22 de septiembre de 2020

Cuidarnos entre nosotras




A las mujeres nos educan para que no nos enamoremos unas de otras, y nos convierten en rivales, porque no nos quieren unidas en pareja, ni en grupo. Nos quieren solas, divididas, enfrentadas y enemigas. Por eso el mayor acto de rebeldía es cuidarnos y querernos mucho entre nosotras.

Si el patriarcado nos quiere amargadas, tristes, ansiosas, deprimidas, de rodillas y solas, hay que desobedecer, juntarnos y reivindicar la alegría de vivir. 

La cuestión es: ¿cómo liberamos al amor del patriarcado?, ¿cómo hacer para querernos más, para cuidarnos mejor?, ¿cómo hacer de nuestras relaciones una fuente de disfrute, placer y amor del bueno?


Cuidarnos a nosotras mismas y a las demás es un acto de resistencia 

La mayor revolución que estamos haciendo en nuestro día a día, no es sólo aprender a cuidarnos a nosotras mismas, sino también aprender a cuidar a las hermanas, madres, abuelas, amigas, primas, tías, compañeras de estudios y trabajo, compañeras de lucha, novias, ex novias, amantes, vecinas, y también, a las mujeres desconocidas. 

En la medida en que nos apoyamos unas a otras, vamos destrozando el patriarcado, que nos quiere miedosas, acomplejadas, insatisfechas, frustradas, y muertas de envidia. Nos enseñaron a competir entre nosotras para que nos destruyamos entre nosotras: el reto es que las nuevas generaciones aprendan a  cuidarse, y a hacerse la vida más fácil y más bonita las unas a las otras. 


Cuidarnos es dedicarnos tiempo

Es parte de los cuidados hacia una misma, pasar tiempo contigo y con más mujeres. 

Todas necesitamos tiempo de atención plena y amorosa, necesitamos que nos escuchen y escuchar a las demás, necesitamos parar los relojes cuando estamos juntas. Hoy apenas tenemos tiempo para el amor y los cuidados, y nos invitan a dedicar el poco que tenemos a un hombre. Si estamos criando, la cosa se complica aún más: tenemos que apoyarnos las que somos mamás y las que no, para que la falta de tiempo a solas no nos separe. El amor hay que repartirlo entre tu gente querida, y las mujeres de tu vida, porque las redes son nuestro principal sostén para poder sobrevivir en un mundo terrible. 

Dedicar tu tiempo a una mujer a la que quieres es una de las mayores demostraciones de amor que puedes hacerle.  


Cuidarnos es disfrutar 

Las mujeres no sólo tenemos a las amigas y a las primas para llorar cuando las cosas nos van mal. 
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Las redes de mujeres son el mejor lugar para celebrar la vida y para disfrutar de nuestro poco tiempo libre. Son lugares seguros, libres de violencia, en el que podemos ser nosotras mismas y en el que olvidarnos por un rato del mundo ahí afuera. 

Todas necesitamos tener tiempo libre, y sentirnos libres para gozar y para disfrutar. No resulta fácil reivindicar nuestro derecho al placer, porque ahí está la culpa para hacernos creer que sólo podemos ocuparnos del bienestar de los demás, pero disfrutar es un acto político que nos libera a todas. 

Cuando las mujeres nos juntamos para festejar, para divertirnos, para jugar y aprender cosas nuevas, para compartir secretos, para viajar y conocer nuevos sitios, para sacar adelante nuevos proyectos, para disfrutar y para luchar por lo nuestro, somos imparables: dedicarle tiempo a las mujeres de tu vida es fuente de energía y de alegría.


Cuidarnos entre nosotras es subversivo 

En todo el planeta, las mujeres forman redes de resistencia y de apoyo para sobrevivir: en situaciones de catástrofe como las guerras, es la única forma de no morir de hambre o bajo las bombas. También en las crisis económicas las mujeres se ayudan: aportan comida a la olla común, se apoyan en el cuidado de menores y mayores, y practican el trueque para tirar hacia delante. 

