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7 de junio de 2022

Hoy me siento muy feliz




Hoy me siento muy feliz: 

me han entrevistado en Radio Televisión española, 

me han invitado a firmar libros en la Feria del Libro de Madrid este domingo a las 12 en la caseta 335 de la editorial Catarata, 

y hoy sale la tercera edición de mi libro "Cómo disfrutar del amor. Herramientas feministas para trabajar lo romántico". 

Ser escritora era un sueño para mí, pero lo veía tan imposible... después de tantos años de trabajo, las semillas que he ido sembrando van dando sus frutos. 

Gracias, queridas lectoras, gracias por tanto apoyo y tanto amor 💜


8 de febrero de 2022

La Revolución Amorosa, por Coral Herrera Gómez



Primero fue la Revolución Sexual 

Nuestras madres y abuelas lucharon a finales del siglo XX contra la culpa y el pecado, y por su derecho al placer. Los métodos anticonceptivos y de protección ayudaron a separar el sexo de la reproducción, la enfermedad y la muerte.

En los años 70 las mujeres reivindicaron su libertad sexual, su derecho a elegir libremente la maternidad, su derecho a gozar y a vivir una vida libre de violencias. Por eso lucharon por nuestro derecho al aborto, y lucharon contra la trata y la prostitución, la mutilación genital femenina, el acoso sexual en las calles, en el transporte público, en los centros de estudio y de trabajo. 

También denunciaron las violaciones que sufrimos las mujeres por parte de nuestros padres, padrastros, abuelos, tíos, hermanos, primos, maridos, y amigos "de confianza" de la familia, y años después, se atrevieron a denuciar a jefes, gerentes, curas, directores de cine, productores, profesores y hombres poderosos con nombres y apellidos en las sucesivas olas del #MeToo.

Hemos avanzado mucho en estos años, aunque aún mucha gente sigue educando a sus hijas para que vivan su sexualidad en torno a las necesidades de los hombres, para que se desvivan por gustarles y complacerles, para que se sientan culpables de las violencias sexuales que sufren y para que las callen, para que vivan siempre de rodillas frente a los hombres (en el burdel, en la Iglesia o en casa), y para que los niños aprendan a tratarlas como meros objetos sexuales de usar y tirar. 

Hoy nuestra cultura sigue siendo profuindamente patriarcal y machista, como hace 40 años, pero las mujeres no nos callamos y señalamos a todos los hombres que siguen promoviendo la cosificación de las niñas y las mujeres, y a todas las personas que siguen defendiendo la idea de que las mujeres pobres son libres para alquilar y vender sus cuerpos y sus bebés, y para permitir que los hombres hagan negocio con ellos. 


A la revolución sexual se le une ahora la Revolución Amorosa: 

Las mujeres ya estamos hartas de sufrir por amor: hemos destronado al amor de pareja como la única forma posible para alcanzar la felicidad, queremos liberar al amor del machismo y transformarlo de arriba a abajo, para que el amor no nos duela, ni nos someta. Queremos sacar de la violencia a todas las mujeres que siguen creyendo que amar es aguantar, queremos acabar con los femicidas que asesinan cada día a 137 mujeres en el planeta a las que dicen amar. 

El amor ya no puede ser una vía hacia la opresión, el sufrimiento y la muerte, sino una experiencia gozosa que nos permita tejer redes amorosas en las que la pareja es un elemento más, pero nunca el único. 

Como nos han educado para que seamos todas dependientes emocionales y adictas al amor, estamos desaprendiendo todo lo que nos enseñaron para poder ser libres. Porque cuanto más yonkis somos, más violencia y abusos aguantamos por parte de hombres. En las leyes de algunos países las mujeres parecemos seres libres, sujetos de pleno derecho, pero la realidad es que hay millones de mujeres esclavizadas por el amor romántico que viven de rodillas y al servicio de un macho.

¿Cómo nos esclaviza el amor romántico a las mujeres "libres"? Echen un vistazo a las estadísticas del uso del tiempo libre: las mujeres trabajadoras tienen 2 jornadas laborales al día, una dentro de casa y otra fuera, y las que tienen hijos sufren el peso de 3 jornadas laborales, y nada de tiempo libre. Mientras, los hombres solo tienen una jornada laboral y disponen de mucho más tiempo para invertir en su carrera profesional, para hacer ejercicio físico, para dedicarse a sus pasiones, para dedicar tiempo a su gente querida, para descansar, para disfrutar de la vida y para tener todas las amantes que quieran. 

