26 de marzo de 2011

8 de Marzo en Costa Rica

La celebración de los actos del 8 de Marzo continuaron en San José,, Costa Rica   


Una de las actividades que tuvo lugar fue mi charla sobre los mitos románticos en el Museo Juan Santa María, que disfruté mucho porque las mujeres y los hombres presentes fueron muy participativos y pudimos conversar acerca de las diferencias y simulitudes del machismo en España y Costa Rica:








También llevamos a cabo una exposición de fotografía en el CENAC, con fotos de Megan Plante y obras de Luz Darriba,



 Micaela Fernández Darriba, comisaria de la exposición de artistas feministas, argentina de nacionalidad, y hermana del alma, una bellísima persona que me ayudó en los momentos más difíciles.


















También vino Barrington Smith, de Los Ángeles, USA, a dar un taller sobre escritura creativa:




A continuación las fotos de la gala del Centenario del 8 de Marzo en el Teatro Melico Salazar






 La bailarina de danza hindú Andrea Vargas, costarricense




 el público en el Teatro


Andrea Vargas, maravillosa






Tango por la costarricense Ana María Mendoza, maravillosa!!










Daniel y Andrea, de Herstay, Noruega








Guadalupe Urbina, una cantante y compositora que levantó al público con sus canciones






Guadalupe canta a las mujeres, a la madre Tierra, a la naturaleza, al amor... fue fascinante oírla y 
notar las vibraciones del público con ella


 Ana María Mendoza, María Pretiz y Guadalupe Urbina





Una noche redonda de mujeres bailarinas, cantantes, y compositoras....


Enlaces:


http://www.luzdarriba.com/


http://www.mariapretiz.com/


http://www.guadalupeurbina.com/GuadalupeUrbina/HomeGuadalupeSpanish.html


http://barrington99.blogspot.com/


http://actlikeagrrrl.org/


http://www.herstay.net/

25 de marzo de 2011

Encuentro Internacional de mujeres en el Caribe de Costa Rica


                                                  
Llegué a Costa Rica el 1 de Marzo para participar en los eventos del Día de la Mujer Trabajadora; pero lo más fascinante está siendo, sin duda alguna, conocer a las mujeres costarricenses. He tenido la fortuna de poder coordinar el encuentro intercultural entre mujeres de la cultura caribeña y latina y mujeres procedentes de países tan dispares como Argentina, Canadá, Estados Unidos y Noruega que llegaron al país para participar en eventos y talleres de baile, música, danza, fotografía, escritura creativa, y crítica de arte feminista.











18 de marzo de 2011

El amor romántico y la desigualdad de género en el empleo





¿Por qué las mujeres se habituaron a sacrificar su vida personal, su formación y estudios y su desarrollo profesional por amor a un hombre?, ¿cómo han asumido mujeres y hombres la división artificial de sus tareas y actividades como algo natural?, ¿qué cuentos nos cuentan cuando somos pequeñas para que creamos que hay labores que sólo pueden ser desempeñadas por hombres?, ¿por qué las tareas domésticas y la reproducción son actividades consideradas femeninas,  sin remuneración (o con unos salarios y unas condiciones laborales precarias), sin prestigio ni reconocimiento social?, ¿por qué, en cambio, cuando un hombre cose o se pone el delantal gana millones de euros?.


3 de marzo de 2011

Qué es el Patriarcado




Las definiciones acerca del patriarcado son innumerables; pero básicamente es una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la autoridad y el liderazgo de unos pocos varones sobre el resto. En este sistema, según Dolors Reguant, se da el predominio de los hombres sobre la naturaleza, del marido sobre la esposa, del padre sobre la madre y los hijos, y de la línea descendente paterna sobre la materna. 

Desde la Antropología Cultural pensamos en los patriarcados, en plural, porque son construcciones simbólicas y políticas que varían cultural e históricamente. Además de variar según las zonas geopolíticas y las épocas, el patriarcado es un sistema social que ha oprimido a los hombres también, porque se los ha educado tradicionalmente para ser personas dependientes de las mujeres, para mutilar sus emociones o al menos aprender a no exteriorizarlas, porque se les ha obligado en muchas ocasiones a matar y morir por intereses ajenos sólo por pertenecer al género masculino, porque ha discriminado a todos aquellos hombres que no cumplían con los roles y estereotipos del macho viril, violento y poderoso. 


Para Pierre Bourdieu (1998), las estructuras de dominación patriarcal son el producto histórico de un trabajo continuado de reproducción al que contribuyen “unos agentes singulares (entre los que están los hombres, con unas armas como la violencia física y la violencia simbólica) y unas instituciones: familia, Iglesia, Escuela, Estado”.

La ideología patriarcal se adapta, según Kate Millet, a todos los sistemas políticos y económicos: al feudalismo, al absolutismo, al comunismo, al capitalismo, a las democracias… pero aunque es compartida por muchas culturas humanas, existen sociedades igualitarias donde no se da la división del grupo en dos por razones de género. Es precisamente la existencia de este puñado de culturas no patriarcales lo que nos muestra que la subordinación de la mujer al hombre no es natural ni tampoco constituye un imperativo (bio)lógico.