El ejemplo más cercano lo tenemos en nuestras abuelas: en los pueblos cooperaban entre ellas para sobrevivir, tejían redes de resistencia al hambre, al frío, a la miseria, a la guerra, y al patriarcado. Como ellas viven millones de mujeres en el mundo, especialmente en zonas rurales.

Las mujeres feministas y las no feministas tejemos redes en todo el mundo y formamos comunidades para protegernos, para ser solidarias, para luchar por nuestras causas, y para avanzar hacia la construcción de un mundo mejor. Hay que fortalecer y multiplicar esas redes para cuidarnos entre nosotras, para que ninguna mujer tenga que luchar sola. 


Cuidarnos es resistir 

La única forma de resistir la violencia del patriarcado es mediante la solidaridad y el compañerismo entre nosotras. La sororidad, que es la capacidad de las mujeres para respetarnos, comunicarnos, ayudarnos entre nosotras, y cuidarnos, salva vidas a diario a muchas mujeres que están batallando para sobrevivir.  

Es necesario reivindicar la importancia de las redes de apoyo mutuo para la seguridad, el bienestar, y la salud mental y emocional de millones de mujeres, porque vivimos unos tiempos en los que la distancia social nos está separando cada vez más. Ya hay millones de mujeres luchando por sobrevivir a las 3 jornadas laborales, salarios precarios, desempleo, teletrabajo y crianza a solas, creyendo que su problema es personal, y no político. Y muchos millones de esas mujeres confinadas en casa, sufren malos tratos a diario y viven con miedo constante a ser asesinadas.

Cuando nos damos cuenta de que no es cuestión de mala suerte, sino un problema colectivo que afecta a la mitad de la población del planeta, es cuando por fin comprendemos que tenemos que necesitamos cambios sociales y políticos, y que unidas tenemos más fuerza. No sólo en la batalla política, sino sobre todo en las batallas que libramos día a día contra el machismo, la violencia, la discriminación, la precariedad y la pobreza, las injusticias y la falta de derechos humanos. Cuanto más solas estamos, más vulnerables somos. 



Cuidarnos es no competir  

Es importante relacionarnos con las demás mujeres con la idea de que no son una amenaza para nosotras, y que hay espacio para que brillemos todas, y para que podamos establecer alianzas. Nos representan siempre a las mujeres exitosas como mujeres solitarias a las que nadie quiere y a las que nadie necesita, para que creamos que triunfar en nuestra carrera tiene un coste muy alto. 

Si los hombres reciben la admiración de los demás, las mujeres solemos sufrir la envidia del resto. Y la envidia es muy dañina: se vuelve en contra nuestra en forma de chismes, rumores, y cotilleos que sirven para tumbar nuestro prestigio, para cuestionar nuestro talento, para dejarnos solas en el trono del éxito, y para bajarnos de él de forma bruca y violenta. 

Por eso es tan importante que las mujeres podamos brillar, y que enseñemos a las niñas la importancia del apoyo mutuo. 


Cuidarnos es aprender a trabajar juntas en lo esencial, sin que nuestras diferencias nos separen. 

No tenemos que pensar igual, ni tenemos las mismas creencias, ni tenemos que estar de acuerdo en todo. No tenemos que estar siempre unidas en todo, pero sí que podríamos aprender algo que nos puede ayudar mucho a todas: a abrazar la enorme diversidad, y a aceptar que nuestras diferencias son una fortaleza, no un obstáculo para entendernos.  

En todo el mundo, la mayor parte de los movimientos sociales fracasan porque los grupos se dividen, compiten entre sí, se atacan, y acaban desintengrándose por el hartazgo y el cansancio de las guerras internas. Los movimientos de izquierdas suelen perder mucho tiempo y energía en luchas de poder, en debates que no llevan a ninguna parte, en luchas de egos, y en guerras ideológicas que les convierten en un objetivo fácil para las derechas. Esta es la lección que hemos aprendido estudiando Historia: que funciona la estrategia del "divide y vencerás", y que para hacernos más fuertes, hay que estar unidas en lo esencial. 


