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11 de marzo de 2024

Desmontando el Mito de la Conciliación




Después del mito del amor romántico y del mito de la familia feliz, tuvieron que inventar otros dos mitos más para adaptarse a los nuevos tiempos: el mito de la súper mujer que puede con todo, y el mito de la conciliación. 

¿Por qué es un mito la conciliación de la vida personal, la vida laboral y los cuidados? 

Porque la única forma de hacer el mito realidad sería disminuyendo la mitad de la jornada laboral y la carga de trabajo. 

Las empresas y las instituciones no pueden reducir a la mitad la carga laboral porque tendrían que contratar al doble de personas. Para que ellos puedan cobrar mucho, es fundamental reducir la inversión en salarios. Cuanto peor nos paguen a nosotras, más ganan ellos. 

Ahora algunos de ellos, para parecer más humanos, dicen que están tomando conciencia del enorme gasto que suponen las enfermedades a causa del estrés y la sobrecarga de trabajo, y dicen que se han dado cuenta de que las personas son más productivas cuanto menos cansadas están. 

Pero son muy pocos los que aceptan medidas como la de reducir la jornada semanal a cuatro días, pese a que está demostrado que es una medida que beneficia tanto a los empleadores, como a los y las trabajadoras. 

Y es importante explicar que estas medidas son inútiles si nos dedicamos a teletrabajar en ese día libre.


¿Para qué usan el mito de la conciliación?

Para engañarnos. 

Cuando las mujeres se incorporaron masivamente al mercado laboral a finales del siglo XX, los hombres no se incorporaron masivamente al sistema de cuidados. Resultado: hoy la gran mayoría de mujeres tienen una doble jornada laboral, una dentro de casa sin remunerar, y otra fuera remunerada.

El mito de la conciliación sostiene la idea de que las mujeres podemos liberarnos de nuestras obligaciones igual que lo hacen los hombres. 

Liberarse de las tareas de cuidados es un privilegio masculino al alcance de algunas mujeres privilegiadas que pueden contratar a mujeres pobres: mamás sustitutas, para que cuiden a sus criaturas, trabajadoras del hogar, para que limpien y cocinen, y cuidadoras para que se encarguen de los familiares enfermos, accidentados o con discapacidad. 

Estas mujeres no pueden cobrar lo mismo que las mujeres profesionales, porque a las mujeres de clase media no les compensaría trabajar fuera de casa. Así que los salarios de las cuidadoras tienen que ser por lo menos la mitad, y sus condiciones laborales mucho más precarias que las de las mujeres de clase media. 

Si las parejas que contratan a sustitutas tuvieran que pagarles la cotización al seguro social, más vacaciones, bajas por enfermedad, etc no podrían beneficiarse de sus servicios, porque los costes serían demasiado altos. 

Por eso es tan difícil erradicar la explotación: la gran mayoría de las mujeres que cuidan no tienen papeles, y tienen que dar de comer a muchos familiares. Ellas aceptan los trabajos más duros y las condiciones más inhumanas porque no tienen alternativas. Algunas tienen que vivir encerradas en la casa familiar en la que sirven, sin horarios para descansar, y sin poder ver a sus hijos e hijas.

Las mujeres más pobres no solo tienen que hacer frente a la explotación doméstica: también sufren explotación sexual y reproductiva. 

En algunos países, los gobiernos están creando centros para que depositemos allí a nuestros bebés y nuestras personas mayores, y así no tengamos excusa para ir a trabajar. Lo llaman guarderías desde los cero años, y centros de día. En ellos las mujeres también trabajan en condiciones lamentables, con salarios muy precarios por culpa de la externalización de servicios y la sobrecarga de trabajo: todas nosotras sabemos que una mujer sola no puede cuidar a seis o siete bebés adecuadamente, ni tampoco puede cuidar debidamente a personas dependientes. 

Las mujeres lo sabemos porque a duras penas podemos con un solo crío. Se necesita una comunidad de cuidados para críar a un solo bebé y a su madre. 


¿Qué ocurre con las mujeres que queremos cuidar a nuestros propios niños y niñas? 

Si no queremos dejar a nuestros bebés con desconocidas, las únicas opciones para nosotras son: 

- depender económicamente del marido mientras cuidamos, 

- las que no tienen marido abrazar la precariedad, 

y por último podemos hacernos autónomas y trabajar desde casa, renunciando al tiempo libre, al descanso y al sueño. 


¿Cómo podemos aguantar el ritmo de tres jornadas laborales las que queremos cuidar a nuestros seres queridos? Con drogas, legales e ilegales: café, ansiolíticos, somníferos, y antidepresivos. 

Los índices de salud mental de las mujeres demuestran que solas no podemos sostener a la vez el sistema laboral y el de cuidados, y que es imposible trabajar ocho horas, más dos de transporte, más cuatro o cinco de labores de cuidados. 

Las mujeres se llevan trabajo a casa, pero no es posible cocinar, hacer lavadoras, contestar emails, cambiar pañales, ayudar con los deberes a las crías, pasear al perro, y preparar informes a la vez. Es imposible y lo comprobamos durante la pandemia.

¿Quien cuida a las cuidadoras? Nadie. Las cuidadoras son súper mujeres que no necesitan descansar, ni dormir, ni necesitan vacaciones, ni siquiera salario, porque todo lo que hacen, lo hacen por amor. Cuidan la casa, cuidan a las personas, cuidan las plantas, los jardines y los huertos, las mascotas, los animales domésticos, y ahora insistimos para que también se cuiden a sí mismas. 

¿Y de donde sacamos tiempo para ser las mejores profesionales, las mejores esposas, las mejores mamás? Todas nos vemos obligadas a renunciar a nuestro derecho al descanso y al tiempo libre, mientras nuestros compañeros disfrutan de cuatro o cinco horas al día. 

Es una injusticia tremenda que los hombres tengan más tiempo para vivir, para estudiar, para hacer deporte, para disfrutar de sus pasiones y sus seres queridos, para dormir y descansar. 

Las medidas que permiten a los hombres reducir su jornada para cuidar están muy bien, pero son muy pocos los que las piden. 

¿Y qué les pasa a los hombres, por qué son tan insolidarios? Porque son unos privilegiados, la mayoría de ellos viven como reyes: reciben cuidados sin darlos. Ni siquiera cuando sus cuidadoras enferman son capaces de cuidar. 

Nada cambiará mientras los hombres no aprendan a cuidarse a sí mismos y a los demás. 

La única solución para garantizar la conciliación es repartirse entre todas y todos los cuidados de manera equitativa y justa. Otras formas de cuidarnos son posibles: cuidar es un asunto político de primer orden.


Y ahora vamos a lo importante: ¿qué hacemos con las infancias? 

La mayoría están siendo criadas por personas que no tienen ningún tipo de vínculo afectivo con ellas. Apenas tenemos tiempo para ellas. Las medicamos también para que no protesten, y les ofrecemos terapia para que superen el trauma del padre y la madre ausentes. 

Los niños y las niñas de todo el mundo querrían estar más tiempo con sus progenitores, así que para que no lloren les enchufamos a pantallas y les cubrimos de regalos. Y sin embargo no se nos quita el sentimiento de culpa, porque sabemos que es una tremenda injusticia traer niños y niñas al mundo para que los cuiden personas que no pueden criar a sus propias hijas porque tienen que cuidar de las nuestras. Esto en Europa.

En América Latina quienes sostienen la sociedad entera son las abuelas. Ellas son las que permiten que las personas adultas vayan a trabajar, son el pilar principal de varias familias al mismo tiempo. Son las que jamás tienen tiempo para sí mismas, las que dan de comer a hijos, hijas, nietos y nietas, son ellas las que sostienen la economía. Lo hacen gratis, porque les pedimos que lo hagan por amor a sus hijas y a sus nietas.

¿Cómo convertir el mito en realidad?

La única manera de convertir en realidad el mito de la conciliación es dividir en dos las jornadas laborales de mujeres y hombres, para que podamos dedicar la mitad al sistema productivo y la otra mitad a los cuidados, un 4+4. 

Pero nadie quiere oír hablar de reducir la carga laboral ni la jornada laboral. Por eso nos bombardean con la idea de que tenemos que cuidarnos, y de que podemos pasar todo el día trabajando dentro y fuera de casa sin descanso, porque somos unas super mujeres y podemos hacer lo mismo que los hombres, pero con dos jornadas laborales. 

Esta era la "igualdad"  y la "libertad" que nos prometían si estudiábamos y trabajabamos al mismo tiempo que criabamos hijos e hijas, y cuidabamos a nuestros padres y madres. 

¿Cuál es la realidad en la actualidad? Que estamos agotadas, que estamos enfermando, y que nuestros precarios salarios no nos proporcionan autonomía. Nos piden que tengamos hijos, pero no crean las condiciones para que podamos criarlos adecuadamente. 

