Mostrando entradas con la etiqueta Coral Herrera Gómez. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Coral Herrera Gómez. Mostrar todas las entradas

5 de marzo de 2024

No te cases nunca: vamos a contar verdades



Los hombres casados viven más años que los solteros. Su salud es mucho mejor, y son más felices que los hombres solteros, divorciados y viudos. 

Las mujeres solteras viven más años,  gozan de mejor salud y son más felices que las mujeres casadas. 

Estas fueron las conclusiones de Paul Dolan, profesor de Ciencias del Comportamiento en London School of Economics en el estudio que publicó en 2019 y su conclusión fue: "Si eres hombre, quizás deberías casarte. Si eres mujer, estás mejor sola" 


¿Y por qué será que el matrimonio solo beneficia a los hombres?

Pues porque al casarse, todos son premiados con una mujer-criada, una mamá-esposa, una mujer que ejerce de secretaria, cocinera, limpiadora, niñera, enfermera, asistente, psicóloga, maestra, lo hace gratis, y además te trata con amor. 

¿Y cómo es tener una cuidadora todos los días de la semana, todos los días del año, hasta el final de tus días?

 Una mujer que no sólo trabaja gratis, sino que además no tiene días de descanso ni vacaciones, no puede pedir permiso por enfermedad, no cotiza a la seguridad social, y no cobra salario. Está siempre disponible para ti, siempre a tu servicio.

Todo son ventajas, porque además, ahora las esposas-madres también traen dinero a casa: aguantan sin rechistar la doble jornada laboral, y no solo son unas excelentes profesionales, también son buenas trabajadoras del hogar, buenas mamás, buenas vecinas, buenas esposas.

Tienen la casa limpia, la nevera llena, la comida hecha, llevan la administración del hogar, la contabilidad, la carga mental, y además están listas todas las noches para ofrecerte servicios sexuales. 

A los hombres les viene muy bien tener una sustituta de mamá con la que poder tener sexo, una mujer que les cuide cuando enferman, y que les ate en corto. porque los hombres ya sabemos que no tienen auto control y no saben regularse a sí mismos: necesitan una mujer que sea a la vez madre, maestra, vigilante y carcelera. Una mujer que les guíe por el camino del bien, y haga todo el trabajo que les toca hacer a ellos en la casa y con los hijos. 

¿Cuales son los incovenientes para los hombres? 

Que no todas sirven a los hombres con alegría. Muchas protestan por la explotación y el abuso, por las escapaditas masculinas y por los cuernos que llevan. No todas las mujeres obedecen todo el tiempo; hay muchas que reclaman, patalean, lloran, montan broncas una tras otra. Por eso hay tantos chistes sobre hombres que escapan de mujeres gruñonas. Para ellos la mujer ideal es la que no se queja, la que se resigna y se deprime, la que se calla y se aguanta. 

 Hay mujeres que se pasan años intentando educar a sus maridos para que cambien, otras son más prácticas y más realistas, y hacen su vida pasando de sus maridos, y otras logran liberarse de la carga y echan a volar.

A la mayor parte de los hombres les compensa tener una esposa gruñona y amargada que pasa todo el tiempo enfadada.

A quienes no nos compensa es a nosotras.  

El matrimonio es una estafa, y es una trampa. Creemos que al casarnos el hombre se comportará como un compañero, que trabajaremos en equipo, que recibiremos los mismos cuidados que damos. Todas soñamos con un hombre autónomo que sepa cuidarse a sí mismo y sepa cuidar a sus seres queridos, pero apenas hay hombres así.

Después de la boda nos encontramos maternando a un hijo mayor, y después nos toca maternar a nuestros hijos pequeños, y cuantos más hijos tienes, más atrapada estás en el matrimonio.

Cuando comprendes en tus carnes la profunda injusticia que supone no tener tiempo libre para que tu marido viva como un rey, ya es demasiado tarde. Los hombres gozan del doble de tiempo libre que las mujeres en todo el mundo, lo que significa que pueden dedicarse a sus pasiones, hacer ejercicio y practicar deporte, pueden divertirse con los amigos, pueden pasar tiempo con sus familiares, pueden estudiar idiomas, o másters, o doctorados, pueden descansar y dormir más, y pueden tener las amantes que quieran.

Las mujeres tenemos apenas una hora libre al día. Por eso somos nosotras las que pedimos mayoritariamente el divorcio: antes el principal motivo era la infidelidad masculina, ahora es la sobrecarga doméstica.

¿Qué impacto tiene en nuestra salud mental, emocional y física la doble y triple jornada laboral? Pues en España, por ejemplo, las mujeres somos las que más psicofármacos estamos consumiendo en toda Europa, para poder aguantar un ritmo de vida tan estresante y agotador: antidepresivos, ansiolíticos, somniferos...

La falta de sueño y descanso, unido al estrés y la sobrecarga de trabajo, son factores fundamentales para explicar por qué las mujeres casadas tienen menos esperanza de vida que las solteras.

Vivir trabajando para los hombres, tanto dentro como fuera de casa, es agotador.

Y muy frustrante.

La frustración, el enojo, la decepción, la rabia, nos amarga la vida. Cuanto más nos creemos el mito romántico, más nos duele el darnos cuenta de que el amor romántico es una estafa, y la "familia feliz" una trampa.

Miramos a las mujeres solteras y sin hijos con envidia, porque ellas no tienen que servir a los hombres, ni tienen que aguantar cuernos, ni tienen que pasarse el día trabajando para que la familia feliz sea feliz.

Las mujeres solteras creen que las casadas son muy felices porque generalmente las casadas no cuentan las verdades, ni muestran públicamente cómo se sienten. Ponen fotos en redes sociales para que los demás crean que tienen un marido maravilloso, unos hijos maravillosos, y una vida maravillosa. Por eso cuando deciden divorciarse nadie entiende nada, "con lo felices que se os veía en las fotos"

A nosotras no nos compensa el matrimonio, porque los privilegios y los abusos de los hombres nos amargan la existencia, nos quitan tiempo para disfrutar de la vida, nos enferman y nos quitan años de vida. 

