18 de octubre de 2022

El amor de pareja en cifras




Nuestras relaciones son un desastre: no sabemos querernos bien, no sabemos construir relaciones igualitarias, no sabemos disfrutar del sexo y del amor, no sabemos separarnos sin hacernos la guerra. 

El mito romántico es una trampa para nosotras: nos promete una vida feliz a todas, pero las cifras nos muestran que el amor romántico sigue siendo profundamente patriarcal y machista. En el matrimonio, los hombres siguen viviendo en casa como reyes, igual que sus padres, sus abuelos y bisabuelos, y tienen el doble de tiempo libre que nosotras. Algunos "ayudan" en casa, y "ayudan" en el cuidado de los niñós y las niñas, en algunos países del mundo más desarrollados, pero somos las mujeres las que vivimos como criadas y nos vemos obligadas a asumir toda la carga de tareas y logística, la carga mental y emocional de la familia. 

La mayor parte de las parejas afirman que están unidas "por amor", estar enamorados es el principal motivo para casarse. Este es también el principal motivo por el que nos convertimos en sirvientas y en madres de los hombres con los que convivimos: trabajamos gratis "por amor". 

Después de la boda, nos sentimos estafadas: la mayoría nos casamos pensando que vamos a ser compañeros y a trabajar en equipo. Cuando nos queremos dar cuenta, estamos sufriendo abuso y explotación doméstica, que es una de las formas más comunes de violencia machista.  

La mayor parte de los hombres no tienen conciencia de estar ejerciendo violencia sobre sus compañeras, creen que sus privilegios son "naturales" y "normales". Algunos hombres, antes de casarse o de convivir con su pareja, tienen autonomía y saben hacer las tareas básicas para la supervivencia. Pero según un estudio de Sigma Dos en España de 2018, en cuanto se emparejan, el 36% lo dejan, porque creen que es deber de las mujeres servirles y cuidarles.

Para la gran mayoría de las mujeres el matrimonio significa perder la libertad, dedicar todo su tiempo y energía a los cuidados en solitario, y poner en riesgo su salud física y mental. 

Solo la mitad de las mujeres del mundo puede decir “no” a su pareja si no desea tener relaciones sexuales, solo la mitad pueden decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su maternidad, y la gran mayoría se ven privadas de sus derechos sexuales y reproductivos, y demás derechos fundamentales: derecho a la libertad de movimientos, derecho a estudiar y trabajar, derecho a tener una red afectiva propia, derecho a tener dinero propio, derecho a tomar decisiones.... 

Son millones las mujeres que renuncian o sacrifican en parte su carrera por apoyar a su pareja, las que no pueden salir de casa sin permiso de sus maridos, y las que tienen prohibido estudiar o trabajar, salir a hacer deporte o a divertirse. Hay muchas mujeres en el mundo que solo pueden ir a misa, al supermercado y a casa de familiares, y otras que ni siquiera eso: viven permanentemente confinadas y solo pueden salir con sus maridos. Y a veces ni eso. 

Además de la explotación doméstica y la falta de derechos, las mujeres sufrimos violencia física y emocional en el hogar. No es en las calles ni en los espacios públicos donde corremos peligro, es en casa. No son los desconocidos los que nos violan y nos matan: son nuestros novios y maridos, y demás hombres de nuestro entorno más cercano, según el Informe del 25N de 2018 publicado por ONU

Las cifras nos demuestran que el amor de pareja no es tan maravilloso e ideal como nos lo pintan, y que de hecho puede ser muy peligroso casarnos: cada día 137 mujeres son asesinadas en el mundo por sus parejas, casi 90 mil mujeres al año. 

En el matrimonio heterosexual, muchas mujeres sufrimos diferentes formas de violencia:

explotación doméstica, 

agresiones físicas y violencia sexual, 

maltrato psicológico y abuso emocional, 

violencia económica, 

y violencia vicaria (la que se ejerce sobre los hijos e hijas para hacer daño a sus madres). 

Son muchas las mujeres que sufren infidelidades, malos tratos y abandono cuando están embarazadas o enfermas. Los datos más escalofriantes son aquellos que nos hablan de mujeres mayores que han sufrido violencia durante 60, 50 o 40 años por parte de sus maridos, y las mujeres con dependencia económica y discapacidades, para las que el divorcio no es una opción, ni un derecho como para las demás. 

La mayor parte de las mujeres casadas tienen doble y triple jornada laborales, y sólo una remunerada, lo que significa que los hombres tienen mucho más tiempo libre que sus compañeras en todo el mundo. 

Cada 7 segundos una niña menor de 15 años es casada en el mundo. Son millones las niñas, adolescentes y mujeres casadas en contra de su voluntad. 

También son millones las que no están obligadas a casarse pero lo hacen porque no tienen autonomía económica o por presión familiar. Permanecer soltera provoca aún un amplio rechazo social: las mujeres que deciden no casarse siguen siendo vistas como "raras" y como fracasadas. La trampa de todas las que se ven obligadas o presionadas para casarse es que luego no pueden divorciarse, por los mismos motivos. 

Para muchas mujeres el matrimonio es una cárcel de la que no pueden escapar, y en la que se se ven obligadas a asumir toda la carga de cuidados del hogar, y cuidados a bebés, niños, niñas, mayores y familiares dependientes (con discapacidades, enfermedades, o accidentados), mascotas y animales domésticos y de granja. 

Son millones de mujeres trabajando fuera de casa, y trabajando gratis para uno o varios hombres (hermanos, padres, suegros, cuñados, sobrinos, hijos), sin salario, sin días de descanso, sin vacaciones, sin derecho a enfermar, sin derecho a cotizar ni a jubilarse, y sin derecho a escapar de la esclvitud doméstica. 

Las promesas del amor romántico no tienen nada que ver con la realidad: casadas no somos iguales a los hombres, ni somos más felices, ni estamos más protegidas frente a la violencia, ni tenemos calidad de vida. Es justo al revés: cuando estamos casadas sufrimos más, enfermamos más y morimos antes. 

Numerosos estudios afirman que las mujeres solteras y viudas viven mucho mejor y son mucho más felices, empezando porque gozan de mayor libertad y autonomía, más tiempo libre, más horas de sueño y de descanso, y tienen una red afectiva y social más amplia que la de los hombres solteros. 

Los avances y cambios que se están produciendo en todo el mundo, está provocando un descenso de las bodas y de la natalidad en picado, sobre todo en los países en los que las mujeres son libres y tienen sus propios ingresos. 

Además, siguen aumentando las tasas de divorcio: cuanto más autonomía tenemos las mujeres, menos necesidad tenemos de casarnos, y más ganas nos entran de divorciarnos, como veremos en las estadísticas a continuación.

Aquí os dejo cifras mundiales y cifras de España para que comprendamos la dimensión del engaño, nos quitemos la venda unas a otras, y abramos los ojos. Lo más importante es contarle todo esto a las niñas y a dolescentes para que no caigan en la estada romántica y para que no hagan del amor romántico el centro de sus vidas. A las mujeres no nos conviene establecer nuestro proyecto de vida en torno a un hombre, vean las cifras:


Cifras sobre la pareja en el mundo

Mujeres, libertad y autonomía

Solo el 52% de las mujeres casadas o en una unión tienen autonomía corporal y son dueñas de su cuerpo y de su salud. Es decir, solo la mitad de mujeres en el mundo toman libremente sus propias decisiones sobre relaciones sexuales, uso de anticonceptivos y atención médica. 

Solo la mitad de las mujeres pueden tomar sus propias decisiones a la hora de decidir sobre la atención de su salud, y decir “no” a su pareja si no desea tener relaciones sexuales.

  • En Malí, el Níger y el Senegal, más del 90% de las mujeres se ven privadas de su autonomía corporal.
  • Únicamente el 71 por ciento de los países garantizan el acceso a servicios de maternidad integrales.
  • Únicamente el 75 por ciento de los países garantizan legalmente un acceso pleno y equitativo a la anticoncepción.
  • Únicamente alrededor del 80 por ciento de los países tienen leyes que apoyan la salud y el bienestar sexuales.
  • Únicamente alrededor del 56 por ciento de los países tienen leyes y políticas que apoyan la educación integral en sexualidad.
  • Veinte países o territorios tienen leyes que obligan a casarse con el violador, lo que significa que un hombre puede escapar de un proceso penal si se casa con la mujer o niña que ha violado.
  • Cuarenta y tres países no cuentan con legislación que aborde el problema de la violencia sexual durante las relaciones de pareja (la violación por parte de un cónyuge).
  • Más de 30 países restringen el derecho de las mujeres a desplazarse fuera del hogar.

 “Mi cuerpo me pertenece: reclamar el derecho a la autonomía y la autodeterminación”, informe del Estado de la Población Mundial 2021, Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA)


Matrimonio infantil

UNICEF

Cada 7 segundos una niña menor de 15 años es casada. 

Durante la próxima década hasta 10 millones de niñas podrían estar a riesgo de matrimonio infantil.

Las niñas que se casan antes de cumplir 18 años tienen menos posibilidades de seguir yendo a la escuela y más posibilidades de ser víctimas de violencia en el hogar.

Las niñas obligadas a casarse no sólo pierden su infancia, sino que a menudo también cortan los lazos con su familia y sus amigos y adoptan un rol doméstico, ya que tienen prohibido buscar un trabajo o continuar asistiendo a la escuela.

Las niñas adolescentes tienen más probabilidades de morir a causa de complicaciones durante el embarazo y el parto que las mujeres de entre 20 y 30 años, y es más probable que sus hijos nazcan muertos o mueran en su primer mes de vida.

15 millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas (violaciones u otros actos sexuales forzados) en todo el mundo.En la inmensa mayoría de los países, las adolescentes son el grupo con mayor riesgo de violaciones (u otro tipo de abusos sexuales) por parte de su esposo, pareja o novio actual o anterior. De acuerdo con los datos disponibles de 30 países, tan sólo un 1% de ellas ha pedido alguna vez ayuda profesional.


Matrimonio igualitario

El matrimonio igualitario es legal en más de treinta países, aunque muy pocas mujeres pueden casase con otras mujeres. 

Existen más de 60 estados miembros de la ONU que prohíben explícitamente las relaciones homosexuales. 

En países como Brunei, Iran, Mauritania, Arabia Saudita, Yemen y parte de Nigeria, la condena por este “delito” sigue siendo la pena de muerte.


Divorcios y separaciones

- Una investigación de 2015 de la American Sociological Association (ASA), descubrió que las mujeres inician casi el 70% de los divorcios.

- Europa es el continente en el que más divorcios se producen: a la cabeza, Bélgica (un 71%), España está entre los cinco primeros países, con un 61%

- Estados Unidos es el país donde más divorcios hay, y Chile es la nación donde menos divorcios se registran, apenas un 3%, seguida de Vietnam (4%) y Libia (5%). 

- Aún no está normalizado en las naciones árabes, africanas y del Sudeste asiático: hay países en los que para las mujeres, divorciarse es un auténtico calvario.

Datos del Mapa del divorcio, publicado en 2014 por la revista online estadounidense Business Insider, basado en cifras de Eurostat (Oficina Europea de Estadística)


Abuso, explotación y violencia machista 

ONU MUJERES 

En 18 países, los esposos pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen; 

en 39 países, las hijas y los hijos no tienen los mismos derechos de herencia; 

y en 49 países no existen leyes que protejan a las mujeres de la violencia doméstica.


La cifra de mujeres adultas maltratadas por su pareja ascendía en Turquía al 57% en Etiopía, al 45% en India, al 40% en Perú, al 31% en Canadá, y el 35% en Nueva Zelanda.

Una de cada cinco mujeres y niñas, incluido el 19% de las mujeres y las niñas de 15 a 49 años, han sufrido violencia física y/o sexual por parte de una pareja íntima, durante los últimos 12 meses. Sin embargo, en 49 países no existen leyes que protejan específicamente a las mujeres contra tal violencia.

A nivel global, se estima que 736 millones de mujeres -alrededor de una de cada tres- ha experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja (el 30% de las mujeres de 15 años o más).

La mayor parte de la violencia contra las mujeres es perpetrada por sus maridos o parejas íntimas o por parte de sus ex-maridos-parejas. Más de 640 millones de mujeres de 15 años o más han sido objeto de violencia de pareja (el 26% de las mujeres de 15 años o más).

De las que han mantenido una relación, casi una de cada cuatro adolescentes de 15 a 19 años (24%) ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja o marido. El 16% de las jóvenes de 15 a 24 años han experimentado esta violencia en los últimos 12 meses.

