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14 de febrero de 2023

Entrevista a Coral Herrera #14F


 

Aquí mi entrevista para el Consejo de la Juventud de España en el que hablo de cómo otras formas de quererse son posibles.

17 de enero de 2023

Nos salvan las amigas





No nos salva el príncipe azul, ni la policía, ni los servicios sociales, ni los abogados, ni los jueces, ni los políticos que gobiernan. El Estado no llega nunca a tiempo. Así que no nos queda otra que cuidarnos y organizarnos entre nosotras para que no nos maten.

Las mujeres que sufren violencia machista están muy solas: a menudo no quieren preocupar a su gente y creen que pueden aguantar y resistir la situación durante meses y años. A muchas les cuesta ponerle palabras a lo que están pasando, y cuando lo logran les da mucha vergüenza admitirlo. Se culpan a sí mismas, y a veces les cuesta asumir que sus vidas corren peligro.

Cuesta mucho ir a denunciar sola, y enfrentarse a los jueces y a la burocracia de los servicios sociales sola, y reclamar nuestros derechos solas. Nos piden que denunciemos, pero los femicidas nos matan igualmente. Aunque haya orden de alejamiento, aunque les pongan la pulserita, nos matan igualmente, sobre todo cuando queremos salir de la relación, porque muchos no están dispuestos a permitir que salgamos con vida de ella. 

Y cuantos más pasos damos para separarnos, más peligro corremos: los femicidas actúan cuando sienten que van a perder a su pareja y no van a poder controlarla más. 

Hay mujeres que pueden tomar decisiones y actuar con rapidez, pueden contratar a un abogado, alquilarse una casa, y llamar a sus amigas para hacer la mudanza entre todas en un solo día. 

Pero hay muchas mujeres que están solas, y otras que aunque tienen red familiar, tienen miedo de contarle a su gente lo que les está pasando. Mientras, los maltratadores tienen todo el apoyo de la sociedad, los medios, el poder judicial: toda nuestra cultura nos culpabiliza a nosotras y a ellos les justifica, les comprende, les absuelve a ellos. 

Así que a la vez que pedimos en las calles que dejen de violarnos, de golpearnos, de matarnos y descuartizarnos, también tenemos que hacer política en nuestra vida cotidiana, con las mujeres que nos acompañan en la vida. 

Las redes de cuidado entre mujeres salvan muchas vidas en todo el mundo, y ayudan a miles de mujeres a liberarse de las relaciones de dominación y violencia. En ellas nos ayudamos entre todas a identificar cuándo estamos sufriendo violencia machista por parte de nuestras parejas, y cuándo es el momento de dejar la relación. Pero además, una vez que una de nosotras quiere salir de ahí, las demás organizamos el tema de la logística: todas nuestras casas pueden convertirse en un refugio temporal para las amigas, las primas, las hermanas, las madres, las hijas, las tías, las sobrinas, y las vecinas, podemos juntar  dinero entre todas para que ellas puedan sobrevivir en los primeros meses, y si corre peligro de ser asesinada, podemos turnarnos para que no se queden solas y acompañarlas a todas partes. 

Cuando nos sentimos protegidas, acompañadas y cuidadas, es más difícil para el hombre violento actuar. Los asesinos necesitan víctimas vulnerables que dependan de ellos y estén solas, sin apoyo emocional y sin apoyo logístico para escapar. Por eso es tan importante que todas tengamos nuestra red de apoyo mutuo en la que dar y recibir cuidados e información, calor humano y amor de amigas, un techo para cobijarnos, y dinero para sobrevivir.  

Además tenemos que apoyar también a las mujeres que no tienen amigas ni red familiar, ni compañeras con la que contar: las mujeres inmigrantes, por ejemplo, son algunos de los colectivos más vulnerables, así como las mujeres mayores y las mujeres con discapacidades que dependen al cien por cien de sus maltratadores. Las más vulnerables necesitan también ayuda de grupos de mujeres para salir adelante, tanto a nivel psicólógico y emocional, como a nivel logístico. 

Y creo que una de las cuestiones fundamentales es que las nuevas generaciones entiendan la importancia de las redes de mujeres, que desde la infancia puedan construir las suyas propias, que sepan valorarlas, nutrirlas, expandirlas y cuidarlas con todo el amor del mundo. 

Tenemos que ayudarles a tomar conciencia que es mejor que el tiempo y la energía que desperdician con el amor romántico, buscando a su media naranja, lo dediquen a cultivar mucho amor del bueno y a crear su red de mujeres. 

No podemos seguir contandoles cuentos en los que el patriarcado les hace creer que la salvación está en el príncipe azul. En realidad son estas redes de mujeres las que nos sostienen, y en muchas ocasiones, las que nos salvan la vida. 

#Redes #mujeres #ApoyoMutuo #cuidados #SalvarVidas #NiUnaMenos #VivasNosQueremos

Coral Herrera Gómez



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17 de diciembre de 2022

Todos confiamos en todos: la comunidad viajera



Me inunda la ternura cuando veo a la gente durmiendo como bebés en los trenes y los aviones. Cuando estamos haciendo fila para pasar por el control solemos estar serias y formales, algunas se sienten nerviosas, y todas están pendientes de su bolso y sus maletas. Solo nos relajamos cuando ya hemos colocado el equipaje, nos acomodamos en nuestro asiento y se cierran las puertas. Cuando el avión despega y alcanzamos altura, o también, con el vaivén del tren o el bus, mucha gente cae rendida al sueño, pierde la compostura, abre la boca, se acurruca como si estuviera en el sofá de su casa. 

Todos confiamos en todos: cae la armadura que llevamos para defendernos, dejamos de estar alerta y pensamos que no nos va a ocurrir nada, que nadie alrededor nos va a hacer daño. Confiamos en los cuidados del personal de tripulación, confiamos en que la persona que conduce está bien despierta, concentrada y en sus cabales, y que nos va a llevar a nuestro destino sanas y salvas.


Confiamos en todas las personas que conforman la comunidad viajera, aunque no nos conozcamos de nada.

Y gracias a eso podemos abandonarnos y quedar dormidos en un espacio público.

En mis viajes suelo pasear por el tren para no pasar tantas horas sentada, pero también porque me encanta ver a gente compartiendo sueño y asiento con personas desconocidas, o a mamás y papas durmiendo con sus criaturas en brazos, o a las parejas que entrelazan sus manos mientras roncan plácidamente. 

Es como si por un rato el vagón no fuese lleno de individualidades, sino de un "nosotros", una comunidad de gente viajera que comparte techo mientras se desplaza de un sitio a otro.

Yo siempre tengo esto presente cuando viajo en transporte público, incluso en el metro: en caso de emergencia todo mi ser se va a volcar en ayudar a la gente que más lo necesite (personas mayores, infancia, personas con movilidad reducida y con discapacidades) También es muy reconfortante pensar que si estoy herida o atrapada también seré ayudada, y que en caso de morirme, podré darle la mano a alguien y podré despedirme de la vida acompañada por otro ser humano.

Esta sensación de formar parte de una comunidad humana también la puedes sentir caminando en la naturaleza: senderistas y montañeras nos saludamos con una sonrisa porque sabemos que quizás en un rato, o más adelante, nos pueden necesitar o podemos necesitar nosotras ayuda. 

No son muchas las ocasiones en las que podemos sentir esa confianza y esa pertenencia, sobre todo si vives en una gran ciudad. 

¡Pero es tan hermoso, y también tan necesario! 

Nos enseñan siempre a desconfiar de los desconocidos, pero poco nos hablan de la maravillosa experiencia que supone sentirse parte de la Humanidad, una inmensa comunidad formada por miles de millones de personas. 

Yo me siento así cuando veo una foto de la Tierra desde el espacio, y pienso: vamos todos en el mismo barco girando alrededor del Sol.

Que somos todos y todas primas hermanas, vaya, lo que pasa es que no nos damos cuenta, excepto cuando suceden catástrofes o situaciones dramáticas como la de la pandemia. 

Cuando te topas de frente con la muerte, no importan las diferencias de clase, de idioma, de religión, de ideología: vamos en el mismo barco (bus, tren, avión), y si ocurre un desastre, vamos a ayudarnos, a socorrernos, y a acompañarnos hasta que lleguen los servicios de emergencia. 


Esta capacidad para la empatía y la solidaridad es instintiva, pero también es cultural: a pesar del individualismo narcisista y egocéntrico de nuestra sociedad, creo que la mayoría tenemos aún la capacidad para cuidarnos los unos a los otros en los momentos importantes.


