30 de agosto de 2024

Las heroínas del siglo XXI




Las heroínas del siglo XXI no llevan armas ni llevan capas. No están solas, luchan en grupo. No usan la violencia ni visten trajes sexys, no son mujeres atléticas, y no usan su fuerza física, sino su inteligencia, su sensibilidad, sus conocimientos, sus habilidades sociales, y su capacidad para trabajar en equipo. 

Son mujeres muy valientes que luchan por el territorio de sus comunidades, por el agua, por los derechos humanos, por la paz y la libertad. Son mujeres que se juntan para realizar diagnósticos sobre la realidad, para identificar los problemas y proponer soluciones. 

Son mujeres de todas las edades y etnias que protestan contra las injusticias, y creen que otro mundo es posible. Son mujeres generosas, solidarias, con unos valores y unos principios muy sólidos, y no se venden por unas monedas. Son mujeres honradas, y alegres que se organizan contra el narco, contra los ejércitos y los paramilitares, contra las multinacionales, contra los gobernantes tiranos que trabajan para los Señores de la Guerra y de las Farmacéuticas. 

Mujeres que se unen para erradicar la destrucción de la naturaleza, la pobreza, el hambre, la esclavitud y la trata. Juntas piden el fin de los femicidios y la violencia sexual, y luchan contra la explotación doméstica, laboral, sexual y reproductiva de las mujeres. Todas están volcadas en la tarea de acabar con las guerras y la violencia, pero muchas de ellas sufren represión , cárcel, torturas, y asesinatos. 

Porque aunque no lleven armas, tienen la capacidad de sacar a mucha gente a la calle, y de movilizar a amplios sectores de la población. Se enfrentan a los amos del mundo que están destruyendo el planeta y contaminando el aire que respiramos, los alimentos que comemos y el agua que bebemos. Ellas defienden nuestros ríos, bosques, pueblos, animales y seres vivos. Defienden a sus comunidades, pero también al ecosistema entero, y muchas pierden la vida.

Las heroínas del siglo XXI no salen en los cuentos, ni en las películas, ni en los telediarios, ni en los libros de texto. No protagonizan los cómics, ni los titulares de prensa, ni los libros de Historia. No tienen miles de seguidoras en redes sociales, no tienen dinero ni representación política. Muchas son mujeres pobres y sin estudios universitarios, muchas son indígenas, son negras, son campesinas, son madres, son lesbianas. 

Lo mismo se enfrentan a una hidroeléctrica internacional que excavan con sus manos buscando a sus hijas e hijos desaparecidos. Liberan a víctimas de la trata, ayudan a las personas migrantes, luchan por la Educación y la Sanidad, buscan a los nietos y a las nietas secuestradas, lideran los acuerdos de paz. Luchan en el campo, pero también en la ciudad, en las fronteras, en la selva, en los manglares, en el desierto, y la mayoría viven en América Latina (desde 2012 se han contabilizado cerca de 2.000 asesinatos de defensoras medioambientales y de derechos humanos en América Latina, y la mayor tasa de muertes la tiene Colombia)

Cada vez que viajo a México, Chile, Colombia… conozco a algunas de estas mujeres que luchan contra el sufrimiento de la población, y me vuelvo a España sobrecogida y llena de admiración. Sus historias me acompañan todo el tiempo, y cuando pierdo la fe en la Humanidad, acudo a ellas para volver a creer en la posibilidad de construir un mundo mejor. 

Porque ellas lo tienen todo en contra, ocupan la escala más baja de la pirámide social, no tienen derechos humanos, sufren todo tipo de abusos, explotación y violencia del capitalismo y del patriarcado, pero no se rinden porque no pueden: no dejan de luchar porque les va la vida en ello. 

Cuando se me baja el ánimo y me invade la desesperanza y la desolación, pienso en todo lo que están consiguiendo las heroínas del siglo XXI, en sus pequeñas y grandes victorias, y me siento muy afortunada por poder visitar sus países y poder aprender de ellas. Son nuestro modelo a seguir, son el ejemplo que necesitan las nuevas generaciones de niñas y adolescentes para sobrevivir en un mundo tan injusto y desigual. 

Con sus historias lo que una aprende todo el tiempo es que lo personal es político y que para construir un mundo mejor necesitamos aprender a pensar en el Bien Común y a organizarnos con otras mujeres para luchar juntas para transformar la realidad.

Las heroínas del siglo XXI nos guían como las estrellas en el firmamento: ellas caminan adelante para que todas podamos soñar con un mundo mejor.

Coral Herrera Gómez 


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29 de agosto de 2024

Love Revolution en Canadá



La Universidad de Quebec en Montreal me ha invitado a impartir una conferencia virtual en Chaire Erica, la Cátedra para el estudio de las relaciones íntimas, conyugales y románticas. 

Se titula: "The Love Revolution: Other ways of loving are possible"

Será en inglés, el 6 de septiembre, a las 9 am horas de Canadá, y podéis apuntaros aquí: 

https://erica.uqam.ca/


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22 de agosto de 2024

¿Tú tampoco puedes divorciarte? El drama de la vivienda y la cárcel del amor




¿Tú tampoco puedes divorciarte? El drama de la vivienda y la cárcel del amor 

Tengo varias amigas que se quieren divorciar y no pueden. Les mucho costó dar el paso y cuando finalmente acordaron con sus parejas la separación, se dan cuenta de que no les dan las cuentas porque los precios de compra y alquiler de casas están por las nubes. 

El sistema nos quiere de dos en dos, por eso nos castigan si no nos emparejamos. ¿En qué consiste el castigo? Hay cientos de miles las mujeres jóvenes que no pueden salir del hogar e iindependizarse porque no tienen pareja para compartir gastos, y muchas se ven obligadas a convivir con su familia o con personas desconocidas. 

El drama de la vivienda mantiene, además, a miles de mujeres atrapadas en relaciones en las que no son felices, relaciones que no funcionan, y también relaciones en las que sufren explotación doméstica, violencia psicológica y emocional, violencia económica, física y sexual. 