En 2018, se estima que una de cada siete mujeres ha experimentado violencia física y/o sexual por parte de su pareja o marido en los últimos 12 meses (el 13% de las mujeres de 15 a 49 años). Estas cifras no reflejan el impacto de la pandemia de COVID-19, que ha aumentado los factores de riesgo de violencia contra las mujeres.

El 37% de las mujeres de entre 15 y 49 años que viven en países "menos desarrollados" han sido objeto de violencia física y/o sexual por parte de su pareja en su vida.

Menos del 40 por ciento de las víctimas de la violencia buscan algún tipo de ayuda. En la mayoría de los países para los que existen datos disponibles sobre esta cuestión se constata que, entre las mujeres que buscan ayuda, la mayoría acude a familiares y amistades. Muy pocas recurren a instituciones formales, como la policía o los servicios de salud. Menos del 10 por ciento de quienes buscan ayuda acuden a la policía.

 Alrededor de 81,000 mujeres y niñas fueron asesinadas en el 2020, y la mitad, unas 47,000 de ellas, (es decir, el 58%), a manos de sus parejas o familiares. 

Esto equivale a una mujer o niña asesinada cada 11 minutos por maridos y hombres de su entorno.  



Cifras sobre la pareja en España

Bodas y divorcios

- En España nos casamos menos y más tarde. El INE recoge datos sobre el matrimonio desde 1981 y, en estas cuatro décadas de registro, el número de matrimonios ha caído un 55,24% en tanto que la edad ha aumentado 10 años de medias (de los 24/26 a los 34/36). 

- España está entre los ocho países del mundo donde más separaciones de pareja se producen. Se separan casi cuen mil personas cada año. Eurostat, 2021.

- Solo el 8% de los españoles de entre 18 y más años afirmaban no haber tenido nunca pareja hasta esa fecha (ESGE, 2018)

- En la actualidad, aproximadamente un 70% de la población española mantiene algún tipo de relación  de pareja (Estudio 3325, CIS, 2021). Entre las personas que no tienen pareja, un 43% afirma que es por no haber encontrado a la persona adecuada, y un 22% responde que no ha tenido la necesidad de tener pareja. Estos resultados señalan que, en general, a las personas que no tienen actualmente pareja les gustaría tenerla, sobre todo si encontraran a la persona adecuada.

-En la Unión Europea una de cada cuatro parejas no tiene hijos (25,1%), porcentaje que en nuestro país se sitúa en el 22,7% (Eurostat, 2021).

Parejas que no conviven: 

  • Las parejas sin convivencia que se encuentran en esta situación por “considerarse muy jóvenes para convivir” (25,4%)
  • Las parejas sin convivencia por “motivos económicos” (25,7%)
  • Las parejas sin convivencia que desean vivir esta situación “por mantener su independencia” (7%), son las que presentan unos rasgos más diferenciadores
  • La categoría de “no estar preparados para convivir” puede darse en todas las generaciones donde hay un nuevo emparejamiento (7,1%)
  • Por último, las parejas que no conviven debido a las “circunstancias laborales” (13%)


Trabajo gratis y tiempo libre

En España las mujeres trabajamos gratis durante 43 días al año. Dedicamos una media de 6 horas (5 horas y 59 minutos) al trabajo doméstico. 

Por el contrario, los hombres emplean en este grupo de actividades 2 horas y 20 minutos, según el Instituto de las Mujeres de España. 

Según los estudios de la OCDE y el INE (2019), las mujeres españolas dedican 2 horas diarias más de media a las tareas del hogar y el cuidado de la familia que los hombres. Esto significa que ellos tienen más del doble del tiempo libre que nosotras. 


Sexualidad

Informe Sexualidad de las mujeres jóvenes en el contexto español, Instituto de las Mujeres, 2022.  

- Un 57,7% de las encuestadas reconoce que ha mantenido relaciones sin deseo sexual.

- Un 20% tiene miedo a sufrir una agresión sexual en su entorno (escuela, trabajo o pareja).

- Casi la mitad de las mujeres de entre 18 y 25 años (el 43,5%) ha recurrido en alguna ocasión a la píldora del día después y un 20% reconoce que nunca o casi nunca usa un método anticonceptivo cuando mantiene relaciones sexuales. Motivos: 

  • -el 53 % explica que lo hace por la confianza que tiene en su pareja, 
  • -el 33 % porque no tiene a mano el anticonceptivo en el momento de la práctica sexual
  • -el 19,4 % alega que su empleo reduce su placer. 
  • - el 12,3 % no lo utiliza porque su pareja así lo prefiere y 
  • - el 5,9 % estima que no corre ningún riesgo.

- Un 5,7% de las mujeres jóvenes encuestadas se ha sometido a un aborto, momento en el que recibieron el apoyo de su pareja (40%), su madre (27,7%), o una amiga (15,4%), mientras que un 4,6% manifiesta haber pasado sola por este proceso, bien porque no ha pedido ayuda, o bien por falta de apoyos.

- El grado de satisfacción con su vida sexual es de 6,6 puntos y lo que más valoran es el placer que proporciona la masturbación, la receptividad de la pareja, la periodicidad de las relaciones y la frecuencia de los orgasmos.

- La penetración sigue siendo la práctica más habitual entre las mujeres jóvenes, por encima de la autoestimulación (74,6% frente al 66,5%) y muchas de ellas manifiestan no haber practicado la masturbación hasta después de haber mantenido relaciones sexuales con otra persona.

- El 35 % de las chicas nunca ha recibido educación sexual y las que sí lo han hecho, la califican de "absolutamente insuficiente e inadecuada".


Informe '¿Fuerte como papá? ¿Sensible como mamá? Identidades de género en la adolescencia', realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, España.

Entre los adolescentes españoles de 14 a 19 años, aproximadamente un 80% ha tenido alguna relación de pareja (82% de chicas frente al 78%) La primera pareja se tiene entre los 13 y 14 años, aunque ellos son más precoces. El 46% de los varones afirma tener su primera novia entre los 10 y los 13 años.

Un 52,6% de chicas jóvenes cree que el varón debe proteger a la mujer, porcentaje que asciende al 67% en el caso de los chicos. 

Respecto a quién debe tomar la iniciativa en las relaciones sexuales, casi el 60% de los jóvenes afirma que "se debe tomar juntos", pero en la práctica deciden ellos en el 46,9% de las veces. 

Sin embargo, les toca a ellas insistir en el uso de anticonceptivos: el 47,2% de los casos frente al 9,4% de veces que insisten ellos. En otro 31,4% se toman juntos.



Infidelidades 

Según el informe de IPSOS, 2014: 

-Un 35% de hombres y un 26% de mujeres reconocen haber sido infieles a su pareja. 

- El 29% de los hombres encuestados ha mantenido relaciones sexuales de forma excepcional fuera de la pareja, contra el 18% de las mujeres que se manifiestan en este sentido. Un 41% de los hombres infieles aseguran haber tenido cuatro o, incluso, un número mayor de amantes, frente al 28% de las mujeres adúlteras que se han expresado en el mismo sentido. 

-La mitad de las aventuras extramatrimoniales son de una sola noche, mientras que una tercera parte se llevan a cabo de manera ocasional.

-Motivos para ser infieles:

  • para vivir una experiencia diferente (un 43% de los hombres, frente a un 24% de mujeres); 
  • para vengarse de la infidelidad de su pareja (18%)
  • para convencerse de que su cónyuge ya no es lo que necesita (un 17%)
  • para volver a encender la llama de su vida matrimonial (un 12%)
  • para ganar confianza en sí mismos (el 42% de mujeres y un 29% de hombres) 
  • sólo por sentir amor o deseo hacia otra persona (más de la mitad de las personas encuestadas) 


Informe YouGov: 

Un 91%, considera que tener una relación sexual con otra persona es la mayor infidelidad, seguido del sexting (enviarse mensajes subiditos de tono por el móvil), un beso en la boca y el tonteo.

Para un 12%, masturbarse pensando en otra personas es ser infiel y para un 4% lo es hasta ver porno.

Un 40% de las personas encuestadas está "seguro de que no le han puesto los cuernos", frente a un 27% que está convencido de que sí. Un 13% tiene sospechas, y un 10% se huele algo pero cree que son sospechas infundadas.

Una gran mayoría (71%) preferiría enterarse a no saberlo frente al 20% que preferiría vivir en la ignorancia.

Un 42% de los encuestados dejaría a su pareja sin posibilidad de reconciliación, frente al 7% que no rompería y perdonaría la infidelidad sin que afectase a la relación.

Un 19% dejaría a su pareja pero dice que podría perdonar e incluso volver con ella, mientras que un 17% asegura que no rompería la relación, pero admite que se vería afectada por la infidelidad.

Las mujeres son las que menos perdonarían una infidelidad, ya que el 44% rompería sin posibilidad de reconciliación frente al 11% de hombres que no dejaría a su pareja y perdonaría la infidelidad.

 

Violencia

«Macroencuesta de la violencia contra la mujer» 2019 por el Ministerio de Sanidad de España: 

En total, un 13% de las mujeres residentes en España de 16 y más años ha sufrido miedo de alguna pareja o ex pareja en algún momento de su vida. Un 2,9% manifiesta que dicho miedo era continuo.


Violencia económica: 

En total, un 10,8% de las mujeres residentes en España de 16 y más años ha sufrido violencia económica por parte de alguna pareja o ex pareja en algún momento de su vida

- 6,9% ‘se negaba a darle dinero para los gastos del hogar cuando la pareja tenía dinero para otras cosas’. 

- 7,2% ‘le impedía tomar decisiones relacionadas con la economía familiar y/o realizar las compras de forma independiente’. 

- 4,9% ‘no le dejaba trabajar o estudiar fuera del hogar’.

Las mujeres que soportan dichas actitudes suelen verse afectadas y presionadas simultáneamente por otra forma de violencia (física, sexual, psicológica controladora y/o emocional). En el caso concreto de la violencia económica, el 85% de las mujeres declaran sufrir violencia psicológica y el 47,8% violencia sexual. El impacto que tiene la violencia económica sobre la salud y el bienestar de las víctimas es notable, de manera que apenas el 50% de las mujeres aluden a un estado de salud categorizado como bueno o muy bueno.

En general, cuanto más elevado es el nivel de estudios de la mujer, menor el porcentaje de mujeres que han sufrido violencia económica de alguna pareja o expareja: pasa del 14,4% de las mujeres con estudios inferiores a primaria al 6,7% de las mujeres que tienen estudios universitarios finalizados.


Violencia física: 

El número de mujeres residentes en España de 16 y más años que manifiestan haber sufrido en algún momento de su vida los distintos actos de violencia física que contempla la encuesta, por parte de alguna pareja o expareja, es de casi 3 millones de mujeres, el 14,2 % de la población femenina:

- 8,6% ‘le ha empujado, agarrado o tirado del pelo’.

- 7,6% ‘le ha abofeteado o tirado algo que pudiese hacerle daño’.

- 5,2% ‘le ha golpeado con su puño o con alguna otra cosa que pudiera hacerle daño’.

- 4,2% ‘le ha dado patadas, arrastrado o pegado’.

- 2,6% ‘le ha amenazado con usar o ha usado una pistola, cuchillo o alguna otra arma contra ella’.

- 1,8% ‘le ha intentado asfixiar o quemar a propósito


Las mujeres entre los 25 y 54 años son las que en mayor proporción manifiestan haber sido víctimas deviolencia física de género en algún momento por parte de cualquiera de sus parejas.

De las mujeres que han sufrido violencia física moderada, un 12,6% de mujeres que afirma que ha sido un episodio esporádico, y el 85,2% de mujeres ha sufrido agresiones en más de una ocasión a lo largo de su vida por parte de cualquier pareja.

Las mujeres nacidas en el extranjero y residentes en España sufren el doble de violencia física que las autóctonas, del total de mujeres nacidas en el extranjero que alguna vez ha tenido pareja, un 14,1% ha sufrido violencia.

Las mujeres en entornos rurales, de hasta 2.000 habitantes, son las que en menor porcentaje han manifestado violencia física de parte de cualquiera de sus parejas a lo largo de su vida (6,6% en contraste con el 10,9% en el entorno urbano)


Violencia sexual en la pareja

Un 13,7 % de las mujeres españolas han sufrido violencia sexual en la pareja, casi 3 millones de mujeres.

6,6% de las mujeres que han tenido pareja manifiestan que al menos alguna de sus parejas, a lo largo de su vida, la ha obligado a mantener relaciones sexuales cuando ella no quería. Un porcentaje apenas inferior (6,3%) se obtiene para las mujeres que han mantenido relaciones sexuales sin desearlo, por miedo a lo que su pareja les podía hacer si se negaban. 