¿Os imagináis si en las escuelas pudiéramos aprender como cuidarnos entre todos y todas?, ¿y a cuidar las comunidades de las que formamos parte? 


#comunidad #cuidados #ayuda

 #confianza  #solidaridad

 #Compañerismo 

#BienComún

#amordelbueno


Coral Herrera Gómez 


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18 de noviembre de 2022

La rebeldía, el mejor antídoto contra el sufrimiento



La mejor vacuna contra la tristeza, la apatía, la desesperanza, la desolación, el vacío existencial, el aburrimiento y el miedo, es el despertar de la conciencia social, y la rebeldía. La mayor parte de los adolescentes no ven futuro, y algunos creen que la única forma de dejar de sufrir es quitarse la vida. 

En mi trabajo con adolescentes les explico que el sufrimiento es colectivo, que la mayor parte de nuestros problemas personales son colectivos, y que por tanto las soluciones no pueden ser individuales, sino colectivas. 

Algunos se quedan alucinados cuando les digo que otras formas de relacionarse, de quererse y de organizarse son posibles, que otro mundo es posible, y que para poder mejorar y transformar nuestras vidas, hay que cambiar el mundo en el que vivimos. 

Les cuento que solas no podemos, pero que juntas sí, y les hablo de los movimientos sociales que luchan contra el sufrimiento, la explotación y la violencia. Les digo que frente al individualismo y la ley del "sálvese quien pueda", tenemos la Comunidad y el Bien Común, y que hay millones de personas en el planeta luchando por un mundo mejor. 

Les explico que una persona jamás puede ser feliz si está rodeada de gente que sufre. La felicidad no está dentro de ellos, sino en las relaciones que tienen con los demás. Por eso no solo hay que aprender a cuidarse uno/a misma, sino también aprender a cuidar a los demás, y a cuidar el planeta en el que vivimos.

Les cuento que cambiando nuestra forma de relacionarnos no solo mejoraremos nuestra salud mental y emocional, y nuestra calidad de vida, sino que además podemos cambiar el sistema político y económico en el que vivimos. 

Y que, desde siempre, todos los avances sociales se han conseguido protestando en las calles, abriendo los ojos a la gente, sensibilizando y haciendo pedagogía. 

Muchos creen que la pobreza y la violencia son inevitables, que la vida es así, y que no se puede hacer nada excepto rezar o esperar a que alguien nos salve.

Entonces les hablo de los héroes y heroínas del siglo XXI, porque en la tele no los van a ver. Les cuento la historia de aquella madre que después de hundirse y encerrarse a llorar por la desaparición de su hija, se juntó a otras madres que también buscaban a sus hijas, para pedir justicia y acabar con las redes de trata y los femicidios. Les hablo de aquella mujer que después de pensar en el suicidio cuando su ex novio publicó sus videos íntimos, salió a luchar y hoy ha conseguido que la ciberviolencia contra las mujeres sea delito en su país. Les hablo de ese hombre que salva vidas a diario en el Mediterráneo con su barco, y de toda la gente anónima que no se resigna, no se conforma, y se organiza con otra gente para mejorar las vidas de todos nosotros y nosotras. 

Les cuento que los únicos antídotos contra el odio y las enfermedades de transmisión social (machismo, clasismo, racismo, etc) son la empatía y la solidaridad, que es la ternura de los pueblos. 

Claro que hay esperanza, solo tenemos que buscarnos, encontrarnos, y organizarnos: si aprendemos a comunicarnos y a debatir sin hacernos daño, podremos ponernos de acuerdo en los objetivos comunes. 

Les hablo de la gente de su edad que en lugar de encerrarse en su habitación a consumir apocalipsis, está en las calles luchando por el bienestar y los derechos de todos. La mejor medicina contra la desesperanza es juntarse con gente que sueña. 

Me preguntan que cómo pueden unirse a esos movimientos, les explico que en todos los barrios y pueblos hay gente joven luchando, y que si no hay grupos cerca de sus casas, pueden crearlos y juntarse con más gente. 

La rebeldía es contagiosa, es súper eficaz para cuidar nuestra salud mental y emocional, y para conseguir que todas y todos podamos vivir una Buena Vida.

Coral Herrera Gómez 

#OtroMundoEsPosible 

#OtrasFormasDeQuererseSonPosibles 

#unmundomejor 


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21 de octubre de 2022

Desmontando los mitos sobre la riqueza y la pobreza



Hay mucha gente que cree que la pobreza es inevitable, que los ricos estimulan la economía y aportan al avance de los países, que los pobres son pobres porque quieren, que los pobres son felices con lo poco que tienen, y que no hay mucho que podamos hacer para cambiar nuestro sistema económico, excepto sobrevivir cada cual como buenamente pueda. 

Estos mitos se desmontan con la realidad. Los datos, informes y estudios demuestran todo lo contrario: los pobres trabajan más que los ricos, los pobres sueñan con una vida mejor, los ricos frenan el desarrollo del progreso y los avances en sus países, los ricos no piensan en el Bien Común ni en la Justicia Social, y los pobres mantienen a los ricos.

Vamos a desmontar estos cinco mitos con cifras:

Mito 1) Los ricos son necesarios porque sostienen y estimulan la economía de un país

Mucha gente afirma que ellos son los que crean empleo porque son los dueños de las empresas. Pero no es cierto, porque los salarios son muy bajos y apenas pagan impuestos. 

Las personas que sostienen las naciones son las familias trabajadoras y las mujeres que trabajan gratis. 


Los ricos no estimulan 

- De los 20 millones de trabajadores que hay en España, unos “9,5 millones de personas cobran sueldos de 1.000 euros mensuales que no llegan a fin de mes”. Según datos de CIS, el 35% e los españoles llega justo a fin de mes, el 11% necesita tirar de ahorros y más del 5% tuvo que endeudarse.

- De media, los españoles de entre 55 y 59 años tuvieron un sueldo medio de unos 28.240 euros anuales en 2019, mientras que el 61% de los asalariados menores de 25 años recibió un sueldo mensual inferior a 1.336 euros en 2020.

- Las mujeres cobran 5. 000 euros menos que los hombres: el salario medio para ellos es de 2.300, y el de las mujeres fue 1.800 euros.


Los ricos no aportan 

- En España. dos de cada diez multinacionales españolas pagan solo un 2,6% de su beneficio por el impuesto sobre sociedades. El resto, en torno al 16%.

- El 90,76% de los ingresos totales del Estado proceden de las familias trabajadoras. 

- Las familias españolas pagan casi 50 veces más impuestos que las grandes empresas en España. Además, dedican el 40% de su salario, mientras que las familias europeas dedican un 29% de media. 


-Evasión fiscal: 60.000 millones de euros pierde España cada año por la evasión fiscal de multinacionales y grandes fortunas. Son apenas estimaciones, pues un 80,6% del fraude total fiscal y laboral queda oculto y sin castigo cada año.

Has leído bien: los trabajadores pagan un 40% de sus ingresos, y los ricos solo un 2%. 

Y estos datos lo que nos dicen es que siguen pagando más los que menos tienen, y que por lo tanto los ricos no aportan apenas a la economía y el progreso de sus países.


Los ricos no son necesarios

Pero hay más: los pilares del sistema económico son las mujeres que trabajan gratis. Sin nosotras el capitalismo patriarcal no sería posible: somos las que parimos obreros y obreras, las que les críamos y educamos, las que les cuidamos cuando enferman, les preparamos para ser personas adultas, funcionales y productivas, y somos las que hacemos posible que los obreros lleguen a sus puestos de trabajo bien comidos, bien dormidos, bien vestidos, con sus necesidades básicas cubiertas, listos para producir. 

En todo el mundo, las mujeres sufrimos doble y triple jornada laboral, y aportamos 11 billones de dólares anuales a la economía trabajando gratis en el hogar y en los cuidados de todos los miembros de la familia, incluidos los animales y las plantas. 

Hablamos de millones de horas diarias dedicadas por las mujeres a sostener el sistema económico para que unos pocos puedan acaparar y acumular la riqueza. 

Mientras, en todo el mundo los ricos impiden el avance de la economía de sus países: la evasión y la elusión fiscal de las grandes empresas a través de paraísos fiscales cuestan a los países en desarrollo al menos 100.000 millones de dólares al año, según Oxfam.


Los ricos viven de los pobres

Los ricos necesitan masas de gente necesitada y desesperada. Algunos de ellos viven a menudo de la usura (los pobres son los más endeudados), y de la explotación de mano de obra barata. 