Muchas mujeres se irían si pudieran, pero con un solo salario no pueden irse a ninguna parte, sobre todo si tienen críos. Cuantos más hijos e hijas tienen, más difícil resulta escapar. Según las leyes, todas somos libres para divorciarnos, pero lo cierto es que sin autonomía económica no podemos. De todas ellas, las que más sufren la violencia son las mujeres pobres, las mujeres inmigrantes y las que sufren discapacidad. 

Unas pasan toda la vida soportando y resistiendo como pueden, y la violencia solo termina cuando ellos las asesinan o cuando ellos mueren. Estamos hablando de que hay mujeres que pasan 50 o 60 años sufriendo violaciones y malos tratos, y no tienen medios para huir.

Cada día resulta más difícil separarse: es un lujo al alcance de muy pocas parejas porque se necesitan dos salarios para vivir: uno va a la hipoteca o el alquiler, y el otro hay que dedicarlo a subsistir. En las grandes ciudades, en las islas y en la costa es imposible vivir sola en un apartamento, excepto para las mujeres que gozan de un buen salario y no tienen crías.

Seguimos creyendo que las mujeres en Occidente somos libres, pero las leyes que nos protegen son papel mojado. No importa si el Estado reconoce el derecho de las mujeres a divorciarse: estamos igual que en los países donde no se nos reconoce ese derecho, porque no hay condiciones para que todas podamos ejercerlo.

El matrimonio es una auténtica cárcel para millones de mujeres que no pueden romper el contrato y dejar la relación. Cuanto más pobres y precarias somos, menos derechos tenemos, y cuantos más hijos e hijas, más pobres somos y por tanto, menos libertad tenemos. No podemos elegir qué tipo de vida queremos llevar, ni con quién queremos vivir, ni cuánto tiempo queremos convivir con alguien. 

Nos casamos pensando que podremos separarnos cuando queramos, pero la realidad es que no podemos. 

Ana de Miguel lo explica muy bien: cuando tu vida está determinada por la necesidad, no eres libre. No hay derechos ni libertad de elección y de movimientos sin autonomía económica. 

La Vivienda es uno de los derechos humanos fundamentales: todos y todas necesitamos un refugio seguro y bajo techo para dormir y para vivir. 

Todas las mujeres tenemos derecho a poder vivir solas o con nuestras crías: tener pareja no puede ser una obligación, pero lo cierto es que vivimos en un mundo que nos quiere de dos en dos, consumiendo y aislados de los demás. 

Y lo cierto es también que las personas más pobres del mundo son mujeres con hijas e hijos. Por eso la lucha por los derechos humanos no sirve de nada si no se erradica la pobreza. Las mujeres que viven en la pobreza sufren más el abuso, la explotación y la violencia de sus caseros, sus jefes y sus maridos.

Ante el drama de la vivienda, muchas mujeres están organizándose en pequeños grupos para convivir juntas, compartir la crianza y compartir gastos. 

Ahora mismo lo único que nos salva son las redes de apoyo mutuo entre nosotras, junto con la lucha feminista por la igualdad, y la lucha social a favor del derecho a la vivienda y en contra de la gentrificación, la especulación inmobiliaria, la codicia de los fondos buitre, los desahucios y el turismo depredador. 

Lo personal es político: estamos derribando los muros de la cárcel del matrimonio, y estamos reclamando políticas públicas que garanticen la autonomía económica de todas las mujeres, para que todas seamos libres y podamos elegir con quien queremos compartir la vida. 

Coral Herrera Gómez 


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15 de agosto de 2024

Si no te enamoras y tu pareja sufre



Una de las cosas que más me costó aprender en la vida es que si no estás enamorado o enamorada, y tu pareja lo está pasando mal, hay que dejar la relación. A mí este consejo me habría venido súper bien, porque me ha tocado estar en ambos lados: no solo sufrí por la falta de reciprocidad, también he hecho sufrir porque no me enamoraba.

La honestidad es fundamental para que funcione una relación, y está muy bien ser sincero/a con tu pareja, pero no puedes aprovecharte de ella. Si tú no sientes lo mismo, juegas con ventaja. Lo más cómodo del mundo es dejarse querer, pero no es justo.

No podemos olvidar que cuando no alguien no se siente correspondido/a, inevitablemente sufre. 

Cuando la pasión no es mutua, hay gente que se resigna y se conforma con las migajas del amor, pero es por falta de autoestima, y porque nos han hecho creer en los milagros románticos y en la cultura del aguante, del sacrificio y del sufrimiento.

Sin embargo, en algún momento todos y todas protestamos cuando no nos sentimos cuidados y queridos. Aunque aceptemos que nuestra pareja no quiera vínculos románticos con nosotras, nos cuesta mucho no caer en la trampa de exigir o mendigar amor. Aunque sepamos que la otra persona no quiere comprometerse afectivamente, nos cuesta mucho reprimir nuestras emociones, y renunciar al deseo de ser amados. 

En nuestra cultura se asume que es la persona enamorada la que debe de dar el paso para romper la relación. Pero lo cierto es que cuesta mucho por el autoengaño, y porque cuando estamos muy cegados por el amor no perdemos la esperanza de que la otra persona al final se enamore. 

Yo me di cuenta de que cuando no te enamoras y tu pareja está sufriendo mucho, una debe asumir su responsabilidad afectiva y dejar la relación para que no se prolongue el calvario romántico. 

Es cierto que no es fácil dejar a alguien que te gusta, con la que conectas súper bien en la cama y fuera de ella, con la que te diviertes y te gusta compartir tiempo, pero también es cierto que es doloroso ver sufrir a alguien por ti. Y los reproches, las peleas, los llantos y el sufrimiento pueden llevaros a una relación tóxica de maltrato mutuo.

Si no tenéis las mismas ganas, si no hay el mismo nivel de intensidad emocional, si la relación está desequilibrada, el sufrimiento está asegurado. 

Asi que para ahorrarte sufrimiento a ti y a tu pareja, lo mejor es sentarse a hablar para valorar si se dan las condiciones para quererse bien. Y si no se dan, es mejor deshacer el lazo y que cada uno siga su camino.

Para que todos y todas podamos disfrutar del sexo y del amor, el deseo y los sentimientos tienen que ser recíprocos, y los cuidados deben ser mutuos. 

Coral















28 de julio de 2024

¿Cuánto cuesta ser o tener una esposa perfecta?

