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1 de abril de 2023

Aceptar la realidad: para ser mejor persona, y para cuidar tu salud mental




Aceptar la realidad: para cuidar nuestra salud mental y emocional, y acabar con el abuso y la violencia, tenemos que trabajar mucho el arte de estar con los pies en la tierra.

Necesitamos herramientas para ser realistas, para asumir con elegancia y deportividad las derrotas, para aceptar nuestra realidad física y biológica, nuestro cuerpos y nuestro aspecto físico. 

Hay que acabar con el mito de que puedes conseguirlo todo en la vida si lo deseas mucho. 

El dinero nos permite falsear, simular, maquillar, decorar la realidad, pero no transformarla. 

Las personas que usan su dinero y su poder para que otras satisfagan sus deseos, son malas personas. ¿Por qué?

Porque nadie ha venido al mundo a servir a otros, y porque nuestros deseos y nuestros sentimientos no pueden perjudicar ni limitar los derechos de los demás. 

Tenemos que aprender a aceptar los límites de la realidad, y los que nos ponen los demás. Aprender a tolerar que nos digan "NO" y aprender a respetar las leyes que nos impiden hacer lo que nos da la gana.

No podemos usar nuestros privilegios para aprovecharnos de las personas más vulnerables. 

No es justo que vayamos por la vida creyendo que podemos hacer lo que queramos si tenemos dinero para pagarlo. 

En las personas ricas ésta actitud es obscena, y se nos antoja patológica. Pero lo cierto es que aceptar la realidad nos cuesta a todos y a todas, y que necesitamos toneladas de humildad para aceptar que lo que no puede ser, no puede ser. 

Necesitamos una educación que nos hable de los derechos humanos, y nos explique que no podemos usar a nadie para que la realidad se adapte a nuestros gustos, apetencias o necesidades. 

Tener dinero no nos hace superiores a los demás. Tener poder no significa que los demás tengan que obedecernos, sacrificarse, o servirnos. 

Hay que entrenar mucho para vivir despierta, lúcida, con los pies en el suelo, con tolerancia a la frustración, y con habilidades para asumir plenamente la realidad en cada etapa de nuestras vidas. 

Si no nos gusta la realidad, podemos pedir ayuda profesional para asumir todo aquello que no podemos aceptar.

Necesitamos aprender a aceptar los límites de la realidad, y los que nos ponen los demás.

Todos los días hay que entrenar en el arte de la humildad. 

No se puede tener todo en esta vida. 

El amor no se puede comprar. 

Los seres humanos no se pueden intercambiar, donar, regalar, prestar, alquilar, vender o comprar.

Tus deseos tienen un límite. Tu dinero no te da derecho a usar a los demás para hacer tus sueños realidad. 

No todas las estrategias que usamos para manipular la realidad son éticas, porque no está bien manipular a los demás si solo te beneficias tú. 

No está bien aprovecharte de tu poder y tus privilegios para conseguir todo lo que quieres y lo que necesitas. 

No está bien abusar de los demás sólo porque crees que son seres inferiores a tu servicio.

Sería estupendo si pudiéramos aprender todo esto en casa y en la escuela. 

Estamos hablando de nociones básicas de la ética amorosa, la salud mental, el bienestar y auto cuidado.

Estamos hablando de ser mejores personas y de construir un mundo mejor. 

Estamos hablando de igualdad, de derechos, de libertad, de justicia social.

La revolución empieza por uno mismo, por una misma: hay que ser muy valiente y muy humilde para renunciar a imponer tus deseos, y para aceptar la realidad. 

Coral Herrera Gómez


 #éticaamorosa 

#filosofíadeloscuidados 

#realidad #saludmental

#justiciasocial

#otraeducaciónesposible

#OtroMundoEsPosible


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18 de febrero de 2023

El placer del poder

 



¿Qué siente un niño que corta una flor o mata una hormiga por primera vez en su vida? El placer del poder.


¿Y ese señor que camina hacia su coche despacito mientras todo el mundo espera que por fin pare esa alarma que taladra los oídos y el alma? Siente placer con las miradas suplicantes o llenas de odio de los demás. Siente el placer del poder.

¿Qué siente un vigilante que tiene una pistola en su poder y te da órdenes, te regaña, te señala lo que puedes y no puedes hacer cuando entras en el aeropuerto, en un banco o una institución? El placer del poder.

¿Qué siente la enfermera que tarda en darle el bebé recién nacido a su mamá, mientras ella suplica angustiada que le traigan a su hija? El placer del poder.

¿Qué siente una niña cuando lleva por primera vez a un perro con la correa y cuando aprende a darle órdenes? 

El placer del poder.

El placer del poder también le gusta a la secretaria que podría ayudarte porque se conoce todos los trucos de la burocracia, pero opta por no hacerlo y te dice con una sonrisa falsa que no se puede hacer nada.

El placer del poder lo siente la obrera cuando es elegida por un millonario y consigue la boda de ensueño, ser portada en la prensa rosa, y despertar la envidia de las demás.

Lo siente la niña encargada de mantener el orden en el aula mientras la profesora va al baño.

Lo siente la señora cuando su criada le suplica que le conceda un día libre para despedirse de su madre antes de morir, y ella le dice que no.

Lo siente también la mujer que capta todas las miradas con su vestido sexy al llegar a una fiesta, 

el catedrático que recibe el homenaje de su comunidad académica, 

el tuitero que logra viralizar un tuit por primera vez en su vida,

la artista que contonea sus caderas en el escenario ante los gritos enloquecidos de miles de fans.

El placer del poder lo siente asimismo el tertuliano que mete zascas y sale victorioso del combate televisivo, 

la influencer que alcanza el medio millón de seguidores, 

el tipo que es nombrado Ministro cuando lo tratan de Excelentísimo. 

También lo siente la señora que sostiene el cetro en sus manos el día que es nombrada alcaldesa de su pueblo, 

y el Edipo Rey Niño que logra que su madre y su padre se peleen y se dejen de hablar, para poder tener a su mamá para él solo. 

También lo siente la Electra cuando se corona como Reina del corazón de Papá.

El placer del poder lo experimentamos desde la más tierna infancia, cuando aprendemos a disfrutar haciendo sufrir a los animales. 

También lo sentimos cuando humillamos a niños y niñas que no se adaptan a la norma y por tanto no son "normales". 

Los niños sienten placer cuando se ríen del calvo, de la gafotas, del cojo, de la buena estudiante, del gordo, de la tartamuda, del mariquita, de la niña que lleva aparato de dientes, del hijo de inmigrantes, de la niña con pelo corto o del niño con pelo largo.

Ese placer lo siente el matón del barrio sabiendo que los demás tienen miedo de convertirse en su próximo objetivo,

lo siente también su padre contando chistes racistas, gordófobos o misóginos en la barra del bar mientras los demás aplauden.

Es un vicio este placer. 

Lo siente el soldado cuando le aplauden en los desfiles, cuando le mandan a violar niñas o a matar a personas desarmadas, 

Lo siente el presidente de una nación cuando declara la guerra a otro país y recibe millones de dólares de sus amigos para matar a sus enemigos.

El placer del poder lo siente el sicario que cumple su misión, 

el juez que se venga de las mujeres a golpe de martillo, 

el gobernante que decide los indultos, 

el empresario que gracias a sus contactos, firma un contrato millonario con el Estado.

El placer del poder es el mismo en todos y todas: 

en la oficinista que acosa a la compañera nueva porque la ve como una amenaza, 

Y en la novia recién casada que se ha llevado "al más guapo "de la Universidad y despierta la envidia de todas sus amigas con sus fotos de la boda, 

Es el mismo placer que siente la amante del "más guapo" cuando ve esas fotos, sabiendo que después de la luna de miel lo tendrá de nuevo en sus brazos. 

El placer del poder lo siente el ex novio que difunde los vídeos sexuales de la mujer que osó dejarle, para arruinar su reputación y hacerle todo el daño posible,

lo siente el padre que prohíbe a su hijo estudiar lo que le gusta de verdad, y le obliga a seguir sus pasos profesionales 

El placer del poder lo siente el profesor que por fin puede suspender a esa alumna que le cae tan mal, 

Lo siente el niño que atrapa un cangrejo y no lo devuelve al mar mientras los demás le suplican que no lo mate.

Lo siente el chaval que tortura a una vaquilla encerrada y asustada en las fiestas de su pueblo, 

y lo siente también la madre que manipula a su hija y le cortar las alas para tenerla controlada.

El mismo placer que siente el futbolista al meter el gol de la victoria en el Mundial,

o el torero cuando después de una hora de tortura, corta la oreja de un animal agonizante y recibe los aplausos de la plaza.

Este placer lo siente el rencoroso y el envidioso con el mal ajeno, 

el crítico de cine cuando se dispone a hundir una película en su próxima columna, 

el moribundo pensando en la sorpresa y la conmoción que va a causar su testamento en su familia, 

Es también el que siente la nuera cuando gana de nuevo una batalla contra la suegra. O al revés.

