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30 de julio de 2023

Rosalía: consejos para superar el desamor



Rosalía se está separando, ¿qué le diría yo si me pidiese consejo para tener un duelo corto?

Yo le contaría que a mí me ha ayudado mucho el feminismo en mis separaciones, porque gracias al movimiento de liberación de las mujeres, estoy plenamente convencida de que yo no he venido al mundo a sufrir, y que tengo derecho a vivir una Buena Vida, libre de violencia y sufrimiento.

En mis duelos, me he sentido muy conectada a las millones de mujeres que en esos momentos estaban sufriendo por el desamor, y me ha ayudado mucho la rebeldía que llevo dentro: no quiero pasarme la vida sufriendo por la falta de amor. Y gracias al feminismo, hoy sé que el final de una pareja jamás significa que nos quedamos solas: estamos rodeadas de gente que nos quiere y nos cuida.


 ¿Qué más me ha ayudado a recomponer mi corazón roto?


Puedes seguir leyendo el post en el diario Público


26 de mayo de 2023

Entre nosotras: empatía, sororidad y compañerismo



Si tú jamás te has puesto de rodillas frente a un hombre, si nunca has sufrido violaciones por parte de tu pareja, si jamás has tenido que servir a un hombre y trabajar gratis para él, si estás orgullosa de ti misma porque no dependes económica ni emocionalmente de un hombre, es normal que te cueste entender por qué hay tantas mujeres en el mundo sufriendo explotación y violencia por parte de sus parejas.

Pero seguro que puedes trabajar un poco dentro de ti la empatía para intentar entender que la culpa no la tienen las víctimas, y que hay mujeres que han sido educadas para ser adictas al romanticismo, y para pasar su vida cuidando a un señor, aguantando, soportando y sacrificandose por él.

El amor romántico es una trampa para muchísimas mujeres porque todo el sistema está volcado en hacernos creer que la felicidad está en el matrimonio y en la familia, aunque las cifras sobre violencia machista, violencia contra la infancia, violencia contra las personas mayores y la violencia contra las mascotas en el seno de la "familia feliz" nos digan justo lo contrario.

El hogar es el sitio más peligroso del mundo para las mujeres, y para millones de ellas es imposible escapar. Cuantos más hijos tienen, cuanto más pobres son, más atrapadas están.

Pero también hay mujeres libres y con autonomía económica que están en la cárcel del amor, y que podrían salir de ella, pero no salen. Y es porque nos han hecho creer que sufrir por amor tiene premio, y tienen que darse cuenta de que es mentira. Que sufrir no tiene recompensa ni merece la pena. Y eso lleva su tiempo.

¿Por qué es tan difícil salir? Porque tenemos el mito dentro, y el amor es una droga muy poderosa y muy adictiva.

No todas las mujeres tenemos claro que no hemos venido a este mundo a sufrir, no todas saben que tienen derecho a una Buena Vida, no todas tienen herramientas para cuidarse a sí mismas y para defender su libertad y sus derechos humanos. No todas las mujeres tienen cerca a mujeres feministas que les ayuden a abrir los ojos.

Así que por favor, un poco de empatía si tú ya los has abierto. No ayuda que hables de las mujeres que sufren por amor desde una posición de superioridad: cada cual necesita su tiempo para salir del infierno. Desde fuera es muy fácil juzgar y decir: "yo jamás permitiría que un hombre me tratase mal". Pero desde dentro, muchas no pueden salir aunque quieran. Unas tienen recursos y red de apoyo, otras están solas y ni siquiera saben que el abuso y la explotación emocional, sexual y doméstica que sufren es violencia machista.

Algunas logran liberarse, otras no lo logran nunca, y otras pierden la vida en el camino, asesinadas a manos de su maltratador. No es un problema personal que cada cual tenga que resolver como pueda, es un problema social y político, es un problema colectivo, y es un asunto de todas y todos. Lo que tenemos que hacer es ayudarnos y cuidarnos entre nosotras, y crear redes de apoyo mutuo.

Si tú ya te has liberado, o si nunca has estado en la cárcel del amor, sé solidaria y ayuda a las demás a quitarse la venda, a abrir los ojos, y a salir de la jaula.

Estamos haciendo una revolución y necesitamos cooperación y trabajo en equipo, en el camino hacia la liberación tenemos que ir todas juntas.

Coral Herrera Gómez


#empatía #solidaridad #sororidad #liberación #mujeres #apoyomutuo

#feminismo

#revoluciónamorosa

#mujeresqueyanosufrenporamor

#mujeresqueseliberan 


Artículo en inglés: 

Among us: empathy, camaraderie and sisterhood


📚 Libros de Coral Herrera 

❤️ Laboratorio del Amor


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26 de febrero de 2023

Vamos a contar verdades



Vamos a contar verdades: seamos solidarias con las demás mujeres, contar nuestras historias es la única forma de hacer frente a los mitos patriarcales que nos quieren hacer creer que nuestra única fuente de felicidad es la pareja y los hijos. 

Igual que todas necesitamos quitarnos la venda y ponernos las gafas violetas, también necesitamos las gafas del amor, porque necesitamos desmontar los mitos y ver la realidad para poder sobrevivir a ella.

Para que las nuevas generaciones dejen de caer en la trampa del amor romántico y la maternidad, tienen que saber lo duro que es vivir en pareja, el trabajo personal enorme que requiere quererse bien, la falta de herramientas que tenemos para resolver problemas y resolver conflictos sin hacernos daño.

A las mujeres heterosexuales, hay que explicarles lo difícil que es encontrar un hombre sin problemas de honestidad y de masculinidad. Tienen que saber que maternar en un mundo anti-madres es una bestialidad. 

Muchas mujeres siguen creyendo en el mito de la familia feliz porque creen que ellas no han tenido suerte. Ven a todas presumiendo en las redes sociales de su familia feliz, y se preguntan por qué ellas no pueden. 

La realidad es que donde más peligro corremos las mujeres y las niñas es en el hogar, según la ONU, a manos de nuestros maridos, padres, hermanos, tíos, abuelos, padrastros, primos y amigos de la familia feliz. Es en la familia el lugar en el que más sufrimos la explotación, los malos tratos y la violencia: psicológica, emocional, económica, física sexual, vicaria. 

 Contar nuestras historias puede ayudar a muchas mujeres para que no caigan en relaciones tóxicas o de dependencia, y para que no crean las mentiras que se traga la mayoría. Hablemos de las renuncias y sacrificios, de la carga mental y emocional, de lo que hay que aguantar para que dure la pareja, de las violaciones en el seno del matrimonio, de los malos tratos, de las mentiras y de la decadencia a medida que se acaba "el amor"

Es importante que las nuevas generaciones sepan que los hombres en su mayoría no saben amar desde el compañerismo, que los que saben cuidarse a sí mismos y a sus hogares dejan de hacer las tareas en cuanto se casan, que muchos se convierten en un hijo más para tí.

Vamos a contarles las verdades que descubrimos nosotras cuando ya era tarde. Que no todo es de color de rosa, que no acabamos de princesas sino de sirvientas, que la gran mayoría de las mujeres casadas tienen doble jornada laboral y peor salud que las solteras, y que los hombres casados viven más tiempo, y viven mejor que los divorciados o los viudos.

Tienen que saber que nosotras con el matrimonio perdemos tiempo libre y tiempo para descansar, y que ellos tienen el doble que nosotras.