Nunca lograrían ganar tantísimo dinero si tuviesen que pagar salarios justos, así que no pueden tolerar que los gobiernos tomen medidas contra la pobreza. Ponen el grito en el cielo cuando pretenden aumentar los salarios y las pensiones porque ellos no ven personas, sólo ven números. 

Los ricos nos necesitan también porque los grandes contratos los hace el Estado con nuestro dinero. Ellos no aportan, pero con lo que aportamos nosotras, ellos viven como dioses. 

Nosotras tenemos que trabajar en sus negocios, cuidar a sus hijos y mayores, limpiar sus casas, satisfacer sexualmente a los hombres ricos, y ellos nos dicen que así lo ha querido Dios. 

Los empresarios se enriquecen con la plusvalía mucho más que con la venta de sus productos o servicios: cuanto más nos explotan, más dinero ganan. Nos roban el tiempo de vida y la energía a cambio de salarios que nada tienen que ver con el valor de nuestro trabajo.   

Si en el mundo todas las personas tuvieran los ingresos garantizados, los empresarios no encontrarían a nadie dispuesto a trabajar por 1 dólar al día, ni por 4 dólares la hora. No podrían acumular dinero aprovechandose de nuestra necesidad, ni podrían hacernos préstamos para cobrar los intereses, ni podrían manejar esas cifras de ceros tan obscenas que manejan hoy en día. 

Por eso en sus medios de comunicación nos quieren hacer creer que gracias a ellos funciona el país, porque crean puestos de empleo, y por eso tienen derecho a pedirle a los gobiernos que transfieran nuestro dinero a sus bolsillos, que recorten servicios sociales, y que nos quiten los derechos fundamentales: saben que si no podemos ir al médico ni podemos estudiar, tendremos que endeudarnos y convertirnos en clientes de sus hospitales y universidades privadas. 

La gran mayoría de los políticos trabajan para ellos: desmantelan todo lo público para desviar fondos a sus cuentas bancarias, recortan en becas y en prestaciones sociales para generar más precariedad, más necesidad, y más sufrimiento. 

Cuanto más sufrimos nosotros, más se ríen ellos. 


Mito 2) Los pobres son pobres porque quieren. 

La mayor parte de la gente que sostiene esta idea creen que son vagos, perezosos y no tienen ganas de prosperar, muchos afirman que son unos parásitos que impiden el progreso en sus países. 

Sin embargo, la mayoría de las personas pobres tienen empleo, muchos hasta dos y tres empleos. 

Una de cada 10 personas del mundo vive en extrema pobreza, son 736 millones de personas las que viven con menos de 1,90 dólares al día. No tienen acceso al agua potable y a otros servicios básicos como la salud y la educación. Pobres multidimensionales hay 1.400 millones, la mitad son menores de 18 años. 

Cada 4 segundos muere una persona a causa de la pobreza, son 21. 000 personas al día en todo el mundo. 

Todas las cifras son de informes publicados por la organización Oxfam Intermón. 

Las personas más pobres son las que más trabajan, y la gran mayoría son mujeres y niñas. Ellas sostienen la economía de sus países: trabajan dentro y fuera de casa durante todo el día, muchas sin salario, sin días de descanso, sin vacaciones, sin bajas por enfermedad, sin derecho a la seguridad social, y sin derecho a jubilarse. 

Las condiciones en las que trabajan estas mujeres son terribles; dedican todo su tiempo y su energía a ganar unas monedas que no les permiten vivir una vida digna. Todas ellas sin derechos humanos, muchas sin acceso a la educación, sin acceso al sistema sanitario, y sin posibilidad de liberarse de la explotación que sufren, en las fábricas, en los campos de cultivo, en los hogares de los ricos, y en sus propias casas. 

Las mujeres que se dedican a los cuidados no tienen los mismos derechos que los demás trabajadores. En España se les reconocieron sus derechos hace tan sólo unos meses, en 2022. En el resto del mundo, las cuidadoras no reciben salario si enferman, no tienen apenas horas libres en la semana, no pueden salir libremente de las casas en las que viven, sufren acoso sexual de los hombres de la casa, y maltrato psicológico y emocional de todos sus habitantes. 

Los pobres no son pobres porque quieren: lo son porque los ricos acaparan los trabajos mejor pagados, tienen acceso a las mejores universidades, acréditos, ayudas y subvenciones, tienen contactos, y de hecho, son los que menos horas de tiempo dedican a trabajar. Podéis verles en las páginas del corazón, de fiesta en fiesta, de yate en yate, de comida en comida, disfrutando de la vida y derrochando a manos llenas. 

Los 10 hombres más ricos poseen más riqueza que el 40 % más pobre de la humanidad.  La riqueza que ostentan los 20 milmillonarios más ricos supera el PIB de toda África subsahariana. .

La concentración obsecena de la riqueza dará lugar pronto al primer  al primer "billonario" del mundo en tan sólo 25 años. Esta persona necesitaría derrochar UN MILLÓN  de dólares al día durante 2.738 AÑOS para gastar toda su fortuna.


Mito 3) Los pobres son felices con poco. 

No es cierto, su esperanza de vida es inferior.  La diferencia entre barrios ricos y pobres de una misma ciudad puede ser de quince años o más. 

La pobreza acorta la vida más que la obesidad, el alcohol y la hipertensión: la población de bajos o nulos recursos sufre más la mortalidad temprana, y todo tipo de enfermedades a causa de la mala o la escasa alimentación, el frío y el calor extremos, la violencia, y la dificultad para acceder a medicinas, tratamientos y atención médica. 

El riesgo de morir por enfermedades crónicas en los grupos socioeconómicos bajos es entre un 25% y 50%, y hasta un 150% , dependiendo de la circunstancia.

Ser pobre te condena a sufrir también depresiones, trastornos y enfermedades mentales y emocionales: nueve de cada diez personas con problemas con la hipoteca sufren problemas de salud mental frente al 12% del resto de la población. 

Para los niños y las niñas, la pobreza conlleva un mayor riesgo de morir durante el embarazo o el parto, de sufrir muerte prematura, desnutrición, enfermedades infecciosas. La pobreza afecta a la inteligencia y al rendimiento escolar: "Las estructuras del cerebro destinadas a procesos críticos para el aprendizaje son vulnerables a las circunstancias ambientales de la pobreza, como el estrés, la escasa estimulación y la nutrición"

Las mujeres sufren más la pobreza : la mayoría no tienen acceso a educación sexual, a anticonceptivos, y a la interrupción del embarazo. Muchas mueren durante el embarazo y el parto, y también en abortos clandestinos. Cuantos más hijos tienen, más pobres son, y más vulnerables a vivir violencias de todo tipo, tanto en la familia como en las instituciones. 

Ser pobre es vivir expuesto a todo tipo de explotaciones. En el caso de los hombres, explotación laboral. En el caso de las mujeres, explotación laboral, doméstica, sexual, emocional y reproductiva. 

La explotación es violencia porque las personas que generan el sufrimiento se benefician de él. Las que más expuestas están a la explotación de su energía, su tiempo y su cuerpo son las mujeres, con ellos se enriquecen los hombres que las usan de mercancía para sus negocios (burdeles, clinicas reproductivas, industria pornográfica, traficantes de esclavas domésticas, traficantes de esclavas sexuales, etc)

Sometidas a la explotación sufrimos todo tipo de abusos, malos tratos y violencias (económica, emocional, psicológica, física, sexual), por lo que enfermamos más y morimos antes que las mujeres de clase media y alta. 

Los pobres no son felices con lo poco que tienen: solo es posible ser feliz cuando tus necesidades básicas están cubiertas (agua potable, comida tres veces al día, techo, ropa de abrigo), tus ingresos son dignos, y tus derechos están garantizados (especialmente el derecho a la Salud y a la Educación) Si no tienes las condiciones mínimas para vivir bien, y para procurar a tus hijos e hijas una Buena Vida, no puedes ser feliz: los pobres se suicidan mucho más que los ricos, y todos, absolutamente todos y todas las personas que sufren la pobreza, querrían tener una vida mejor. 

 

Mito 4) Tú puedes salir de la pobreza y convertirte en millonario si lo deseas realmente.

A los medios les encanta contarnos historias de superación personal basadas en el mito de la transformación mágica. Es el cuento del patito feo que se convierte en cisne, el mito del pobre que trabaja mucho para crear un imperio de la nada. ya sabéis, ese hombre que se pone a vender camisetas en la calle y a los pocos años tiene tiendas de lujo en las principales ciudades del mundo, esa mujer que pedía en la calle, se puso a vender sandwiches, y acabó siendo millonaria...

Sin embargo, la realidad es bien diferente: la mayoría de los ricos son ricos por herencia. Heredan apellidos, títulos, bienes, propiedades, dinero y contactos. 

