Cuando llega la separación en una relación de pareja, hay que cuidarse mucho y cuidar a la otra persona. Al dejar de amar a alguien, no dejamos de quererlo y de preocuparnos por su bienestar y su salud. Algunos tips para quererse bien mientras nos separamos:
Cuando llega el
desamor y una relación se acaba, ayuda mucho todo el trabajo que estamos haciendo desde el feminismo con las emociones y el auto-cuidado. Esas mismas herramientas pueden ayudarnos mucho a separarnos con
amor, y a cuidarnos mucho a nosotras mismas: podemos construir una ética amorosa que nos permita
romper nuestras relaciones intentando no empezar una guerra, no sufrir, y no
hacer daño a la otra persona.
Una de las claves
para cuidarnos cuando nos separamos es ser valiente y honesta/o. Hay que hablar mucho sobre
cómo nos sentimos. El primer paso es sentarse a hablar con una misma y decirse
en voz alta lo que está pasando: "me estoy desenamorando, ya no siento lo
mismo de antes, ya no quiero seguir con él/ella".
Aceptar es una de
las claves para poder separarnos bien: hay que ser muy realista, muy humilde y
muy generosa, y hay que trabajarse mucho el Ego. La aceptación con
respecto a una separación llega cuando somos realistas y asumimos que se acabó
la historia. Con la aceptación empieza el duelo, y desde ahí nos es más fácil ser
generosas y dejar marchar a la otra
persona de nuestro lado.
Es maravilloso cuando podemos llegar a desear a nuestro ex lo mejor en la nueva etapa que comienza: se abre ante nosotras un nuevo horizonte, una nueva vida con nuevos afectos y con nuevas experiencias y aprendizajes. Es fascinante que ambos podamos dejar el pasado atrás, vivir varias vidas, y tenernos para siempre en el recuerdo.
Es maravilloso cuando podemos llegar a desear a nuestro ex lo mejor en la nueva etapa que comienza: se abre ante nosotras un nuevo horizonte, una nueva vida con nuevos afectos y con nuevas experiencias y aprendizajes. Es fascinante que ambos podamos dejar el pasado atrás, vivir varias vidas, y tenernos para siempre en el recuerdo.
Aceptar que ya no
estamos enamoradas no es nada fácil.
Aceptar que ya no
nos quieren es también muy difícil, y muchas nos resistimos con uñas y dientes, pensando que lo último que se pierde es la esperanza.
Cuanto más nos resistimos, más duele el desamor. Algunas recurrimos al auto-engaño (volverá, esto es un mal sueño, en el fondo me ama, se dará cuenta de lo equivocado que está), y nos aferramos a un clavo ardiendo. Inevitablemente soñamos con el milagro romántico, el final feliz que vemos en las películas, ese momento en el que sucede algo mágico, y por fin él se da cuenta de lo maravillosa que es ella, lo ciego que estaba, y lo mucho que la ama.
Cuanto más nos resistimos, más duele el desamor. Algunas recurrimos al auto-engaño (volverá, esto es un mal sueño, en el fondo me ama, se dará cuenta de lo equivocado que está), y nos aferramos a un clavo ardiendo. Inevitablemente soñamos con el milagro romántico, el final feliz que vemos en las películas, ese momento en el que sucede algo mágico, y por fin él se da cuenta de lo maravillosa que es ella, lo ciego que estaba, y lo mucho que la ama.
Una vez que dejas
de soñar con el milagro (cuando la otra persona te deja claro que ya no quiere seguir y no hay vuelta atrás, y cuando por fin escuchas lo que te están diciendo), aceptas lo que te está pasando. Viene el segundo paso, que
es mucho más difícil todavía: decirle al otro/a cómo te sientes. Cuesta mucho,
porque si es la otra persona la que se quiere ir, sabes que lo vas a pasar mal. Pero si eres tú la que quieres deshacer el lazo que os une, no quieres hacerle daño, te sientes una traidora, y te come la
culpabilidad: prometiste que le querrías y le amarías para siempre. Estás
fallando, estás demostrando que no puedes cumplir una promesa, y no sabes ni
por qué te está pasando.