Tienen que entender que la monogamia es solo para nosotras, que muchos hombres casados tiene sexo con otras mujeres, gratis o pagando, y que tienen el privilegio de la doble vida igual que tu padre y tu abuelo. Y la prueba está en la cantidad de burdeles que hay en todos los países abiertos las 24 horas, los 365 días al año, con los aparcamientos repletos de coches de hombres casados.

Tienen que saber que no es posible conciliar la carrera profesional con la maternidad, que el día no tiene horas suficientes para brillar en el trabajo, tener la casa limpia y la nevera llena, la ropa lavada y doblada, para cuidar a tus padres y a tus hijos e hijas, para cuidar a tu pareja, a tus mascotas y a tus plantas, para cuidar a tus familiares dependientes, y para cuidarte a tí misma, hacer ejercicio, ir al salón de belleza, descansar entre medias, y dormir ocho o nueve horas. 

Tienen que saber que cuando pasa la emoción del parto, después de las fotos, la gente desaparece y te quedas sola con la cría, y que luego tienes que dejar a la cría con otras personas y volver a ser productiva y poder con dos y tres jornadas laborales. Tienen derecho a pensarse si les compensa gestar y parir para luego estar separada de su bebé 10 horas al día. 

Hay que contarles que los bebés no son muebles, que crecen y que tienen unas necesidades tremendas que los hacen muy dependientes, especialmente si nacen con problemas de salud, sobre todo los cinco primeros años de su vida.

Los bebes no están todo el día durmiendo y hay que tener una energía tremenda para criar, y la mayor parte de las mujeres se enfrentan solas porque los padres huyen al trabajo. Y muchos, cuando llega un bebé, se van de casa para no volver. Hay hombres a los que les aterroriza la paternidad y otros que se quedan contigo pero son padres ausentes que pasan de tí y de tus hijos, y te hacen sentir inmensamente sola. 

Hablemos de las hemorroides, de las estrías, del suelo pélvico, y la incontinencia. Hablemos de la falta de energía para tener sexo, del sexo después del parto, de los duelos por la muerte de los bebés que no nacieron.

Hablemos de los miedos del embarazo, de los malos tratos en el hospital, hablemos de la desolacion de la soledad, del agotamiento, del caos, de los castigos de las empresas a las mujeres que tienen hijos. 

Hablemos de la dependencia emocional, de cómo penalizamos a las mujeres que no quieren tener hijos, de las críticas que recibimos cuando somos madres, del trato que recibimos en un mundo anti-niños y niñas.

Hablemos de las pastillas que nos tomamos para aguantar tanto trabajo dentro y fuera de casa, de los ansiolíticos, antidepresivos, y somníferos que tomamos para calmar la angustia, para sobrevivir al agotamiento, para sobrellevar la frustración, para poder con todo sin enfermar del todo.

Vamos a contar verdades para que las niñas y adolescentes desmitifiquen cuanto antes el matrimonio y la familia feliz, y para que puedan elegir libremente si quieren o no tener pareja y/o hijas. 

Solo si conocen la realidad y tienene los pies en el suelo podrán cuidarse a sí mismas y evaluar qué es lo que realmente quieren, y qué es lo mejor para ellas.

Coral Herrera Gómez 


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14 de febrero de 2023

Si todo es mutuo, es Amor del Bueno

 



En el sexo y el amor todo debe ser mutuo. Las ganas, los sentimientos, el deseo sexual, la ternura y los cuidados. 

Solo se puede disfrutar del sexo y del amor cuando hay correspondencia entre ambas personas, cuando a ambas les apetece lo mismo, y quieren un tipo de relación similar. Si hay reciprocidad, si tenemos la misma libertad y los mismos derechos, si las tareas se reparten por igual, si nos relacionamos en horizontal, de tú a tú, de igual a igual, podemos lanzarnos a disfrutar, y a vivir una bonita historia de amor. 

Las relaciones en las que el amor no es mutuo nos hacen sufrir mucho. Cuando lo damos todo y la otra persona tiene el privilegio de recibir amor y cuidados sin darlos, está abusando de nuestra generosidad y de nuestra vulnerabilidad. 

Si el amor no es mutuo, es explotación emocional. 

Si los cuidados no son mutuos, es explotación doméstica.

Si el deseo sexual no es mutuo, si el placer no es mutuo, es explotación y violencia sexual. 

Si nos quedamos a esperar el milagro romántico, vamos a sufrir mucho. Así que lo mejor es dejar la relación en cuanto notes que no es mutuo, lo mismo si te enamoras que si no te enamoras. Así no sufres, ni haces sufrir a tu pareja. 

Recuerda siempre: 

Es Amor del Bueno si todo es mutuo. 

Coral Herrera Gómez 










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6 de febrero de 2023

Taller en directo: La Revolución Amorosa

 


¿Tú también crees que tienes derecho a vivir una Buena Vida?,  ¿te gustaría conocerte mejor a tí misma?, ¿te has preguntado alguna vez  cómo dejar de sufrir y disfrutar más de la vida?,  ¿sabes que podrías vivir mejor si te liberas de los mitos románticos y de los mandatos sociales?, ¿te gustaría poder aceptarte a tí misma, a quererte bien y a  cuidarte mejor?,  ¿quizás necesitas herramientas para que el amor de pareja no duela, y para poder disfrutar de tus relaciones?, ¿te gustaría trabajar tu autonomía y tu liberación con compañeras que también quieren liberarse como tú?

 

El taller de la Revolución Amorosa son 4 horas en directo con Coral Herrera Gómez en grupos de sólo 10 mujeres.

Fecha y hora

sábado 25 de febrero

de 16 a 20 horas de España.

número máximo de alumnas: 10

 

Contenidos

Auto conocimiento: Herramientas para conocerte mejor

Autoestima y auto cuidado: Herramientas para quererte y cuidarte a tí misma

Autonomía y cuidados: Herramientas para cuidar tus relaciones

Autocrítica amorosa: Herramientas para la liberación

 

Precio

Taller virtual: 60 euros

Incluye:

  • 4 horas de masterclass en directo
  • 1 pack de lecturas, ejercicios y herramientas

Taller virtual  + 1 mes en el Laboratorio del Amor: 100 euros

Incluye:

  • 4 horas de taller virtual en directo
  • 1 Pack de herramientas con lecturas, ejercicios y herramientas
  • Foro de acompañamiento para expresar tus dudas, proponer temas y charlar con las compañeras.
  • 30 vídeos exclusivos de Coral Herrera.
  • 1 sesión en directo con la Comunidad de Mujeres de 2 horas. 
  • Acceso libre a la Biblioteca del Amor, donde encontrarás muchos recursos y materiales.
  • Descarga gratis de todos los contenidos.
  • Acceso a los foros, ejercicios y herramientas de la Comunidad de Mujeres durante un mes.
  • Obtendrás un Diploma con el que podrás acreditar haber estudiado en el Laboratorio del Amor con Coral Herrera Gómez

 


Tenéis toda la información y el botón para suscribiros en mi web. 

Por fin tenemos un taller para chicas adolescentes, se celebrará el día 26 domingo y tenéis toda la información y el botón para suscribiros aquí, en mi web.



22 de enero de 2023

Entre nosotras: cómo dejar de hacernos daño




¿Por qué nos hacemos daño las mujeres unas a otras? 