Cuidarnos es despatriarcalizarnos 

Las mujeres no solo sufrimos violencia, también la interiorizamos y la ejercemos sobre los demás. Desde pequeñas nos hacen creer que las mujeres no somos confiables, no somos honestas, y no somos buenas personas. Así es como se nos mete la misoginia dentro y acabamos creyendo que las mujeres somos manipuladoras, retorcidas, caprichosas, egoístas, mentirosas, mezquinas y malvadas, maltratadoras y violentas. Por eso tantas mujeres buscan la amistad de los chicos, a los que siempre representan como seres nobles y transparentes, y por eso muchas mujeres creen que las mujeres somos las peores enemigas.

A todas las niñas nos educan para que reprimamos nuestro afecto y nuestro deseo sexual, y nos veamos como una amenaza unas a otras. Los hombres se benefician de nuestra misoginia: ellos nos necesitan solas, inseguras, llenas de odio y de miedo, y sumidas en guerras con otras mujeres. 

El maltrato, sin darnos cuenta, se nos mete dentro. El ego nos lleva a estar constantemente comparándonos con las demás, y sosteniendo luchas de poder que nos quitan la energía. 

Para parar la guerra mundial contra las mujeres, tenemos que dejar de hacernos la guerra a nosotras mismas, y dejar de hacernos la guerra entre nosotras. 


Cuidarnos es cuidar nuestras palabras, nuestra forma de comunicarnos y de resolver nuestros conflictos

Lo mismo en casa que en la fábrica, lo mismo en la cama que en la oficina, lo mismo en la intimidad que en público: tenemos que cuidar mucho nuestra forma de hablar a las demás, nuestra forma de tratarnos y de relacionarnos. Igual con las mujeres de tu familia y tus tribus, que con las mujeres a las que no conoces de nada. 

La única forma de sobrevivir a la violencia del sistema patriarcal es creando alianzas y redes de apoyo en nuestras tribus de gente querida, y en nuestros barrios y comunidades. 
 
En el feminismo, dado que el objetivo común es avanzar en la lucha por la igualdad, la libertad y los derechos de las mujeres, las mujeres tenemos que abrazar la ética de los cuidados, ponerle mucho amor a la forma en que nos hablamos, y a la forma en que negociamos para establecer alianzas. 


Cuidarnos es ocuparnos y preocuparnos por nuestra salud mental y emocional, y la de las demás

Es fundamental aprender el arte de la comunicación no violenta, y el arte de la gestión de las emociones, lo mismo con las compañeras feministas, que con las mujeres de tu vida. 

Podemos resolver los conflictos sin hacernos daño, podemos aprender a trabajar nuestras emociones para contener nuestros sentimientos negativos, podemos trabajar en los problemas con otras mujeres desde la filosofía de los cuidados, y podemos incluso, romper nuestras relaciones o pausarlas con amor si no van bien, o si nos hacen daño. 

Podemos apoyarnos entre nosotras y tratar de ahorrarnos todo el sufrimiento posible: hay que quererse mucho y muy bien para resistir, para estar sanas, y para poder disfrutar de la vida. 


Cuidarnos es apoyarnos y organizarnos

Sobre todo en los momentos en que las mujeres de nuestras vidas pasan por momentos difíciles y se sienten vulnerables. Las mujeres podemos organizarnos para brindar apoyo emocional y psicológico, logístico, monetario en esos momentos en que necesitamos saber que no estamos solas, que hay gente que nos quiere, y que pertenecemos a una comunidad en la que damos y recibimos a manos llenas.

Es muy importante que nos volquemos las unas en las otras cuando llega el cambio a nuestras vidas: cuando atravesamos dificultades económicas, o cuando se nos muere un ser querido, o cuando recibimos malas noticias sobre nuestra salud o la de nuestros seres queridos, o cuando nos estamos separando de nuestras parejas, o cuando iniciamos la dura travesía de la maternidad... necesitamos sentirnos escuchadas, protegidas, y acuerpadas por las demás. 