Cuanto más tiempo
tardamos en sentarnos a hablar con la pareja, peor. Cuando llega el
desenamoramiento nuestro comportamiento cambia, y las vibraciones cambian:
nuestra infelicidad, nuestra culpabilidad, y nuestra desgana se palpa en el
ambiente. La otra persona se empieza a dar cuenta y empiezan las preguntas, las
excusas, las sospechas, las mentiras, la confusión y la incertidumbre, los
miedos, los reproches, las peleas, el victimismo, las posiciones defensivas,
los ataques para provocar reacción, las
llamadas de atención (trágicas o agresivas), las luchas de poder y las
guerras... que aceleran el desamor y nos hacen sufrir mucho.
Tardamos tanto en
dar el paso porque no nos han enseñado a separarnos bien, a cerrar las historias
con cariño. Creemos que cuando llega el momento de separarse, toca vivir una
escena dramática llena de insultos, reproches, reclamos, amenazas, chantajes y
cosas que se dicen en momentos de dolor para hacer daño a la otra persona. La mayor parte de las veces iniciamos una guerra por inercia, creyendo que lo normal es odiar a aquel o aquella que ya no te ama.
Si sigue pasando el tiempo y no te has sincerado, te sientes todavía más culpable y te comen los miedos, los remordimientos y las angustias, que al principio son sólo tuyas, y después son compartidas. Cuanto más disimulas, peor te sientes, y si tu pareja te pide que
seas sincera y no lo eres, entonces es el infierno: cuando te dan oportunidades
para que rompas la relación y no las aprovechas te sientes terriblemente.
Hay gente que
lleva su cobardía al extremo y se lo monta muy mal: por ejemplo aquellos que eligen portarse mal con su pareja para que sea la otra persona la que de el paso y
rompa la relación. Es común en los hombres porque tienen más dificultades para
decir lo que sienten, y porque generalmente las mujeres depositan en ellos la
responsabilidad de velar por su bienestar y su felicidad. Para eso está el
amor: a las chicas nos enseñan que ellos son los salvadores y los solucionadores de problemas, y que sin
un hombre no podemos ser felices. Entonces a ellos les cuesta más romper porque
se sienten culpables o porque les da pereza. Así que eligen este camino que
parece más fácil, y que sin embargo, tiene el efecto contrario.
Portarse mal con
tu compañera no sirve para que te deje y sufra menos, sino más: las mujeres fuimos
educadas para aguantar malos tratos, indiferencia, y para sufrir todo el tiempo
"por amor": en todas las películas nos dicen que cuanto más sufres,
más grande será la recompensa. Es el masoquismo romántico el que nos mantiene
en relaciones tóxicas, dañinas, y basadas en la dependencia emocional.
Portarte mal para
que te dejen es una opción que atenta contra la ética del amor: es una tortura
para la persona a la que quieres. No le dices lo que pasa, no le das
información para que pueda tomar sus decisiones, le dejas con esa duda que
genera esperanza y desesperanza: es una forma de maltrato, y duele mucho.
También duele separarse y caer en el circulo vicioso de separación-reconciliación que hace tan intensas las relaciones. Es peligroso meterse en este círculo porque nos lleva a hacernos mucho daño, a sufrir mucho, y a convertirlo en una relación tóxica. Cuanto más alargamos la separación definitiva, más duele: hay que cortar por lo sano y tratar de empezar cuanto antes el contacto cero para desengancharse.
También duele separarse y caer en el circulo vicioso de separación-reconciliación que hace tan intensas las relaciones. Es peligroso meterse en este círculo porque nos lleva a hacernos mucho daño, a sufrir mucho, y a convertirlo en una relación tóxica. Cuanto más alargamos la separación definitiva, más duele: hay que cortar por lo sano y tratar de empezar cuanto antes el contacto cero para desengancharse.