Porque vivimos en una sociedad patriarcal y violenta que nos enseña a luchar por el poder, y a aplastar a los demás para conseguirlo. Las mujeres somos educadas en el patriarcado y nos lleva muchos años darnos cuenta no sólo de las violencias que sufrimos, sino también de las que ejercemos sobre las demás mujeres. 

Es un proceso largo que requiere mucha autocrítica amorosa, primero hay que analizar cómo aprendimos a competir entre nosotras, cómo luchamos por el poder, y después, ponerse a pensar en cómo nos puede ayudar el feminismo a mejorar las relaciones entre nosotras. 

Las mujeres educadas en el patriarcado no solemos ejercer violencia física sobre las demás mujeres, pero sí violencia psicológica y emocional, que es una forma de sentirnos superiores, inflar nuestro ego,  abusar de nuestro poder, y conseguir algo que necesitamos o deseamos. Porque somos educadas para rivalizar entre nosotras por la atención y el amor de los hombres, pero también para competir en nuestro entorno profesional, y así conseguir mejores puestos y salarios.

Y esta forma de relacionarnos nos hace sufrir mucho. 

No tenemos mucha admiración unas a otras, pero nos cuesta aplaudir los éxitos de las demás, porque los vemos desde nuestro ombligo, y nos preguntamos constantemente: ¿por qué ella sí y no yo?. Cuando la admiración se mezcla con el rencor, surge la envidia: no podemos alegrarnos de que a las demás les vaya bien, incluso aunque a nosotras nos vaya bien. Cuanto más éxito tiene una mujer, más rabia nos da, pero nos cuesta mucho reconocerlo, aunque sabemos que nos hace daño.

Muchas veces odiamos en otras mujeres lo que no nos gusta de nosotras mismas, son nuestro espejo y cuando nos miramos en ellas nos provoca un rechazo monumental, porque nos vemos reflejadas. A ellas las atacamos con más odio aún, porque es más fácil para nosotras juzgar a las demás que analizarnos a nosotras mismas. Cuesta mucho darse cuenta si el ego está muy grande, pero las mujeres que entrenan en la autocrítica amorosa a veces lo consiguen.

Otras veces atacamos a otras mujeres porque las vemos como una amenaza para nosotras, y cuanto más nos fascinan y nos embelesan, más amenazantes son: creeemos que la otra llega a quitarnos a nuestra pareja, o nuestro empleo, y buscamos mil razones para odiarlas, pero no lo conseguimos del todo porque en el fondo, nos gustan un montón y querríamos ser como ellas.  

Nosotras también sufrimos las enfermedades de transmisión social, y somos clasistas, racistas, machistas, gordofóbicas, lesbofobas, homófobas, etc, así que atacamos a mujeres que consideramos que pertenecen a una clase social inferior, o que tienen menos rango que nosotras, sin darnos cuenta de cómo hacemos daño usando nuestros privilegios. 

También, por supuesto, atacamos a las mujeres que creemos que están por encima de nosotras, porque tienen más seguidores, o tienen una familia feliz perfecta, o tienen más dinero, mejor posición social, o mayor categoría profesional, o son más jóvenes, más guapas, y más encantadoras que nosotras. 

Aquí también entran en juego nuestros complejos de superioridad e inferioridad: cuanto más baja es nuestra autoestima, más complejos tenemos, y más necesitamos llamar la atención y dejar claro nuestro lugar en la jerarquía, mientras nos esforzamos en escalar peldaños para llegar a ella. 

Tanto en la realidad como en las redes sociales, el ego nos lleva por la calle de la amargura. Necesitamos tener el control de todo, sentirnos las mejores, acaparar los focos y los aplausos, acumular likes y seguidores. Necesitamos sentirnos especiales y únicas, y despertar la admiración y el deseo de los demás. Cuanto más baja tenemos la autoestima, más necesitamos el reconocimiento externo, y más dependientes somos de la opinión y la atención de los demás.

También la sed de venganza es otra causa por la cual hacemos daño a alguien que nos ha perjudicado o nos ha hecho daño, y lo justificamos con esta idea del "ojo por ojo, diente por diente", que es muy antigua pero sigue en nuestro imaginario colectivo, arraigado con fuerza.Por ejemplo, si una mujer nos quita la pareja, creemos que tenemos derecho a hacerla daño con el argumento de que ella nos hizo daño primero. Es peligroso usar este argumento porque también lo usan los femicidas cuando sospechan o descubren una infidelidad, o cuando ellas quieren dejar la relación. 

Creamos las leyes para no tener que usar el ojo por ojo, diente por diente. Porque si nos dejasemos llevar por esta idea, todas las familias se extinguirían como las de la mafia italiana cuando entran dos clanes en guerra. No queda uno vivo cuando les ciega la sed de venganza. 


¿Cuáles son nuestras armas? 

Las mujeres nos hacemos daño de muchas formas. No nos amenazamos de muerte, como hacen los hombres, pero sí nos insultamos, nos burlamos, nos humillamos públicamente unas a otras.

Nos hablamos con desprecio y con tono de superioridad, nos tratamos unas a otras como si fueramos basura, nos parece que cuando alguien nos cae mal, tenemos derecho a meternos con ella. 

Nos reímos, ridiculizamos a la otra para quitarle legitimidad a sus palabras y a su figura, e invitamos a las demás a hacer lo mismo sin pararnos a pensar ni un solo momento en el daño que estamos haciendo. 

Otras sí son conscientes, y lo disfrutan, por eso añaden leña al fuego siempre que pueden. 

Nos inventamos bulos, chismes y rumores, descontextualizamos sus palabras, tergiversamos el sentido de lo que la otra está diciendo. Vigilamos sus publicaciones, escondidas como hienas, para saltar en cuanto se pueda e ir a la yugular directas. 

Hacemos preguntas cargadas de reproches, usamos la ironía y el sarcasmo, utilizamos la información sensible que tenemos de ellas para hundirlas en la miseria. Nuestra intención no solo es silenciar a otras mujeres, sino callarlas para siempre, destruirlas simbólicamente, para que desaparezcan de las redes y se "mueran" cibernéticamente. En su entierro, brindamos con champán, convencidas de que hemos derrotado a la enemiga, hasta que aparece nuestro nuevo objetivo. 

Los hombres disfrutan un montón viendo como nos machacamos entre nosotras. 

Date una vuelta por las redes sociales y compruébalo por ti misma. Muchas mujeres señalan públicamente a otras, las etiquetan y les dedican toneladas de palabras de desprecio. Además las exponen para que vengan detrás los hombres a sumarse a los ataques, y disfrutan viendo como la multitud las lincha y las cancela. 

Es el placer del poder, es la sed de venganza, es la superioridad moral con la que juzgamos a las demás lo que nos mueve a iniciar campañas contra otras mujeres. Algunas se dedican en cuerpo y alma a atacar a compañeras de lucha que no piensan como ellas, y tienen estrategias súper elaboradas para cancelar, machacar y borrar a las mujeres a las que odian. 

Sienten un placer momentáneo, pero nunca se sacia una del todo en redes, nuestro cerebro siempre quiere más adrenalina, y las redes saben lo que tienen que darnos para que nos conectemos y nos enganchemos a ellas: emociones fuertes, chutes y subidones instantáneos, sangre, sudor y lágrimas, dolor y llanto. 


¿Por qué nos odiamos tanto? 

Las mujeres competimos entre nosotras por puestos de poder en una empresa, en una institución, en un partido político, en una asociación de vecinos, competimos en el deporte, en el arte, en la cultura, en las portadas de las revistas del corazón. 