Cuidarnos es dejar de explotarnos unas a otras 

Según el lugar que ocupemos en la jerarquía patriarcal, las mujeres no solo sufrimos la explotación, también la ejercemos. Por eso es tan importante buscar soluciones colectivas a la maternidad, los cuidados y las tareas domésticas: no se trata de liberarnos nosotras para que nos sustituyan mujeres más pobres. 

Se trata más bien de luchar para que la conciliación deje de ser un mito y se haga realidad, para que los hombres se incorporen masivamente a las tareas de crianza y del hogar, y para repartir los cuidados entre todas y todos. Organizando nuestro sistema productivo y de consumo podríamos dejar de explotar a mujeres más precarias que nosotras: mujeres que limpian casas y edificios, que cosen calzado y ropa barata, que cuidan niños y mayores, y que sostienen en sus hombros todo el peso del mundo.  


Cuidarnos, también en los conflictos

Podemos debatir y disentir sin insultarnos, sin humillarnos, sin hablarnos con sarcasmo ni desprecio. Podemos resolver los conflictos sin violencia verbal y emocional, podemos tomar descansos para reflexionar y descansar, podemos discutir sin hacernos daño. 

Tienes derecho a que no todas las mujeres te caigan bien, y no quieras trabajar con todas. Pero no despilfarres tu energía en hacer llamados al linchamiento público de otras mujeres, no hagas suposiciones sobre mujeres que apenas conoces, no emitas falsas acusaciones, no juegues sucio en las batallas contra otras mujeres. 

No te apropies del trabajo ni de las ideas de otras mujeres, no le hagas competencia desleal, no trates de hundirla, y acepta que no tienes por qué portarte mal con mujeres que no te gustan o no son de tu agrado.

No sirve de nada, no te hace sentir bien, y no aportas nada a la lucha feminista: la ira hay que trasladarla hacia el enemigo común que nos quiere a todas de rodillas. 

Enfoquemos nuestra atención en renunciar a la estructura patriarcal de relación entre nosotras, para aprender a relacionarnos de otra manera. No podemos utilizar las mismas armas ni las mismas estrategias que utilizan los señores patriarcales: hay que trabajar para acabar con las jerarquías y las luchas de poder, porque suelen ser las raíces de todos los conflictos. 

Y hay que tener bien claro quienes son los que se benefician de nuestro sufrimiento, quiénes ganan cuando nosotras nos enfrentamos, y quiénes pierden (aquellas por las que luchamos). 

¿Y como cuidarnos cuando nos deseamos y nos amamos?, ¿cómo es el cuidado cuando formamos pareja entre nosotras?

Sigue leyendo en el siguiente post: 



Coral Herrera Gómez 



Artículos relacionados: 











20 de septiembre de 2020

Amor y cuidados entre mujeres lesbianas


¿Cómo aprender a querernos bien y a disfrutar del sexo y del amor entre nosotras? 

Todas las mujeres somos educadas en el patriarcado, y a todas nos envenenan el cerebro con el mito romántico.

Las relaciones entre nosotras también son patriarcales, y por eso desde el feminismo estamos trabajando para liberar al amor, y para liberarnos nosotras.

Las parejas de mujeres lesbianas y bisexuales tienden a reproducir los mismos esquemas de relación que las parejas heterosexuales. Ninguna nacimos siendo feministas, todas nosotras hemos aprendido a relacionarnos en estructuras patriarcales de dominación y sumisión. 

Por eso las mujeres también tenemos relaciones tóxicas y violentas entre nosotras: no sabemos relacionarnos en igualdad, y nos han hecho creer además que amar es poseer, que amar es controlar, que amar es convertirse en una policía o una carcelera. Nos han enseñado a domesticarnos y dominarnos entre nosotras, nos han hecho creer que el amor es una guerra. 

Nos han dicho que para amar hay que sufrir, que amar es poseer, que el amor verdadero es para siempre, que el amor te puede transformar la vida, que el amor todo lo puede... son los mensajes con los que nos han bombardeado durante toda la vida para convertirnos en adictas al amor, y en dependientes emocionales de por vida.