A la mitad aproximadamente se reduce la proporción cuando se trata de otro tipo de práctica sexual a la que se vio obligada la mujer y que le resultó humillante o degradante (3,5%) o cuando la pareja o ex pareja ‘intentó obligarle a tener relaciones sexuales contra su voluntad, sujetándola o haciéndole daño sin conseguirlo’ (3,2%)

Si se tiene en cuenta cualquier pareja en la vida de la mujer, ya sea la actual (si la tiene) o alguna de sus anteriores relaciones, se obtiene que un 8,4% de las mujeres que alguna vez han tenido pareja ha sufrido violencia sexual por parte de alguna de ellas.


Violencia psicológica de control

 El porcentaje de mujeres residentes en España de 16 y más años que manifiestan haber sufrido en algún momento de su vida los distintos actos de violencia psicológica de control que contempla la encuesta, por parte de alguna pareja o expareja, es del 31%, más de 6 millones y medio de mujeres. 

Algunas de las formas de violencia más comunes son:

- 16,3% ‘insistía en saber dónde estaba en cada momento’.

- 14,8% ‘se enfadaba si hablaba con otro hombre o mujer’.

- 14% ‘le ignoraba y trataba con indiferencia’.

- 12,1% ‘trataba de impedirle que viese a sus amigos o amigas’.

- 11,3% ‘sospechaba injustificadamente que le era infiel’.

- 10% ‘esperaba que le pidiese permiso antes de ir por su cuenta a determinados sitios como por ejemplo un hospital o centro de salud, un centro cultural o deportivo, etc.’.

- 8,3% ‘trataba de evitar que se relacionase con su familia directa o parientes’.


Violencia emocional

En total, un 21,9% de las mujeres residentes en España de 16 y más años ha sufrido violencia psicológica emocional por parte de alguna pareja o ex pareja en algún momento de su vida. 

- 19,6% ‘le ha insultado o hecho sentirse mal consigo misma’.

- 13,9% ‘le ha menospreciado o humillado delante de otras personas’.

- 12,9% ‘le ha asustado o intimidado a propósito (por ejemplo gritándole y rompiendo cosas, mirándole de determinada forma)’.

- 9,5% ‘le ha amenazado verbalmente con hacerle daño a la mujer’.

- 5,2% ‘le ha amenazado verbalmente con hacer daño a alguien que es importante para la mujer’.

El 2,8% de las mujeres que han sufrido violencia psicológica emocional de alguna pareja o ex pareja a lo largo de su vida afirma que se trató de un hecho aislado, mientras que un 95,4% manifiesta haber sido víctima de este tipo de violencia en más de una ocasión.

Un 87,5% de quienes contestan que siempre o casi siempre cuentan con alguien que se preocupa por ellas, no han sufrido ningún tipo de violencia de género en el último año; frente al 78,3% de las que manifiestan que nunca o casi nunca tienen a alguien que se preocupe por su bienestar


Sentimientos que provoca la violencia en las mujeres: 

Los sentimientos de las mujeres que han sufrido violencia física, sexual o miedo de alguna pareja o expareja tras los episodios de violencia son:

- Impotencia ante la situación: 60,7%.

- Tristeza: 59,8%.

- Rabia: 58,4%.

- Miedo: 51,6%.

- Angustia: 49,9%.

- Vergüenza: 38,7%.

- Culpa: 30,1%.

- Agresividad: 19,1%.


Otros datos: 

En el caso de los matrimonios heterosexuales, en el 65% de los casos el hombre es mayor y se llevan en promedio 5 años de diferencia. En el 23% la mujer es mayor y se llevan 3,5 años de media, mientras que en el resto, un 11%, tienen la misma edad.

Un 81, 9 % de las mujeres que contaron con una red de apoyo y denunciaron, se divorciaron de sus parejas.

Una de cada tres (33,0%) mujeres que han sufrido violencia física o sexual, han consumido medicamentos, alcohol o drogas para afrontar lo sucedido.

El 17,5% de las mujeres con discapacidad que han sufrido violencia física, sexual o emocional de alguna pareja dicen que su discapacidad es consecuencia de la violencia de sus parejas.

El 51,7% de quienes tenían hijos/as menores que presenciaron o escucharon la violencia contra la madre, afirma que estos hijos/as sufrieron violencia a manos de la pareja violenta.

1.678.959 menores viven en hogares en los que la mujer está sufriendo en la actualidad algún tipo de violencia en la pareja

 

Mujeres mayores de 60 años

- el 28 % de las mujeres sufrieron violencia machista durante 40 -50 años;

- el 12 % sufrió violencia unos 50-60 años. 

- el 15 %, de 30 a 39 años; un 12 %, de 20 a 29 años; un 12 %, de 6 a 19 años; y un 16 %, de 1 a 5 años. 

-En tres de cada diez casos, los episodios violentos comenzaron durante el noviazgo.

Las principales razones para no haber interrumpido la relación con el agresor son miedo a ser asesinada (35 %), no tener ningún sitio al que ir (32 %), no hacer sufrir a sus hijos (32 %) y que el maltrato antes era un problema aceptado por la sociedad (30 %). 

También describen haber padecido violencia económica un 60 % de las encuestadas: el 55 % no recibía dinero para gastos del hogar, el 41 % se veía privada de sus recursos y al 34 % el maltratador no las dejaba trabajar ni estudiar.

Estudio Mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género, elaborado por Cruz Roja y la Universidad Carlos III de Madrid


Juventud en España

Informe 'Rompiendo Moldes' en el marco del 8 de marzo de 2020, Día de la Mujer, elaborado por Oxfam Intermón sobre los comportamientos sociales dela juventud vinculados a las violencias machistas.

-Aún persiste la percepción entre algunos adolescentes sobre que el rol masculino se basa, al menos en líneas generales, en los siguientes aspectos: invulnerabilidad emocional, el deseo heterosexual incontrolable y la actitud dominante como un rasgo atractivo en ellos. 

-El género femenino se sigue describiendo, a grandes rasgos, con el mandato de la sumisión y el de complacer a las demás personas. 

- 1 de cada 10 jóvenes españoles cree que si una mujer ha consumido mucho alcohol se expone a que un chico tenga relaciones con ella, aunque no esté consciente.

- El 8,9% de los chicos piensa que, si una chica se viste de manera provocativa y anda sola por la calle a altas horas de la noche, se está exponiendo a sufrir una agresión.

-No sólo disculpan a los agresores, sino que además culpabilizan a las víctimas de la violencia que sufren tanto en el espacio público, como también dentro de sus relaciones:  el 44% de los chicos opina que "si alguien hace 'sexting' está asumiendo el riesgo de que su pareja  pueda reenviar el contenido.

- 2 de cada 10 chicos piensan que "el amor duele" y uno de cada 10 piensa que la capacidad de dominar hace un hombre más atractivo. 

-2 de cada 10 chicos y una de cada 10 chicas afirman que los hombres tienen mayor deseo sexual que las mujeres.

 -el 22,3% de personas afirma que "es común que un chico quiera tener sexo sin condón" En los distintos grupos de edad se destaca que, a medida que aumenta la edad, más creen que es habitual que un chico quiera tener sexo sin condón: un 16% en el grupo de 15 a 18 años, un 23% en el de 19 a 22 años y un 24,5% en el de 23 a 25 años.


"La situación de la violencia contra las mujeres en la adolescencia en España".

El estudio ha sido promovido, coordinado y financiado por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, y realizado por la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense.

- Frente al 31,7% de las mujeres que admiten haber sufrido abuso psicológico y de control, sólo el 14,2% de los hombres adolescentes confiesan haber ejercido dichas conductas. 

- Frente al 3% de los chicos dice haber presionado para involucrar a una chica en conductas sexuales en las que ella no quería participar, frente al 11,1% de las que confesaron haberse visto en esa situación. Al preguntar por la relación con el chico que ejerció la violencia vivida, solo el 17% de las adolescentes afirma que es su pareja actual frente a casi el 21% de los varones.

- En el caso de la violencia múltiple y frecuente, la denuncian el 5,5% de las chicas frente al 2,7% de los chicos.

- Casi un 20% de las adolescentes sufre violencia psicológica y de control. A casi una de cada cinco, su pareja la ridiculiza, la insulta, toma decisiones por ella y a un 15% las controlan con el móvil y las aíslan de sus amistades.

- El 14% de las chicas afirma haberse sentido presionada para actividades de tipo sexual, presión realizada en casi todos los casos (97,4%) por un hombre, que suelen provenir del chico con el que salen en un 55,7% de los casos. 

- Las situaciones que un mayor porcentaje de chicas de entre 14 y 20 años ha vivido, son las relacionadas con mostrar (48%) o pedir (43,9%) fotografías sexuales, y el 23,4% ha recibido peticiones de cibersexo online. Por otro lado, la situación más frecuente que los chicos reconocen realizar, es pedir fotografías online (17,1%), y pedir cibersexo online (7,4%).

- Las situaciones de violencia de género en el ámbito de la pareja que han vivido de forma más frecuente las chicas adolescentes son las de abuso emocional (17,3%), control abusivo general (17,1%) y control a través del móvil (14,9%).

- El 21,9% de adolescentes afirma haber escuchado a menudo o muchas veces que "los celos son una expresión de amor", y el 39,9% ha recibido el consejo de que "para tener una buena relación de pareja debes encontrar tu media naranja y así llegar a ser como una sola persona"

- El 28,1% de las chicas afirma que le produce o produciría mucha o bastante ansiedad sentirse "menos atractivas que antes", y lo que produce más ansiedad a los chicos destacan las de "subordinación a la mujer", "hablar con una feminista" (13,9%) o "necesitar que tu pareja trabaje fuera de casa para mantener a la familia" (9,5%).



Coral Herrera Gómez


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13 de octubre de 2022

Nuestras relaciones son un desastre, ¿qué hacemos?



Nuestras relaciones sexuales y sentimentales son un desastre. En España se estima que un 70% de las mujeres fingen orgasmos, y que un 57% han tenido alguna vez en su vida (o varias veces) relaciones sexuales sin deseo, presionadas o coaccionadas por la pareja. 

Con consentimiento, sí, pero sin deseo y sin ganas, y todo por complacer al hombre, ¿hasta cuándo pensamos seguir así?

Hombres, ¿por qué no os ponéis a pensar un poco en los motivos que nos llevan a fingir y a consentir relaciones no deseadas?, ¿por qué no habláis con vuestras compañeras sexuales y/o sentimentales, y empezáis a escucharlas con atención y amor? 

Os toca hacer una revisión profunda de vuestra manera de relacionarnos con nosotras, y de las violencias a las que nos someteis cuando solo pensáis en vuestro propio placer. Vuestro egoísmo viene del machismo: todo se puede trabajar en esta vida para ser mejores personas y mejores compañeros.

Nosotras, tenemos que seguir practicando la autodefensa emocional para que nadie nos manipule, seguir aprendiendo a cuidarnos, a identificar lo que no queremos y a decir que no con asertividad. 

Es cuestión de entrenar día a día para aprender a expresar con firmeza y claridad lo que deseamos, lo que queremos, y lo que necesitamos en la cama y en la relación. 

Es fundamental hablar mucho y elaborar pactos con los hombres, aprender a negociar con ellos, y firmar contratos sexuales y amorosos para el cuidado de la relación. 

Todo el tiempo teniendo claro que si no se dan las condiciones para disfrutar del sexo y del amor, lo mejor es dejarlo. 

Si la otra persona no está dispuesta a trabajarse lo que se tiene que trabajar para darte placer y cuidados, no merece la pena estar con ella.

Lo mejor es no empeñarse en que funcione si no funciona.

 Vamos, que se está mejor sola, que mal acompañá.


Coral Herrera Gómez 


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30 de septiembre de 2022

Coral Herrera en Errentería, Guipuzkoa

 




El 6 de Octubre estaré en Errentería, en la Casa de las Mujeres - Emakumeen Etxea, a las 18 horas. 
Es abierta y gratuita



29 de septiembre de 2022

Coral Herrera en el Simposio de la Renta Básica de A Coruña



Estoy contentísima de anunciaros que el día 28 de octubre voy a la Universidad da Coruña, al Simposio Renta Básica. Va a participar gente maravillosa: Sarah Babiker, Julen Bollain, Berta Lago, Sergi y Daniel Raventós... 

Organizado por: Colectivo Renda Básica da Coruña, ATTAC España, Red Renta Básica

Lugar: En el Paraninfo de la UCD.

Días: 28 y 29 de octubre.



