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19 de diciembre de 2024

Congreso CIMASIGUAL III: abril 2025




Call for Papers: este año tengo el honor de formar parte del Comité Científico del III Congreso de Masculinidades e Igualdad organizado por la Universidad Miguel Hernández de Elche (España)

Celebraremos el CIMASCIGUAL III de forma mixta (online/presencial) en la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante, España) entre el 3 y el 5 de abril de 2025.

Está organizado por el Observatorio de las Masculinidades y el Grupo de Investigación Economía, Cultura y Género (ECULGE), y con la colaboración de la Unidad de Igualdad y el Centro Interdisciplinar de Estudios de Género de la UMH.


Ya están abiertas las convocatorias para participar presencial o virtualmente. 



Recepción de ABSTRACT o RESUMEN hasta el 10 de enero de 2025.

Aquí tenéis toda la información: 

https://congresomasculinidades3.umh.es/sesiones-cientificas/

19 de noviembre de 2024

Día Internacional del Hombre: 19N




Hoy es el Día Internacional del Hombre 19N. Felicidades a todos los hombres que se trabajan sus patriarcados y desobedecen los mandatos de género, a todos aquellos que renuncian a sus privilegios de macho y que se esfuerzan por ser buenos compañeros, buenos papás y buenas personas. 


Yo brindo por todos los hombres responsables, solidarios, y comprometidos con los derechos humanos y con la construcción de un mundo mejor para todas y todos. 


Brindo por los que se quitan la corona, por los que entrenan en las artes de la autocrítica amorosa cada día, por los que no miran para otro lado y no se quedan callados ante el machismo de otros hombres.


Brindo por los que están aprendiendo a cuidarse y a cuidar, y a tratar como compañeras a las mujeres, por los que abrazan la igualdad y la libertad, brindo por todos aquellos que alzan la voz contra la violencia machista. 


Brindo por todos los que trabajan para que todas las personas podamos vivir una Buena Vida, libre de abuso, explotación y violencia. 


Brindo por todos los hombres a los que amo: mi papá, mi hijo, mi compañero, mis sobrinos, mis tíos, mis primos, mis ex, mis amigos y mis compañeros de lucha. 


Ojalá seáis cada vez más hombres los que toméis conciencia y os posicionéis contra la violencia y el sistema patriarcal

 💜💜💜

6 de septiembre de 2024

El abismo entre hombres y mujeres es cada vez más grande



El abismo entre hombres y mujeres es cada vez más grande: ya no hablamos el mismo idioma.

La brecha emocional e intelectual entre hombres y mujeres es abismal, y se ensancha cada día más. Las mujeres estamos estudiando muchísimo, y nos apuntamos a todo tipo de formaciones: cursos, talleres, másters, diplomados, doctorados. No paramos de devorar libros, documentales, podcast, etc sobre la Historia de la teoría y la práctica feminista. Estudiamos la obra de grandes pensadoras e investigamos sobre la vida de las activistas y las políticas que desobedecieron al patriarcado y se volcaron en la lucha feminista. 

Las mujeres además hacemos terapia individual y en grupo para aprender a cuidar nuestras emociones, para hablar de lo que nos duele y nos oprime, para aprender a cuidarnos y a cuidar las relaciones, y para sanar las heridas de la infancia y la adolescencia. 

Vamos de lo personal a lo político, tratando de entender el mundo en el que vivimos para poder transformarlo, y tratando de comprendernos a nosotras mismas para luchar por una vida mejor para todas. 

Nosotras soñamos y creamos un mundo nuevo, y estamos trabajando por la justicia social, la igualdad, la libertad y los derechos humanos fundamentales. Hemos puesto los cuidados en el centro, para que sean compartidos y colectivos. Hemos puesto nombre a todas y cada una de las violencias que sufrimos. 

Y mientras, ellos se aferran al antiguo sistema con desesperación. No leen, no estudian, no escuchan y no entienden nuestro idioma: quieren una vuelta al orden patriarcal en el que ellos mandaban como reyes. 

No se les ocurre siquiera imaginar su propia utopía, lo que quieren es derribar la nuestra. Tampoco quieren unirse a la revolución: si no la lideran, si no pueden ser los protagonistas, no les interesa. La gran mayoría de hombres no quiere oír hablar de cambios ni de transformaciones: ellos quieren que todo siga igual, y se enfadan con las mujeres que soñamos con otras formas de relacionarnos y de organizarnos. 

Por eso la prensa anda tan preocupada: ellos votan a la derecha cada vez más, y siguen a partidos que provienen del fascismo y la dictadura, porque no soportan la idea de que otro mundo es posible. Y no asumen que para que haya justicia social tienen que dejar de tratarnos como mercancía y como sirvientas. 

Además son cada vez más anti-feministas: el cambio social implica un cambio personal radical, y les resulta demasiado grande, porque no quieren renunciar a sus privilegios. 

Este es el motivo por el cual a las mujeres nos cuesta tanto encontrar pareja: la mayoría de los hombres no soportan a las mujeres que toman conciencia de su poder y exigen ser tratadas como compañeras. Les sigue dando mucho miedo juntarse con mujeres que estudian y que luchan por una vida mejor. 

No saben cómo hacerlo, no saben manejar sus miedos e inseguridades, y sólo se sienten poderosos relacionándose en las estructuras tradicionales de dominación y sumisión. 

Las mujeres ya no queremos amar de rodillas, ni creemos en los milagros, ni estamos sentadas esperando a que los hombres abran sus mentes y sus corazones, así que preferimos estar solteras. Nosotras no vamos a dar ni un paso atrás, ni vamos a renunciar a la utopía. 

Coral Herrera Gómez 


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28 de julio de 2024

¿Cuánto cuesta ser o tener una esposa perfecta?

 



Ahora que se están poniendo de moda las esposas perfectas o trad wives, vamos a hablar de lo caro que resulta ser o tener una, y del costo que tenemos que pagar hombres y mujeres: 

¿les sale más caro a ellos o a nosotras?


El coste para los hombres 

Tener una esposa perfecta requiere hoy en día de un salario doble. Solo los hombres que sean capaces de generar los ingresos suficientes para mantener a una familia pueden permitirse el lujo de tener una esposa perfecta. Las mujeres perfectas no solo necesitan agua potable, comida, y techo. También necesitan mucho dinero para lucir bellas y jóvenes, y para poder mantener la imagen de esposa y madre perfecta: 

- Moda: ropa, calzado, complementos y accesorios: las esposas perfectas van siempre a la moda, y a través de su imagen le dan prestigio al marido que las mantiene. Así que necesitan estar siempre atentas a las novedades del mercado, a las tendencias y a las influencers que nos dicen que debemos llevar en cada temporada: seguir el ritmo de la moda es muy caro y requiere de mucho tiempo libre. 

