El Amor no es una guerra.
Tu pareja no es el enemigo o la enemiga.
No tienes que obedecer a tu pareja, no perteneces a ella.
No tienes que domesticar ni disciplinar a tu pareja para que sea como tú deseas.
El Amor no es una cárcel: en una relación amorosa los dos miembros pueden juntarse y pueden terminar la relación cuando quieran.
No tienes que renunciar a tu libertad ni a tus derechos fundamentales, ni tienes que sacrificarte por la otra persona.
Tu pareja no es tu sirvienta ni tu criada ni tu asistenta ni tu guardaespaldas.
No tienes por qué trabajar gratis para tu pareja, ni tienes por qué pedirle a tu pareja que se encargue de todo para que tú puedas vivir como los reyes de la Edad Media.
El Amor no es una guerra.
No tienes que cazar a tu pareja, ni conquistarla como si fuera un país, ni colonizarla para ponerla a tu servicio.
No es necesario elegir entre dominar ni someterte a tu pareja. No tienes por qué estar batallando toda la vida y perder tu energía y tu tiempo en luchas de poder que te desgastan.
No es necesario sufrir por amor, no hay premio ni recompensa.
En el Amor tú no tienes que ganar, ni imponerte, ni defenderte de tu pareja. No tienes que intentar llevar siempre la razón, ni salirte siempre con la tuya, ni intentar escapar de tu pareja, no es tu carcelero ni tu carcelera.
El Amor no es un campo de batalla, es un espacio de ternura, de cuidados mutuos y compartidos.
El Amor es como un refugio en el que las dos personas trabajan como equipo para sobrevivir, se apoyan mutuamente, y construyen su relación día a día sobre las bases del respeto, la honestidad, la ternura, el compañerismo, la solidaridad, la responsabilidad y el compromiso.
En el Amor todo se habla, todo se negocia y se llegan a acuerdos: el amor hay que cuidarlo mucho para que florezca y de sus frutos. En el Amor todo es recíproco: es una relación libre de abuso, de explotación y de violencia.
En el Amor tú puedes ser tú misma, y expresar tus deseos, emociones y necesidades sin miedo. Puedes crecer y evolucionar, y puedes irte cuando quieras.
Porque el amor no es una experiencia carcelaria ni un combate a muerte, no es una eterna concatenación de peleas con reconciliaciones: es una unión de dos personas o un grupo de personas que quieren acompañarse, disfrutar y compartir la vida durante un tiempo.
Si estás en una guerra constante con tu pareja, pide un alto el fuego y sentaos a dialogar. Podéis empezar por preguntaros si hay condiciones para poder disfrutar del sexo y del amor, y si ambas personas sentís y necesitáis lo mismo.
Si decidís que queréis estar juntas, entonces hay que elaborar una serie de pactos para cuidar la relación, para que ambas personas podáis relacionarnos en igualdad. Después de las negociaciones de paz, podéis firrmar el contrato amoroso, que puede terminarse cuando lo deseéis.
El Amor no es una condena perpetua.
Si no hay condiciones para quereros bien, o uno de los dos desea seguir el camino de la vida a solas, entonces podéis separaros y firmar los acuerdos de paz para que cada uno pueda irse y rehacer su vida.
También cuando te separas hay que poner en el centro los cuidados: no es necesario guerrear ni herir a la pareja, no es necesario hacerse daño ni machacar al otro.
Podéis romper la relación para siempre o podéis quereros de otra forma y transformar vuestro amor, no es necesario que viváis en guerra después de separaros.
No tenéis que defenderos ni atacar a quién ya no quiere seguir viviendo con vosotros: lo mejor es aceptar que el amor se acaba y que no merece la pena vivir sufriendo y haciendo sufrir a tu ex pareja.
No se trata solo de cuidar tu salud mental y emocional, sino también la de los demás: la gente que vive alrededor de una pareja en guerra constante también lo pasa muy mal.
El Amor no es una guerra: en un mundo asolado por el odio y la violencia, tratarse bien, quererse bien y cuidarse mutuamente es un acto revolucionario, porque supone ir a contracorriente en una sociedad donde toda la gente vive luchando a diario contra todos los demás.
Paremos las luchas contra nosotros mismos y nosotras mismas, y contra los demás: necesitamos Refugios de amor en los que poder convivir en paz.
Coral Herrera Gómez