 



Aquí tenéis el programa entero por si os queréis apuntar: 

http://rendabasica.gal/xxi-simposio-red-renta-basica/


También voy a estar en Errentería (Guipuzkoa), Barcelona, Madrid, La Palma (Canarias), Tenerife, Gran Canarias, Guadalajara, Valladolid, Astorga y Calpe. Iré subiendo los carteles y la información aquí:

Próximas actividades de Coral Herrera


28 de septiembre de 2022

Los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres

 



  • Todas las mujeres tenemos derecho a disfrutar de una sexualidad placentera. Tenemos el derecho a decidir de forma libre, autónoma e informada sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad.

  • Todas las mujeres tenemos derecho a vivir una sexualidad plena y segura, a expresar y a vivir nuestro deseo sexual sin miedo, y a relacionarnos en libertad con hombres o mujeres. 

  • Tenemos derecho a vivir unas relaciones libres de violencia, y a que no se nos someta a ningún tipo de tortura ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. Ni en la infancia, ni en la adultez.

  • Todas las mujeres tenemos derecho a no ser compradas, vendidas, prostituidas, regaladas o intercambiadas, y a vivir libres de la Trata y la explotación sexual y reproductiva. 

  • Todas tenemos derecho a la vida y a la salud, y a no morir durante el embarazo, en abortos clandestinos, o en el parto.

  • Todas tenemos derecho a una vida libre de abuso y violencia sexual, y libre de mutilación genital femenina, matrimonios forzados, maternidades forzadas, y esclavitud sexual o reproductiva. 

  • Las mujeres tenemos derecho a decidir libremente con quién(es) queremos relacionarnos, y con quien queremos compartir nuestra intimidad, nuestro deseo, placeres y/o afectos, de manera libre y autónoma.

  • Las mujeres tenemos derecho a vivir sin pareja, y a separarnos y romper nuestros vínculos de pareja cuando queramos, sin sufrir presiones, coacciones ni violencia por ello.

  • Las mujeres tenemos derecho a recibir educación sexual y emocional, al acceso libre a la información científica sobre sexualidad, y a tener las herramientas que necesitamos para poder tener una vida sexual segura y placentera. 

  • Todas las mujeres tenemos derecho a ejercer y disfrutar plenamente nuestra sexualidad, y tenemos derecho a tener acceso a métodos anticonceptivos y de protección para evitar embarazos y ETS (enfermedades de transmisión sexual)

  • Todas tenemos derecho a interrumpir embarazos no deseados en el sistema sanitario, en condiciones dignas, y sin poner en peligro nuestras vidas. Tenemos derecho al aborto legal, seguro y gratuito para todas. 

  • Tenemos derecho a decidir de manera libre e informada sobre nuestra vida reproductiva, si deseamos o no tener hijas(os), cuántas(os), cada cuánto tiempo, y con quién (es) 

  • Tenemos derecho a que se respete nuestra privacidad e intimidad y a que se resguarde confidencialmente nuestra información personal en todos los ámbitos de nuestra vida, incluyendo el sexual. 

  • Tenemos derecho a manifestar públicamente nuestros afectos, sin sufrir discriminación ni violencia por nuestra orientación sexual, o nuestra forma de vivir y expresar nuestro amor. 




Más información sobre derechos sexuales y reproductivos: 





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Abolición de la explotación, abolición del patriarcado



Los cinco pilares sobre los que se asienta el patriarcado son:


La explotación doméstica

La explotación laboral

La explotación emocional

La explotación sexual

La explotación reproductiva


De las mujeres 


El patriarcado es explotación de mujeres, la explotación es violencia, y la única manera de acabar con ella es acabar con el abuso, la desigualdad y la pobreza.

Las víctimas de la explotación son las mujeres, que son las que ponen el cuerpo, la energía y el tiempo para que los hombres  ganen dinero, se reproduzcan y vivan como reyes en sus casas.

Todo nuestro sistema depende del altruismo, de la generosidad, de la entrega de las mujeres, y no podría sobrevivir sin el trabajo gratis o precario de las niñas y las mujeres más pobres del mundo. 

Estamos hablando de casi 11 billones de dólares al año, es lo que aportamos las mujeres con nuestro trabajo invisible de cuidados y servicios a los hombres. 

Pero hay mucho más.

Los hombres ricos ganan millones de dólares con la industria de los cuerpos: porno, prostitución y trata, alquiler de mujeres y compraventa de bebés, más la industria de las clínicas de estética, 

todos son negocios de hombres, y todas las que ponen su cuerpo son mujeres.

Que las mujeres puedan explotarse a sí mismas no es un acto de libertad y no es una reivindicación feminista: el feminismo lleva siglos luchando contra la pobreza, la explotación, y la violencia que sufren las mujeres más pobres y oprimidas del planeta.

El feminismo es un movimiento contra la dominación y la violencia que defiende la idea de que todas las mujeres tenemos derecho a tener derechos. 

Las mujeres feministas luchamos para que todas las mujeres podamos tener una vida libres de pobreza, explotación, sufrimiento y violencia.

También luchamos contra los mitos del patriarcado que nos quieren hacer creer 

que vinimos al mundo a servir a los hombres y a ayudar a los ricos, 

que el trabajo gratuito es amor, 

y que las mujeres pobres son libres para hacer lo que quieran con su cuerpo. 


No hay libertad cuando hay necesidad. 

Así que para que las mujeres podamos ser libres, hay que abolir la explotación en todas sus formas, 

no legalizarla.


Coral Herrera Gómez 


26 de septiembre de 2022

¿Qué es la explotación emocional?



Él le pide a ella que sacrifique su carrera porque sabe que está muy enamorada. 

Él le pide a ella que se mude de país o de ciudad para estar con él, todo el mundo lo verá como un acto de amor.

Él le pide a ella que se encargue de cuidar los hijos de ambos, porque sabe que ella ha sido entrenada para entregar su vida entera al hombre que ama.

Él sabe que gracias al amor romántico ella será su sirvienta y se encargará sola de todo el trabajo del hogar, porque lleva toda su niñez y adolescencia soñando con cuidar a un hombre.

Él sabe que puede mentirle y engañarle cuanto quiera porque ella sufre dependencia emocional y baja autoestima, y soportará lo que haga falta con tal de estar en su vida.

Él sabe que puede dejarla y volver con ella cuantas veces quiera, y ella estará siempre dispuesta a perdonarle. Él sabe que ella cree que sin él no es nada, no es nadie.

Él sabe que puede gastarse el dinero de ambos en el bar, en el casino, en las casas de apuestas, en el burdel, en webs de porno, en sus amantes y amigas, dónde le de la gana, porque ella vive por y para él.

Él le pone los cuernos porque sabe que ella aguantará, y al final se resignará, como todas. 

Él sabe que ella renunciará al sexo y al amor con otras personas para que él pueda sentirse importante. Sabe que por ser hombre tiene el privilegio de ser el único que puede tener una vida sexual variada y diversa.

Él sabe que cuando ya no tenga la potencia sexual y empiece a envejecer, las demás mujeres desaparecerán y ella seguirá cuidandole y demostrando cada día su amor.

Él sabe que no morirá solo porque ella es leal y seguirá con él hasta el final. 

Él sabe que puede manipular sus emociones para controlarla y someterla porque ella es adicta al amor romántico desde muy pequeña.

Él sabe que ha sido educada para entregarse al amor, para darse por completo, para servir, sufrir, aguantar y soportar. 

Él se aprovecha de su miedo al abandono, él sabe que ella tiene miedo a la soledad, sabe que busca en él todo el amor que nunca tuvo en la infancia, sabe que está hambrienta de amor, protección y muestras de cariño.

Él sabe que ella no se quiere a sí misma y busca a su papá en los hombres, sabe que necesita la aprobación masculina para sentirse valiosa, sabe que su autoestima depende del deseo sexual o el amor que inspire en los hombres.

Él sabe que ella no soporta estar sola, que no tiene autonomía, que no sabe cuidarse a sí misma, que no se siente una mujer adulta y responsable y que necesita un Salvador. 

Él sabe que se arrastrará detrás de él lo que haga falta, que perderá su dignidad cuando sea necesario, que podrá tratarla mal para domesticarla, y que cuanto más sufra, más poder tendrá sobre ella. 

Él sabe que ella cree que su sufrimiento tendrá recompensa, y que la han hecho creer que cuanto peor lo pase, antes llegará al paraíso romántico. 

Sabe que se auto engañará todo lo que pueda, y que los demás le dirán que aguante, que el amor todo lo puede.

Sabe que ella no le va a dejar, sabe que bastará con unas palabras bonitas y unas flores para tenerla tranquila y para vivir como un rey.

Y sabe que puede tener no solo una, sino varias mujeres necesitadas de amor.

Y se aprovecha, y abusa, y disfruta de su poder. 

Se llama explotación emocional, y es uno de los cinco pilares sobre los que se configura el patriarcado: explotación doméstica, explotación laboral, explotación sexual, y explotación reproductiva. 

La explotación emocional consiste en abusar de una o varias mujeres que te aman, y en aprovecharte de su necesidad de amor, para obtener sexo y cuidados, pero también para obtener dinero, recursos, y toneladas de trabajo gratis.

Este privilegio de los hombres para disponer a su antojo de mujeres enamoradas es abuso, y es violencia machista y patriarcal.

La explotación de las mujeres es la base de nuestro sistema económico, y mientras sigamos educando a nuestras niñas para que sean yonkis del amor, siervas del Señor y vivan de rodillas frente a él, ellos podrán vivir como Dios.

Por eso es tan importante luchar por la autonomía económica y emocional de las mujeres, ofrecer a las niñas referentes de mujeres libres, y eliminar al príncipe azul de los cuentos que les contamos. 

El antídoto más efectivo contra la explotación emocional y sentimental es que todos los hombres tomen conciencia de que la explotación emocional es tan violenta como el resto de las explotaciones.

También es fundamental que todas nosotras tengamos claro que no vinimos al mundo a sufrir, 

que el amor debe ser recíproco, y si no es recíproco, es explotación emocional 

y los cuidados deben ser siempre mutuos, y si no son mutuos, son explotación doméstica. 

Coral Herrera Gómez 


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23 de septiembre de 2022

Los hombres y las víctimas de la Explotación Sexual y la Trata


Hoy 23 de septiembre es el Día Internacional contra la Trata y la Prostitución, un buen día para que los hombres reflexionen y hablen consigo mismos y con otros hombres sobre la tortura y la explotación sexual de mujeres y niñas.

Las personas que alquilan mujeres son en un 97% de los casos hombres. La mayoría de ellos creen que el intercambio de sexo por dinero no es violencia, sino una transacción comercial como otra cualquiera.

A la mayoría no les importa cómo han llegado hasta allí, ni se preocupan por la salud de las mujeres, si tienen o no papeles, si están ahí porque quieren u obligadas, si les da asco o no. 

Afirman que ellas son libres para consentirlo y que muchas lo hacen porque quieren. 

La mayoría de ellos no se para a pensar en cómo debe ser tener relaciones sexuales sin deseo, obligadas por la necesidad o por la violencia. Sólo piensan en su deseo, les basta con tener el consentimiento.

Todos tienen claro que no es una vida digna para sus hijas, madre, hermanas o compañeras, pero creen que tienen derecho a hacerlo porque disponer de los cuerpos de mujeres pobres es un derecho natural del hombre.

Les parece que es un "trabajo fácil" en el que ellas ganan mucho dinero, porque  no tienen ni idea de cómo funciona el negocio: ellos pagan a otros hombres por un servicio, no les importa cómo han conseguido la mercancía, ni en qué condiciones viven las víctimas, ni se preocupan por su salud mental, ni por cómo las tratan, ni si pueden o no salir del burdel, si tienen o no sus pasaportes, si pueden ir o no al médico, ni a cuánto asciende su deuda con los proxenetas, ni cuántos años van a tardar en poder pagarla.

No les preocupa si las permiten dormir y comer, si tienen días de descanso, si pueden salir solas, si tienen críos y familia, ni les preocupa qué pasa con ellas cuando ya están destruidas y no sirven.

La mayoría no saben que entre el 90-95% de las mujeres que alquilan están ahí en contra de su voluntad, según las estadísticas oficiales, pero es que no les importa. 

La mayoría cree que pagar a otros hombres por eyacular en orificios de mujeres que les pertenecen es algo "normal", porque se hace desde siempre, y porque les encanta tener mujeres de rodillas frente a ellos.

Aunque los puteros no saben apenas sobre las condiciones en las que viven las mujeres que alquilan, los hombres que hacen política, los hombres que imparten justicia, y los que dirigen las fuerzas de seguridad del Estado, sí saben y tienen datos sobre la explotación sexual. Pero no hacen nada para cerrar los campos de concentración de mujeres esclavizadas para la explotación sexual. 