Lo siente el opinólogo que quiere cambiar el relato de la realidad usando un micrófono, 

lo sienten los fieles de las religiones posmodernas cuando imponen su vocabulario y su forma de nombrar las cosas, 

lo sienten los miembros de las sectas cuando captan a algún famoso o cuando alcanzan puestos de poder, 

lo sienten todos aquellos que escriben la Historia bajo sus intereses y su visión de  la realidad. 

El mismo placer que siente un cura con un cinturón en la mano viendo el terror de un niño antes de pegarle.

El mismo placer con el que el obispo manosea y desnuda a uns niña para romper su inocencia y destrozarle el alma.

El placer del poder lo sienten los chicos jóvenes cuando van juntos por la calle, ven a una mujer sola, y la acosan sexualmente. 

Cuanto más miedo y enfado muestre la chica, más placer experimentan, y más poderosos se sienten. 

Es un placer que comparten muchos machos en todo el mundo cuando someten, ningunean, menosprecian, dominan, maltratan y violan mujeres. 

El placer del poder lo siente también el joven que logró su objetivo de follar esa noche, después de recibir muchos noes, con una chica que cree que no tiene derecho a echarse atrás cuando quiera.

Ese placer lo siente el mafioso que presiona al gobernante para que le devuelva el favor, 

lo siente el pandillero que nota el miedo en los ojos de sus enemigos cuando quiere cobrarse una deuda, 

lo siente el narco cuando cierra un trato importante con la policía.

Lo siente el hombre que destroza la autoestima de su esposa durante años para machacarla, hundirla, y manipularla a su antojo. 

Lo siente el maltratador cuando su esposa por fin se suicida, 

lo siente el violador cuando ve el terror en los ojos de su víctima, 

y lo siente el femicida cuando decide castigar la desobediencia de su mujer con la muerte.

El placer del poder no es sólo cosa de personas malvadas y sin sentimientos.

El poder nos gusta a todos y a todas, pero unas personas se relacionan desde la ética amorosa, y otras carecen completamente de principios y valores.

Hay gente que acapara el poder y no tiene límite, ni escrúpulos, ni remordimiento de ningún tipo. Solo quieren ganar y ganar, acumular dinero, almacenarlo aunque se le pudra. Para acaparar hay que robarle a la gente, su energía, su tiempo o su fuerza de trabajo, y la mayor parte de la gente malvada es la que no piensa en si los medios que está usando para beneficiarse son éticos o no, si hacen daño a los demás, o no.

A nivel cotidiano, el placer del poder lo siente la adolescente que recibe mil likes por una foto posando sexy, y que cree que su valor reside en el número de seguidores que tiene, 

Lo siente la enamorada que después de mucho insistir, conquista y pone de rodillas a su amado, 

Lo siente el alumno que se convierte en profesor, y sube al estrado para ser escuchado,

Lo siente el ciudadano que se convierte en concejal, 

El cabo que se convierte en capitán, 

El señor insignificante que se convierte en presidente de la comunidad de vecinos, 

La chica de barrio el día que es nombrada directora general de la empresa,

Lo siente también la plebeya que se convierte en reina.

Y el cantante que alimenta su alma con los aplausos de sus fieles, 

Lo disfruta el guardia civil que le zampa tres multas de una vez al chaval de las rastas y los piercings,

El político que llega al poder y empieza a repartir dinero entre los suyos, 

El periodista que difunde un bulo para hundir un partido político, 

El policía que apalea y luego tortura a los jóvenes rebeldes que se manifestaban en la calle.


El placer del poder lo sentimos todos y todas en algún momento de nuestras vidas, y cada cual, según sean sus principios, maneja ese placer o esa necesidad de sentir placer como puede.

Es posible que te creas que tú no necesitas trabajarte este tema, porque generalmente no tenemos conciencia del daño que hacemos a los demás. 

 Sí, a mí me gusta también sentirme poderosa. A, todos y a todas nos gusta el placer del poder. 

Por ejemplo, cuando disfrutas pensando en los llantos de tu gente en tu funeral, 

cuando sueñas con la cara de tus rivales en la ceremonia de ese merecido premio, 

cuando te asomas al perfil de tus ex y los ves fatal, 

cuando alguien desesperado te pide dinero, 

cuando gana tu equipo de fútbol y te crees superior a los de los equipos rivales. 


Tú también sientes el placer del poder cuando enamoras a muchas mujeres o a muchos hombres y los tienes a todos a tus pies. 

Cuando tienes información valiosa y la usas con mezquindad, 

cuando vas a dar una noticia que va a dejar a los demás boquiabiertos, 

cuando usas tu dinero para tener gente devota a tu alrededor, 

cuando arruinas la carrera de alguien a golpe de click,

cuando vas rompiendo corazones y dejando cadáveres emocionales tras de ti.

Sientes ese placer cuando te sientes imprescindible en la vida de alguien,

cuando alguien se arrodilla ante ti arrepentido pidiendo perdón, 

cuando logras quebrar a esa amiga tan segura de sí misma y le haces llorar,

cuando tu perro te pide que le des de comer o le saques a mear, y le haces esperar. 

Lo sentimos todos y todas, en diversos grados y niveles: el problema es que no sabemos usar nuestro poder. No sabemos cómo medirlo, no pensamos en cómo afecta al resto, y lo peor es que nos da igual.

Además, nuestra sociedad narcisista nos hace creer que nuestros deseos son derechos, y nuestros privilegios, un salvoconducto para decir y hacer lo que nos de la gana.  

Por eso abusan y nos hacen daño, por eso abusamos y hacemos daño a los demás.

No solo sufrimos la violencia de los demás a través de su poder, también la ejercemos. Por muy abajo que estemos en la jerarquía social, siempre habrá gente debajo. 

En algún momento de nuestras vidas todos y todas tenemos poder sobre alguien, ya sea un bebé, una persona mayor, una persona enferma o con discapacidades, un animal que no puede escapar, un empleado, o cualquier persona que depende de nosotros y nosotras, económica o emocionalmente hablando.

Cuanto más poder tenemos, más queremos: sentimos placer dominando nuestro entorno, sintiendo que tenemos el control, sintiendo que somos los mejores, que somos los "buenos", que somos superiores, que tenemos la razón.

Nos encanta que nos aplaudan, que nos obedezcan, que nos halaguen, que nos admiren, que nos envidien, que nos rindan pleitesía y nos respeten por nuestro lugar en la jerarquía social. 

Es irresistible ese placer que experimentamos cuando los demás se rinden ante nuestros encantos, nuestro dinero, nuestro talento, o nuestra posición de poder.

El placer es mayor cuando te ha tocado siempre estar abajo y cambias de posición de la noche a la mañana. 

A todos y a todas nos gusta recibir alimento para el Ego, y sentirnos diferentes a los demás: nos encanta pensar que somos personas únicas y especiales, nos deleitamos sabiendo la huella que dejamos en la vida de los demás.

Es difícil no sucumbir al placer del poder cuando ponen una calle o una plaza a tu nombre, 

cuando cada domingo decenas de familias acuden fielmente a verte en el altar y a escucharte durante una o varias horas soltando sermones, 

o cuando presentas una obra artística que te convierte en un personaje histórico y te deleitas pensando que vas a ser recordado por los siglos de los siglos.

Ese placer del poder lo siente el alcalde cuando se apropia del dinero que pone la gente, y en lugar de hacer una escuela, se lo gasta en hacer una escultura en bronce de su personaje.

Lo sienten también los dueños de las multinacionales que se apropian del agua de un territorio para hacerse millonarios. 

 Tomar decisiones que afectan a millones de personas, también es un placer descomunal. Por ejemplo, los políticos de derechas que recortan en Sanidad y saben que están poniendo en peligro la vida de tanta gente. Es un placer que les recorre la espina dorsal y les provoca pequeños orgasmos: ¿hay algo más excitante en el mundo que tener vidas humanas en tu mano?

También les pone mucho recortar en Educación Pública y subvencionar la privada, sabiendo que vas a ayudar a unas pocas familias y a hacer daño a la clase obrera. Cuanto más odias a los y las trabajadoras, más placer sientes haciendo daño. A los mas sádicos les encanta hacer daño también a niños y niñas, sobre todo si son de clase obrera, ¿hay algo más placentero que arruinar su futuro desde su más tierna infancia?

También es un placer sentirte la Salvadora o el Salvador: el solucionador de problemas, el que se sacrifica por los demás, el que ayuda y saca del pozo a los demás.

El que te da consejos para mejorar, el que te ofrece soluciones mágicas para transformar tu vida, el que te consuela cuando tropiezas de nuevo, el que te guía en el camino hacia el éxito, la gloria y la eternidad.... les encanta sentir que pueden manipular e influenciar a cientos o a miles de personas.

Lo curioso del poder y sus placeres es que a veces nos toca obedecer (al jefe en la oficina), otras veces ser obedecidos (por la esposa, la empleada doméstica, o los hijos)

A veces nos toca aplaudir, otras ser aplaudidos, a veces toca soportar humillaciones, otras veces somos nosotros los que humillamos y hacemos daño. 

