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31 de julio de 2025

¿Cómo defender tu libertad y tus derechos cuando te emparejas?



Cuando te juntas con un hombre o con una mujer, tienes que sentarte a negociar qué tipo de relación vais a tener, cómo vais a organizaros, cómo vais a cuidar la relación…. pero en el contrato amoroso no son negociables ni tu libertad ni tus derechos fundamentales. 

En este audio te voy a explicar por qué es tan importante establecer las líneas rojas que no se pueden traspasar cuando nos juntamos con alguien, y cómo defenderte para que el amor no sea una experiencia carcelaria y de sumisión, sino una experiencia basada en el placer, el disfrute, los buenos tratos y los cuidados. 

Amiga, jamás debes renunciar a tus derechos fundamentales “por amor”: sacrificarse por una pareja no es un acto de amor, sino de sumisión, y es muy peligroso. En este audio para las amigas te cuento por qué, y cómo puedes negociar el pacto de cuidados con tu pareja poniendo tus derechos humanos fundamentales (y los de tu pareja) en el centro. 

te lo cuento en mi Patreon,

y también puedes escucharlo en Ivoox y Spotify






28 de julio de 2025

Amiga, tienes derecho a vivir una Buena Vida


En el Audio para las amigas de hoy vamos a hablar de la Buena Vida, y del derecho que tenemos todas nosotras a vivir bien. Parece mentira que en pleno siglo XXI tengamos que seguir reivindicando este derecho, pero millones de mujeres en el mundo viven en estructuras de explotación doméstica, laboral, sexual y reproductiva, y nuestra cultura sigue haciendonos creer que nuestra misión en la vida no es dar cuidados sin recibirlos. 

Las mujeres estamos despertando y dandonos cuenta de que no hemos nacido para sacrificarnos, ni para servir, ni para sufrir. Y que el sufrimiento no tiene recompensa ni premio, y que nosotras queremos tener derecho a descansar, a divertirnos, y a tener relaciones en las que todo sea recíproco y mutuo. 

Una vez que tomas conciencia, es más fácil enfrentarte a toda la gente querida que abusa de ti, y es más fácil también crear estructuras de cooperación en las que los hombres no tratan a lsus madres, hermanas y compañeras como criadas. 

Una Buena Vida para todas: una vez que abres los ojos, te comprometes con este derecho y ya no hay vuelta atrás, te lo cuento en mi Patreon,

y también puedes escucharlo en Ivoox y Spotify 






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24 de julio de 2025

Tú no has nacido para ser carcelera



Hay hombres que necesitan un “freno de mano”, una mujer que ejerza de vigilante de seguridad, de policía y carcelera. 

Una mamá que le controle, le vigile, le regañe, le castigue y le perdone una y otra vez. 

Aunque para muchos hombres el matrimonio es como una cárcel, se acaban casando porque creen que solos no van a poder controlarse a sí mismos ni a ser adultos funcionales.

Muchos creen que necesitan una mujer-policía, una sargento que esté pendiente de ellos, les persiga y les monte escenas cada vez que ellos hacen sus escapaditas. A estos tipos les encanta que sus esposas lloren, pataleen y se mueran de la rabia tratando de que sean fieles, que protesten y ejerzan de sargentos para que ellos no se gasten el dinero de la familia en fiestas, alcohol, drogas y mujeres. 

En este audio, amigas, vamos a hablar de por qué controlar a tu novio o tu marido no es tu misión en la vida, ni en la vida de ninguna mujer.

Y si ya estás ejerciendo ese papel sin quererlo, te voy a contar cómo liberarte. 

Porque el amor no es una cárcel, y tú no eres una carcelera: eres una mujer libre que merece tener a su lado a una persona honesta y leal, y disfrutar de una relación basada en la sinceridad, los buenos tratos, la comunicación y la confianza. 


Ya puedes escuchar tu nuevo audio en: 




¿Sabías que ya tengo tres programas de Podcast? 

21 de julio de 2025

Hombres que no te convienen

 



Queridas amigas, hoy vamos a hablar de los hombres que no nos convienen. 

Hombres poliamorosos machistas, hombres monógamos machistas, hombres casados, hombres con problemas, hombres adictos, misóginos, narcisistas y psicópatas… 

vamos a identificar a esos hombres con los que las mujeres que ya no queremos sufrir por amor hemos decidido que no deberíamos liarnos jamás. Ya sabemos que es una medida de autocuidado fundamental. 


Ya puedes escuchar tu nuevo audio en: 

 

 













7 de julio de 2025

¿Cómo saber si hay condiciones para disfrutar del amor?



Queridas amigas, en el audio de hoy voy a hablaros de cómo saber si hay o no hay condiciones para construir una relación. ¿Sabéis una cosa que aprendí de mis relaciones? Que a veces el amor no es suficiente. Por mucho amor que sintamos, a veces no hay condiciones para poder disfrutar del amor. 