Vivir en guerra constante es muy frustrante, porque ellos juegan con ventaja, no se dejan domesticar, y casi siempre ganan las batallas.

Así que para vivir mejor, las mujeres tenemos que evitar el matrimonio, y nunca convivir bajo el mismo techo que nuestros amantes. 

La mejor fórmula es que cada uno viva en su casa, porque los hombres ganan en tiempo y calidad de vida, y nosotras perdemos. Perdemos la salud, perdemos horas al día, perdemos la alegría: el matrimonio solo les beneficia a ellos.

Para que las mujeres jovenes no caigan en la trampa, vamos a contar verdades.

Vamos a dejar de fingir que somos felices en redes sociales.

Vamos a explicarles que no es una cuestión de mala o de buena suerte: el matrimonio es una estructura basada en la dominación masculina y en los privilegios de los hombres.

Las nuevas generaciones de hombres y mujeres tienen que tener claro que cuando los cuidados no son mutuos, están en relaciones de abuso y de explotación. 

A los niños hay que hablarles de justicia social y derechos humanos, y a las niñas hay que contarlas la verdad del matrimonio, para que no se conviertan en criadas y no acaben atrapadas, amargadas y empastilladas.

Para muchas mujeres el matrimonio es una trampa mortal, pues todos los días son asesinadas 137 mujeres en el planeta por desobedecer a sus maridos o por intentar escapar de la cárcel del matrimonio. El lugar más peligroso del mundo para las mujeres y las niñas es el hogar: las violan y las matan los maridos, los padres, padrastros, abuelos, tíos, primos, y amigos de la familia.

Por eso es tan importante desmontar el mito romántico. Ellas tienen derecho a saber la verdad, a escuchar a sus madres, abuelas, tías, primas, y vecinas, a enfrentarse a la vida con los ojos abiertos, sin la venda que les ponemos en los ojos cuando son pequeñas.

Todas tienen que saber, además, que tienen derecho a vivir una Buena Vida, y que la mejor manera para vivir mejor es permanecer soltera.

Coral Herrera Gómez



Más artículos de Coral: 

Vamos a contar verdades

El amor de pareja en cifras

Si te enamoras, estos son tus derechos

¿Para qué sirven las mujeres?

Los hombres que no cuidaban a las mujeres 

El Amor Romántico y los Derechos Humanos

Declaración Universal de los Privilegios del Hombre



22 de febrero de 2024

Tesis doctoral de Coral Herrera Gómez




¡Buenas noticias! La Universidad Carlos III de Madrid ya tiene mi tesis doctoral “La construcción sociocultural de la Realidad, del Género y del Amor Romántico”, publicada en su Biblioteca Digital. Obtuve un Sobresaliente Cum Lauden en 2009, y hasta ahora solo era posible consultarla en papel en Madrid. 

Desde hoy podeís leerla desde cualquier parte del mundo: 

https://e-archivo.uc3m.es/handle/10016/40138






21 de febrero de 2024

Podcast de Coral Herrera: Disfrutar del Amor

 



¿Has escuchado mi programa de podcast "Disfrutar del amor"? 

Son diez episodios cortos por tan solo 1,99 euros: 

1. Yonkis del amor 

2. ¿Y si no llega nunca el amor de mi vida?

3. Autonomía emocional: el amor no se exige ni se mendiga

4. Cómo trabajar el Ego para el Amor

5. Duelos y rupturas: cómo sufrir menos

6. ¿Por qué disfrutan haciendo sufrir a las mujeres?

7. ¿Cómo aprendemos a amar? Diferencias entre mujeres y hombres 

8. Cómo trabajar la dependencia emocional

9. Mujeres que sobreviven a la estafa romántica

10. Herramientas para disfrutar del amor 



El programa está en iVoox y Spotify ❤️










20 de febrero de 2024

Hombres con miedo a las Mujeres con poder

 




"Yo cuando ligo con hombres siempre digo que trabajo en Iberia. Y entonces ellos sonríen y me ven vestida de azafata sexy. Cuando terminamos de tener relaciones, y le cuento que soy la Comandante García, y que piloto un boing 747, se le pone chiquita, y después de la primera cita, desaparecen. No pueden soportarlo, me imaginan con 400 personas en mis manos aterrizando en el aeropuerto de Nueva York, y empiezan a sentir un complejo de inferioridad, que por mucho que lo intentan, no pueden con él"

Recuerdo que todas nos reímos, estábamos en un taller de mujeres reflexionando sobre por qué cuando nos enamoramos de un hombre, disimulamos para no parecer tan inteligentes, tan trabajadoras, tan luchadoras, y tan poderosas. Nos empequeñecemos para no asustar a los hombres, para parecer buenas mujeres, mujeres en las que se puede confiar. 

Invertimos mucha energía en calmar el miedo de los hombres, y para ello lo más cómodo es elevarle a él al altar, mientras nosotras nos quedamos debajo. Ellos ahi arriba también están más cómodos, porque es el lugar que han ocupado siempre. Les gusta que les admiremos y les idealicemos, porque ellos no están acostumbrados a admirar mujeres. 

Es fácil hacer la prueba: puedes preguntar a los hombres a tu alrededor cuantas mujeres escritoras admiran, cuantas deportistas, cuantas científicas, cuantas políticas, cuántas pintoras, cuántas periodistas, cuántas influencer siguen. Les cuesta mucho porque la mayoría de ellos no leen a las mujeres, no van a verlas jugar a los estadios, no siguen a mujeres importantes en redes sociales. Algunos pueden hablar de personajes históricos como Marie Curie o Isabel la Católica, pero si les pides que cite mujeres importantes que estén vivas en estos momentos, les cuesta todavía más. 