En un mismo día podemos estar en cualquiera de las dos posiciones varias veces.

Y aunque a la mayoría lo que nos toca es obedecer, tenemos el consuelo de que aunque no podamos mandar sobre los demás, ni manipularlos a nuestro antojo, al menos podemos formar una familia y sentirnos los reyes o las reinas de nuestro hogar. 

En casa podemos sentirnos obedecidos, importantes, necesarios, admirados, temidos, y cuidados, y esto sucede lo mismo en las familias de clase muy alta que en las de clase media, baja y muy baja. Por eso son tan vulnerables nuestras frías y nuestras mascotas: están en nuestras manos, son nuestros, podemos destrozarles la vida si queremos. 

El placer del poder es adictivo y peligroso, porque está controlado por el ego, que es insaciable y siempre quiere más. 

Más aplausos, más likes, más dinero, más fieles, más riquezas, más conquistas, más placer, más poder. 

Uno de los principales mensajes que nos lanzan en los productos culturales del patriarcado es que si somos superiores a los demás, tenemos derecho a aprovecharnos de nuestros privilegios, a abusar lo que queramos, a mandar y a manipular a los demás a nuestro antojo.  

Muy pocas personas en este mundo tienen herramientas para liberarse de sus egos, para trabajarse la humildad, para aprender a pensar en el Bien Común, para liberarse del afán de acaparar y acumular recursos, para usar el poder de forma que no perjudique ni explote a nadie. 

La mayor parte de nosotros somos educados para pensar solo en nosotros mismos, para desconfiar de los demás, y para sacar partido de cualquier situación. 

Educar a las nuevas generaciones para que aprendan a usar su poder sin hacer daño a nadie es toda una odisea, sobre todo porque los teléfonos nos crean la falsa ilusión de que podemos controlar el mundo con los dedos pulgares. 

A través de las pantallas nos sentimos libres para opinar de todos los temas, para ejercer violencia verbal creyendo que no tiene consecuencias, para participar en linchamientos públicos y para destrozar la carrera de cualquier famoso. 

Las asistentas virtuales nos hacen creer que nuestros deseos son órdenes: podemos hacer que trabajen para nosotros, podemos insultarles, mandarles callar, desactivarles. 

Podemos decir lo que queramos y no hace falta que empleemos buenos modales con ellas. Son nuestras esclavas-robot, nos buscan información, encienden la calefacción, nos ofrecen entretenimiento, nos escuchan con atención.

El placer del poder lo usan también las élites a través de la publicidad para engañarnos y para que creamos que un producto mágico nos puede convertir en auténticas diosas del Olimpo: con este desodorante tendrás a todas las mujeres a tus pies, con este pintalabios seducirás a todos los hombres de la oficina, con este coche los demás te van a tener envidia, con este reloj tan sofisticado te ganarás el respeto de los demás, con unas tetas nuevas nadie podrá resistirse a tus encantos.

La publicidad gana mucho dinero aprovechándose de la fragilidad de nuestros egos y de la necesidad de sentirnos admirados y obedecidos por los demás.

La única manera de no caer en la trampa del placer del poder es entender cómo lo usan para manipularnos, y como lo usamos nosotros para manipular y dominar a los demás. 

No es fácil liberarse de la necesidad de tener el poder y de sentir ese placer.

Pero todo en esta vida se puede trabajar.


Coral Herrera Gómez 



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1 de febrero de 2023

Los fluidos y las masculinidades



La Revolución masculina empieza en el baño.

Una de las cosas que más os cuesta a los hombres que os trabajáis los patriarcados es el manejo de los fluidos corporales y los excrementos. 

Desde siempre la limpieza de los orines y las cacas de los bebés, de los familiares dependientes y de las mascotas ha sido cosa de mujeres. 

Nosotras hemos estado siglos haciendo frente a los vómitos y diarreas, las flemas y las babas, los mocos y los estornudos, el pus de las heridas, la sangre menstrual y las hemorragias, las cicatrices, el semen y los flujos vaginales. 

Somos nosotras las que ayudamos a otras mujeres con la menstruación y los partos, las que cuidamos personas y animales enfermos, las que limpiamos los baños y la ropa sucia, las que cambiamos pañales de críos y mayores, las que cambiamos sábanas y mantas de noche. Somos las que limpiamos los cadáveres y sus deshechos corporales desde hace siglos.

Por eso es tan importante que empecéis a asumir la gestión y limpieza de los fluidos y las secreciones: porque es una de las tareas más duras asignadas a nuestro sexo. 

Es la relación con la mierda donde está la clave del cambio en las masculinidades. 

Poneos a limpiar los baños si quereis sumaros al cambio, es solo dando ejemplo como podéis educar a vuestros hijos para que renuncien a sus privilegios, para que no necesiten una criada, y para que sean autónomos en la vida.

#masculinidades #hombres #igualdad #cuidados #revoluciónamorosa

Coral Herrera Gómez 


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31 de enero de 2023

Herramientas contra la manipulación

 



¿Sabéis por qué es tan buena, y tan importante la noticia de que en Finlandia están enseñando a sus niños y niñas pedagogía de la Comunicación?

 Porque si la población descubre las estrategias que usan los medios de comunicación y las industrias culturales, podremos aprender a defendernos de la manipulación. Lo necesitamos en todos los países y en todas las etapas educativas: tenemos derecho a  saber por qué nos manipulan, cómo lo hacen, y para qué. 

Si aprendemos las estrategias con las que los medios usan nuestras emociones y se aprovechan de nuestras necesidades, deseos y anhelos, si nos explican cómo nos manejan a través del miedo y la rabia, cómo imponen los temas importantes, la manera en que usan los mitos, los estereotipos y los roles para adoctrinar a la población, el uso de los bulos y la desinformación... todos y todas tendremos herramientas para entender la ideología que subyace a la información y los productos culturales que nos ofrecen los grupos de poder. 

En cada noticia, cada canción, cada película y cada serie que se produce, hay un mensaje cargado de principios y valores, que transmite el mundo desde la cosmovisión de un pequeño grupo de personas. 

Si tenemos estas herramientas y sabemos quiénes son los dueños de los medios, y qué intereses tienen, podremos elegir nuestras propias fuentes, crear nuestras propias producciones, y desarrollar pensamiento crítico para no cuestionar cualquier mensaje. 

Lo mismo en los videojuegos, que en los programas de televisión, que en reportajes de revistas, noticias de la prensa, videoclips, cortometrajes, programas de radio, anuncios publicitarios, canciones, poesías, obras de teatro, novelas, ensayos, publicaciones en redes sociales y demás producciones culturales. 

Una sociedad libre es una sociedad informada y con conocimientos, y con capacidad para pensar por sí misma y hacerse constantemente preguntas.

 Estoy convencida de que la educación puede acabar con la manipulación y el anestesiamiento de la población, y que enseñar sobre comunicación sería toda una revolución.

Coral Herrera Gómez 


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28 de enero de 2023

¿Las mujeres también somos patriarcales y machistas?

 


He conocido muchas mujeres que han sufrido violencia por parte de otras mujeres y no quieren saber nada del feminismo. Te dicen: "las mujeres también son violentas y explotadoras como los hombres, y cuando tienen mucho poder, a veces son peores que ellos"
Yo no sabía que decirles hasta que leí la explicación de Pierre Bordieu: vivimos en un sistema de dominación masculino en el que la parte oprimida ha adquirido las herramientas de la parte opresora. Nos comportamos como ellos para sobrevivir, y con Michel Foucault entendí todavía mejor el patriarcado: el poder no solo se ejerce desde la dominación, sino también desde la sumisión. El patriarcado es una estructura jerárquica en la cual todos sufrimos el poder que ejercen los demás sobre nosotros, y nosotros ejercemos el poder sobre los que tenemos abajo y arriba. Las mujeres somos también patriarcales porque somos educadas en él, y nadie nos enseña a ejercer el poder sin abusar, sin violentar, sin aprovecharnos de nuestros privilegios. Lo que nos enseñan es a competir y a aplastar a los demás, y en concreto a rivalizar con las demás mujeres para tenernos aisladas y enfrentadas entre nosotras (unidas y organizadas somos muy peligrosas)
Por eso son tan conflictivas las relaciones entre mujeres, entre hombres, y entre hombres y mujeres, porque gastamos muchísima energía en las luchas de poder. Las mujeres batallamos contra el patriarcado a diario, pero también con nuestras compañeras de trabajo, nuestras parejas, nuestras madres, nuestras hijas, nuestras suegras, nueras, hermanas, jefas o empleadas.
Todas y todos nosotros somos educados en el patriarcado, lo interiorizamos, lo transmitimos, lo sufrimos y lo ejercemos.

También las mujeres feministas tenemos luchas de poder, nos relacionamos con las estrategias que usan los hombres, y nos hacemos daño entre nosotras. Tenemos la teoría: queremos un mundo sin violencia y el objetivo es que podamos liberarnos todas.