Ninguna mujer es obligada a cuidar a un hombre de por vida, pero son millones las que viven sirviendo a sus maridos. Nos han hecho creer que el trabajo gratuito es amor, que todas nacimos para sufrir y sacrificarnos, que solo los hombres tienen derecho a ser felices, que nuestra función es que ellos vivan como reyes, y que al final de nuestra vida habrá una recompensa por todos nuestros sacrificios. 

Ahora que nos hemos rebelado contra esta enorme injusticia, ya tenemos claro que si los cuidados no son mutuos, son explotación.


¿En qué consiste la Revolución Amorosa?

Es una lucha de las mujeres feministas que estamos hartas de sufrir y de desperdiciar nuestro tiempo y energía en el amor romántico. Desde que empezó el siglo XXI hemos dado escribiendo, leyendo, debatiendo, y analizando el mito romántico. Ya sabemos que es una estafa con la que han sometido a millones de mujeres, y ya estamos trabajando en nuestras liberaciones, personales y colectivas. 

Estas son las claves de la Revolución Amorosa: 

- Las relaciones que no están basadas en los cuidados mutuos y la reciprocidad son relaciones de explotación y abuso.

-Las mujeres tenemos derecho a disfrutar de la vida y que para eso necesitamos tener energía y tiempo libre para descansar, para dedicarnos a nuestras pasiones y a nuestra gente querida. 

-No podemos seguir priorizando el bienestar y la felicidad de los hombres: nuestras necesidades, deseos y apetencias son más importantes. El auto cuidado de las mujeres es un asunto político de primer orden. 

- No necesitamos reyes a los que servir, lo que nosotras queremos son compañeros. No podemos vivir en relaciones que no sean igualitarias: vivir de rodillas frente a un hombre no es bueno para nuestra salud física, mental y emocional.

- Sabemos que se vive mejor sin pareja que mal acompañada, y que nunca estaremos solas si tenemos una buena red afectiva a nuestro alrededor. 

-No es lo mismo relacionarse desde la libertad que desde la necesidad: debemos cultivar la autonomía económica y la autonomía emocional para no depender de los hombres y para que no dependan de nosotras. 

- Sabemos que para tener autonomía hay que seguir luchando para que todas las mujeres tengan empleo digno e ingresos dignos, porque la pobreza y la dependencia emocional femenina no son un problema personal sino un problema político. 

- Ya tenemos claro que Cupido no tiene un poder total sobre nosotras, que ningún hombre lo tiene, y que cada vez somos las Mujeres que ya no sufren por amor 

- Las mujeres somos dueñas de nuestro amor y de nuestras vidas: somos responsables de nuestro bienestar y nuestra salud mental, y somos libres para hacer elecciones, para tomar decisiones, para llevar las riendas de nuestra vida. 

-Las mujeres enamoradas somos capaces de cualquier cosa: ya hemos comprobado que podemos desenamorarnos cuando queramos y que no tenemos por qué vivir presas del amor romántico.  

- Estamos trabajando para ahorrarnos toneladas de sufrimientos innecesarios porque cada vez le damos más valor a nuestro tiempo y nuestra energía, y queremos vivir mejor. 

- Hemos aprendido que otras formas de quererse, de relacionarse y de organizarse son posibles, y que solo transformando nuestras relaciones, podemos cambiar el mundo entero.

- Nuestros problemas personales son políticos: millones de mujeres viven con la autoestima por los suelos y sufriendo por hombres que las tratan como si fueran basura. Es un problema estructural: educamos a las niñas para que aguanten malos tratos y se crean que la violencia es romántica. Ya no más.

- Las mujeres estamos haciendo autocrítica amorosa para liberarnos de la culpa, del miedo, de los celos, la envidia, la rabia, la frustración, la dependencia emocional...y todos los patriarcados que nos habitan, porque queremos ser mejores personas y aportar con nuestra transformación a la construcción de un mundo mejor. 

- Las mujeres estamos aprendiendo autodefensa emocional y estamos aprendiendo a usar nuestro poder para evitar la explotación, el abuso y la violencia de los hombres.