Recuerdo que el día que yo me doctoré, salió en los periódicos la noticia de que las mujeres con titulo de doctora o titulos universitarios, ligaban menos y se emparejaban menos que las mujeres sin estudios. Y me reí, pero es verdad que a lo largo de mi vida, cuando me he enamorado de un hombre, he tratado de parecer menos inteligente y poderosa de lo que soy.

Cuando tomé conciencia del tremendo miedo que tienen los hombres a las mujeres libres y a las mujeres con poder, me di cuenta de que el problema es de ellos, no mío. Yo he tenido parejas mucho más inteligentes y cultas que yo, y otras que no tenían más que los estudios básicos, y nunca me he sentido superior o inferior. Sin embargo, ellos sí se han sentido apabullados por mi nivel, y por mi papel como figura pública a la que reconocen por la calle. 

A lo largo de estos años trabajando con mujeres, he escuchado a muchas hablandome de los problemas que genera el tener un puesto más alto que sus compañeros, o el tener un salario superior al de ellos. ¿Cuáles son esos problemas? Fundamentalmente, luchas de poder. Todas las parejas tienen luchas de poder mientras intentan domesticarse mutuamente, pero cuando el enemigo es superior a ellos, los hombres patriarcales sienten una necesidad imperiosa de ponerse siempre arriba para sentir que tienen el dominio y el control de la relación.

Cuanto más inseguro es un hombre, más depende emocionalmente de su pareja, y más complejo de inferioridad y de superioridad siente con respecto a ella. 

Un hombre acomplejado suele aplicar siempre la misma estrategia de lucha, que consiste en intentar bajar la autoestima de su compañera para hacerla creer que no vale nada, y que ella no es nadie sin él.  

Esta estrategia también consiste en jugar con el ego de las mujeres: cuanto más reconocimiento y afecto necesitamos de los demás, más vulnerables somos, y más inseguras nos volvemos, porque nuestra autoestima cambia según el nivel de atención y amor que recibimos de los demás. Cuanto más alto está el ego, más baja nuestra autoestima. 

Así que muchos hombres lo que hacen es darte y quitarte ese reconocimiento y ese amor, para que te sientas tan insegura como ellos. Lo que hacen es quitarte poder para defenderse de ti: es una forma de asegurarse que no vas a utilizar tu enorme poder para aprovecharte de ellos, o para dañarlos. 

A los hombres más machistas les pasa que viven una batalla muy fuerte en su interior: por un lado odian y temen a las mujeres, por otro lado admiran a sus compañeras, pero también sienten una profunda envidia. Los hombres han sido educados para rivalizar y competir con los demás, así que cuando se emparejan no saben relacionarse de tú a tú. 

Les educan desde muy pequeños para que le tengan miedo al amor y al poder de nuestros encantos, de manera que van al amor como si fueran a la guerra. 

Ellos van armados hasta los dientes, nosotras vamos desnudas, creyendo que la pareja va a ser un paraíso en el que seremos muy felices para siempre. 

¿Qué ocurre cuando nos damos cuenta de que nuestro compañero no lleva bien nuestro poder y nuestra posición? 

Generalmente intentamos empequeñecernos y alabarlos a ellos para que se sientan mejor, pero después llega un punto en que lo que queremos es dejar de batallar, y trabajar en equipo, codo a codo, con nuestro compañero. 

Es una lucha muy larga, pues los hombres están siempre alerta defendiendo su libertad y su poder: no hay nada que les aterre más que ser un calzonazos, un hombre dominado por su mujer. Los hombres patriarcales necesitan sentirse los jefes de su familia, los que mandan y ordenan, y necesitan que los demás (mujer, hijas e hijos) respeten su autoridad y obedezcan. 

Esto ya no es posible hoy en día porque ya no son los únicos proveedores de ingresos de la familia. Ahora se necesitan dos sueldos cada mes, y ya no tienen en sus manos el poder económico. Así que no saben muy bien cómo hacer para seguir justificando su necesidad de dominar.

Esto genera mucha rabia y frustración en los hombres con miedo, y cuanto más rencor se acumula en su interior, más machacan a sus compañeras, y más problemas crean. Los hombres inseguros y machistas no pueden soportar que una mujer tenga demasiado éxito en su profesión, especialmente si tienen millones de seguidores en todo el planeta. 

¿Os imagináis lo que debe de ser vivir con mujeres como Shakira, una mujer con mucho talento y mucho dinero, que viaja durante todo el año y despierta pasiones allá donde va?

Ya lo dijo el maestro Eduardo Galeano: "El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”

Son muy pocos los hombres capaces de relacionarse de una forma tierna y amorosa con mujeres poderosas, pero haberlos, haylos. 

En el mundo de las estrellas, conocemos casos de hombres que han acompañado durante años a sus compañeras sin necesidad de dominarlas y sin necesidad de hacerles sufrir. Hombres que se dedican a facilitar, no a poner obstáculos, hombres que cuidan a sus compañeras, que se encargan de la casa y de la crianza, que ponen lo mejor de sí mismos para que sus mujeres brillen y triunfen, y que apoyan en los buenos y los malos momentos, también cuando se apagan los focos y pasan de moda. 

Son minoría. 

También en la vida real existen estos hombres que no necesitan sentirse superiores a sus compañeras, que están seguros de sí mismos, confían en sus parejas, construyen relaciones basadas en el compañerismo y el apoyo mutuo, y se alegran mucho por los éxitos de la mujer con la que comparten la vida. Algunos de ellos han sido educados para relacionarse en igualdad, otros en cambio han tenido que trabajarse mucho por dentro para aprender, pero todos tienen en común que son hombres valientes que se han liberado del miedo al amor y a las mujeres. 

Solo con hombres libres y valientes se puede realmente disfrutar del sexo y del amor. 