Te voy a poner un ejemplo: ¿qué ocurre si tu nueva pareja es un hombre muy apegado a su madre, vive con ella, y dedica todo su tiempo libre a estar con ella, y pretende que tú también?, ¿qué pasa si se la trae a las citas románticas, o a las escapadas de fin de semana?, ¿qué ocurre si sigue comprandole la ropa y doblando sus calzoncillos, y tu chico no tiene autonomía ni sabe cuidarse a sí mismo?, ¿qué pasa si él sufre dependencia emocional, y ella sufre celos de ti y empieza a tratarte mal?

Ya sé, es un caso extremo, pero haberlos haylos, y lo que no puedes hacer es entrar en batalla a competir con la suegra y a obligarles a cortar el cordón umbilical que les une si ellos no quieren. Es una empresa destinada al fracaso. 

Hay que ser realista y práctica, querida amiga: si no hay sitio para ti en la vida de ese hombre, mejor no empieces la relación. No hay condiciones, y no pasa nada, la vida es así de compleja y extraña. En este audio te cuento qué es esto de las condiciones, y cómo evaluar si te compensa o no empezar una relación cuando la otra persona tiene problemas que te pueden afectar, o cuando simplemente no se puede por razones de causa mayor.

Es autocuidado puro y duro, queridas amigas y compañeras: hay que analizar bien si se puede o no se puede empezar una historia de amor, porque nosotras las mujeres nos jugamos mucho en el amor: para empezar, la paz interior y la salud mental y emocional.

¡Dale al play y vamos al lío!


 

 





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3 de julio de 2025

¿Qué hacer si tu pareja no te cuida?



Amiga, date cuenta, que el amor ni se exige ni se mendiga. Si tu novio no te cuida puedes decírselo una o dos veces, pero no puedes pasarte la vida amargada porque tú lo das todo y él no da nada, o no da ni la mitad. 

Muchísimas mujeres viven frustradas en relaciones con hombres que solo reciben cuidados, pero no cuidan. No se preocupan por ellas, no las escuchan cuando hablan, no les ofrecen apoyo emocional, no les importan sus problemas, no las cuidan cuando están enfermas. Hay hombres que quieren compensar esta falta de cuidados con flores o bombones, pero no sirve de nada. El dinero jamás compensa la falta de cuidados. 

Yo sufrí mucho por amor hasta que tomé conciencia de lo importante que es que el amor sea recíproco y los cuidados sean mutuos. Es una cuestión de justicia social, amigas: si no son mutuos, son explotación. Y también es una cuestión de autocuidado. 

Cuando aprendí a cuidarme, me comprometí conmigo misma y ya no me quedo en relaciones en las que no hay reciprocidad. 

No es fácil, pero una vez que decides dejar de sufrir por amor, ya no aceptas las migajas ni pierdes tu tiempo y tu energía.  
En este audio te cuento qué hice yo y cómo me liberé:
 


 






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1 de julio de 2025

Tú y yo no somos nada

Cuando llevas semanas o meses en una relación y tu pareja te dice que no sois nada, que no quiere compromiso, o que no se va a enamorar de ti, pueden pasar dos cosas: que decidas no seguir con la relación, o que te engañes a ti misma creyendo que podrás enamorarlo y ponerlo de rodillas frente a ti. 

Te adelanto ya que no es posible ganar la batalla, y que eso solo pasa en las pelis. Así que mi consejo es que no te lo tomes como un reto, ni como un desafío.

La pregunta que te puede ayudar a abrir los ojos no es: ¿Por qué me dice que no somos nada?, sino más bien: ¿para qué me lo dice? 

En este audio de 8 minutos te cuento para qué, y cuál es la única estrategia posible frente a un novio que no quiere ser novio, o una novia que no quiere ser novia. 

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15 de junio de 2025

Hombres que… se enamoran de la Vida




Presumir de los coqueteos con la muerte es uno de los pilares de la masculinidad patriarcal. A muchos hombres les encanta sentirse admirados por los demás cuando llaman la atención de la Parca. La seducen, se exhiben, y luego se escapan cuando ella se acerca a abrazarlos. Los aplausos de los demás les permiten, por unos segundos, sentirse superiores al resto de los humanos. Por un ratito se sienten inmortales, y disfrutan jugando a ser dioses. 


Les excita mucho mirar a la muerte a los ojos, guiñarle un ojo, retarla de frente, y salir victorioso. El miedo les dispara la adrenalina, pero el verdadero placer lo sienten cuando los demás les otorgan un reconocimiento por su valentía y su virilidad. 


Corren delante de un toro cabreado, se tiran desde el balcón a la piscina del hotel, se hacen un selfie al borde del abismo, beben y se drogan para hacer carreras ilegales en las autopistas, desafían a los líderes más sanguinarios, se juegan la vida con retos absurdos, y todo lo hacen para demostrar que son muy machos.


El desprecio por la vida, la suya y la de los demás, es una de las características más importantes de la masculinidad patriarcal. La muerte es como una novia a la que van a visitar de vez en cuando para que los demás machos validen su masculinidad. 


A veces no logran escapar y caen en sus garras. Es el precio que hay que pagar para subir peldaños en la jerarquía del patriarcado: cuanto más duros, insensibles, imprudentes e insensatos sean, más machos parecen, y más admiración y envidia despiertan en el resto. 