Los nuevos ricos lo son por dos motivos: o explotan mano de obra barata, o tienen contactos políticos. Muchos montan una empresa cuando ya tienen pactado el contrato con la administración. 

La corrupción es uno de los factores que más influyen en el aumento de la pobreza, junto con la explotación de la mano de obra barata en los países más pobres. 

Para poder llegar a ser rico, si no naces en una buena familia, necesitas contactos en el gobierno de tu país. 

Es cierto que algunos chavales de Sillicon Valley se hicieron extremadamente ricos con sus pequeñas empresas tecnológicas, pero esto no es lo más común: son excepciones a la norma. La norma es que no hay sitio para todos, y que sólo unos pocos afortunados pueden acaparar lo de todos. 

La norma es que no hay empleo para todos y todas, ni salarios dignos para todos, y que solo una pequeña parte de los y las trabajadoras tendrán salarios que les permitan condiciones de vida dignas y que les permitan ahorrar. 

La norma es que un ser humano esté sirviendo en el mercado laboral hasta el mismo día de su muerte: pocos países pueden proporcionar a sus habitantes el derecho a jubilarse. 

Es cierto que a algunas personas les toca la lotería y les cambia la vida, pero por probabilidad, tienenes más papeletas de que te caiga un rayo a que te toque el premio. 

También es cierto que algunos youtubers y algunos streamers se han hecho millonarios sin salir de casa, pero son pocos. La mayoría no gana esas cantidades desorbitantes. 

No es fácil hacerse rico, pero una vez que alcanzas cierto nivel económico, todas las puertas se abren para tí, y aumentan exponencialmente tus capacidades para hacer más dinero: el dinero llama al dinero.

La vida es más dura y más cara para los pobres. La mayoría no posee conocimientos sobre el mundo financiero y la forma de manejar su dinero, y la gran mayoría vive permanentemente endeudada, ambas cuestiones dificultan su capacidad para ascender socialmente y para desarrollar sus proyectos profesionales o empresariales. 

Las diez personas más ricas del mundo son hombres, las personas más pobres del planeta, mujeres. 

No es cierto que no somos ricos porque no lo deseamos con fuerza: no lo somos porque son muy pocos, cada vez menos, los que se quedan con todos los recursos, y porque esos pocos ganan cada vez más: los niveles de concentración de riqueza son cada vez mayores. 

¿Por qué algunos acumulan tanto dinero que no podrían gastarlo en cien vidas aunque quisieran?, ¿para qué acumulan tanto?, y lo más increíble: ¿por qué la gente les admira tanto?, ¿por qué tantos sueñan con ser tan avariciosos y tan llenos de codicia?

Los mitos en torno a la riqueza y la pobreza siguen perpetuando la idea de que los ricos son personas exitosas porque tienen talento y son muy productivos: sin embargo, hay muchisimos pobres que tienen talento y no pueden vivir de ello, y son muy trabajadores y muy disciplinados, y no pueden salir de la pobreza. 

Y es porque la pobreza es estructural: nadie podría acumular dinero sin quitarselo a los demás. Nadie podría enriquecerse si no hubiera pobres, y si no hubiese esclavas trabajando gratis todos los días varias horas. 

El sistema capitalista no podría funcionar sin las toneladas de sufrimiento humano que genera: cuanta más pobreza y hambre, cuanta más violencia, cuanto más dolor, más ricos son los ricos. 


Mito 5) La pobreza es inevitable

"Así lo ha querido Dios", "unos tienen suerte y otros no, así es la vida", "unos merecen más que otros por haber estudiado o por haber nacido en tal familia", "de todo tiene que haber en este mundo", "los ricos son seres superiores que se merecen disfrutar de su éxito y de su poder", "unos mandan, y otros obedecen, así es la vida", "acabar con la pobreza es una utopía", son expresiones comunes para justificar esta idea falsa y para perpetuar los privilegios de las clases poderosas. 

Es una cuestión de sentido común: la pobreza se puede acabar si distribuimos la riqueza de un modo justo y equitativo. 

Hay muchas propuestas para reducir y erradicar el sufrimiento humano:

Un impuesto anual sobre el patrimonio –comenzando en tan solo un 2 % para las fortunas millonarias y llegando al 5 % en el caso de las milmillonarias– podría generar 2,52 billones de dólares cada año, suficiente para sacar de la pobreza a 2 300 millones de personas, fabricar vacunas para todo el mundo y proporcionar servicios de salud y protección social universales a la población de los países de renta media y baja.

- Dejar de explotar a las mujeres y pagarles por su trabajo como al resto de la masa trabajadora sería otra medida que acabaría con la pobreza de muchas mujeres y de sus familias. 

- Dejar de saquear a los países pobres y perdonarles la deuda externa.

 - Garantizar a toda la población su derecho a Vivienda, a Salud y a Educación. 

- Garantizar a toda la población ingresos dignos, tengan o no tengan empleo, con una Renta Básica Universal. 

- Frenar el éxodo hacia las grandes ciudades y apostar por el desarrollo del mundo rural. 

- Parar las guerras que solo benefician a los hombres que fabrican y venden armamento.  

- Frenar la catástrofe climática, si es que aún estamos a tiempo. Cada vez hay más personas obligadas a desplazarse por culpa de las sequías y las inundaciones, y a perderlo todo en el camino. 

- Educar en las aulas y a través de los medios de comunicación para que todo el mundo aprenda que es posible vivir sin pobreza, y es posible un mundo diferente si nos organizamos de otra manera. 

Para la ONU la erradicación de la pobreza es el objetivo principal de su trabajo, pero después de 15 años de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), no se ha conseguido gran cosa. Los ricos siguen acumulando sin parar. Si bien el porcentaje de gente que vive en la pobreza cayó significativamente (de casi el 27% en 2000, al 9% en 2017), sin embargo la pandemia ha vuelto a incrementar el nivel de pobreza en todo el mundo. 

En España, después de la pandemia, ya hay 13 millones de pobres, y en el mundo post covid, hay 200 millones más de pobres. Mientras, los de arriba han incrementado su riqueza de una manera obscena con la pandemia: los diez hombres más ricos duplicaron su fortuna durante el tiempo que duró la pesadilla.


Conclusiones 

Es importante desmontar los mitos para que entendamos por qué el 99% de la población permite que el 1% acumule toda la riqueza del mundo, por qué trabajamos para ellos y les compramos sus productos, y por qué la gran mayoría de la población humana sufre tanta miseria. 

Desmontar los mitos también es útil para entender por qué los ricos no tienen medida, no tienen escrúpulos, son profundamente insolidarios, y la gran mayoría se opone a la creación de una Renta Básica Universal. 

Ellos viven mejor cuantos menos derechos humanos tenemos. Porque de hecho, hacen negocios millonarios con ellos. 

Esto no nos lo enseñan en la escuela, y de esto no se habla en los medios, porque es peligroso que tomemos conciencia de cómo los ricos viven de nosotros, y también es peligroso que sepamos que hay otras formas de organizarse económicamente que no implican explotación, sufrimiento ni violencia. 

Enseñar a la gente a pensar en el Bien Común es peligroso: la mayoría vive intentando sobrevivir,  inmersa en la filosofía del individualismo y el egoísmo más feroz, creyendo que no se puede hacer nada, que todo depende de la suerte, y tratando de no ver el dolor y la miseria. 

Cuanto más anestesiados estamos frente a la injusticia, más nos costará rebelarnos ante ella y ponernos a trabajar por un mundo mejor.  

Sin embargo, también hay mucha gente despierta, con conciencia social, luchando para sensibilizar y concienciar a las mayorías, y tratando de construir un mundo mejor. 

Tenemos las ganas, los conocimientos, la inteligencia, la tecnología, las capacidades y las habilidades de acabar con la explotación, el sufrimiento y la violencia. 

Ahora es cuestión de convencer a los ricos que aprendan a tener empatía, a pensar en el Bien de la Humanidad, a entender el concepto de justicia social, de igualdad y libertad, que conozcan y respeten los derechos humanos, que se den cuenta de que el dinero que guardan en sus cuentas bancarias es dinero estancado, y que no necesitan acumular tanto. 

Mientras, la gente tiene que tomar conciencia de la clase social a la que pertenece realmente, entender cómo funciona el capitalismo y el patriarcado, para que puedan darse cuenta de que los intereses de la mayoría no coinciden con los intereses de la minoría de ricos que controlan el mundo. Es la única manera de que dejemos de votar a los partidos que gobiernan para ellos.  

Poca cosa, ¿verdad?