Coral Herrera Gómez


Si tú también quieres trabajarte el miedo a las mujeres y al amor, puedes leer mi libro sobre masculinidades: 





Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019




19 de febrero de 2024

Canal de Whatsapp de Coral Herrera Gómez

 



Si queréis recibir en vuestro whatsapp las novedades en mi blog y los sitios que voy a visitar, ya podéis apuntaros a mi canal de Whatsapp. 


Aquí podéis acceder a todos mis perfiles en redes sociales y ver las entrevistas que me han hecho en radio, prensa y televisión. 


31 de enero de 2024

¿Qué pasa si mi pareja quiere controlarme? Pregunta 11



Pregunta número 11 del libro 100 preguntas sobre el amor


• No te pongas esa falda tan corta.

• Si sales con tus amigas, tienes que volver a las 10 a tu casa.

• Mándame una foto para que vea dónde estás y con quién.

• No me gusta ese vestido.

• No quiero que te vayas a la ciudad a estudiar.

• No quiero que hables con tus ex.

• Quita esa foto de tus redes sociales.

• Si yo no puedo ir a esa fiesta porque estoy enfermo, tú tampoco vas.

• Sales demasiado con tus amigas y no me dedicas tiempo a mí.

• Prefiero que dejes de trabajar y te quedes en casa cuidando a mis hijos.


Estas órdenes y mandatos no son una prueba de amor, sino de vigilancia y control. Aunque las leyes de nuestros países digan que hemos nacido libres e iguales a los hombres, lo cierto es que la mayor parte de las mujeres de este planeta no son libres ni pueden elegir cómo vivir su vida.

Algunas pasan la mitad de su vida obedeciendo a su padre y la otra mitad a su marido. No pueden elegir dónde quieren vivir, no pueden estudiar lo que les gusta ni elegir su profesión, no pueden elegir la soltería ni decidir cuánto tiempo quieren estar en pareja, no pueden divorciarse, no pueden elegir libremente su maternidad, no pueden elegir el número de hijos que quieren tener, no pueden viajar sin permiso de los hombres, no pueden practicar deportes ni dedicarse a sus pasiones.

Algunas mujeres que nacen en países desarrollados pueden ser dueñas de su vida gracias a la lucha de las mujeres feministas, que han logrado la aprobación de las leyes que garantizan su libertad y de derechos humanos. Sin embargo, incluso las mujeres con estudios y trabajo, aunque parezcan muy modernas, ejercen de sirvientes de sus maridos y trabajan toneladas de horas gratis para ellos. Creen que lo hacen por amor, pero en realidad es explotación. La mayoría de las mujeres occidentales tienen doble y triple jornada laboral, una en el campo, en la fábrica o en la oficina, y otras dos en la casa: una como trabajadoras del hogar y otra como cuidadoras de bebés, niños o familiares con discapacidades o enfermedades.

La mayor parte de las mujeres del mundo pierden su libertad al casarse y tener hijos, incluso aunque las leyes digan que tenemos derecho a separarnos cuando queramos: los salarios que tenemos no nos permiten ser autónomas ni nos permiten divorciarnos. Y nuestra dependencia no es solo económica, sino también emocional.

Aún son muchos los maridos y los novios que controlan y vigilan a las mujeres con las que tienen una relación sentimental, que dan órdenes y limitan su libertad de movimientos, que no les permiten vestir como quieren ni hacer lo que desean. Muchas, muchísimas mujeres siguen pidiendo permiso a sus maridos para salir a pasear, para ver a sus amigas, hacer deporte, estudiar e incluso para cuidar su salud sexual. Muchas usan anticonceptivos a escondidas, pero tienen que tener mucho cuidado.

El precio que tienen que pagar las mujeres que desobedecen a sus maridos es demasiado alto: muchas sufren castigos, palizas y violaciones por ejercer su libertad. Cada día son asesinadas 137 mujeres en el planeta a manos de sus parejas, bien por desobedecer, bien por intentar escapar de la prisión del matrimonio. Para muchas, obedecer a su amo y soportar su violencia es la única manera de mantenerse con vida.

¿Te puede pasar a ti?

Muchas mujeres occidentales creemos que a nosotras no nos va a pasar. Pero lo cierto es que todavía hay muchos hombres que actúan como carceleros y como policías con sus parejas: ejercen vigilancia y control, y exigen obediencia.

Algunos lo hacen con tono autoritario, otros usan el victimismo y hacen chantaje emocional, otros emplean tácticas de seducción y la gran mayoría utiliza el amor para que renunciemos a nuestra libertad.

Es muy fácil someter a una mujer libre usando el amor para que crea que obedece voluntariamente y no se sienta prisionera, “lo hago por tu bien, porque yo sé qué es lo mejor para ti”, “no te permito que hagas esto o lo otro porque te amo”, “si me quisieras de verdad... no irías a esa fiesta, no vestirías así, vendrías hoy a verme, intentarías satisfacerme en todo”.

Muchos hombres se aprovechan de la necesidad de las mujeres de tener pareja y de sentirse amadas para dominarlas y para tenerlas a sus pies. Cuanto más dependientes somos, más poder tienen sobre nosotras y más limitan nuestra libertad: nos exigen sacrificio, renuncia y obediencia en nombre del amor.

Muchas de nosotras renunciamos a nuestra libertad creyendo que así nos van a querer y cuidar mejor. Pero es justo lo contrario. 

Cuanto más sumisas y obedientes somos, más peligro corremos.

Cuanto más complacientes somos, más abusan de nosotras.

¿Cómo protegernos y cuidarnos? Las señales más claras de que estás en una relación de dominación están dentro de ti, escucha cómo te sientes, sé honesta contigo misma y hazte todo el tiempo la pregunta clave: ¿estoy haciendo lo que quiero o estoy haciendo lo que quiere mi pareja?

También puedes preguntarte: ¿cómo reacciona mi pareja cuando hago lo que me gusta y lo que quiero?, ¿respeta mi pareja mi libertad o intenta limitarla constantemente?, 

¿me haría daño mi pareja si quisiera dejar la relación?