¿Y cuales son esas condiciones? Para cuidar necesitamos tiempo y dinero. Una Renta Básica Universal que nos permita disfrutar de la maternidad y que permita a los hombres disfrutar de sus paternidades. Unos ingresos dignos garantizados que nos permitan a todos responsabilizarnos de los cuidados a las personas más vulnerables y que más nos necesitan. 

Sin dinero, la maternidad es una de las causas que nos ponen en peligro de exclusión social. Las mujeres cuantos más hijos tenemos, más precarias y pobres somos, especialmente si los padres abandonan a sus hijos e hijas. 

Cifras que demuestran que la Conciliación es un mito: 

En el Mundo: 

Según el Informe El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente de la OIT, 2018: 

- En el mundo, las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres. A lo largo de un año, esto representa un total de 201 días de trabajo para las mujeres en comparación con 63 días de trabajo para los hombres. 

- A nivel mundial se dedican 16.400 millones de horas al trabajo de cuidados no remunerado todos los días. Esto corresponde a 2.000 millones de personas trabajando 8 horas al día sin recibir una remuneración a cambio. 


En España

- En 2018, se emplearon 130 millones de horas en trabajo no remunerado dedicado al cuidado, una cifra que supondría 16 millones de personas trabajando ocho horas al día sin recibir remuneración, según la OIT

- Las mujeres dedican una media de 5 horas y 59 minutos al trabajo doméstico, más del doble de tiempo que los hombres, que sólo dedican 2 horas y 20 minutos, según el Instituto de la Mujer de España (2019)

- En España unos 10 millones de personas requieren cuidados, unas cifras que sitúan al país en el puesto 22 del ranking de países con mayores ratios de dependencia de cuidados de personas mayores del mundo.

- La brecha salarial en España es del 24%, es decir, las mujeres cobramos menos y además trabajamos gratis 52 días al año, según el INE.

- Del total de personas que solicitaron excedencias para cuidar de familiares en 2020, el 87,17% fueron mujeres, según las cifras del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en 2020. 

- El 25% de mujeres en España en edad laboral declaran que no pueden trabajar fuera de casa para tener ingresos porque cuidan de familiares dependientes, según la OIT (2018). Realizan el 68% del tiempo total dedicado al cuidado de niños y ancianos y otras labores domésticas y no cobran por ello.


Según el  estudio sociológico “Somos Equipo” de la Asociación Yo No Renuncio y el Club de Malasmadres, realizado a partir de 24.000 encuestas online a mayores de 21 años,

- El 58% de las mujeres profesionales renuncian a su carrera cuando son madres, frente al 6% de los hombres. 

- Las mujeres residentes en España disponen de media de unos 57 minutos de tiempo libre al día. Esto se debe a que el 54% de las mujeres asume la responsabilidad principal de las “tareas invisibles” del hogar, frente al 17% de los hombres. 


Salud Mental: 

- Entre el 11% y el 27% de los problemas de salud mental en España se pueden atribuir a las condiciones de trabajo.

- Más de 2 millones de españoles toman psicofármacos a diario: junto a Portugal somos el país de la Unión Europea que más ansiolíticos, sedantes e hipnóticos consume. 

- Las mujeres doblan a los hombres en el consumo de psicofármacos y son más proclives al diagnóstico de ansiedad, insomnio o depresión, trastornos que conllevan una mayor prescripción de estas sustancias, según datos del INE, 2021.


Coral Herrera Gómez 



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13 de noviembre de 2023

Vacaciones en las relaciones: una vía para no romperlas




Recuerdo el día en que un amigo me pidió una pausa en la relación después de una discusión fortísima de la que salimos los dos muy heridos. Intentamos hablarlo varias veces pero no había forma, nos dolía a los dos un montón, y lo empeorabamos en lugar de arreglarlo.

Me dijo que necesitaba alejarse un tiempo y a mí me dolió mucho, pero respeté su decisión. Y me consolé a mí misma pensando que nos iba a venir bien, aunque tuve que trabajarme mucho por dentro el ego, y ese miedo atroz a que me dejen de querer. 

A veces me daban ganas de escribirle cuando me acordaba de él, cuando veía algo en las redes que pensaba que le podría gustar, o cuando pensaba en la muerte. Me acordaba de él en su cumpleaños, en navidades, o cuando me pasaba algo y necesitaba hablar con él. Me asaltaban los recuerdos cuando escuchaba una canción que habíamos compartido, y me preguntaba a menudo si él y su familia estarían bien. 

A veces me enfadaba pensando, ¿hasta cuándo vamos a estar así?, ¿cómo es que no me echa de menos? Me daban ganas de llamarle y decirle, oye, ¿qué pasa si nos morimos uno de los dos, nos vamos a quedar con el dolor de no haber disfrutado estos últimos años?


Pero aguanté cuatro años, y cuando volvimos de nuevo a hablar, y a retomar la amistad, fue bien lindo porque ya se nos había ido el enfado, y pudimos volver a querernos sin hacernos daño.

En mi vida he pasado por esto con varias personas, a veces ha sido suficiente con un año de escaso o nulo contacto, otras veces hemos necesitado más tiempo. 

No es fácil, pero en todas hemos logrado que la relación no se rompiera. En las vacaciones da tiempo a tomar perspectiva, a hacer autocrítica, a pensar mucho, y a echarnos de menos. 

Y volver a conectar es hermoso, porque es como darle al standby, y a resetear la relación, y empezar de nuevo desde otra perspectiva. 


Muchos creemos que para tomar una decisión así hay que tener una pelea descomunal, pero en realidad es mejor hacerlo antes de que estalle todo en mil pedazos. Porque si estalla, a veces no se pueden pegar los trocitos, y no queda igual que antes.

Yo sé que suena raro lo de las vacaciones, pero es mejor que romper definitivamente. No es una derrota, sino más bien es como meter la relación en un congelador y esperar a que las emociones bajen de intensidad.

A veces las relaciones largas están tan cargadas de dolor que no hay manera de relacionarse sin sufrir, y sin hacer sufrir a la otra persona. 

Y es que los cuidados son muy importantes no solo cuando todo va bien, y nos queremos mucho, y no hay problemas. También hay que cuidar mucho a la gente que amas cuando sientes mucha rabia y mucho dolor, sobre todo cuando sabes que puedes hacer mucho daño a la persona a la que quieres. 

Si la rabia es muy grande, puedes destrozar a esa persona con palabras de las que luego te puedes arrepentir, y a veces no sirve de nada pedir perdón, y no hay manera de que la relación siga. 

No es fácil cuidar a la otra persona para que el rencor acumulado no la destroce, por eso lo mejor es alejarse, pero puedes hacerlo bien, sin necesidad de hacer la guerra. 

Esto no es lo más común, porque siempre pensamos más en cómo protegernos a nosotros y a nosotras mismas. Pero al cuidar a las personas que quieres, también te estás cuidando a tí. 

El rencor es como una bomba de relojería, o como un globo que se va llenando de aire y en un momento dado, explota. En las relaciones de pareja es el principal motivo por el cual se va muriendo el amor, porque el rencor transmuta fácilmente en odio. Y desde el odio nos faltamos al respeto, y las discusiones son un cruce de reproches interminables que no nos llevan a ningún lado. Es una emoción demasiado fuerte, por eso lo mejor es dejar la relación cuando llegamos a ese punto. 

En las relaciones de amistad , si podemos evitar que el rencor no se convierta en odio; podemos poner en pausa la relación, alejarnos y pactar amorosamente el contacto cero. 

Lo mismo que tienes que cuidar a la otra persona cuando estás enfadada, también tienes que protegerte a ti misma del dolor y la rabia de los demás. La vida es muchísimo más dura cuando estás en una lucha de poder interminable que te quita mucha energía, y te quita la paz interior. 

Cuando ponemos en pausa una relación, o nos tomamos unas vacaciones, tenemos que ser conscientes de que a veces los ritmos de cada cual son diferentes, que unos necesitamos más tiempo y otros menos. Y también asumir el riesgo de que la otra persona se de cuenta de que vive muy bien sin tí, y decida que no quiere retomar la relación. Hay que aceptarlo también, con mucha humildad. Y asumir que también nos puede ocurrir a nosotras. 

Más duro es aceptar que nos podemos morir sin habernos dado un abrazo, pero hay que asumirlo también. 

En relaciones de pareja y familiares es más difícil hacer una pausa. Pero sí se pueden firmar tratados de no agresión, se puede pedir un alto el fuego, se puede también tener una relación cordial y respetuosa en la que ambas personas tomen una sana distancia para que el resto de la familia no se vea afectada. 