Están en las principales carreteras de todos los países, a la vista de todo el mundo, anunciando su mercancía y sus productos con luces de neón. Solo en España hay más de 1.500, según datos de la Policía Nacional.

Los mismos que podrían acabar con la explotación de miles de mujeres, recurren a sus servicios. No es ignorancia, entonces, es maldad y es machismo.

Porque todos ellos saben, gracias a los informes de la ONU, la UNODC, el Parlamento Europeo, que: 

-Hay más de 2.5 millones de víctimas de la trata, aunque se cree que por cada víctima identificada hay 20 más. 

- Hay más de 40 millones de mujeres prostituidas en el mundo, en Europa Occidental 2 millones.

- Las víctimas del negocio son, en un 80%, mujeres y niñas de entre 13 y 25 años.

- El negocio genera unos 100.000 millones de euros al año en el mundo.

- En España, 4 de cada 10 hombres reconoce haber pagado por sexo.

-En España, el 80% de las mujeres prostituidas (casi medio millón de mujeres), son extranjeras sin papeles procedentes de Brasil, Colombia, Ucrania, Polonia..

- Las víctimas de la explotación sexual sufren homicidios y palizas, violaciones sexuales, trato degradante y humillante, lesiones variadas (contusiones, traumatismos, heridas, quemaduras, etc) 

- Muchas presentan deterioro funcional, envejecen antes, sufren afecciones del aparato digestivo, fracturas de huesos o dientes, síndromes de dolor crónico, y su esperanza de vida es muy reducida.

- Las víctimas sufren sobredosis por drogas, alcohol y psicofármacos, presentan tasas más altas de auto lesiones y suicidio, y de trastornos y enfermedades mentales: depresión, ansiedad, intentos de suicidio, ataques de pánico, fobias, trastornos de alimentación y estrés postraumático, como las víctimas de las guerras.

-Las víctimas no tienen derecho a tener derechos sexuales y reproductivos: durante el tiempo que sufren la explotación sexual, experimentan pérdida del deseo sexual, trastornos menstruales, enfermedades de transmisión sexual incluida la infección por el VIH, hepatitis B y C, sangrado y fibrosis vaginal, dispareunia (dolor durante la relación sexual), dolor pélvico crónico, infección urinaria, cáncer de cérvix, embarazos no deseados, y muerte por abortos clandestinos. 

- Las víctimas de Trata y prostitución embarazadas tienen que seguir sirviendo a los hombres hasta el final, sufren embarazos de alto riesgo, mayor mortalidad materna, anemia, hemorragia vaginal, amenaza de aborto, aborto, muerte fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer, mayor mortalidad perinatal.

- Las víctimas de explotación sexual también son utilizadas en la industria del porno y sometidas a las humillaciones más crueles y violentas.

- Las víctimas no tienen derecho a tener derechos humanos. Los pierden todos en cuanto las secuestran y las atan con la deuda impagable.

-Mas de la mitad de lo que ganan se lo quedan los hombres que les alquilan las habitaciones en burdeles y pisos, y la otra mitad el traficante que la llevó hasta allí.


Los hombres que están en los gobiernos podrían cambiar las leyes y liberar a las mujeres, pero no lo hacen, así que hay que salir a las calles para pedir la abolición de la prostitución y la trata, la reparación del daño a las víctimas, y que juzguen a los hombres que trafican y hacen negocios con mujeres y niñas.

¿Qué más podemos hacer?

- Exigir el cierre de los 1.500 campos de concentración de mujeres, tanto burdeles como casas y pisos.

- Exigir con urgencia una ley para abolir la explotación sexual y la Trata. 

- Los hombres tienen que sentarse a escuchar a las víctimas, a pensar, a informarse, a debatir, a cuestionarse, a revisar su forma de relacionarse con las mujeres, hasta que todo el mundo entienda que la explotación sexual es una de las formas más crueles e inhumanas de ejercer la violencia machista. 

- La educación sexual en las aulas debe sensibilizar y concienciar a los niños sobre la explotación de niñas y mujeres pobres. Cada vez más adolescentes pagan por violar a otras adolescentes y mujeres adultas, y cada vez está más normalizado como un acto de consumo más. 

-Unirse a la lucha por una Renta Básica Universal para que ninguna mujer tenga que poner su cuerpo al servicio del patriarcado y el capitalismo, para erradicar la pobreza y la explotación, y para que todas podamos elegir libremente a qué queremos dedicarnos.

¡Empleo e ingresos dignos para todas!

Ninguna niña nace para puta (Sonia Sánchez)

Si no hay demanda, no hay trata.


#DiaContraLaExplotaciónSexual


Coral Herrera Gómez 



22 de septiembre de 2022

El amor y la autodestrucción: cómo querer a quien no desea vivir.

 


¿Cómo cuidar y cómo cuidarte cuando alguien a quien amas se dedica a destruirse a sí misma/o?

Yo he amado y amo a personas que han elegido el suicidio lento: viven al límite, se descuidan al máximo, y se ponen en peligro para tentar a la muerte. Se hacen boicot a sí mismas, toman malas decisiones, se esclavizan a alguna adicción, destruyen su tejido social y familiar para acelerar su carrera hacia la aniquilación.

Algunos son conscientes del camino que han elegido y hablan de ello.

Otros no son conscientes y no lo hablan ni consigo mismos. Desean y temen a la muerte a partes iguales.

Al principio no tenía herramientas para lidiar con ello, ni comprendía por qué lo hacían, ni sabía cómo cuidarme a mí misma. 

Poco a poco he ido aprendiendo que hay muchas formas de auto destruirse, que cada cual elige la que más le conviene, y que yo no soy nadie para juzgar a los que eligen la auto destrucción lenta.

He ido aprendiendo a lidiar con esa mezcla de emociones fuertes y contradictorias en mi interior: la tristeza, la esperanza, la impotencia, la frustración, la rabia, y el miedo a perder a la persona que amas. 

He aprendido que no puedo bajar al pozo a por ella, sino tan solo tender mi mano por si quiere trepar hacia arriba buscando la salida. 

He aprendido a manejar mi complejo de salvadora y a tener humildad para que mi ego no me lleve a una lucha de poder con la otra persona. Es difícil pero una vez que aceptas la realidad, todo va mejor y no te peleas más. Por ejemplo, cuando deciden dejar la medicación, o dejar el trabajo, o toman decisiones extrañas que les van a llevar al desastre.

He aprendido que no tengo que hacer nada, que no soy tan importante, y que es suficiente con que sepa que la quiero y que estoy ahí para aliviar su sufrimiento en lo que pueda.

Hoy sé que pese a mi necesidad de que la otra persona siga viva, tengo que respetar el camino que ha elegido. Respetar, y si no hay reciprocidad, procurar que no me dañe a mí. 

El auto cuidado es fundamental porque cuidar a quien no se cuida es devastador, emocionalmente hablando. 

Y por eso debe ser temporal u ocasional, no hay quien lo resista durante mucho tiempo seguido.

He aprendido que sola es más duro, y que por eso es tan importante tener una red hermosa para cuidarnos y apoyarnos entre todos y todas.

He aprendido que no debemos financiar su carrera auto destructiva, y que no podemos salvar a quien no quiere salvarse. 

Es duro cuando nos vemos reflejados en sus ojos, y reconocemos en ellos a ese suicida que nos habita por dentro (y que creemos que tenemos más o menos controlado/a)

He aprendido que a veces queremos ayudar a los demás para no ocuparnos de nosotras, porque es más fácil salvar al otro que salvarte a tí misma. 

He aprendido a lidiar con la culpa, y a distinguir lo que es responsabilidad mía, y lo que no. 

Algunas de estas personas amadas me han desdramatizado el futuro y han usado el humor para ayudarme y ayudarse. 

Otras se han victimizado y han abusado de su poder, y otras en cambio se han alejado para no hacernos daño. 

Para mí lo más difícil es mantener el equilibrio entre la compasión y el establecimiento de límites para que no nos arrasen. 

He aprendido que cuando la otra persona pisa el acelerador, o cuando tú misma empiezas a sufrir mucho, tienes que soltar y asumir con humildad que no puedes hacer nada. Aunque te duela el alma.

Lo más doloroso es cuando suena el teléfono y contestas a la llamada que nunca querías recibir. Pero a veces también es un alivio.

En los años que te va a tocar de duelo, inevitablemente, te va a doler no haberte podido despedir, aunque en realidad te estuviste despidiendo todo el tiempo. 

Y te vas a preguntar muchas veces por qué, y si podrías haber hecho otra cosa, si podría haber sido de otro modo, como habría sido si hubiera ocurrido algo que cambiase la realidad. 

Y fantaseas, o les echas de menos, te enfadas a ratos, otras veces te ríes recordando momentos buenos, es un proceso largo. 

Ayuda contar con una buena profesional que te enseñe a cuidarte a tí misma y al grupo con el que compartes amor y cuidados, que te ayude a aceptar la realidad, a poner límites y a despedirte por dentro cuando llegue el momento.


¿A vosotras qué es lo que os ayuda?, ¿os ha tocado alguna vez vivir esto?, ¿contabais, o contáis con una red de cuidados?


Coral Herrera Gómez 


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14 de septiembre de 2022

Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja




Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja 

Coral Herrera Gómez, doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual. 


Este capítulo forma parte del libro: Hombres, Masculinidad (es) e Igualdad , coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, de la Editorial Aranzadi.

En él colaboran también Beatriz Ranea Triviño, Octavio Salazar , Jordi Cascales, Krizia Nardini, Miguel Lázaro, Beatriz Gimeno, Virginia Carrera Garrosa, Edurne Nieves Aranguren Vigo, Anastasia Téllez, y Magdalena Suarez.

En este capítulo vamos a tratar de responder a la pregunta: ¿es posible construir relaciones sanas e igualitarias, basadas en la libertad, el respeto, el apoyo mutuo, la solidaridad, el disfrute y los cuidados?, ¿es posible que los seres humanos podamos llegar algún día a acabar con el sufrimiento romántico y la violencia machista?, ¿cómo transformar el amor y aprender a querernos bien?. ¿qué cambios necesitamos para poder disfrutar del sexo y del amor en pareja?, ¿qué cambios necesitan hacer los hombres para poder construir relaciones igualitarias, libres de abuso y explotación?


Educación para el amor y los cuidados 

La primera cuestión para abordar el tema es entender por qué nos resulta tan difícil querernos, y cuales son las diferencias de la educación sentimental que recibimos hombres y mujeres, y la relación que tenemos con el amor romántico. 

Los hombres reciben una educación emocional diferente a la de las mujeres. La única emoción que pueden permitirse mostrar es la ira y la rabia. Todo lo demás está prohibido para ellos , excepto en el campo de juego cuando meten un gol. Fuera de él, cuando los hombres se atreven a expresar otras emociones, reciben las burlas y los comentarios humillantes de todos los hombres a su alrededor: un hombre debe ser duro, ocultar y reprimir sus emociones, y rechazar todo aquello que tenga que ver con las mujeres. 

El amor es cosa de mujeres. La ternura, el cariño, la sensibilidad, los cuidados, las muestras de afecto son cosas de mujeres. Todo lo que sostiene a esta sociedad: los cuidados, el amor, la solidaridad, las muestras de afecto y de cariño, tiene muy poco valor porque se consideran cuestiones femeninas. Todo lo que tiene que ver con nosotras carece de importancia y de valor: lo que de verdad importa en nuestra sociedad es la capacidad de acumular poder y riquezas,para destruir, dominar y someter, para aniquilar y para utilizar a los demás en beneficio propio. 

Son los valores del capitalismo unidos a los del patriarcado: a las niñas les hacemos creer que han venido al mundo a cuidar a los demás, y que las necesidades de los hombres son prioritarias, y  superiores a las necesidades propias. Desde pequeñitas, las niñas somos engañadas con la idea de que hemos venido al mundo a complacer, a amar y a servir a los hombres. 

Desde su más tierna infancia, el patriarcado educa a los varones para que valoren y defiendan su libertad, y a nosotras nos educan para que pongamos el amor romántico en el centro de nuestras vidas. A ellos les hacen creer que siempre habrá una mujer cuidándolos: primero mamá, luego la esposa. Y a nosotras, nos hacen creer que nacimos para cuidar a nuestros padres, hermanos, maridos e hijos. El papel de ellos es recibir cuidados, el nuestro, darlos. 