Al empezar la relación, puedes intentar explicarle a tu pareja que no vas a obedecer órdenes o prohibiciones ni chantajes de ningún tipo, pero solo una vez. No puedes estar todo el tiempo peleando.

Da igual que tu pareja llore o se enfade: si pretende limitar tu libertad para moverte, para vestirte, para estar con tu gente, para conocer gente nueva, para hacer las cosas que más te gustan, entonces, hay que dejar la relación sin dudarlo ni un segundo.

Si tu pareja no confía en ti, te puede hacer mucho daño.

Si necesita controlarte, vigilarte y castigarte, estás en peligro.

Si no sabes cómo salir de esa relación, pide ayuda a tus amigas y a tu gente querida.

Si no te sientes libre para ser tú misma y para hacer lo que quieres, si la otra persona no confía en ti, lo mejor es aceptar que no es posible construir una relación bonita desde el miedo, el control y la dominación. Tu libertad y tu bienestar son lo primero siempre, nunca renuncies a ellas en nombre del "amor". 


Coral Herrera Gómez


¿Quieres ver todas las preguntas del libro?

¿Quieres leer el prólogo?





Editorial Catarata, Madrid, 2023. 



29 de enero de 2024

Coral Herrera en Eibar

 



Dónde: Eibar, Guipuzkoa
Cuándo: Lunes 5 de febrero
Hora: 18:30
Lugar:  Andretxea, Casa de las Mujeres de Eibar
Ubicación: Isasi Kalea 11  

Son muy pocos hombres

 



Son muy pocos


Los hombres que no tienen miedo al amor y a las mujeres. 


Son muy pocos


Los hombres que se atreven a quitarse la armadura, a mostrarse tal cual son, a compartir su intimidad y desnudez, y a mostrar su vilnerabilidad.


Son muy pocos 

Los hombres dispuestos a quitarse la corona, abdicar del trono, renunciar a sus privilegios, y abandonar las estructuras de relación basadas en la dominación.


Son muy pocos

Los hombres que se relacionan de igual a igual y tratan a las mujeres como compañeras.


Son muy pocos

Los hombres que comparten las tareas de cuidados al cincuenta por ciento con sus parejas.


Son muy pocos

Los hombres que trabajan en su crecimiento y su desarrollo personal, y muy pocos los que se trabajan sus patriarcados para ser mejores personas.


Son muy pocos

Los hombres que piden ayuda cuando se sienten mal. Y muy pocos los que van a terapia a sanar las mutilaciones de la infancia y las heridas de las batallas de la vida.


Son muy pocos

Los hombres que saben cuidarse a sí mismos, y muy pocos los que saben cuidar sus relaciones con las personas más queridas. Y son muchos los que reciben cuidados sin darlos.


Son muy pocos

Los que se trabajan la honestidad y la sinceridad, y evitan usar el privilegio de la mentira y la doble vida.


Son muy pocos

Los hombres que aprenden a usar su poder para no abusar, y a controlar sus emociones para no hacer daño a nadie.


Son muy pocos

Los hombres que tienen autonomía total y no necesitan una criada. Y son muchos los que se aprovechan del amor de las mujeres de su vida.


Son muy pocos

Los hombres que leen y escuchan a mujeres, y los hombres que tienen referentes e ídolas femeninas. Son muy pocos los hombres que admiran a las mujeres importantes.


Son muy pocos 

Los hombres que hablan y practican la igualdad, la ternura, los buenos tratos, la responsabilidad afectiva, los cuidados mutuos y el amor del bueno.


Son muy pocos

Los que crían a sus hijos y los que les educan desde los valores y principios de los derechos humanos, la igualdad, la libertad, el respeto, la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, la cooperación y el trabajo en equipo.


Son muy pocos 

Los hombres que están en contra de la explotación doméstica, sexual y reproductiva de las mujeres, y son muchos los que se benefician de ella.


Son muy pocos 

Los hombres con capacidad para la autocrítica, para respetar los límites y para aceptar las derrotas.


Son muy pocos 

Los hombres que aceptan con humildad y empatía un NO de las mujeres.


Son muy pocos

Los hombres que se atreven a hablar de sus abusos y agresiones, y a intentar reparar el daño causado.


Son muy pocos

Los hombres que se enfrentan a sus amigos o conocidos y se atreven a señalar su machismo y su misoginia.


Son muy pocos 

Los hombres que se atreven a denunciar a los colegas de profesión cuando se enteran de que han abusado o agredido a las compañeras.


Son muy pocos

Los hombres que protestan por los femicidios de cada semana y las violaciones de cada día.


Son muy pocos.


Muy pocos.


Para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, más igualitario y amoroso, hacen falta más hombres buenos, honestos, valientes y comprometidos.


Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 

Los hombres que me gustan









26 de enero de 2024

Coral Herrera en Bilbao

 




❤️San Valentín y otras enfermedades raras💔
A través de relatos de amor y desamor Coral Herrera y Gurutze Beitia van a desmontar juntas el mito del amor romántico.

📆4 de febrero
📢 Bilbao
⏰ 11:00-13:00

👇🏼Inscripción gratuita hasta completar aforo: https://forms.gle/ecEzUE9xUHB13W576
✍🏼Si tienes una historia de amor o desamor que te hizo sufrir y nos la quieres compartir, envíanosla a:

holaregadera@gmail.com

Gurutze Beitia y Coral Herrera harán magia con tu relato✨
Organizado por Espäcio Regäderä
Gracias al área de Igualdad de el Ayuntamiento de Bilbao.

Desmontando los mitos con los que nos engañan



La felicidad, el amor, la libertad, la igualdad, la justicia, la democracia, la belleza, la perfección, la riqueza y la abundancia, el amor romántico y la familia feliz son algunos de los mitos con los que nos engañan. 

