Vivimos creyendo que vamos a ser jóvenes para siempre, que vamos a gozar de buena salud toda la vida, que nuestras capacidades van a permanecer intactas hasta el final, y que de mayores nos cuidarán nuestros hijos e hijas, o pagaremos una residencia. Y sin embargo, es posible que no podamos ni pagar una residencia, ni ser cuidados/as en condiciones dignas. Piénsalo: el sistema no nos deja cuidar a nuestros bebés y a nuestros mayores: la mayoría de las personas adultas dedicamos la mayor parte de nuestra energía y nuestro tiempo a obtener ingresos.
Dedicamos poco tiempo a cuidar nuestro futuro, hacemos como si no existiese. Pero vamos cada día hacia él, los años pasan volando, y cada vez hay más personas mayores porque la esperanza de vida es cada vez más alta. Los temas más urgentes de nuestro futuro individual y colectivo son dos: quiénes nos van a cuidar cuando ya no podamos cuidar de nosotros mismos/as, y cómo nos vamos a mantener económicamente.
Para cuidar nuestro futuro tenemos que defender con uñas y dientes los derechos de las personas mayores y el alza de las pensiones. Exigir a los gobiernos que las residencias y centros de mayores sean espacios seguros y protegidos, y no puedan jamás caer en manos de empresas privadas. Blindar la ley para que ningún político aproveche una crisis mundial como la pandemia de COVID para atentar contra nuestro derecho a la salud, nuestro derecho a ser atendidos en hospitales cuando enfermamos, nuestro derecho a morir sin sufrimiento ni dolor.
En muchos países destrozar y privatizar la Sanidad pública es legal, y su deterioro progresivo pone la vida de millones de personas en peligro. También tu vida está en peligro: nunca tendrás dinero para poder pagar el coste de la Sanidad privada, tus descendientes tampoco.
La lucha por los derechos de las personas mayores no solo te ayudaría a tí a envejecer con dignidad, a tener garantizado tu derecho a la salud, y a recibir tratamiento médico y cuidados en tus últimos años de vida.
También tendría un impacto en tus padres y en tus hijos e hijas, y en todos tus seres queridos: al principio y al final, todos somos dependientes y necesitamos cuidados. Y las personas que nos cuidan, también se merecen ser cuidadas. No es justo que las mujeres más pobres del planeta nos cuiden a cambio de salarios de miseria, y sin tener sus derechos laborales garantizados: ellas también tienen derecho al descanso, a la baja por enfermedad, al subsidio de desempleo, a tener vacaciones y jubilación digna.
Otro de los grandes retos que tenemos por delante es evitar la soledad. En las grandes ciudades viven en completa soledad miles de personas mayores, y a menudo descubrimos que han muerto cuando empieza a oler el cadáver en el portal.
Cuando trabajas para cuidar tu futuro, también cuidas el futuro de los demás: ¿qué planeta queremos dejarle a las sucesivas generaciones de seres humanos?, ¿cómo vamos a dejaer de producir plástico y de contaminar el agua, el aire, la tierra, y los alimentos?, ¿cómo vamos a dejar de invadir y destrozar los hábitats de millones de animales y seres vivos que están hoy al borde de la extinción?, ¿cómo vamos a parar las guerras, y este suicidio colectivo como especie?, ¿cómo vamos a trabajar para garantizar su derecho a tener una Buena Vida, libre de explotación, violencia y sufrimiento, y para dejarles un mundo mejor?
Coral Herrera Gómez