12 de enero de 2014

Autocrítica amorosa para sufrir menos, y disfrutar más




Autoestima y autocrítica 

Las redes sociales están plagadas de cartelitos que nos aconsejan querernos mucho a nosotras mismas, habitualmente cargados de victimismo y autoconsejos para que no te rompan el corazón (podéis ver el análisis que hice de estos cartelitos en la serie  "Amores Horribles"). Son muchos los "expertos" que nos dicen que lo primero en la vida es quererse a una misma, que tenemos que lograr que nuestra propia vida sea el centro de nuestra atención, que nos alejemos de aquellos que nos critican y nos envidian, que no necesitamos a nadie más que a nosotras mismas para ser felices. En la mayor parte de los libros de autoayuda se incide mucho en la necesidad de tener la autoestima bien alta, en la necesidad de amarse sin límites, aceptarse tal y como una es, y exigirles a los demás que te acepten tal y como eres. Otros autores, sin embargo, han encontrado en sus investigaciones que no existe una correlación directa entre un alto nivel de autoestima y la felicidad.


Desde los feminismos también se incide en esta necesidad de acompañar el empoderamiento de las mujeres con altas dosis de autoestima, por eso siempre nos lanzamos mensajes unas a otras para que aprendamos a aceptar nuestro cuerpo tal y como es, para que seamos capaces de confiar en nosotras mismas y en nuestras habilidades, para que construyamos nuestra autonomía económica y emocional femenina y podamos así alejarnos de las estructuras patriarcales que nos discriminan en todos los ámbitos. 


Las mujeres hemos sido educadas para admirar la independencia de los hombres, para agradar a los hombres con nuestra belleza y encantos femeninos, para depender de ellos económica y afectivamente, para rivalizar con otras mujeres, para utilizar estrategias de guerra en nuestras relaciones sexuales y sentimentales.  Hemos sido entrenadas para el autosacrificio y la abnegación, para ser amantes, madres, enfermeras, cocineras, psicólogas, educadoras y arreglatodo. Hemos aprendido a anteponer los intereses de los demás miembros de la familia a los nuestros, y nos han enseñado que somos el sexo débil y que necesitamos la protección masculina, por eso es importante que nos cuidemos también a nosotras mismas. Nos han tiranizado con la idea de que para ser amadas hay que estar bellas y por eso luchamos contra la edad, las imperfecciones, la grasa y  los pelos. Por eso es importante que nos deshagamos de la culpa, nos aceptemos como somos y nos queramos por dentro y por fuera. Muchas mujeres gastan todos sus recursos en encontrar un marido que las salve del trabajo, y eso nos hace seres dependientes e inseguros que establecen relaciones interesadas. 


Entonces, sí, necesitamos querernos a nosotras mismas para poder querer a los demás. Pero es necesario saber reconocer la carga ideológica que se esconde bajo este bombardeo que recibimos para que reforcemos nuestra autoestima, porque se nos lanzan mensajes para reforzar el ego y propiciar el individualismo. Nos acabamos convenciendo de que "como nadie nos comprende" y todo el mundo nos hace daño, lo mejor es confiar solo en una misma, y alejarse de los demás. 


El mensaje de los libros de autoayuda es que tú eres mejor que los demás, que debes protegerte de los demás, y que son los demás los que están equivocados. La realidad sin embargo es que no somos "mejores" que los demás. Somos diferentes, somos singulares, pero no ayuda en nada lo de que la gente construya su autoestima sintiéndose superiores con respecto a los demás. 


Hay que empoderarse y quererse una misma, pero nunca podremos solas, actuando bajo la filosofía del "salvesé quién pueda". Solo unidas y tejiendo alianzas entre nosotras podremos liberarnos de las tiranías patriarcales que nos hacen odiar nuestros cuerpos y odiar a nuestras semejantes. 


Se trata, yo creo, de olvidarse de romanticismos individualistas y de trabajar desde y por para el amor, la empatía, la solidaridad, la cooperación, la ayuda mutua. La solución a la dependencia emocional femenina o a las soledades posmodernas creo que pasa por, entre otras cosas, crear redes de afecto colectivo. 


Sin embargo, para poder querernos más, y mejor, no podemos imponerle a la gente que nos acepte "tal y como somos", con todas nuestras miserias, con todos nuestros defectos, traumas y carencias. Para querer y que nos quieran, tenemos que trabajarnos todo aquello que nos hace daño o que hace daño a la gente que nos rodea. 


Creo que una debe de estar siempre en un proceso continuo de deconstrucción y construcción, de auto-análisis, de trabajo amoroso sobre una misma. Todos y todas podemos trabajarnos los miedos que nos habitan y nos comen, y muchas otras fobias como el racismo, el clasismo, el machismo, la homolesbotransfobia, la xenofobia... 


Podemos trabajarnos el egoísmo, la envidia, el masoquismo, el sadismo, la violencia y la agresividad, la impulsividad, la pereza, la tacañería, la avaricia, la  soberbia, el orgullo, la competitividad, la falta de sinceridad, la maldad y las miserias que nos habitan, la necesidad de dominar al otro, la tendencia a mentir, en fin, son miles los defectos que acumulamos todos en mayor o menor medida. 


Para poder trabajar todo esto lo primero es poder verlo: si nos creemos perfectas o perfectos, va a ser muy difícil identificar nuestros puntos a mejorar. Por eso es tan esencial escuchar con atención a la gente que nos quiere y que es sincera con nosotras, y por eso es tan sano reírse con los demás de una misma. 








¿Por qué es importante la autocrítica amorosa?

