8 de junio de 2022

La infancia tiene derecho a vivir libre de la exposición a la violencia



Ya hemos tomado conciencia de lo importante que es dejar de envenenar a niños y niñas con alimentos ultraprocesados y el azúcar, el siguiente paso es tomar conciencia de la violencia que consumen nuestros niños y niñas a diario a través de las pantallas. 

Ningún hombre nace violento: se aprende a serlo a través de la cultura y la socialización. 

Cuanto más expuestos están los niños a la violencia, antes aprenden a sufrirla y a ejercerla. Y no solo la violencia física: también aprenden a asumir el maltrato verbal, emocional y psicológico como algo natural, y después, normalizan el uso de esta violencia para divertirse. 

Los niños varones no solo aprenden a admirar a hombres violentos con estos contenidos: también son  adoctrinados en los valores más peligrosos del patriarcado: machismo, clasismo, homofobia, racismo, supremacismo, etc. 

Cuando consumen películas "de acción", están consumiendo ideología de derechas, patriarcal y capitalista, basada en la ley del más fuerte, en la competitividad y el acaparamiento, el egoísmo y el narcisismo, la acumulación de poder, las relaciones basadas en el interés, la dominación y la violencia. 

Se nota muchísimo la diferencia entre niños que sufren exposición a la violencia y los que no consumen este tipo de contenidos. Los primeros parecen más mayores, pierden su inocencia, su sensibilidad y su empatía antes que los demás, y pronto aprenden a divertirse con el sufrimiento de los demás. 

Cuanta más violencia consumen, más normalizan la resolución de conflictos mediante la fuerza física o el maltrato emocional, más claras tienen las jerarquías, y más prejuicios interiorizan. Son los primeros en apartarse de las niñas y todo lo que tiene que ver con el género femenino: el color rosa, los cuidados y la ternura, la sensibilidad y el amor. Por extensión, también se apartan de los niños que no obedecen los mandatos de género, y no aspiran a ser machos poderosos y violentos.

Yo lo veo a diario en el parque infantil. Muchas mamás hablan de galletas super eco-biosanas y tortitas de algas con kale y tofu, pero se quedan muy sorprendidas cuando ven a sus hijos pegar a otros, o cuando discriminan a un niño o niña con obesidad, con alguna discapacidad, o de otra nacionalidad. Les sorprende porque todos y todas creemos que nuestras criaturas son seres sensibles y bondadosos, pero en realidad les estamos sometiendo a una mitificación y glorificación del macho violento a diario que no les hace bien. 

Según los estudios sobre infancia y violencia, a los 6 años las niñas ya se sienten inferiores a los niños, los niños ya se sienten superiores a las niñas y a los niños afeminados, y los blancos se sienten superiores a los negros. A los 8 años muchos ya ven porno. Suena muy fuerte, pero a la edad en que están tomando su primera comunión ya se divierten viendo violaciones grupales a niñas y a mujeres, especialmente los que se relacionan con niños más mayores. Y lo más fuerte, es que ese día sus padres y familiares les regalan tablets y móviles, pensando que aunque muchos niños vean porno, el suyo jamás haría algo así.

La violencia además les anestesia y les provoca adicción: para poder emocionarse y vibrar, necesitan cada vez más sangre, más brutalidad, más sufrimiento. Por eso las escenas de sexo "normal" no les excitan y buscan vídeos cada vez más violentos en los que las mujeres son humilladas y torturadas de la forma más bestia. A esa edad se convierten en adolescentes incapaces de empatizar con las víctimas de la pornografía, lo que les llevará directos a  otro acto de consumo cada vez más normalizado entre varones en su tiempo de ocio: violar mujeres pobres y baratas, entre todos o uno a uno. 

El primer paso para llegar a esto es acostumbrar a los niños a ver peleas, y a admirar a los machos violentos: los héroes de la masculinidad infantil son en su mayoría guerreros y asesinos. 

Después los héroes pasan a ser los narcos y mafiosos rodeados de mujeres bellas y sumisas. Y con estos modelos de masculinidad es como aprenden a ser duros e insensibles, y a tratar a las mujeres como objetos. 