Porque también es importante cuidar a la gente que rodea a la relación. Generalmente lo que hacemos es pedirles que se posicionen a nuestro favor, y para ellos es súper difícil cuando les obligas a elegir, porque quieren a las dos personas. Y además, no es justo que los demás sufran porque nosotros estamos sufriendo.

Cuando no hemos podido evitar la guerra, aceptemos que ha llegado el final. También cuando, por mucho empeño que le pongamos, la relación no funciona y no hay manera de arreglarla. A veces el amor no es suficiente para sostener una relación, a veces evolucionamos de manera muy diferente, y aunque nos queramos mucho, hay relaciones que es mejor terminar para siempre. 

Ojalá tuviésemos herramientas para cuidar nuestras emociones de manera que no hagan daño a los demás, y para resolver nuestros problemas sin violencia. Ojalá supiésemos cuidarnos, y cuidar a los demás, ojalá fuéramos más responsables y honestos, y dejáramos de echarle la culpa de todo lo que nos pasa a los demás. Creo que si supiésemos hacer autocrítica amorosa, reconocer errores y pedir perdón, nuestras relaciones serían mejores, y nuestras vidas serían mejores también.

También nos ayudaría mucho dejar de vivir los conflictos como si fueran batallas en las que nuestra misión es conseguir nuestro objetivo, imponer nuestro criterio, demostrar que tenemos razón, machacar al enemigo psicológicamente, y destrozarlo hasta que se ponga de rodillas. 

Si en lugar de batallar pudiéramos ponernos a buscar soluciones a los problemas, sería todo más fácil. Es cierto que hay problemas que no tienen solución, o al menos no en ese momento, ni con esas emociones que estamos sintiendo. Podemos dejar las cuestiones en pausa, igual que dejamos la tierra en barbecho, y retomarlas cuando haya pasado un tiempo. 

Quizás más adelante sea más fácil resolverlo, ya con más experiencia y sabiduría.

Porque sí, el tiempo calma las emociones, alivia el sufrimiento, cambia nuestra forma de ver las cosas. El orgullo se desinfla como un globo, lentamente, y empezamos a ver el conflicto desde fuera, ya sin tanta pasión.

Llega un día en el que ya te sientes preparada emocionalmente, que ya no queda rastro de la rabia ni del rencor en tu interior. Es el día en el que te puede la nostalgia y sientes que quieres tener a esa persona cerca, y volver a formar parte de su vida... si es que ella también se siente preparada. 

El tiempo de la distancia es duro, pero el reencuentro es hermoso. Volver a retomar una amistad de muchos años, ya libres ambos de enfado o de dolor, es como un regalo de la vida. 

Por experiencia propia, siento que unas vacaciones a tiempo pueden ayudar a que no se rompa una relación. A veces no son iguales que antes, otras veces son mejores... y otras son diferentes. Pero son bonitas igualmente.

Contadme vosotras, ¿habéis retomado alguna vez relaciones familiares o de amistad con el tiempo?, ¿os han ayudado las vacaciones a cuidaros y a cuidar el vínculo amoroso? 


Coral Herrera Gómez 


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26 de octubre de 2023

¿Cómo hacer nuevas amigas?

 


Todas mis relaciones de amistad con mujeres surgieron de una conversación íntima y larguísima. Primero nos sentimos atraídas al vernos, luego sentimos una vibra especial, y cuando nos sentamos a hablar y empezamos a desnudar las almas, comienza la magia. A medida que la otra nos demuestra que se siente segura con nosotras, nosotras nos empezamos a sentir también seguras con ellas, y se crea un clima de confianza mutua que nos permite ir abriéndonos los corazones, hasta que ambos conectan.

 Mujeres que comparten su historia de vida y reciben la tuya como un tesoro, desde la complicidad y la escucha amorosa: así forjé el vínculo del amor con todas las mujeres de mi vida, también con las de mi familia. Hay un enamoramiento en ese compartir, que se parece mucho a la magia del romanticismo, pero que es mucho mejor porque el deseo no es de conquistar ni poseer, sino de conocernos mejor y disfrutarnos mutuamente.

La magia surge cuando nos abrimos en canal, y nos mostramos tal cual somos, sin miedo a que la otra mujer use la información que le estamos dando para hacernos daño. Cuando vemos que la otra tampoco tiene miedo, y se pone generosa, nosotras nos ponemos más generosas también y nos quitamos la armadura para que nos vea tal y como somos, con nuestros defectos y virtudes, nuestras grandezas y nuestras miserias, nuestros éxitos y nuestras derrotas.

Hablando del tiempo jamás podremos hacer otra cosa que quedarnos en la superficie, no hay nada más aburrido que la gente que habla de lo político y no de lo personal. Solo se puede disfrutar el gozo de la conexión cuando nos quitamos la máscara social y nos abrimos en canal.

¿Y que pasa cuando vivimos ese momento mágico con una mujer?, ¿cómo creamos una relación amorosa?

Generalmente buscamos las cosas que tenemos en común, y desde ahí proponemos planes, y elaboramos un proyecto:

a mí también me gusta mucho caminar, ¿qué te parece si nos vamos a andar juntas todos los domingos por la tarde?,

¿y si nos apuntamos a las noches de astronomía juntas?,

a mi también me gusta la poesía, vente a mi casa y leemos juntas en voz alta a nuestras autoras favoritas.

Una vez que encontramos la manera de vernos, y la excusa para juntarnos, ya todo es mucho más fácil.

Para nutrir y hacer crecer una relación hay que cuidarla mucho, y también hay que trabajarse por dentro. Nos han educado para relacionarnos desde el interés, el dominio, la competitividad, el abuso, la rivalidad, así que hay que desaprenderlo todo, y aprender a relacionarnos desde la ternura, el compañerismo, la sororidad, los ingredientes imprescindibles para poder construir relaciones igualitarias en las que todo sea mutuo y recíproco.

Lo primero es quitarte el miedo a las mujeres, lo segundo, el miedo a que te hagan daño. Hay que ser valiente para dar y recibir amor, y hay que ser generosa para compartir tu intimidad, tus miedos, tus sueños, tus recuerdos, tus traumas, tus éxtasis, tus malos y tus buenos momentos.

No necesitas dar buena imagen para que te acepten y te quieran: las amigas te quieren tan y como eres. No necesitas aparentar, ni disimular, ni fingir que eres otra, no tienes que hacerte la fuerte, con ellas puedes mostrar tu vulnerabilidad.

Desde la vulnerabilidad es desde donde podemos construir relaciones basadas en el respeto, la admiración, la cooperación, la sinceridad, el apoyo mutuo, y los cuidados.

Una vez que hemos creado el vínculo, hay que fortalecerlo. Para poder cuidar y hacer crecer estas relaciones, es fundamental que aprendamos a cuidarnos a nosotras mismas, y a trabajar todo aquello que necesitamos para ser mejores personas, y para que nuestras relaciones sean mejores. 

Para poder disfrutar del amor tenemos que entrenar en el arte de la empatía y la solidaridad, trabajarnos el egoísmo, mantener a raya el ego, aprender a hacer autocrítica amorosa, y dar lo mejor de nosotras mismas para que la relación florezca.

Lo más bonito de la amistad entre mujeres es que no está limitada por la exclusividad, como el amor romántico, así que son relaciones en las que caben muchas más mujeres: no hay nada como tener tu propia tribu de amigas con las que hacer frente a un mundo tan individualista, violento e inhumano.

Así que recuerda: lo primero es perder el miedo a las mujeres, ser valiente y generosa, y encontrar las afinidades y las cosas que tenemos en común para afianzar las relaciones. Pueden ser nuestras inquietudes sociales y políticas, artísticas o deportivas, pueden ser nuestras pasiones y aficiones, o simplemente, las ganas de socializar y construir una red de apoyo mutuo.

Lo importante es que dediquemos tiempo a nuestras relaciones, y aprendamos desde pequeñas a valorar el amor entre nosotras, y a darle a la amistad la importancia que se merece. La neurociencia ha demostrado que vivir rodeadas de amor es fundamental para cuidar tu salud mental y emocional, y que las relaciones con los demás son el pilar fundamental de nuestro bienestar y nuestra felicidad.

Las amigas no son solo buenas para la salud y para alargarnos la vida, también para resistir contra el patriarcado, que nos quiere aisladas y enfrentadas entre nosotras. Tengamos presente todo el tiempo que el amor entre mujeres es subversivo, porque no hay nada más poderoso que los grupos de mujeres unidas y organizadas. 

Y si tan difícil encontrar el tiempo y el espacio para apoyarnos y disfrutar, es precisamente porque el capitalismo nos quiere solas, y productivas. Nos quieren sobrecargadas de trabajo, nos quieren estresadas y amargadas, nos quieren medicadas hasta las cejas. Solas y presas del miedo a la soledad somos más vulnerables, por eso es tan importante crear estos espacios de amor en nuestras agendas, y dedicarle tiempo a querernos y para disfrutar de la amistad. 