- Belleza: las esposas perfectas llevan las uñas perfectas, el cabello perfecto, lucen las tetas y los glúteos perfectos, e invierten mucho tiempo en luchar contra sí mismas: para erradicar kilos, arrugas, pelos, e imperfecciones, hace falta invertir mucho dinero. Algunas necesitan pasar periódicamente por el quirófano, pero lo que necesitan todas siempre es acudir todas las semanas al salón de belleza, donde tienen acceso a tratamientos modernos para combatir la flacidez, la celulitis, las acumulaciones de grasa, el vello corporal, etc. Además, también tienen en casa cosméticos, cremas, y aparatos de todo tipo que las ayudan a lucir siempre bellas y radiantes. 

- Gastos del Hogar: las esposas perfectas gastan mucho dinero en electrodomésticos y robots último modelo, en renovar el mobiliario del hogar y pintar las paredes cada dos o cada cinco años, en mantener la casa perfecta, limpia, confortable y cálida. Las esposas perfectas siempre están al tanto de las novedades en diseño de interiores, y siempre quieren una casa más grande y un auto más moderno. 

- Gastos de personal: cuanto más rico seas, más gente necesitará tu esposa perfecta. Las más humildes tienen empleadas del hogar, cuidadoras de personas mayores, y niñeras. Las más adineradas necesitan chofer, nutricionistas, jardineros, peluqueros, expertos en estética, masajistas, maestros espirituales, entrenadores, coachers motivacionales, asistentes, y paseadores de perros. 

- Ocio: para poder lucirse en redes sociales, las esposas perfectas necesitan viajar para demostrar que su marido tiene dinero, así que tendrás que pagar hoteles, apartamentos, vuelos, comidas y cenas en lugares bonitos. Además, las esposas perfectas presumen de estar en la onda y les gusta acudir a todos los eventos que se organizan para las familias felices: espectáculos teatrales y musicales, conciertos, festivales, exposiciones para el público infantil, etc. 

- Hijos e hijas: las esposas perfectas gastan mucho dinero para construir la familia feliz que necesitas. No sólo hablamos de los gastos normales (comida, ropa, libros, juguetes), también de colegios y universidades, niñeras, psicólogas, terapeutas, profesoras particulares, y clases extraescolares (tenis, piano, inglés...) además de los gastos del tiempo de ocio (parque de diversiones, zoos, acuarios, conciertos, espectáculos infantiles) Cuantos más hijos tengas, más dinero tienes que invertir para poder presumir de tener una familia feliz. 

- Gastos espirituales: las esposas perfectas necesitan dinero para ir al gimnasio, para contratar a un entrenador personal, o para darse masajes relajantes, pero también necesitan invertir en su dimensión espiritual y religiosa. El mercado de la espiritualidad es caro, tanto para las mujeres que practican religiones tradicionales como para las fieles a las nuevas pseudoterapias realizadas por gurús, chamanes e iluminados.  

-Gastos Variados: por ejemplo, gastos en tecnología, para estar siempre en la onda, o dinero para practicar la caridad y dar una buena imagen. Gastos extras siempre va a haber, porque el mercado no para de sacar artefactos, artilugios, complementos, y cacharros que te venden como imprescindibles. 


El coste para las mujeres

Las mujeres que quieren convertirse en esposas perfectas tienen que hacer una inversión monetaria antes de ser elegidas por un esposo perfecto, para mantenerse bellas y radiantes, hasta que logran subir al trono. 

Pero de ahí en adelante, el costo ya no se paga con dinero: pagas haciendo renuncias y sacrificios. 

Pagas con tu libertad y con tus derechos humanos, con tu dignidad, tus principios, tus ideales y tu lealtad. 

Pagas con tu tiempo y tu energía. 

Pagas con tu cuerpo, para prestar servicios sexuales y reproductivos. 

El coste psicológico y emocional que pagan las mujeres para ser esposas perfectas es enorme. Porque renunciar a ti misma no es gratis, y no es tampoco una buena inversión, ya que corres siempre el riesgo de perderlo todo si él te deja. 

Listado de las principales renuncias que tendrás que hacer para ser una esposa perfecta: 

- Renunciar a ti misma: para ser una esposa ideal tienes que renunciar a ser tú el centro de tu vida, y a desplazarte a ti misma para que lo ocupe tu marido. 

Ni siquiera cuando te conviertas en madre él dejará de estar en el centro de tu vida. Tus hijos serán siempre secundarios: lo primero será siempre él. 

Sus necesidades y sus deseos serán siempre prioridad para ti, por encima siempre de los tuyos. 

Su bienestar, su comodidad, su felicidad estará siempre por delante de la tuya. 

- Renunciar a recibir cuidados: el principal privilegio de los hombres es recibir cuidados sin darlos, así que tendrás que asumir desde el principio que tú no importas, y que no mereces que te cuiden. Él solo está obligado a darte dinero y a hacer algún recado: si enfermas, tendrás que cuidarte tú sola, si te accidentas, lo mismo. Tendrás que salir sola de las crisis y de los problemas, porque tu rol es servir a tu marido, y más vale que te mantengas sana y en forma, y te comportes como una super woman que puede con todo. 

- Renuncia a tu gente querida: olvidaté de tu grupo de amigas y amigos, e incluso a tu propia familia, si no es del agrado de tu marido. Tendrás que aprender a estar sola, porque los maridos perfectos están siempre muy ocupados en sus negocios y en sus reuniones. Tus relaciones con los demás deberán siempre ser superficiales, porque la amistad requiere tiempo y ternura y tú tienes que ponerla toda en tu marido y tu casa, aunque él no esté nunca en casa. 

- Renuncia a tus pasiones: tendrás que adaptarte a las pasiones de él y acompañarlo a sus torneos de surf, de golf, de tenis, de paddle, de ajedrez, y acudir cuando él te lo pida a animarle en maratones, triatlones, partidos de fútbol, y competiciones deportivas de todo tipo. Todo depende de la suerte que tengas, también te puede tocar un esposo aficionado a la música, al arte y a la cultura, o te puede tocar uno de esos que van a los casinos, o pasan todo el día en los bares: cualquiera que sea su pasión, te tiene que gustar a ti también. Cualquiera que sea tu pasión, tendrás que renunciar a ella. 

- Renuncia a tu carrera profesional para que él pueda desarrollar la suya y brillar por todo lo alto. Quizás tu marido te permita tener un negocio de jabones aromáticos, o diseño de ropa de bebés, una línea de perfumes, o cosas que te permitan generar ingresos desde casa. Pero ten cuidado con el éxito: tus ingresos no deben superar los suyos para que él no se sienta inferior a ti. Y nunca deberás robarle tiempo a tus obligaciones en la casa: lo primero es tu marido, tus hijos e hijas y tu hogar. Tendrás que hacerlo en el tiempo que te sobra. 

- Renunciar a tu autonomía y a tus derechos sexuales y reproductivos. Es tu marido el que decidirá cuantos hijos vais a tener, y cada cuánto tiempo debes quedarte embarazada. Puede ocurrir también que tu marido no quiera tener hijos, y te veas obligada a renunciar a tu maternidad. Todo dependerá de la benevolencia de tu marido, y de sus deseos, pero toma nota: los maridos saben que cuantos más hijos tengas, más esclavizada estarás al hogar. 