 



Ahora que se están poniendo de moda las esposas perfectas o trad wives, vamos a hablar de lo caro que resulta ser o tener una, y del costo que tenemos que pagar hombres y mujeres: 

¿les sale más caro a ellos o a nosotras?


El coste para los hombres 

Tener una esposa perfecta requiere hoy en día de un salario doble. Solo los hombres que sean capaces de generar los ingresos suficientes para mantener a una familia pueden permitirse el lujo de tener una esposa perfecta. Las mujeres perfectas no solo necesitan agua potable, comida, y techo. También necesitan mucho dinero para lucir bellas y jóvenes, y para poder mantener la imagen de esposa y madre perfecta: 

- Moda: ropa, calzado, complementos y accesorios: las esposas perfectas van siempre a la moda, y a través de su imagen le dan prestigio al marido que las mantiene. Así que necesitan estar siempre atentas a las novedades del mercado, a las tendencias y a las influencers que nos dicen que debemos llevar en cada temporada: seguir el ritmo de la moda es muy caro y requiere de mucho tiempo libre. 

- Belleza: las esposas perfectas llevan las uñas perfectas, el cabello perfecto, lucen las tetas y los glúteos perfectos, e invierten mucho tiempo en luchar contra sí mismas: para erradicar kilos, arrugas, pelos, e imperfecciones, hace falta invertir mucho dinero. Algunas necesitan pasar periódicamente por el quirófano, pero lo que necesitan todas siempre es acudir todas las semanas al salón de belleza, donde tienen acceso a tratamientos modernos para combatir la flacidez, la celulitis, las acumulaciones de grasa, el vello corporal, etc. Además, también tienen en casa cosméticos, cremas, y aparatos de todo tipo que las ayudan a lucir siempre bellas y radiantes. 

- Gastos del Hogar: las esposas perfectas gastan mucho dinero en electrodomésticos y robots último modelo, en renovar el mobiliario del hogar y pintar las paredes cada dos o cada cinco años, en mantener la casa perfecta, limpia, confortable y cálida. Las esposas perfectas siempre están al tanto de las novedades en diseño de interiores, y siempre quieren una casa más grande y un auto más moderno. 

- Gastos de personal: cuanto más rico seas, más gente necesitará tu esposa perfecta. Las más humildes tienen empleadas del hogar, cuidadoras de personas mayores, y niñeras. Las más adineradas necesitan chofer, nutricionistas, jardineros, peluqueros, expertos en estética, masajistas, maestros espirituales, entrenadores, coachers motivacionales, asistentes, y paseadores de perros. 

- Ocio: para poder lucirse en redes sociales, las esposas perfectas necesitan viajar para demostrar que su marido tiene dinero, así que tendrás que pagar hoteles, apartamentos, vuelos, comidas y cenas en lugares bonitos. Además, las esposas perfectas presumen de estar en la onda y les gusta acudir a todos los eventos que se organizan para las familias felices: espectáculos teatrales y musicales, conciertos, festivales, exposiciones para el público infantil, etc. 

- Hijos e hijas: las esposas perfectas gastan mucho dinero para construir la familia feliz que necesitas. No sólo hablamos de los gastos normales (comida, ropa, libros, juguetes), también de colegios y universidades, niñeras, psicólogas, terapeutas, profesoras particulares, y clases extraescolares (tenis, piano, inglés...) además de los gastos del tiempo de ocio (parque de diversiones, zoos, acuarios, conciertos, espectáculos infantiles) Cuantos más hijos tengas, más dinero tienes que invertir para poder presumir de tener una familia feliz. 

- Gastos espirituales: las esposas perfectas necesitan dinero para ir al gimnasio, para contratar a un entrenador personal, o para darse masajes relajantes, pero también necesitan invertir en su dimensión espiritual y religiosa. El mercado de la espiritualidad es caro, tanto para las mujeres que practican religiones tradicionales como para las fieles a las nuevas pseudoterapias realizadas por gurús, chamanes e iluminados.  

-Gastos Variados: por ejemplo, gastos en tecnología, para estar siempre en la onda, o dinero para practicar la caridad y dar una buena imagen. Gastos extras siempre va a haber, porque el mercado no para de sacar artefactos, artilugios, complementos, y cacharros que te venden como imprescindibles. 


El coste para las mujeres

Las mujeres que quieren convertirse en esposas perfectas tienen que hacer una inversión monetaria antes de ser elegidas por un esposo perfecto, para mantenerse bellas y radiantes, hasta que logran subir al trono. 

Pero de ahí en adelante, el costo ya no se paga con dinero: pagas haciendo renuncias y sacrificios. 

Pagas con tu libertad y con tus derechos humanos, con tu dignidad, tus principios, tus ideales y tu lealtad. 

Pagas con tu tiempo y tu energía. 

Pagas con tu cuerpo, para prestar servicios sexuales y reproductivos. 

El coste psicológico y emocional que pagan las mujeres para ser esposas perfectas es enorme. Porque renunciar a ti misma no es gratis, y no es tampoco una buena inversión, ya que corres siempre el riesgo de perderlo todo si él te deja. 

Listado de las principales renuncias que tendrás que hacer para ser una esposa perfecta: 

- Renunciar a ti misma: para ser una esposa ideal tienes que renunciar a ser tú el centro de tu vida, y a desplazarte a ti misma para que lo ocupe tu marido. 

Ni siquiera cuando te conviertas en madre él dejará de estar en el centro de tu vida. Tus hijos serán siempre secundarios: lo primero será siempre él. 

Sus necesidades y sus deseos serán siempre prioridad para ti, por encima siempre de los tuyos. 

Su bienestar, su comodidad, su felicidad estará siempre por delante de la tuya. 

- Renunciar a recibir cuidados: el principal privilegio de los hombres es recibir cuidados sin darlos, así que tendrás que asumir desde el principio que tú no importas, y que no mereces que te cuiden. Él solo está obligado a darte dinero y a hacer algún recado: si enfermas, tendrás que cuidarte tú sola, si te accidentas, lo mismo. Tendrás que salir sola de las crisis y de los problemas, porque tu rol es servir a tu marido, y más vale que te mantengas sana y en forma, y te comportes como una super woman que puede con todo. 

