19 de diciembre de 2019

Asambleas para el amor






Cómo acabar con las luchas de poder en la pareja

En todas las relaciones humanas hay luchas de poder, y todos queremos ganar todas y cada una de las batallas que libramos contra los demás. Cada cual tenemos nuestros intereses, nuestras necesidades y nuestros deseos, y establecemos nuestras propias estrategias para conseguirlo: nos posicionamos como dominadores o dominadas, y desde ahí manipulamos nuestra realidad y a los demás para lograr lo que necesitamos.

En estas condiciones, relacionarse en pareja es complicado, porque estamos más acostumbrados a hacer la guerra que a amarnos, y se nos da mejor luchar que cooperar. La pareja requiere un enorme trabajo en equipo, mucha complicidad, generosidad, solidaridad, sinceridad, honestidad, y mucha comunicación. Y no es fácil relacionarse desde el compañerismo en una sociedad patriarcal y machista en la que las mujeres estamos por debajo de los hombres en la jerarquía social.

Tenemos que trabajar mucho los patriarcados que nos habitan para poder construir relaciones igualitarias basadas en el respeto, la ternura, el trabajo en equipo, la honestidad, la  comunicación amorosa, y la igualdad. Aquí algunas de las cosas que podemos hacer para acabar con las luchas de poder en la pareja:

-          El amor no es una guerra: no conviertas a tus amantes en enemigos de los que hay que defenderse y a los que hay que ganar como sea. Disfruta del amor como un espacio de placer y compañerismo, en el que puedas ser tu misma y en el que ambos podáis construir una historia de amor hermosa, libre de abusos y violencia.

-          Identificar y trabajar los patrones de relación del romanticismo patriarcal.  Comportamientos que parecen “normales” o “naturales” cuando estamos en pareja como la posesividad, los celos, el control sobre la pareja, son esquemas de relación patriarcales basados en la dominación y la sumisión, y son a menudo violentos. Sin embargo, no reconocemos como violencia nuestra forma de imponernos sobre el otro, ni los insultos, los chantajes, las amenazas, el victimismo, los castigos, el engaño y las mentiras. Y es que nos han hecho creer que la violencia pasional es amor, y que cuanto más pasión hay, más sufrimiento se genera en la pareja, y por lo tanto, más amor hay. Sin embargo, ya sabemos que no hay por qué sufrir y pasarlo mal: el amor es una de las experiencias más hermosas de la vida y hay que disfrutarlo.

-          Disidencia: hay que desobedecer todos los mandatos de género que convierten a las mujeres en sirvientas de los hombres. Hay que acabar con el trabajo gratis de las mujeres, y repartir los cuidados, la crianza y las tareas domésticas entre ambos miembros de la pareja. Actualmente ellos siguen gozando de tres horas más al día de tiempo libre mientras nosotras hacemos doble y triple jornada. No nacimos para ser sirvientas, ni para criadas: para podernos relacionar en igualdad es fundamental relacionarnos en horizontal, romper con los roles y las tradiciones, y repartir las tareas en igualdad de condiciones.

-          Autocrítica. Los hombres tienen que trabajar su masculinidad en profundidad, para liberarse del machismo. Acostumbrados a relacionarse desde la competitividad, tienen que desaprenderlo todo para poder aprender a relacionarse en horizontal dentro de la pareja. Tienen que trabajarse el compañerismo con las mujeres, aprender a expresar lo que sienten y lo que quieren, y aprender a pactar con honestidad. Nosotras también tenemos que trabajarnos lo nuestro: los cambios son individuales, y también colectivos.

-          Trabaja tu Ego: el Ego siempre quiere dominar, imponer sus normas, saciar su deseo, recibir aplausos y reconocimiento de los demás, despertar su admiración y envidia, manipular su realidad y a la gente con la que se relaciona. El Ego necesita ganar, le gusta que le obedezcan, le gusta que los demás se sometan, necesita sentir siempre que tiene el poder y el control. Hay que trabajarlo mucho para que no estropee nuestras relaciones: cuanto más egoístas y egocéntricos somos, peor funcionamos en pareja.

-          Aprende a decir que no si eres la persona que siempre cede. Te sentirás mucho mejor si eres capaz de decir asertivamente porqué no quieres hacer algo, o porqué no estás de acuerdo en algo, o porque hay cosas que te hacen sentir mal.

-          Aprende a ceder si estás acostumbrado a imponer tu voluntad. Aprende a ser humilde y generoso: no tienes porqué ganar todas las batallas. No es importante ser siempre el ganador. Se aprende mucho cuando no se consigue todo lo que uno quiere: aprovecha para aprender a elaborar pactos que os beneficien a ambos, o que, al menos, no os perjudiquen a ninguno.

-          Líneas rojas: la mayor parte de las cosas son negociables, pero hay unas pocas que son innegociables. Cada cual tiene sus líneas rojas, es importante tenerlas claras y respetarlas, las propias y las de la otra persona. Si las líneas rojas chocan frontalmente, es mejor no seguir con la relación: ninguno de los dos tenéis por qué ceder en cosas que consideráis imprescindibles en vuestras vidas.

-          Aprende a practicar la comunicación amorosa: escucha a tu compañero o compañera, expresa tus sentimientos sin hacer daño a nadie, sé sincera o sincero con la otra persona, explica qué quieres sin adoptar un estilo agresivo ni victimista. Tenemos que aprender a conversar, negociar, ceder, pactar, repartir tareas y asumir responsabilidades igualitariamente.

-          Cuando aparezca el conflicto, evitar el drama y la violencia: aún estando enfadados o dolidos, podemos tratarnos bien, hablarnos con respeto, alejarnos con cuidado, o sentarnos a hablar si ya nos sentimos preparados para tener una conversación profunda. Sin insultos, sin reproches, sin comentarios humillantes o despreciativos, sin malos tratos.

-          Usa tu sentido del humor y tu creatividad cuando estéis en una lucha de poder. Es todo mucho más fácil cuando nos podemos reír ambos de la situación, y de nosotros mismos. Entre risas es más fácil ponerse a buscar soluciones que nos ayuden a salir del conflicto sin que ninguno de los dos se sienta perdedor, es más fácil relativizar y restarle importancia al conflicto, y nos dispone mejor a ambos para negociar lo mejor para los dos.



Coral Herrera Gómez   


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