Tenemos mucho trabajo por delante, lo primero es desmontar los mitos, abrir los ojos, y dar a conocer la realidad del mundo en el que vivimos. Después, desatar nuestra creatividad para soñar con un mundo mejor. Y por último, unirnos y ponernos manos a la obra para llevar la utopía a la realidad. 


Coral Herrera Gómez 


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28 de septiembre de 2022

Abolición de la explotación, abolición del patriarcado



Los cinco pilares sobre los que se asienta el patriarcado son:


La explotación doméstica

La explotación laboral

La explotación emocional

La explotación sexual

La explotación reproductiva


De las mujeres 


El patriarcado es explotación de mujeres, la explotación es violencia, y la única manera de acabar con ella es acabar con el abuso, la desigualdad y la pobreza.

Las víctimas de la explotación son las mujeres, que son las que ponen el cuerpo, la energía y el tiempo para que los hombres  ganen dinero, se reproduzcan y vivan como reyes en sus casas.

Todo nuestro sistema depende del altruismo, de la generosidad, de la entrega de las mujeres, y no podría sobrevivir sin el trabajo gratis o precario de las niñas y las mujeres más pobres del mundo. 

Estamos hablando de casi 11 billones de dólares al año, es lo que aportamos las mujeres con nuestro trabajo invisible de cuidados y servicios a los hombres. 

Pero hay mucho más.

Los hombres ricos ganan millones de dólares con la industria de los cuerpos: porno, prostitución y trata, alquiler de mujeres y compraventa de bebés, más la industria de las clínicas de estética, 

todos son negocios de hombres, y todas las que ponen su cuerpo son mujeres.

Que las mujeres puedan explotarse a sí mismas no es un acto de libertad y no es una reivindicación feminista: el feminismo lleva siglos luchando contra la pobreza, la explotación, y la violencia que sufren las mujeres más pobres y oprimidas del planeta.

El feminismo es un movimiento contra la dominación y la violencia que defiende la idea de que todas las mujeres tenemos derecho a tener derechos. 

Las mujeres feministas luchamos para que todas las mujeres podamos tener una vida libres de pobreza, explotación, sufrimiento y violencia.

También luchamos contra los mitos del patriarcado que nos quieren hacer creer 

que vinimos al mundo a servir a los hombres y a ayudar a los ricos, 

que el trabajo gratuito es amor, 

y que las mujeres pobres son libres para hacer lo que quieran con su cuerpo. 


No hay libertad cuando hay necesidad. 

Así que para que las mujeres podamos ser libres, hay que abolir la explotación en todas sus formas, 

no legalizarla.


Coral Herrera Gómez 


4 de septiembre de 2022

Otras formas de enfadarse son posibles




Es posible que te sorprenda saber que no es necesario hacer daño a alguien cuando te enfadas. Pero así es: puedes arreglar tus problemas con los demás sin sufrir y sin hacerles sufrir. Todos podemos resolver los conflictos sin violencia, aunque muy pocas personas saben cómo hacerlo. 

Lo primero es tomar conciencia de que tus emociones no pueden hacer daño a nadie, y no puedes usarlas para justificar malos tratos. No importa si estás invadido por la cólera, la rabia, la tristeza, el dolor, la frustración, si estás nervioso o estresado: no tienes derecho a hacer daño a los demás. Ni a tu pareja, ni a tus seres queridos, ni a desconocidos: debes auto controlar tu ira para que no estalle contra los demás en forma de insultos, humillaciones, o agresiones físicas.

Una de las claves para saber si estás tratando mal a una persona, es el nivel de desprecio con el que le hablas cuando estás tenso, cabreado, preocupado, celoso o dolido. Probablemente crees que es lo "normal" porque lo hace todo el mundo, y crees que cuando te enfadas puedes decir lo que te apetezca, y como te apetezca. Crees que es una forma "natural" de desahogarse, y piensas que con pedir perdón, después podrás arreglarlo. 

Pero no.

Cuando alguien ejerce violencia psicológica o emocional contra tí, tu corazón queda dañado para siempre. Es como si arrugas un papel, haces una bola, y luego tratas de que quede liso como antes. Nunca volverá a su estado original.

Puedes expresar tu enojo o tu ira tranquilamente, sin herir y sin hacer sufrir a la otra persona. Es, de hecho la única manera de arreglar las cosas, hablando con calma y sin hacerse daño. Quizás para poder calmarte necesitas un par de horas, o un día entero: lo importante es que cuando hables con la otra persona para expresar tu malestar, tu miedo o tu rabia, puedas hacerlo de una forma asertiva, siendo firme y sincera, hablando de cómo te sientes y cuidando tus palabras para no tener que arrepentirte después. 

Todos y todas somos impulsivas, y todas nos tenemos que trabajar la asertividad. Además, hay que buscar soluciones al problema: machacando a la otra persona y juzgando su forma de ser, solo consigues que se ponga a la defensiva y entre al ataque. Las lluvias de reproches, las amenazas, los insultos, los comentarios sarcásticos, las burlas, las ironías y demás no sirven para arreglar el conflicto, solo para que la otra persona se defienda y ataque a su vez con las mismas armas que estás usando tú.

Así que no solo hay que cuidar la expresión de las emociones y las palabras que usamos, también hay que poner atención al volumen y al tono de nuestra voz, y hay que tener asimismo la capacidad para hacer autocrítica amorosa y admitir la parte que nos toca, pedir perdón si es necesario, y encontrar la manera de reparar el daño que nos han hecho o que hemos hecho.

Esta es la única manera de que tus relaciones duren: los buenos tratos y los cuidados. Podemos cuidarnos y cuidar a los demás aun cuando nuestro dolor, nuestra ira y nuestra rabia sean muy intensas. 

Se trata de aprender a regularte a ti mismo/a, y de aprender a dialogar y a negociar con la otra persona. Como nuestras relaciones son tan conflictivas, puedes entrenar a diario.

Prueba a hacerlo cada vez que te pelees con alguien, 

pon atención a cómo te tratas a ti mismo/a,

aprende a medir tus niveles de desprecio, 

aprende a cuidar tus emociones para que no hagan daño, 

y a cuidar tus palabras con amor. 


Coral Herrera Gómez 

#AutocríticaAmorosa 

#comunicaciónnoviolenta 

#cuidatuspalabras

#entrenamientopersonal


Coral Herrera Gómez


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27 de agosto de 2022

Tomar conciencia



La mayoría de la gente hacemos daño a los demás por ignorancia, por falta de sensibilidad y empatía, y la mayor parte de las veces, sin darnos cuenta. La prueba es que cuando tomamos conciencia de las violencias que sufrimos y ejercemos, la mayoría somos capaces de asumir nuestra responsabilidad, y cambiar nuestra forma de actuar y de relacionarnos. 

Es cierto que hay mucha gente que disfruta viendo sufrir a los demás, pero ningún ser humano nace violento: la violencia se aprende. 

Y lo mismo que se aprende, se puede desaprender. 


¿Cómo aprendemos a disfrutar del sufrimiento?

En nuestra cultura muchas de las fiestas populares torturan a los animales, y los adultos llevan a los niños y a las niñas a estos espectáculos para que se insensibilicen, y para que entiendan que si todo el mundo ríe y aplaude es porque el dolor de un ser vivo es algo divertido. 

Los niños y niñas nos escuchan contar chistes sobre gente con discapacidades, gente con enfermedades o malformaciones, gente que pertenece a colectivos marginados y discriminados, y así van entendiendo que al reírte de los más débiles, te distancias de ellos, y te colocas en un nivel superior. 

Para que ellos también puedan disfrutar haciendo sufrir, se les invita a cazar lagartijas, cangrejos, pececitos y a torturarlos en un cubo de agua durante horas. También se les permite tratar mal a gatos, perros y demás animales domésticos porque los adultos saben que así aprenden a usar su poder sobre los demás. Es una especie de entrenamiento, para que se sientan superiores a los animales más pequeños, y para que después los niños se diviertan haciendo sufrir a otros niños y niñas. 

La mayor parte de las violencias que sufrimos y ejercemos van acompañadas de risas

Por ejemplo, esos vídeos en los que salen bebés pegandose entre ellos o a ellos mismos acompañados de risas enlatadas para que a todos nos parezca muy gracioso ver como se hacen daño. 

Desde la más tierna infancia, ellos nos ven en grupo haciendo bromas hirientes y bromas crueles a las personas más vulnerables del grupo, y rápido ven que las personas que más daño hacen son las más respetadas.