Las mujeres lesbianas y las bisexuales también mitifican e idealizan a sus parejas, también creen que el amor puede salvarlas, también sufren la necesidad de ser amadas y el miedo a la soledad, también se creen que estando solas les falta algo o están incompletas, también sueñan con un amor verdadero y para siempre. 

El amor entre mujeres también está, como el amor hetero, atravesado por el miedo y las luchas de poder. Así nos han enseñado a amar a todas, en casa, en la escuela, en la tele, en el cine, en la literatura... el mito del amor romántico está por todas partes. 

Cuando se junta la autoestima baja, los traumas de la infancia, y la dependencia emocional, es muy dificil construir relaciones igualitarias y sanas entre nosotras. 

No es nada fácil quererse bien ni cuidarse mutuamente cuando no sabemos aún cómo aceptarnos y cómo cuidarnos amorosamente a nosotras mismas. 

Además, las mujeres lesbianas tienen que batallar con un mundo patriarcal que no soporta el amor entre mujeres. La mayoría quisiera poder amar en libertad y ser feliz, pero es muy duro lidiar con el odio misógino y la lesbofobia a la vez. 


Dentro del colectivo LGBT, las mujeres lesbianas son las más invisibles, y las que mayor discriminación y violencia sufren. Es un colectivo aún controlado por los machos: ellos son los que manejan la mayoría de los recursos para luchar por la igualdad y la diversidad, ellos son los que aparecen en los medios de comunicación, los que reciben los aplausos y los que lucen sus disfraces en el desfile del Orgullo. 

Para las mujeres lesbianas es muy duro tener que esconderse y vivir en el armario, pero es muy duro también salir de él.

No es fácil, tampoco, tener relaciones en las que la otra persona no ha salido aún del armario, 

no es fácil sufrir el rechazo de tu familia y de tu comunidad, 

no es fácil vivir con la sensación de que no eres como las demás, 

ni convivir a diario con el miedo a sufrir agresiones verbales o físicas.


Más difícil aún es ser lesbiana feminista y sentir la enorme contradicción entre lo que piensas y lo que deseas, entre lo que dices y lo que haces: teóricamente hemos avanzado mucho gracias al trabajo que estamos haciendo por liberarnos del machismo y tumbar el patriarcado, pero nuestras emociones siguen siendo profundamente patriarcales, y nuestras relaciones también. 

Aquí lanzo algunas propuestas para que las mujeres podamos disfrutar más del sexo y del amor, y para aprender a cuidarnos más y mejor entre nosotras: 

 Olvidarnos de los patrones establecidos por el régimen heterosexual, de los estereotipos y los roles que nos asignan, desobedecer los mandatos de género. 

Romper con los mitos de los cuentos de hadas, destronar la pareja como forma suprema de amor, y tomar conciencia de todo el amor que nos rodea. 

- Explorar nuevas formas de querernos y de relacionarnos entre nosotras

- Cuidar a las mujeres con las que ligamos en persona y virtualmente, no importa si la relación dura unas horas, una noche, o un año. No importa si hay química, si se agota, si es una relación formal o una aventura: hay que tratarse bien incluso si no pasamos de la fase del cortejo. Buenos tratos todo el rato: al empezar, durante la relación, y al terminar.  

- Si empiezas un romance, ir despacito para conocer bien a la otra persona y evaluar con calma si hay condiciones para construir una relación.

- Tratarnos como compañeras de viaje: que los pilares de vuestra relación sean el apoyo mutuo, los cuidados mutuos, la lealtad, el compañerismo y el trabajo en equipo. 

- Aprender a escuchar y a comunicarnos con amor. 

- Aprender a negociar: con nosotras mismas, y con nuestras parejas, para llegar a acuerdos que nos permitan disfrutar del amor a las dos. 

- Vivir el amor con toda la libertad del mundo: sin modelos a seguir, sin religiones del amor, y sin modas que nos limiten o nos condicionen.

- Intentar hacernos la vida más fácil y más bonita, y que ese trabajo amoroso sea mutuo. 