De este intento por dividir el mundo en dos esferas de realidad para rechazar la mitad incomprensible, oscura y cruel, es probable que derive el trauma occidental, y el dolor existencial de la modernidad. Nuestro mundo divide un proceso natural (construcción/destrucción, vida/muerte, pasado/futuro, orden/caos, masculino/femenino) en dos grupos opuestos entre sí, al contrario que la cultura y las religiones orientales, que siempre consideraron las dos caras de la moneda como un proceso integral, holístico. Oriente no lucha contra sí mismo y acepta la dualidad del mundo en un todo

Nosotros hemos perdido el todo, tenemos una enorme escisión entre razón y emociones bastante absurda (porque ahora hemos descubierto que las decisiones y los sentimientos se crean en la misma parte del cerebro y su proceso está indisolublemente unido), y nos sentimos mitades relacionándose torpemente entre sí. De alguna manera, la pérdida del sentido, el fin de las certidumbres, las contradicciones de nuestra época actual generan aún más miedo y más necesidad de generar identidades fuertes contraponiéndolas a otras más débiles.

Creo que el patriarcado se funda en un miedo ancestral hacia lo desconocido, que ha querido ser apartado, rechazado, sometido. Es una especie de reflejo de la impotencia y el sentimiento de inferioridad masculino con respecto al poder femenino, de ahí todo el sadismo ejercido sobre la feminidad

Moore y Gillette (1993) creen que el patriarcado es la expresión de la masculinidad inmadura e insegura, porque la verdadera masculinidad no es prepotente. “Nosotros vemos el patriarcado como un ataque a la masculinidad plena, así como a la feminidad plena. Aquellos que se encuentran atrapados en las estructuras y en la dinámica del patriarcado buscan dominar no sólo a las mujeres sino también a los demás hombres. El patriarcado se basa en el temor, en el miedo que sienten los hombres ante las mujeres, el miedo del adolescente y el del varón inmaduro a las mujeres y a los hombres de verdad”.

La parte luminosa de la cultura occidental no asimila lo otro o la muerte como parte de una misma realidad, de ahí quizás ese miedo profundo a lo que no quiere ser asimilado, a todo lo incognoscible o lo incomprensible. De ahí la traumática separación del varón adulto de su madre y del mundo de las mujeres; esta salida brusca del útero-paraíso le lleva a pasarse toda la vida definiéndose en contra de ellas, tratando de alejarse de la dimensión femenina de la vida para que su poder no lo devore. Anhela tanto como huye de la regresión al vientre materno, lugar donde estamos seguros y con las necesidades siempre satisfechas.


Si aplicamos esta teoría al mundo en guerra que habitamos, es fácil entender que la batalla de sexos tiene su correlato en la guerra que el hombre blanco mantiene contra otros “otros” (los otros musulmanes, los otros negros, los otros comunistas…) Otros hombres que hablan otras lenguas, adoran a otros dioses, tienen otras costumbres y otras leyes que no son las occidentales. Otros seres humanos a los que hay que convencer de que nuestro sistema político y económico es el racional, el normal, el más conveniente.

En ese acto de convencer se libran las luchas por el poder; no sólo en el ámbito político y social, sino también en el cultural. Por eso, aunque las leyes cambien a favor de la igualdad entre mujeres y hombres, el patriarcado, ese miedo ancestral a lo diferente, sigue habitando no solo en el interior de los dominadores, sino también de las dominadas, y es el campo en el que se libra la última batalla del feminismo occidental. La lucha, creo, consiste en lograr que la diferencia no sea un factor de discriminación, en vencer el miedo a través de la cultura, en construir un mundo más justo e igualitario, sin diferencias de género, clase social, color de la piel.... Creo que es importante, en este sentido, trabajar por derribar las jerarquías, por construir relaciones igualitarias y ofrecer modelos de mujeres diversos, alejados del binomio buenas/malas. 

Mujeres y hombres tenemos que trabajar codo con codo para crear nuevas representaciones simbólicas que dejen de mostrar a la mujer haciendo su vida en torno a un hombre y sosteniendo un rol pasivo o sumiso, como es el caso de la Virgen María. Sólo alejándonos de los estereotipos femeninos creados por el patriarcado y empoderando a las mujeres lograremos el fin de la dominación masculina dentro y fuera de nuestros cuerpos y mentes. 


Para ello creo que es importante visibilizar la lucha feminista de los hombres igualitarios, hoy más que nunca. Creo que, progresivamente, los hombres van aprendiendo a compartir el poder de manera igualitaria, y que cada vez tienen menos miedo a verse empequeñecidos o acorralados por la toma de poder femenino. Aunque este empoderamiento está generando muchas resistencias por parte de hombres y mujeres machistas, creo que esta lucha por la igualdad es imparable. Lenta, pero siempre uniendo energías, creando espacios, celebrando, como esta semana, el día de las mujeres y su batalla por la igualdad. 

Coral Herrera Gómez Blog

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