- Renuncia a tener una relación monógama: tendrás que vivir con miedo permanente a los cuernos, y asumirlos con la misma dignidad que los han asumido siempre las marquesas, las condesas, las princesas y las reinas. Tu misión es vigilar a tu marido sin asfixiarle, y tolerar las noches de pasión ocasionales de tu marido, pero en ocasiones te verás obligada a compartir recursos con amantes que duran meses o años en la vida de tu querido esposo. Puede que te de rabia, pero tendrás que asumirlo con resignación, y sin que se te note demasiado el miedo y la ira que sientes. 

- Renuncia a tu libertad de movimientos: piensa que las esposas perfectas están siempre en el hogar: solo salen de él para ir al súper, al salón de belleza, al gimnasio, a la iglesia y al médico, así que tendrás que renunciar a tu libertad de movimientos y estar siempre localizable y conectada por si tu marido quiere saber dónde y con quién estás. 

- Renuncia a decir que no: las esposas perfectas están siempre dispuestas si sus maridos les necesitan. Da igual que te apetezca o no, tienes que adaptarte a su agenda y estar disponible para ir a una comida, una cena, una fiesta. También tienes que estar dispuesta si él va y no te lleva a ti, porque hay reuniones en las que los hombres no llevan a las esposas, sino a las amantes.

- Renuncia a tu poder: siempre deberás tener presente que quien manda es tu marido, y a veces no te gustarán las decisiones que toma, pero no puedes llevarle la contraria. Él es el jefe, él pone las normas, y tú y los niños obedecéis, como si estuvieras viviendo bajo una monarquía absolutista . Tú puedes proponer algunas cosas, pero siempre han de ser sugerencias o súplicas, nunca imposiciones: "podríamos ir de vacaciones a... ", "podríamos contratar a un profesor de inglés para el niño...", "¿qué te parece si compramos un sofá nuevo?"

- Renuncia a la protesta y a las quejas: a los esposos perfectos no les gustan las mujeres amargadas, frustradas, o enfadadasEllos quieren ver a sus mujeres siempre con una sonrisa, sirviendoles la mesa con dulzura y amabilidad, cocinando de buen humor, y prestando servicios sexuales en la noche con actitud sumisa y complaciente. Ser una esposa perfecta consiste en tragar, soportar, aguantar, y callar. 

- Renuncia a expresarte con libertad: tendrás que aprender a reprimir tus emociones, especialmente el enfado y la ira, pero también la pena. Las esposas perfectas no se enfadan, no se ponen tristes, no se quejan, y no montan broncas cuando están insatisfechas. Debes ser humilde y agradecida, y estar siempre contenta. 

- Renuncia a tus ideales románticos: todos los maridos necesitan hacerse sus escapaditas de vez en cuando: tu papel como carcelera es mirar para otro lado, y relajar la guardia para que él pueda tomar oxígeno y vuelva al hogar contento por haber ejercido su libertad y haber disfrutado de sus privilegios de macho. Lo que sí debes pedirle es discreción para que la imagen de la familia feliz no se vea dañada. 

- Renuncia a tus derechos humanos fundamentales para convertirte en una sirvienta: tu nivel de esclavitud dependerá de la suerte que tengas con tu marido. Hay maridos que se conforman con verte encerrada en casa todo el día, y otros que son auténticos tiranos. 

Son muchas renuncias, ¿verdad? 

Pero además tomar la decisión de invertir en tu papel de esposa perfecta conlleva unos riesgos enormes.

Aquí un listado de los riesgos que corres

- Que tu marido te abandone por otra mujer más joven, sobre todo a partir de los 40. Es un riesgo que tienes que correr, aunque puedes intentar mantener a tu marido junto a ti siendo más complaciente y tratando de luchar contra la edad y los kilos de más. Aunque te esfuerces mucho por mantener la línea, lo cierto es que tienes que asumir que ese riesgo está siempre ahi, y que incluso cuando luces muy bella y muy joven corres el peligro de ser sustituida por otra, como le ocurrió a Shakira, una mujer rica, inteligente, con talento, trabajadora, bella, sexy, buena madre y buena esposa: Piqué abandonó a la diosa y se largó con una mujer más joven, más dulce y más discreta que ella. 

- Que tu marido se muera: ¿qué haces tú sin amigos, sin amigas, sin pasiones, sin dinero, sin profesión, sin red de apoyo? Hay muchas mujeres que creen que sus maridos son inmortales, pero también hay muchas otras que creen que cuando ellos mueran podrán vivir de la herencia. ¿Sabías que muchos maridos perfectos lo que dejan son enormes deudas, y no dinero? 

- Que dejes de ser útil y ya no sirvas para tu función: las esposas perfectas no pueden enfermar, ni envejecer, tienen que estar siempre sanas y dispuestas a complacer a su marido. Si te accidentas, si te ocurre algo grave, te vas a ver completamente sola, porque los maridos perfectos no cuidan. Te pueden comprar bombones o flores, joyas y vestidos, pero no te cuidan. Y si enfermas gravemente lo más probable es que te dejen. Ellos tienen el poder económico: si fallas en tu papel y no eres tan perfecta, corres el peligro de ser abandonada y sustituida por otra mujer más complaciente y más preparada.  

- Que tu marido cambie o se transforme, y pase de ser un tipo alegre y simpático a ser un amargado. O que pase de ser un hombre de negocios exitoso a quedarse en la ruina. O que pase de ser un hombre enamorado a desenamorarse por completo de ti. Pueden pasarle mil cosas a tu marido perfecto: que se quede sin trabajo, que quiebre sus negocios, que se canse de la familia feliz, que se canse de ser hombre. Piensaló, pueden ocurrile mil cosas: que se convierta en un ludópata y se juegue la casa y los ahorros en una sola partida, que se convierta en alcohólico, que se deprima y lo deje todo, o que se vaya de pronto a un país lejano a buscar la iluminación y a encontrarse a sí mismo. 

- Que te maltrate y acabe con tu vida: el mayor riesgo que corres como esposa perfecta es ser víctima de feminicidio. Si te toca un marido maltratador, no te va a ser fácil dejarle si no tienes dinero y gente querida que te apoye.Hay muchas esposas perfectas que sufren violencia psicológica, sexual, emocional, física y económica durante décadas, y su infierno sólo termina cuando él se muere, o cuando mueren ellas. Y es que al convivir con un tipo violento del que dependen económica y emocionalmente se arriesgan a perder la vida: 137 mujeres mueren asesinadas cada día en el planeta a manos de su pareja, ex pareja u otros hombres de la familia. 


Como ves sale muy caro ser una esposa perfecta, y los riesgos son demasiado altos. Las relaciones de dependencia y de sumisión nos hacen muy vulnerables y nos hacen sufrir mucho, y el sufrimiento no es gratis. Nunca es gratis. Sufrir daña tu salud física, mental y emocional, te pone en peligro, te acorta la vida, o te la arrebata de cuajo.