La sabia Audre Lorde nos explicó que nunca desmontaremos la casa del amo con las herramientas del amo. Es decir, que no debemos imitar a los hombres y reproducir la estructura en la que se relacionan, sino que, como dice Carla Lonzi, hay que repensar el concepto de poder para cambiar esa estructura tan injusta y violenta.

Hay gente que ejerce el patriarcado sin tener conciencia de cómo usa su poder para relacionarse. Y hay gente que tiene conciencia y se lo trabaja para no abusar, no perjudicar, y no dañar a los demás. Hay gente que además de leer, debatir y aprender, es capaz de llevar la teoría a la práctica, de hacer autocrítica amorosa, de modificar su comportamiento, y de transformarse y transformar sus relaciones. Somos gente que creemos que es posible que todos estos cambios personales para liberarnos de los patriarcados que nos habitan, se conviertan en un cambio colectivo.
Si cambian nuestras maneras de relacionarnos, se transforman nuestras maneras de organizarnos política, social y económicamente.

Estamos hablando de una revolución que nos permita construir un mundo mejor.

Así que el debate no está realmente en si las mujeres somos más o menos violentas que los hombres, sino en cómo vamos a mejorar las relaciones entre nosotras, y cómo nos estamos organizando para colaborar en la lucha contra el patriarcado, el que llevamos dentro, y el que se nos echa encima.

Si los hombres quieren entrar en el debate sobre cómo ejercemos el patriarcado las mujeres, lo primero es ponerse a pensar individual y colectivamente sobre cómo van a hacer para dejar de matarse entre ellos, y dejar de maltratarnos, de explotarnos, de violarnos y de matarnos a nosotras.

Y sólo así podremos dejar de darle vueltas a quien es más machista, y empezar a entender que es el sistema, que hay que cambiarlo, y que el cambio comienza en una misma y en uno mismo, tiene un impacto en tu comunidad, y provoca cambios a nivel social.

Ya somos muchas en el camino hacia la liberación y la transformación, estamos luchando por nuestros derechos y nuestra libertad, y necesitamos que se sumen muchas y muchos más.

#Feminismo #Cuidados #mujeres #DerechosHumanos  #movimientodeliberacióndelasmujeres
#RevoluciónAmorosa


Entre nosotras: cómo dejar de hacernos daño

La Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados

Cuidarnos entre nosotras

La Revolución Amorosa 


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13 de enero de 2023

Llevarte a tu amante a la cama de tu pareja es violencia




Una de las mayores violencias que nos puede infligir nuestra pareja es llevar a su amante a nuestra casa y tener sexo con ella en nuestra cama. Nuestra casa es un espacio sagrado, es nuestro refugio, el sitio al que llegamos a descansar después de librar nuestras batallas. 

Es nuestro espacio de intimidad, nuestro nido, nuestra cueva para estar tranquilas, nuestro lugar para quitarnos la armadura, descansar, relajarnos, llorar las penas, disfrutar del sexo a solas o en pareja, tener conversaciones íntimas. 

Es el espacio en el que tenemos nuestras cosas: nuestra ropa, nuestras fotos, nuestros artículos de higiene, nuestros recuerdos, nuestros libros, nuestros secretos, nuestros juguetes sexuales. 

Es un lugar en el que deberíamos estar seguras de que nadie nos va a atacar, ni va a utilizar la información que tiene de nosotras para hacernos daño. 

La cama es el lugar en el que nos desnudamos, soñamos, nos acurrucamos, es el espacio en el que gozamos, en el que nos abandonamos por completo al descanso: no es justo que metas a alguien ajeno a ella, es un daño simbólico irreparable.

  

Llevar a tu amante a la casa de tu pareja es violencia porque mientras tú gozas, estás violando el derecho fundamental que tenemos todos y todas a la privacidad y a la intimidad. 

Quizás para tí y para tu amante sea muy divertido y emocionante, pero para tu pareja es humillante que otra persona entre en tu intimidad, que deje su olor, sus pelos, su sudor, sus fluidos, y sus secreciones corporales en su nido. 

No sé si es verdad que Piqué se llevó a su amante a la casa de Shakira durante un año, y si ella se comió o no la mermelada de la cantante. Pero si es verdad, podemos decir tranquilamente que Piqué es un maltratador: es obvio que elegir el hogar de tu pareja e hijos para tener sexo en lugar de irse a hoteles lujosos es una decisión tomada para hacer daño. Y que Clara fue cómplice de esta violencia. 

No tenían necesidad ninguna de usar el único espacio de seguridad e intimidad que tiene Shakira, y si lo hicieron, fue para disfrutar del daño que le estaban causando. Probablemente tanto Piqué como Clara se sintieron muy poderosos en su momento, pero es un ejercicio de poder muy violento y muy cruel. 


Y lo peor, es posible que no hayan aprendido nada y que en el futuro Piqué le haga lo mismo a Clara, con otra chica más joven.


Nosotras, mientras, leemos y debatimos en redes, y estamos aprendiendo un montón de cosas sobre la historia entre Shakira, Piqué y Clara. Por ejemplo: que hay que ser valiente y decirle a tu pareja que ya no quieres estar con ella. 

Que para separarse no hace falta hacerle daño a tu pareja poniendole los cuernos. Que todos los intentos por hacer sufrir a tu ex son violencia. 

Que la guerra del divorcio no solo te afecta a tí, sino a todos tus seres queridos. 

Que las mujeres no debemos ayudar a los hombres a humillar a sus parejas, ni invadir los espacios sagrados de las demás mujeres. 

Que no debemos hacerle a la gente lo que no nos gustaría que nos hicieran.

Que los hombres tienen que trabajarse los patriarcados con urgencia. 

Que las infidelidades son violencia psicológica y emocional. 

Que las mujeres no tenemos por qué soportar los cuernos en silencio, que estamos hartas de que nos culpen por la violencia que sufrimos, que se nos juzga con mucha más severidad que a los hombres. 

Que tenemos todas que revisar la forma en que ejercemos nuestro poder, que tenemos todas que trabajarnos más la empatía y la sororidad... ¿qué más estáis aprendiendo vosotras con esta historia?


Coral Herrera Gómez



Yo soy mejor que tú

 




"Tú eres mucho más grande que ella, tú eres más guapa que ella, tú vales mucho más, no te llega ni a la suela de los zapatos... "

¿A vosotras os consuela que os digan esto cuando tu pareja se va con otra mujer?  

A mí jamás me ha consolado. 

No me ha hecho sentir mejor compararme con la otra, ni emitir comentarios despreciativos hacia ella en público, ni atacarla para que mi gente me aplauda.

Así que nunca la uso para consolar a una mujer que sufre por amor, porque creo que esto solo nos ayuda a inflar nuestro ego, no a subir nuestra autoestima. 

Creo que si nuestra autoestima no dependiese de si nos ama o no nos ama un hombre, no tendríamos ninguna necesidad de sentirnos mejores ni superiores a ninguna mujer. 

 "Yo soy más que tú, tú no vales nada", no sirve para calmar tu dolor, ni para que tú puedas construir una relación bonita contigo misma. 

Puede que despreciar a la otra te venga bien para desahogar tu rabia y tu frustración, pero no para consolarte por una pérdida tan dolorosa. 

Que los demás se pongan de tu lado y también hablen mal de la otra, no te ayuda a la tarea más importante del duelo: aceptar que tu pareja ya no te ama, y se ha enamorado de otra mujer. Una mujer que es diferente a tí, ni mejor, ni peor. Causarle daño no te da la felicidad ni te hace sentir mejor, creo yo.

A mí lo que me ha ayudado de verdad en los duelos no es la guerra, sino el amor: estar con mis amigas, y juntarme con mujeres maravillosas, y tomar conciencia de todo el amor que hay dentro de mí y a mi alrededor. 

Ojalá no necesitáramos sentirnos superiores a nadie para sentirnos mejor, ni para reforzar la autoestima, porque en esta batalla entre mujeres, quien gana es el patriarcado. 


Coral Herrera Gómez


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4 de enero de 2023

Dejar de maternar hombres adultos, y empezar a maternarse a una misma

 



Ayer me preguntabais que qué significa dejar de maternar a un hombre adulto, y cómo se consigue. 

Lo primero es dejar claras dos cosas: una, que los cuidados en una relación deben ser mutuos. 

Dos, que lo que tú necesitas es un compañero, no un hijo mayor. 

¿Cómo se consigue? 

Lo primero, explicarle que para ser autónomo tiene que aprender a cuidarse a sí mismo, a cuidar sus relaciones, y a cuidar su hogar. 

Lo segundo, negociar para establecer pactos de convivencia y para repartiros las tareas de cuidados y la logística del día a día.

Los hombres pueden aprender a cocinar, a mantener recogido y limpio su hogar, a limpiar la ropa y colocarla, a hacer la lista de la compra, ir a la compra, y colocar y preparar los alimentos.

Los hombres pueden llevar las cuentas de la casa, ir al médico por su propia iniciativa, llevar las cuentas del hogar, cuidar las plantas y el huerto si tenéis.

Puede aprender a organizar las actividades en el tiempo de ocio, a planificar los viajes en pareja o en familia, puede aprender a consultar el clima y a hacer las maletas. 