-Hemos tomado conciencia de que el amor romántico es una droga, que podemos pedir ayuda para liberarnos de la adicción que nos metieron en la infancia, y que podemos desengancharnos y liberarnos. 

- Ahora ya no participamos en el pacto de silencio que protege a los hombres, denunciamos en redes las violencias que sufrimos, compartimos la información entre nosotras y nos cuidamos entre todas. 

- Ya sabemos quienes se benefician de nuestro sufrimiento romántico, y lo tenemos muy claro: ya no nos engañan ni nos manipulan más. 

- Ya sabemos que el amor no lo puede todo, que no podemos cambiar a los hombres, y que los hombres no cambian por sí solos porque no tienen necesidad: les va muy bien así. La única transformación posible es la que hacemos en nosotras mismas. 

- Tenemos claro que no nacimos para ejercer de vigilantes, de policías ni de carceleras, y que solo podemos relacionarnos con hombres honestos. También sabemos que no abundan y que no podemos esperar a que los hombres tomen conciencia de lo importante que es trabajarse la honestidad.

- Hemos aprendido que la violencia verbal es violencia, y que es tan grave la violencia física como la violencia emocional y psicológica. Y sabemos que los hombres que se benefician de nuestro sufrimiento son unos maltratadores, y que no debemos caer en la trampa en la que nos meten los cuentos y las películas: nuestro amor no cambia a ningun hombrem, y aguantar malos tratos no tiene premio ni recompensa. 

- Nos estamos liberando de la tiranía del "qué dirán", y de los roles y los estereotipos que nos dicen cómo debemos ser, porque queremos amar en libertad y ser siempre nosotras mismas 

- Hemos descubierto que para ser felices no necesitamos a un hombre: necesitamos una red de gente que nos quiera bien. 

- Ya sabemos que el Hombre no es el centro del Universo, y estamos aprendiendo a cuidarnos y a querernos al margen de ellos: cada vez hay más mujeres que se aman, y cada vez nos sentimos más libres para gozar entre nosotras. 

-Ahora sabemos que es imposible disfrutar del amor con un hombre que no sabe cuidarse a sí mismo, que no sepa cuidar los espacios que habita ni las personas a las que quiere. 

- Cada vez somos más desobedientes, y más realistas: ya no nos comemos el cuento de la monogamia, y nos vamos quitando la venda unas a otras. Ya no toleramos el privilegio masculino a tener una doble vida, y a tener las amantes que quieran mientras nosotras renunciamos por completo al sexo y al amor encerradas en casa. 

- Estamos convencidas de que tenemos derecho a disfrutar, sin renunciar ni sacrificarnos, y sin aguantar. Sabemos ya que amar no es sufrir, y que si tenemos una relación de pareja es para gozar, no para pasarlo mal. 

-Ya sabemos que no debemos resignarnos ni conformarnos con hombres que no dan la talla para ser buenos compañeros porque no se han trabajado todo lo que se tienen que trabajar. 

-Hemos aprendido que con la mayoría de los hombres lo que mejor funciona es tenerlos como amantes, o con la fórmula magistral: tú en tu casa y yo en la mía. 

-Ya sabemos que solas no podemos: nos necesitamos unas a otras, y en buenas compañías los procesos de liberación son más fáciles y se viven mejor. 

- Ya somos plenamente conscientes de que dejar de sufrir por amor es revolucionario porque la principal batalla del feminismo está en nuestros corazones y nuestro sexo, en la cama y en la casa: no vamos a vivir más de rodillas frente al Señor. 

- Ya estamos fabricando las herramientas que necesitamos para que el feminismo nos haga más libres y para poder llevar la teoría a la práctica, y estamos empezando a recoger los frutos de las semillas que estamos plantando para que todas podamos vivir una Buena Vida. 

- Ahora que sabemos usar nuestro poder, ya nuestras vidas no están centradas en ceder y en complacer. Porque sabemos lo que queremos y lo que no queremos, sabemos decirlo en voz alta, hemos aprendido a decir que no, y sabemos poner límites.

 -Ahora que estamos entrenando en las artes de la asertividad, ya podemos firmar un contrato amoroso con nuestras parejas en el que establecer las condiciones para poder querernos bien, y para construir una relación igualitaria basada en los cuidados mutuos y el compañerismo. 