Y al patriarcado le encanta ver cómo nos ponemos zancadillas unas a otras, como nos damos puñaladas traperas, y no tiene que hacer nada para que nos destruyamos: ya lo hacemos contra nosotras mismas, y entre nosotras. 

No solo guerreamos contra otras mujeres, también nos hacemos auto boicot, odiamos nuestro cuerpo, no nos gusta nuestra forma de ser, nos exigimos demasiado, nos tratamos con la misma crueldad que a nuestras enemigas. Nos odiamos, nos sometemos a otros, nos ponemos en riesgo en nuestras relaciones.

Piensa por un momento en cómo te hablas y te tratas a tí misma, y en cómo te descuidas, y en las relaciones que tienes con gente que no te cuida, no te trata bien y no te quiere bien. 

Nos odiamos porque tenemos miedo, inseguridades, complejos, falta de autoestima. Y creemos que atacando a otras nosotras valemos más, o aparentamos que valemos más. 

El patriarcado construyó para nosotras la figura de "la enemiga". 

Las mujeres no solo batallamos contra nosotras mismas, también necesitamos enemigas para reafirmarnos, para sentirnos pertenecientes a un bando, para destacar en la lucha y que todas vean lo graciosas y lo crueles que podemos llegar a ser. 

Nos encanta meter zascas, machacar, dejar en el fango a otras mujeres, demostrar que llevamos la  razón, ridiculizar a las demás para brillar por encima de ellas, para destacar, para llevarnos a sus seguidoras a nuestros muros. 

Y es cierto que cuanto más violenta seas en tus ciberbatallas, más likes y más seguidoras obtienes, así que muchas mujeres en lugar de dedicarse a crear contenido para hacerse conocidas, se dedican a destruir a su competencia, o a cualquier mujer que se vea envuelta en una polémica. 

No es una actividad placentera, porque la sensación de victoria se esfuma en pocas horas: siempre hay más mujeres con más seguidoras que tú, siempre hay mujeres que destacan más que tú, y la lucha por llamar la atención en redes es desgastante, y nunca nos sacia. 

En nuestras batallas entre mujeres, creemos que hay que ponerse de un bando o de otro, y que no es posible estar en medio. No hay margen para desarrollar el pensamiento crítico dentro de un bando: o estás a muerte, o te pueden acusar de ser una de las enemigas. 

No sabemos pensar colectivamente, ni construir conocimiento juntas. El pensamiento más simple es el pensamiento patriarcal, en el que el blanco es lo contrario del negro, el día de la noche, la vida de la muerte, la salud de la enfermedad, lo bueno es lo contrario de lo malo, lo grande es lo contrario de lo pequeño, el bien es lo contrario del mal. El pensamiento binario nos reduce a la dicotomía entre lo positivo y lo negativo, lo masculino y lo femenino, la naturaleza y la cultura, la razón y la locura.

El pensamiento complejo, según Edgar Morín, es aquel en el que somos capaces de relacionar varios factores para construir una abstracción, y en él, la duda juega un papel fundamental. 

En las redes, sin embargo, nadie duda. Todo el mundo tiene muy clara su opinión sobre el femenismo, aunque no hayan leído nada sobre el tema. Todo el mundo tiene su opinión sobre el amor, la inflacción,  el cambio climático, el coronavirus, el mundial de fútbol, y todo el mundo cree que tiene derecho a opinar sobre asuntos judiciales y legislativos aunque no hayan estudiado leyes. Aunque no sepan nada sobre volcanes, aunque no hayan leído jamás nada sobre virus, aunque no se hayan interesado nunca por las emisiones de carbono, todo el mundo entiende de todo y sabe de todo.  

Lanzamos nuestras opiniones creyendo que estamos soltando puras verdades, que somos muy listas y muy listos, que lo sabemos todo. Y pocas veces expresamos nuestras dudas, ni dejamos margen para todo aquello que desconocemos, y ni siquiera nos interesamos por aprender algo sobre ello, ni sentimos curiosidad para leer y debatir, y así romper nuestros propios esquemas y ensanchar nuestros horizontes. 

Cada vez somos menos tolerantes, y cada vez soportamos menos a las mujeres que no piensan como nosotras. Nos cuesta mucho debatir sobre cualquier tema, porque no sabemos cuidar el tono ni las palabras, y porque interactuamos cegadas por la ira, la rabia, y el dolor.

Escribimos con el hígado hinchado, con las vísceras inflamadas, con las emociones revueltas, y por eso no medimos las palabras ni el impacto que tienen sobre las demás. 

Hemos perdido el placer de la conversación: cuando intentamos dialogar: en vez de disfrutar, sufrimos. Muchas salimos heridas, y muchas, cuando acumulamos varias heridas, bajamos el perfil a cero, o nos vamos de las redes sociales porque no aguantamos más. 

Y esto es otro gran triunfo del patriarcado, porque se van de las redes muchísimas más mujeres que hombres cada día. 


¿Quién gana en las batallas entre mujeres?

Los hombres se aprovechan cuando queremos destruirnos a nosotras mismas y entre nosotras. Ellos y su sistema patriarcal son los ganadores de nuestras guerras.

Nosotras les damos un poder descomunal en nuestras vidas, y por eso nos peleamos por su amor. Con la ex, con la suegra, con la nuera, con la cuñada, con las amigas, con las mujeres que rodean a los hombres que amamos.

Una de nuestras principales batallas es en torno a los hombres casados. Hay mujeres que se enamoran de hombres que obligan a sus parejas a ser monógamas, mientras ellos tienen las aventuras que quieren.

¿Como las engañan? Con el argumento de que ya no aman a su compañera, o que la relación está acabada, o que va a dejarla muy pronto. 

Además, muchos se sitúan como víctimas para dar pena, porque saben que ellas, para poder tener un romance con un hombre casado, necesitan creer en lo que él les dice: que ella es malvada, que es una histérica, que está loca, y que le ha hecho sufrir mucho. 

En las batallas entre la mujer oficial y la otra, el único que sale ganando es el hombre. 

Otra de las batallas es la que existe en torno a un hombre por parte de su compañera sentimental y su madre, y a veces hermanas. Muchas de nosotras somos nueras o suegras en algún momento de nuestras vidas, y si las relaciones son tan conflictivas es porque una de las dos, o las dos, no tienen claro su papel, y porque enseguida nos metemos en una lucha de poder a ver quién tiene más influencia por el hombre. Hacemos la guerra y obligamos al hombre a elegir: "o tu madre y tus hermanas, o yo", o bien maternamos al hijo de un modo tiránico para tener siempre poder sobre él, y por eso los choques con la nuera, que también tiene un poder y no pretende renunciar a él. 

También batallamos con nuestras madres y con nuestras hijas, por ese afán que tenemos de dominarnos, controlarnos, y mandar unas sobre otras. Y apenas podemos hablar del maltrato entre madres e hijas porque se supone que las madres somos seres de luz, seres entregados a los cuidados, que amamos incondicionalmente. Pero lo cierto es que aunque nos queremos mucho, no tenemos herramientas para querernos bien entre nosotras. Y que hay madres, e hijas muy malvadas.