Pueden ir a las reuniones del colegio, participar en las actividades en las que piden la colaboración de los padres y madres, estar pendientes de las revisiones médicas de las criaturas y de las mascotas, estar pendiente de los eventos sociales y familiares, y participar en la organización como un adulto funcional más ( cumpleaños, operaciones y enfermedades, bodas y divorcios, nacimientos y entierros, y demás momentos importantes)


Puede aprender a confeccionar los disfraces para fechas señaladas, llevar a las crías a los cumpleaños de sus amigos y amigas, puede socializar con los demás padres y madres por sí solo. 

Puede aprender a estar pendiente de la ropa de las criaturas, pasarle la ropa que ha quedado pequeña a otra gente, y organizar la que os pasan a vosotros.

Puede cambiar pañales, sonar mocos, limpiar vómitos, vigilar fiebres en la noche, puede dar biberones, puede hacer la matrícula del colegio y todo tipo de trámites administrativos, puede ayudar a sus hijos e hijas con los deberes. 

Puede aprender a hacer limpieza profunda en el hogar, ordenar el trastero, ir al banco a hacer gestiones, sacar entradas para ir al teatro o al cine, cambiar la ropa de verano a la de invierno. 

Puede vigilar y curar heridas, planificar menús semanales, puede sentarse a hablar con los adolescentes y sostener conversaciones íntimas con ellos sobre sexo, emociones y sentimientos, puede acompañar emocionalmente a amigos y familiares en momentos difíciles de sus vidas, puede acompañarles y cuidarles cuando enferman. Pueden pasar noches en hospitales con sus familiares y amigos si lo necesitan, pueden estar pendientes de la medicación. 

Todos los hombres pueden cuidarse a sí mismos y pedir ayuda a su gente o a profesionales cuando no se sienten bien. 

Si en tu pareja tú eres la que se encarga de todo mientras él juega a la play o se entretiene con su teléfono, si no tienes tiempo libre y él sí, si te sientes su criada porque él no sabe hacer nada, es porque te está tratando como si fueras una mamá devota y entregada a sus cuidados.

Muchas mujeres lo hacemos porque creemos que ellos no saben hacerlo bien, pero también porque nos creemos que así nos van a valorar más y nos van a necesitar. 

Cuidado con el ego: nos gusta sentirnos importantes e imprescindibles, y creemos que van a estar tan agradecidos que no nos van a dejar nunca. 
Pero nos dejan.

Maternar a un hombre como si fuera un adolescente genera una relación de dependencia mutua. 

Que no se nos olvide que todas somos sustituibles: hay millones de mujeres deseando cuidar a hombres que no se cuidan y no las cuidan. Nos han educado para dar "sin pedir nada a cambio", y para creer que nacimos para servir. 

¿En que consiste el cambio radical que propongo? 

Se trata simplemente de que te cuides a ti misma y te preocupes por tu tiempo de descanso y diversión. Se trata de que tu pareja se comprometa a trabajar en equipo y asumir sus responsabilidades como un adulto funcional, que se trabaje a fondo su machismo y todo lo que se tenga que trabajar para aprender a quererte, a tratarte y a comportarse como un compañero.

Si cuentas con su colaboración para hacer el cambio radical que necesitáis, estupendo. Si se lo trabaja para ser autónomo y para comportarse como un adulto, y para ser un compañero, estupendo. Si aprende a comunicarse para expresar sus emociones y sus necesidades, genial. Si aprende a negociar para llegar a acuerdos y para repartirse las tareas, genial también.

Si no, tendrás que tomar las decisiones que sean necesarias para cuidarte a tí misma y para dejar de relacionarte con él como si fuera un ser dependiente. 

Recuerda que tú no puedes cambiar a tu pareja, que solo puede cambiarse él a sí mismo, y que cualquier cambio lo tiene que hacer por iniciativa propia. Siempre hemos intentado educar y orientar a los hombres, pero ninguno evoluciona si no lo necesita.

Recuerda que un compañero no es un hijo, y que los cuidados en una relación entre personas adultas deben ser siempre mutuos. Y que si no son mutuos, es explotación emocional y doméstica. 

Recuerda que tienes derecho a tener tiempo libre y a descansar, y a vivir en igualdad de condiciones con los hombres con los que te relacionas.

Los amores que sean siempre compañeros.

Coral Herrera Gómez

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19 de diciembre de 2022

Cómo disfrutar de las fiestas en familia: decálogo de cuidados



Cómo disfrutar de las fiestas navideñas con la familia: decálogo de cuidados para celebrar eventos libres de machismo, abuso y sufrimiento. Las fiestas sólo se pueden disfrutar en igualdad y en libertad:

▶️ Cuidar la seguridad: lo primero es garantizar la creación de un espacio seguro para todas las mujeres: en cualquier reunión familiar deben de ser excluidos los abusadores y violadores de niños y niñas. Da igual que el señor cometiera su crimen hace treinta años, no importa si es el abuelo, el padre, el padrastro, el tío, el cuñado, o el hermano: ninguna de nosotras tiene que ser obligada a compartir mesa con familiares que ejercieron violencia y destrozaron nuestra infancia o adolescencia.  

▶️ Cuidar la inclusión: el espacio que elijamos tiene que ser accesible y seguro para que nadie quede excluido por su condición física, su salud, su edad, sus discapacidades. 

▶️ Cuidar la integración: que nadie quede excluido/a porque no tiene dinero para aportar. Todo el trabajo de cuidados es también una forma de aportar, quien no pueda poner dinero, puede poner su tiempo y su energía.

▶️ Cuidar a las niñas y niños, recordad que las navidades son muy importantes para ellos y dejan una huella imborrable. Dejad vuestro adultocentrismo a un lado y volcaos para organizar una fiesta inolvidable. Llevad instrumentos, cantar canciones, poned música, bailar son actividades ideales para que todas las generaciones puedan disfrutar juntas, y para evitar hablar los temas que se pueden tratar en otro tipo de reuniones. También son divertidos los juegos de mesa, o ver juntos álbumes de fotos.

▶️ Cuidar a las personas solas: si algún familiar, amigo/a, vecino/a se queda solo, invitadle a vuestra celebración. Aunque también hay que entender y respetar a todas las personas que prefieren quedarse tranquilitas en casa en estas fechas.

▶️ Cuidar la pareja: para evitar conflictos con la pareja: si tú lo que quieres es estar con tu familia y no con la familia de tu pareja, no pasa nada si cada cual os vais con vuestro grupo familiar. Si tenéis críos, como hay varios eventos en estas fiestas, pueden ver a todos sus familiares alternando entre grupos. También podéis probar a alternar juntos, pero si otros años no ha funcionado, mejor cada cual con su gente querida.

▶️ Cuidar nuestras palabras: durante la cena y la sobremesa hay que retirar las pantallas y cuidar nuestras palabras cuando demos nuestra opinión. Recordad que podemos hacer mucho daño y que lo que queremos en realidad es que todo el mundo esté gusto y se sienta seguro, en un espacio donde se le acepta tal cual es, y donde no se le va a juzgar ni va a recibir ataques.

▶️ Cuidar el corazón: también mucho cuidado con las bromas, las burlas, los comentarios y las preguntas que hacemos, para que no vayan cargadas de indirectas, prejuicios o reproches. Hay que evitar especialmente las opiniones sobre el cuerpo, la vestimenta, el peinado de nuestra gente querida, y reclamos tipo: "¿Cuándo te vas a echar un novio?", "¿Cuándo vais a tener un hijo?", "¿Y para cuándo la parejita?"

▶️ Cuídate también a tí misma/o: a la hora de pensar en con quién quieres celebrar el fin de año y el inicio del otro, una de las claves más importantes es evitar juntarse con gente que no te trata bien. Generalmente estamos sensibles y tenemos las emociones a flor de piel: son momentos para disfrutar, así que no vayas obligada a estar en sitios donde no te sientes bien, o con gente que no te quiere bien. 

▶️ Cuidar la alegría: recordad al grupo que las catarsis estropean siempre las fiestas, y a menudo las convierten en un drama. Los asuntos pendientes se pueden resolver otro día, en un ambiente más tranquilo y sin alcohol.

▶️ Cuidaros con el alcohol: para evitar conflictos causados por el alcohol, podéis inventar una palabra que podéis ofrecer a la persona que empiece a crear el conflicto, para que sepa que se está pasando con la bebida, y que tiene que relajarse un poco. Y otra palabra para que uno tenga claro cuándo hay que irse a dormir. 

▶️ Cuidados para el fin de la fiesta: hay que organizarse para que nadie conduzca bebido/a. Hay que pensar si es mejor que conduzcan los que no beban, o mejor organizar la logística del dormir (colchones, sabanas, almohadas y mantas), y la fiesta de pijamas del grupo infantil.

▶️ Cuidar a las cuidadoras. El objetivo de este año es no explotar a las abuelas ni a las madres. 