Creo que para estar bien una de las cosas más importantes es tener afectos diversos. Estar centrada en amarse mucho una misma no ayuda a construir relaciones bonitas con los demás. Por eso es importante trabajar autoestima y autocrítica a la vez. El reto sería: ¿cómo puedo ser mejor persona?, ¿cómo hacer más bonita mi vida y la vida de la gente que me rodea?, ¿cómo mejorar en lo que fallo, cómo eliminar lo que no me gusta de mí misma, cómo transformarme, cómo llegar a ser quien querría ser? 


¿Cómo ser más generosa, más solidaria, más sincera, más honesta, más buena gente? Esa es la pregunta con la que yo trabajo en el Laboratorio del Amor. Creo que si logramos ser mejores personas, podremos reducir el nivel de conflicto con los demás. Las relaciones humanas son difíciles porque son interesadas, porque nos organizamos jerárquicamente, y porque nos movemos en torno a continuas luchas de poder (con tu hija, con tu marido, con tu madre, con tu hermana, con tu jefa, con tu vecino, con tu abuelo, con tus compañeros de trabajo, con el empleado del banco, con la empleada del hogar, con el policía que te multa...)


A menudo creemos que "la gente" es mala, y que "nosotras" somos las buenas, y los demás son los "otros", son "los malos".  Sucede por ejemplo con la batalla eterna entre mujeres y hombres, cuando asumimos por ejemplo que "todos los hombres son iguales" para hacer ver que todos son mentirosos, egoístas e infantiles (y al revés cuando se mete en el mismo saco a todas las mujeres). 

Y ocurre que nadie es perfecto y que nuestro historial no está inmaculado. Todos hemos daño a alguien alguna vez, y hemos tenido que pedir disculpas cuando nos hemos portado mal. Pedir perdón es una gran capacidad humana, porque nos permite reconocer que nos hemos equivocado y que trataremos de no volver a hacerlo, y así es mucho más fácil arreglar los problemas y superar los conflictos. 










La autocrítica amorosa es necesaria para evitar el autoengaño, y para entender que nosotras somos responsables de lo que hacemos, de lo que decimos, de lo que sentimos, de lo que pensamos, de las relaciones que construimos, y de las consecuencias de nuestras acciones. Asumir esa responsabilidad supone tratar de ser coherente en varias dimensiones: en mi individualidad (lo que siento y lo que deseo), y en mi dimensión social (lo que digo y lo que hago).  


Y no es fácil ser coherente, no. El autoengaño, creo, es uno de nuestros peores enemigos porque nos lleva a ver la realidad tal y como deseamos verla, no tal y como es. Todos vemos el mundo desde nuestra perspectiva, pero a veces distorsionamos mucho la realidad y así es mucho más complicado trabajarselo para mejorar las cosas o para transformarlas. 


Lo peor de no querer ver la realidad es que perdemos años estancadas en determinadas ideas que nos construimos para justificar nuestros actos o decisiones pensando que nuestra visión de las cosas es la única y la verdadera. Por eso esperamos que la gente se compadezca de nosotros y nosotras y a veces nos instalamos en esos pozos de victimismo y autocompasión que nos sirven para echar la culpa a los demás y no cambiar nuestra actitud. En estos círculos nos quedamos atrapadas muchas veces, sin poder escuchar a los amigos que tratan de ofrecernos otros puntos de vista, otras perspectivas, otras salidas o posibles soluciones. 







La autocrítica amorosa en el Laboratorio del Amor


Somos una comunidad de mujeres internacional que nos hemos unido en una red social privada para trabajar el tema del amor. Es un taller permanente de intercambio y sororidad en el que nuestro objetivo común es deconstruir el romanticismo patriarcal, y construir herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor. 


Queremos trabajar la coherencia en todos los niveles (emociones, discurso, acción) y así poder llevar la teoría a la práctica. Queremos despatriarcalizar nuestras emociones y sentimientos, nuestra forma de relacionarnos con nosotras mismas y con los demás. Queremos aprender a querernos bien, a amar sin dominar ni someternos, a construir relaciones igualitarias y libres, a ensanchar nuestro concepto del amor para no reducirnos ni limitarnos únicamente a la pareja. 


Analizamos nuestra cultura romántica y soñamos con otras formas de querernos: trabajamos la autoestima individual y colectiva porque es el principio básico para aprender a querernos bien. Leemos, debatimos, lanzamos dudas y preguntas, y tratamos de liberarnos de todo aquello que heredamos de nuestra cultura patriarcal: creencias, prejucios, mitos, estereotipos, roles, etc. que hemos interiorizado a través de los cuentos que nos cuentan de pequeñas. 


Nuestro objetivo común es ser mejores personas y convertirnos en lo que querríamos ser: no le pedimos ni le exigimos a los demás que cambien o que se transformen, sino que trabajamos en nosotras mismas, y nos responsabilizamos de lo que sentimos, de lo que hacemos, de las decisiones que tomamos. No nos juzgamos las unas a las otras: simplemente compartirmos nuestros procesos individuales y nos escuchamos. En el Laboratorio nos desahogamos, nos acompañamos las unas a las otras, nos damos ánimos y cuando alguien lo pide, nos damos consejos o nos ofrecemos otros puntos de vista. 


Queremos amar como adultas, queremos aportar en la construcción colectiva de una ética del amor que nos permita transformar las estructuras tradicionales. Queremos desaprender, y reinventarnos el amor para acabar con el masoquismo romántico y con la violencia romántica. Queremos amar desde la alegría de vivir, disfrutar del presente, ser prácticas y soñar con otras formas de relacionarnos más hermosas.... 


Si quieres unirte a nosotras y trabajarte el amor en compañía, uneté al Laboratorio del Amor.






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