Cuando hablemos de maltrato, de bullying, de acoso, de violencia verbal y emocional, de explotación, de gente que se porta mal con nosotras y nosotros, de gente tóxica que nos ha hecho sufrir, seamos capaces de hablar no sólo de lo que hemos sufrido, sino también de cómo hemos hecho sufrir a los demás.
Por ejemplo, si te sientes explotada en tu trabajo pregúntate como tú misma contribuyes a la explotación a través de tus actos de consumo (ropa barata cosida por niñas pobres, empleo doméstico precario, etc)
Si hablamos de cómo nos han herido o destrozado el corazón, hablemos también de cómo nosotras hemos roto relaciones o hemos rechazado a enamorados, si lo hicimos bien y si lo podríamos haber hecho mejor.
Si estás sufriendo los altos alquileres de una gran ciudad, pregúntate si no colaboras tú en el proceso cuando vas de vacaciones a otra ciudad y alquilas una casa o apartamento barato.
Si no te sientes bien cuidada, hablemos de cómo has cuidado tú a tu gente y a tus parejas.
Si hablamos del bullying que sufrimos, hablemos también de las veces que insultamos, humillamos y nos reímos de un compañero o compañera del colegio, de cómo abusamos de nuestros hermanos y hermanas menores, de cómo usamos nuestro poder para conseguir lo que queremos o necesitamos, en la infancia y en la actualidad.
Si hablamos de la violencia machista en redes, pongamos atención también a cómo debatimos entre nosotras en los temas más difíciles y apasionados, cómo tratamos a nuestros hijos e hijas cuando estamos enfadadas, o cómo discutimos con nuestra familia cuando nos sentimos dolidas.
Si hablamos de cómo derribar el patriarcado, lo primero es liberar al feminismo de las jerarquías, el combate de egos y las luchas de poder, y aprender a trabajar en redes por objetivos comunes.
Nos hace falta mucha autocrítica amorosa para poder ser mejores personas, para mejorar nuestras relaciones, y para llevar a cabo la revolución feminista.
Para lograr la transformación colectiva en la que estamos trabajando empecemos por nosotras mismas, en nuestras vidas cotidianas, a revisar nuestros privilegios, a tomar conciencia de lo que nos une, a ponerle más amor a nuestro día a día, a hacernos preguntas y a cuestionarnos a nosotras mismas, a enfocar el trabajo en el auto cuidado, en los cuidados a los demás, al resto de los seres vivos y al planeta Tierra.
Para despatriarcalizar la sociedad entera tenemos que empezar por los patriarcados que nos habitan, porque
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#AutocríticaAmorosa
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Coral Herrera Gómez
Coral Herrera Gómez