Mira a tu alrededor: tu vida está llena de mujeres maravillosas con las que puedes compartir tus penas y tus alegrías. Tus vecinas, tus compañeras, tus conocidas: empieza a crear redes de amor con las mujeres de tu vida.

#mujeres #amigas #amistad #cuidados #amor #amordelbueno


Coral Herrera Gómez

Este post se lo dedico a mis amigas, que me han salvado tantas veces, y que hacen que mi vida sea más fácil y más bonita. Gracias por hacer realidad la utopía del amor compañero, me siento muy afortunada de poder recibir y dar tanto amor del bueno ❤️


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22 de octubre de 2023

Refugios de amor



En tiempos de destrucción y guerra, no solo necesitamos refugios climáticos, sino sobre todo, refugios de amor. Hay guerra en todas partes: guerra entre países, guerra en las aulas, guerra en las parejas y en las familias, guerra entre mujeres, guerra también dentro de ti misma. Para resistir y sobrevivir en un mundo lleno de odio y sufrimiento, los refugios del amor son los únicos espacios seguros y libres de violencia en los que poder dar y recibir amor a manos llenas.

Son espacios en los que te juntas con gente que te acepta tal y como eres, gente con la que puedes desnudarte y ser tú misma, y con la que puedes compartirte sin miedo a que te hagan daño. 

En los refugios del amor están tus familias, tu tribu, tus aliados y cómplices con los que puedes descansar de las luchas de poder, de las relaciones interesadas y abusivas, de las luchas entre grupos humanos. 

En los refugios del amor podemos escapar un rato de la gente tóxica, y de las relaciones basadas en la lucha, la competitividad, el abuso y la violencia. En estos refugios podemos dar y recibir abrazos, dar y recibir consuelo, llorar a gusto, bailar y cantar, celebrar los grandes acontecimientos, y soñar con una vida mejor. Son como casas grandes en las que podemos juntarnos para ahuyentar el miedo a la soledad, para olvidarnos del mundo, disfrutar del calor humano, y del abrigo de la gente que nos quiere y nos cuida. 


Estos refugios no se pueden comprar, tienes que construirlos tu junto con tu tribu, dedicarles tiempo y mimos, cuidarlos, regarlos, nutrirlos y mantenerlos, porque son nuestros hogares. 


Mi propuesta es que multipliquemos y cuidemos estas pequeñas comunidades de paz y de apoyo mutuo para poder descansar, quitarnos la máscara y la armadura, sentirnos a salvo y retomar fuerzas para poder continuar en la lucha del día a día. 


¿Y vosotras, y vosotros, tenéis algún refugio amoroso para poder descansar?, ¿sentís que los valoráis y los cuidáis como se merecen?


Coral Herrera Gómez



14 de octubre de 2023

Infancia y adolescencia: libres de violencia




¿Tú también tienes miedo de que tu hijo se convierta en un monstruo?

Cada vez que vemos las noticias sobre chavales que machacan a sus compañeros hasta empujarles al suicidio, o que violan en manada a sus compañeras, pensamos, "mi hijo nunca haría eso". 

Pero en lugar de negar la realidad, es más práctico asumirla e intentar transformarla, por ejemplo si nos hacemos esta pregunta colectivamente: ¿qué podemos hacer ante la violencia que están sufriendo y ejerciendo niñas y niños?

Lo primero es tomar conciencia de que la violencia la aprenden en casa, y que exponer a los niños y a las niñas a la violencia, es violencia. 

Es decir, darle a un menor un dispositivo en el que pueda acceder libremente a buscadores, y en el que pueda ver cualquier tipo de película, serie de televisión, videojuego, etc es violencia, porque supone exponer a tus hijos a relatos basados en la glorificación del macho violento que siembra el terror y destruye todo lo que tiene a su alrededor. 

Los niños y las niñas, a través de las pantallas, aprenden a disfrutar viendo como otros seres humanos y otros animales sufren (golpes, humillaciones, torturas, palizas, tiroteos, empalamientos, descuartizamientos, etc), y con el porno aprenden a excitarse sexualmente viendo vídeos de violaciones a mujeres , adolescentes y niñas.

Se insensibilizan completamente con el sufrimiento ajeno, naturalizan y normalizan la violencia, y necesitan dosis cada vez más fuertes y brutales de odio y destrucción para poder seguir divirtiéndose. Muchos se hacen adictos a la violencia, y muchos otros al porno más bestial e inhumano.

Algunos niños ven porno por primera vez con ocho años. Les sale con solo teclear la palabra "niñas", "culo", "sexo" en Google o en Youtube. Haced la prueba vosotros mismos.

También les salen anuncios de porno en los videojuegos en línea. Lo tienen al alcance de sus manos, les bombardean a diario por todos lados. Muchos de los niños que están ahora en la cárcel de menores quisieron grabar su propio vídeo, muchos de ellos ni siquiera sabían que violar a solas o en manada es delito: "era mi novia y a ella parecía que le gustaba, ¿cuál es el problema?"

Las madres y los padres somos los que les ofrecemos los dispositivos, y luego nos quedamos horrorizados cuando la policía nos llama para decirnos que nuestro hijo y sus amigos se han meado encima de un compañero para humillarlo, o que han violado a una niña para divertirse en grupo. 

La mayoría de las madres y los padres se preguntan en qué momento su hijo se convirtió en un monstruo y en un terrorista machista, si parecía un niño normal.

Las madres y padres de niños violentos y niños violadores no saben donde aprendió su hijo a odiar a las mujeres, ni cómo aprendió a someterlas. Pero lo cierto es que sus hijos se han pasado toda la infancia consumiendo todo tipo de violencia, y la que más engancha a los machos es la violencia sexual. No buscan placer, buscan sentir que tienen el poder.

Es una irresponsabilidad total dejar a los niños y a las niñas con una pantalla sin ningún tipo de protección ni restricción, y es hora de que entendamos que es violencia, y que estamos poniendo en peligro su vida y su salud mental y emocional. 

Lo demuestran los datos: 

- el aumento de casos de violencia en las aulas

- el aumento de niños adictos al porno

- el aumento de violaciones de manadas de niños contra niñas

- el aumento de niños y niñas con problemas para concentrarse, para aprender, para relacionarse con los demás desde el respeto y la igualdad 

- el deterioro de la salud mental y emocional de la infancia y la adolescencia, y el aumento en el número de suicidios de niños y niñas que sufren violencia psicológica, emocional, física y sexual. 


Aunque cada vez más padres y madres están tomando conciencia del peligro, su mayor miedo no es que sus hijos e hijas hagan daño a los demás. Su preocupación es que sus criaturas no sufran violencia, y ni siquiera se preguntan si su hijo podría estar haciendo daño a alguien en la escuela. 

No podemos seguir mirando para otro lado. Somos nosotras, las madres y los padres, quienes debemos educar a la nuevas generaciones para que aprendan a divertirse sin someter y sin hacer sufrir a nadie. 

Somos nosotras las que debemos pedirle al gobierno que prohíba el acceso al porno a menores, y quienes debemos pedirle a las industrias culturales que dejen de ensalzar constantemente al macho violento, y empiecen a tomar conciencia de los valores que están transmitiendo en sus producciones. 

Todos sus contenidos están cargados de estereotipos, mitos y mandatos de género, toda la ideología que subyace a esos contenidos está basada en el machismo, el odio, la tiranía, el acaparamiento y la acumulación de riqueza, la dominación y el poder, el dinero, la supremacía del macho blanco.

Frente a los principios del capitalismo y el patriarcado, tenemos que ofrecerles, tanto en casa como en las aulas, los principios de la ética del amor y la filosofía de los cuidados: la solidaridad, la comunidad, el bien común, la cooperación, la ternura, el compromiso, el apoyo mutuo. 

La comunidad educativa debería volcarse en enseñar a niñas y a niños a identificar las enfermedades de transmisión social que promueven (racismo, clasismo, machismo, misoginia, homofobia, gordofobia...)

Necesitan herramientas para defenderse de la exposición a la violencia, y para tomar conciencia de las violencias que sufren y ejercen contra los demás.

El Estado debe prohibir en las escuelas los dispositivos con los que enseñan porno a los niños y niñas más pequeñas en los ratos de descanso. También los usan para insultar, castigar y torturar a los y las compañeras. 

El Estado debe aprobar ya una ley para erradicar la violencia de inmediato en los centros educativos, y acompañar esa ley de medidas educativas, como una asignatura en la que aprendan los valores de la Ética del amor y la Filosofía de los Cuidados.