Pese a que hemos avanzado mucho en estas últimas décadas, las niñas siguen recibiendo mensajes contradictorios. Por una lado les pedimos que estudien y trabajen, y tengan su propio proyecto de vida, pero por otro seguimos contándoles los mismos cuentos de siempre para que sean adictas a las historias románticas y para que desarrollen una fe ciega en el paraíso del amor. El mito  romántico sigue teniendo un impacto descomunal en la construcción de la identidad femenina, y todas las niñas que no se someten a los mandatos de género son castigadas socialmente. 

¿Cómo castigamos a las desobedientes? Con comentarios cargados de reproches, y preguntas cargadas de mandatos: ¿cuando te echas novio?, ahora que tienes novio, ¿cuando te casas?, ahora que te has casado, ¿cuando tienes hijos?, ahora que tienes un hijo, ¿para cuando la parejita?. La presión social para que las niñas se casen y formen una familia feliz sigue siendo tan fuerte como hace un siglo. También las críticas hacia las que no obedecen los mandatos de género son brutales: Una mujer cuya meta vital no sea el matrimonio ni la maternidad es señalada como rara, considerada una oveja negra, y una proyecto de persona fracasada, incluso en las familias más modernas y abiertas. 

Esta presión social que reciben las mujeres que no se amoldan al estereotipo y al rol tradicional del heteropatriarcado demuestra que aún nos queda muchísimo por hacer. La sociedad no soporta a las mujeres libres, a las desobedientes, ni a las que se desvían de la norma. Todas ellas reciben muestras de rechazo por parte de su comunidad, y presiones variadas hasta que salen de su etapa fértil. 

En cambio a los hombres no se les presiona. A los hombres se les seduce con la idea de que si se casan, podrán llevar una doble vida (con los privilegios del hombre casado y del hombre soltero a la vez), y podrán vivir como reyes, con una cuidadora fiel y entregada que asumirá sus responsabilidades y obligaciones en el hogar y en la crianza. 

Desde muy pequeños les enseñamos a clasificar a las mujeres en dos categorías: las buenas y las malas. Las buenas son las mujeres que cumplen con el estereotipo y el mito de la princesa. Una mujer que pone en el centro de su vida el amor romántico, y que dedica todo su tiempo, energía y recursos en esperar a ser elegida por el príncipe azul. Una vez que lo logre, encontrará las puertas del paraíso: un enorme palacio en el que tendrá que vivir sola esperando a que su amado regrese de vivir sus aventuras. 

Como Penélope esperó a Ulises durante 30 años. 

Las princesas son mujeres sumisas, discretas, dulces, alegres, bondadosas, empáticas, generosas y altruistas. Son mujeres que no existen: no tienen pasado sexual ni amoroso, nunca piensan en sí mismas, y siempre están dispuestas a sacrificarse por los demás: su marido, sus padres, sus hijos, y demás hombres de la familia. 

Las princesas no se quejan, no tienen deseos propios, no tienen proyectos de vida más allá de cuidar a su amado y su prole hasta el fin de sus días. Las princesas son elegantes, cuidan su imagen física, se mantienen en forma, tienen la piel clara y el cabello rubio, son mujeres especiales que destacan por encima de las demás. 

Las mujeres buenas son las adecuadas para asentar la cabeza y formar una familia, las malas en cambio son las mujeres de usar y tirar. Las mujeres libres que tienen deseo sexual y disfrutan del sexo sin miedo y sin culpa, son señaladas por el patriarcado como mujeres malvadas, interesadas, manipuladoras, perversas, degeneradas, locas, desobedientes, salvajes e irracionales. 

Así funcionan las etiquetas del patriarcado, que les dice a los hombres que las buenas son respetables, y las malas no merecen respeto. Unas pertenecen a un hombre, y las otras a todos porque no tienen dueño. 

Los hombres creen que hay muy pocas “mujeres buenas”, y por eso se lo piensan muy bien antes de vincularse y comprometerse emocionalmente . Desconfían de las mujeres porque en el imaginario colectivo del patriarcado, persiste el miedo y el odio a las mujeres indomables que no se dejan domesticar ni someter. 

A los niños no les educamos para que se relacionen con las mujeres como compañeras. Nosotras somos siempre “las otras”, y de alguna manera, cuanto más desconfían de nosotras, más difícil les resulta tratarnos como a iguales: en la “guerra del amor”, somos las “enemigas” de las que deben defenderse. 

El patriarcado nos muestra a las mujeres como seres caprichosos con estados de ánimo cambiantes.   Son muchos los personajes de ficción que declaran no entender en absoluto a las mujeres, o que hablan en sus tramas de lo raras que somos y lo difícil que resulta relacionarse con nosotras. Somos incomprensibles porque no nos escuchan.

El miedo al poder de las mujeres es lo que ha construido el sistema defensivo de la masculinidad hegemónica patriarcal. Ya lo decía Eduardo Galeano: “El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”. Sobre este miedo a las mujeres libres se ha edificado todo el imaginario colectivo en torno a la feminidad: nos han hecho creer que las mujeres que obedecen los mandatos del patriarcado van al cielo, y todas las demás, vamos al infierno. 

¿Por qué tanto miedo a la libertad y al poder de las mujeres? Porque a los hombres les educamos para que luchen por ascender en la jerarquía social, y para que se dominen unos a otros. Es un sistema muy competitivo en el cual ninguno de ellos debe dejarse dominar por las mujeres, pero sí por los demás hombres: cada uno de ellos tienen a otros por encima y por debajo, y van alternando sus posiciones de poder según con quién se relacionan. Por eso se someten al superior en el ejército, en la empresa, en los cuerpos de seguridad del Estado, en las instituciones, en sus sindicatos, partidos políticos y asociaciones, pero todos tienen el premio de consolación: sea cual sea su grado de superioridad, en su casa mandan ellos. 



Impacto de los privilegios masculinos en las relaciones sentimentales 

Ni en las sociedades más democráticas los hombres han dejado de ejercer de reyes de sus hogares: la mayor parte de ellos tienen una o varias sirvientas a su disposición. Hasta el hombre más pobre del planeta tiene una para él solo, gratis, las 24 horas del día, los 365 días de la semana. Su única obligación consiste en traer un salario a casa. Salario que a veces se gastan nada más salir de la fábrica o del campo de trabajo en fiestas, juegos, burdeles, apuestas y juergas varias. 

En los países más avanzados, los hombres están renunciando a algunos de sus privilegios y están “ayudando” en las tareas domésticas, de crianza y de cuidados. Sin embargo, las cifras sobre el uso del tiempo libre nos permiten entender que ellos siguen gozando del doble de tiempo libre que las mujeres. 

Según el Informe sobre el desarrollo mundial 2012 del Banco Mundial, en nuestro planeta las mujeres emplean 5,10 horas a los cuidados del hogar y las personas de su familia, y los hombres una media de 2 horas al día. En los países menos avanzados, las mujeres dedican, según el Informe de Oxfam, unas 14 horas al día a las labores de cuidados esenciales, y en total todo el tiempo que dedicamos las mujeres a trabajar gratis tiene un valor de 11 billones de dólares. 

¿Qué implican estas cifras? Que los hombres, en casi todos los países del mundo, tienen más tiempo para cuidarse, hacer ejercicio físico, dedicarse a sus pasiones, disfrutar de su gente querida, tener amantes y amigas, prepararse unas oposiciones, consolidar o adquirir nuevos idiomas, hacer masters o doctorados, o invertir en su carrera profesional.  

Y mientras, las mujeres, vivimos con una doble jornada laboral que daña nuestra salud mental, emocional y física: la sobrecarga de trabajo dentro y fuera de casa nos mantiene agotadas, pero también presas. Nos prometieron que el trabajo remunerado nos haría libres, pero la realidad es que como los hombres nunca se incorporaron masivamente al trabajo de cuidados, nosotras nos vimos atrapadas en dos trabajos, y condenadas a la precariedad. En España se estima que el 52 por ciento de las mujeres al frente de una familia monoparental se encuentran excluidas del mercado laboral o trabajan en condiciones de precariedad, ya que el cuidado de los hijos y la falta de medidas de conciliación les impide optar a empleos con mayores jornadas e ingresos, según datos del Informe “Más solas que nunca” de la ONG “Save the children” en 2020. 

¿Es posible, en estas condiciones, que las relaciones heterosexuales puedan llegar a ser igualitarias?  Obviamente, no. 

Para asegurar la autonomía económica de las mujeres, habría que transformar el sistema entero para garantizar el derecho a tener ingresos de todas las mujeres. No es posible construir una relación sana desde la dependencia.

Pero además, los cambios políticos tendrían que hacerse también en todos y cada uno de los hogares.  

En principio el problema parece fácil de resolver: se trataría de que los hombres renunciasen privilegio de tener una asistenta personal que hiciese de criada, y se implicasen en las tareas de cuidados (de sí mismos, de sus familiares, de su hogar, y del planeta).



La monogamia femenina y la honestidad masculina 

Sin embargo, resulta más complicado que los hombres renuncien al privilegio que les permite tener una doble vida: una como respetable padre de familia, y otra como juvenil soltero de oro. Uno de los mitos fundamentales del amor romántico es la monogamia, un sistema de exclusividad sexual pensado sólo para nosotras. La doble moral disculpa a los hombres y culpa a las mujeres de las infidelidades masculinas: nosotras somos las que no vigilamos a nuestros maridos, o las que tentamos a los hombres para robarles los maridos a las otras. Según la doble moral del patriarcado, ellos son simplemente animales con un apetito sexual inconmensurable que les convierte en víctimas de nuestros caprichos. 

La doble moral condena a las mujeres adúlteras al ostracismo o a la muerte: incluso en los países en los que ya no es legal asesinar a tu esposa infiel, muchas mujeres siguen muriendo a manos de sus esposos sólo por el hecho de ser sospechosa de adulterio. Sin embargo, el castigo para las “canitas al aire” de los hombres, sigue siendo leve: duermen tres días en el sofá de su casa y después son perdonados y pueden regresar al lecho conyugal. 

Los hombres siempre han gozado de una vida sexual y amorosa diversa, gratis o de pago. A la vista están los aparcamientos de los burdeles que hay en todos los pueblos, carreteras y barrios de ciudades de España, repletos de vehículos de hombres casados que rompen con las normas de la monogamia mientras sus mujeres esperan haciendo la cena en casa. 

La construcción de la masculinidad hegemónica se basa fundamentalmente en la deshonestidad: los hombres no podrían vivir sus dobles vidas si fuesen sinceros con sus compañeras, y con el resto de su entorno familiar y afectivo. Ser honesto y disfrutar de sus privilegios es completamente imposible: los hombres se ven forzados a firmar un contrato monogámico para asegurarse de que sus esposas van a ser leales y fieles al compromiso. Pero esto no implica que ellos tengan que serlo también. 

Porque en nuestro imaginario colectivo, los hombres de verdad son hombres con capacidad para dominar su entorno (o el mundo), para conquistar mujeres, y para sembrar el mundo de hijos. Estas son las tres leyes principales de la masculinidad patriarcal, junto con la ley de la libertad: casados o solteros, los hombres nacen y mueren libres. 

¿Cómo lograr que los hombres desobedezcan estas leyes, y desmonten estas estructuras de relación con las mujeres? Es complicado, porque los cambios generalmente se producen como consecuencia de una necesidad, ¿y qué necesidad tienen los hombres de cambiar, si les va bien tal y como estamos?

Los hombres tienen a su disposición millones de mujeres hermosas dispuestas a amar, y a darlo todo con tal de tener pareja. En todos los países del mundo, las mujeres han sido educadas para ser adictas al amor, para buscar a su príncipe azul, para entregarse por completo y sufrir por amor. Muchas mujeres sufren una baja autoestima y una gran dependencia emocional, y muchas creen que son mitades incompletas que necesitan a un hombre en sus vidas para ser felices. 

Son muchos años consumiendo canciones románticas, novelas, cuentos, películas, series, cómics, revistas, y productos que perpetúan el mito del amor romántico, los estereotipos y roles de género, y muchos años de terapia los que se precisan para recuperarse de la estafa romántica. 

Casi todas las niñas, gracias a los dibujos animados y los juguetes de la infancia, sueñan con ser salvadas y mantenidas por un príncipe azul, y se ven a sí mismas como futuras princesas. Cuando se dan cuenta de que en realidad son sirvientas a disposición de un hombre, entonces el mito cae por sí solo. Algunas se rebelan, y otras se hunden: la decepción y la frustración requieren de mucho trabajo personal, y en ocasiones, de apoyo terapéutico. 

Cuando las mujeres podamos liberarnos del mito y aprendamos a cuidarnos, entonces quizás los hombres se vean obligados a cambiar su forma de relacionarse. Si logramos trabajar nuestra autonomía emocional y económica, y elevar nuestros niveles de autoestima, entonces no estaremos dispuestas a vivir el engaño de la monogamia, ni a cuidar de por vida a un rey. 