Otras batallas se dan en el ámbito laboral, y en el ámbito social en el que nos divertimos y nos juntamos con más gente para disfrutar. Y casi todas ellas son luchas de poder. Las mujeres ejercemos el poder desde la dominación y desde la sumisión, y somos capaces de estar años y años batallando contra nuestra pareja, para que no nos someta, o para someterle. Porque nos pasa igual que a los hombres: no nos han enseñado a relacionarnos desde un plano horizontal e igualitario, y no sabemos cómo usar nuestro poder para no hacer daño a nadie. 


¿Cómo dejar de sufrir y de ejercer violencia psicológica y emocional contra otras mujeres? 

Desde siempre las mujeres han sobrevivido a las guerras, las sequías, el exilio, las catástrofes medioambientales y las crisis económicas juntando sus recursos para dar de comer a toda la comunidad. En muchas culturas las mujeres se organizan para ayudarse mutuamente, para cooperar, para cuidarse en momentos de necesidad. 

La obsesión del poder patriarcal es romper esas redes de resistencia y de apoyo mutuo, porque solas, las mujeres somos más dependientes, más vulnerables y más sumisas.  Juntas somos una fuerza arrasadora, por lo cual los hombres prefieren que estemos aisladas, y enfrentadas entre nosotras.

Esta es la razón por la cual las princesas de los cuentos patriarcales están tan solas: ninguna tiene madre, abuelas, hermanas, primas, tías, sobrinas, amigas, o vecinas. Si las tuviesen, no necesitarían al príncipe azul para nada y saldrían de su encierro sin necesidad de caer en la trampa del amor romántico. 

Así que una de las formas de dejar de ejercer violencia entre nosotras es organizarnos, juntarnos y solidarizarnos. Marcela Lagarde inventó el concepto "sororidad" para hablar del hermanamiento entre mujeres, la práctica de la empatía y el apoyo mutuo entre mujeres, para no vivir solas, y para no vivir en guerra contra otras mujeres. 

Una de las cosas que más nos tenemos que trabajar es la misoginia, es decir, el odio contra las mujeres, y contra nosotras mismas por ser mujeres. 

Otra cosa que nos podría ayudar mucho es dejar de obedecer a las mujeres líderesas que ejercen violencia sobre otras mujeres. Dejar de amarlas ciegamente, dejar de reirles las gracias, de aplaudir sus discursos, de apoyarlas cuando piden refuerzos para un ataque. 

Es muy liberador dejar de vivir con miedo a convertirte en su próxima víctima. Empezar a pensar por ti misma y a expresar tus opiniones, aunque no sean las mismas que las de ella. Ayudas además a que las demás se liberen también de la fe ciega y el fanatismo, a que puedan expresarse sin miedo a ser atacadas por sus propias compañeras.  

Nos ayudaría mucho también dejar de admirar, adorar e idolatrar a los hombres, y sobre todo, dejar de imitar sus maneras de relacionarse. 

También nos ayudaría entrenar en las artes de la autocrítica amorosa, gracias a la cual podríamos identificar qué nos tenemos que trabajar para ser mejores personas, para dejar de sufrir, y para dejar de hace sufrir a las demás. 

La terapia nos puede ayudar, pero tiene que ser desde la perspectiva de la ética amorosa. No se trata solo de aprender a defenderte de los ataques de otras mujeres, sino también de dejar de atacar. No se trata solo de cuidarse a una misma, sino de cuidar también a las demás. 

Se trata de entrenar para ser más empáticas y solidarias, para dejar de competir entre nosotras, para aprender a cuidar nuestras emociones y nuestros impulsos de manera que no nos arrasen y no arrasen a las demás mujeres.

Se trata de revisarse los privilegios, y trabajarse el racismo, la xenofobia, el clasismo, la misoginia, y todas las fobias sociales que nos hacen creer que unas estamos por encima de las otras.

Se trata de tomar conciencia de cómo se beneficia el patriarcado cuando guerreamos entre nosotras, y del impacto que tienen nuestras palabras y nuestros actos sobre las demás mujeres. 

Necesitamos, además, crear espacios de debate y construcción de conocimiento colectivo, espacios libres de violencia verbal, en los que podamos debatir de los temas más polémicos sin hacernos daño, y sin exponer a las compañeras a la violencia de los hombres, como sucede en redes.

Como véis es un trabajo personal a la vez que colectivo, pues tenemos que aprender a cuidar nuestrass emociones y a controlar nuestras vísceras, a dialogar y a colaborar para acabar con las luchas de poder, aprender a escucharnos con amor y a respetarnos cuando no podamos entendernos, y entrenar juntas en las artes de la asertividad y la comunicación no violenta.

El feminismo es nuestra gran herramienta: lo que nos une a todas es la lucha contra la violencia patriarcal y la violencia machista, y la lucha para conseguir que todas las mujeres podamos disfrutar de una Buena Vida. 

Nos queda mucho camino por recorrer para aprender a tratarnos bien entre nosotras, pero el primer paso es tomar conciencia no sólo de la violencia que sufrimos, sino también de la que ejercemos sobre las demás mujeres. 

La autocrítica nos puede ayudar a hacer uno de los cambios más importantes de la Revolución Amorosa: que las relaciones entre nosotras se construyan desde el respeto, los buenos tratos, el compañerismo y la sororidad. Y, mientras aprendemos a cuidarnos entre nosotras, también aprendemos a cuidarnos a nosotras mismas. 

Estamos en ello, seguimos soñando con un mundo mejor para todas. 

 

Coral Herrera Gómez


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15 de enero de 2023

Shakira y la estafa romántica: qué estamos aprendiendo con su historia



El amor romántico es una estafa, la familia feliz es otra estafa, y con la historia de Shakira y Piqué estamos aprendiendo muchas cosas y estamos tratando temas súper importantes de los que normalmente no hablamos. Además nos está sirviendo para explicarles a las niñas y las adolescentes un montón de cosas, y para desmontarles los mitos uno a uno. 

En casa, en el aula, en las redes, aprovechemos su fascinación con Shakira para explicarles que a las mujeres no nos compensa el matrimonio, que no nos merece la pena dejar nuestro hogar y nuestra red de amor por un hombre. 

Que cruzarse un océano y sacrificar nuestro trabajo para ir detrás de un hombre, y para apoyarle en su carrera, no nos compensa. 

Que ser muy guapa y muy sexy no te garantiza que un hombre vaya a tratarte bien y a cuidarte. 

Que tampoco tener hijos con él te garantiza que vaya a ser fiel y a permanecer el resto de su vida junto a tí. 

Que no nos sale a cuenta construir una familia feliz por que es en el hogar donde más malos tratos y violencia sufrimos las mujeres 

Que sufrir por amor no tiene premio ni recompensa. 

Que la infidelidad es violencia psicológica y emocional. 

Que llevarse a tu amante a la cama es una maldad muy cruel. 

Que aunque la mayoría de las mujeres soportan la humillación pública de los cuernos en silencio, no tenemos por que callarnos. 

Que lo que le pasa a ella, nos pasa a todas, y que lo personal es político 


Con respecto a Piqué, podemos aprovechar para desmontar el mito del príncipe azul, para hablar del privilegio masculino de la tener una esposa fiel y una amante joven durante meses o años, y cómo nos afecta esta doble vida a las mujeres. 

Piqué nos puede servir para hablar del machismo, de los malos tratos cuando se acaba el amor, y de la violencia que ejercen los hombres infieles con sus mentiras y engaños.

Podemos desmontar a este ídolo de masas para que nuestros hijos le vean tal y como es, y reflexionen sobre la falta de ética y la forma de usar el poder de los hombres poderosos. 