Todos y todas somos responsables de la violencia que ejercen nuestros hijos contra otros niños y niñas, y contra el profesorado. 

En nuestra mano está la clave del cambio que necesitamos para acabar con la violencia que sufren y ejercen nuestros hijos. Nosotras, madres y padres, somos su primer ejemplo: ellos aprenden el maltrato viendo cómo nos relacionamos entre nosotros y con ellos. Demos ejemplo, empecemos por las violencias que sufrimos y ejercemos en el hogar.

Además, necesitamos el apoyo de la industria cultural, de la comunidad educativa, y el Estado. Sin una transformación de nuestra Cultura y nuestra Educación, no podremos educar a nuestros hijos e hijas para que sean buenas personas y para que aprendan a relacionarse desde el respeto, el amor y el compañerismo.

Tu hija puede estar destrozando psicológicamente a otra niña, tu hijo puede estar machacando a su profesora, porque aunque tú le hayas intentado educar en el respeto, lo cierto es que tú criatura está rodeada de violencia y es probable que no sepa divertirse de otra manera. 

Es urgente que dejemos de mirar para otro lado y de pensar que nuestro hijo o hija jamás haría daño a los demás. Empecemos ya a tomar medidas y a proteger a nuestras criaturas de la exposición a la violencia, desde su más tierna infancia. Las pantallas les están destrozando el cerebro, y el corazón: cuidemos los contenidos que consumen igual que cuidamos su alimentación. Igual que te preocupas por su salud física, debes cuidar también su salud mental y emocional. 

Nuestros hijos tienen derecho a vivir una infancia libre de violencia, se merecen una vida mejor y un mundo mejor.


#Educación #Crianza #madres #padres

 #infancia #adolescencia 

#cuidados #etica


Coral Herrera Gómez 

11 de octubre de 2023

Un mundo mejor para las niñas

 



¿Por qué el 11 de octubre es el Día Internacional de las Niñas?


Porque las niñas sufren abuso sexual infantil en todo el mundo y en todas las clases sociales. Según la ONU, los violadores son sus padres, abuelos, hermanos, tíos, padrastros y amigos de la familia. 


Como consecuencia de las violaciones, sufren enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y maternidades forzadas, muertes por embarazos de riesgo y aborto.


Las niñas, en todo el mundo, son traficadas bajo el negocio de la gestación subrogada cuando son bebés, sufren matrimonios forzados con hombres adultos mayores, son víctimas de la mutilación genital y la amputación de pechos, y son esclavizadas para la explotación doméstica, laboral, sexual y reproductiva. Son usadas como sirvientas en millones de hogares del planeta. 


Las niñas son víctimas de la pobreza y el hambre las guerras, las sequías, y las catástrofes climáticas. No solo sufren malos tratos en sus hogares y en el colegio, también sufren acoso sexual: en las aulas, en el transporte público, en la calle. Cada año que pasa aumenta el número de violaciones en manada por parte de sus compañeros del colegio. 


Las niñas son las que más pobreza sufren, las que menos tiempo pueden estudiar, las que menos acceso tienen al mercado laboral y a la obtención de ingresos. 


Las cifras sobre el horror y la violencia que sufren las niñas son espantosas, tenemos que pedir a los gobiernos medidas efectivas para protegerlas. 


Hoy todo el mundo habla de "invertir" en las niñas, de empoderamiento y liderazgo, y lo que necesitamos es que dejen de maltratarlas, de violarlas y esclavizarlas. 


Hoy más que nunca hay que poner en primer plano a las niñas afganas, iraníes, ucranianas, sirias, palestinas, yemeníes, tahitianas... todas están sufriendo una niñez espantosa porque sus países están sumidos en la violencia. A ellas les toca la peor parte.


Tenemos que crear un mundo mejor para que todas puedan vivir en paz, libres de explotación y violencia, con sus necesidades básicas cubiertas y sus derechos fundamentales garantizados.


#DíaInternacionalDeLaNiña



10 de octubre de 2023

¿Qué necesitamos para cuidar nuestra salud mental y emocional?




En el Día Mundial de la Salud Mental y Emocional, ¿qué necesitamos los seres humanos para vivir una Buena Vida, libres de sufrimiento?: 

- ingresos dignos, un techo para vivir, agua potable, comida y energía para resistir el frío y el calor. 

- nuestras libertades y derechos humanos fundamentales garantizados.

- tiempo libre para descansar, y para disfrutar de nuestras pasiones y nuestra gente querida.

- sustituir las relaciones basadas en la dominación, la dependencia, el abuso y la explotación por relaciones basadas en la igualdad, la libertad, los buenos tratos, la ternura y los cuidados.

- para hacer frente a la soledad, necesitamos redes de afecto y de apoyo mutuo en las que los cuidados sean recíprocos y compartidos.

- relacionarte con gente con la que poder ser tu misma/o y con la que poder tener conversaciones íntimas y profundas.

- contacto con la naturaleza, tiempo al aire libre, baños de sol y espacios de silencio.

- terapia para todos y todas, no solo para los que puedan pagarla.

-herramientas para poder entender la realidad en la que vivimos, y las violencias que sufrimos y ejercemos.

- herramientas para la utopía: que nos ayuden a soñar y a construir una realidad diferente en la que todos y todas podamos vivir mejor.

- herramientas para cuidar nuestras emociones y nuestras relaciones.

- herramientas para aprender a cuidarnos a nosotros/as mismas, para cuidar los espacios que habitamos, las relaciones que construimos, y el planeta en el que vivimos.

#saludmental #DerechosHumanos 

#calidaddevida

#cuidados 

#buenavida 

#lasaludmentalespolítica


Coral Herrera Gómez


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7 de agosto de 2023

Mi puerperio y mi postparto, por Coral Herrera



Después de dar a luz, tardé varios días en aterrizar, por los calmantes que me pusieron tras la cesárea. Me dolían los pezones, me dolían los puntos del corte en la panza, estaba agotada física y emocionalmente. 

Me sentía asustada por la enorme responsabilidad de cuidar a un bebé que dependía de mí para sobrevivir, y a la vez me sentía muy feliz de que mi bebé estuviera sano. Sabía que era muy afortunada porque las primeras semanas me cuidaron tres personas adultas: mi compañero, mi mamá y mi papá. Ducharme era una odisea, caía rendida cuando el bebé dormía, daba teta a todas horas, cambiaba pañales, me pasaba horas mirando al bebé alucinada, y me entraban ganas de llorar por todo.

Mis hormonas estaban revolucionadas, tenía un hambre feroz, y mi cerebro estaba siempre alerta. En esos primeros días todo giraba en torno al bebé: me dedicaba a comprobar todo el tiempo que respiraba y estaba bien, a observar su orina y sus cacas, y a hablar de ellas con mi familia: que si salía dura o blanda, que si era muy oscura o muy clara, muy compacta o muy líquida. Todo giraba en torno a la comida, al sueño, y a los deshechos corporales, mientras luchaba interiormente contra el terror de la muerte súbita. 

Apenas podía caminar por los puntos, así que lo tenía siempre encima, para que se acostumbrara los brazos y al amor. Nos íbamos conociendo poco a poco, yo me iba enamorando poco a poco de él, y estaba aprendiendo a leerle para saber qué necesitaba (si tenía sueño, si tenía hambre, si tenía calor o frío, si quería amor o si le dolían los gases)

El proceso de conexión con la criatura no surge de manera mágica, mamá y bebé se van conociendo poco a poco a base de escucha y del piel con piel. Mi compañero y mis padres me enseñaron a cuidarle, aunque también tuve que luchar por imponer mis propios criterios en base a mis investigaciones y lecturas, y a mi instinto. Me aliviaba recibir mensajes y llamadas de mi gente de España, y recibir las visitas de nuestra familia y amigos para presentarles a Gael.

Cuando mis papás se fueron, me quedé sola. Los días eran muy largos, pero pasaban volando: la mayor parte del tiempo lo pasaba dando teta y pensando en todas las mujeres que estaban como yo, pasando su postparto sin ningún tipo de apoyo, teniendo que cocinar, lavar ropa y platos, limpiar la casa, lavar pañales. 

Y pensaba, ojalá todas las mujeres recién paridas y sus bebés pudieran recibir cuidados, apoyo emocional y logístico en el puerperio, porque esto de la maternidad es una brutalidad. No es sólo el agotamiento físico, sino un montón de emociones intensas que se te vienen encima sin que puedas hacer nada. Miedo, culpa, ternura, alegría infinita... Y muchas emociones contradictorias e intensas.