No te olvides: a nosotras las mujeres nos sale mucho más caro ser esposas perfectas que a los hombres tener esposas perfectas. Cuanto más sumisas somos, peor nos tratan los hombres: no nos compensa depender de ellos nunca. 

Coral Herrera Gómez


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21 de julio de 2024

Ellos buscan sirvientas, nosotras buscamos compañeros



Los hombres van buscando mujeres del pasado, las mujeres vamos buscando a los hombres del futuro. 

Ellos buscan sirvientas, nosotras buscamos compañeros.

Por eso es tan difícil hoy en día encontrarnos y juntarnos para disfrutar del sexo y del amor. Nosotras no vamos a dar ni un paso atrás: os toca a vosotros avanzar.


No hay nada más frustrante que la búsqueda del príncipe azul moderno y la princesa rosa tradicional.

Los hombres buscan mujeres sin pasado, virgenes, puras, complacientes, sumisas, discretas y obedientes. Quieren mujeres que ejerzan de mamás, de niñeras, cuidadoras, asistentas, secretarias, enfermeras, cocineras, limpiadoras, psicólogas, cuidadoras que sepan llevar un hogar como Dios manda. 

Quieren un freno de mano y una carcelera que les deje escaparse de vez en cuando. Quieren mujeres perfectas que cuiden a cambio de nada, y no las ncuentran. 

Quieren que la mujer perfecta no envejezca jamás, que lo haga todo con amor y ternura y alegría, que no proteste, y que además tengan tiempo para trabajar fuera de casa, y para cuidar su línea y mantenerse delgadas y eternamente bellas. 

La súper mujer que puede con todo es un mito muy potente, pero el día tiene 24 horas, y no se puede ser la mejor profesional, la mejor esposa, la mejor madre, la mejor hija, la mejor vecina, y la mejor ama de casa. Vivimos agotadas y empastilladas tratando de llegar a todo.

Es imposible cumplir con el rol asignado por el patriarcado y por el capitalismo de una forma total y absoluta, y a los hombres les frustra mucho no poder encontrar una mujer que se entregue a la causa del matrimonio y de la familia feliz, que trabaje fuera pero no demasiado, que cobre un buen salario pero que no sea mejor que el suyo, que sea una mujer que no se canse nunca, que no necesite vacaciones ni tiempo para sí misma, que no enferme nunca, que siempre disponible para cubrir tus necesidades básicas, que no se enfade y lo haga con una sonrisa, y que se quede contigo para siempre.

¿Dónde encuentras hoy en día una adorable esposa que te permita hacer tus escapaditas de macho, y luzca sus cuernos con la dignidad de las reinas y las marquesas?, ¿dónde encuentras hoy una mujer que no tenga sueños propios y quiera sacrificarse por ti a cambio de nada?, ¿dónde encontrar una esposa confiable que no te traicione jamás y aguante todo lo que le eches?

En ningún lado. 

Incluso las mujeres patriarcales que cumplen con su rol de sirvientas protestan cuando sus seres queridos las explotan y las hacen daño. 

Las mujeres en su mayoría quieren reciprocidad en los cuidados, y protestan cuando sus maridos e hijos abusan de ellas y las tratan mal.  

Por mucho que lo intentemos, no podemos ser tradicionales, modernas y posmodernas a la vez, no es posible imitar a nuestras abuelas y a nuestras madres y además ser una mujer de hoy en día. 

Las 24 horas del día no son suficientes para ser las mejores en todo. 

También hay muchas mujeres que sufren porque están buscando a un hombre que no existe aún. O existe, pero son muy pocos hombres en el mundo. Estamos hablando del hombre del futuro, aquel que ha sido educado para aprender a cuidarse a sí mismo, cuidar los espacios que habita, y cuidar a sus seres queridos. 

Es el hombre que practica la autocrítica amorosa, renuncia a sus privilegios de macho, desobedece los mandatos del patriarcado, y ha aprendido a relacionarse con mujeres sin abusar de ellas y sin dominarlas. 

Un hombre autónomo que no necesita sirvienta y que sabe relacionarse con sus parejas sexuales y sentimentales sin tener que dominarlas. 

Un hombre honesto capaz de hablar de sus emociones y de expresarlas sin hacer daño a nadie. 

Un hombre adulto que se lo trabaja para ser mejor persona que su padre y sus abuelos.

Haberlos haylos, pero son muy pocos. 

Los niños varones que estamos criando serán autónomos, pero sólo si tienen referentes a su alrededor y en la cultura, y por ahora no tienen. Los únicos referentes que nuestra cultura les ofrece son machos destructores y mutilados emocionales, así que necesitan ejemplos a su alrededor para construir su masculinidad desde la ética del amor y la filosofía de los cuidados.

Las mujeres llevamos décadas trabajando en nosotras mismas: vamos a terapia, devoramos libros y podcast, hacemos talleres, cursos, másters, posgrados, nos juntamos en grupos para trabajar en nuestra sexualidad, nuestras emociones y nuestras relaciones. 

La brecha emocional y relacional entre hombres y mujeres se agranda cada vez más, porque no es que ellos vayan más lentos, es que la gran mayoría aún no han empezado, y además hay un sector significativo de hombres que quieren volver a aquella gloriosa época en la que las mujeres no salían de casa. 

Estos hombres se resisten, iracundos, a los cambios sociales que está provocando el feminismo. Están cabreados, asustados, dolidos, y creen que cuanto mejor nos va a nosotras, peor les va a ellos. Nos odian a todas, porque no somos de fiar, porque las mujeres somos todas malas y perversas, porque no nos dejamos domesticar como los animales.

Buscan a su abuela para casarse con ella y no la encuentran, claro. 

Nosotras buscamos a hombres que sepan tratarnos como a compañeras, y tampoco los encontramos, claro. 


¿Qué hacemos entonces? 

Nosotras tenemos que seguir nuestro camino, no podemos sentarnos a esperar. El día en el que los hombres no encuentren a ninguna mujer con la que emparejarse, entonces quizás si sientan la necesidad de hacer un cambio, porque solos no quieren estar. 

Ellos que se unan cuando quieran, o que escojan su propio camino. Nosotras sigamos caminando nuestro presente, no podemos quedarnos sentadas: ya despilfarramos muchos años esperando el milagro romántico.

Nosotras ya sabemos que no podemos cambiar a nadie: el único cambio posible es el que puedes hacer tú en ti misma. 

Cada cual se tiene que trabajar a sí mismo/a para llegar al cambio que necesitamos: lo personal es político y las transformaciones individuales propician las transformaciones sociales. 

Los hombres van tarde ya: nosotras no vamos a dar ni un paso atrás. 

Seguimos caminando.