Otros temazos que están surgiendo con el relato del desamor son: 

- el papel que nos toca cuando somos "la otra"

- la monogamia que se nos impone a las mujeres, 

- la guerra del divorcio, 

- la autoestima y la dependencia emocional de las mujeres.

- las relaciones de rivalidad entre mujeres , y de cómo nos hacemos daño entre nosotras. 

- las relaciones de poder en la pareja

- las diferencias de edad en la pareja

- las relaciones cerradas y las relaciones abiertas

- cómo terminar las relaciones sin sufrir y sin hacer sufrir a nuestra pareja

- la maternidad, la paternidad y la crianza

- la intimidad como derecho o como negocio

- las mujeres patriarcales 

- las mujeres que se liberan 

- relaciones entre nueras y suegras

- divorcios transoceánicos

- cómo cuidarnos cuando nos emparejamos

- cómo cuidarnos cuando nos separamos

- cómo protegernos de los hombres machistas

- sororidad y cuidados entre mujeres

- amor romántico y violencia machista

- cómo defender nuestra libertad y nuestros derechos

- cómo pasar nuestros duelos rodeadas de amor de amigas

- cómo los medios alimentan el mito del amor verdadero y eterno, y para qué. 

- cómo nos manipulan los medios a través de nuestras emociones más primarias.

- cómo los medios nos vendieron la historia romántica de la cantante y el futbolista, 

- cómo nos están contando ahora la separación, 

-cómo nos impactan estas historias, cómo influyen en nuestra forma de relacionarnos. 

- qué valores y principios subyacen a los mensajes que nos mandan los protagonistas y los que opinan sobre los protagonistas, 

- cómo usan los medios el amor romántico para perpetuar los estereotipos y los mitos del patriarcado.

- ¿por qué las mujeres no podemos separarnos cuando nos ponen los cuernos?, ¿por qué Shakira sí puede y la gran mayoría de sus fans no? 

- ¿por qué a los hombres les resulta tan fácil cambiar de pareja y formar otras familias cuando se cansan de sus esposas?


Es el momento ideal además para disfrutar de la reflexión colectiva, para poner en práctica las artes de la Comunicación No Violenta, y para pensar juntas sobre cómo sufrir menos y disfrutar más de nuestras interacciones presenciales y virtuales. 

Cómo veis, este tema tiene dentro mil temas, por ejemplo la ética amorosa, la dimensión económica del matrimonio, la evasión fiscal, las millonadas que están ganando los protagonistas, el sexo y el deseo...

Como engancha mucho a la gente, es ideal para lanzar preguntas y poner a pensar a todo el mundo sobre nuestras formas de comunicarnos y de contarnos historias, y sobre nuestras formas de relacionarnos, de querernos y de separarnos. 

Que nos hace mucha falta a todas y a todos. 


Coral Herrera Gómez 


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28 de noviembre de 2022

¿Para qué vuelven los ex?



Los ex no te buscan porque quieran volver a tener una relación contigo, la mayoría lo hacen solo para demostrarse a sí mismos que siguen teniendo mucho poder sobre tí. 

Suelen reaparecer cuando estás terminando tu duelo, cuando te ven sonreír de nuevo, y cuando sospechan ya estás recuperada y estás a punto de abrir las alas para echar a volar. 

No es amor lo que les mueve, es egoísmo y egocentrismo puro: no soportan que les olvides y les dejes atrás, y se resisten a quedarse en el pasado. 

No quieren estar contigo como pareja, quieren tener una presencia constante en tu vida, y ocupar gran parte de tu corazón, para que nadie más pueda entrar, y para que todos tus pensamientos y energía se centren en él. 

Los ex que te han hecho sufrir y luego vuelven se mueven en varios niveles. Unos solo saludan y preguntan cómo estás, para que creas que se preocupan mucho por tí y que te echan de menos. 

Otros te envían una canción que compartisteis para removerte emocionalmente por dentro y para que te acuerdes de ellos. 

Algunos simulan haberse dado cuenta "de todo lo que han perdido por no saber valorarte", otros intentan convencerte de que han cambiado y se han trabajado todo lo que se tenían que trabajar para no cometer los mismos errores. 

En cualquier caso, tu ex te busca porque quiere sentirse poderoso, no porque te quiera. Son muchos los ex que actúan así: cuando ven que estás haciendo tu vida de nuevo, cuando sienten que ya no son importantes para tí, entonces vuelven a contactarte, no importa si están emparejados o casados con otra mujer.

A veces solo necesitan comprobar que sigues bajo su poder, y que sigues soñando con ellos, y vuelven a desaparecer. 

Algunos quieren estar en tu presente por las buenas (intentan enamorarte de nuevo), otros por las malas (intentan hacerte daño como sea), lo importante para ellos es remover tus emociones, romper tu calma y tu paz interior, e impedir que sigas tu vida como si ellos no existiesen.

Para evitar incendios, recordemos que las brasas de una hoguera han de ser enterradas con arena o regadas con agua, para que se apaguen definitivamente y ningún ex pueda soplarlas y reavivar la llama. 

El mejor cortafuegos es el contacto cero: si tu ex no lo acepta, tendrás que bloquearle e impedirle que se acerque a tí. Se llama auto cuidado. 

Los ex tienen que quedarse en el pasado, y asumir con humildad que ya no son importantes en tu presente, que tú estás en el camino hacia la liberación, y que ya no tienen poder sobre tí. 


Coral Herrera Gómez 










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13 de agosto de 2022

Si estás empezando una relación, esto te interesa




Si estás ilusionada y con ganas de disfrutar de tu nuevo amor, ten claro que lo primero es el auto cuidado, y dejar las cosas claras desde el principio.


El mejor método para construir una relación sana e igualitaria, para evitar peleas, para evitar el abuso y la explotación, y para que ambos podáis disfrutar del amor, es aprender a comunicarse, y a negociar para alcanzar unos acuerdos que os permitan quereros bien.

Si al empezar la relación os sentráis a escuchar a la otra persona y elaboráis una serie de pactos para cuidar la pareja, y para cuidaros mutuamente, os evitaréis muchos malentendidos y mucho sufrimiento. 

Se trata de hablar sobre los temas más importantes: cómo vais a cuidar vuestra salud sexual, cómo vais a manejar los gastos, la frecuencia de vuestras citas, la forma de comunicaros cuando no estéis juntos, lo que os gusta y no os gusta del sexo, lo que cada uno espera de la relación... sabiendo todo esto desde los inicios, os será más fácil establecer unos pactos que os ayudarán a quereros bien, y probablemente podréis disfrutar mucho más del amor.

Pero primero, el Pacto contigo misma

Antes de sentarte a negociar con tu pareja, tendrás que sentarte primero contigo misma y hacerte varias preguntas, la más importante: ¿qué quiero yo, qué necesito yo para estar bien?

Así podrás luego comunicar a tu pareja qué quieres, qué no quieres, podrás poner tus límites, y podrás negociar siendo leal a ti misma. 

Esto es importante porque las mujeres tendemos a decir que sí a todo, a dejarnos llevar por el amor, a ser complacientes, a soportar situaciones que no nos hacen bien, a aguantar y a sufrir en nombre del amor. Nos preocupamos más del bienestar de los hombres que del nuestro, y por eso somos más proclives a ceder en todo. 