Te sientes muy frágil y a la vez sientes que tienes super poderes, tu cerebro cambia, tu cuerpo entero se vuelca en sacar adelante a esa criatura indefensa. Recuerdo lo increíble que fue la subida de la leche, y lo que me alucinaba mi cuerpo: me estaba duchando y oía el llanto de mi bebé, me empezaba a salir leche automáticamente, mi cuerpo quería ir corriendo a alimentar a la criatura. Da igual que te digas a ti misma: "está en brazos de su papá, tardo tres minutos y medio" Tu cerebro llena tus pechos y te dice: "corre, tu bebé te necesita" 

Hay un duelo dentro de ti, no es fácil despedirse de la persona que fuiste antes de tener al bebé, ni del ser humano que tenías dentro. Ya no forma parte de ti, no está en tí, se acabó la fusión.

A ratos lloraba y no entendía por qué, si en el fondo de mi alma estaba muy feliz por no haber muerto en el embarazo ni en el parto, y porque Gael había sobrevivido y estaba sano. Y me sentía muy afortunada de tener un compañero tan volcado, responsable y amoroso, que estaba disfrutando tanto de su paternidad.

Yo había leído mucho sobre la revolución hormonal y emocional del puerperio, pero sentirlo dentro de ti es bien diferente. Te sientes más animal que nunca, y tu condición de mamífera te hace sentir tan poderosa, y tan vulnerable a la vez. 

Yo tuve la suerte de tener un bebé sano que comía, cagaba y dormía muy bien, pero siempre pensaba en los bebés enfermos, en las mamás con bebés que no duermen más de una hora seguida, en los bebés con gases y cólicos, con estreñimiento o diarrea, con alergias, bebés con discapacidades, y lloraba pensando en el escaso o nulo apoyo que tenemos las madres, y el agotamiento universal de todas nosotras. 

En esos días de soledad y agotamiento pensaba en las mujeres que no pueden parar de trabajar para recuperarse del parto y construir un vínculo con su bebé. Mujeres obligadas a separarse de su bebé que van a trabajar aún con la herida abierta y los pezones agrietados. 

También pensaba en las madres que son separadas de sus crías y las venden a cambio de unas monedas para poder alimentar al resto de sus hijos e hijas 

Sentí toda la violencia del capitalismo y del patriarcado, y lo inhumano que es que nos pidan a las mujeres que sostengamos las tasas de natalidad. En lugar de apoyarnos, nos exigen que seamos super woman y nos castigan con la doble jornada de trabajo.  

Hasta hace muy poco, la comunidad entera se volcaba en el cuidado de las mamás y los bebés, que estaban rodeados del amor de las abuelas, las tías, las primas y las vecinas. Que ahora tengamos que estar solas en un piso llevando todo, es una bestialidad, y pude comprobarlo en mis propias carnes cuando mis padres regresaron a España. 

Tardé en recuperarme de la cesárea varios meses, tenía casi 40 años, pero para mí lo físico no fue tan duro como lo emocional. Engordé 30 kilos y todo el mundo me decía que tenía que adelgazar y ponerme en forma, pero para mí lo prioritario era mi salud mental. Es imposible hacer ejercicio cuando te ves sola con el bebé, sin poder ducharte y hambrienta, con un cerro de ropa sucia por lavar, un cerro de cacharros para fregar, y un cerro de mails por contestar. 

Tres jornadas laborales en una sola, y me decían que me pusiera a hacer ejercicio, cuando en realidad toda mi energía estaba concentrada en el bebé. Nuestro corazón y nuestro cerebro sí saben distinguir lo que es importante y lo que no: el proceso de conocer a tu bebé y de crear un vínculo sano y hermoso con él, y con tu nueva maternidad, requiere de mucho tiempo y energía, y es un proceso complejo en el que todas necesitamos mucha calma, mucha paz y muchos cuidados de la pareja y la comunidad. 

Recuperarte de tu duelo, acostumbrarte a tu nuevo cuerpo, y crear ese vínculo maternal sola y estresada por la sobrecarga de trabajo (el remunerado y el no remunerado) es una tarea titánica e imposible. Y muy dolorosa cuando el papá y toda tu gente siguen haciendo vida normal y la tuya se ha transformado por completo. 

Yo tardé un año en recuperarme del posparto, y eso que no tuve que pasar por el trauma de separarme de mi bebé ni dejarlo con personas desconocidas.

Si, un año. No tres semanas, ni dieciséis semanas, un año. Lo que más me costó fue recuperarme emocionalmente, y acostumbrarme a las luces y sombras de la maternidad. Dejé de sentirme rara cuando empecé a hablar con otras mujeres de sus maternidades a un nivel íntimo y profundo. Es cuando ves que nos pasa a todas cuando dejas de sentirte tan confusa, tan culpable, tan loca y tan mala madre.

Comprendes de verdad el capitalismo y el patriarcado cuando cae sobre ti todo el peso de la explotación y la violencia, cuando te atraviesa el cuerpo entero.  Todo el mundo espera de ti que seas productiva y feliz, que conserves la cordura, y que puedas con todo. Los medios además te muestran ejemplos de madres que recuperan su figura en tres semanas, madres que duermen por las noches como si no tuvieran bebés, madres que no limpian sus casas y no cambian pañales, madres que en pocos días vuelven a trabajar y a recuperar su vida porque se han liberado de las tareas domésticas y de cuidados, y pueden hacer su vida como si no hubiera pasado nada, exactamente igual que los hombres.

Ver a mujeres bellas luciendo un cuerpo perfecto es una estrategia para aumentar tu culpa, y tu sensación de que estás fracasando porque no puedes con todo. Te dicen, si quisieras podrías desentenderte de tu bebé y ponerte a hacer gimnasia, pero como no quieres, por eso estás gorda. 

La presión sobre las mujeres madres es brutal. Todo el mundo opina, te juzga, te da consejos, y pocos arriman el hombro, y tú mientras te sientes mal porque deberías ser la mujer más feliz del mundo, y no lo eres. 

La sensación de soledad es infinita: de lunes a viernes todo el mundo está ocupado, y tú paseas con el bebé por la calle deseando que te pare alguien para poder hablar. 

Cuando no puedes consolar a tu bebé ni que cese el llanto, cuando no sabes qué le pasa, cuando sientes ganas de salir corriendo, cuando necesitas poder llorar sin que te vea el bebé, es cuando te das cuenta de la trampa. La maternidad feliz es un mito; la gran mayoría de las mujeres no tenemos las condiciones para disfrutarla de verdad.

Todas participamos en la farsa. A las futuras mamás les dices que es muy cansado, pero no les dices la verdad, no les cuentas que es brutal. Y que si su pareja no se involucra, va a ser más brutal todavía.

Tu haces como las demás, te esfuerzas por parecer una mamá feliz en redes sociales, porque la gente no quiere saber de tu miedo, de tu cansancio, de tus dudas e inseguridades, de tu dolor de pezones, de tus cicatrices. Nadie quiere escuchar tus quejas ni oírte hablar del derecho que tienes a recibir cuidados y a cuidar a tu bebé en condiciones óptimas. 

La maternidad es un asunto político de primer orden, y por eso es tan importante mostrar la realidad que vivimos millones de mujeres en el mundo, la realidad de los partos y los pospartos, y lo difíciles que son las primeras semanas de vida de un bebé que nace sin horarios de sueño y con todos sus órganos inmaduros. 

Para los bebés también es un momento brutal. Se está terminando de formar fuera del útero, y tienen que aprender a respirar con sus pulmones, a mamar, a digerir la comida, a expulsar los gases y los deshechos, y a dormir. Son 24 horas de cuidados lo que necesitan cada día, su dependencia es total: por eso las mamás necesitamos cuidados, y que dejen de exigirnos que podamos con todo.

Las únicas que pueden con todo son las mujeres ricas y privilegiadas que se liberan de los cuidados y pueden pasarse el día en el gimnasio y en el salón de belleza, es decir, muy pocas mujeres en el mundo. La inmensa mayoría de las mujeres del planeta, vivimos en una realidad que necesita ser mostrada tal cual es. 

Es urgente desmitificar la maternidad, que podamos compartir nuestras historias reales, y que no dejemos de luchar unidas para que todas las mujeres podamos criar en condiciones, sin dobles ni triples jornadas laborales, y con el apoyo de nuestra red afectiva. 

La maternidad es política: todas necesitamos tiempo y dinero, por un lado, y cuidados de la pareja y de la comunidad para recuperarnos y para sacar adelante a nuestras criaturas en sus primeros años de vida. 

Los mitos solo se desmontan mostrando la realidad de un sistema que nos deja solas, aisladas y triplemente explotadas.

Yo seguiré soñando y luchando por un mundo en el que todas podamos elegir libremente de nuestras maternidades, todas podamos disfrutarlas.