Para muchos padres y madres este proceso para insensibilizarse es necesario porque como los demás niños son violentos, ellos tienen que aprender a defenderse, a imponerse, a dominar y a ser líderes (y ellas a estar guapas para que ellos las elijan)

Esta ideología patriarcal está en los cuentos clásicos, en los dibujos animados, en los videojuegos, en todas las producciones culturales que usan los estereotipos y los mitos para naturalizar y normalizar la desigualdad, el abuso de poder y la violencia. 

Por eso es tan importante que la gente sepa que hay otros relatos, y que hay cada vez más producciones en las que se enseñan otros valores totalmente contrarios a los del patriarcado: empatía, compañerismo, solidaridad, cooperación, buenos tratos, igualdad, diversidad, cuidados, y cultura de la no violencia. 

Se trata de tomar conciencia colectivamente: la violencia no es "normal" ni natural, y nuestros hijos e hijas tienen derecho a vivir una vida libre de exposición a la violencia

Cuantos más seamos, más fácil será cuidar los contenidos que ven nuestros hijos- Y cuando los productores de cultura asuman que el rechazo hacia la violencia es cada vez mayor, más fácil será que los creadores se atrevan a destronar al macho violento y a sustituirlo por otros héroes con habilidades, conocimientos, inteligencia y sensibilidad para lograr objetivos, resolver problemas y buscar soluciones. 

Yo sé que los que soñamos con un mundo sin violencia lo tenemos muy difícil: llevo ya un par de semanas desmontando a mi hijo de 5 años estos valores que está aprendiendo (no en la escuela ni en casa, sino en su vida social, en la que los niños y niñas expuestas a la violencia son mayoría) 

Además, trato de mostrarle a sus papás y mamás lo importante que es cuidar los contenidos que consumen sus hijos, y a que tomen conciencia de cómo los relatos construyen la personalidad de nuestros críos, y cómo influyen en su forma de ser y de relacionarse. 

Yo quiero ponerle todo mi amor, mis conocimientos y habilidades a esta tarea de sensibilización y concienciación porque quiero que todo el mundo sepa que vivir libre de la exposición a la violencia es un derecho que tienen todos los niños y niñas, 

y porque quiero, para mí y para mi hijo, para sus amigos y amigas, y para las siguientes generaciones, 

un mundo libre de patriarcado, de sufrimiento, explotación y violencia.

Coral Herrera Gómez 


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7 de junio de 2022

Hoy me siento muy feliz




Hoy me siento muy feliz: 

me han entrevistado en Radio Televisión española, 

me han invitado a firmar libros en la Feria del Libro de Madrid este domingo a las 12 en la caseta 335 de la editorial Catarata, 

y hoy sale la tercera edición de mi libro "Cómo disfrutar del amor. Herramientas feministas para trabajar lo romántico". 

Ser escritora era un sueño para mí, pero lo veía tan imposible... después de tantos años de trabajo, las semillas que he ido sembrando van dando sus frutos. 

Gracias, queridas lectoras, gracias por tanto apoyo y tanto amor 💜


3 de junio de 2022

Hombres, masculinidades e igualdad




Estoy muy contenta de anunciaros que ya está en librerías y en ebook el libro sobre Masculinidades de varias autoras/es en el que he participado, publicado por la Universidad Complutense de Madrid 

 y coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, 

en el que colaboran también Beatriz Ranea Triviño , Beatriz Gimeno , Octavio Salazar , Jordi Cascales, Krizia Nardini, Miguel Lázaro, Virginia Carrera Garrosa, Edurne Nieves Aranguren Vigo, Anastasia Téllez,  y Magdalena Suarez.

Podéis adquirirlo en ebook y en papel en todostuslibros.com

20 de mayo de 2022

Mujeres que trabajan con mujeres: herramientas para profesionales

 



¡Tenemos taller nuevo! Para mujeres que trabajan con mujeres en temas de relaciones de pareja y violencia machista

Mi nuevo taller presencial es para psicólogas, trabajadoras sociales, profesoras, educadoras sociales, técnicas de igualdad, monitoras, terapeutas...