Si nos dejamos llevar por la estructura del romanticismo patriarcal, un día de pronto nos vemos de sirvientas de nuestros maridos en casa, rodeadas de niños, con una carga de trabajo descomunal y con un rencor y una rabia tremendas al ver que nuestra pareja vive mucho mejor que nosotras.

Nos dijeron que ibamos a ser princesas y acabamos como sirvientas: cuando nos damos cuenta de la injusticia es tarde: él tiene tiempo para descansar y disfrutar de la vida, mientras nosotras estamos con doble y triple jornada laboral, sin derecho al descanso, y sirviendo a un tipo que vive como un rey.  

Da igual que seamos muy feministas, que hayamos leído mucho, que tengamos claro que no vinimos a este mundo a sufrir ni a ser criadas de los hombres: es muy fácil caer en la estafa romántica.
Así que para cuidarnos a nosotras mismas, tenemos que dejar las cosas muy claras desde el principio: hay que sentarse a negociar con la pareja varias cuestiones, y hay que tener conversaciones incómodas.

A algunas personas les parece que hablar de cosas importantes es es poco romántico, pero lo cierto es que nosotras no podemos darnos el lujo de que la cosa fluya por sí sola. 

Para empezar con buen pie, hay que dejar claro qué es lo que queremos y lo que no queremos, y para que la pareja se consolide y evolucione, la negociación tiene que ser un proceso constante. Una vez que tenéis los acuerdos más importantes, tenéis que seguir hablando mucho para contaros cómo os estáis sintiendo, para evaluar cómo están funcionando los acuerdos, y para cambiarlos si hace falta.  Es un ensayo permanente, hasta que demos con la fórmula con la que ambos nos sintamos bien. 


¿Qué cuestiones son las más importantes para negociar? 

    Tipo de relación y compromiso

¿Queremos una relación abierta, cerrada, poliamorosa, una relación a distancia, queremos una relación informal, ocasional, queremos un vínculo profundo o mejor empezamos con tranqulidad a conocernos? Si el tipo de pareja que queremos no es el mismo que el de nuestra pareja, lo mejor es no empezar la relación, porque nosotras no vamos a hacer cambiar de opinión al otro, ni es justo que queramos obligar al otro a empezar la relación como nosotras queremos. Nosotras no tenemos por qué ceder ante sus necesidades y deseos: si no hay afinidad ni compatibilidad a la hora de entender el amor y la relación de pareja, es mejor que cada cual tire por su lado. 

Por ejemplo, tú quieres un vínculo profundo con tu pareja, y tu pareja no quiere pareja, quiere estar solo y  tener amantes. La trampa es cuando crees que puedes estar con él, enamorarlo y llevarlo a donde a ti te interesa: generalmente los hombres que no quieren enamorarse, no se enamoran, y los que no quieren comprometerse,. juegan contigo un tiempo, pero no se comprometen. Es decir, lo de que tu amor todo lo puede es un mito. 

Para disfrutar del amor, tenemos que tener las mismas o similares apetencias, encontrarnos en un momento en que necesitemos lo mismo, tener una idea parecida sobre qué es el amor y cómo queremos construir el vínculo amoroso. 

  
     Placer y deseo

La mayoría de los hombres no preguntan por miedo, y muchos porque creen que viendo porno aprenden todo sobre la sexualidad femenina. Pero lo cierto es que la mayoría no sabe proporcionar placer a las mujeres, no saben ni donde está el clítoris, y les importa muy poco el placer de sus compañeras.

Algunos te exigen que cuentes los orgasmos has tenido, y luego le informes de la cantidad, pero solo están pensando en su ego de macho y en su nivel de hombría, no en tu placer. Por eso tan pocos preguntan cómo pueden hacerte llegar al orgasmo, y por eso hay tantas mujeres que fingen en la cama. 

Así que para que no sea él el único que disfruta, tiene que saber qué es lo que te gusta, qué es lo que no te gusta, qué te apetece probar, qué es lo que no te apetece. Y tiene que saber que todo en el sexo tiene que ser mutuo: el sexo oral y el sexo anal tienen que ser recíprocos, siempre. 

Si tu amante está como loco por abrirte el culo y él no está dispuesto a ser penetrado, entonces tienes que dejarle ir. Si tu novio te exige que le hagas sexo oral y no está dispuesto a darte placer a ti, tienes que buscar amantes que no sean tan machistas y tan egoístas. 


    Salud sexual

Si un hombre no quiere usar ningún método anticonceptivo, está ejerciendo violencia sobre ti. Si un hombre te contagia con enfermedades de transmisión sexual, está ejerciendo violencia sobre ti. Demuestra que no le importa nada tu salud ni tu vida, y ten por seguro que en caso de embarazo te va a dejar completamente sola: la mayoría de los hombres ni quieren ser padres, ni quieren usar condón. 

Muchas mujeres creen que si les permiten a los hombres no usar condón, ellos las eligirán más veces y las amarán más que a las demás. Es una idea completamente falsa: el mundo está lleno de chicas capaces de poner en riesgo su salud y su vida, con tal de retener al macho. 

Cuando el macho sí está dispuesto a cuidar su salud y a cuidar la tuya, el problema más grande que encontramos es que casi todos los métodos para evitar enfermedades y embarazos están hechos para nosotras, y que muchos de esos métodos son hormonales y a algunas mujeres les hace mucho daño. 

Cierto es que muchas mujeres, aunque lo pasen fatal, usan métodos hormonales para que sus parejas disfruten, porque vivimos en una cultura en la que lo más importante es la satisfacción de las necesidades del macho (sexo, comida, cuidados). Pero como sabes que tu vida no puede girar alrededor de estas necesidades, entonces tienes que pensar en ti, en tu salud, y en tu placer. 
Si tu pareja no se preocupa por tu salud y te pide que tengáis relaciones sin protección, es porque no te ama, y no te cuida. Y tienes que dejarle inmediatamente. 


    Nuestras pasiones y nuestras redes de afecto

El tiempo que le dedicamos a nuestra gente querida es innegociable. Es decir, tu pareja no puede pedirte que le dediques todo el tiempo a él y te olvides de tus amigas y de tu familia.
 
Si lo hace, tienes que salir corriendo de esa relación. Tú tienes derecho a tener tus propios espacios con la gente de tu familia, con tus amigas y amigos, con tus compañeros y compañeras de trabajo, y también tienes derecho a tener tu espacio y tu tiempo para ti, y nadie puede impedirtelo. 
Al principio de la relación es normal que queramos pasar todo el tiempo con nuestro amado/a, pero jamás debemos permitir que nadie nos aleje de nuestra gente querida. 

Lo que sí podemos es negociar cómo vamos a hacer para compatibilizar nuestra relación con nuestra vida de siempre. Una pareja con una relación sana comparte mucho tiempo junta las redes sociales de ambos, pero también le dedican tiempo en exclusiva a sus amigas y amigos más queridos. 

Y aunque es cierto que vivimos con muy poco tiempo, es posible equilibrar los tiempos que dedicamos a la pareja, los tiempos que dedicamos a nuestra red afectiva, y los tiempos que queremos dedicarnos a nosotras mismas y a nuestras pasiones. 

Una de las claves para que tu relación dure es que te sientas libres para irte y para quedarte, que no tengas que renunciar a lo que te hace feliz, que puedas dedicarte a tus aficiones sin ningún tipo de traba: no hay nada peor que renunciar a aquello que te gusta para que la otra persona haga lo mismo.  