El lema de estas navidades es: 


"Las mujeres también tenemos derecho a disfrutar de las fiestas"


Para garantizar este derecho, hay que organizarse. Podéis abrir un grupo en el teléfono con las personas asistentes a la cena o a la comida, incluidas las personas adolescentes. En él, hacéis un listado de tareas, y os las repartís entre todos y todas, de un modo equitativo y justo, acorde con las habilidades y capacidades de cada cual.

Aquí os ofrezco un listado para organizar la logística de las reuniones familiares: 

🌲¿Quien se apunta a la elaboración del menú? Hay que hacer un listado de las bebidas, los postres, los aperitivos y los ingredientes de cada plato,  teniendo en cuenta a la gente de la familia que es vegetariana o vegana, y a las personas con alergias e intolerancias alimentarias

🌲¿Quiénes van a la compra? También podéis repartiros las compras y que cada cual lleve algo.

🌲 ¿Quién se encarga de ambientar el espacio? Esto incluye la limpieza pre fiesta del espacio, y la música, la luz, la decoración, la distribución de las sillas, y la presentación de la mesa. También se encargan de los juegos y el reparto de regalos, si los hay, para que sea divertido.

🌲¿Quiénes cocinan? O también es posible repartirse estas tareas y que cada cual traiga algo de su casa.

🌲¿Quienes sirven la mesa? También se puede hacer tipo buffet y que cada cual se sirva lo suyo

🌲¿Quiénes recogen la mesa y friegan los cacharros?, ¿quiénes van a barrer y fregar?, ¿quiénes van a limpiar las copas después del brindis?

🌲¿Quién se encarga de cambiar pañales a los bebés?, ¿quién atiende a los niños y niñas para que también disfruten del evento familiar y la fiesta sea un espacio seguro? 

🌲 ¿Cómo nos organizamos para que las personas mayores y los familiares con discapacidades puedan llegar al sitio y volver a sus casas, y puedan moverse por el espacio?, ¿quién se encarga de acompañar a las que necesitan ayuda para ir al baño?

🌲¿Quiénes se encargan de coordinar el fin de la fiesta y el regreso a casa?


Cada familia se organiza de una forma, y celebra a su manera, así que podéis quitar y añadir cosas a este listado, y personalizarlo según vuestras apetencias y necesidades. 

Podéis designar a dos personas que coordinen, o también podéis autogestionaros, organizar comisiones de trabajo y funcionar asambleariamente. 

Lo importante en este trabajo de cuidados es que la abuela o la madre no sea tratada, como ha sido siempre, como una sirvienta al servicio de la familia. Y que las mujeres y las niñas puedan disfrutar en igualdad de condiciones que el resto. 

Se trata de que los hombres no lleguen a mesa puesta y se queden sentados mientras les sirven. 

Se trata de trabajar en equipo, aportar ideas, comunicarse con amor, cooperar y repartir tareas para que todos puedan sentirse útiles y protagonistas, y puedan dar lo mejor de sí mismos a los demás. 

Se trata de que todas las personas se sientan integradas, aceptadas, queridas, y libres para mostrarse tal y como es.

Se trata de poner los cuidados en el centro de la mesa, para que todas podamos disfrutar.

#Otrasfiestassonposibles

Coral Herrera Gómez 


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22 de noviembre de 2022

¿Qué pasa si no se enamora de mí?



Si no se enamora de tí al principio, en las primeras semanas de relación, ya no se va a enamorar. A veces sucede que nos enamoramos antes de empezar, otras veces durante el romance, pero si no se da la magia en los inicios, es difícil que surja después. ¿Por qué? 

Porque el enamoramiento surge de la admiración y también de la idealización de la otra persona. A nosotras nos resulta muy fácil admirar a los hombres, a ellos no les resulta tan fácil. Pocos reyes se enamoran de plebeyas, casi ninguno de sus criadas. 

Cuando nos emparejamos y nos vamos conociendo más a fondo, la idealización va disminuyendo a medida que conocemos los defectos de la otra persona. Si la endiosamos demasiado, lo normal es que nos decepcionemos en la misma medida. Las parejas que sobreviven al final del enamoramiento son las que quieren al otro tal y como es.


Nosotras las mujeres sabemos perfectamente cuándo una persona se derrite de amor por nosotras, y cuándo es solo atracción sexual. No hace falta que nos lo diga nadie, lo sabemos. Y también sabemos que cuando solo hay química sexual, las relaciones duran lo que duran. 

El problema es que el patriarcado nos seduce para que nos engañemos a nosotras mismas y nos aferramos a la esperanza. 

Por eso nos quedamos con hombres que nos dicen cosas como: "no me voy a enamorar", "no te hagas ilusiones", "no quiero tener pareja", "no quiero nada serio", "no siento nada por tí y no significas nada para mí". Algunos son capaces de estar años y años diciendo lo mismo.


Si nos dejamos llevar por el sentido común, lo normal es que salgamos corriendo. Todas sabemos que es imposible disfrutar del sexo y del amor con alguien que pone un muro enorme entre él y tú. No es miedo, es simplemente que no siente las mismas ganas que nosotras. Si no hay arrebato, locura y pasión en los inicios, no la va a haber después.


Entonces, ¿por qué nos quedamos a esperar a ver si sucede el milagro? 

Primero porque creemos que es un reto: "¿Cómo que no te vas a enamorar?", piensa tu ego, furioso, "¡¡yo, que soy tan maravillosa y tengo tanto amor para darte!! Ya verás como vas a acabar rendido de amor ante mí "

Segundo, porque nos han contado muchísimos cuentos en los que él tiene miedo de amar, ella pasa muchas pruebas para demostrarle que es una mujer en la que se puede confiar, y exhibe su capacidad de sacrificio y su amor. Al final "él se da cuenta" de lo maravillosa que es ella y de lo mucho que la ama (es el premio por esperar tanto)

En la vida real, no hay recompensa por sufrir por amor.

A nosotras nos da mucha pena el hombre que no se enamora. Y nos creemos que podremos ayudarle a confiar y a dejar de defenderse de las mujeres y del amor. 

Pero no podemos. 

El sistema defensivo masculino es buenísimo y todo el mundo lo fortalece constantemente mediante los chistes, los dichos populares, los refranes y los consejos, que vienen a decir más o menos que las mujeres somos interesadas, malas, retorcidas, manipuladoras, aprovechadas, caprichosas, perversas, irracionales, y que enamorarse de cualquiera de nosotras es un peligro. 

Aunque nos creamos muy especiales y poderosas, nosotras no podemos curar la misoginia ni hacer que "se den cuenta" de que somos buenas personas y no vamos a hacerles daño. 

La única forma de que un hombre se entregue al amor es que se enamore locamente, y no hay nada que podamos hacer para lograr esa reacción química brutal que se desata entre dos seres humanos que se atraen y se idealizan mutuamente.

Lo que sí podemos hacer es estar despiertas, ser realistas, olvidarnos de los milagros románticos y dejar una relación cuando los sentimientos no son mutuos. 

Las mujeres no podemos permitirnos el lujo de enamorarnos locamente de alguien que no nos ama. Se sufre demasiado, y se nos hunde la autoestima: estar en relaciones sin reciprocidad es una tortura psicológica y emocional, y una forma de autodestrucción lenta, pero súper violenta contra nosotras mismas. 

Por eso es tan importante que las mujeres aprendamos a cuidarnos, a ser honestas con nosotras mismas, y a ser humildes para aceptar la realidad: si un hombre no se enamora, no se enamora, y no se va a enamorar después.

Da igual lo guapa que te pongas, lo sumisa y complaciente que seas, no importa si le obedeces en todo y le cuidas mucho: hay millones de mujeres como tú, dispuestas a darlo todo y a conformarse con unas migajas de amor. 


Esta es una de las principales reglas del auto cuidado: si no se enamora de tí, controla tu ego, y no te auto engañes. Tus amigas pueden decírtelo las veces que hagan falta, hasta que seas capaz de decirlo en voz alta: "no se ha enamorado de mí, no se va a enamorar, y yo no nací para esperar milagros"

Recuerda que solo se puede disfrutar del amor en las relaciones donde todo es mutuo y recíproco ☀️


Coral Herrera Gómez 


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18 de noviembre de 2022

La rebeldía, el mejor antídoto contra el sufrimiento



La mejor vacuna contra la tristeza, la apatía, la desesperanza, la desolación, el vacío existencial, el aburrimiento y el miedo, es el despertar de la conciencia social, y la rebeldía. La mayor parte de los adolescentes no ven futuro, y algunos creen que la única forma de dejar de sufrir es quitarse la vida. 

En mi trabajo con adolescentes les explico que el sufrimiento es colectivo, que la mayor parte de nuestros problemas personales son colectivos, y que por tanto las soluciones no pueden ser individuales, sino colectivas. 

Algunos se quedan alucinados cuando les digo que otras formas de relacionarse, de quererse y de organizarse son posibles, que otro mundo es posible, y que para poder mejorar y transformar nuestras vidas, hay que cambiar el mundo en el que vivimos. 