Es una formación para mujeres que trabajan con mujeres y necesitan herramientas para ayudar a las mujeres a desmitificar el amor romántico, trabajar la autoestima y el ego, liberarse de los patriarcados que nos habitan, entrenar en la autonomía y la autodefensa emocional, y aprender a cuidarse a una misma. 

El estreno es en Sevilla, en la Sala Mera, el 4 de junio en la tarde, y podéis participar virtualmente desde cualquier país.

Aquí tenéis toda la información y el botón de inscripción, en la web de Alicia Murillo Ruiz.




4 de mayo de 2022

Entrevista en Radio Televisión Española: Objetivo Igualdad

 




Ya podéis leer la entrevista y ver el vídeo que me hizo Carolina Pecharroman en el programa Objetivo Igualdad de RTVE hablando de la revolución amorosa , lo tenéis aquí en su web, espero que os guste mucho ;) 





Otras entrevistas de Coral Herrera 

28 de abril de 2022

Sorteo de mi libro en RTVE IGUALDAD



Este fin de semana salgo en la tele, en Objetivo Igualdad, y para ir calentando motores, han sorteado uno de mis libros en su perfil de Instagram. 

La ganadora ha sido Esther Estévez Fernández, que recibirá el libro de Mujeres que ya no sufren por amor en su casa.

 El siguiente sorteo es el de "Hombres que ya no hacen sufrir por amor", solo tenéis que darle a seguir en su perfil de Instagram y darle a like en la publicación. 

Mañana os daré los detalles de la transmisión de la entrevista que me hizo Carolina Pecharroman para Objetivo Igualdad 😊

27 de abril de 2022

Romances Feministas: magia entre mujeres

 


Romances feministas: en todos mis viajes me enamoro de las mujeres que me acogen en sus pueblos o ciudades. Antes de llegar a ellas, me toca atravesar un mundo de hombres. Si voy en coche, como o ceno rodeada de camioneros. Si voy en tren, rodeada de hombres de traje gris con corbata pegados a sus portátiles. En los hoteles, todo son hombres menos las trabajadoras del hotel y las esposas o amantes de los hombres. Ellos son mayoritariamente los que hacen negocios, mantienen reuniones, firman acuerdos, presiden empresas...

Sus espacios solo se llenan de mujeres cuando hay un Congreso feminista, ¡se nota tanto en el rato del desayuno, todo se llena de colores y de charlas animadas! 

El caso es que cuando llego por fin al pueblo o ciudad al que me han invitado, me encuentro con las técnicas de igualdad y trabajadoras sociales, y me siento enseguida como en casa.

Enseguida surge la magia entre nosotras: me enseñan el pueblo, me cuentan su historia, nos contamos las vidas...

 Las acribillo a preguntas y me quedo alucinada con la labor que realizan, especialmente las compañeras del mundo rural que se veces llevan varios pueblos y aldeas, y abarcan una comarca entera. Son pocas y hacen de todo: asisten a víctimas de violencia sexual y maltrato machista, organizan la red de cuidados a refugiados, organizan cursos, talleres, charlas, exposiciones, concursos, jornadas, asesoran a otras instituciones, forman al personal del ayuntamiento, a la policía, la guardia civil, el profesorado, el alumnado, organizan puntos violetas para eventos sociales, ponen en marcha campañas de sensibilización (por la conciliación laboral, por el fin de la violencia machista, por los cuidados, por la diversidad sexual), y trabajan a la vez con Juventud, Cultura, Deportes, Urbanismo y demás concejalías. 

Trabajan más de ocho horas, apenas desconectan, a muchas les toca viajar de un pueblo a otro, su salario no corresponde a la ingente cantidad de tareas que realizan, y a pesar de eso creen en lo que hacen, y le ponen todo el amor del mundo. La gran mayoría trabaja por vocación, pues son feministas de corazón y son las que van haciendo el trabajo de sensibilización y formación que nos hace falta para avanzar como país. En casi todos los sitios en los que he estado, las compañeras trabajan codo a codo con las asociaciones de mujeres, apoyando su labor y aunando saberes y recursos. 