- Respetar la libertad de movimientos de la pareja, que jamás ninguna tenga que pedir permiso para entrar, salir, subir o bajar, para pasear o viajar, para estudiar o trabajar.  

- Respetar los espacios y los tiempos de nuestra pareja. 

- Respetar las redes familiares, las redes sociales y afectivas de nuestra pareja.

- Tratarnos mutuamente como mujeres adultas, y autónomas, capaces de cuidarnos a nosotras mismas y de cuidar nuestras relaciones.

- Ser generosas entre nosotras: dar lo mejor de nosotras mismas, sin dejar nunca de ser nosotras mismas.

- Dedicarle tiempo al amor: es una de las bases fundamentales para cuidar una relación. Vivimos en un mundo en el que apenas tenemos horas en el día para amarnos, para cuidarnos, para dedicarlos a disfrutar del amor, por eso es tan importante organizarse bien para dedicarle tiempo de calidad a tu pareja.

- Si estáis enamoradas, y tenéis las mismas ganas, si os sentís correspondidas y amadas, apostarle al placer y al disfrute: las relaciones para que duren hay que nutrirlas y cuidarlas mucho. 

- Hablar mucho, negociar y elaborar juntas el contrato amoroso. Según vayaís evolucionando, podréis revisar los acuerdos y llegar a nuevos pactos.  

- Si vivís juntas, repartid equitativamente el peso de las tareas domésticas y de cuidados.

- Celebrad periódicamente una Asamblea del Amor en la que os planteeis qué podríais mejorar cada una, y qué necesitáis para disfrutar más aún de la relación.

- No meter en la pareja a las ex. El pasado debe quedar atrás para poder vivir el amor en libertad.

- Trabajarse cada cual todo aquello que no le hace bien, o le hace daño a la pareja y a los demás. Si trabajas para ser mejor persona, tus relaciones van a ser mejores, y esta es la base de la salud mental y emocional. 

- Cuidar la salud sexual, la propia y la de la compañera.

- Si las cosas van mal, hay que hacer el esfuerzo de tratarse bien en todo momento, incluso cuando nos sentimos dolidas o enfadadas, para evitar sufrir o hacer sufrir a nuestra pareja. 

- Revisar los patriarcados que nos habitan a cada una, y hacer autocrítica amorosa para trabajarlo también en la relación. 

- Cuida tus amores: tu pareja no debe ser el centro de tu vida. Debes cuidar siempre a tu gente querida, tengas o no tengas parejas. 

- Cuida mucho la forma en que usas tu poder, y el poder que te da el amor cuando alguien se enamora mucho de ti. 

- Cuidad la convivencia y los espacios compartidos: vuestro hogar tiene que ser un sitio seguro y libre de violencia, en el que ambas os podáis sentir a salvo y en paz. Es el refugio para descansar de las batallas del día a día, no un espacio para seguir guerreando. 

- Cuidarse y cuidar la salud mental y emocional: cada una debe sentirse la máxima responsable de su bienestar, pero también es importante preocuparse por el bienestar de la compañera con la que compartimos la vida, y apoyarla en los momentos más duros.  

- Ser sinceras y honestas cuando nos sentamos a hablar de nuestros sentimientos y del proyecto de pareja. Ser sinceras, también, cuando ese proyecto se está acabando, o cuando está peligrando por algún motivo. 

- Cuidar la comunicación: expresar lo que queremos y necesitamos sin miedo, y expresar nuestros deseos de una forma asertiva. 

- Cuando surjan conflictos, revisar las estrategias que ponemos en práctica para conseguir lo que deseamos o lo que necesitamos. 

- Evitar caer en luchas de poder: las cesiones tienen que ser equitativas, no es justo si siempre cede la misma. No siempre podemos llevar la razón en todo ni salirnos con la nuestra en todo, ni conseguimos siempre lo que queremos.  

- Encontrar momentos de amor pleno, de atención y escucha total: se trata de dejar las pantallas a un lado, centrarse en tu pareja, y demostrarle el amor que sientes con todos los sentidos puestos en ella. 