Coral Herrera Gómez 


Vente a caminar con nosotras a

la Comunidad de Mujeres del Laboratorio del amor ❤️





10 de mayo de 2024

Cómo trabajar las Masculinidades en el ámbito de la pareja






CÓMO TRABAJAR LAS MASCULINIDADES EN EL ÁMBITO DE LA PAREJA: LOS PRIVILEGIOS DE LOS HOMBRES Y LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES

Coral Herrera Gómez

Capítulo 6 del libro:  Hombres en el siglo XXI. Análisis críticos de las masculinidades”, TIRANT LO BLANCH MASCULINIDADES, 2024


En las parejas que desean construir una relación igualitaria, basada en el respeto, el disfrute y los cuidados mutuos, uno de los principales problemas que surgen durante el proceso de negociación es el tema de los privilegios de los hombres y los derechos de las mujeres. Todas y cada una de las cuestiones a negociar en el seno de las parejas para la firma del contrato amoroso están atravesadas por la desigualdad estructural del sistema patriarcal. 

En este capítulo vamos a hablar del trabajo que pueden llevar a cabo los hombres para construir relaciones libres de sufrimiento, violencia y explotación, y lo haremos desde la Ética Amorosa y la Filosofía de los Cuidados, instrumentos que además de permitirnos analizar la realidad con una perspectiva feminista nos permiten también fabricar las herramientas que necesitamos para relacionarnos en igualdad y en libertad. 

 El primer paso es tomar conciencia: vamos a analizar los privilegios masculinos desde la perspectiva de los derechos humanos fundamentales de las mujeres. El segundo paso es plantear algunas de las preguntas que pueden constituir el punto de partida para que los hombres puedan trabajar en ello, individualmente y en pareja.


Tipo de relación y grado de compromiso

Cuando una pareja se plantea definir qué tipo de relación quieren tener, es fundamental tener en cuenta el contexto en el que lo hacemos: la sociedad en la que vivimos impone la monogamia a las mujeres, mientras que a los hombres les permite vivir una doble vida como hombre soltero, y como hombre casado. Desde siempre los hombres han podido gozar de una vida sexual y sentimental diversa y variada, gratuitamente o pagando, mientras las mujeres se quedaban encerradas en el hogar, privadas de todo tipo de relación sexual con otros hombres y otras mujeres. 

¿Cuál es el castigo reservado a las mujeres que se saltan esta ley del patriarcado? Muchas mujeres son asesinadas por su marido no solo por ser infieles, sino también por las sospechas de sus parejas. Lo mismo en países desarrollados que en vías de desarrollo: nos siguen matando por adulterio, y en algunos países, la impunidad de los femicidas es del 90%, como en México, según cifras de ONU Mujeres del Informe 25N de 2018.  

Otros castigos reservados para las mujeres que no obedecen las normas de la monogamia: palizas y violaciones por parte de su marido, expulsión del hogar o abandono por parte del marido, rechazo por parte del núcleo familiar, violencia psicológica y emocional por parte de la comunidad, ostracismo y aislamiento social. 

¿Cuál es el castigo que reciben los hombres por ser infieles? Tres días en el sofá, luego llega el perdón, y regresan al lecho conyugal. En el caso de ellos, lo denominamos “aventuras” o “echar unas canitas al aire”, en el de ellas, en cambio, es un atentado contra la moral, un pecado mortal, un delito imperdonable. 

La doble vida de los hombres está sustentada bajo el pacto de silencio que les protege a ellos (Celia Amorós, 2004) y les oculta la información a ellas, de manera que muchas mujeres viven en una realidad paralela que nada tiene que ver con la realidad que conocemos como objetiva o real. Y esto es violencia porque vivir en una realidad paralela no permite a las mujeres decidir si quieren estar en una relación abierta o cerrada, o si prefieren no compartir vida junto a un compañero que no respeta los pactos de exclusividad y fidelidad. 

Vivir en una vida de engaños y mentiras es muy doloroso y atenta contra nuestra dignidad y nuestra imagen. Aún los cuernos que sufrimos desatan las risas, comentarios y burlas de los demás, que nos señalan públicamente como fracasadas y como culpables del engaño de nuestros maridos. La infidelidad masculina es siempre culpa de las mujeres: por intentar robarle los maridos a las otras, o por no complacer y cuidar a los nuestros. El rol de criadas y de policías nos pone de rodillas: el deber de las mujeres es satisfacer sus necesidades y deseos, y a la vez vigilar y controlar a los esposos para evitar sus romances extraconyugales.

 Para los hombres que desean revisar sus privilegios, la cuestión principal a trabajar en este área es la honestidad. La única manera de no mentir y no engañar, es ser sincero y respetar los pactos, o reformularlos. Sea cual sea el modelo de relación que queramos, el pacto principal debe ser la honestidad y la confianza mutua, y para ello los hombres tienen que comprometerse a no ocultar información a sus compañeras, y a ser responsables para comunicar a sus parejas lo que está ocurriendo cuando se quiere romper el pacto de monogamia, o cuando se ha roto.  Solo con información podemos tener el poder para renegociar los pactos, o bien para dejar la relación. 

Esta cuestión sobre el tipo de pareja que queremos tener es muy importante, porque muchas mujeres ni siquiera se hacen esta pregunta: somos educadas para aceptar el tipo de relación que quieren nuestros compañeros masculinos, porque las necesidades de ellos son siempre más importantes que las nuestras. Y cuando somos capaces de expresar lo que nosotras necesitamos, deseamos y queremos, entonces la negociación es mucho más complicada porque puede ocurrir que no coincidamos en el tipo de relación que queremos construir. 

Si cada cual desea un modelo de relación diferente, entonces no podemos seguir adelante. Hasta ahora las mujeres aceptaban el modelo que sus parejas les imponían, porque fuimos educadas para ser dependientes y sumisas, pero cada vez hay más mujeres que quieren construir relaciones igualitarias basadas en el respeto, los buenos tratos, la igualdad, la libertad, la comunicación, la empatía y la solidaridad. Los hombres ya no pueden imponer su modelo, ahora tienen que negociarlo. Y ese modelo de monogamia impuesta para nosotras, y de poliagamia elegida para ellos, ya no nos vale. 

Desde la perspectiva de la ética amorosa, los hombres podrían preguntarse: ¿es justo pedirle a mi compañera una relación monogámica en la que yo puedo saltarme las normas cuando quiera, y ella no porque el coste de saltárselas es demasiado alto?, ¿o podríamos buscar una fórmula para pactar exclusividad renunciando a mi privilegio de hacer lo que yo quiera a base de mentiras y engaños?, ¿estoy realmente dispuesto a renunciar al privilegio de la doble vida?, si la respuesta es no, ¿podría plantearle a mi pareja una relación abierta?

El trabajo más importante en este punto es la honestidad y el compañerismo, dos de las asignaturas pendientes más difíciles para los hombres educados en el patriarcado, que deben tomar conciencia de que la monogamia impuesta a las mujeres mediante engaños y mentiras, es un acto de violencia contra nosotras porque atenta contra nuestra libertad para elegir el tipo de pareja que queremos tener.  


Placer y disfrute sexual

Un estudio publicado por UNFPA en 2021 afirma que solo el 52% de las mujeres casadas o en unión tienen autonomía corporal y son dueñas de su cuerpo, su sexualidad y su salud. Es decir, solo la mitad de mujeres en el mundo toman libremente sus propias decisiones sobre relaciones sexuales, uso de anticonceptivos y atención médica. Solo la mitad de las mujeres pueden tomar sus propias decisiones a la hora de decidir sobre la atención de su salud, y decir “no” a su pareja si no desea tener relaciones sexuales.