Son ilusiones colectivas, pero son un camino, no se puede llegar a ellas. No existe la pareja perfecta, ni la familia perfecta, ni la vida perfecta: puedes intentar mejorar tu vida y tus relaciones, pero jamás llegar al estado ideal en el que todo es maravilloso y la felicidad es eterna. 

Cuanto más idealizados y alejados están los mitos de la realidad en la que nos ha tocado vivir, más nos decepcionan, y más nos hacen sufrir. Porque estas utopías no son metas, son un camino hacia una realidad futura, y los cambios tienen que ser colectivos, no solo individuales. 

Cuando más duele un mito es cuando hemos soñado una vida fantástica y nos damos cuenta un buen día de que se nos está pasando la juventud, ya somos personas adultas, y nuestros sueños no se convierten en realidad, por mucho que lo deseemos, y por mucho que nos esforcemos. 

Cuando llegas a la treintena y te das cuenta de que tu vida no se parece a lo que soñabas, y que tu vida es la que es, empiezan las crisis porque todos los mitos se derrumban, y nos invade la sensación de que hemos fracasado. 

Cuanto más mificamos cosas o personas, y cuantas más expectativas tenemos, más nos decepcionamos. Duele cuando un ídolo o ídola se nos cae del pedestal en el que le teníamos, duele cuando has idealizado un país y al llegar no es lo que tú creías, duele cuando una persona nos engaña y nos miente, duele cuando no puedes dedicarte a lo que más te gusta y tienes que trabajar para sobrevivir. 

En el ámbito de la pareja, es muy frustrante vivir una ficción construida con tanta ilusión, y  muy doloroso darte cuenta de que era todo mentira, y que has estado viviendo en un realidad paralela. 

También es cierto que hay gente que prefiere llevar una venda en los ojos y seguir inmersa en su ficción, pero es peligroso vivir en tu mundo cuando los demás no te llevan la corriente, y cuando la realidad no se ajusta a tus deseos. 

¿Por qué es peligroso vivir con la venda puesta? Porque cuanto más ciegas y ciegos estamos, más nos manipulan los poderosos a través de los mitos. Los usan para vendernos cosas, para arrancarnos el voto, para imponer su relato sobre la actualidad, y para que aceptemos sin protestar la realidad que ellos han construido para nosotros y nosotras. 

Lo más peligroso de los mitos es cuando no logramos distinguir la ficción de la realidad. Cuanto más se ensancha el abismo que separa a ambas, más posibilidades tenemos de sufrir trastornos y enfermedades mentales. Hay gente que cree que el no poder asumir la realidad y no poder vivir en ella es un problema personal, cuando lo cierto es que es un problema colectivo: todos vivimos inmersos en ilusiones, y nos bombardean con mitos a diario, ¿cómo no vamos a soñar con ellos? 

El mundo está lleno de gente vendiendo salvaciones, soluciones mágicas, transformaciones de ensueño, dosis encapsuladas de esperanza. En los anuncios de radio y televisión, en los reels de Instagram, en los periódicos, en las películas, en la música, en toda nuestra cultura hay gente vendiendo humo. Gente que sabe que a todos y a todas nos gusta mucho soñar y evadirnos de la realidad, escapar de ella o vivir haciendo como si no estuviera pasando lo que está pasando. Gente que huele la desesperación, la desesperancia, la carencia y la tristeza, y te ofrece a diario, a través de todos los canales, un cambio maravilloso. 

Cuanto más anestesiados y anestesiadas estamos, más vulnerables somos. Por eso nuestra fuerza está en estar todo el tiempo lúcidas, despiertas, y con los pies en la tierra, recordandonos todo el tiempo que los cambios reales son los que hacemos cuando nos juntamos, y que las soluciones no son individualistas, sino colectivas.  

Para poder cuidar nuestra salud mental y resistir a este bombardeo de ilusiones y mitos, tenemos que ser prácticas y realistas, y tomar conciencia de que solos y solas no podemos: necesitamos a los demás para andar por el camino de las utopías. La salvación es colectiva. Tú sola no puedes, tú solo no puedes. 

El primer paso para liberarnos de los mitos es tomar conciencia de ellos, y después reflexionar sobre como los usan los poderosos para manipular nuestra opinión y nuestras emociones más básicas (miedo, tristeza, rabia, alegría, esperanza), y así controlar nuestro comportamiento y dirigir nuestros actos de consumo. 

Empecemos con la toma de conciencia. 

Aquí os ofrezco un breve listado con algunos de los mitos de la modernidad y de la posmodernidad que más nos creemos, y que más nos hacen sufrir: 

El mito de la felicidad: la idea de que la felicidad está dentro de ti es falsa. No es cierto que puedes ser feliz en un mundo donde hay tantísima gente sufriendo. La felicidad no es un asunto personal, sino colectivo. Las soluciones a nuestros problemas no son individuales, son un asunto político. Las personas no podemos ser felices solas, necesitamos a los demás. Los índices de mayor felicidad están asociados a la gente que pertenece a una comunidad que les acepta, les quiere y les cuida. 

El mito de la meritocracia (si te esfuerzas mucho, triunfas). En realidad los pobres trabajan muchas más horas y tienen trabajos mucho más duros que los ricos. Y las mujeres pobres trabajan el doble porque tienen también un patrón en casa. Los pobres casi nunca salen de la pobreza: sin apellidos ilustres, sin herencia y sin contactos es casi imposible triunfar en esta sociedad. No es una cuestión de talento ni de esfuerzo, sino de si perteneces o no a la clase privilegiada. 

El mito del amor romántico: la salvación está en el amor de pareja. Para muchas mujeres el mito es una trampa de la que luego no pueden salir: hasta el hombre más pobre del planeta tiene una criada gratis, gracias al mito romántico. Nos engañan diciendo que si encontramos al príncipe azul vamos a vivir como reinas, pero una vez en el palacio, nos toca el papel de sirvientas. Más que un mito, es una estafa global.