- Construir una relación sana e igualitaria, basada en el buen trato, la comunicación, la empatía, la solidaridad, los cuidados, y el amor compañero. 

- Aprender a pelearnos sin hacernos daño: sin humillaciones, sin insultos, sin gritos, sin acusaciones falsas, sin amenazas, sin ir a dar donde más duele. Podemos protestar y expresar lo que sentimos sin herir y sin agredir verbalmente.

En el amor y el sexo todo debe ser mutuo. Si no sentís lo mismo, podéis llegar a sufrir mucho. Cuidarse significa ahorrarse todo el sufrimiento posible, a ti y a tu pareja.

- Identificar a tiempo cuándo una relación no da más de sí, o cuándo empieza a doler, para no alargar el final y poder empezar el proceso de la separación.

- Separarnos con cariño cuando se acabe la relación, renunciar a la guerra, y tratar de hacerlo lo mejor posible para no sufrir ni hacer sufrir a la otra persona. 

 

Coral Herrera Gómez 





19 de septiembre de 2020

Disfrutar del Amor: 10 podcast para ti


Estoy impresionada con la audiencia que ha tenido mi programa de podcast "Disfrutar del Amor", han sido 10 capítulos de media hora emitidos desde mayo a septiembre. Me lancé a este mundo nuevo sin saber mucho, pero se ve que funcionó, porque el programa ya ha alcanzado las 90.000 descargas: 60 mil en Spotify, y 32 mil en Ivoox.

Millones de gracias a todas por escucharme, y por difundir los audios, ¡me hace muy feliz saber que os han gustado!

Aquí podéis escuchar y descargarodos los capítulos:

En Spotify:



En Ivoox:

18 de septiembre de 2020

Prohibido quererse: resumen de una distopía afectiva

Arte de Guillame Chiron



Prohibido quererse: resumen de una distopía afectiva. 

Para salvarnos la vida, prohibieron los besos, los abrazos, las muestras de cariño, y cualquier  demostración de afecto en escuelas, oficinas, y fábricas. Se invitó a las mujeres a renunciar a su vida sexual o limitarla a su marido, quien tenía. 

Sólo los hombres disfrutaron de espacios libres de normas y prohibiciones para tener contacto físico y relaciones sexuales, pero solo aquellos que tuvieron dinero para pagar la entrada a los burdeles. 

Aislaron a las personas mayores del contacto con su gente querida, y muchos murieron de soledad, en soledad. Nos repetían que no quedaba más remedio: para salvarnos la vida nos tenían que recomendar la distancia social y emocional, y la abstinencia sexual y afectiva. 

Usaron el miedo para que dejaramos  de juntarnos con familiares y seres queridos, y de hacer reuniones y fiestas para celebrar la vida. 

Cerraron aquellos espacios donde nos reuníamos para disfrutar del arte y la cultura, y para organizarnos frente a la barbarie, así trataron de parar a la gente que se organizaba en redes de apoyo mutuo y solidaridad. 

Mientras silenciaban el aumento de enfermedades mentales y los suicidios, insistían en que el aislamiento era necesario para salvarnos la vida. 

Lo único que se podía hacer era hacinarse en los buses y metros para ir a trabajar y consumir. Las actividades gratuitas quedaron prohibidas. 

Sólo podías pasear si ibas a comprar, y sólo podías quitarte la mascarilla pagando, así que la gente sin dinero tenía que estar siempre con la boca tapada, o encerrada en casa buscando en la pantalla un poco de calor humano. 

Las noches de amor pasaron a ser clandestinas, los abrazos se convirtieron en actos de subversión y los besos, en poesía revolucionaria. 