Los machos patriarcales están tiranizados por su propio ego, que se nutre de los aplausos y el reconocimiento de los demás. El ego les impulsa a ponerse en peligro y a arriesgar la vida, el patriarcado a demostrar constantemente su hombría y virilidad. 


El Patriarcado les somete a todos para que aprendan a sacrificar su salud y sus vidas. Les empuja a coquetear con la Parca y a autodestruirse para ganar puntos y para dar ejemplo a los demás.


Por eso mueren tantos hombres en el mundo haciendo estupideces: muchos creen que el riesgo de caer en su abrazo mortal les compensa. 


También hay muchos hombres que quisieran poder escapar de sus garras, pero no pueden porque tienen metido el patriarcado dentro de ellos. 


Son muy pocos los que se atreven a desobedecer sus normas, y son muy pocos los Hombres que huyen de la Muerte y se enamoran de la Vida. 


Un abrazo muy grande a todos los desobedientes: rebelarse a los mandatos de género y cuidarse a uno mismo requiere de mucha inteligencia y valentía.

Coral Herrera Gómez 


Más artículos sobre masculinidades









Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019





11 de mayo de 2025

Consultorio Sentimental de Coral Herrera

 




Si te estás enamorando,

Si te estás desenamorando,

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Otras formas de pago: por Bizum o por transferencia Bancaria (puedes escribirme a coralherreragom@gmail.com)

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15 de febrero de 2025

Todo se puede trabajar en esta vida



Todo se puede trabajar en esta vida. La culpa, la envidia, el miedo, las inseguridades, los celos, el odio, el afán de venganza, los complejos de inferioridad y de superioridad…

Todo se puede trabajar, también las enfermedades de transmisión social: el clasismo, el machismo, el edadismo, el racismo, la xenofobia, la misoginia, el capacitismo, la lesbofobia, y todas las fobias del mundo. 

Solo hace falta aprender y entrenar en las artes de la autocrítica amorosa. 

Con ella podrás identificar qué es lo que te hace sufrir y cómo haces sufrir a los demás, cómo abusan de ti y cómo abusas de los demás.

Conocerte mejor y ser honesta contigo misma te ayudará a identificar qué puedes trabajar en ti para ser mejor persona. 

Nos relacionamos con los demás en una estructura de abuso y explotación, estos son los pilares del capitalismo y del patriarcado. Tomar conciencia de cómo funciona esta estructura no solo nos puede ayudar a defendernos de los demás, sino también a no aprovecharnos y no abusar de los demás. 

Con la autocrítica amorosa podrás hacerte responsable del impacto que tienen tus palabras, tus decisiones y tu comportamiento en los demás.

En la medida en que puedas identificar tus defectos podrás saber qué es lo que tienes que mejorar en ti para que mejoren tus relaciones.

Porque para que todo vaya a mejor, lo primero es que mejores tú. 

Los cambios que necesitamos empiezan por los cuidados: lo primero es aprender a cuidarme a mí misma, mientras aprendo a cuidar mis emociones, mis palabras, mi comportamiento para no hacer daño a los demás.

Mientras aprendes a cuidar de ti, aprendes también a cuidar a los demás. 

Cuidar a tu gente querida es cuidarte a ti misma, y viceversa.

Desde que nacemos somos seres en permanente construcción, y todos y todas queremos mejorar y progresar. Para que nuestras vidas sean mejores hay que entrenar a diario.

Para que el mundo vaya a mejor, tenemos que empezar por nosotros y nosotras mismas. 

A mí me resulta muy reconfortante pensar que todo puede mejorar. Vivimos en un mundo dominado por el pensamiento mágico: creemos que las cosas cambian por sí solas. Pero yo ya sé que no es magia, es trabajo.

En primer lugar es un trabajo de autoconocimiento, y después empezar a trabajar todo lo que necesito en mi interior: puedo trabajar la humildad, liberarme del ego, fortalecer mi autoestima.... 

Puedo trabajar para relacionarme con los demás desde los buenos tratos, puedo desarrollar en mí la valentía, la generosidad, la calma interior, la empatía y la solidaridad con los demás. 

Conocerte a ti misma te permite también tomar conciencia sobre la forma en que usas tu poder, y el impacto que tiene tu poder en los demás. 

Puedes preguntarte si con tu poder se beneficia la comunidad o si solo te beneficias tú. Y puedes trabajar en ti mismo/a para cambiar además todo lo que no te gusta de ti. 

Una vez que tomas conciencia de lo que tienes que trabajar para ser una buena persona, se trata de empezar a entrenar.  Todos los días, en la interacción con los demás, puedes practicar el autocontrol, el egoísmo, la envidia, la culpa, el miedo, la avaricia, la soberbia, los celos.... 

Puedes trabajar en tu mezquindad, en tu maldad, en emociones dañinas y destructivas, y en los rasgos de tu personalidad que no te gustan y no le gustan a los demás. 

