Ningún hombre nace violento, aprende a serlo. Primero le inoculan el miedo hacia el amor y hacia las mujeres para que no confíen en ellas, le cuentan que somos malvadas y retorcidas, manipuladoras, interesadas, caprichosas, y mentirosas.
El amor y el sexo son nuestras armas para seducirles, por eso se tienen que defender de nosotras y nuestra magia.
A los hombres les educan para que crean que el amor es una guerra y que para ganarla tienen que dominarnos, someternos, domesticarnos y utilizarnos como sirvientas (esposas), o como objetos de usar y tirar (todas las demás).
Deben defender su dominio y castigarnos si no cumplimos con nuestro rol. Después viene la frustración porque no obedecemos, porque nos queremos ir, porque no aguantamos más. Y esa frustración deriva en rabia, en rencor y en más odio.
Y por eso nos violan y nos matan a diario en todos los rincones del mundo.
El odio contra las mujeres se llama misoginia. La raíz del odio está en el miedo y en la incapacidad para tratarnos como si fuéramos seres humanos, seres libres y con derechos.
Para erradicar la violencia machista hay que trabajar ese miedo hacia el amor y ese odio hacia las mujeres que no solo sienten los hombres, también lo sentimos nosotras.
Nuestra cultura está impregnada de ese odio contra las mujeres y el único antídoto es el amor y la ternura. Hacia nosotras mismas, entre nosotras, y hacia todos los seres vivos de este planeta.
Solo el amor puede salvarnos ❤️
Coral Herrera Gómez