La gente se quería más, ahora que no podía, y desde esa necesidad urgente de contacto, de apoyo mutuo, de afecto y amor, brotó la rebeldía. Sólo así pudimos luchar contra la soledad, sólo así pudimos salvar nuestras vidas #solidaridad #redes #amor #distopía

Coral Herrera Gómez 

17 de septiembre de 2020

Entrevista a Coral Herrera en Radio Nacional de España

 


Aquí puedes escuchar la entrevista que me hizo Marta Pastor para su programa 
"Ellas Pueden" de Radio Televisión Española 

14 de septiembre de 2020

Dueña de mi amor. Mujeres contra la Gran Estafa Romántica



Con mucha ilusión, os presento mi sexto libro. Podéis encontrarlo en todas las librerías: "Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica" , es un libro de ensayos breves en los que denuncio a todos aquellos que se benefician del sufrimiento de las mujeres, y el gran negocio que hay montado alrededor de la Gran Estafa Romántica con la que nos ponen a todas de rodillas. 

¿Cómo lo hacen, cómo consiguen que tantas millones de niñas, adolescentes y adultas mujeres creamos que la felicidad está en encontrar a la media naranja, y en fundar una "familia feliz" junto al príncipe azul?, ¿qué pasa cuando nos damos cuenta de que es una trampa?, ¿cómo nos destruye por dentro el sufrimiento romántico, y quiénes se aprovechan? ¿Cómo vamos a proteger a las niñas para que no vayan desnudas a la guerra del amor patriarcal? 

Este libro es un llamado feminista a la rebelión de las mujeres: tenemos que desarmar a Cupido para que no nos someta más, y entender quién lo financia, quién se beneficia del sufrimiento romántico, y cómo liberarnos nosotras, y liberar a las nuevas generaciones de mujeres para que no vivan de rodillas frente al amor. 

Lo tenéis en papel en más de 200 librerías de España










 Una invitación a quitarle el arco y las flechas a Cupido, a destronar a los que quieren a las mujeres de rodillas y a liberarnos de las trampas del romanticismo.

Después de la revolución sexual, llega la revolución amorosa: las mujeres que queremos dejar de sufrir por amor estamos trabajando para desengancharnos de una de las drogas más potentes del mundo, y para evitar que más mujeres se conviertan también en yonquis del amor y sucumban a la gran estafa romántica. No podemos dejar solas a las niñas y adolescentes mientras las bombardean con cuentos de princesas y películas con final feliz. Hay que prepararlas para que no vayan desnudas a la guerra mundial contra las mujeres, creyendo ingenuamente en los mitos que nos ponen de rodillas: el mito romántico, el mito de la familia feliz, el mito de la conciliación. 

Coral Herrera nos invita a levantarnos, a quitarle el arco y las flechas a Cupido, a destronar a los reyes que nos quieren de rodillas, y a liberarnos de las trampas del romanticismo. En este libro la autora desenmascara a todos aquellos que se benefician del sufrimiento de las mujeres e interpela a los hombres para que se unan a la revolución haciendo autocrítica amorosa, individual y colectiva. Lo romántico es político: con el feminismo hemos aprendido que no somos esclavas del amor y que no estamos a merced de los dioses ni del destino. Coral nos anima a tomar las riendas y a luchar por nuestra autonomía y libertad: tenemos derecho al placer y a disfrutar del amor, y a no olvidar nunca que todas somos dueñas de nuestro deseo, de nuestros sentimientos y de nuestros sueños.

Dueña de mi amor: Mujeres contra la Gran Estafa Romántica

1 de septiembre de 2020

El Laboratorio del Amor en el mundo



Muchas somos de España, pero también estamos en Australia, Thailandia, Escocia, Holanda, México, Chile, Argentina, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Canadá, Francia... las mujeres de la Comunidad del
Laboratorio del Amor
estamos en 4 continentes, y en 20 países diferentes, ¡es impresionante ver en el mapa la red internacional y virtual de mujeres que hemos tejido!. Nuestra red de acompañamiento, de cuidados, de investigación y trabajo colectivo con mujeres de todas las edades y todas las clases sociales tiene ya 5 años, ¡me siento tan afortunada de formar parte y de ser la coordinadora de este proyecto! Mis compañeras son uno de los regalos más hermosos que me ha hecho la vida.

Aquí podéis ver todo lo que hacemos juntas, ¡sois bienvenidas!



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