- Renuncia a tu gente querida: olvidaté de tu grupo de amigas y amigos, e incluso a tu propia familia, si no es del agrado de tu marido. Tendrás que aprender a estar sola, porque los maridos perfectos están siempre muy ocupados en sus negocios y en sus reuniones. Tus relaciones con los demás deberán siempre ser superficiales, porque la amistad requiere tiempo y ternura y tú tienes que ponerla toda en tu marido y tu casa, aunque él no esté nunca en casa. 

- Renuncia a tus pasiones: tendrás que adaptarte a las pasiones de él y acompañarlo a sus torneos de surf, de golf, de tenis, de paddle, de ajedrez, y acudir cuando él te lo pida a animarle en maratones, triatlones, partidos de fútbol, y competiciones deportivas de todo tipo. Todo depende de la suerte que tengas, también te puede tocar un esposo aficionado a la música, al arte y a la cultura, o te puede tocar uno de esos que van a los casinos, o pasan todo el día en los bares: cualquiera que sea su pasión, te tiene que gustar a ti también. Cualquiera que sea tu pasión, tendrás que renunciar a ella. 

- Renuncia a tu carrera profesional para que él pueda desarrollar la suya y brillar por todo lo alto. Quizás tu marido te permita tener un negocio de jabones aromáticos, o diseño de ropa de bebés, una línea de perfumes, o cosas que te permitan generar ingresos desde casa. Pero ten cuidado con el éxito: tus ingresos no deben superar los suyos para que él no se sienta inferior a ti. Y nunca deberás robarle tiempo a tus obligaciones en la casa: lo primero es tu marido, tus hijos e hijas y tu hogar. Tendrás que hacerlo en el tiempo que te sobra. 

- Renunciar a tu autonomía y a tus derechos sexuales y reproductivos. Es tu marido el que decidirá cuantos hijos vais a tener, y cada cuánto tiempo debes quedarte embarazada. Puede ocurrir también que tu marido no quiera tener hijos, y te veas obligada a renunciar a tu maternidad. Todo dependerá de la benevolencia de tu marido, y de sus deseos, pero toma nota: los maridos saben que cuantos más hijos tengas, más esclavizada estarás al hogar. 

- Renuncia a tener una relación monógama: tendrás que vivir con miedo permanente a los cuernos, y asumirlos con la misma dignidad que los han asumido siempre las marquesas, las condesas, las princesas y las reinas. Tu misión es vigilar a tu marido sin asfixiarle, y tolerar las noches de pasión ocasionales de tu marido, pero en ocasiones te verás obligada a compartir recursos con amantes que duran meses o años en la vida de tu querido esposo. Puede que te de rabia, pero tendrás que asumirlo con resignación, y sin que se te note demasiado el miedo y la ira que sientes. 

- Renuncia a tu libertad de movimientos: piensa que las esposas perfectas están siempre en el hogar: solo salen de él para ir al súper, al salón de belleza, al gimnasio, a la iglesia y al médico, así que tendrás que renunciar a tu libertad de movimientos y estar siempre localizable y conectada por si tu marido quiere saber dónde y con quién estás. 

- Renuncia a decir que no: las esposas perfectas están siempre dispuestas si sus maridos les necesitan. Da igual que te apetezca o no, tienes que adaptarte a su agenda y estar disponible para ir a una comida, una cena, una fiesta. También tienes que estar dispuesta si él va y no te lleva a ti, porque hay reuniones en las que los hombres no llevan a las esposas, sino a las amantes.

- Renuncia a tu poder: siempre deberás tener presente que quien manda es tu marido, y a veces no te gustarán las decisiones que toma, pero no puedes llevarle la contraria. Él es el jefe, él pone las normas, y tú y los niños obedecéis, como si estuvieras viviendo bajo una monarquía absolutista . Tú puedes proponer algunas cosas, pero siempre han de ser sugerencias o súplicas, nunca imposiciones: "podríamos ir de vacaciones a... ", "podríamos contratar a un profesor de inglés para el niño...", "¿qué te parece si compramos un sofá nuevo?"

- Renuncia a la protesta y a las quejas: a los esposos perfectos no les gustan las mujeres amargadas, frustradas, o enfadadasEllos quieren ver a sus mujeres siempre con una sonrisa, sirviendoles la mesa con dulzura y amabilidad, cocinando de buen humor, y prestando servicios sexuales en la noche con actitud sumisa y complaciente. Ser una esposa perfecta consiste en tragar, soportar, aguantar, y callar. 

- Renuncia a expresarte con libertad: tendrás que aprender a reprimir tus emociones, especialmente el enfado y la ira, pero también la pena. Las esposas perfectas no se enfadan, no se ponen tristes, no se quejan, y no montan broncas cuando están insatisfechas. Debes ser humilde y agradecida, y estar siempre contenta. 

- Renuncia a tus ideales románticos: todos los maridos necesitan hacerse sus escapaditas de vez en cuando: tu papel como carcelera es mirar para otro lado, y relajar la guardia para que él pueda tomar oxígeno y vuelva al hogar contento por haber ejercido su libertad y haber disfrutado de sus privilegios de macho. Lo que sí debes pedirle es discreción para que la imagen de la familia feliz no se vea dañada. 

- Renuncia a tus derechos humanos fundamentales para convertirte en una sirvienta: tu nivel de esclavitud dependerá de la suerte que tengas con tu marido. Hay maridos que se conforman con verte encerrada en casa todo el día, y otros que son auténticos tiranos. 

Son muchas renuncias, ¿verdad? 

Pero además tomar la decisión de invertir en tu papel de esposa perfecta conlleva unos riesgos enormes.

Aquí un listado de los riesgos que corres

- Que tu marido te abandone por otra mujer más joven, sobre todo a partir de los 40. Es un riesgo que tienes que correr, aunque puedes intentar mantener a tu marido junto a ti siendo más complaciente y tratando de luchar contra la edad y los kilos de más. Aunque te esfuerces mucho por mantener la línea, lo cierto es que tienes que asumir que ese riesgo está siempre ahi, y que incluso cuando luces muy bella y muy joven corres el peligro de ser sustituida por otra, como le ocurrió a Shakira, una mujer rica, inteligente, con talento, trabajadora, bella, sexy, buena madre y buena esposa: Piqué abandonó a la diosa y se largó con una mujer más joven, más dulce y más discreta que ella. 