El feminismo lleva muchos años luchando por la liberación de las mujeres, pero nuestra cultura patriarcal sigue educando a nuestros niños y niñas para que aprendan a ser hombres y mujeres tradicionales, y para que aprendan a relacionarse entre ellos con las mismas estructuras que sus abuelos y abuelas. 

Es necesaria entonces una revolución amorosa, tanto educativa como cultural, que nos permita transformar nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. 



La revolución amorosa, paso a paso

La base del patriarcado es el trabajo gratis de las mujeres, y su explotación emocional, sexual, laboral, reproductiva y doméstica. 

Sin el amor y los cuidados de las mujeres, nuestro sistema no podría funcionar. Así que uno de los primeros pasos para acabar con el patriarcado consistiría en cambiar nuestro modelo productivo para poner en el centro los cuidados, de manera que fueran una responsabilidad social compartida por todos los miembros de la sociedad. 

Podríamos empezar con las instituciones educativas para que pusieran los cuidados en el centro: uno de los pilares de la educación sería enseñar a los niños y a las niñas a cuidarse a sí mismas, a cuidar a los demás, a cuidar sus hogares y los espacios en los que estudian, trabajan y se divierten, a cuidar la naturaleza,  los demás seres vivos y el planeta. 

¿Cómo educar a los hombres para que aprendan a relacionarse desde la igualdad y puedan construir relaciones libres de explotación y violencia? Proporcionándoles herramientas para aprender las artes de la comunicación no violenta, para gestionar sus emociones, para desarrollar la empatía y la ternura, para resolver conflictos sin violencia, para controlar su ego y subir su autoestima, para aprender a tratarnos bien incluso cuando dejamos de querernos. 

Es decir, el cambio educativo supondría abandonar la filosofía competitiva del “sálvese quién pueda” y de “el pez grande se come al chico”, para abrazar la filosofía de los cuidados, basada en la igualdad, el apoyo mutuo, la empatía y la solidaridad. 

Además, tendríamos que tener también las herramientas para aprender a usar nuestro poder de manera que no haga daño a nadie, es decir, usar nuestro poder no sólo para el beneficio propio, sino orientado al Bien Común. 

Hombres y mujeres podríamos adquirir las habilidades necesarias para entrenar en el arte de la autocrítica amorosa, que nos permitirían entender qué es el patriarcado, cómo lo sufrimos y cómo lo ejercemos, y nos permitiría también trabajar juntos para liberarnos de la estructura opresiva y de las jerarquías que utilizamos para explotarnos los unos a los otros. 

El cambio educativo tendría que venir de la mano con el cambio cultural. Ahora mismo los héroes de nuestra cultura son hombres malvados que acaparan los recursos, y que explotan y hacen sufrir a miles de personas para poder acumular dinero y riquezas sin parar. La mayor parte de los héroes masculinos son asesinos, lo mismo los héroes para adultos que para niños. Son robots sin sentimientos y sin escrúpulos que aniquilan a sus enemigos y coleccionan mujeres como si fueran trofeos. So, en su mayoría, tipos traumados por algo que les pasó en su infancia, pero también egocéntricos, narcisistas, mentirosos, ambiciosos, mutilados emocionales que les hacen creer a los niños que para ser feliz hay que tener el poder. Son el ejemplo a seguir para todos los niños, y les muestran que el más violento es el que más poder acapara. Son héroes que jamás piensan en construir, sólo destruyen, jamás piensan en el Bien Común, sólo en el suyo propio.  

Los héroes son narcos, mafiosos, empresarios poderosos, militares, guerreros, policías, detectives. Nunca se elige como héroes a hombres que estén luchando por salvar el planeta de la contaminación y la destrucción, ni a hombres que se entregan en cuerpo y alma a luchar por los derechos de los seres vivos, los bosques, los animales o los derechos humanos. Los héroes son siempre mala gente: muy atractivos físicamente, pero sin ética ni principios. 

El cambio en las masculinidades está en manos de los productores de cultura y entretenimiento, que siguen obsesionados con reproducir los estereotipos y los mitos patriarcales a través de las princesas y los matones.

 ¿Cómo hacer para que empiecen a ofrecernos otros modelos de masculinidades no violentas y no dominantes, otros modelos de feminidad, otras tramas narrativas y otros finales felices? 

La única manera de hacerlo es a través de la educación. El cambio educativo no sólo transformaría nuestra cultura, también nuestras emociones, sentimientos y formas de relacionarnos. Si la base fundamental del amor de pareja fueran los cuidados mutuos, podríamos acabar con la explotación, el sufrimiento y la violencia romántica. 

Para liberar el amor del machismo y de toda su carga patriarcal, deberíamos poder desmontar la idea de que el amor y los cuidados son cosa de mujeres. Para que los niños y los adultos varones se atrevan a desobedecer el patriarcado,  tienen que entender el mundo en que vivimos: en las escuelas, institutos y universidades nos hablan mucho de capitalismo, pero apenas nos explican qué es el patriarcado. 

El sistema educativo debería poder explicar por qué ha pasado tantos años ocultando y silenciando a las mujeres, y por qué fueron expulsadas de todos los libros de texto. También debería ofrecer herramientas para entender por qué los medios de comunicación y las industrias culturales siguen cosificando o invisibilizando a las mujeres, y por qué siguen insistiendo en inocularnos los valores del patriarcado a través de los mitos. 

Es preciso explicar también los intereses económicos de todos los actores implicados en la perpetuación del patriarcado, y la manera en que nos aprovechamos todos y todas del trabajo esclavo o gratuito de las mujeres en el mundo. 

Una vez que tomemos conciencia, entonces podremos hacer el trabajo individual que necesitamos para llevar a cabo el cambio social. Como lo personal es político, hay que empezar desde uno mismo/a, y creo que una de las claves para contribuir a estos cambios es que podamos reconocer al policía patriarcal que habita dentro de cada una de nosotras y nosotros. El patriarcado interior no sólo nos oprime y nos somete, también lo utilizamos para oprimir y someter a los demás. 

Cuando podamos identificar esos valores patriarcales con los que nos han educado, entonces podremos empezar a liberarnos por dentro, y a despatriarcalizarlo todo: la masculinidad, el sexo, el amor, las relaciones que construimos, y nuestra forma de organizarnos. 

Despatriarcalizar la Ciencia, la Religión, la Comunicación, el Arte, la Justicia, las leyes, la economía, es tan importante como despatriarcalizar nuestras emociones y nuestras relaciones: todo lo que es personal es político, y viceversa.  

Si para cambiar el mundo necesitamos empezar el proceso de transformación en nosotros y nosotras mismas, entonces es fundamental que proporcionemos a los varones las herramientas que necesitan para tomar conciencia y para hacer autocrítica amorosa. 

Quizás en ese momento, los hombres puedan empezar a cuestionar la forma en que se relacionan con las mujeres de su vida, y puedan por fin empezar a renunciar a sus privilegios para poder tratar bien a sus madres, hermanas, vecinas, amigas, amantes, compañeras de trabajo y de estudios, y compañeras de vida. 

Es desde la empatía como los varones pueden tomar la decisión de quitarse la corona para relacionarse en igualdad, y para aprender a amar a las mujeres de su vida desde el respeto, la ternura y el compañerismo. 

La clave para el cambio está en transversalizar los valores del feminismo en la educación, el arte, la cultura, la comunicación, y en poner el centro los cuidados. Si enseñamos a las nuevas generaciones a cuidarse a sí mismos, los chicos no necesitarán una criada que les cuide. Si les enseñamos a relacionarse con las mujeres desde los cuidados mutuos, será más fácil para ellos relacionarse desde el buen trato y el respeto. Si les enseñamos a cuidar su hogar y su planeta, es posible que estemos a tiempo de salvarnos de la autodestrucción. 

Es fundamental, en este punto, entender que necesitamos nuevos héroes, hombres o seres fantásticos que sean capaces de utilizar sus habilidades emocionales y su inteligencia para resolver sus problemas, cumplir con sus misiones, o conseguir lo que quieren, lo que necesitan y desean. Así que debemos pedirle a los productores culturales que apuesten por otros relatos, otros modelos a seguir, otros finales felices. 

Sin los hombres, este cambio podría durar siglos. Necesitamos, pues, mucha coeducación y mucha sensibilización para poder involucrar a todos los varones en esta transformación de nuestra sociedad: los cambios personales son políticos, y lo romántico también es político. 

Para poder querernos bien, tenemos que desmontar la idea de que el amor es una guerra, y todos los mitos románticos que nos hacen creer que amar es sufrir, sacrificarse, renunciar, someterse y entregarse a un hombre. Es una labor ingente la que nos queda por hacer: desmitificar el amor romántico y transformar las masculinidades será una de las tareas principales de la revolución amorosa. 


Coral Herrera Gómez 



Puedes adquirir el libro y el ebook aquí. 

Mis libros para la Revolución Amorosa.


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Prólogo del libro: Hombres que ya no hacen sufrir por amor






7 de septiembre de 2022

Mi hijo empieza el cole




Gael empieza el cole público el lunes, y llevo todo el verano trabajandome y trabajando con él un montón de cosas. Me da mucho miedo la violencia en las aulas, tanto la que puede ejercer mi hijo cómo la que puede sufrir en ellas. Yo sufrí el bullying "normal" en la escuela porque era bajita e infantil, y luego porque me desarrollé la última y no tenía apenas tetas. 


Yo ejercí bullying también con la única compañera del aula que sufría discapacidad intelectual. Nunca nos enseñaron a tratarla bien ni a cuidarla. También se lo hice pasar mal a profesoras, porque nunca me enseñaron a cuidar a mis maestras y maestros. Ni a mí misma. No me enseñaron a cuidar mis palabras ni a cuidar mis emociones para que no hiciesen daño a nadie. 


Todo esto lo he aprendido den estos últimos años, cuando me he puesto a trabajar la autocrítica amorosa para ser mejor persona, cuando aprendí a ver el mundo desde la ética amorosa y la filosofía de los cuidados. 


Cuarenta años después, todo sigue igual. Hay colegios e institutos en los que el alumnado recibe un par de talleres sobre cuidados, buenos tratos y educación emocional, pero aún no forma parte del currículo escolar, aunque debería ser una asignatura obligatoria. 


Gael es un niño amoroso, espontáneo, sociable, risueño, buena gente, pasa el día cantando y conserva intacta su inocencia. Me da miedo que los niños violentos le obliguen a reprimirse, y le contaminen con sus valores machistas, racistas, clasistas, etc Lo que hago es llevar mi mente a otro lado, pensar que mi hijo también puede ser una buena influencia para otros niños y niñas, que él no solo se puede contagiar, sino que también puede contagiar a los demás. 


El otro día un niño le enseñó entusiasmado una metralleta y Gael fue directo a por otro juguete, porque (aún) no sabe divertirse matando. El niño se quedó sorprendido de que Gael no prestara atención a su arma con luces y sonido, y pensé, mira qué bien, alguien que le rompe los esquemas.


Sigo en redes a varias personas que son activistas de los derechos de la infancia y que están luchando contra la violencia en las escuelas, y el panorama es preocupante.


Pienso en mi propia experiencia, y no me ayuda a tranquilizarme.  Una de las cosas que aprendí en mi primer día de escuela, es que no hay nada peor que ser un chivato: si sufres violencia tienes que aguantarte porque está prohibido denunciar a los niños violentos, tienes que defenderte sola. Y si no puedes, te toca sufrir en silencio, pero jamás pedir ayuda a profesores/as, o a tus progenitores. 


Es un mecanismo super potente para defender a agresores, y perpetuar su impunidad. Para nuestra sociedad patriarcal, es mucho peor un niño chivato que un niño violento. 


No quiero asustar a Gael para que no se crea que va a estar en un espacio lleno de violencia, de bromas crueles, de comentarios despreciativos, de burlas despiadas, de empujones e insultos. 


Pero sí que intento que entienda lo importante que es respetar a los demás, y cuidar y defender a las personas más vulnerables, todas aquellas que no cumplen con los estándares de la normalidad porque son gordas, por su idioma, por su color de piel, por su pluma, por su discapacidad o su malformación, por su forma de vestir, por su enfermedad, por sus gafas, su aparato de dientes, o por su clase social. 


Le hablo de igualdad, de libertad, de compañerismo y cuidados, y mientras pienso, ojalá nadie te borre la sonrisa ni te calle la boca, ojalá seas un rebelde de los estereotipos y mandatos de género, ojalá no te rompan por dentro y pierdas tu alegría de vivir.