El mito de la libertad y el mito de la la libre elección: si no tienes dinero, no tienes libertad de elegir como quieres vivir tu vida y a qué quieres dedicarte. Sin dinero no hay derechos ni hay libertad. En nuestro planeta, las mujeres no eligen libremente ponerse al servicio de los hombres, lo hacen por necesidad.

El mito de la igualdad: en realidad vives en un mundo de jerarquías y privilegios en el que unos tienen más poder y más derechos que tú, y otros tienen menos. Los de arriba abusan de los de abajo, unos acumulan un dinero que jamás podrán gastar, y otros no tienen ni para comer. Nuestras formas de organizarnos y de relacionarnos están basados en la explotación y el abuso, no hay igualdad posible en una estructura jerárquica.   

El mito de la justicia: te quieren hacer creer que la justicia es igual para todos y todas, pero basta con ver las noticias a diario para comprobar que es sólo un mito. Los que pagan siempre son los pobres: los ricos no entran en la cárcel. Y los pocos que entran, salen muy pronto. 

El mito de la democracia: tú votas cada cuatro años, pero quienes mandan en todos los países no son los políticos que te han elegido, sino la Banca, las grandes empresas, la mafia y el narco. Las élites se reúnen todos los años para marcar las directrices a los gobiernos, que no pueden nunca hacer cambios que alteren el statu quo. Por eso ninguno quiere ni puede acabar con la pobreza ni la desigualdad, se limitan a ponerle parches. Tú no puedes hacer nada para impedir que ellos se gasten tu dinero en financiar a soldados, a curas y a altos cargos del Ejército, de la Iglesia, la Monarquía, y a los grandes empresarios. Tampoco puedes hacer nada para parar a los políticos que ejercen violencia contra la población y atentan contra nuestros derechos, excepto manifestarte en la calle, hacer huelgas y esperar a que vengan las elecciones. La ciudadanía está indefensa frente a sus gobernantes: ninguno ha ido a la cárcel por destrozar hospitales, centros médicos, escuelas, ni por destruir la naturaleza. Los gobernantes tienen impunidad total para privatizar, saquear y desmantelar la Sanidad, la Educación, y todo el patrimonio común, y para transferir nuestro dinero a los bolsillos de los hombres más poderosos de cada país. Lo llaman democracia, pero no lo es. 

El mito de la super woman o la super mujer: es el mito que te hace creer que es posible trabajar durante ocho horas, emplear dos horas en el transporte a casa, y además tener tiempo para tener la casa reluciente, para llevar al perro al veterinario, para hacer lavadoras y colocar ropa, para hacer la cena, para ayudar a tus hijos e hijas con los deberas, para ir a la peluquería a relajarte un rato, para ir al gimnasio a ponerte en forma, para quedar con las amigas y reíros un rato, para hacer tus prácticas espirituales diarias, para estar informada sobre la actualidad, para leer un libro cada día, para trabajar en tu crecimiento y tu desarrollo personal, para dedicarle tiempo de calidad a tu pareja, para cuidar a tus padres, para dormir ocho horas. Es imposible ser buena profesional, buena madre, buena hija, buena esposa, buena ama de casa, buena amiga, y buena en todo. Con este mito nos han engañado todas para que creamos que es posible ser una mujer tradicional, moderna y posmoderna a la vez, y que es posible conciliar la vida profesional con la vida personal, la vida familiar, y el derecho al ocio, al descanso y a dormir. Y nos tiene a todas muy estresadas y muy frustradas, porque no llegamos a todo. El día solo tiene 24 horas, la semana solo tiene 7 días, somos humanas e imperfectas. 

El mito de la maternidad: ser madre no es imprescindible para ser feliz, no te realiza como mujer, no es la máxima aspiración de una mujer. La violencia y el abuso contra las madres es el pan nuestro de cada día: no hay condiciones para la crianza, la mayoría de las madres tienen doble y triple jornada laboral, las madres no pueden criar a sus propias hijas e hijos, y las que deciden hacerlo dependen de sus familiares para poder criar. A las madres nadie las cuida, y además nuestra carrera profesional se ve perjudicada: en el mundo laboral se nos castiga por ser madres. Maternar en estas condiciones es una odisea, no una bendición.

El mito de la monogamia: los aparcamientos de los campos de concentración para esclavas sexuales están a rebosar de coches que pertenecen a hombres casados, todos los días de la semana, todos los meses del año. Cuando veas los burdeles llenos, acuerdaté de que la monogamia es un mito dirigido a las mujeres: todos los hombres tienen el privilegio de tener una doble vida. Sus infidelidades son "canitas al aire", las de las mujeres son traiciones, pecados, atentados contra el honor de los hombres, y por eso somos castigadas y asesinadas en todos los rincones del planeta.

El mito de la familia feliz: basta con echar un vistazo a las cifras sobre femicidios, abuso sexual infantil, maltrato a las personas mayores, violencia sexual contra las mujeres, maltrato contra las personas con discapacidad y contra los animales domésticos, para darte cuenta de que la familia tradicional es un peligro para las mujeres y para los más vulnerables. El lugar más peligroso del mundo para mujeres, niñas y niños es el hogar, el nido de amor de la familia feliz.

El mito de la riqueza: los ricos no crean riqueza en sus países, sino que la acaparan. Acumulan dinero y poder gracias al dinero que les da el Estado cada año, y también explotando mano de obra barata y evadiendo impuestos.

El mito de que puedes ser quién quieras ser: la mayor parte de nosotras no podemos ser quien realmente somos, ni podemos vivir la vida que querríamos, ni podemos decir y hacer lo que deseamos. Todos y todas estamos atrapadas en la rueda de la producción y el consumo, pagando facturas, obedeciendo leyes, y cumpliendo con las normas sociales y los mandatos de género.