- Que tu marido se muera: ¿qué haces tú sin amigos, sin amigas, sin pasiones, sin dinero, sin profesión, sin red de apoyo? Hay muchas mujeres que creen que sus maridos son inmortales, pero también hay muchas otras que creen que cuando ellos mueran podrán vivir de la herencia. ¿Sabías que muchos maridos perfectos lo que dejan son enormes deudas, y no dinero? 

- Que dejes de ser útil y ya no sirvas para tu función: las esposas perfectas no pueden enfermar, ni envejecer, tienen que estar siempre sanas y dispuestas a complacer a su marido. Si te accidentas, si te ocurre algo grave, te vas a ver completamente sola, porque los maridos perfectos no cuidan. Te pueden comprar bombones o flores, joyas y vestidos, pero no te cuidan. Y si enfermas gravemente lo más probable es que te dejen. Ellos tienen el poder económico: si fallas en tu papel y no eres tan perfecta, corres el peligro de ser abandonada y sustituida por otra mujer más complaciente y más preparada.  

- Que tu marido cambie o se transforme, y pase de ser un tipo alegre y simpático a ser un amargado. O que pase de ser un hombre de negocios exitoso a quedarse en la ruina. O que pase de ser un hombre enamorado a desenamorarse por completo de ti. Pueden pasarle mil cosas a tu marido perfecto: que se quede sin trabajo, que quiebre sus negocios, que se canse de la familia feliz, que se canse de ser hombre. Piensaló, pueden ocurrile mil cosas: que se convierta en un ludópata y se juegue la casa y los ahorros en una sola partida, que se convierta en alcohólico, que se deprima y lo deje todo, o que se vaya de pronto a un país lejano a buscar la iluminación y a encontrarse a sí mismo. 

- Que te maltrate y acabe con tu vida: el mayor riesgo que corres como esposa perfecta es ser víctima de feminicidio. Si te toca un marido maltratador, no te va a ser fácil dejarle si no tienes dinero y gente querida que te apoye.Hay muchas esposas perfectas que sufren violencia psicológica, sexual, emocional, física y económica durante décadas, y su infierno sólo termina cuando él se muere, o cuando mueren ellas. Y es que al convivir con un tipo violento del que dependen económica y emocionalmente se arriesgan a perder la vida: 137 mujeres mueren asesinadas cada día en el planeta a manos de su pareja, ex pareja u otros hombres de la familia. 


Como ves sale muy caro ser una esposa perfecta, y los riesgos son demasiado altos. Las relaciones de dependencia y de sumisión nos hacen muy vulnerables y nos hacen sufrir mucho, y el sufrimiento no es gratis. Nunca es gratis. Sufrir daña tu salud física, mental y emocional, te pone en peligro, te acorta la vida, o te la arrebata de cuajo.

No te olvides: a nosotras las mujeres nos sale mucho más caro ser esposas perfectas que a los hombres tener esposas perfectas. Cuanto más sumisas somos, peor nos tratan los hombres: no nos compensa depender de ellos nunca. 

Coral Herrera Gómez


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27 de julio de 2024

Necesitamos apoyo y solidaridad: nos están matando




Necesitamos cuidados y ayuda de toda la población con urgencia. Necesitamos solidaridad y apoyo para acabar con el terrorismo machista. Necesitamos llenar las plazas y las calles de gente pidiendo un alto el fuego en la guerra contra las mujeres.  

Nosotras las feministas apoyamos las causas de muchos movimientos sociales, asociaciones vecinales, sindicatos, colectivos ecologistas, pacifistas, antimilitaristas, LGBTIQ y sin embargo cuando salimos a la calle a pedir que dejen de matarnos, estamos solas. 

En todas las aldeas, pueblos y ciudades de España hay colectivos y mujeres feministas protestando con cada femicidio y cada asesinato de niñas y niños, pero la población no se indigna ni se conmueve. 

Necesitamos un cambio en los medios, que siguen presentándo los femicidios como casos aislados, necesitamos escuchar a las víctimas y a sus familias, y que la gente conozca las soluciones que existen para erradicar la violencia. Muchas personas creen que no se puede hacer nada para acabar con la violencia contra las mujeres, pero claro que se puede. 

Si las plazas se llenaran de miles de personas pidiendo el fin de los discursos de odio contra las mujeres, el fin del acoso y las violaciones, la erradicación de la explotación laboral, doméstica, sexual y reproductiva de las mujeres, la eliminación del abuso sexual infantil y los asesinatos de niñas y niños por violencia vicaria, los machistas se quedarían solos. 

Si el rechazo social fuese masivo, los acosadores, los maltratadores, los violadores, agresores y asesinos no podrían actuar como hacen ahora, arropados por la indiferencia de una sociedad que mira para otro lado y que sigue culpando a las víctimas de las agresiones que sufren. 

Necesitamos apoyo del sistema educativo, para que vacune a la gente joven contra la misoginia. 

Necesitamos también el apoyo de los gobernantes para que protejan a las víctimas de violencia machista y para que destinen el dinero del Fondo del Pacto de Estado Contra la Violencia Machista a los Refugios de mujeres.

Además necesitamos la solidaridad de los productores y creadores de las industrias culturales para que dejen de perpetuar los valores del patriarcado a través de los mitos y los estereotipos, y dejen de romantizar la violencia contra las mujeres en sus relatos.

Necesitamos a los movimientos sociales: a las feministas nos han pedido que abracemos todas las causas sociales, ahora nosotras os pedimos también abrazos a todos y a todas.

Que no se os olvide, sobre todo a los hombres, tanto hegemónicos como diversos, que para que las relaciones sean igualitarias, el apoyo ha de ser siempre mutuo, y los cuidados siempre recíprocos. 

El cambio que necesitamos es que los hombres tomen conciencia y se conmuevan, y salgan masivamente a las plazas a condenar los atentados que sufrimos contra nuestros derechos y nuestras vidas. 