Hay parejas que
logran separarse unidas, y viven juntos el proceso antes del contacto cero. Conversan mucho sobre lo que sienten y sobre los pactos que quieren hacer para sobrellevar la
separación de la mejor manera posible, para hacer el proceso más fácil, para
respetar los tiempos de cada uno, para repartirse los bienes comunes, para
compartir la crianza y educación si tienen hijos en común, para ir hablando sobre
la manera en que va cambiando nuestra relación y la mejor manera de ir separando
nuestros caminos.
Se sufre mucho
menos cuando te portas bien, y cuando sientes que la otra persona se está
portando bien contigo y te está cuidando. Aunque ya no te ame, aunque ya no la ames.
Lo importante es cuidarse mutuamente, portarse bien, y que se porten bien contigo.
Lo importante es cuidarse mutuamente, portarse bien, y que se porten bien contigo.
Este es el escenario ideal, pero otras veces ocurre que hay tanto
dolor cuando nos separamos, que la comunicación es imposible. Entonces es mejor
desconectar del todo, y gestionar la separación por separado, con ayuda de
nuestra gente querida que se ofrezca para ejercer de mediadora, o de
profesionales que nos ayuden a negociar. Lo más importante, es mantener el contacto
cero para vivir el duelo, calmar los ánimos, y empezar a cerrar las heridas abiertas que duelen porque están en carne viva.
Cuando hay muchas
emociones fuertes de por medio que nos impiden sentarnos a hablar con respeto y cariño, es mejor cortar la relación de raíz, dejar que se calmen las emociones, tomarse un descanso emocional, desintoxicarnos y desengancharnos
del amor romántico. En el proceso, hay que cuidarse mucho y vivir el duelo en
las mejores compañías pensando que todo pasa, todo cambia, y nada permanece, ni
el dolor más intenso del mundo.
A veces es sólo
cuestión de desengancharse de la droga del amor, hacerse un detox, tomarse un descanso, y aliarse con el paso del tiempo, que va cicatrizando todas nuestras
heridas y nos permite construir nuevas relaciones y nuevos afectos. También es
cuestión de cuidarse y trabajarse todo aquello que haya que trabajarse por dentro para pasar el duelo de la mejor manera posible.
Al separarte lo normal es que sientas empatía y te preocupes por el sufrimiento del otro, pero sobre
todo hay que preocuparse y ocuparse en el de una misma: es fundamental que nos
cuidemos mucho durante todo el proceso, tanto la salud física como la salud
mental y emocional. Es el momento de rodearte de tu gente querida, pedir ayuda
y calorcito, y tener espacio para conversar largamente y llorar las penas. Después,
toca levantarse y empezar una nueva etapa en tu vida.
Necesitamos
trabajarnos mucho y hablar mucho para aprender a despedirnos con cariño, sin rencor, sin odio,
sin miedos, sin egoísmo y sin deseos de venganza. Para poder negociar sin pelearnos, es fundamental:
- que seamos generosos,
- que sostengamos una posición ética basada en los buenos tratos,
- que no seamos ambiguos y no levantemos falsas esperanzas,
- que seamos honestos
- que hablemos mucho sobre lo que nos está pasando,
- que cuidemos mucho nuestras palabras y nuestros actos,
- que usemos el sentido común,
- que respetemos mucho a la otra persona
- que no alarguemos el proceso,
y que podamos cuidarnos mutuamente si se dan las condiciones, durante el tiempo que dure el proceso de separación.
- que seamos generosos,
- que sostengamos una posición ética basada en los buenos tratos,
- que no seamos ambiguos y no levantemos falsas esperanzas,
- que seamos honestos
- que hablemos mucho sobre lo que nos está pasando,
- que cuidemos mucho nuestras palabras y nuestros actos,
- que usemos el sentido común,
- que respetemos mucho a la otra persona
- que no alarguemos el proceso,
y que podamos cuidarnos mutuamente si se dan las condiciones, durante el tiempo que dure el proceso de separación.
Coral Herrera Gómez
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