También aprenden a justificar su violencia: cuando hacen sufrir a otros niños y se les va la mano, pueden excusarse con el argumento de que "era una broma" Así se puede señalar a la víctima que llora como una exagerada que no aguanta ni una. Una variante de esto es señalar a la víctima como culpable de las agresiones que recibe: "me miró mal y por eso tuve que romperle la nariz", "si no fuera tan maricón, nadie le pegaría", "llevaba la falda muy corta, iba provocando que la violaran"

Otra manera de enseñar a los niños a divertirse con el sufrimiento es sometiendoles a una exposición constante a la violencia a través de las pantallas. La mayor parte de los contenidos audiovisuales se dedican a glorificar y exaltar al macho violento sin emociones ni sentimientos, y a insensibilizar a la audiencia para que soporte todo tipo de violencias y aprenda a disfrutar con ellas. No hablamos solo de peleas, tiroteos, violaciones, guerras, sino de contenidos con violencia psicológica y emocional en el que uno o varios hombres se dedican a humillar, insultar, vejar y destrozar a otros hombres o mujeres.  

La violencia está tan "normalizada" que es casi invisible: por eso nos parece normal que haya once millones de españoles en la pobreza, que maten a las personas en las fronteras, que los políticos y sus familiares se hagan ricos con el dinero que ponemos entre todos... 

Nos parece normal que los políticos destrocen nuestro patrimonio común, que maltraten a sanitarios y docentes, que vendan nuestros hospitales, que cierren los servicios de urgencias. Nos parece normal que las mujeres pobres tengan que abrir sus orificios para que hombres desconocidos eyaculen en ellos, o que tengan que vender a sus bebes para poder alimentar a sus hijos mayores. 

Nos parece normal porque es el pan nuestro de cada día: es lo corriente, es lo común. Para los hombres alquilar mujeres es lo mas normal del mundo, no lo perciben como violencia porque no son sus madres ni sus hermanas ni sus hijas las que tienen que alquilar su cuerpo.  

¿Cómo se defiende la gente cuando les señalamos sus violencias? Generalmente con un ataque: al que protesta se le acusa de no tener sentido del humor o de ser "demasiado" sensible, como si la sensibilidad fuese un tremendo defecto. 

Los padres que tienen hijos varones se preocupan mucho cuando sus hijos son sensibles, cuando son bondadosos, cuando son buenas personas. La mayoría preferiría que sus hijos varones fuesen agresivos y violentos, y la excusa que te ponen es que quieren que sus hijos sepan defenderse de los niños violentos. 

No se les ocurre la posibilidad de dejar de criar niños violentos. Prefieren tener hijos agresores que hijos agredidos. Caen en la típica trampa de siempre: "le estoy enseñando a ser violento solo para que se defienda".


¿Cómo acabar con la violencia y el sufrimiento? 

¿Qué hacer para que todos y todas podamos tomar conciencia de las violencias que sufrimos y ejercemos?, ¿cómo dejar de disfrutar viendo a los demás sufrir? 

Creo que hace falta una toma de conciencia colectiva. El mundo está lleno de gente con gafas que ha desarrollado sus niveles de conciencia de una forma asombrosa. A mí me admira mucho esta gente, porque no es nada fácil vivir con tal grado de lucidez y de sensibilidad. 

Cuanta más lucidez, más fácil es deprimirse, como me pasa a mí a medida que voy tomando conciencia de las violencias que sufro y ejerzo. Y como sé que el cambio empieza por mí, busco la manera de trabajarme mis prejuicios, mis violencias, y la forma en que uso mi poder. 

La mayoría de la gente que ha tomado conciencia es generosa y optimista, y le pone todo el amor del mundo a señalar a los demás todo aquello que no vemos, o que no queremos ver. 

Lo hacen a diario en redes sociales y en las calles, en sus centros de trabajo, en su vecindario: trabajan por un mundo mejor, sueñan con un mundo sin sufrimiento y luchan por los derechos humanos de la infancia, de las mujeres, de los animales y las plantas, del planeta Tierra. 

Mucha de esta gente se deja la piel investigando, divulgando conocimientos, aportando datos, y haciendo circular la información: nos sacan de nuestra ignorancia y apelan a ese ser sensato, bondadoso y sensible que se esconde dentro de cada uno de nosotras y nosotros. 

Gracias a ellos y a ellas podemos sacudirnos de encima la indiferencia ante el sufrimiento ajeno, y rebelarnos ante injusticias que antes no nos conmovían o que creíamos que eran inevitables.

Una vez que tomas conciencia de que hacer sufrir a una persona para ejercer tu poder o para divertirte es violencia, comprendes enseguida que no puedes victimizarte, que tienes que hacerte responsable, y que la revolución empieza en tí. El cambio inicia cuando comienzas a ponerle atención a tu forma de relacionarte con los demás, a entrenar la empatía y a hacer autocrítica amorosa.

Mucha gente se va insensibilizando con la edad y la sobresaturación de información ante el horror del mundo en el que vivimos. Mucha gente necesita sumergirse en otras realidades y escapar de ésta usando los relatos, las drogas, los deportes, las pantallas o la fiesta. Se vive mejor en la ignorancia, por eso hay tanta gente que va con la vida con una venda puesta. 

Sin embargo, algunas personas vamos al revés: cuanto más leemos, cuanto más aprendemos, cuanto más crecemos, mayores son nuestros niveles de sensibilidad, de conciencia y de compromiso.  


Nos quieren ciegos, nos ponemos gafas

A mí de pequeña me resultaba intolerable el nivel de maltrato contra los animales, no soportaba las peleas en el patio del colegio, no podía ver películas violentas, y lloraba pensando en el sufrimiento que está causando la autodestrucción colectiva. Yo ya llevaba las gafas ecologistas y animalistas puestas, y el mundo me dolía una barbaridad. 

De adolescente me refugié en mi mundo ideal porque no me gustaba la realidad, y me resistí todo lo que pude. Pero me faltaba visión: no era consciente de cómo yo usaba mi poder, ni del impacto que mis palabras y mis actos tienen en los demás, porque no sabía hacer autocrítica amorosa, y me faltaba humildad. Los malos eran siempre los demás. 

Cuando me puse en las gafas el filtro violeta del feminismo, tomar conciencia del nivel de violencia contra las mujeres y mi forma de maltratarme a mí misma me resultó muy doloroso. Después de varios años mi nivel de agudeza visual va aumentando: cada día tomo conciencia de nuevas violencias que antes veía "normales" y naturales, y que pensaba que no podían cambiarse.

Cuando me puse el filtro del amor romántico, entonces pude empezar a ver cómo se me había metido el patriarcado dentro, y empecé mi proceso de liberación personal, que me llevó a volcarme en ayudar a todas las mujeres a tomar conciencia de la estafa romántica, y a generar las herramientas que necesitamos para liberarnos todas juntas, individual y colectivamente. 

Cuando empecé a fabricar el filtro de la maternidad para mis gafas, me quedé horrorizada con la forma que tenemos de maltratar a la infancia, y comprendí que estas violencias con las que torturamos a los niños y las niñas son la raíz de todos nuestros problemas como especie. 

En el embarazo empecé a quedarme sorda y me puse audífonos, y el filtro de la discapacidad, y entonces me di cuenta de lo duro que es el mundo para millones de personas que sufren discapacidades. 

Si a esto le añades las gafas antirracistas, las de la diversidad, las de la edad, el antiespecismo, si te asomas a los libros y escuchas a las mujeres más sabias de nuestra cultura, si eres capaz de entender que lo personal es político, entonces no sólo aumenta tu lucidez, sino también tu rebeldía y tus ganas de trabajarte por dentro para, desde tu cambio personal, poder contribuir al cambio colectivo. 

Con ellas cada vez soy más consciente no solo de las violencias que sufro, también de las que ejerzo. Ahora he aprendido a hacer autocrítica y a entender las relaciones de poder, y sé que estas estructuras no son inmutables y que otras formas de tratarnos son posibles. 

Cuanto más tiempo pasa, mis gafas van aumentando su poder, más me duele el mundo y más me rebelo ante la idea de que no se puede hacer nada. Esta rebeldía para algunos es un signo de inmadurez, para otros un defecto que se soluciona siendo más egoísta, tratando de evadirte y escapar cuando puedas, y dejando que te invada la resignación y la indiferencia.  

Yo sé que viviría mejor sin estas gafas, pero he optado por la lucidez como una postura política que me lleva a la ternura radical. 

Es doloroso sentir con tanta intensidad el sufrimiento a mi alrededor, pero tengo la esperanza de que la gente se de cuenta de que la violencia no es inevitable, normal ni necesaria, y que todos y todas tenemos derecho a una buena vida, libre de explotación, sufrimiento y violencia.