Hombres valientes que alcen su voz y den la cara contra la injusticia, hombres que sirvan de ejemplo a otros hombres y que demuestren que nuestras vidas valen tanto como las suyas, y nuestros derechos son iguales que los suyos. 

Si los hombres no reconocen la misoginia que impregna toda nuestra cultura, y que todos llevamos dentro, no podremos acabar con los asesinatos de mujeres. 

Ya es hora de que deis un paso al frente y seáis compañeros de verdad. 

Necesitamos que seáis valientes y pongáis en práctica la la empatía, la solidaridad, la ternura, los cuidados, y el compañerismo, 

porque nos están matando y estamos solas en la lucha contra la violencia.


En España nos matan a 1 cada 3 dias. 


En México 1 cada 2 horas. 11 mujeres cada día.


En todo el planeta, 137 mujeres asesinadas cada día por sus parejas, ex parejas y otros hombres de su familia. 


 #Nosestanmatando #TerrorismoMachista #misoginia #StopViolenciaMachista #Compañerismo #Solidaridad #compañerismo #ApoyoMutuo

Coral Herrera Gómez 


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21 de julio de 2024

Ellos buscan sirvientas, nosotras buscamos compañeros



Los hombres van buscando mujeres del pasado, las mujeres vamos buscando a los hombres del futuro. 

Ellos buscan sirvientas, nosotras buscamos compañeros.

Por eso es tan difícil hoy en día encontrarnos y juntarnos para disfrutar del sexo y del amor. Nosotras no vamos a dar ni un paso atrás: os toca a vosotros avanzar.


No hay nada más frustrante que la búsqueda del príncipe azul moderno y la princesa rosa tradicional.

Los hombres buscan mujeres sin pasado, virgenes, puras, complacientes, sumisas, discretas y obedientes. Quieren mujeres que ejerzan de mamás, de niñeras, cuidadoras, asistentas, secretarias, enfermeras, cocineras, limpiadoras, psicólogas, cuidadoras que sepan llevar un hogar como Dios manda. 

Quieren un freno de mano y una carcelera que les deje escaparse de vez en cuando. Quieren mujeres perfectas que cuiden a cambio de nada, y no las ncuentran. 

Quieren que la mujer perfecta no envejezca jamás, que lo haga todo con amor y ternura y alegría, que no proteste, y que además tengan tiempo para trabajar fuera de casa, y para cuidar su línea y mantenerse delgadas y eternamente bellas. 

La súper mujer que puede con todo es un mito muy potente, pero el día tiene 24 horas, y no se puede ser la mejor profesional, la mejor esposa, la mejor madre, la mejor hija, la mejor vecina, y la mejor ama de casa. Vivimos agotadas y empastilladas tratando de llegar a todo.

Es imposible cumplir con el rol asignado por el patriarcado y por el capitalismo de una forma total y absoluta, y a los hombres les frustra mucho no poder encontrar una mujer que se entregue a la causa del matrimonio y de la familia feliz, que trabaje fuera pero no demasiado, que cobre un buen salario pero que no sea mejor que el suyo, que sea una mujer que no se canse nunca, que no necesite vacaciones ni tiempo para sí misma, que no enferme nunca, que siempre disponible para cubrir tus necesidades básicas, que no se enfade y lo haga con una sonrisa, y que se quede contigo para siempre.

¿Dónde encuentras hoy en día una adorable esposa que te permita hacer tus escapaditas de macho, y luzca sus cuernos con la dignidad de las reinas y las marquesas?, ¿dónde encuentras hoy una mujer que no tenga sueños propios y quiera sacrificarse por ti a cambio de nada?, ¿dónde encontrar una esposa confiable que no te traicione jamás y aguante todo lo que le eches?

En ningún lado. 

Incluso las mujeres patriarcales que cumplen con su rol de sirvientas protestan cuando sus seres queridos las explotan y las hacen daño. 

Las mujeres en su mayoría quieren reciprocidad en los cuidados, y protestan cuando sus maridos e hijos abusan de ellas y las tratan mal.  

Por mucho que lo intentemos, no podemos ser tradicionales, modernas y posmodernas a la vez, no es posible imitar a nuestras abuelas y a nuestras madres y además ser una mujer de hoy en día. 

Las 24 horas del día no son suficientes para ser las mejores en todo. 

También hay muchas mujeres que sufren porque están buscando a un hombre que no existe aún. O existe, pero son muy pocos hombres en el mundo. Estamos hablando del hombre del futuro, aquel que ha sido educado para aprender a cuidarse a sí mismo, cuidar los espacios que habita, y cuidar a sus seres queridos. 

Es el hombre que practica la autocrítica amorosa, renuncia a sus privilegios de macho, desobedece los mandatos del patriarcado, y ha aprendido a relacionarse con mujeres sin abusar de ellas y sin dominarlas. 

Un hombre autónomo que no necesita sirvienta y que sabe relacionarse con sus parejas sexuales y sentimentales sin tener que dominarlas. 

Un hombre honesto capaz de hablar de sus emociones y de expresarlas sin hacer daño a nadie. 

Un hombre adulto que se lo trabaja para ser mejor persona que su padre y sus abuelos.

Haberlos haylos, pero son muy pocos. 

Los niños varones que estamos criando serán autónomos, pero sólo si tienen referentes a su alrededor y en la cultura, y por ahora no tienen. Los únicos referentes que nuestra cultura les ofrece son machos destructores y mutilados emocionales, así que necesitan ejemplos a su alrededor para construir su masculinidad desde la ética del amor y la filosofía de los cuidados.

Las mujeres llevamos décadas trabajando en nosotras mismas: vamos a terapia, devoramos libros y podcast, hacemos talleres, cursos, másters, posgrados, nos juntamos en grupos para trabajar en nuestra sexualidad, nuestras emociones y nuestras relaciones. 

La brecha emocional y relacional entre hombres y mujeres se agranda cada vez más, porque no es que ellos vayan más lentos, es que la gran mayoría aún no han empezado, y además hay un sector significativo de hombres que quieren volver a aquella gloriosa época en la que las mujeres no salían de casa. 