-Las mujeres sabemos que tenemos derecho a vivir una buena vida, libres de sufrimiento, y que este derecho es universal e inalienable

- Soñamos con nuevas utopías amorosas en las que mujeres y hombres podamos querernos bien, en libertad y en igualdad, en relaciones basadas en los cuidados, la solidaridad, la honestidad, el trabajo en equipo y los buenos tratos: los amores compañeros.


La Revolución Amorosa es imparable, y ya no hay vuelta atrás: cada vez somos más mujeres disfrutando de estos procesos de liberación personal y colectiva. En la medida en que vayamos transformando nuestras relaciones, vamos cambiando la sociedad en la que vivimos, porque lo romántico es político y otras formas de quererse son posibles.

Los hombres pueden seguir luchando contra nuestras liberaciones y quedarse solos, o pueden empezar las suyas propias. 

Nosotras ya hemos avanzado mucho y no nos vamos a quedar sentadas a esperar a que nos alcancen ellos: ya estamos recogiendo los frutos de las semillas que hemos ido sembrando, ya estamos cosechando triunfos, y aunque a muchos les de miedo esta revolución, cada vez somos más. 

¡Amar es cuidar, amar es disfrutar!

Coral Herrera Gómez


Artículo en inglés



Libros para la Revolución Amorosa

Podcast para la Revolución Amorosa

Posts para la Revolución Amorosa














































¡Vente con nosotras al Laboratorio del Amor!

2 de febrero de 2022

Libros para la Revolución Amorosa

 



Editorial Catarata, 2021, Madrid. 





Revolution Amoureuse, Coral Herrera Gómez

Editorial Binge Audio Editions, 

Traducción de Sophie Hofnung,

París, France, 2021.

Puedes adquirirlo en Fnac y en más de 160 librerías de Francia.




Libros de la Catarata, Madrid, 2020. 

Formato: papel y ebook








Coral Herrera Gómez, Editorial Libros de la Catarata, Madrid, 2018.











Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019











Coral Herrera Gómez, Editorial Fundamentos, Madrid, 2011. 
Formato: papel






25 de diciembre de 2021

Brindis por las Mujeres que se liberan


Un brindis por todas las mujeres que están ideando su proceso de liberación y pensando, mientras brindan en las cenas y comidas, que este es su último año. 

Mujeres que se están ilusionando en secreto con la idea de que van a recoger los frutos de las semillas que están sembrando, y que el Nuevo Año es el inicio de una nueva etapa en la que van a echar por fin a volar.

Saben que no va a ser fácil, que liberarse es un proceso de trabajo interior muy duro, que una no se transforma de la noche a la mañana, que cada una de nosotras necesitamos nuestro tiempo para liberarnos. 

Saben que no existen los milagros, que ya han esperado demasiado a que algo o alguien las libere, que la única magia posible es la que hacemos nosotras mismas. Saben que los cambios empiezan cuando empezamos a movernos, a hacer elecciones y a tomar decisiones. 

Brindo por todas las que, aunque tienen miedo ante la incertidumbre, saben que ya no hay vuelta atrás.

Da vértigo darse cuenta de que el presente se está convirtiendo en pasado, pero la alegría de vivir les empuja para delante. El futuro está en sus manos, y ya nadie las puede parar: están todas convencidas de que tienen derecho a disfrutar de la vida. 

Este año, por fin, se van a liberar.

Coral Herrera Gómez

#Liberaciones #AVolar 

Año nuevo, vida nueva: no te quedes sentada esperando 

Celebremos nuestras liberaciones

Bienvenidas de Soltera: mujeres que se liberan

Tu chico no te lo va a regalar







Si quieres liberarte en buenas compañías, ¡vente al Laboratorio del Amor!

Empezamos un nuevo curso: 

Mujeres que se liberan 

¡eres bienvenida! 




28 de febrero de 2021

Leyendo juntas a Coral Herrera: Puenteras de Colombia




Durante el mes de Febrero, la organización Puenteras de Colombia convocó a cientos de mujeres de varios países para leer juntas el libro "Dueña de mi amor". Fueron seis sesiones de trabajo colectivo virtual, y yo acudí a la última sesión, en la que pude conocer a las lectoras y a todas las mujeres que participaron en las sesiones, y contestar a todas las preguntas que me hicieron. Fue un encuentro muy emocionante, saber que buscáis herramientas para cambiar vuestra vida y que mis libros, mi blog y mis podcasts os ayudan me llenan de energía para seguir,

¡ muchas gracias a Puenteras y gracias a todas las participantes!