Pasos para la toma de conciencia

1) El primer paso siempre es abrir los ojos y tomar conciencia: para mucha gente lavar un coche en un río, o arrojar colillas al mar es "normal", no lo sienten como un acto violento contra la naturaleza. 

Para muchos otros hacer a sus hijos adictos al azúcar y a las pantallas no es violencia, simplemente transmiten sus adicciones a la siguiente generación sin pensarlo. 

La mayoría de los hombres creen que acosar a las mujeres en la calle no es acoso, están convencidos de que nos encanta que tipos desconocidos nos den su opinión sobre nuestro aspecto físico cuando vamos solas. 

Millones de personas tienen encerrados a animales en pisos pequeños durante más de diez horas al día y no sienten eso como violencia. Tampoco encerrar a un pájaro en una jaula para toda la vida. Es una bestialidad, pero para mucha gente es algo "normal": son incapaces de ponerse en el lugar del pájaro.

 No percibimos como violencia dejar llorar a los bebés y no atenderlos, porque hay médicos que justifican esta barbarie y enseñan a las madres a ser violentas con sus propios bebés. 

La tipa que se ríe de la compañera de trabajo porque está gorda no se da cuenta de lo cruel que es cada vez que hace burla de su aspecto físico. No percibe su propia maldad, y los que le ríen las gracias tampoco se dan cuenta, porque entre risas la violencia no parece tan violenta. 

Usamos las burlas, las humillaciones y las bromas crueles para hacer daño a los demás y a pesar de eso nos sentimos buenas personas, porque la mayoría no nos damos cuenta del sufrimiento que causamos (sí, es cierto que hay gente que sí se da cuenta y disfruta haciéndolo)

Lo mismo en las aulas que en las oficinas, lo mismo en casa que en la calle y en las redes, el mundo está lleno de guerras, luchas de poder, y violencia. Discriminamos, excluimos, y nos reímos de la gente por su altura, por su color de piel, por su aspecto físico, por su forma de hablar, por su discapacidades, por sus malformaciones y sus enfermedades, por su falta de habilidades, por su forma de vestir, y aunque sabemos que hacemos daño, muchas creemos que tenemos todo el derecho de atacar a las personas que nos caen mal o que no nos gustan. 

También creemos que tenemos derecho a hacer daño a las personas que admiramos cuando sentimos envidia. 

Y a las personas que queremos cuando estamos enfadados, estresados o de mal humor. 

Atacar a los demás para sentirnos poderosos nos parece lo más normal del mundo hasta que nos hacen daño a nosotros. 

2) El segundo paso es tomar conciencia no solo de la violencia que ejercemos sobre los demás, sino también la que ejercemos contra nosotras mismas. Nos maltratamos a diario cuando nos miramos en el espejo y nos decimos cosas horribles. Nos machacamos los cuerpos para disciplinarlos y someterlos, nos obligamos a pasar hambre, nos jugamos la vida en los quirófanos, nos arrojamos a las adicciones sin control, nos quedamos en relaciones donde no nos saben cuidar ni querer bien, nos obligamos a hacer sacrificios, nos reprimimos constantemente, nos torturamos a nosotras mismas creyendo que el sufrimiento es inevitable y que sirve para conseguir lo que necesitamos. 

Gracias al feminismo muchas mujeres estamos aprendiendo a querernos y a cuidarnos, y a cuidar nuestras relaciones con los demás: yo no puedo ser feliz rodeada de gente que sufre. 


3) El siguiente paso es que aprendamos a cuidar la naturaleza y nuestras relaciones con los demás habitantes del planeta, y comprometernos con la responsabilidad que tenemos de construir un mundo mejor. 

Cuidar de ti misma/o, cuidar de tus relaciones con otros seres vivos, cuidar los espacios que habitas, cuidar la naturaleza y el planeta: son las 3 cosas más importantes que aprendes cuando empiezas a tomar conciencia de que otro mundo es posible, y que tú puedes empezar por ti misma/o.  


Hay esperanza

Hay muchas cosas que están cambiando: hoy sabemos que el maltrato psicológico y emocional es violencia, y hay muchas cosas que antes eran "normales" que hoy ya no lo son. Por ejemplo, antes no lo hacíamos y ahora llamamos a la policía si vemos a un hombre pegando a una mujer en la calle, y tratamos de defenderla. 

Aún nos falta llegar al punto de ser capaces de defender a los niños que son golpeados por sus padres, pero estamos en ello: somos muchas las personas que estamos intentando que la gente entienda que los niños y las niñas son ciudadanas de pleno derecho, que no se puede golpear a ningún ser humano, tenga la edad que tenga, ni a los animales, aunque creas que te pertenecen a ti y por eso puedes hacer lo que te dé la gana con ellos. 

Llegará un día en el que los hombres no se atreverán a pegar a los niños y las niñas en público, ni en espacios donde puedan ser escuchados o vistos. 

Poco a poco vamos tomando conciencia colectivamente: antes se consideraba normal el trato degradante a las parturientas, hoy se tiene más cuidado porque hay miles de mujeres luchando contra la violencia obstétrica, y como consecuencia de ello hay más campañas de sensibilización para que las mamás exijamos nuestros derechos, y para que los profesionales los respeten. Gracias a esto están cambiando los protocolos en los hospitales, y pronto cambiarán las leyes para garantizar a todas las mujeres todos sus derechos durante el embarazo, el parto y el posparto. 

El cambio es muy lento, es cierto. La gente prefiere vivir de ilusiones, y no tiene herramientas para practicar la empatía. Los medios siguen culpando a las víctimas de la violencia que sufren, es muy obvio en el caso de las mujeres que sufren violaciones en sus hogares o en la calle. Los periodistas siguen perpetuando el patriarcado usando los estereotipos y los mitos, y tratando de que creamos que los femicidios son casos aislados, pero nosotras en redes sociales estamos señalando a los agresores, pidiendo justicia, y ayudando a la gente a tomar conciencia. 

La mayor parte de los comunicadores no tienen herramientas para tomar conciencia del machismo y la misoginia que llevan dentro, ni de la responsabilidad social que tienen en la construcción de un mundo mejor. Pero cuando reciben formación y campañas de sensibilización, la mayoría aprende a elaborar noticias correctamente. 

Lo mismo sucede con policías, jueces, personal sanitario y docente: cuando les damos formación comienzan a tomar conciencia de la desigualdad y la violencia estructural que ellos sufren y ejercen todo el tiempo. Y como consecuencia, cambian su comportamiento a mejor. 

Estoy convencida de que si dispusiéramos de herramientas para hacer autocrítica amorosa, podríamos darnos cuenta de cómo nos relacionamos con el mundo, y de cómo haciendo un cambio personal estamos contribuyendo al cambio colectivo. Porque es obvio que necesitamos transformar las estructuras, el sistema no funciona: en el planeta hay millones de personas sufriendo a diario violencias de todo tipo.

No poder comer es violencia, no poder ir al médico ni acceder a un tratamiento es violencia, no poder usar gafas o audífonos es violencia. Qu los bancos echen a la gente de sus casas después de recibir 60 mil millones del dinero de la gente es violencia. 

Es la violencia de un sistema que permite a los políticos gobernar contra nosotros y nosotras: usar el dinero que ponemos entre todos para darselo a los bancos, para comprar armas que no necesitamos o para enriquecer a los millonarios es violencia. Maltratar al personal sanitario es violencia, privatizar hospitales es violencia, recortar en el transporte público para que los pobres vayan apretados en los vagones es violencia. 

Vivimos en una guerra constante, para salir de ella solo hay que tomar conciencia de que todas y todos nos merecemos vivir una Buena Vida, libre de sufrimiento, explotación y violencia. 

Es cierto que aún hay seres humanos que no saben que los animales y las plantas sienten alegría, pena, y dolor, pero también es cierto que hay mucha gente tratando de que todos tomemos conciencia de que no son objetos y nosotros no somos los dueños, y que son seres autónomos que sufren por culpa nuestra. Somos los responsables de la extinción de miles de especies porque estamos destrozando sus hábitats. 

También es cierto que en las escuelas y en los medios nos enseñan a mutilar nuestra capacidad para la empatía, a competir entre nosotros, a relacionarnos desde la jerarquía, a aplastar a los demás para acumular poder, a abusar de la bondad de los demás para conseguir lo que queremos, y a no responsabilizarnos del daño que causamos en los demás cuando ejercemos nuestro poder de forma tiránica. 

Pero todo lo que se aprende, se puede desaprender. 