El privilegio masculino nos sitúa a las mujeres como sirvientas de los hombres: nuestro rol nos obliga a ser complacientes y a anteponer los deseos de nuestra pareja por encima de los nuestros. Los hombres siguen disfrutando de sus relaciones sexuales cuando les apetece y con quien les apetece, incluso aunque sus parejas no quieran tener sexo. 

Creen que tienen derecho a ello porque son hombres, y porque aportan dinero a la economía familiar. Este privilegio lo gozan no solo con sus propias esposas, sino también con mujeres pobres a las que pagan a cambio de sexo. Y cuando no pueden obtenerlo con dinero, lo obtienen a la fuerza de sus parejas: la mayor parte de las agresiones sexuales y violaciones las sufrimos en casa. 

Así que el trabajo principal de los hombres es aceptar que no son dueños de sus compañeras, y que ellas tienen derecho a decidir si quieren o no tener sexo. Ahora que las mujeres estamos reivindicando nuestro derecho al placer y al disfrute, los hombres pueden trabajar su egoísmo, y empezar a preocuparse por el placer y las apetencias de sus compañeras. 

En este punto es necesario tener en cuenta otro dato: la mayor parte de los hombres ha aprendido a excitarse viendo en sus pantallas a mujeres sometidas y humilladas, cosificadas, traficadas, y obligadas a abrir sus orificios corporales para que los hombres se froten y eyaculen en ellos. Un 63% de los niños de 8 años ven porno habitualmente o lo han visto alguna vez, según el informe de 2020 de Save The Children. 

La mayoría de las mujeres del porno y la prostitución son mujeres sin libertad de elección, sometidas por la pobreza y la necesidad económica. Y el porno es cada vez más cruel, más machista y más violento: ¿cómo podrían los hombres desaprender a excitarse con el sufrimiento de las mujeres?, ¿es posible disfrutar del sexo sin vejar, sin humillar, sin escupir, sin orinar, sin defecar, sin abofetear y sin desgarrar vaginal y analmente a las mujeres?

Gracias a la falta de educación sexual y al porno, la mayor parte de los hombres emparejados son pésimos amantes, como lo demuestran las estadísticas que se publican cada año sobre el porcentaje de mujeres que fingen sus orgasmos: alrededor de un 70% de las mujeres. La mayoría de ellas lo hacen para  no herir el ego de sus compañeros masculinos, o para que ellos lleguen al orgasmo y terminen cuanto antes. 

La doble moral nos ha hecho creer que las mujeres que disfrutamos del sexo somos enfermas, degeneradas, desviadas, o malvadas: en el imaginario colectivo la relación de las mujeres con el sexo es utilitaria. A nosotras no nos debe gustar el sexo, solo debe ser un medio para conseguir dinero, amor, hijos, o el trono del matrimonio. Porque disfrutar es pecado para nosotras, pero hacerles disfrutar a ellos es un deber. Es obvio que tanto hombres como mujeres necesitamos educación sexual y emocional, pero además, es urgente acabar con el machismo que castiga a las mujeres que viven libremente su sexualidad. 

Así que la cuestión para trabajar este tema desde las masculinidades, es que los hombres sean capaces de eliminar sus prejuicios contra las mujeres que disfrutan, que puedan hablar de sexo con sus compañeras, que aprendan a escuchar con atención amorosa, y a experimentar e investigar con la pareja los caminos del placer femenino

Una de las claves para la transformación masculina es que sean capaces de desarrollar la empatía para preocuparse por el placer de sus compañeras tanto como se preocupan por el suyo. 


Otra de las claves del trabajo es crear las condiciones para que las mujeres podamos gozar sin peligro. ¿Cuáles son los principales peligros que corremos las mujeres? Los embarazos no deseados, las enfermedades de transmisión sexual, y la violencia sexual. 

Los hombres tienen que tomar conciencia de que todas nosotras tenemos derecho a tener relaciones deseadas y seguras en las que nuestra salud mental, emocional y física, y nuestra propia vida se vean amenazadas. Para ello se tienen que replantear dos cuestiones: una es el uso de anticonceptivos y barreras para protegerse y proteger a sus compañeras. La otra es la aceptación del no, una de las cuestiones más problemáticas de la masculinidad que vamos a analizar en los siguientes puntos. 


Salud sexual, relaciones seguras y libres de violencia

Todas las mujeres tenemos derecho a tener relaciones sexuales y sentimentales seguras, libres de coacción y de violencia, y a no morir por enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, partos o abortos legales o clandestinos.

Sin embargo, cada año mueren cerca de medio millón de mujeres como resultado de complicaciones derivadas del embarazo o el parto, según un estudio de 2017 de la Organización Mundial de la Salud: se practican más de veinticinco millones de abortos inseguros en el mundo y en ellos mueren 40 mil niñas y mujeres cada año. 

Los hombres educados en el patriarcado siguen sin responsabilizarse de su propia salud sexual y de la de sus compañeras, y esta es la razón por la cual las mujeres deben asumir solas todo lo que tiene que ver con la salud sexual y la planificación familiar, como si fuese un problema exclusivamente suyo.. 

Todas nosotras tenemos derecho a tener relaciones basadas en el deseo sexual, no en nuestra necesidad económica o en nuestro rol como objetos sexuales al servicio de los hombres. La doble moral del patriarcado nos ha hecho creer que el apetito sexual de los hombres es irrefrenable, que no pueden controlarse a sí mismos, que son incapaces de actuar con ética cuando sienten deseo sexual por una mujer. Por eso se disculpa a los hombres y se culpa a las mujeres de provocarles. 

En el imaginario colectivo somos nosotras las que les obligamos a tener relaciones fuera del matrimonio, o a violarnos, porque vamos vestidas de una forma provocativa, o porque salimos de noche, o porque caminamos solas por la calle.  

Y sin embargo, la gran mayoría de las agresiones sexuales no las sufrimos a manos de desconocidos, ni en la calle. Según el Informe del 25 de Noviembre de la ONU en 2018, nos violan en casa, y nos violan nuestros novios, maridos, padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, y amigos de la familia. 

¿Y por qué nos violan los hombres que más dicen querernos? La antropóloga argentina Rita Segato (2017) nos lo explica de una forma clara en sus obras: los hombres no violan por apetito sexual, sino por la necesidad de sentir que tienen el poder. No es un acto sexual, sino de dominación. No les mueve el placer, solo la necesidad de sentirse importantes.  

Además, muchos hombres poseen una escasa tolerancia al rechazo y no soportan que les digan que no cuando desean tener relaciones sexuales. Les han educado para que crean que nosotras somos objetos, y que nuestros cuerpos están a su disposición, gratis o pagando. Si se casan con una mujer, son dueños de su vida, y creen que tienen derecho a penetrarlas aunque ellas no lo deseen.