Aquí tenéis algunos fragmentos de los audios que se grabaron: 


Sesión 1




Sesión 2






 


Sesión 3





Sesión 4








Sesión 5








Sesión 6




















Aquí puedes ver la sesión final, en la que nos reímos y lloramos conectadas desde muchos países diferentes, ¡millones de gracias a Marcela y a Puenteras por estas lecturas colectivas!

Coral Herrera Gómez

26 de octubre de 2020

Los hombres, mejor como amantes




"Yo ahora tengo novio, sí, tengo varios novios, pero no lavo ni un calzoncillo más en mi vida", "a mí me encanta enamorarme, pero ya no soy sirvienta de nadie", "yo novios y amigos íntimos solo los domingos, el resto de los días los tengo muy ocupados", así hablan las Señoras que... han alcanzado la liberación. 

La mayoría cayó en su juventud en la trampa del amor romántico, y después de criar a sus hijos e hijas, y trabajar toda su vida sin descanso, enviudan o se divorcian, y empiezan una nueva etapa de sus vidas. Las veo tan liberadas y lo tienen tan claro: los hombres sólo para disfrutar. Nada de compartir techo: quedan con ellos para ir al cine, a manifestaciones, al museo, a pasear por el campo. Disfrutan sus sesiones de sexo y amor, leen juntos, escuchan música juntos, aprenden y practican bailes de salón, asisten a tertulias literarias, hacen deporte, o se escapan  unos días a conocer sitios nuevos, pero su vida no gira en torno a ellos. 

A estas Señoras las escucho hablar y me da subidón. Las miro y las admiro: disfrutan de su jubilación y sus ahorros, disfrutan de sus amigas, de sus nietos y nietas, se apuntan a clases de mil cosas, viajan,  van a conciertos y al teatro, o hacen ellas mismas teatro, militan en grupos de mujeres y movimientos sociales, hacen nuevas amistades, se cuidan mucho a sí mismas y entre ellas, y están como nunca. Por fin tienen tiempo para sí mismas, para dedicarse a sus pasiones, y los hombres no son el centro de su existencia, sino un afecto más en una red de afectos múltiples. 

Son Señoras que tienen más de 65 años y que se han liberado del mito romántico: ya se ilusionaron, ya se decepcionaron, y ahora no tienen tiempo que perder: los años que les queden de vida, quieren pasarlos bien, quieren vivir sin sufrimientos, sin sacrificios, sin tener que aguantar, y sin tener que renunciar a todo lo que renunciaron durante 30 o 40 años de sus vidas. Quieren disfrutar, y ya saben lo que quieren y lo que no, lo que les conviene y lo que no. Ojalá lo tuviéramos todas tan claro cómo ellas. 

Cuando escribí el libro "Dueña de mi amor" pensé en ellas, y en cómo podríamos contarle a las chicas más jóvenes todo lo que hay después de la boda romántica, para que no tengan que pasar por lo mismo, y para que puedan amar en libertad. Y me di cuenta de que la fórmula de las Señoras es la mejor... la más realista y la más práctica. Viven tan a gusto gozando de su libertad, de su dinero, de su energía de su tiempo, libres de su rol tradicional, autónomas y empoderadas... 

Los hombres mejor como amantes: ellos en su casa, nosotras en las nuestras. Todo son ventajas: el amor no se deteriora con la convivencia, no hay relaciones de abuso ni dominación, tienes mucho más tiempo libre, piensas más en ti y en tu placer, te da tiempo a echar de menos a tu chico y que te entren ganas de verle, y cuando os juntáis, aprovecháis el presente y lo vivís con mayor intensidad. Ambos os sentís libres, ambos tenéis vuestros propios espacios y tiempos, y no se acumula el rencor por las peleas cotidianas ni por la explotación doméstica, porque cada cual se encarga de lo suyo.

Cuando los hombres desaparecen del centro de tu vida, apareces tú, y gente maravillosa que te quiere y te cuida, y tus redes afectivas se multiplican: es entonces cuando comprendes que el amor está en todas partes, y que la pareja es una más de tus relaciones. 