Para poder hacer autocrítica amorosa necesitas fortalecer tu honestidad y tu humildad, porque el trabajo personal para crecer y florecer requiere que te trates a ti misma con mucho amor y paciencia, con firmeza y a la vez con suavidad. No es fácil trabajar el autoengaño y ser realista, no es fácil ver las sombras de una misma y enfrentarse a ellas, no es fácil identificar las cosas que no nos gustan de nosotras. Pero es fundamental para hacer los cambios que necesitamos en nuestra vida.

Las mujeres sabemos que los cambios no vienen del cielo, que nosotras somos las que tenemos que ponerlos en marcha. Y sabemos también que necesitamos herramientas, recursos, y materiales. Por eso vamos a buscar libros, investigamos, hablamos del tema con gente, nos apuntamos a cursos y a talleres, leemos artículos, vamos a congresos, escuchamos podcasts...

Queremos ser mejores y queremos que nuestras relaciones con los demás sean mejores, porque queremos sufrir menos, y disfrutar más. 

Tenemos derecho a vivir una Buena Vida. Desde este convencimiento buscamos la manera de llevar la utopía a la realidad, y la teoría a la práctica.  

Para ello buscamos guías, referentes, maestras que nos orienten y nos ayuden en nuestros procesos de crecimiento y desarrollo personal. Ellas (profesoras, psicólogas, filósofas, sabias, terapeutas) nos ayudan a conocer las estrategias y las técnicas para ayudarnos a nosotras mismas, y a elaborar nuestras propias herramientas de trabajo. 

Los hombres no lo están haciendo. Las mujeres nos juntamos para aprender, para compartir conocimiento, para compartir nuestras experiencias personales, y a la vez que aprendemos hacemos terapia colectiva. 

Unas van buscando sanar sus heridas, otras quieren liberarse de las cadenas, unas quieren aprender a amar sin sufrir, otras quieren aprender a poner límites y aprender a ser leales consigo mismas. Unas buscan desengancharse de amores tóxicos y otras quieren huir de relaciones violentas, pero lo que nos une a todas es que queremos dejar de sufrir, y queremos vivir mejor, y estar mejor.

Queremos comprender el mundo en el que vivimos, queremos transformar nuestra realidad, queremos obtener respuestas a las preguntas.

Por eso estudiamos juntas, debatimos, compartimos, nos hacemos preguntas en voz alta, disfrutamos de retiros de fines de semana, salimos juntas a la calle a luchar... 

Estoy segura que a los hombres les vendría muy bien también ponerse a investigar, a aprender, a trabajar en su interior y a trabajar con otros hombres. Estoy convencida de que el mundo cambiaría si todos desearan con urgencia aprender a ser mejores personas, aprender a cuidarse a sí mismos y aprender a cuidar sus relaciones.  

Y es que si lo piensas, es una noticia estupenda lo de que todo se puede trabajar en esta vida: ninguno de nosotros/as está condenado a ser como somos para siempre. 

Podemos ir a mejor: todo se puede trabajar en esta vida. 

Coral Herrera Gómez



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                Malestares: ¿qué puedes hacer para sentirte mejor?




Si quieres trabajar en buenas compañías, 

5 de noviembre de 2024

Cuidar a tus amigas también es Autocuidado



Cuidar a tus amigas también es Autocuidado.

Cuidar a tus vecinas, 

A tus abuelas

A tus tías

A tus hermanas

A tus primas 

A tus compañeras de estudio y de trabajo,

Es también cuidarte a ti misma. 


Cuidar a tu gente querida 

A tu colectiva

A tus redes de afecto y apoyo mutuo

Es una forma de resistencia frente a un sistema que nos quiere solas, aisladas, enfrentadas, y en guerra entre nosotras mismas.

Autocuidado es también cuidar a la gente que te quiere, te apoya y te cuida.


A tu colectiva

A tus redes de afecto y apoyo mutuo

Es también cuidarte a ti misma

Es una forma de resistencia frente a un sistema que nos quiere solas, aisladas, enfrentadas, y en guerra entre nosotras, y contra nosotras mismas.

Autocuidado es también cuidar a la gente que te quiere, te apoya y te cuida.


Coral Herrera Gómez 

18 de octubre de 2024

Malestares: ¿qué puedes hacer para sentirte mejor?




¿Por qué te sientes a veces tan mal? 

¿Qué puedes hacer para sentirte mejor? 

Todos y todas nos lo preguntamos en algún momento: no nos sentimos bien, pero no nos ha sucedido nada malo, ni parece que tengamos motivos para estar mal. Nuestra vida no se ha visto sacudida por ninguna desgracia, pero tú por dentro no te sientes bien del todo, no sabes muy bien por qué. Hay días mejores y peores, y no sabes de dónde vienen esos malestares.

Aquí te cuento qué es lo que te está haciendo sentir mal, porque aunque creas que lo tuyo es un asunto personal, en realidad es un asunto colectivo. Y las soluciones son colectivas. 

