A quienes os estáis trabajando la violencia desde la autocrítica amorosa: empezad por lo más sencillo, que es también lo más difícil y lo más urgente. Probad a cuidar vuestras palabras y acciones cuando os sintáis invadidos por la indignación, la cólera, la rabia, los celos, la frustración...
Esos momentos de intensas emociones son los mejores para entrenar: tenéis que intentar expresar lo que sentís sin insultar, sin menospreciar, sin humillar, sin gritar, y sin hundir a la otra persona.
Lo mismo con tu pareja que con tus hijos e hijas, lo mismo en casa que en el trabajo, en la calle o en las redes sociales: expresa tu dolor o tu cabreo sin hacer daño a nadie.
Puedes desahogarte de mil maneras sin herir, puedes también alejarte hasta que te calmes. No puedes tratar mal a la otra persona, sea cual sea el motivo por el cual estáis en conflicto.
Cuando te sientas mejor, explica cómo te has sentido y por qué, y trata de pensar lo que dices , y cómo lo dices, y en cuidar con mucho amor tus palabras.
Es cuestión de ponerle conciencia y entrenar un poco cada día, en todos los espacios que habitas, y con toda la gente con la que tratas.
Cuídate y cuida a los demás, puedes poner en práctica la ética del amor y la filosofía de los cuidados a diario. No estás solo, no estás sola: piensa que somos cada vez más gente trabajando personal y colectivamente por un mundo libre de sufrimiento y violencia.
Coral Herrera Gómez