Y cuantos más docentes adquieran conciencia sobre lo importante que es poner fin a la violencia y situar los cuidados en el centro, más fácil será que la comunidad educativa entera tome conciencia y la filosofía de los cuidados forme parte del currículum educativo.


¿Qué hacemos mientras?

Seguir usando las redes para sensibilizar a los demás, seguir señalando las injusticias, enseñar a la gente a hacerse sus propias gafas para que vean la realidad, y proponer alternativas para construir un mundo sin sufrimiento y violencia. 

A mí me ayudó mucho descubrir que la comunicación y la pedagogía son dos son grandes herramientas para concienciar a los demás. También me ayudó buscar a gente despierta, concienciada y comprometida: dejé de sentirme tan rara y tan sola, aprendí a ver mejor, a identificar mis prejuicios, a ensanchar mi mente y mi corazón. Y ahora me dedico a ayudar a los demás a identificar las violencias que antes yo no veía, y a aportar con mis conocimientos para la erradicación del sufrimiento. 

Para demostrar que otro mundo es posible, que otras formas de relacionarse y de organizarse son posibles, que podemos cambiar las cosas, actúo con el ejemplo, que es la mejor vía de contagio social: si yo puedo cambiarme a mí misma y contribuir al cambio social, es más fácil que los demás sientan que también ellos pueden. 

Me da mucha fuerza asomarme a las redes para ver a toda la gente que está aportando su granito de arena en sus comunidades, en sus barrios y plazas, en los parlamentos, en las instituciones, en las aulas, en los medios, y en sus propias casas. 

Cuando me siento derrotada, les leo en sus muros y me animo pensando que el amor es una fuerza poderosa que puede vencer al odio, que la ternura es un acto político, que podemos acabar con el sufrimiento, que tenemos los medios, las habilidades y los conocimientos necesarios para que todas podamos vivir mejor, y que ellas lo están demostrando día a día. 

Quiero terminar dando las gracias a todas las personas que me ayudan cada día a quitarme la venda, a abrir los ojos y el corazón, a tomar conciencia, y a soñar con un mundo mejor. 

Coral Herrera Gómez


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20 de julio de 2022

¿Qué pasaría si...? Hilos Utópicos contra el Apocalipsis



Ahora que está tan de moda soñar con el fin del mundo y los apocalipsis, ahora que nos quieren a todas y a todos muertos de miedo, os invito a darle la vuelta, a poneros creativos/as, y a soñar con un mundo mejor. 

Hoy empiezo una serie de Hilos Utópicos en la que todos y todas podréis aportar.

Antes de activar tu imaginación, recuerda que la Utopía es un camino que se hace al andar, y que tenemos los medios, las habilidades, los conocimientos y la tecnología para llevar a cabo los cambios que necesitamos.

Empecemos soñando con la erradicación de la pobreza: ¿qué pasaría en tu vida y qué ocurriría en el mundo si todas y todos tuviéramos los ingresos y las necesidades básicas garantizadas?

- Se acabaría el hambre, la desnutrición y el sufrimiento de millones de personas en el mundo.

- Las tasas de muerte asociadas a la pobreza caerían en picado.

-Disminuirían las tasas de muerte infantil, esclavitud y trabajos forzados para niños y niñas.

- Las familias dejarían de vender a sus niñas a hombres mayores y se acabarían los matrimonios forzados.

- Los proxenetas y traficantes de mujeres y bebés se quedarían sin mujeres pobres a las que explotar laboral, sexual, y reprodutivamente.

- Los traficantes de órganos no encontrarían a nadie dispuesto a vender su riñón ni sus córneas, ni ninguna parte de su cuerpo.

- Se acabaría la mendicidad en las calles y la inseguridad en las ciudades, porque todo el mundo tendría lo suficiente para comer y para tener energía en casa.

- Los campos de concentración de mujeres esclavizadas desaparecerían, y la industria del porno dejaría de ser rentable.

-Las parejas que no se quieren y hoy permanecen juntas porque no tienen dinero para separarse, podrían divorciarse tranquilamente.

- Acabaríamos con el descomunal odio que existe hoy hacia las personas pobres.

- Nuestro sufrimiento caería en picado, junto con las tasas de suicidios por motivos económicos, así como las enfermedades y los trastornos mentales.

- Acabaríamos con las masas de personas refugiadas y exiliados que migran huyendo de la pobreza y el hambre. 

-Los hombres podrían vivir más años al salirse de las pandillas y las estructuras mafiosas que trafican con drogas y armas.

- Las personas dependientes, con discapacidades, malformaciones, enfermedades físicas y mentales, y las personas accidentadas no estarían condenadas a la pobreza, ni a la dependencia, ni sufrirían exclusión social por falta de recursos.

- Los empresarios tendrían que elevar los salarios, acortar las jornadas laborales, y garantizar todos nuestros derechos laborales para conseguir mano de obra. No dudéis que nos respetarían y nos cuidarían muchísimo más.

-Tendriamos más tiempo y energía para organizarnos, para crear redes de resistencia y apoyo, para protestar contra las injusticias, para sacar adelante proyectos sociales, y para luchar por nuestros derechos fundamentales.

- Las mujeres podrían salir de las relaciones de violencia machista con más facilidad, y empezar una nueva vida sin depender de las ayudas que ponen y quitan los políticos de turno.

- Las mujeres podríamos enfrentar y parar el acoso sexual de nuestros compañeros y superiores en el centro de trabajo, sin miedo a quedarnos sin empleo.

- Las mujeres podríamos elegir nuestras maternidades con más libertad, y no tendríamos que renunciar a ser madres por falta de recursos económicos.

- Las mujeres dejaríamos de tener doble y triple jornada laboral, y dejaríamos de servir y de trabajar gratis para los hombres: se acabaría la explotación doméstica.

-Las mujeres podríamos juntarnos y separarnos con libertad, y podríamos cambiar nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos entre nosotras y con los hombres.

- Nuestras relaciones serían menos interesadas, dependientes y abusivas, y por tanto, menos conflictivas y violentas.

- Seríamos más libres para elegir nuestra profesión, para cambiar de ocupación laboral, para tomarnos descansos, para sacar adelante nuestros propios proyectos.

-Quien quisiera podría salirse del sistema de autoexigencia y competición constante que nos marca hoy el capitalismo.

- Podríamos estudiar más años y jubilarnos antes, podríamos tener mucho más tiempo para aprender cosas nuevas y disfrutar de la vida.

- Mujeres y hombres podríamos criar a nuestros propios hijos e hijas, y acompañarlos el tiempo que queramos.

- A los ejércitos, grupos mafiosos y órdenes religiosas les resultaría muy difícil encontrar voluntarios para dejarse matar o para matar a otros seres humanos a cambio de unas monedas.

- Acabaríamos con las desigualdades sociales por razones económicas, pero también el fin de la pobreza tendría un fuerte impacto en las enfermedades de transmisión social: clasismo, xenofobia, machismo, homofobia, etc.

- Los trabajos esenciales, que son los más duros, tendrían unas condiciones excelentes de remuneración y unas condiciones inmejorables: agricultores/as, pastores/as, trabajadoras de la limpieza, cuidadoras de personas y animales, personal sanitario y docente, servicios de emergencias, bomberos, guardias forestales...

-Tambien los animales y demás seres vivos se verían beneficiados porque podríamos dejar de explotarles y maltratarles para hacer dinero.

- Muchas personas, al salir de la pobreza, tendrían más derecho a tener derechos, aunque sobre derechos humanos hablaremos en el próximo hilo. 


Ahora sí me preguntáis sobre cómo podríamos acabar con la pobreza, es obvio que uno de nuestros grandes problemas son los acaparadores: en la Tierra unas pocas familias acaparan todas las riquezas y los recursos, y se les pudre el dinero en el banco. Podemos limitar este acaparamiento y esta acumulación, a la vez que podemos dejar de gastar dinero en guerras, ejércitos, iglesias, familias reales, banqueros, grandes empresarios, y señores de la guerra, que son los que más reciben del dinero que ponemos entre todos y todas cada año a través de los impuestos. Si dejásemos de mantener a esta gente y tomáramos una serie de medidas como la Renta Básica Universal, podríamos erradicar la pobreza con facilidad, no hay excusas.


¿Os imagináis como cambiarían nuestras vidas, y como cambiaría el mundo si logramos cambiar nuestra economía, y nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos?


Se aceptan sugerencias, os invito a uniros a este ejercicio colectivo en mi Twitter y mi Facebook, y a activar la imaginación para soñar colectivamente un mundo sin pobreza.

Coral Herrera Gómez Blog

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