#cuidados #posparto #puerperio #cuerpos #bebés #crianza #cuidadoscompartidos #mitos #realidad #lamaternidadespolítica

#larevolucióndeloscuidados



Coral Herrera Gómez


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Maternidad 

Crianza 

Cuidados 

31 de julio de 2023

Amor de Padre: otras formas de paternar son posibles


¿Cuánto tiempo estuvo enamorado del bebé o de la bebé?, ya sabéis, esos primeros días o semanas en las que el papá no puede separarse del bebé, no para de hacerle fotos, y lo tiene siempre cogido en brazos. 

¿Cuánto tiempo pasó junto a vosotras hasta que empezó a hacer vida normal y a vivir igual que antes de tener una criatura contigo?, 

¿cómo te sentiste cuando te diste cuenta de que tu pareja no era un compañero, y no iba a compartir contigo ni lo bueno ni lo malo de la crianza?, 

¿en qué momento comprendiste que te tocaba maternar a tu pareja y a tus hijos, y que a ti no te iba a cuidar nadie?,

 ¿cuántas mujeres a tu alrededor creyeron que la paternidad cambiaría a sus maridos y les transformaría en adultos funcionales, responsables, y maduros?

Basta con echar un vistazo a las cifras en todo el mundo de abandono parental, a las cifras de las diferencias entre hombres y mujeres que piden permisos para cuidar, y a las estadísticas sobre papás que ni siquiera pagan la pensión alimenticia de sus hijos e hijas, para darnos cuenta de que la paternidad transforma a muy pocos hombres, y que el enamoramiento hacia los bebés no sirve para que se involucren en los cuidados como por arte de magia.

Hay papás a los que el enamoramiento les dura toda la vida, y que pasan completamente volcados en la crianza y los cuidados durante toda la infancia y la adolescencia. 

Otros en cambio tardan apenas unos días o semanas en retomar sus rutinas de siempre, muchos siguen saliendo de fiesta, yendo al gimnasio, haciendo deporte, tomando algo después del trabajo, o ensayando con su grupo de música como si nada. 

Algunos dejan pasar la tarde en la barra de un bar con tal de no llegar a casa y encontrarse con el caos del hogar y con la esposa cansada y cabreada. 

Algunos se van porque sienten que les queda muy grande el papel de papá, porque se sienten atrapados en casa, porque se sienten demasiado jóvenes, y retoman su vida de antes sin preocuparse por el daño emocional que causa en las criaturas la figura del padre ausente, o del padre que va y viene, pero nunca está.

A las mujeres nos engañan con el mito de la familia feliz, y la promesa de que los hombres, al tener criaturas, se pueden convertir en amorosos compañeros, comprometidos con la tremenda tarea de educar y cuidar a uno o a varios seres humanos durante al menos veinte años de su vida.

Es cierto que hay hombres que cambian con la paternidad, pero esta transformación no es mágica: el amor hacia un bebé, por muy grande que sea, no los cambia de la noche a la mañana.

Lo único que transforma a los hombres es su responsabilidad y compromiso con los cuidados. 

Hay varones que al convertirse en papás abandonan la eterna adolescencia y aprenden a cuidarse y a cuidar a toda su familia (pareja, padres, abuelos, hijos), pero hay muchos otros que se convierten en el hijo mayor. 

Esta es la razón por la cual muchas parejas no sobreviven al primer año de vida de sus criaturas: las mujeres se acaban hartando de pedirle a sus chicos que dejen de abusar, y que se comporten como compañeros.

La sobrecarga de trabajo doméstico es hoy el principal motivo de divorcio en países como España. 

Muchas mujeres se han dado cuenta de que la única manera de dejar de trabajar gratis para su marido y para que empiece de verdad a cuidar a sus criaturas y a ser responsable con su paternidad, es separarse con custodia compartida. 

Algunos hombres lo logran, y asumen lo que les toca. Otros tiran de sustitutas (novias, madres y hermanas). Muchos de ellos (los que no han cambiado pañales ni han vigilado fiebres) optan por los dos fines de semana al mes reglamentarios, algunos no cumplen siquiera con el régimen de visitas que contempla la ley. 

Para las criaturas no hay nada más doloroso que tener cerca a un padre que no les cuida y no se cuida a sí mismo. Este sufrimiento es uno de los principales motivos por los cuales los adultos sufrimos tantas depresiones, enfermedades mentales y trastornos emocionales. 


Por eso el tema de la paternidad responsable y afectiva es tan urgente: necesitamos hombres adultos que puedan criar niños y niñas sanas, que compartan la crianza y los cuidados del hogar con nosotras, que asuman sus responsabilidades a todos los niveles (no solo el tema logístico y económico, sino también el tema emocional) 

Las mujeres estamos luchando en cada hogar contra el abuso y la explotación, todos los días de nuestra vida, y tenemos todo en contra: la sociedad sigue pensando que los hombres deben ser libres y tener tiempo para sí mismos, y las mujeres debemos estar a su servicio y al de toda la familia, con doble y triple jornada laboral si es necesario. 

Las personas más pobres del mundo son las mujeres con hijos y sin pareja, para que comprendáis la tremenda injusticia que supone que haya millones de mujeres criando solas y sin ningún tipo de ayuda.

La mayoría de la sociedad no ha tomado conciencia de que tener hijos para vivir como si no los tuvieras, es un privilegio masculino, y es violencia. Porque hace mucho daño, y destroza por dentro a seres inocentes, a veces para toda la vida. 


Pero falta poco para esta toma de conciencia, porque cada vez somos más mujeres abriendo los ojos y reclamando justicia, para nosotras y para nuestras crías. Y porque nos ayudamos entre nosotras. Y porque estamos criando niños que elegirán libre y responsablemente si quieren o no ser padres, y si deciden traer seres humanos a este mundo, serán buenos papás.

¿Comprendéis ya por qué es tan urgente que los hombres tomen conciencia y empiecen los cambios? 

La transformación que necesitamos está en el trabajo personal y colectivo que tienen que hacer los hombres con respecto al amor y a los cuidados: lo primero es renunciar a los privilegios, aprender a relacionarse en igualdad con las mujeres, y aprender a cuidarse y a cuidar a los demás. 

Lo segundo, entender que la forma de ejercer la paternidad de sus padres y abuelos era machismo puro, y que las mujeres ya no aguantamos como las abuelas o las madres.

Yo os invito a mirar hacia delante, todo está cambiando a un ritmo vertiginoso: ya no podéis seguir igual. 

No estáis condenados a repetir los mismos errores que vuestros antecesores: sois los habitantes del siglo XXI.

Otras formas de paternar son posibles 


Coral Herrera Gómez 

#paternidad #paternidades #paternidadresponsable 

#Corresponsables 

#Hombresquecuidan

#Hombres #masculinidades 

#crianza #cuidados #infancia 

#revoluciónamorosa

#revolucióndeloscuidados



24 de julio de 2023

Entrevista a Coral Herrera Gómez: La Revolución de los Cuidados



La Revolución de los Cuidados: en esta entrevista de 20 minutos hablo de cómo cambiaría nuestro mundo si erradicasemos el trabajo gratis de las mujeres, y si los hombres se sumasen masivamente al sistema de cuidados. 

Si todos tuviéramos tiempo y dinero para dar y recibir cuidados, si tomáramos conciencia sobre la tremenda injusticia sobre la que se asienta nuestra civilización, podríamos acabar con la esclavitud doméstica y podríamos dejar de explotar a las mujeres más pobres del planeta. 

Gracias Acufade Asociación de Cuidadoras  de Tenerife, Canarias, por este espacio 💜


Más artículos de Coral Herrera Gómez sobre los cuidados.

15 de julio de 2023

Piel con piel, corazón con corazón

Gustavo Klimt


¿Hay algo más delicioso que sentir el calor de un ser vivo que se duerme encima tuyo? Un bebé humano o un cachorro animal, que confía y se siente seguro en tus brazos. Una amiga que se recuesta en tu panza o en tus pantorrillas para dormir la siesta, un hijo que se acomoda a tu lado buscando calor y refugio en la tormenta, un gato que se acurruca ronroneando en tu regazo, un amante o un amante que se queda rendido en tus brazos después de hacer el amor. 

¿Hay algo más delicioso que caer en el sueño encima de alguien que te quiere y te cuida? Recostada sobre el pecho de tu abuela, refugiada en el cuerpo de tu madre, escuchando el corazón de tu compañera o compañero, de tu gato, de tu perro. 

Acompasar la respiración y el latido cardíaco, sentirse a salvo de todo, sabiendo que alguien te acuna y te vela el sueño para que navegues por un mar en calma, y al abrir los ojos, salgas poco a poco hacia tierra firme. 

Dormir encima, que se duerman encima de ti, encontrar refugio amoroso en los brazos de otro ser vivo. 