En España un 13,7 % de las mujeres españolas han sufrido violencia sexual en la pareja, casi 3 millones de mujeres. El 6,6% de las mujeres que han tenido pareja manifiestan que al menos alguna de sus parejas, a lo largo de su vida, la ha obligado a mantener relaciones sexuales cuando ella no quería. Un 6,3% de las mujeres que han mantenido relaciones sexuales sin desearlo, lo han hecho por miedo a lo que su pareja les podía hacer si se negaban. Un 3,5% de las mujeres encuestadas afirman que les resultó humillante o degradante tener relaciones sexuales contra su voluntad, sobre todo cuando su pareja le impedía salir, “sujetándola o haciéndole daño”

También las cifras sobre prostitución nos demuestran que los hombres siguen abusando de su poder para tener sexo con quien deseen y cuando deseen: alrededor de un tercio de los hombres (el 32,1%) reconoció haber pagado dinero por mantener relaciones sexuales al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2008. El 10,2% señaló que solo había pagado una vez en su vida y otro 21,9% reconoció que habían sido más veces.

Estos datos nos demuestran que los hombres tienen que plantearse estas cuestiones desde la ética amorosa: ¿es justo que yo pueda tener relaciones con mujeres pobres que si pudieran no tendrían jamás sexo conmigo?, ¿es justo que mis compañeras sexuales queden embarazadas porque a mí me molesta usar preservativo?, ¿es justo que mis compañeras sexuales enfermen y su vida corra peligro porque yo tengo todas las relaciones que quiero sin usar protección?, ¿cómo puedo cuidar mi salud sexual y la de las mujeres con las que me relaciono? 

Otros temas para trabajar : la frustración al no, la necesidad de dominar, el placer del poder, y el respeto a la libertad de la pareja. Para dejar de ejercer violencia sobre sus compañeras sexuales y sentimentales es preciso desarrollar la autocrítica amorosa, aprender a cuidarse a sí mismos, escuchar a sus compañeras, y a aceptar un no cuando sus compañeras no desean tener relaciones sexuales. 


El cuidado del hogar, los familiares y los hijos e hijas


Todas las mujeres tenemos derecho a tener relaciones igualitarias en las que los cuidados sean mutuos, y a tener tiempo libre para descansar y para disfrutar de la vida. 

Sin embargo, en España las mujeres trabajamos gratis durante 43 días al año

Dedicamos una media de 6 horas (5 horas y 59 minutos) al trabajo doméstico. Los hombres emplean en este grupo de actividades menos de la mitad del tiempo, 2 horas y 20 minutos, según el Instituto de las Mujeres de España del año 2020. 

En todo el mundo la gran mayoría de las mujeres tenemos una doble jornada laboral: una fuera de casa, remunerada generalmente con sueldos precarios, y otra en casa, sin remuneración, sin cotizar a la seguridad social, sin permiso de baja por enfermedad, sin días de descanso, sin vacaciones, y sin derecho a la jubilación. Es un trabajo que tenemos para toda la vida, algunas desde que somos niñas, y no tiene prestigio social, ni se valora, ni se paga: damos los cuidados gratis. 

Cuidamos la organización, administración y limpieza del hogar, parimos, criamos y educamos a los hijos y las hijas, cuidamos de las personas dependientes de la familia (adultos mayores, familiares con discapacidades, familiares accidentados o enfermos), de las mascotas y de las plantas, ejercemos de limpiadoras, enfermeras, cocineras, educadoras, asistentas, psicólogas, secretarias, y  asumismos toda la carga mental, la mayoría solas, sin ayuda ni colaboración, y el resultado es que ellos tienen mucho más tiempo libre que nosotras, y que nosotras estamos agotadas. 

Si los cuidados no son mutuos, son explotación doméstica, y todo tipo de explotación es violencia, porque alguien se beneficia del robo de nuestra energía y nuestro tiempo. A las mujeres nos obligan a vivir una vida de servicio, sacrificios, renuncias, y nos medican para que podamos aguantar el ritmo de vida sin protestar. 

El tema de los cuidados es una cuestión de justicia social: sin tiempo libre y sin energía, las mujeres no podemos descansar, ni disfrutar de nuestras pasiones, ni de nuestra gente querida. 

Los hombres no pueden seguir abusando de las mujeres ni pueden seguir llamando “amor” al trabajo gratuito, como afirmaba la antropóloga feminista Silvia Federici en su teoría sobre el patriarcado del salario (2018), según el cual a las mujeres nos toca el papel de las obreras, mientras los hombres actúan como la patronal. 

La sobrecarga de trabajo de las mujeres es el principal motivo para divorciarse hoy en día, según la Asociación Española de Abogados de Familia en febrero de 2022. Y es que no es posible disfrutar del amor de pareja en un contexto de abuso y explotación doméstica. 

¿Cómo se trabaja desde las masculinidades? Tomando conciencia del problema, y buscando un cambio en las relaciones de poder, para “desgenerizar” las tareas de cuidado, en palabras de Alicia Puleo (2011). En su día a día, los hombres pueden asumir su corresponsabilidad como persona adulta en las tareas de cuidados, negociando para repartir el trabajo, y organizando la logística con la compañera para igualar la carga de trabajo y de tiempo libre. 


La libertad de las mujeres y el derecho a vivir una Buena Vida

Las mujeres perdemos el derecho a la libertad cuando nos emparejamos. Primero, por una cuestión de tiempo y de dinero: además de no tener horas libres al día, tampoco tenemos autonomía económica que nos permita decidir libremente con quién queremos estar, y cuándo queremos terminar una relación sentimental. 

Pero también porque la monarquía masculina se sustenta sobre la obediencia femenina. 

Muchas niñas y mujeres en el mundo viven confinadas en sus hogares y solo tienen permiso del marido para ir al mercado, al médico y a la iglesia, pero nunca solas, siempre acompañadas por familiares. Son muchas las mujeres que no tienen libertad de movimientos, ni tienen libertad sobre sus cuerpos, su sexualidad, sus maternidades. Son muchas las que ni pueden elegir pareja, ni pueden divorciarse de ella, porque incluso aún siendo legal el divorcio, no poseen autonomía económica.

Muchas mujeres pierden su derecho a estudiar, a trabajar, a viajar, a tener sus propios proyectos personales y profesionales cuando se emparejan o se casan. En todo el mundo, son millones las mujeres que no pueden expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus ideas y sus conocimientos en el espacio público, no pueden tomar decisiones, ni manejar su propio dinero, ni tener su propia red social y afectiva. Muchas mujeres tienen la comunicación limitada, vigilada y controlada por sus padres, novios y maridos. Cuando empiezan su primera relación con un hombre, pierden completamente el derecho a la intimidad y a la privacidad porque son obligadas a compartir sus contraseñas de correo y perfiles en redes sociales.

En España: el porcentaje de mujeres residentes de 16 y más años que manifiestan haber sufrido en algún momento de su vida los distintos actos de violencia psicológica de control por parte de alguna pareja o expareja, es del 31%, es decir, más de 6 millones y medio de mujeres.Las mujeres también sufrimos violencia emocional: al menos un 21,9% de las mujeres residentes en España, según la Macroencuesta de 2019 soportan o han tenido que soportar insultos, gritos, burlas crueles, amenazas, castigos, humillaciones, comentarios despreciativos y malos tratos.   