Les cuento que solas no podemos, pero que juntas sí, y les hablo de los movimientos sociales que luchan contra el sufrimiento, la explotación y la violencia. Les digo que frente al individualismo y la ley del "sálvese quien pueda", tenemos la Comunidad y el Bien Común, y que hay millones de personas en el planeta luchando por un mundo mejor. 

Les explico que una persona jamás puede ser feliz si está rodeada de gente que sufre. La felicidad no está dentro de ellos, sino en las relaciones que tienen con los demás. Por eso no solo hay que aprender a cuidarse uno/a misma, sino también aprender a cuidar a los demás, y a cuidar el planeta en el que vivimos.

Les cuento que cambiando nuestra forma de relacionarnos no solo mejoraremos nuestra salud mental y emocional, y nuestra calidad de vida, sino que además podemos cambiar el sistema político y económico en el que vivimos. 

Y que, desde siempre, todos los avances sociales se han conseguido protestando en las calles, abriendo los ojos a la gente, sensibilizando y haciendo pedagogía. 

Muchos creen que la pobreza y la violencia son inevitables, que la vida es así, y que no se puede hacer nada excepto rezar o esperar a que alguien nos salve.

Entonces les hablo de los héroes y heroínas del siglo XXI, porque en la tele no los van a ver. Les cuento la historia de aquella madre que después de hundirse y encerrarse a llorar por la desaparición de su hija, se juntó a otras madres que también buscaban a sus hijas, para pedir justicia y acabar con las redes de trata y los femicidios. Les hablo de aquella mujer que después de pensar en el suicidio cuando su ex novio publicó sus videos íntimos, salió a luchar y hoy ha conseguido que la ciberviolencia contra las mujeres sea delito en su país. Les hablo de ese hombre que salva vidas a diario en el Mediterráneo con su barco, y de toda la gente anónima que no se resigna, no se conforma, y se organiza con otra gente para mejorar las vidas de todos nosotros y nosotras. 

Les cuento que los únicos antídotos contra el odio y las enfermedades de transmisión social (machismo, clasismo, racismo, etc) son la empatía y la solidaridad, que es la ternura de los pueblos. 

Claro que hay esperanza, solo tenemos que buscarnos, encontrarnos, y organizarnos: si aprendemos a comunicarnos y a debatir sin hacernos daño, podremos ponernos de acuerdo en los objetivos comunes. 

Les hablo de la gente de su edad que en lugar de encerrarse en su habitación a consumir apocalipsis, está en las calles luchando por el bienestar y los derechos de todos. La mejor medicina contra la desesperanza es juntarse con gente que sueña. 

Me preguntan que cómo pueden unirse a esos movimientos, les explico que en todos los barrios y pueblos hay gente joven luchando, y que si no hay grupos cerca de sus casas, pueden crearlos y juntarse con más gente. 

La rebeldía es contagiosa, es súper eficaz para cuidar nuestra salud mental y emocional, y para conseguir que todas y todos podamos vivir una Buena Vida.

Coral Herrera Gómez 

#OtroMundoEsPosible 

#OtrasFormasDeQuererseSonPosibles 

#unmundomejor 


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27 de octubre de 2022

La última vez: echar el cierre para siempre



Disfrutar la última vez, y echar el cierre para siempre.


Yo recuerdo como un tesoro la última cita con mis ex. Conversas largas, abrazos apretados, viajecito por los recuerdos comunes, risas y llanto, cuerpos desnudos y entrelazados gozando por última vez... 


Es hermosa e intensa la última vez, cuando os habéis querido mucho y os habéis querido bien.


No todas mis historias se acabaron con un encuentro hermoso, pero sí que hice cierre en todas. Si no pude hacerlo con mi pareja, lo hice sola, pero siempre celebro la despedida y cierro la puerta al marcharme.


Desde muy joven hice un pacto fundamental conmigo misma: nunca volver a besarme ni a acostarme con un ex. Para que no volviese el pasado a manchar el presente, para que todas mis historias fueran sucesivas, una detrás de otra, para que cada amor tenga su tiempo, y no se mezclen ni se confundan.


Este pacto me ha ayudado mucho a tener ordenado el rincón de mi corazón en el que viven mis ex. Ahí están todos quietecitos, saben que los quiero mucho, y que tienen que estar ahí tranquilitos.


A alguno le costó un poco asumirlo: me dejaron, pero intentaron volver luego. Comprendí que lo hacen solo porque cuando ven que has terminado el duelo y empiezas a recuperar la alegría de vivir, quieren seguir teniendo poder sobre tí, quieren demostrarte que siguen siendo importantes en tu vida. No pretenden continuar la relación, sino solo comprobar si tú todavía sigues enamorada.


Así que yo he sido siempre muy fiel a este pacto conmigo: 

hacer un cierre bonito (si se puede y se dan las condiciones), pactar contacto cero, 

empezar el duelo para liberarme, y dejar que el tiempo me ayude a transformar el amor que sentí en amistad. 

O en algo parecido.


Para que el pasado se quede atrás y podamos caminar ligeras hacia el futuro, hay que poder cerrar las relaciones de pareja bien, y asegurarse que quedan cerradas del todo. Sobre todo si estais sufriendo mucho, no hay nada más doloroso que aferrarse a la esperanza de la reconciliación.


Hacer el cierre es un ritual que te ayuda a despedirte por fuera y por dentro, a salir de la última etapa sin cargas del pasado, y a empezar una nueva con ilusión.


Para olvidar a un ex no hace falta destruir el amor que sientes, solo tienes que liberar de romanticismo el vínculo con tu ex, y así solo queda el cariño.


Si tu ex no se porta bien contigo o no ha sabido cuidarte, entonces el cierre lo tienes que hacer sola. Si tu ex no quiere terminar, te despides por dentro, y empiezas con el contacto cero para protegerte y ahorrarte todo el sufrimiento posible. 


En las historias de amor del bueno, lo mejor es terminarlas con un cierre bonito, que os deje un buen recuerdo, que os alivie la tristeza y os ayude a estar bien. Porque así el duelo es más corto, y llega antes el olvido.

Coral Herrera Gómez 

#cerrarhistorias #despedidas  #laúltimavez

Si quieres hacer tu duelo en buenas compañías, hoy abrimos el grupo Mujeres que se separan en el Laboratorio del Amor, un curso virtual de un mes. 




Si quieres apuntarte, aquí tienes toda la información.

Gómez 


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6 de septiembre de 2022

Cómo liberarte del deseo de venganza cuando te separas

 



Hay gente que emplea mucha energía, mucho tiempo y recursos en intentar destrozar la vida de su ex pareja, o en poner dificultades y obstáculos para que la vida de su ex sea una tortura. 

Hay gente a la que le dura el rencor unos cuantos meses, gente a la que le dura años, y gente que se pasa toda la vida en guerra contra su ex. 

Las personas educadas en el patriarcado tienen más dificultad para desearle bienestar y felicidad a su pareja cuando ya no quiere seguir con ellas, y mucha mas necesidad de vengarse porque para ellos el amor es una guerra, y quieren ganar a toda costa. 

Por eso hay gente que se enzarza en la custodia de sus hijos e hijas, aunque jamás los haya cuidado, solo por hacer daño a su anterior pareja. También hay gente que se queda con las propiedades, negocios y ahorros, y deja deudas terribles para hipotecar de por vida a sus ex. 

En el caso de las mujeres, sucede que nos pasamos años soñando con un hombre maravilloso que nos cuide, que nos haga felices, que sea leal y honesto, que cuide a nuestros hijos e hijas, que sepa cuidarse a sí mismo, y sepa cuidar su hogar y asumir sus responsabilidades como un adulto. 

La enorme frustración que nos genera comprobar que el príncipe azul es un mito, y que ellos siguen su vida tan tranquilamente después de tener hijos, verles disfrutando de sus escapadas con otras mujeres, vernos a nosotras como criadas de ellos, pidiendo permisos para poder conciliar las tres jornadas laborales, y ver que ellos viven como reyes mientras nosotras estamos agotadas, nos puede llevar al odio total. Sobre todo cuando el marido se harta de broncas, se desentiende del todo con otra familia, se echa una novia más joven, y se marcha con ella a fundar otra nueva. 

Las infidelidades masculinas y el machismo en tareas de cuidados son las dos principales causas de divorcio, y la prueba de que el amor romántico es una estafa total, y global. El rencor que nos genera sentirnos engañadas, utilizadas y abandonadas nos lleva de cabeza a muchas a la necesidad de vengarnos de alguna manera: si el amor es una guerra, nosotras somos siempre las perdedoras.  

En el caso de los hombres, ellos se sienten también estafados porque les hicieron creer que nosotras tenemos que estar a su servicio, que sólo ellos tienen derecho a divorciarse, y que las mujeres son objetos de su propiedad y les debemos obediencia. Estos hombres son los que no toleran que las mujeres hagan uso de su libertad y sus derechos fundamentales. 

Los más obsesivos, machistas y misóginos violan y matan a sus compañeras cuando ellas desobedecen, cuando sospechan que están intentando huir, o a sus ex compañeras cuando rehacen su vida y tienen nueva pareja. Al menos 137 hombres se vengan cada día de sus novias y esposas, quitándoles la vida. Algunos matan a los hijos e hijas y dejan viva a la madre, solo por hacer daño a su ex.