Estos malestares los compartimos con todos y a todas, vivimos en una sociedad enferma y violenta:

 

- Te sientes mal porque la comida que comes está envenenada: las frutas y las verduras están llenas de veneno: pesticidas y agroquímicos que entran en tu organismo y alteran tu microbiota. La carne que comes proviene de animales que viven encerrados en jaulas y sufren tortura desde que nacen hasta que mueren. Son alimentados con veneno, e hinchados a hormonas, y su vida es un auténtico infierno. Además, muchas personas son adictas al azúcar y/o a la comida basura, que nos genera alteraciones en la producción de insulina, y destrozan nuestra salud. Nuestro estado de ánimo y nuestra salud mental están en gran parte determinados por nuestro intestino: somos lo que comemos. 

 

- Te sientes mal porque el aire que respiras está contaminado, por eso hay tanta gente en las grandes ciudades que se desespera por salir a la naturaleza a respirar aire puro. Según estudios recientes, el aire contaminado constituye una amenaza significativa no solo para la salud física (mayor riesgo o exacerbación de una variedad de enfermedades, incluidas las infecciosas, alérgicas, metabólicas, neoplásicas, respiratorias y cardiovasculares), sino también para la salud mental. 

 

- Te sientes mal porque el ritmo de vida que nos impone el capitalismo es insostenible: vamos con prisa a todo, no llegamos a todo, y la vida se te está pasando demasiado rápido. Pasas la mayor parte del día corriendo de un lado a otro, sin tiempo para respirar, con la sensación de que no haces bien tu trabajo, que no eres buena madre, ni buena hija, ni buena en nada. Por eso tenemos angustia y sufrimos ansiedad permanente, y por eso nos empastillamos para poder relajarnos y para poder activarnos. El estrés nos enferma, tanto física como emocional y mentalmente: los altos niveles de cortisol nos envejecen prematuramente y nos acortan la vida.

 

- Te sientes mal porque no puedes disfrutar de la vida: apenas tienes tiempo para dormir, para disfrutar de tus pasiones, para disfrutar de tu gente querida. No podemos con tres jornadas laborales en un solo día. Nos engañaron a todas diciéndonos que era posible conciliar la vida personal, familiar y laboral: es un mito muy lindo que no se sostiene, porque pasamos la mayor parte del día trabajando, dentro y fuera de casa, más el tiempo que dedicamos al transporte. La falta de tiempo libre para descansar y para disfrutar también nos enferma: cuanto más carga de trabajo tenemos, más estrés y más frustración sientes. Hagas lo que hagas, tu bandeja está siempre llena de correos, y tu pila llena de platos y sartenes para fregar. Es un pozo sin fondo: las tareas no acaban nunca, y en cuanto tachas las que has hecho, tu agenda se vuelve a llenar. No hay forma de pararlo.  

 

- Te sientes mal por las adicciones: ¿quién no tiene una adicción? Hoy en día es muy difícil encontrar personas que no sean adictas a sus teléfonos. Pasamos una cantidad de horas frente a las pantallas brutal. Pero además, también somos adictos y adictas al azúcar, y a todo el veneno que llevan los alimentos ultraprocesados y las bebidas. Adictos a ir de compras, al alcohol, a los tranquilizantes y a los somníferos, al tabaco, la cocaína y otras drogas. Adictos al odio (especialmente en redes sociales), y adictos la violencia: no solo los adultos sufren de esta adicción, también muchos niños pequeños. La gran mayoría de los adictos al porno son varones, adultos y menores incapaces de tener relaciones sexuales sin humillar a mujeres, incapaces de tener una erección haciendo el amor. Todos somos adictos a algo, especialmente a aquellas cosas que usamos para distraernos, para ontener placer instantáneo, para evadirnos de nuestra realidad, para animarnos o para tranquilizarnos. Cuanto mayor es la adicción, mayor es la dependencia y la tiranía: no resulta nada fácil estar constantemente reprimiendo las ganas y midiendo las dosis, por eso siempre buscamos motivos para usar nuestras drogas, medicamentos, pantallas, comida... si no tuvieramos este nivel de ansiedad, de tristeza, de frustración, probablemente nos sentiríamos mucho más libres. 

- Te sientes mal por la angustia que te genera el consumismo: a diario te bombardean por todos lados ofreciendote cosas que no necesitas. El mercado nos seduce con productos y servicios constantemente, y nos hacen creer que vamos a ser más felices consumiendo, pero lo cierto es que como apenas tenemos dinero, tenemos que estar todo el tiempo diciendo que no a todo, y reprimiendo el deseo de adquirir objetos. En cuanto logras comprarte algo que deseas, el mercado te ofrece cien cosas más: el consumismo te genera tanta insatisfacción porque se renueva constantemente, y no es posible adquirir todo lo que deseas. Así que tienes que negarte a ti misma a diario la posibilidad de gastar dinero, porque a duras penas llegas a fin de mes. No eres tú sola: así vivimos el 99% de la población, atadas a ingresos precarios y bombardeadas a diario con anuncios por todas las vías posibles. 