Me fascinan estas redes comunitarias de mujeres y admiro mucho la labor que realizan las trabajadoras de servicios sociales, y las de las concejalías y las unidades de Igualdad. Y me encanta estar con ellas un día o un par de días, encontrar a tu tribu en cualquier rincón del país es como un sueño: no nos conocemos, pero hablamos el mismo idioma, y soñamos todas con un mundo mejor. 

Me siento muy afortunada por poder asomarme a sus realidades, y por tener la oportunidad de conocer su mundo, escuchar sus problemas, celebrar sus logros, y poner mi granito de arena con mis charlas y talleres.

 Cuando me voy, me siento como si las conociera de toda mi vida, porque como siempre sucede cuando nos juntamos las mujeres, cuando hablamos no separamos lo político de lo personal: abrimos nuestros corazones para disfrutar de un pequeño romance feminista, y nos sentimos unidad para siempre, aunque ni sepamos si nos volveremos a ver. 

Ya son diez años trabajando con ellas: quería hacerles un homenaje por invitarme a sus espacios, por ser tan luchadoras y por cuidarme tan bien, ¡gracias a todas por confiar en mí y por ser unas anfitrionas tan maravillosas!

Coral Herrera Gómez


Próximos eventos de la #Gira2022




El perro del hortelano, que ni come ni deja comer


 

Hoy vamos a hablar del perro del hortelano, que viene y se va, aparece y desaparece, pero siempre está en tu vida ocupando un espacio central. El perro del hortelano parece confuso y te pide que seas comprensivo con sus crisis existenciales, quiere tener pareja y no quiere, quiere ser a la vez soltero y casado, quiere tenerte ahí siempre esperando, así que tenemos que sacarlo de nuestras vidas para que no tenga ningún poder sobre nosotras. ¡No nacimos para esperar!


Puedes ver más vídeos en mi canal de Youtube

25 de abril de 2022

¿Estás cuidando tu futuro?



Vivimos creyendo que vamos a ser jóvenes para siempre, que vamos a gozar de buena salud toda la vida, que nuestras capacidades van a permanecer intactas hasta el final, y que de mayores nos cuidarán nuestros hijos e hijas, o pagaremos una residencia. Y sin embargo, es posible que no podamos ni pagar una residencia, ni ser cuidados/as en condiciones dignas. Piénsalo: el sistema no nos deja cuidar a nuestros bebés y a nuestros mayores: la mayoría de las personas adultas dedicamos la mayor parte de nuestra energía y nuestro tiempo a obtener ingresos. 

Dedicamos poco tiempo a cuidar nuestro futuro, hacemos como si no existiese. Pero vamos cada día hacia él, los años pasan volando, y cada vez hay más personas mayores porque la esperanza de vida es cada vez más alta. Los temas más urgentes de nuestro futuro individual y colectivo son dos: quiénes nos van a cuidar cuando ya no podamos cuidar de nosotros mismos/as, y cómo nos vamos a mantener económicamente. 

Para cuidar nuestro futuro tenemos que defender con uñas y dientes los derechos de las personas mayores y el alza de las pensiones. Exigir a los gobiernos que las residencias y centros de mayores sean espacios seguros y protegidos, y no puedan jamás caer en manos de empresas privadas. Blindar la ley para que ningún político aproveche una crisis mundial como la pandemia de COVID para atentar contra nuestro derecho a la salud, nuestro derecho a ser atendidos en hospitales cuando enfermamos, nuestro derecho a morir sin sufrimiento ni dolor. 

En muchos países destrozar y privatizar la Sanidad pública es legal, y su deterioro progresivo pone la vida de millones de personas en peligro. También tu vida está en peligro: nunca tendrás dinero para poder pagar el coste de la Sanidad privada, tus descendientes tampoco. 