Tú en tu casa, yo en la mía: así es más fácil quererse bien y disfrutar del sexo y del amor, con una red de gente estupenda, y una pareja que no ocupe todo el espacio ni el tiempo, los dos grandes tesoros de las Señoras que ya no sufren por amor. 

La gran pregunta que me hacen las mujeres de treinta años es: ¿ y como tenemos hijos con hombres sin vivir con ellos? Yo les hablo de las Mosuo, una tribu de Nepal en la que las mujeres no conviven con los hombres: comparten lecho en la noche con sus amados, pero por el día comparten cuidados, y están organizadas entre ellas para trabajar y criar. Así, cuando una relación sentimental se rompe, sufren por el dolor de la pérdida, pero no se hunden porque sus vidas siguen igual. Siguen viviendo en una red de afecto y apoyo mutuo: para ellas no tener pareja no significa quedarse sola. 

Y para las Señoras que, tampoco. Si lo que queremos es sufrir menos, y disfrutar más del amor, mi propuesta es que convirtamos a  nuestros amados en nuestros amantes, al menos hasta que nosotras dejemos de caer en el gran estafa romántica, y ellos aprendan a relacionarse con mujeres libres y autónomas. Nosotras llevamos años trabajándonos los patriarcados, pero no podemos sentarnos a esperar a que empiecen ellos. De momento, no lo necesitan.

Si no podemos tener relaciones de amor compañero con ellos, si no podemos construir parejas igualitarias basadas en los cuidados mutuos, entonces mejor ser prácticas y juntarnos con los hombres sólo para divertirnos y para disfrutar. Para compartir la vida podemos crear otro tipo de familias, con nuestra gente querida, con nuestras redes de mujeres.

¿Y qué pasaría con los hombres si nos negamos a formar un hogar y una familia feliz con ellos? Creo que para ellos también sería muy positivo. Tendrían que aprender a cuidarse a sí mismos, y  a cuidar a los demás, y serían más autónomos. Al principio les costaría renunciar a tener una asistenta personal gratis, y les costaría aprender a relacionarse con mujeres libres. Se sentirían como reyes destronados, pero podrían juntarse entre ellos para hablar de sus sentimientos y desahogarse. 

Sin duda se sentirían desorientados al no poder ocupar el centro de la vida de las mujeres, y al no ser necesarios para nada, pero con el tiempo empezarían a trabajarse los patriarcados para poder tener pareja y para poder disfrutar de sus hijos e hijas, los que quisieran ser papás. Como ya no tendrían a su disposición millones de mujeres deseosas y necesitadas de amor, entonces por fin necesitarán hacer cambios para adaptarse a los nuevos tiempos. Es posible que entonces puedan hacer autocrítica amorosa, personal y colectiva, pero eso no depende de nosotras. 

Nosotras solo podemos trabajar en nuestro proceso de liberación para ser autónomas emocional y económicamente, para apoyarnos y cuidarnos entre nosotras, y para poder construir relaciones con los hombres desde la libertad, no desde la necesidad ni la dependencia.  

¿Se imaginan los enormes cambios políticos y económicos que desataría esta transformación de nuestras relaciones? 


Coral Herrera 



Del capítulo: "Convierte a tu amado en tu amante: amor sin romanticismo, y otras utopías" en el libro "Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica"




28 de junio de 2010

Adictas al Amor Romántico





“Al principio, el amante se conforma con ver a su ser amado de vez en cuando.
Pero a medida que la adicción aumenta, necesita cada vez más dosis de “droga”. (…) Si la persona amada rompe la relación, el amante muestra todos los síntomas característicos de la abstinencia de las drogas, incluyendo la depresión, accesos de llanto, ansiedad, insomnio, pérdida de apetito, (o atracones de comida), irritabilidad y asilamiento crónico. Al igual que todos los adictos, el amante está dispuesto a pasar por todo tipo de experiencias nada saludables, humillantes e incluso físicamente peligrosas para conseguir su narcótico. Los amantes también reinciden, como los drogadictos. (…) Racine tenía razón cuando calificó al amante de “esclavo de la pasión” . Helen Fisher, 2004.