El mito de la belleza: ser bella no te salva de la pobreza, ni de la violencia machista. No importa que inviertas mucho dinero y mucho tiempo en estar guapa, joven y sexy: para muchos a partir de los 40 eres invisible, y da igual lo que hagas para parecer más joven.  

El mito de la eterna juventud: puedes operarte las veces que quieras, e invertir el dinero que quieras en tratamientos y cosméticos, en moda y accesorios, en cremas y productos milagrosos, pero el tiempo pasa igual para tí que para todos y todas, y la ley de la gravedad actúa sobre todos los cuerpos. Puedes quitarte arrugas, pero envejeces igual. 

El mito del cambio de sexo: puedes hormonarte y operarte cuantas veces quieras, puedes cambiar tu vestimenta y tu aspecto físico, pero la ciencia solo puede ayudarnos a cambiar nuestra apariencia estética, no nuestra biología. La industria que se alimenta de este mito está compuesta de unos pocos señores que están ganando mucho dinero. 

El mito de que puedes convertirte en madre o padre: en realidad solo pueden hacerlo si tienen dinero. Las personas ricas que alquilan a mujeres pobres para comprarles sus bebés se aprovechan de la necesidad de la mujer que pone su cuerpo y su vida. Les han hecho creer que todos sus deseos son derechos humanos, aunque ello signifique abusar de la población más vulnerable. No lo ven como trata de personas: es que creen que todo en esta vida se puede comprar y vender, incluidos los seres humanos. Aunque en el mito todo parezca amor y ternura, la realidad es que es un negocio bestial en el que unos pocos hombres ganan muchísimo dinero. 

El mito de que las mujeres pobres quieren hacer felices a los ricos: puede que creas que las mujeres pobres son muy altruistas y están deseando darte masajes, ofrecerte sexo, gestar y parir un bebé para tí, cuidar a tus padres o a tus hijos, cuidar a tu marido, limpiar tu casa, pero no. Lo hacen porque no tienen dinero y no tienen otro remedio que hacerlo. Ellas no ponen su cuerpo, su tiempo y su energía para hacerte feliz, sino para sobrevivir y dar de comer a sus familias. Ellas, si pudieran elegir, preferirían estar con su familia, no con la tuya. 

El mito del ascenso social, ¿recuerdas aquella frase de "el hijo del obrero, a la universidad"? Al principio parecía posible, pero hoy ya sabemos que estudiar no nos saca de la pobreza, y tener un título universitario no nos hace clase media. Seguimos siendo obreros y obreras, y los grandes puestos siguen en manos de los hijos e hijas de aquellos que tienen apellidos ilustres, herencias, propiedades y contactos.

El mito del triunfo: a diario vemos a gente que surge de la nada y de pronto se hacen famosos y millonarios. Y todo el mundo sueña con lo mismo: hacer un esfuerzo grande para luego poder vivir sin trabajar el resto de sus vidas. Sin embargo, ahí arriba no cabemos todos, no hay sitio para todo el mundo. Son cuatro gatos los que se hacen millonarios en redes sociales o en el mundo de los negocios, son muy pocos los que triunfan haciendo lo que más les gusta. Y a pesar de eso, hay mucha gente creyendo que puede conseguir su sueño. El 99% de la población solo puede vivir de su trabajo, y esa es la realidad.

El mito del deseo intenso: no es cierto que si deseas algo de verdad, con mucha intensidad, podrás conseguir todo lo que te propongas. No es cierto que tus deseos sean derechos que puedes comprar con dinero. La realidad nos pone límites constantemente, y hay que ser humildes para aceptar que hay cosas que se pueden, y otras que no se pueden hacer. Te dicen que si lo deseas mucho y te empeñas, lo consigues, pero no es cierto que tú sola o solo puedas con todo. Piensa que las grandes hazañas de la Humanidad, como las misiones que nos llevaron varias veces a la Luna en el siglo XX, solo han sido posibles gracias al trabajo en equipo, al tesón, a la pasión, a la inteligencia, a la solidaridad, y a la cooperación. No importa que desees con mucha fuerza que te toque la lotería: es más probable que te caiga un rayo. Y si no me crees, buscaló y verás que las probabilidades de caer fulminado por un rayo son mucho mayores que las de convertite en millonaria de la noche a la mañana. 

El mito del pelotazo es una variante del mito anterior: es el mito que te permite soñar con un golpe de suerte, el que te promete que tu vida puede cambiar sin tener que hacer ningún tipo de esfuerzo. Es una cuestión de fe, de magia pura: te puede tocar la lotería, te puedes encontrar un millonario que te ame y te cambie la vida, puedes descubrir alguien que crea en ti y te convierta en una estrella, o puede que un tío lejano te deje una herencia... Normalmente son cambios que vienen del cielo, que una no provoca, sino que aparecen de la nada, sin más. 

Detrás de cada mito hay asociada una industria, es decir, hay un grupo de hombres poderosos forrandose y aprovechandose de nuestros sueños y anhelos. Nos venden humo: nos prometen una realidad diferente, un camino hacia la salvación, un cambio mágico y radical que nos transforme la vida por completo. Su misión es mantener estas ilusiones y crear otras nuevas para que nada cambie y todo siga como está.

Nos siguen engañando masivamente para que vayamos cada mañana a trabajar: vamos todos en el metro medio dormidos soñando con la posibilidad de vivir una vida mejor, o vamos pegados a nuestros teléfonos buscando la manera de escapar. No nos damos cuenta de que los demás están soñando también una vida mejor, y que la clave del cambio sería despertar a la vez, todos y todas, y ponernos a imaginar todos juntos la realidad que queremos construir, y el mundo en el que queremos vivir.  

Coral Herrera Gómez 


Más artículos sobre mitos:   

Desmontando el mito del Amor Romántico








Coral Herrera Gómez Blog

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Únete al Laboratorio del Amor

Únete al Laboratorio del Amor
Para saber más pincha en la imagen