Si a ti te gusta salir a caminar a la naturaleza, jugar al ajedrez, leer libros, ir al teatro, bailar y cantar con tus amigas, surfear, practicar artes marciales, visitar museos, viajar, escribir, ir al cine, montar en bicicleta, hacer manualidades, trabajar la arcilla, pintar al óleo, observar aves, navegar en kayak, montar en bicicleta, o aprender cosas nuevas, recuerda que nunca debes renunciar a nada por tener pareja, ni puedes obligar a tu pareja a renunciar a sus pasiones por ti. 

Lo que sí podéis negociar son los tiempos que vais a dedicar a disfrutar cada semana, o cada mes, o las actividades que vais a compartir y las que no…. pero nunca renunciar a tu vida, ni configurarla en torno a la vida de tu pareja.  


    Dinero

Esta es una de las conversaciones más incómodas, pero es necesario tenerla. Las mujeres y los hombres no tenemos los mismos ingresos, ni las mismas condiciones laborales, ni la misma estabilidad en el trabajo. Ellos cuentan con una serie de derechos que nosotras no tenemos, y esto debe contemplarse en las negociaciones sobre el reparto de los gastos, lo  que quiere decir que a la hora de manejar el dinero, tenemos que evaluar si se dan las condiciones para dividirlos de forma igualitaria, o si será mejor hacerlo de forma proporcional. 

No permitas que un hombre te pague todo, ni que tenga poder económico sobre ti, porque la dependencia económica nos hace presas a las mujeres. Recuerda que ellos no dan dinero a cambio de nada, y que te puede salir muy caro que tu economía dependa de la suya. 

Recuerda también que no debes prestar dinero a los hombres que no conoces, por muy enamorada que estés, porque una de las peores violencias que sufrimos las mujeres es precisamente la violencia económica, y tiene que ver con nuestros ahorros o con la firma de créditos para ellos que van a nuestro nombre. Mucho cuidado, que no se puede mezclar el amor y el dinero. 


    Cuidados

Las relaciones en las que no hay cuidados mutuos y recíprocos, son explotación. A los hombres les han enseñado a recibir cuidados, pero no a cuidar, de manera que es muy probable que tu chico crea que tiene derecho a tener su secretaria, su enfermera, su cocinera, su limpiadora y su asistente personal gratis, todos los días del año. 

Si tu pareja no está dispuesta a asumir sus responsabilidades como adulto, tienes que dejar la relación. Si tu pareja ejerce explotación doméstica sobre ti, cuando estés harta de ser su criada, lo tendrás muy difícil para escapar. Mira a las mujeres a tu alrededor: la gran mayoría dedican todo o gran parte de su tiempo a cuidar a sus maridos y a sus hijos, a sus suegros y demás familiares, y apenas reciben cuidados de los demás. 

Ni siquiera tenemos tiempo para cuidarnos a nosotras mismas.  

Si tu chico no sabe cuidarse de sí mismo, ni sabe cuidar su hogar, jamás te vayas a vivir con él. La única forma de no vivir como una sirvienta es no compartir techo bajo ninguna circunstancia. 

Si tu chico no pretende abusar de ti y está dispuesto a tratarte como a una compañera, entonces podéis sentaros a pensar en cómo repartiros las tareas de cuidados, por un lado el cuidado del hogar, y por otro lado, el cuidado de los seres queridos (bebés, mascotas, y familia). Se trata de distribuir las tareas y de equilibrar los tiempos para que ambos tengáis igualdad de condiciones, ni más ni menos. 
Mucho cuidado con los que se comprometen y no hacen nada de lo que dicen, o los que empiezan con buen pie y poco a poco van dejando de hacer lo que tienen que hacer. 
Los viajes en pareja son una manera práctica de conocer al amado y de saber si están buscando una compañera o una criada. 


    Cuestiones innegociables

La libertad de movimientos no se puede negociar. Jamás debes pedirle permiso a un hombre para entrar o salir, para ir o venir, para ver a tu gente querida, para hacer cosas que te gustan, para vestir de una forma u otra. Una relación en la que necesitas pedir permiso al macho es un infierno, y si no le obedeces, probablemente tendrás que aguantar sus castigos. El amor solo puede disfrutarse en condiciones de libertad e igualdad.  

Tu privacidad y tu derecho a la intimidad: es innegociable porque es un derecho humano al que no tienes que renunciar. No tienes por qué darle las contraseñas de tu correo y tus redes sociales a tu pareja, tienes derecho a tener conversaciones con tus amigas sin que las escuche o las lea tu pareja, tienes derecho a compartir con tu pareja las cosas que tú quieras, y no debes permitir nunca que viole tu intimidad. Ni por las buenas, ni por las malas. 

La maternidad y la paternidad: si uno de los dos no quiere tener hijos e hijas, no puede obligar al otro a renunciar a su maternidad/paternidad. Y al revés: si tu sueño es fundar una familia feliz, no puedes obligar a la otra persona a tener bebés. Si ambos miembros de la pareja queréis tener hijos, entonces si podéis negociar cómo os vais a implicar en la crianza, cómo os vais a repartir el trabajo, cuantos queréis tener, y qué tiempo y recursos tenéis para una tarea tan colosal. 


¿Qué ocurre si mi pareja no quiere hablar o no cumple los acuerdos?


Que no tienes por qué aceptar sus condiciones. Si él no quiere escucharte, es porque quiere dominarte, y su plan es que vayas asumiendo poco a poco sus imposiciones, sin tener que decirlo en voz alta. Por ejemplo, esos hombres que cuando se van a vivir con una mujer no te dicen claramente que quieres que te encargues de todo, pero como no mueven un dedo ni se hacen la cama, tú tendrás que asumir que te toca cargar con todo, sin necesidad de que él diga: “quiero que seas mi sirvienta”

Si tu pareja está dispuesto a firmar el contrato amoroso pero no cumple los pactos, no hace falta pelear, ni sufrir, ni pasarlo mal: lo mejor es dejar la relación. Podéis sentaros a hablar de por qué no se respetan los acuerdos, e intentarlo de nuevo, pero lo mejor es siempre separarse. Si se los salta constantemente, es una prueba muy clara de que ni te respeta, ni te quiere realmente. 

Si él pacta pero no cumple ningún acuerdo, también es una demostración de que no te ama y no le importas. Da igual lo que te diga con las palabras, lo que importa siempre son los actos, los hechos, lo que hace, no lo que dice. 

Si tu pareja no quiere hablar, y no quiere negociar sobre ningún tema y te pide que le obedezcas en todo, entonces tienes que salir corriendo. El no quiere una compañera, quiere una sierva. 

Cuídate mucho

Hay muy pocos hombres dispuestos a relacionarse en igualdad, y con capacidad para tratar a las mujeres como compañeras, así que antes de comprometerte en la relación, tienes que conocerle bien y ver cómo se comporta cuando está enfadado, y cómo te trata cuando hay un problema o un conflicto. Si en la primera pelea te trata mal, te insulta, te humilla, y te menosprecia, entonces, no es tu relación.

Si quieres más consejos y quieres encontrar las herramientas que necesitas para: 

negociar contigo misma y con tu pareja, 

para aprender a usar tu poder, 

para comunicarte con asertividad, 

para defender tus derechos y tu libertad, 

para evitar malentendidos, 

para dejar de pelear, 

para construir una relación bonita, 

y para terminarla con amor y sin dramas, 


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y conseguir el libro de El Contrato Amoroso: Herramienta para mujeres que negocian en la pareja




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