La lucha por los derechos de las personas mayores no solo te ayudaría a tí a envejecer con dignidad, a tener garantizado tu derecho a la salud, y a recibir tratamiento médico y cuidados en tus últimos años de vida. 

También tendría un impacto en tus padres y en tus hijos e hijas, y en todos tus seres queridos: al principio y al final, todos somos dependientes y necesitamos cuidados. Y las personas que nos cuidan, también se merecen ser cuidadas. No es justo que las mujeres más pobres del planeta nos cuiden a cambio de salarios de miseria, y sin tener sus derechos laborales garantizados: ellas también tienen derecho al descanso, a la baja por enfermedad, al subsidio de desempleo, a tener vacaciones y jubilación digna.

Otro de los grandes retos que tenemos por delante es evitar la soledad. En las grandes ciudades viven en completa soledad miles de personas mayores, y a menudo descubrimos que han muerto cuando empieza a oler el cadáver en el portal. 

Los cuidados que damos y recibimos ahora de nuestras tribus y familia, son nuestra única protección. Estas redes de apoyo mutuo y cuidados compartidos hay que alimentarlas y regarlas a diario, son nuestro gran tesoro, nuestro antídoto contra la soledad y el desamparo.

Cuando trabajas para cuidar tu futuro, también cuidas el futuro de los demás: ¿qué planeta queremos dejarle a las sucesivas generaciones de seres humanos?, ¿cómo vamos a dejaer de producir plástico y de contaminar el agua, el aire, la tierra, y los alimentos?, ¿cómo vamos a dejar de invadir y destrozar los hábitats de millones de animales y seres vivos que están hoy al borde de la extinción?, ¿cómo vamos a parar las guerras, y este suicidio colectivo como especie?, ¿cómo vamos a trabajar para garantizar su derecho a tener una Buena Vida, libre de explotación, violencia y sufrimiento, y para dejarles un mundo mejor?

Coral Herrera Gómez




24 de abril de 2022

Libérate de la necesidad de llamar la atención



Libérate de la necesidad de llamar la atención: en la infancia, llamamos la atención buscando amor y cariño, tiempo de calidad y plena atención de los adultos. También llamamos la atención cuando tenemos un problema que no sabemos expresar con palabras, cuando nos desbordan emociones a las que no sabemos poner nombre, cuando estamos viviendo una época traumática y necesitamos sentirnos protegidos, y queridos. A la mayor parte de los niños y las niñas solo les prestamos atención especial cuando se portan mal: prefieren que les regañemos a que no les hagamos ni caso.

Las personas adultas llamamos la atención por los mismos motivos, pero además lo hacemos también para sentirnos únicos y especiales, para brillar y acaparar los focos, para sentirnos diferentes, y por tanto, superiores al resto. Hay muchas maneras de llamar la atención, por ejemplo, usando nuestro cuerpo, al que adornamos con cortes y colores de pelo llamativos, ropa extravagante, piercings y tatuajes. Las mujeres llamamos la atención con nuestro capital erótico, es decir, posando sexys para despertar el deseo de los hombres y la envidia de las mujeres. Los hombres exhiben sus músculos y su fuerza, sus habilidades deportivas o intelectuales, su capacidad para acumular recursos y mujeres. 

Los ricos llaman la atención con sus coches de lujo, sus motos acuáticas, sus barcos y yates, su ropa cara, su calzado de lujo, sus joyas, sus operaciones de cirugía estética, sus relojes, bolsos y complementos caros, sus mansiones y sus viajes. La clase media busca llamar la atención con sus objetos de imitación de marcas caras, y sus viajes baratos a lugares de ensueño. Los y las adolescentes llaman la atención estando todo el día enfadados, y desobedeciendo normas, provocando a sus progenitores para que estalle el drama. Pensemos por ejemplo en el aumento de las autolesiones, y la forma en que castigan sus cuerpos para que les ayuden y les cuiden. 

