo porque ha sido muy precipitado, pero estoy feliz de haber recogido las sugerencias, preguntas y críticas constructivas que me hicieron, y todo el cariño que me transmitieron con mi etapa final de la tesis. Hablamos mucho de las tesis así que me sentí como pez en el agua, dandome cuenta de que en el fondo todos los que estamos en ello tenemos los mismos miedos, las mismas angustias, los mismos problemas, cada uno con sus historias, pero ahí sufriendo. Resulta, por ejemplo, que a mucha gente le pasa que no puede/quiere dejar de leer porque siempre piensa una que debería leer más, y que a mucha gente le pasa también que a veces la propia tesis parece algo descomunal e inabarcable, o la tercera parte de la Historia Interminable.
El caso es que me gustó ver que el tema, la estructura, el planteamiento de mi tesis les gustó, y eso me hizo respirar de alivio y me ha dado más fuerza para terminar. Seguimos después tomando cañas y venga a hablar de amor sin parar, la verdad es que nos echamos unas risas y me sentí muy arropada, y
me animé mucho para seguir escribiendo. Me queda un tercio de la tesis y
me siento feliz porque se acerca el final de una etapa que ha sido maravillosa y que siempre recordaré con muchísimo cariño. Pero que tengo ganas ya de que termine porque ¡¡no tengo un puto duro!!. Y por mil razones más...