Sin embargo, la mayoría de la gente que anda cegada con su necesidad de vengarse, no comete delitos. Simplemente se dedica a hacer daño y a vengarse en pequeñas dosis, en la cotidianidad del día a día, intentando estar presentes en la vida y en la mente de su ex. 

Otras personas convierten al ex en el centro de sus vidas, se convierte en una obsesión, y hacen todo lo posible para que sus divorcios no acaben nunca, ni siquiera cuando las criaturas en común alcanzan la mayoría de edad. 

Para esta gente es muy difícil tener parejas nuevas porque no logran romper del todo en su interior con la ex o con el ex. Viven esclavizados a su figura, y al trauma del divorcio. 

Casi todos ellos disfrutan sintiendo que tienen mucho poder sobre su ex, y a la vez usan el victimismo para justificar su afán de venganza: "me hizo daño, me las pagará", " si no es feliz conmigo, no será feliz con nadie", "no se va a librar de mí tan fácilmente", "me destrozó la vida, que lo pague para siempre"


¿Cómo liberarnos del deseo de venganza? 

Lo primero es aceptar la separación. Separarse no es seguir peleando cada cual en su casa, sino dejar de pelear. 

Cuando tomamos conciencia de que las luchas de poder son agotadoras, nos chupan la energía, y no suelen servir para nada, es más fácil aceptar la separación.  

¿Qué más cosas hay que aceptar para no meterse en guerras?

- Si quieres seguir teniendo un vínculo con tu ex, no hace falta hacerle daño, puedes tener una relación buena si quieres seguir interactuando y estando en su vida. 

- Por muy mal que nos portemos, los ex y las ex no volverán con nosotros, no se arrepentirán, y no pedirán perdón, y de hecho cuanto peor nos portemos, más se alegrarán de haberse divorciado. 

- A tí no te va a ir mejor, ni te vas a sentir mejor porque a tu ex le vaya fatal, le deje su nueva pareja, enferme, le ocurra algo grave, o se quede sin trabajo. Si tenéis hijos en común, además, lo mejor es que a tu ex le vaya bien, no lo dudes. 

- Vengarte no satisface para nada tus ansias de venganza. No se sacia en una sola vez. Es adictiva, y engancha. La única manera de manejarlas es controlarlas para que no te dominen, y dejar que pierdan intensidad dentro de tí. 

- El problema de la necesidad de vengarse es que provoca en la otra persona el mismo deseo de venganza, y es cuando nos vemos atrapados en una guerra sin fin, en el concurso de a ver quién es más violento y quién hace más daño.


¿Quiero vivir en guerra permanente? 

Prueba a hacerte esta pregunta: ¿quiero vivir esclavizado/a por el odio contra mi ex, o quiero vivir libre y hacer mi vida?

Es pararte a pensar en dónde quieres poner tu tiempo y energía, cuales son las batallas que quieres pelear, si te compensa, si esas batallas te quitan el tiempo y la energía que necesitas para salir adelante, y para disfrutar de la vida. 

Desde mi posición pacifista y en contra de la violencia, creo que en las guerras no hay ganadores y que  las únicas personas que no pierden en una guerra, son las que no participan en ellas. Es decir, que estando en guerra a veces vas a perder y otras a ganar, pero al final lo que pierdes en ellas es tu derecho a estar tranquila y a vivir en paz. 

Porque las guerras tienen un fuerte impacto en nuestra salud mental y física, en nuestro descanso y nuestro sueño, en nuestra sexualidad, en nuestras relaciones, y en nuestro bolsillo también. 

Aunque a veces creas que vas ganando, en realidad en una guerra no dejas de perder (horas de sueño, tiempo, alegría, energía, paz interior, etc) 


¿Y cómo se repara el daño? 

Si tu ex se ha portado muy mal contigo, el daño solo puede repararse si es capaz de hacer autocrítica amorosa, de analizar su comportamiento, de pedir perdón, de preguntarte cómo podría hacer para reparar el daño que te causó.

 Y si no sale de él mismo o de ella misma, no hay nada que se pueda hacer. Es decir, nada de lo que tú hagas le inclinará a sentirse arrepentido: tiene que ser algo que nazca en él o en ella, fruto de su diálogo con su propia conciencia.

A veces con el tiempo las personas somos capaces de analizarnos desde otra perspectiva y atrevernos a pedir perdón, otras no pueden hacerlo jamás.

Pero en el caso de agresores y maltratadores, recuerda siempre que el daño causado por la violencia no se repara jamás . Lo mejor es que no se acerque a tí de ninguna manera durante el resto de tu vida

Cuando hemos sufrido violencia y malos tratos durante la relación y en la separación, lo primero que tenemos que hacer no es vengarnos, sino ponernos a salvo y pedir ayuda para bloquear toda posibilidad de que el ex pueda volver a hacerte daño. 

En algunos países del mundo podemos acudir a los tribunales para que se haga justicia. En otros, las leyes protegen a los acosadores, los violadores y los femicidas, así que la única ayuda con la que podrías contar es con tus grupos familiares, grupos de mujeres, y gente querida para que te protejan y para que él no pueda comunicarse contigo nunca más.

Un maltratador no puede reparar de ninguna manera el daño que te causó. 

Lo único que puede hacer un tipo violento es no volver a acercarse a su víctima nunca más, y no volver a agredir a ninguna mujer.

Muchas mujeres me preguntan, pero si un hombre te ha maltratado, o si te abandona por otra, si te roba y te deja endeudada, ¿no es injusto que quede impune, que se vaya tan tranquilo, no sería lícito en este caso usar el "ojo por ojo, diente por diente"?

Es un tema muy polémico, porque hay gente que defiende la idea de que ante la violencia, uno debe tomarse la justicia por su mano y que es legítimo usar la violencia contra quien la ejerce primero. Y sin embargo, esto es lo que se hacía antes, cuando no existía un conjunto de normas y de leyes que nos permitieran convivir en paz y solucionar nuestros conflictos sin violencia. Se supone que hemos progresado y que existen mecanismos de reparación de daño, de castigo y de reinserción para aquellas personas que cometen delitos y hacen daño a otras personas. 

Si no fuese así, estaríamos permanentemente bañados en sangre: los ciclos de la venganza no tienen fin, y prueba de ello son las películas de mafiosos y narcos. Cuando un miembro de un clan mata al miembro de otro clan, empiezan los asesinatos en cadena hasta que no queda vivo nadie de los dos clanes. Pueden morir en la trama sesenta o cien personas, y solo se para cuando ya no hay nadie a quien poder matar. 

La única salida que yo veo para pedir justicia y reparación es la que toman las mujeres que toman conciencia de que son millones en todo el mundo, las que se juntan y se organizan para luchar juntas, las que exigen la erradicación de la violencia machista, de la explotación sexual, el acoso sexual en las calles y en los centros de estudio y de trabajo. Solas no podemos contra todo el sistema patriarcal, pero unidas estamos logrando cambiar las leyes y concienciar a la sociedad.

 

Libre se vive mejor

El deseo de vengarse, ¿quién no lo ha sentido alguna vez?

Es una emoción como otra cualquiera, y es normal cuando nos sentimos dolidos/as, pero la buena noticia es que es pasajera, como las demás emociones. 

Podemos sentir las peores emociones del mundo (envidia, celos, odio, ira, rabia, deseos de matar o de que se mueran nuestros enemigos, etc), pero no duran para siempre. No sirve de nada estallar nuestro dolor causando más dolor, no ayuda en nada multiplicar el sufrimiento y expandirlo a nuestros seres queridos.

 Y no es justo que tus emociones dañen a los demás. 

La única manera de liberarse es cuidar las emociones para que no nos arrasen, y no arrasen a los demás, hasta que bajen de intensidad y no nos dominen más. 

El ansia de vengarnos nos hace mucho daño a nosotros/as también, y de alguna manera nos encarcela al pasado, y nos esclaviza emocionalmente. El rencor, el dolor, el odio, no se van cuando nos vengamos, al revés, se incendian, están todo el tiempo en nuestro interior, y nos condicionan la vida de arriba a abajo. 

Lo sabemos porque cuando nos bajamos del ring de combate, abandonamos el campo de batalla, dejamos atrás el pasado y nos liberamos del deseo de vengarnos, empieza una nueva etapa en nuestras vidas. 

Cuando nos da igual cómo le vaya a nuestros ex, es cuando nos situamos en el presente con ilusión, comienzan los cambios en ti y a tu alrededor, y desaparece el rencor. 

Cuando centramos nuestra atención en nuestro propio proyecto de vida, en disfrutar, ser felices, mejorar nuestras vidas, es cuando nos implicamos más en la tarea de poder vivir mejor. 

Recuerda que tú no has venido a este mundo a sufrir, y que tienes derecho a vivir una Buena Vida. 

Este derecho nos pertenece a todas y a todos. 

Y sí, también a tu ex. 


Coral Herrera Gómez


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