Todo se puede trabajar en esta vida. La culpa, la envidia, el miedo, las inseguridades, los celos, el odio, el afán de venganza, los complejos de inferioridad y de superioridad…
Todo se puede trabajar, también las enfermedades de transmisión social: el clasismo, el machismo, el edadismo, el racismo, la xenofobia, la misoginia, el capacitismo, la lesbofobia, y todas las fobias del mundo.
Solo hace falta aprender y entrenar en las artes de la autocrítica amorosa.
Con ella podrás identificar qué es lo que te hace sufrir y cómo haces sufrir a los demás, cómo abusan de ti y cómo abusas de los demás.
Conocerte mejor y ser honesta contigo misma te ayudará a identificar qué puedes trabajar en ti para ser mejor persona.
Nos relacionamos con los demás en una estructura de abuso y explotación, estos son los pilares del capitalismo y del patriarcado. Tomar conciencia de cómo funciona esta estructura no solo nos puede ayudar a defendernos de los demás, sino también a no aprovecharnos y no abusar de los demás.
Con la autocrítica amorosa podrás hacerte responsable del impacto que tienen tus palabras, tus decisiones y tu comportamiento en los demás.
En la medida en que puedas identificar tus defectos podrás saber qué es lo que tienes que mejorar en ti para que mejoren tus relaciones.
Porque para que todo vaya a mejor, lo primero es que mejores tú.
Los cambios que necesitamos empiezan por los cuidados: lo primero es aprender a cuidarme a mí misma, mientras aprendo a cuidar mis emociones, mis palabras, mi comportamiento para no hacer daño a los demás.
Mientras aprendes a cuidar de ti, aprendes también a cuidar a los demás.
Cuidar a tu gente querida es cuidarte a ti misma, y viceversa.
Desde que nacemos somos seres en permanente construcción, y todos y todas queremos mejorar y progresar. Para que nuestras vidas sean mejores hay que entrenar a diario.
Para que el mundo vaya a mejor, tenemos que empezar por nosotros y nosotras mismas.
A mí me resulta muy reconfortante pensar que todo puede mejorar. Vivimos en un mundo dominado por el pensamiento mágico: creemos que las cosas cambian por sí solas. Pero yo ya sé que no es magia, es trabajo.
En primer lugar es un trabajo de autoconocimiento, y después empezar a trabajar todo lo que necesito en mi interior: puedo trabajar la humildad, liberarme del ego, fortalecer mi autoestima....
Puedo trabajar para relacionarme con los demás desde los buenos tratos, puedo desarrollar en mí la valentía, la generosidad, la calma interior, la empatía y la solidaridad con los demás.
Conocerte a ti misma te permite también tomar conciencia sobre la forma en que usas tu poder, y el impacto que tiene tu poder en los demás.
Puedes preguntarte si con tu poder se beneficia la comunidad o si solo te beneficias tú. Y puedes trabajar en ti mismo/a para cambiar además todo lo que no te gusta de ti.
Una vez que tomas conciencia de lo que tienes que trabajar para ser una buena persona, se trata de empezar a entrenar. Todos los días, en la interacción con los demás, puedes practicar el autocontrol, el egoísmo, la envidia, la culpa, el miedo, la avaricia, la soberbia, los celos....
Puedes trabajar en tu mezquindad, en tu maldad, en emociones dañinas y destructivas, y en los rasgos de tu personalidad que no te gustan y no le gustan a los demás.
Para poder hacer autocrítica amorosa necesitas fortalecer tu honestidad y tu humildad, porque el trabajo personal para crecer y florecer requiere que te trates a ti misma con mucho amor y paciencia, con firmeza y a la vez con suavidad. No es fácil trabajar el autoengaño y ser realista, no es fácil ver las sombras de una misma y enfrentarse a ellas, no es fácil identificar las cosas que no nos gustan de nosotras. Pero es fundamental para hacer los cambios que necesitamos en nuestra vida.
Las mujeres sabemos que los cambios no vienen del cielo, que nosotras somos las que tenemos que ponerlos en marcha. Y sabemos también que necesitamos herramientas, recursos, y materiales. Por eso vamos a buscar libros, investigamos, hablamos del tema con gente, nos apuntamos a cursos y a talleres, leemos artículos, vamos a congresos, escuchamos podcasts...
Queremos ser mejores y queremos que nuestras relaciones con los demás sean mejores, porque queremos sufrir menos, y disfrutar más.
Tenemos derecho a vivir una Buena Vida. Desde este convencimiento buscamos la manera de llevar la utopía a la realidad, y la teoría a la práctica.
Para ello buscamos guías, referentes, maestras que nos orienten y nos ayuden en nuestros procesos de crecimiento y desarrollo personal. Ellas (profesoras, psicólogas, filósofas, sabias, terapeutas) nos ayudan a conocer las estrategias y las técnicas para ayudarnos a nosotras mismas, y a elaborar nuestras propias herramientas de trabajo.
Los hombres no lo están haciendo. Las mujeres nos juntamos para aprender, para compartir conocimiento, para compartir nuestras experiencias personales, y a la vez que aprendemos hacemos terapia colectiva.
Unas van buscando sanar sus heridas, otras quieren liberarse de las cadenas, unas quieren aprender a amar sin sufrir, otras quieren aprender a poner límites y aprender a ser leales consigo mismas. Unas buscan desengancharse de amores tóxicos y otras quieren huir de relaciones violentas, pero lo que nos une a todas es que queremos dejar de sufrir, y queremos vivir mejor, y estar mejor.
Queremos comprender el mundo en el que vivimos, queremos transformar nuestra realidad, queremos obtener respuestas a las preguntas.
Por eso estudiamos juntas, debatimos, compartimos, nos hacemos preguntas en voz alta, disfrutamos de retiros de fines de semana, salimos juntas a la calle a luchar...
Estoy segura que a los hombres les vendría muy bien también ponerse a investigar, a aprender, a trabajar en su interior y a trabajar con otros hombres. Estoy convencida de que el mundo cambiaría si todos desearan con urgencia aprender a ser mejores personas, aprender a cuidarse a sí mismos y aprender a cuidar sus relaciones.
Y es que si lo piensas, es una noticia estupenda lo de que todo se puede trabajar en esta vida: ninguno de nosotros/as está condenado a ser como somos para siempre.
Podemos ir a mejor: todo se puede trabajar en esta vida.
Coral Herrera Gómez
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