 

- Te sientes mal porque cuando te conviertes en adulta, tienes que ponerte una máscara y una coraza, y disimular para que los demás no vean cómo eres realmente. Medimos mucho la información que le damos a los demás, nos protegemos para que nadie vea nuestro interior, nos avergonzamos a veces de cómo somos, y tratamos de dar una imagen exitosa en nuestras redes sociales para que la gente se crea que somos felices y que nos va muy bien. Hay muy pocos espacios en los que puedes quitarte la armadura y ser realmente tú misma, espacios seguros en los que no tienes miedo a que te hagan daño, espacios en los que te sientes libre para hablar, para expresarte, para decirlo que piensas, lo que sientes, lo que quieres, lo que deseas. Pero no tienes mucho tiempo para disfrutar de esos pocos espacios, ¿verdad? 


- Te sientes mal porque no eres normal, por mucho que lo intentes. Todos y todas tenemos que adaptarnos a lo que la sociedad espera de nosotras y nosotros, y además de obedecer los mandatos sociales, tenemos que obedecer también los mandatos de género. Todos y todas simulamos ser personas “normales”, aunque es un concepto abstracto que nadie cumple al cien por cien porque todos tenemos rarezas, manías, obsesiones, todos nos salimos de la norma en algún momento de nuestras vidas. Todo en ellas está regido por normas no escritas: nuestra forma de vestir, de hablar, de caminar, nuestro comportamiento en espacios públicos, también en nuestros espacios familiares e íntimos. Tienes que simular que “eres como todo el mundo” y haces lo que hace todo el mundo para no parecer rara, loca, desviada.  


- Te sientes mal porque todos los mitos caen, uno tras otro, y te sientes engañada y estafada. Nuestra sociedad se construye con ilusiones colectivas que nos mantienen trabajando para otros a cambio de un salario precario, y nos mantienen atados a un estilo de vida que no es tan bonito como te contaron. Cuanto más te ilusionas, más te decepcionas, y aunque te resignes, tu corazón y tu mente siguen soñando con la salvación. Una salvación que tiene que ser colectiva, pero a tu alrededor todo el mundo está en la rueda, girando sin avanzar, anestesiada y cabreada: la gente sigue porque todos tenemos miedo a pararnos y a pensar. Y estamos esclavizados a la necesidad de generar ingresos, mientras vemos cómo los políticos gastan nuestro dinero en mantener a banqueros, empresarios, obispos, soldados y hombres que viven como auténticos reyes. Un dinero que tendría que ir a parar a la construcción de escuelas, universidades, centros de salud, hospitales, trenes, y protección del medioambiente: es frustrante ver como lo despilfarran en comprar armas que no necesitamos para nada. 

 

- Te sientes mal porque te han hecho creer que si te esfuerzas mucho y tienes suerte, puedes triunfar en la vida. Y no es cierto: las personas que triunfan, en su mayoría, son las que tienen herencia patrimonial o financiera, contactos y apellidos. Nos venden la idea del emprendedor que se hizo a sí mismo desde la nada, pero son muy pocos los que logran salir adelante. Hoy todo el mundo quiere ser famoso y millonario, pero el capitalismo feroz solo permite llegar a la cima a unos cuantos: todos los demás nos quedamos donde estamos, luchando por sobrevivir. Nos hacen creer que si no logramos destacar por encima de los demás, no valemos nada, por eso tu autoestima está por los suelos: cuanto más te crees el cuento de que es posible salir de la pobreza y la precariedad, más fracasada te sientes. Pero no, no es que no te hayas esforzado lo suficiente, es que no hay sitio para todos ahí arriba, y si eres mujer, menos todavía. 

 

- Te sientes mal porque te hicieron creer que encontrar al príncipe azul es la puerta de entrada al paraíso, y no lo has encontrado. O lo has encontrado y nada es como te contaron: el amor romántico te generó unas expectativas tan altas, que la realidad se te antoja demasiado dura. Porque el mito del matrimonio feliz que funda una familia feliz es una estafa: la mayoría de las mujeres trabajan de sirvientas de sus maridos e hijos, y viven en una constante batalla para no ser explotadas. Sin embargo, para muchas es imposible que los miembros de la familia se impliquen en las tareas de cuidados, prefieren vivir como reyes. No hay nada más frustrante que sentir que tus seres queridos abusan de ti y te roban el tiempo libre, y encima ni te reconocen el esfuerzo que haces. Porque da igual cuanto te esfuerces: las labores de cuidados no se valoran nada. Y no hay nada peor que darte cuenta de que no son recíprocos: a ti no te cuida nadie. 