Erich Fromm denominó a esta época posmoderna "La Era de la Soledad", un tiempo que se caracteriza por el triunfo del individualismo, el anonimato, y el miedo a sentirse solo. Yo estoy convencida de que la gran utopía posmoderna es el amor romántico, provocada por el hambre de sentimientos y la sed de emociones que nos posee. 


Unos acuden a la fiesta, otros a los deportes de riesgo, y otros buscan a su media naranja con desesperación, esperando salvarse del aburrimiento y de la tiranía de la soledad. Los hay que, cuando se enamoran y son correspondid@s, abandonan amigos, aficiones, hábitos y rutinas, proyectos individuales y colectivos, y se encierran en una burbuja de amor que dura... lo que dura.


Y es que mientras dura, el amor pasional es un torrente de felicidad y una borrachera de ternura, deseo, sentimientos positivos, sensación  de euforia, intensidad en la alegría de vivir.  Creo que hemos sido much@s l@s que hemos podido experimentar ese estado de embriaguez que nos anula el raciocinio y nos mantiene un 90% del día pensando en nuestro amado/amada, así que solemos mostrar comprensión cuando vemos a un ser cercano pasar por esa etapa en la que se nos olvida todo, nuestro rendimiento en el trabajo disminuye, nuestra vida social se estrecha o se anula, y todo nuestro cuerpo se prepara continuamente para hacer el amor y ser amados/as sin control, sin mediciones, sin barreras. 


Helen Fisher afirma que el amor es una droga, porque posee una dimensión adictiva muy fuerte que provoca reacciones desatadas en nuestro organismo. Cuando nos enamoramos, el cuerpo experimenta una especie de tormenta química y segrega unas sustancias anfetamínicas como la dopamina, la norepinefrina, la testosterona, la adrenalina, la oxitocina y la vasopresina, entre otras; todas sustancias placenteras que genera nuestro cuerpo y que se encuentran en las drogas (naturales y sintéticas).


La analogía entre el estado de enamoramiento y el producido por los efectos de algunas sustancias psicotrópicas como el LSD está clara: sensación de euforia, hiperactividad, falta de concentración, exageración, vivencias intensas, obnubilamiento, pérdida del sueño, del hambre y del cansancio físico, etc. o como la morfina, con sus correspondientes fases de “subida” (enamoramiento), síndrome de abstinencia y tolerancia.






En sus experimentos de IMRf con personas enamoradas, Fisher se dio cuenta de que “Directa o indirectamente, casi todas las drogas afectan a un mismo recorrido cerebral, el sistema de recompensa mesolímbico, activado por la dopamina. El amor romántico estimula partes de este recorrido con la misma sustancia. De hecho, cuando los neurólogos Andreas Bartels y Semir Zeki compararon los escáneres cerebrales de sus sujetos enamorados con los de los hombres y mujeres que habían consumido cocaína u opiáceos, comprobaron que se activaban muchas de las mismas regiones cerebrales, incluida la corteza insular; la corteza cingulada anterior el caudado y el putamen”.


Muchos psicólogos defienden también esta idea de que el amor es una adicción porque el enamoramiento provoca estados de euforia, depresión y sobre todo dependencia afectiva. La pasión es extraordinariamente difícil de controlar y produce, entre otras emociones, ansiedad, obsesión, compulsión, distorsión de la realidad, dependencia emocional y física, cambio de personalidad y pérdida del autocontrol. El amante que está bajo este influjo muestra los tres síntomas clásicos de la adicción: tolerancia, abstinencia y reincidencia.




El hecho de que los amantes puedan permanecer despiertos toda la noche conversando y haciendo el amor es debido, según el psiquiatra Michael Liebowitz, al baño natural de anfetaminas que inundan los centros emocionales del cerebro, que contribuyen al optimismo y la energía desbordante que sentimos. Sin embargo, también el enamoramiento puede ser tremendamente doloroso: los enamorados sufren cuando se separan, por ejemplo, en los viajes de negocios o las vacaciones. Liebowitz piensa que durante la separación los enamorados se ven privados de su dosis diaria de drogas narcóticas naturales. Los niveles de endorfina bajan, y comienza la nostalgia y la melancolía, y en algunos casos, la desesperación.