El mejor somnífero y ansiolítico del mundo, la mejor borrachera de oxitocina, es el piel con piel, el corazón con corazón ❤️


Coral Herrera Gómez 

7 de junio de 2023

Formación en Masculinidades: La Revolución de los Cuidados

 





¡Nueva formación! Tú eliges si quieres conferencia (2 horas) o taller (5 horas)

Imparto esta formación presencialmente (tanto en España como en América Latina), y también virtualmente (por Zoom). 

Está dirigida a hombres que quieran trabajar el tema de las masculinidades, y profesionales que estén trabajando con hombres en prevención e intervención social. 

Contenidos: 

- AUTONOMÍA

- AUTOESTIMA

- AUTOCRÍTICA AMOROSA

- AUTOCUIDADO Y BIENESTAR 

- SALUD MENTAL 

- TRABAJO PARA EL CRECIMIENTO PERSONAL 

- CUIDADOS EN PAREJA

- CUIDADOS: AMISTAD Y FAMILIA


A partir de septiembre, también estará en formato Curso Virtual, en mi escuela virtual: el espacio mixto del Laboratorio del Amor. 

Si formas parte de una organización o institución y quieres contratarme,

aquí tienes toda la información.


Coral Herrera Gómez


2 de junio de 2023

Estas son las 100 Preguntas sobre el Amor, de Coral Herrera Gómez


                                          



 ÍNDICE 100 PREGUNTAS SOBRE EL AMOR 


Introducción

 BIENVENIDA A LA REVOLUCIÓN AMOROSA


EL AMOR Y LA PAREJA 


1. ¿Qué es el amor? 

2. ¿Qué es el amor romántico? 

3. ¿Qué tiene que ver el amor con el matrimonio? 

4. ¿Por qué es tan importante el amor romántico para las mujeres? 

5. ¿Por qué nos gusta sufrir? 

6. ¿Por qué sufrimos tanto por amor? 

7. ¿Es el amor una droga? 

8. ¿Cómo nos enamoramos? 

9. ¿Cuánto tiempo dura el enamoramiento y por qué se acaba? 

10. ¿Por qué antes las parejas duraban juntas toda la vida? 



EL AMOR Y SUS MITOS 


11. ¿Existe el ‘amor verdadero’? 

12. ¿Es cierto que ‘quien bien te quiere te hará llorar’? 

13. ¿Por qué no encuentro a mi media naranja? 

14. ¿Por qué las princesas esperan y los príncipes viajan? 

15. ¿Por qué la mayor parte de las historias de amor son dramas o tragedias? 

16. ¿Por qué los finales felices siempre acaban en boda? 

17. ¿Qué tiene que ver el mito de la salvación con el del amor? 

18. ¿El amor transforma a las personas? 

19. ¿El amor lo puede todo? 

20. ¿Es lo mismo el amor que el odio? 



EL AMOR Y LA LIBERTAD 


21. ¿Puedo ser libre y tener pareja al mismo tiempo? 

22. ¿Por qué cuando tengo pareja me olvido de mí misma? 

23. ¿Cómo hacer para ser tú misma cuando te enamoras? 

24. ¿Qué pasa si mi pareja quiere controlarme y quitarme la libertad? 

25. ¿Necesitan los hombres dominar a las mujeres? 

26. ¿Por qué hay mujeres que intentan controlar a los hombres de los que se enamoran? 

27. ¿Es cierto que el amor no tiene edad? 

28. ¿Qué estrategias usamos para limitar la libertad de nuestra pareja? 

29. ¿Qué puedo hacer para que mi pareja se sienta libre a mi lado? 

30 ¿Qué hacer para que mi pareja no limite mi libertad? 



EL AMOR Y LA EXCLUSIVIDAD 


31. ¿Por qué somos monógamos e infieles? 

32. ¿Son más infieles los hombres o las mujeres? 

33. ¿Por qué siento celos y necesidad de poseer a mi pareja? 

34. ¿Cómo son las relaciones sin exclusividad? 

35. ¿Qué pasa si tengo pareja y me enamoro de otra persona? 

36. ¿Las infidelidades son violencia? 

37. ¿Qué puedo hacer para dejar de sufrir por celos? 

38. ¿Qué es el ego y por qué me hace sufrir tanto? 

39. ¿Qué pasa si alguien se siente atraído por mí y a mí no me gusta? 

40. ¿Qué pasa si mi pareja no quiere tener pareja? 

41. ¿Qué hago si sospecho que mi pareja quiere dejar la relación? 



EL AMOR Y LA IGUALDAD 


42. ¿Somos iguales las mujeres y los hombres? 

43. ¿Por qué el amor tiene que ser recíproco y los cuidados mutuos? 

44. ¿Qué relación hay entre el dinero y el matrimonio? 

45. ¿Se puede comprar el amor? 

46. ¿Por qué el amor romántico parece una guerra? 

47. ¿Cómo saber si estoy tratando mal a mi pareja? 

48. ¿Cómo sé si estoy sufriendo violencia machista? 

49. ¿Cómo nació el patriarcado y para qué? 

50. ¿Cómo ha sobrevivido tanto tiempo el patriarcado? 

51. ¿Cuándo se acaba el patriarcado? 

52. ¿Por qué no se suman los hombres a la revolución? 

53. ¿Cómo ayudar a un hombre a liberarse de su machismo? 

54. ¿Existen de verdad los hombres igualitarios? 

55. Soy un chico, ¿cómo puedo liberarme de mis patriarcados? 

56. ¿Y cómo hago si soy una mujer y también quiero liberarme de mis patriarcados? 

57. ¿Qué significa que lo personal es político? 

58. ¿Qué significa que lo romántico es político? 

59. ¿Podremos liberar algún día al amor del machismo y el patriarcado? 



EL AMOR, EL SEXO Y EL PLACER 


60. ¿El sexo también es político? 

61. ¿Por qué a los hombres les cuesta disfrutar del amor? 

62. ¿Por qué nos cuesta a las mujeres disfrutar del amor? 

63. ¿Por qué nos cuesta a las mujeres disfrutar del sexo? 

64. ¿Qué ocurre cuando las mujeres tenemos muchas ganas de sexo? 

65. ¿Qué ocurre cuando las mujeres no tenemos ganas de tener relaciones sexuales? 

66. ¿Por qué a algunos hombres les cuesta entender que ‘no es no’? 

67. ¿Son todas las mujeres respetables? 

68. ¿Se pueden separar el sexo y el amor? 

69. ¿Disfrutan más del sexo las mujeres lesbianas, bisexuales y gais? 

70. ¿Cómo disfrutar más del sexo? 

71. ¿Cuáles son mis derechos sexuales y reproductivos? 

72. ¿Por qué hay mujeres que renuncian a sus derechos cuando se emparejan? 

73. ¿Qué hacer si mi pareja no quiere usar protección cuando tenemos sexo? 

74. ¿Debo contarle a mi pareja mis anteriores relaciones sexuales? 

75. ¿Qué hacer si tengo pareja y me apetece tener relaciones sexuales con otras personas?

76. ¿El sexo oral y el sexo anal también deben ser mutuos? 

77. ¿El porno es violencia machista? 


AMAR ES CUIDAR 


78. ¿Cómo cuidarme a mí mismo? 

79. ¿Cómo cuidarme a mí misma? 

80. ¿Cómo cuidarme cuando estoy enamorada? 

81. ¿Los cuidados también son políticos? 

82. ¿Por qué es tan revolucionario el autocuidado? 

83. ¿Por qué es importante cuidar a tu gente querida cuando te enamoras? 

84. ¿Cómo cuidar mi relación de pareja? 

85. ¿Cuáles son los temas más importantes que tengo que acordar con mi pareja? 

86. ¿Qué pasos hay que seguir para crear nuestro contrato amoroso? 

87. ¿Qué hacemos si no tenemos las mismas ideas sobre el amor y la pareja?

88. ¿Cómo pelearnos sin hacernos daño? 

89. ¿Cuándo hay que poner fin a la pareja? 

90. ¿Cómo despedirme con amor? 

91. ¿Cómo vivir el duelo y superar la ruptura de una relación? 

92. ¿Cómo superar el miedo a la soledad? 


AMAR ES DISFRUTAR 


93. ¿Qué es la buena vida? 

94. ¿Qué quiere decir que otras formas de quererse son posibles? 

95. ¿Cómo sé si mi relación es de amor del bueno? 

96. ¿Qué son los ‘amores compañeros’? 

97. ¿En qué consiste la Revolución Amorosa? 

98. ¿Cómo trabajas tú en tu liberación? 

99. ¿Qué pueden hacer los chicos que quieren disfrutar del amor? 

100. ¿Qué pueden hacer las chicas que quieren disfrutar del amor?


Coral Herrera Gómez


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