 - Te sientes mal porque siempre te estás comparando con las demás personas, y no hay nada más frustrante en el mundo que vivir en constante competición por ser la más lista, la más guapa, la más joven, la más veloz, la más fuerte, la mejor en todo. ¿Por qué? Porque siempre que te compares vas a ver mujeres más jóvenes, más guapas, más inteligentes, más sexys, más encantadoras, más ricas, más cultas y sabias, y con más títulos y experiencia que tú. Es lindo sentir admiración por las mujeres que te rodean, pero cuando lo que sientes es envidia, entonces es cuando todo se estropea: es un sentimiento muy feo que nos lleva a portarnos mal con las demás. Competir contigo misma también es agotador: intentar superarte constantemente a ti misma, y vivir con tantas exigencias encima, es super frustrante. Porque claro, siempre podrías ser mejor, siempre podrías brillar más, siempre podrías darte por completo, pero mira una cosa: la vida es muy corta y si vives todo el tiempo rivalizando, y comparandote con los demás, no te da tiempo a disfrutar. Para poder disfrutar hay que estar en calma y en paz con una misma y con el mundo que te rodea, sin más afán que sufrir lo menos posible, y vivir lo más a gusto posible. 

- Te sientes mal porque sabes que para aguantar y resistir necesitas hacer ejercicio, comer bien, mantenerte en forma, dormir las horas que necesitas, pero por muy comprometida que estés con tu autocuidado, no logras disciplinarte a ti misma porque no tienes apenas tiempo para hacerlo, así que te sientes culpable porque los demás no te cuidan, pero tú tampoco te cuidas a ti misma. Porque la cuestión es, ¿cuando te cuidas si no tienes tiempo?

 

- Te sientes tan mal porque siendo mujer tienes que estar siempre alerta ante el acoso y las agresiones, tanto en las calles, como en el transporte público, como en los espacios comunes: las mujeres sufrimos violencia en el seno de nuestra propia familia, en nuestros centros de estudio y de trabajo, en los espacios de ocio y tiempo libre. Vivir siempre a la defensiva es agotador, pero lo cierto es que solo podemos relajarnos en espacios seguros en los que sabemos que nadie nos va a hacer daño. Y no abundan esos espacios seguros. 

 

- Te sientes tan mal porque lo que hacen las mujeres no es tan importante como lo que hacen los hombres, por eso tenemos que esforzarnos el doble que ellos, y por eso muchos se apropian de nuestras ideas, de nuestras creaciones, y nuestro trabajo. Sabes que es injusto, pero lo asumes como algo “normal” porque siempre ha sido así, especialmente en las profesiones más masculinizadas, y sabes también que es difícil sobrevivir en entornos competitivos en los que las mujeres luchan entre ellas para sobrevivir. Por eso buscas espacios horizontales en los que las mujeres cooperan y se prestan apoyo mutuo, pero no es fácil encontrarlos. 

 

- Te sientes tan mal porque se te cayó el mito de la familia feliz, y porque no hay condiciones para maternar y para la crianza: la gran mayoría de las mujeres no podemos cuidar a nuestros hijos e hijas, y nos vemos obligadas a dejarlos con personas desconocidas cuando tienen pocas semanas de vida. Apenas tenemos tiempo para disfrutar con ellos: también les imponemos un ritmo de vida brutal, y les drogamos con pastillas, azúcar y pantallas para tenerlos calmados y que no protesten. Mientras, tú tienes que trabajar como si fueras una mujer sin hijos, no importa cuántos tengas: tienes que ser productiva aunque no hayas dormido en toda la noche vigilando la fiebre de tu bebé, tienes que darle tu energía al dueño de tu empresa, y para tus crías solo hay migajas: tienen que conformarse con una madre estresada y agotada. Cuanto más cansancio sufres, más mala madre te sientes. 

 

- Te sientes mal porque tus relaciones con la familia son dolorosas y conflictivas, y apenas tenéis herramientas para poder comunicaros y para resolver los problemas sin haceros daño. También las relaciones en tu centro de trabajo son difíciles porque están atravesadas por las luchas de poder, y lo mismo sucede en los colectivos a los que perteneces: cuánto más competitivo es el entorno, más inhumano y hostil es. Vivimos en un mundo en el que a la gente le cuesta mucho pensar en el Bien Común: la mayoría de las personas van a lo suyo y construyen relaciones basadas en el interés y el egoísmo, por eso pasas gran parte de tu vida poniendo límites al abuso de los demás, y teniendo que aceptar los límites que te ponen a ti. Al final estás todo el día batallando, y es agotador: sabes que necesitas herramientas para cuidar tus emociones y tus relaciones, pero no sabes dónde obtenerlas. 

 

- Te sientes mal porque el futuro está cada vez más negro, y porque tienes miedo a la pobreza y a la exclusión social. Puedes perder tu trabajo y quedarte completamente indefensa ante una crisis económica, y tu gente querida está igual que tú. Somos muy vulnerables frente a las crisis que genera el capitalismo para crear mano de obra barata y desesperada. Y sabes que la salvación individual es casi imposible, pero sigues comprando lotería por si tú tuvieras suerte, aunque sabes que estás condenada de por vida a ser vulnerable y a trabajar como una bestia hasta que te jubiles (en el caso de que vivas en un país en el que haya pensión de jubilación)

 