Estos hombres se resisten, iracundos, a los cambios sociales que está provocando el feminismo. Están cabreados, asustados, dolidos, y creen que cuanto mejor nos va a nosotras, peor les va a ellos. Nos odian a todas, porque no somos de fiar, porque las mujeres somos todas malas y perversas, porque no nos dejamos domesticar como los animales.

Buscan a su abuela para casarse con ella y no la encuentran, claro. 

Nosotras buscamos a hombres que sepan tratarnos como a compañeras, y tampoco los encontramos, claro. 


¿Qué hacemos entonces? 

Nosotras tenemos que seguir nuestro camino, no podemos sentarnos a esperar. El día en el que los hombres no encuentren a ninguna mujer con la que emparejarse, entonces quizás si sientan la necesidad de hacer un cambio, porque solos no quieren estar. 

Ellos que se unan cuando quieran, o que escojan su propio camino. Nosotras sigamos caminando nuestro presente, no podemos quedarnos sentadas: ya despilfarramos muchos años esperando el milagro romántico.

Nosotras ya sabemos que no podemos cambiar a nadie: el único cambio posible es el que puedes hacer tú en ti misma. 

Cada cual se tiene que trabajar a sí mismo/a para llegar al cambio que necesitamos: lo personal es político y las transformaciones individuales propician las transformaciones sociales. 

Los hombres van tarde ya: nosotras no vamos a dar ni un paso atrás. 

Seguimos caminando.


Coral Herrera Gómez 


Vente a caminar con nosotras a

la Comunidad de Mujeres del Laboratorio del amor ❤️





25 de junio de 2024

Coral Herrera en Colombia










La organización de mujeres Puenteras inició un proyecto hermoso hace unos meses para llevar la Revolución Amorosa a Colombia: ha logrado reunir a muchas organizaciones de mujeres en torno a este proyecto, ha organizado muchas actividades, presenciales y virtuales, y lo ha logrado. 

Ya están a la venta las entradas para los eventos en Bogotá y Villavicencio que tendrán lugar la última semana de agosto, podéis adquirir vuestros boletos en esta página web

6 de junio de 2024

Coral Herrera en el Cine

 



Tengo el honor de poder participar en dos cine-forum en las próximas fechas: 

el 7 de junio en Málaga (Festival de Cine de Málaga) , y el 13 de julio en Madrid (CSIC). 





En Málaga tendrá lugar en el Cine Albéniz, el viernes 7 de junio de 10 a 13 horas, y está organizado por el Ayuntamiento en el Marco de las Jornadas de Corresponsabilidad. 
Analizaremos la película "À Plein Temps" y no hace falta inscribirse. 



En Madrid tendrá lugar en el CSIC, el viernes 19 de julio, la película se titula "Un Amor"
 y participa también Petra J. Benyei,



 


¿Qué es "lo normal"?, ¿Quién es "normal"?







"Cuando un juicio no puede enunciarse en términos de bien y de mal se lo expresa en términos de normal y de anormal. Y cuando se trata de justificar esta última distinción, se hacen consideraciones sobre lo que es bueno o nocivo para el individuo. Son expresiones de un dualismo constitutivo de la conciencia occidental". 
Michel Foucault




Lo normal, la normalidad, lo normativo, son conceptos que hemos creado para tratar de definir el conjunto de normas que regulan nuestra convivencia. Tiene que ver, según la RAE, con la costumbre, lo habitual, lo corriente, lo común, lo frecuente, lo acostumbrado, lo razonable y lo lógico. En su lado opuesto, está lo anormal, asociado con la rareza y lo insólito. 


El concepto "normal" nos sirve para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, lo que está bien y mal. Pero la normalidad sirve, además, para discriminar a todas las personas y grupos humanos que no se ajustan a los patrones y modelos que sigue la mayoría. 


Aquellos que son diferentes se etiquetan como anormales, inadaptados, raros, desviados.

Los que no obedecen los mandatos sociales y de género son también considerados locos, chalados, marcianos, dementes.


Las personas que más rechazo generan son aquellos que resultan inclasificables: por mucho que lo intentemos no podemos etiquetarles ni definirles según los estereotipos. 


¿Qué son los estereotipos? Son imágenes agrupadas en categorías que se usan para simplificar la realidad mediante la generalización. Por ejemplo: “los andaluces son fiesteros”, “los latinos son apasionados”, “los pobres son vagos”, “las madrastras son malas”, “las niñas son cursis y débiles”


¿Para qué sirven los estereotipos? Para que todo siga como está, para que el orden social se mantenga intacto, y para perpetuar la jerarquía social y los valores del capitalismo y del patriarcado: la acumulación de poder, el abuso y la explotación, el acaparamiento, el individualismo y el consumismo, las relaciones basadas en la estructura de la dominación y la sumisión. 


Los estereotipos, además, sirven para reforzar el machismo, el clasismo, el racismo, la xenofobia, la aporofobia, la lesbofobia, la homofobia, la misoginia, y demás enfermedades de transmisión social. 


La “normalidad” es un dispositivo de control social que nos somete a las leyes de un grupo. En ellas se nos dice cómo debemos vestirnos, cómo debemos movernos, cómo debemos pensar y actuar, cuáles deben ser nuestras metas y aspiraciones, cuáles deben ser nuestras emociones y cómo deben ser nuestras relaciones con los demás. 


¿Cómo consigue el poder que obedezcamos la norma? 


Asociando lo “normal” a lo “natural”, es decir, asociando lo “normal” a la naturaleza, la biología, y la realidad material. Un ejemplo es la idea de que las mujeres nacemos con un don natural para cuidar a servir a los demás, y que no necesitamos nada a cambio. Nosotras, por naturaleza, somos sacrificadas y entregadas, y nuestro papel en el mundo es servir a los hombres para que vivan como reyes. 


También se nos asigna el rol de sirvientas con la excusa de que así nos han tratado siempre. Cuando nos dicen que “la vida es así”, en realidad nos quieren hacer creer que no hay nada que podamos hacer para cambiar las cosas: son así desde el principio de los tiempos. Este es el argumento que usan para defender las tradiciones culturales en las que se ejerce violencia contra las mujeres o los animales: atentan contra los derechos humanos, pero “es su cultura y hay que respetarla” 


Los mandatos del orden social no están escritos en ninguna parte, pero todos los seres humanos los aprendemos desde pequeños en casa, en el colegio y a través de la cultura y los medios de comunicación. Aprendemos que los niños no lloran y  las niñas no se enfadan, aprendemos a obedecer a los más fuertes y a abusar de los más débiles, aprendemos rápidamente quienes mandan y quienes merecen mayor respeto, y cuál es nuestro lugar dentro de la jerarquía social.  