La literatura, tanto científica como no, ha puesto de manifiesto que el enamoramiento no correspondido es una de las situaciones vitales que mayor sufrimiento acarrea para el ser humano (Yela García, 2002). El enamorado no correspondido puede llegar a perder no sólo la concentración en sus responsabilidades laborales e interpersonales, sino incluso el sueño, el apetito, y la propia motivación por la vida sin su amada. En esta línea, Fisher afirma que es posible que este circuito romántico sea en parte la causa de que algunos hombres y mujeres se muestren dispuestos a tolerar los malos tratos psicológicos y físicos: algunos amantes rechazados se comprometen a cosas ridículas o aceptan castigos horribles por temor a perder al ser amado. Liebowitz cree que estos adictos al amor sufren de bajos niveles de las drogas narcóticas naturales, de modo que se aferran a la persona amada porque lo prefieren antes que el riesgo de la baja de dichos opiáceos. Como los adictos a la heroína, están químicamente casados con sus parejas.





La noción de adicción estuvo ligada en su origen casi totalmente a la dependencia química, del alcohol o de drogas de diversos tipos. Según Anthony Giddens (1995), una vez medicalizada la idea, fue definida como una patología física cuando se expresa en una conducta compulsiva, y se mide por las consecuencias que tiene el hábito para el control del individuo sobre su vida: “Una compulsión es una forma de conducta que un individuo encuentra muy difícil, o imposible, de detener sólo con el poder de su voluntad. Obrar a impulsos de las mismas produce una liberación de tensiones. La conducta compulsiva se asocia al sentimiento de pérdida de control sobre el Ego. La adicción puede ser definida como un hábito estereotipado que se asume compulsivamente”.


Todas las adicciones son esencialmente narcotizantes, pero el efecto químico no es un elemento esencial de la experiencia adictiva; es más importante su dimensión psicológica.




La adicción es una reacción defensiva, una vía de escape, un reconocimiento de falsa autonomía que amenaza la integridad de nuestra autonomía. Anthony Giddens (1995) define a una persona codependiente como alguien que, para reforzar su sentido de seguridad ontológica, necesita otro individuo o conjunto de individuos. Esto es visible en la gente que se siente incapaz de vivir sol@ y que siempre encadenan parejas, una tras otra; al final no importa tanto con quien como el mismo hecho de tener pareja, que se puede convertir en una obsesión compulsiva.







Colette Dowling (2003) sostiene la idea de que la dependencia ha afectado más a las mujeres que a los hombres, y que es la principal fuerza que mantiene sujetas hoy día a las mujeres a situaciones de dominación y sumisión. A este fenómeno lo denomina “complejo de Cenicienta”: “un entramado de actitudes y temores largamente reprimidos que tienen sumidas a las mujeres en una especie de letargo que les impide el pleno uso de sus facultades y de su creatividad. Como Cenicientas, las mujeres esperan hoy algo que, desde el exterior, venga a transformar su vida”. La autora reconoce que la dependencia es completamente normal en los humanos, porque somos seres gregarios que necesitamos a los demás para sobrevivir. Sin embargo, en la sociedad patriarcal a las mujeres se las ha inclinado hacia la dependencia “hasta un grado realmente malsano”; a los niños se les educa para que sean independientes, y a las niñas se las cuenta relatos de princesas que esperan en su castillo a que venga un príncipe salvador que llene sus vidas; “el único salvador que conoce el muchacho, en cambio, es él mismo”.


También la dependencia masculina forma parte de la dinámica amorosa patriarcal, de modo que volvemos a insistir en la idea de que más que una adicción química o física, el enganche de la gente con el amor también es cultural. Porque se nos inocula el virus pasional mientras vemos películas, series, novelas, etc. de forma que mucha gente se pasa la vida enamorándose o suspirando por tener una relación que sea una continua borrachera de sentimientos y emociones.


Lo curioso es que esas borracheras duran poco porque el cerebro no puede pasarse años segregando continuamente esas metanfetaminas; por eso la gente cambia de pareja y quiere vivir nuevas aventuras, saborear la intensidad de las drogas naturales y alargarla lo más posible. El amante abandonado, en cambio, se queda con el mono; su cuerpo ya no segrega esas sustancias y entra en una fase de depresión tras la euforia. Viene la rabia, el síndrome de abstinencia, el deseo exacerbado, la melancolía... que también son emociones anfetamínicas que disminuyen hasta desaparecer con el tiempo. 


Coral Herrera Gómez



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