- Te sientes mal porque tratas de ser leal a ti misma, pero es muy difícil. A veces te has traicionado y te has sentido horrible, porque no has podido actuar según tus principios y tus valores, o porque has tenido que hacer cosas que no querías hacer, en nombre de la empresa o institución en la que trabajas. en nombre del amor, en nombre de la familia, el sindicato o el partido político al que perteneces. Te sientes mal porque tu conciencia te dice una cosa, y la sociedad te pide que hagas otra, y no poder ser leal a ti misma te hace sentir una traidora. Porque a veces has tenido que callarte cuando no estabas de acuerdo, o has tenido que votar algo diferente a lo que tú querías, o te han obligado a mirar a otro lado mientras se estaba fraguando una injusticia. No es fácil ser coherente e íntegra en un mundo en el que todos se venden a sí mismos, y todos practican la hipocresía. Por miedo a las represalias del grupo o del poder, pero también por necesidad, porque no te ha quedado otro remedio. Si alguien a tu alrededor decide ser coherente con sus principios y actúa con lealtad hacia sí mismo/a, te sientes todavía peor, porque te hace ver con claridad que tú a veces te traicionas. 

 

- Te sientes mal porque alguna vez creíste que era posible crear un mundo mejor para todos y todas, pero has perdido la esperanza y la fe en la Humanidad, y a veces la realidad te parece demasiado brutal, especialmente cuando ves noticias, pero también cuando alguien de tu entorno pretende hacerte daño, aprovecharse de ti, o destruirte para ocupar tu lugar. Vivimos bajo la ley del “sálvese quien pueda”, por eso te sientes tan atrapada en la jungla, y por eso a veces sueñas con un mundo más justo, más humano, más amable, y con una vida más fácil y más bonita. Pero no hay mucha gente a tu alrededor que sueñe como tú: la mayoría han perdido la esperanza, se han resignado, y no pueden siquiera imaginar un mundo mejor.  


¿Cómo podríamos estar mejor?

Piensa en lo bien que te sientes cuando comes bien, cuando duermes bien, cuando descansas lo que necesitas. Cuando tienes tiempo para disfrutar de tus pasiones y tu gente querida, cuando estás rodeada de verde, al aire libre, mirando hacia el cielo o al mar, con la mirada perdida en el horizonte. Cuando encuentras gente como tú, cuando te juntas con más mujeres, cuando te sientes libre en espacios seguros y amorosos para conversar, para expresarte sin miedo y para ser tú misma. Cuando bailas, cuando cantas, cuando escuchas música o la tocas tú. Cuando haces cosas con tus manos.

¿Verdad que te sientes bien cuando eres útil, y cuando ayudas a que la vida de los demás sea mejor? Cuando te cuidas, cuando haces ejercicio y respiras aire puro, cuando desconectas de tus problemas, cuando te alejas de tu rutina de vida, cuando estás rodeada de naturaleza. Cuando estás tranquila y relajada, cuando tienes tiempo para estar a solas, cuando tienes tiempo para cuidar tus vínculos, cuando eres leal a ti misma, cuando desobedeces normas injustas, cuando abandonas las batallas y las luchas de poder que te están robando la paz interior. 

Haz lo que te hace bien, lo que te da energía. Haz lo que te apetece, lo que te ayuda, lo que te da placer, lo que te sienta bien. Cuidarse por fuera y por dentro para estar bien es un acto político, porque el patriarcado nos quiere a todas aisladas, estresadas, empastilladas, anestesiadas, cabreadas, obedientes y amargadas. 

Lucha para que tú y tu gente podáis comer alimentos sanos, beber agua limpia, respirar aire sin contaminar. Lucha para que las ciudades sean vivibles, para mantener los espacios verdes, para proteger la naturaleza, para redistribuir la riqueza, para que todas y todos podamos disfrutar de nuestros derechos fundamentales.

Para que todos y todas podamos sentirnos mejor, hay que defender el derecho a vivir bien. Necesitamos un mundo de paz, igualdad y justicia social: la felicidad y el bienestar no son problemas individuales, sino asuntos políticos, y por eso requieren soluciones colectivas. 


Coral Herrera Gómez


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14 de octubre de 2024

Cómo me liberé de la droga del amor



 

Yo no lograba entender por qué cuando estaba cerca de mi droga, yo cambiaba y dejaba de ser yo. Y no solo eso: era capaz de engañarme y traicionarme a mí misma, y hacer cualquier estupidez con tal de conseguirla. Me resultaba alucinante verme a mí misma desdoblada: podía estar en la mañana pensando racionalmente y tomando decisiones sensatas y feministas, y luego en la noche hablando con él por teléfono como si nada, derretida de amor y riendole las gracias. 

Si yo había decidido que no nos veríamos más, y él llamaba para decirme que necesitaba verme, entonces me olvidaba del acuerdo conmigo misma, y le decía que sí, que podía venir a verme. Y claro, eran polvazos intensos los que echabamos, porque yo siempre juraba que iba a ser el último. Y ya sabemos que los últimos polvos, cuando estás muy enamorada, son intensos, maravillosos, e inolvidables. ...


Ya puedes escuchar o leer el capítulo 8 de mi libro: Cómo dejé de sufrir por amor. 

Cada semana publico dos nuevos capítulos en Patreon y en Ivoox para suscriptoras:


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