¿Cuál es el castigo para todos y todas aquellas que se desvíen de la norma, o la desobedezcan? 


El rechazo y el ostracismo. No hay nada que nos duela más que nos critiquen y que nos condenen a la soledad. Cuando no existían las cárceles, las personas que causaban daño a algún miembro del clan eran expulsadas del grupo, y el tener que marcharse y dejar de contar con la protección de la comunidad significaba la muerte. 


Y es que los seres humanos no podemos sobrevivir sin los demás: somos animales gregarios. Las especies que viven en manadas sobreviven más tiempo, y la Humanidad es una especie muy vulnerable que ha podido sobrevivir gracias a su inteligencia colectiva, y a su capacidad para trabajar en equipo y para cooperar. 

Hoy en día castigamos a las personas que son diferentes o que se desvían de nuestro concepto de “normalidad” mediante la expulsión hacia los márgenes y la periferia. 


Nadie desea caer en la exclusión social, por eso tendemos hacia la homogeneización: la diferencia nos asusta, y todo aquello que nos rompe los esquemas mentales y las creencias, nos da miedo. Por eso nos esforzamos por cumplir con los mandatos sociales y por hacer “lo que todo el mundo hace”, aunque para ello tengamos que traicionarnos a nosotros mismos. 


La normalidad también tiene que ver con la hegemonía, es decir, el grupo de poder que decide lo que es normal y lo que no lo es, y por tanto, quién es normal y quién no lo es. 


A través de la cultura estos grupos nos imponen su ideología y su visión de mundo como si fuera la única posible. Por eso podemos afirmar que la normalidad es un concepto arbitrario que sirve como mecanismo para crear sentido y para imponerlo como si fuera producto de la naturaleza o la ley divina. 


Sin embargo, el concepto de normalidad cambia según las culturas y las generaciones. Lo que es "normal" para mí, no lo es para mi abuela. Las normas son diferentes según donde hayas nacido: por eso lo que es “normal” para una mujer europea, puede no serlo para una niña saharaui o para una anciana japonesa. 


Cada comunidad tiene sus costumbres, cosmovisiones, tradiciones, creencias y supersticiones, cada religión tiene sus mandamientos, cada pueblo establece sus propias normas.


La normalidad varía no sólo según las zonas geográficas, sino también según las épocas históricas, la clase social, la etnia, el género.... y las circunstancias personales. Cada uno de nosotros tiene una idea particular de cosas que son "normales" y cosas que no lo son. 


Nos obligan a “normalizarnos” para que nos reprimamos y nos disciplinemos, y sigamos la senda marcada: el coste de ser uno mismo o una misma en esta sociedad es demasiado alto. Por eso todos y todas llevamos una máscara social y simulamos que estamos completamente adaptados a la norma, aunque la realidad es que nadie se adapta de un modo total y absoluto. 


Prueba de ello es que, como nos contaba Foucault, el sistema tiene que vigilar, controlar y castigar a la población constantemente para que no nos desviemos de la norma. 


En general, nos cuesta más asumir normas que nos han sido impuestas, y nos cuesta menos aceptarlas cuando participamos en su elaboración y aprobación. Por eso al poder le cuesta tanto imponer las suyas, y por eso invierte tanto dinero y energía en los sistemas represivos y de control. 


En la posmodernidad sólo se nos permite la transgresión a un nivel estético. Nuestras jerarquías son una gran fuente de violencia y sufrimiento, pero solo nos atrevemos a innovar en el ámbito de la imagen, la moda y del consumo. 


Otras normas son posibles, otra normalidad es posible: ¿cómo podríamos cambiarla? 


En primer lugar, desalojando al policía patriarcal que llevas dentro de ti y con el que te juzgas a ti mismo/a, y a los demás. Cuando dejas de preocuparte por encajar en la sociedad, entonces te liberas a ti y también liberas a los demás, para que puedan ser ellos mismos y ellas mismas.


El limite a la libertad ya sabemos cuál es: tu puedes ser como quieras, siempre y cuando no abuses del resto, y no hagas daño a los demás.


En segundo lugar, tenemos que asumir colectivamente que la normalidad es un asunto político, que solas y solos no podemos, y que necesitamos a los demás para cambiar las normas y para cambiar nuestra realidad. 


Y en tercer lugar, trascendiendo lo estético y llevando a cabo una revolución ética que realmente sea transformadora, y a partir de la cual podamos inventar nuevas normas.


La revolución no está en la imagen que ofrecemos ni en nuestro aspecto físico, sino en los cambios personales que haces para intentar ser mejor persona, y en los cambios sociales que hacemos juntas para transformar nuestras formas de relacionarnos y de organizarnos económica, sexual y afectivamente. 


Que no se nos olvide que las mejores normas son las que elegimos y establecemos nosotros y nosotras en comunidad, no las que vienen impuestas por los grupos de hombres con poder. 

Otras normas son posibles, otras realidades son posibles.

Coral Herrera Gómez



Este artículo fue publicado en la Revista Valors, número 226

con el título:

“La normalitat, un assumpte polític”



Según el Diccionario de María Moliner: Norma

"Regla sobre la manera como se debe hacer o está establecido que se haga cierta cosa: "La provisión de cargos está sujeta a ciertas normas". 

Norma general. Norma de conducta. 

Uso, costumbre: "Las normas sociales varían de un país a otro". Conjunto de las reglas de fabricación de un producto destinadas a estandarizar y a garantizar su funcionamiento, seguridad, evitar efectos nocivos, etc."

Según la RAE, Normal es:

1. adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.
2. adj. Que sirve de norma o regla.
3. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.


Normalizar es: 
1. tr. Regularizar o poner en orden lo que no lo estaba.
2. tr. Hacer que algo se estabilice en la normalidad. Normalizar políticamente.
3. tr. tipificar (‖ ajustar a un tipo o norma).





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