Gracias a mi trabajo he conocido mujeres de muchos países diferentes (México, Colombia, Chile, Argentina…) y me siento muy afortunada porque a lo largo de mi vida he recibido mucho apoyo, amor y cuidados de mujeres sabias y generosas que han iluminado mi camino como si fueran faros en la costa en medio de la noche.
Algunas me han enseñado técnicas de supervivencia, han compartido sus saberes conmigo, me han contado sus historias de vida, han abierto su corazón y me han enseñado muchas cosas que aprendieron en el camino de la vida.
Otras han compartido información y conocimientos, me han roto los esquemas, me han abierto los horizontes, me han escuchado con amor, me han ayudado a hacerme preguntas para trabajar en mí, y me han ayudado a tomar conciencia de mi poder y mi poderío. En estas conversaciones largas y profundas aprendo las claves para entender la realidad, para poner los pies en la tierra, para reírme de mí misma, y para seguir luchando.
Cuando emigré a Costa Rica me sentía muy sola y un grupo de mujeres sabias, todas diez años mayores que yo, me acogieron en su colectiva feminista con mucho amor. Con ellas aprendí mucho de feminismo y comunicación, y trabajamos juntas hasta que me fui.
Además, también pertenecía a un grupo de mamás feministas, todas diez años menores que yo, todas con bebés y muchas de ellas extranjeras sin redes familiares, como yo. Nos prestamos apoyo mutuo y con ellas me di cuenta de que yo también podía escuchar con amor y dar buenos consejos a las más jóvenes.
Es un regalo de la vida poder compartir tu intimidad, tus problemas, tus miedos y tus alegrias con mujeres de todas las edades.
Creo que hoy soy quien soy gracias a las mujeres desconocidas que me abren su corazón, comparten sus historias de liberación conmigo, y me dan buenos consejos para mi propia liberación.
Ellas ya se han liberado (de la culpa, de la guerra contra sí mismas, del miedo al que dirán, de la tiranía de la belleza, del autoengaño, de las inseguridades, del miedo a envejecer, y ya tienen las cosas muy claras. Siguen aprendiendo y creciendo, pero tienen ya algunas certezas, han aprendido a aceptar su cuerpo y a cuidarse, aman su libertad y saben defender sus derechos. Ya saben distinguir qué es lo importante y lo que no, ya saben lo que quieren y lo que no quieren, ya son asertivas y se atreven cada vez más a decir lo que piensan, lo que desean y lo que necesitan.
Las mujeres jóvenes, las adolescentes y las niñas también nos enseñan, nos rompen los esquemas, nos abren horizontes, y nos ayudan a entender los cambios brutales que estamos viviendo en la actualidad. Escucharlas y aprender de ellas es un lujo: gracias a mi profesión me relaciono con lectoras y alumnas a diario, y me siento muy afortunada porque me estimulan mucho y me motivan a seguir luchando por una vida mejor para todas.
En el mundo rural aún perviven estas redes ínter-generacionales en las que las mujeres aprendemos unas de otras, conversamos durante horas, bailamos, cantamos y nos divertimos juntas, formamos alianzas, y nos hacemos más sabias.
La sororidad, como nos enseñó la maestra Marcela Lagarde, es uno de los tesoros más valiosos para nosotras, y también uno de los salvavidas más importantes: sigamos cuidando y ampliando estas redes de cuidados entre mujeres de todas las edades.
Hoy estaba pensando mientras gozaba de los colores y olores de la primavera, en lo valientes y maravillosas que son las chicas de las nuevas generaciones, en cómo me sentía yo a su edad, en lo mucho que me inspiran tanto las mujeres que están empezando como las que ya se han liberado, y en lo importante que es la sororidad intergeneracional entre mujeres.
Me despido con un consejo: hablad con vuestras madres y con vuestras hijas, con vuestras hermanas mayores y pequeñas, con las abuelas y las nietas, tías y sobrinas, primas, vecinas, profesoras, entrenadoras, y con desconocidas: las mujeres nos inspiramos unas a otras, y nos prestamos apoyo mutuo desde hace milenios, y es importante cuidar estas redes porque solas no podemos.
Pensad un momento en las mujeres mayores y jóvenes que os rodean y en las que os habéis encontrado en el camino: ¿cómo son los vínculos con ellas?, ¿cómo los cuidáis?, qué habéis aprendido de ellas?, ¿qué compartís con ellas?, ¿qué das y que recibes en las relaciones con ellas?
Coral Herrera Gómez
- Nos salvamos entre todas
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