¿Cómo podrían los hombres trabajar sus masculinidades para dejar de limitar o prohibir el derecho a la libertad de sus compañeras? Desmontando, en primer lugar, la idea de que una mujer a la que amas es propiedad suya. Y trabajando, en segundo lugar, la necesidad de dominar, someter y tener el control sobre su compañera. 

Desde niños los hombres aprenden a valorar y a defender su libertad, pero no la de los demás, y por eso es tan necesaria una educación feminista que les ayude a comprender por qué las mujeres nacemos libres y cuales son los derechos fundamentales de los seres libres. También es necesaria la educación emocional, para que aprendan a resolver los conflictos sin violencia, y para que aprendan a cuidar sus emociones de manera que no hagan daño a nadie. 


Tema económico: gastos e ingresos

Según la Macroencuesta de 2019, un 10,8% de las mujeres residentes en España de 16 y más años ha sufrido violencia económica por parte de alguna pareja o ex pareja en algún momento de su vida: 6,9% ‘se negaba a darle dinero para los gastos del hogar cuando la pareja tenía dinero para otras cosas’, 7,2% ‘le impedía tomar decisiones relacionadas con la economía familiar y/o realizar las compras de forma independiente, 4,9% ‘no le dejaba trabajar o estudiar fuera del hogar’.

En todo el mundo, los hombres tienen en propiedad las tierras, los medios de producción y de comunicación, los bancos, las empresas, las iglesias. Nosotras las mujeres, trabajamos para ellos, por eso los grandes puestos de responsabilidad los siguen teniendo ellos, y por eso nosotras ocupamos los puestos peor valorados y peor remunerados. Nuestros salarios son más bajos, trabajamos gratis muchas horas, sufrimos más la precariedad laboral, el desempleo, y la falta de derechos laborales. Nos despiden cuando nos embarazamos, no nos contratan si tenemos bebés o críos pequeños, no ascendemos en las empresas ni en las instituciones, no obtenemos financiación para nuestros proyectos de investigación, el mundo de los expertos en cualquier cosa, es un mundo de hombres. 

A la hora de negociar en pareja cómo repartirse los gastos y los ingresos en pareja, entonces, los hombres tienen que tener en cuenta la brecha salarial de su país (en España es del 18%) La gestión de la economía de la pareja debe hacerse de manera proporcional a los ingresos de las mujeres, pero también teniendo en cuenta cómo nos afecta a las mujeres todos los factores anteriormente citados. 

¿Cómo pueden trabajar los hombres este tema? 

Lo más importante es que los hombres reconozcan lo que hacemos como trabajo, que asuman que el trabajo gratuito que hacemos es explotación, y la explotación es violencia. También deben renunciar al privilegio de la explotación doméstica, y trabajar la empatía, la solidaridad y el compañerismo para afrontar los gastos compartidos como un equipo

Cuando hay dependencia económica en la pareja, es preciso plantearse conjuntamente el tema de una posible separación y preguntarse: ¿tenemos los dos la misma libertad y las mismas condiciones para terminar la relación?, ¿cómo podríamos hacer para que ambos seamos libres para quedarnos o para irnos? 



Los cuidados en la pareja 

Las mujeres tenemos derecho a vivir relaciones libres de violencia, y a que no se nos someta a ningún tipo de tortura ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. Sin embargo, alrededor de 81,000 mujeres y niñas fueron asesinadas en el 2020, y la mitad, unas 47,000 de ellas, (es decir, el 58%), a manos de sus parejas o familiares. 

Es una cifra que se repite cada año, según ONU Mujeres, que estima que 736 millones de mujeres -alrededor de una de cada tres- ha experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja (el 30% de las mujeres de 15 años o más) Esto equivale a una mujer o niña asesinada cada 11 minutos por maridos y hombres de su entorno. 

¿Qué deberían trabajar los hombres para que las mujeres podamos tener nuestros derechos garantizados? En primer lugar, renunciar al privilegio de recibir cuidados sin darlos, en segundo lugar, aceptar que las mujeres son libres y que ellos no son dueños de su cuerpo ni de sus vidas. Y en tercer lugar, aceptar, como afirma Miguel Lázaro (2022) que la masculinidad patriarcal es la principal amenaza que afrontan las mujeres para su vida y su seguridad, para su desarrollo personal, y para alcanzar la igualdad individual y colectiva. 


Conclusión

A nivel colectivo, de todos los factores de cambio, según Pierre Bourdieu, los más importantes “son los que están vinculados a la transformación decisiva de la función de la institución escolar en la reproducción de la diferencia entre los sexos (...) y la transformación de las estructuras familiares”. 

Los hombres tienen que tomar conciencia de cómo funciona el patriarcado, cómo lo han interiorizado, y cómo pueden liberarse de todas las creencias, los valores y principios que les someten al rol de hombre, y a los mandatos de género. 

Es un proceso de autoconocimiento y autocrítica amorosa que les permitirá identificar sus privilegios, y  todo aquello que necesitan cambiar para aprender a relacionarse con las mujeres en condiciones de igualdad y libertad. 

En el centro de este trabajo están los cuidados: podemos educar a las nuevas generaciones de hombres para que aprendan a cuidarse a sí mismos y a cuidar sus relaciones desde la Ética Amorosa. 

Lo más urgente, es el reparto de los cuidados del hogar, la crianza, las mascotas y los familiares dependientes. Después, es necesario aprender a elaborar los pactos para que podamos construir relaciones sanas en las que ambos miembros de la pareja puedan disfrutar por igual. 

Otras formas de ser hombres son posibles: el trabajo con uno mismo contribuye al contagio social, porque los hombres que tienen alrededor se ven afectados e influenciados por los cambios que hace el resto. 

Otras formas de relacionarnos, de querernos y de organizarnos son posibles: la clave está en entrenar día a día en el desarrollo de la empatía, la honestidad, la solidaridad, el compañerismo, la igualdad y la equidad, la sensibilidad. 

Y tomar conciencia de que todos estos cambios personales y colectivos no sólo sirven para ser mejores personas, para liberarse a sí mismos y para liberar al amor del patriarcado y el machismo, sino que también contribuyen al cambio colectivo, y a la construcción de un mundo mejor. 


Coral Herrera Gómez



Este capítulo forma parte del libro colectivo :Hombres en el siglo XXI. Análisis críticos de las masculinidades”

Editado por Anastasia Téllez Infantes, Javier Eloy Martínez Guirao, Joan Sanfélix Albelda (Eds.),

TIRANT LO BLANCH MASCULINIDADES, 2024

A la venta en papel y en ebook









Otras publicaciones de Coral Herrera: 


Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja

Capítulo 6 del libro: 

Hombres, Masculinidad (es) e Igualdad , coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, de la Editorial Aranzadi.


España, junio 2022

Formato: papel y ebook










Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019









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