Tengo miedo al acoso y al suicidio infantil, pero pienso que tengo que trabajar este miedo y que puedo involucrarme en la comunidad escolar y aportar con mi visión pacifista y no violenta, con mis conocimientos y mis habilidades, para abrir los ojos a la gente y que tomen conciencia de lo importante que es enseñar al alumnado a cuidarse, a cuidar a los y las compañeras, a cuidar al profesorado, cuidar sus palabras y emociones, y cuidar los espacios que habitan. 


Y me consuela pensar que como yo, hay muchas madres, padres, profesoras y gente de la comunidad educativa que también está concienciada sobre los malos tratos y la violencia, que no estoy sola, y solo se trata de juntarnos y crear comunidad. 


Trato de pensar en el lunes con ilusión, empieza una nueva etapa en nuestras vidas...


¿Puedes firmar esta petición para la creación de una ley para que tengamos unas escuelas libres de violencia?

6 de septiembre de 2022

Cómo liberarte del deseo de venganza cuando te separas

 



Hay gente que emplea mucha energía, mucho tiempo y recursos en intentar destrozar la vida de su ex pareja, o en poner dificultades y obstáculos para que la vida de su ex sea una tortura. 

Hay gente a la que le dura el rencor unos cuantos meses, gente a la que le dura años, y gente que se pasa toda la vida en guerra contra su ex. 

Las personas educadas en el patriarcado tienen más dificultad para desearle bienestar y felicidad a su pareja cuando ya no quiere seguir con ellas, y mucha mas necesidad de vengarse porque para ellos el amor es una guerra, y quieren ganar a toda costa. 

Por eso hay gente que se enzarza en la custodia de sus hijos e hijas, aunque jamás los haya cuidado, solo por hacer daño a su anterior pareja. También hay gente que se queda con las propiedades, negocios y ahorros, y deja deudas terribles para hipotecar de por vida a sus ex. 

En el caso de las mujeres, sucede que nos pasamos años soñando con un hombre maravilloso que nos cuide, que nos haga felices, que sea leal y honesto, que cuide a nuestros hijos e hijas, que sepa cuidarse a sí mismo, y sepa cuidar su hogar y asumir sus responsabilidades como un adulto. 

La enorme frustración que nos genera comprobar que el príncipe azul es un mito, y que ellos siguen su vida tan tranquilamente después de tener hijos, verles disfrutando de sus escapadas con otras mujeres, vernos a nosotras como criadas de ellos, pidiendo permisos para poder conciliar las tres jornadas laborales, y ver que ellos viven como reyes mientras nosotras estamos agotadas, nos puede llevar al odio total. Sobre todo cuando el marido se harta de broncas, se desentiende del todo con otra familia, se echa una novia más joven, y se marcha con ella a fundar otra nueva. 

Las infidelidades masculinas y el machismo en tareas de cuidados son las dos principales causas de divorcio, y la prueba de que el amor romántico es una estafa total, y global. El rencor que nos genera sentirnos engañadas, utilizadas y abandonadas nos lleva de cabeza a muchas a la necesidad de vengarnos de alguna manera: si el amor es una guerra, nosotras somos siempre las perdedoras.  

En el caso de los hombres, ellos se sienten también estafados porque les hicieron creer que nosotras tenemos que estar a su servicio, que sólo ellos tienen derecho a divorciarse, y que las mujeres son objetos de su propiedad y les debemos obediencia. Estos hombres son los que no toleran que las mujeres hagan uso de su libertad y sus derechos fundamentales. 

Los más obsesivos, machistas y misóginos violan y matan a sus compañeras cuando ellas desobedecen, cuando sospechan que están intentando huir, o a sus ex compañeras cuando rehacen su vida y tienen nueva pareja. Al menos 137 hombres se vengan cada día de sus novias y esposas, quitándoles la vida. Algunos matan a los hijos e hijas y dejan viva a la madre, solo por hacer daño a su ex.

Sin embargo, la mayoría de la gente que anda cegada con su necesidad de vengarse, no comete delitos. Simplemente se dedica a hacer daño y a vengarse en pequeñas dosis, en la cotidianidad del día a día, intentando estar presentes en la vida y en la mente de su ex. 

Otras personas convierten al ex en el centro de sus vidas, se convierte en una obsesión, y hacen todo lo posible para que sus divorcios no acaben nunca, ni siquiera cuando las criaturas en común alcanzan la mayoría de edad. 

Para esta gente es muy difícil tener parejas nuevas porque no logran romper del todo en su interior con la ex o con el ex. Viven esclavizados a su figura, y al trauma del divorcio. 

Casi todos ellos disfrutan sintiendo que tienen mucho poder sobre su ex, y a la vez usan el victimismo para justificar su afán de venganza: "me hizo daño, me las pagará", " si no es feliz conmigo, no será feliz con nadie", "no se va a librar de mí tan fácilmente", "me destrozó la vida, que lo pague para siempre"


¿Cómo liberarnos del deseo de venganza? 

Lo primero es aceptar la separación. Separarse no es seguir peleando cada cual en su casa, sino dejar de pelear. 

Cuando tomamos conciencia de que las luchas de poder son agotadoras, nos chupan la energía, y no suelen servir para nada, es más fácil aceptar la separación.  

¿Qué más cosas hay que aceptar para no meterse en guerras?

- Si quieres seguir teniendo un vínculo con tu ex, no hace falta hacerle daño, puedes tener una relación buena si quieres seguir interactuando y estando en su vida. 

- Por muy mal que nos portemos, los ex y las ex no volverán con nosotros, no se arrepentirán, y no pedirán perdón, y de hecho cuanto peor nos portemos, más se alegrarán de haberse divorciado. 

- A tí no te va a ir mejor, ni te vas a sentir mejor porque a tu ex le vaya fatal, le deje su nueva pareja, enferme, le ocurra algo grave, o se quede sin trabajo. Si tenéis hijos en común, además, lo mejor es que a tu ex le vaya bien, no lo dudes. 

- Vengarte no satisface para nada tus ansias de venganza. No se sacia en una sola vez. Es adictiva, y engancha. La única manera de manejarlas es controlarlas para que no te dominen, y dejar que pierdan intensidad dentro de tí. 

- El problema de la necesidad de vengarse es que provoca en la otra persona el mismo deseo de venganza, y es cuando nos vemos atrapados en una guerra sin fin, en el concurso de a ver quién es más violento y quién hace más daño.


¿Quiero vivir en guerra permanente? 

Prueba a hacerte esta pregunta: ¿quiero vivir esclavizado/a por el odio contra mi ex, o quiero vivir libre y hacer mi vida?

Es pararte a pensar en dónde quieres poner tu tiempo y energía, cuales son las batallas que quieres pelear, si te compensa, si esas batallas te quitan el tiempo y la energía que necesitas para salir adelante, y para disfrutar de la vida. 

Desde mi posición pacifista y en contra de la violencia, creo que en las guerras no hay ganadores y que  las únicas personas que no pierden en una guerra, son las que no participan en ellas. Es decir, que estando en guerra a veces vas a perder y otras a ganar, pero al final lo que pierdes en ellas es tu derecho a estar tranquila y a vivir en paz. 

Porque las guerras tienen un fuerte impacto en nuestra salud mental y física, en nuestro descanso y nuestro sueño, en nuestra sexualidad, en nuestras relaciones, y en nuestro bolsillo también. 

Aunque a veces creas que vas ganando, en realidad en una guerra no dejas de perder (horas de sueño, tiempo, alegría, energía, paz interior, etc) 


¿Y cómo se repara el daño? 

Si tu ex se ha portado muy mal contigo, el daño solo puede repararse si es capaz de hacer autocrítica amorosa, de analizar su comportamiento, de pedir perdón, de preguntarte cómo podría hacer para reparar el daño que te causó.

 Y si no sale de él mismo o de ella misma, no hay nada que se pueda hacer. Es decir, nada de lo que tú hagas le inclinará a sentirse arrepentido: tiene que ser algo que nazca en él o en ella, fruto de su diálogo con su propia conciencia.

A veces con el tiempo las personas somos capaces de analizarnos desde otra perspectiva y atrevernos a pedir perdón, otras no pueden hacerlo jamás.

Pero en el caso de agresores y maltratadores, recuerda siempre que el daño causado por la violencia no se repara jamás . Lo mejor es que no se acerque a tí de ninguna manera durante el resto de tu vida

Cuando hemos sufrido violencia y malos tratos durante la relación y en la separación, lo primero que tenemos que hacer no es vengarnos, sino ponernos a salvo y pedir ayuda para bloquear toda posibilidad de que el ex pueda volver a hacerte daño. 

En algunos países del mundo podemos acudir a los tribunales para que se haga justicia. En otros, las leyes protegen a los acosadores, los violadores y los femicidas, así que la única ayuda con la que podrías contar es con tus grupos familiares, grupos de mujeres, y gente querida para que te protejan y para que él no pueda comunicarse contigo nunca más.

Un maltratador no puede reparar de ninguna manera el daño que te causó. 

Lo único que puede hacer un tipo violento es no volver a acercarse a su víctima nunca más, y no volver a agredir a ninguna mujer.

Muchas mujeres me preguntan, pero si un hombre te ha maltratado, o si te abandona por otra, si te roba y te deja endeudada, ¿no es injusto que quede impune, que se vaya tan tranquilo, no sería lícito en este caso usar el "ojo por ojo, diente por diente"?

Es un tema muy polémico, porque hay gente que defiende la idea de que ante la violencia, uno debe tomarse la justicia por su mano y que es legítimo usar la violencia contra quien la ejerce primero. Y sin embargo, esto es lo que se hacía antes, cuando no existía un conjunto de normas y de leyes que nos permitieran convivir en paz y solucionar nuestros conflictos sin violencia. Se supone que hemos progresado y que existen mecanismos de reparación de daño, de castigo y de reinserción para aquellas personas que cometen delitos y hacen daño a otras personas. 

Si no fuese así, estaríamos permanentemente bañados en sangre: los ciclos de la venganza no tienen fin, y prueba de ello son las películas de mafiosos y narcos. Cuando un miembro de un clan mata al miembro de otro clan, empiezan los asesinatos en cadena hasta que no queda vivo nadie de los dos clanes. Pueden morir en la trama sesenta o cien personas, y solo se para cuando ya no hay nadie a quien poder matar. 

La única salida que yo veo para pedir justicia y reparación es la que toman las mujeres que toman conciencia de que son millones en todo el mundo, las que se juntan y se organizan para luchar juntas, las que exigen la erradicación de la violencia machista, de la explotación sexual, el acoso sexual en las calles y en los centros de estudio y de trabajo. Solas no podemos contra todo el sistema patriarcal, pero unidas estamos logrando cambiar las leyes y concienciar a la sociedad.

 

Libre se vive mejor

El deseo de vengarse, ¿quién no lo ha sentido alguna vez?

Es una emoción como otra cualquiera, y es normal cuando nos sentimos dolidos/as, pero la buena noticia es que es pasajera, como las demás emociones. 

Podemos sentir las peores emociones del mundo (envidia, celos, odio, ira, rabia, deseos de matar o de que se mueran nuestros enemigos, etc), pero no duran para siempre. No sirve de nada estallar nuestro dolor causando más dolor, no ayuda en nada multiplicar el sufrimiento y expandirlo a nuestros seres queridos.

 Y no es justo que tus emociones dañen a los demás. 

La única manera de liberarse es cuidar las emociones para que no nos arrasen, y no arrasen a los demás, hasta que bajen de intensidad y no nos dominen más. 

El ansia de vengarnos nos hace mucho daño a nosotros/as también, y de alguna manera nos encarcela al pasado, y nos esclaviza emocionalmente. El rencor, el dolor, el odio, no se van cuando nos vengamos, al revés, se incendian, están todo el tiempo en nuestro interior, y nos condicionan la vida de arriba a abajo. 

Lo sabemos porque cuando nos bajamos del ring de combate, abandonamos el campo de batalla, dejamos atrás el pasado y nos liberamos del deseo de vengarnos, empieza una nueva etapa en nuestras vidas. 

Cuando nos da igual cómo le vaya a nuestros ex, es cuando nos situamos en el presente con ilusión, comienzan los cambios en ti y a tu alrededor, y desaparece el rencor. 

Cuando centramos nuestra atención en nuestro propio proyecto de vida, en disfrutar, ser felices, mejorar nuestras vidas, es cuando nos implicamos más en la tarea de poder vivir mejor. 

Recuerda que tú no has venido a este mundo a sufrir, y que tienes derecho a vivir una Buena Vida. 

Este derecho nos pertenece a todas y a todos. 

Y sí, también a tu ex. 


Coral Herrera Gómez


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