Usamos las drogas, el alcohol, y la fiesta para parecer transgresores y rebeldes. Desafiamos la autoridad para demostrar nuestra valentía, nuestra osadía, nuestra excentricidad, nos entregamos al sufrimiento y coqueteamos con la muerte para dejar a los demás boquiabiertos. Nos exponemos al peligro innecesariamente para aumentar nuestro prestigio y subir puestos en la jerarquía social, especialmente los hombres, que mueren en competiciones absurdas, pero también cada vez más mujeres: las cifras de operaciones estéticas que acaban en enfermedad o muerte nos demuestran hasta donde somos capaces de llegar para lucir bellas y atraer las miradas. 

En las redes sociales también pedimos atención desesperadamente: una gente usa su talento y trata de publicar contenidos atractivos, otra gente expone su vida para mostrar a su familia feliz y para simular estar disfrutando de una vida de ensueño, otra gente ataca ferozmente a otra gente para montar batallas y ganar seguidores/as. Cada cual tenemos nuestras estrategias para enamorar a los demás, poca gente se plantea si son éticas o no: para muchos, el fin justiofica los medios, y no le importa hacer daño a los demás para llegar a lo más alto.

La gente más insegura es la que más atención necesita: cuanto más pequeña es nuestra autoestima, más necesita el ego el reconocimiento y los aplausos de los demás. Cuanto más complejo de inferioridad desarrollan, más necesitan sentirse superiores a los demás. 

También necesitan mucho amor todos aquellos y aquellas que no han vivido una infancia tranquila y feliz, rodeados de cariño y de cuidados: cuanto peor nos tratan los y las adultas que nos trajeron al mundo, más amor y atención le pedimos a los demás. De hecho, construimos nuestra identidad alrededor de esta necesidad de aceptación y de sentirnos significativos e importantes.

Este ansia por llamar la atención aumenta a la misma velocidad que está desapareciendo nuestra capacidad para prestar plena atención a algo o a alguien durante más de cinco minutos seguidos, en el caso de las nuevas generaciones, hablamos de segundos. 

No sabemos cómo pedir amor de buenas maneras. Mucha gente llama la atención tratando de opacar la luz que emiten los demás, y tratando de destruir a sus rivales para quedar solos en el podio de los ganadores. A veces hacemos sufrir a los demás para sentirnos importantes cuando en realidad lo que queremos recibir demostraciones de amor.

Mucha gente sueña con alcanzar la fama para que le quieran millones de personas desconocidas, aunque en realidad no lo necesitamos para nada. 

Nos encanta asomarnos a la vida de los dioses y las diosas de nuestra cultura, aquellas que sí han logrado triunfar, aquellos que acaparan riqueza y atraen las miradas de todo el planeta. Nos sentimos fracasados, nos come la envidia y nos invade la frustración por no poder cumplir el sueño de despertar la envidia de los demás.

Esta necesidad de atención, y de sentirnos por encima de los demás nos hace sufrir mucho, porque ahí arriba solo hay sitio para unos pocos. Depender de los likes de los demás puede ser peligroso: nuestra autoestima pierde la autonomía por completo, y es fácil que nos invada el narcisismo. Perdemos libertad buscando la aprobación de los demás, y además, el amor de los fans puede convertirse en odio de la noche a la mañana, la competición por acaparar miradas y flashes es brutal, los y las famosas pasan de moda, y cuando envejecemos y perdemos la belleza o el encanto, nos entierran en el olvido, especialmente a las mujeres. 

Por eso es tan importante liberarse de esta necesidad de llamar la atención trabajando la humildad: no necesitamos para nada sobresalir por encima de los demás. 

En realidad lo único que necesitamos, todos y todas las homo sapiens, es que nuestra gente nos acepte tal y como somos, que nos quiera y nos cuide. Y para que nos cuiden, tenemos que cuidar a los demás. No solo aprender a cuidarnos a nosotras y nosotros mismos, sino también a cuidar nuestras relaciones, que son el único antídoto contra la soledad y la brutalidad del sistema en el que vivimos. 

Y eso es todo.

Coral Herrera Gómez




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