29 de abril de 2018
Las novias de La Manada
Las novias de #LaManada. Pienso mucho en las novias de los violadores sevillanos. No puedo dejar de pensar en cómo el amor nos ciega a las mujeres hasta el punto de no poder apreciar el peligro que corremos estando con un violador. Pienso en concreto en ellas porque he leído que creen que sus chicos son buenas personas. Aunque les ponga los cuernos, aunque se junte con amigos para violar y eyacular en el cuerpo de una mujer sin condón, aunque le roben el móvil para que no pueda pedir ayuda, aunque la dejen tirada y desnuda en un portal. Algunas defienden la inocencia de su novio aunque él mismo haya grabado su crimen y haya presumido de ello en su grupo de Whatssap. Imagino que alucinarán con las cientos de miles de personas que salimos a protestar el día de la sentencia, imagino que no entenderán porqué nos duele tanto la absolución de violación.
El entorno de los violadores culpabilizan a la víctima. Aplauden al violador cuando asegura que ella disfrutó mucho más que él. Las novias de La Manada, ¿Se podrán poner en el lugar de la víctima en algún momento?, ¿O creen que por culpa de ella todo el mundo llama violador a su novio, cuando en realidad lo que hicieron es una «fechoría», o una «chiquillada», cosas que hacen los chavales con novia cuando salen a divertirse?. Eso es lo que asegura el abogado y el juez: ella quiso y ahora los denuncia para hundirles la vida.
Las novias de #LaManada son como las heroínas de las novelas románticas, esas mujeres que creen ciegamente en su príncipe azul y defienden a su violador a capa y espada, creyendo que su entrega y fidelidad serán recompensados algún día. Las imagino indignadas pensando que qué injusto es que su chico sea tratado como un delincuente, y con miedo por el próximo juicio que tienen por otra violación grupal en Córdoba, porque aunque los absuelvan por violación algo les caerá por abuso. También imagino sus dudas y sus miedos, y lo que sentirán cuando algunas de sus amigas traten de hacerles ver que su novio además de machista es violento y peligroso, para ellas y para las demás mujeres. Debe de ser bien difícil estar en ese lugar, luchando por dentro y aferrandose al amor que sienten para perdonar las infidelidades, las mentiras, el machismo y para aguantar todo por amor.
Esta es la trampa del romanticismo patriarcal en la que caen miles de mujeres casadas con puteros y violadores como los de La Manada. Unos violan gratis y otros pagando, unos a solas y otros en grupo, pero sus esposas creen que son buenas personas porque no perciben las mentiras y los cuernos como parte de la violencia machista que sufren. La dependencia emocional nos mantiene atrapadas a muchas en relaciones con machistas asquerosos y así seguirá siendo mientras nos sigan estafando con el mito del Amor romántico.
Las novias de La Manada no son «ellas», somos nosotras. Somos muchas las mujeres que pasamos años de nuestras vidas drogadas de amor romántico, todas en mayor o menor medida hemos buscado el príncipe azul y soñamos con la salvación. Muchas de nosotras, incluidas las feministas, nos autoengañamos esperando un cambio o un milagro en relaciones en las que no hay amor. Muchas aguantamos y sufrimos por amor, nos empequeñecemos para que nos quieran, nos quedamos en relaciones en las que no nos tratan bien y no nos sentimos felices. Todas nosotras nos hemos puesto sumisas creyendo que así nos van a querer más, hemos dejado de ser nosotras mismas, nos hemos entregado de un modo total y completo al amor. El autoengaño es global: la estafa romántica nos tiene anestesiadas a millones de mujeres en todo el mundo. Así que las novias de los violadores no son ellas, somos nosotras.
Hay que liberar al amor del machismo, hay que salir de las relaciones con tíos machistas, hay que dejar solos a los tíos violentos, hay que visibilizar sus caras, nombres y apellidos para que ninguna vuelva a querer y a cuidar a tipos así.
#MachismoMata#LoRománticoEsPolítico
Publicado por
Coral Herrera Gómez
27 de abril de 2018
La mejor medicina para el dolor y la rabia: tomar las calles
La mejor medicina contra la tristeza, la rabia, el dolor, el miedo que estamos sintiendo ante la sentencia que absuelve a #LaManada y legítima la violencia contra las mujeres es salir a las calles a juntarnos con toda la gente que se siente igual que nosotras y pide justicia para la víctima.
No hay otro tratamiento posible ante la depresión, la furia y la pena que estamos sintiendo: tomar las calles, hacer estallar las redes sociales y que ella sepa que no está sola, que no la vamos a dejar sola, que somos muchas, y cada vez más. Que vamos a acabar con el machismo de la justicia y de los medios de comunicación
#MachismoMata #NoEsNo #JusticiaPatriarcal #EstoEsUnaGuerra
No hay otro tratamiento posible ante la depresión, la furia y la pena que estamos sintiendo: tomar las calles, hacer estallar las redes sociales y que ella sepa que no está sola, que no la vamos a dejar sola, que somos muchas, y cada vez más. Que vamos a acabar con el machismo de la justicia y de los medios de comunicación
#MachismoMata #NoEsNo #JusticiaPatriarcal #EstoEsUnaGuerra
Publicado por
Coral Herrera Gómez
El machismo está organizado
El machismo está organizado: tienen periodistas, policías, abogados, fiscales y jueces trabajando para ellos. Hay muchos hombres implicados en esta guerra contra las mujeres, y hay muchos intereses y mucho dinero por medio.
El terror machista no preocupa al Gobierno ni a la opinión pública porque los medios nos hacen creer que las violaciones, los malos tratos, los secuestros, y los asesinatos de cada día son sucesos aislados.
Ademas, culpabilizan a las mujeres de la violencia que sufren, para que no parezca que es un asunto político que nos afecta a todas a lo largo de nuestras vidas.
Si, es una guerra, tienen las leyes, tienen los medios de comunicación, tienen sus lobbys, tienen sus vicios, tienen sus negocios. Los machistas han construido una red inmensa de burdeles para traficar con esclavas sexuales, gozan de una inmensa impunidad, se ayudan los unos a los otros, tienen todo a su favor.
Los machistas odian a las mujeres, las cosifican y las utilizan, las engañan y las humillan, comercian con ellas y sus bebés, las cazan como cazan a los animales, las violan y se hacen fotos con ellas para presumir con sus amigos. Violan porque necesitan sentirse poderosos y demostrar su virilidad ante el grupo. Violan porque los medios los defienden y los jueces los absuelven.
Los machistas se organizan a través de las redes sociales. Muchos de ellos acumulan denuncias por violencia machista hacia sus ex parejas, o no pagan la pensión, o tienen algún trauma que les mantiene obsesionados y machacando con la idea de que el patriarcado no existe, las feministas somos unas extremistas, y las mujeres que no obedecen los mandatos patriarcales merecen su castigo. Su modus operandi es el negacionismo y el victimismo: consideran el machismo un invento de las feministas, y afirman que ellos son en realidad las víctimas del poder de las mujeres.
Los machistas se reúnen en foros para organizar ataques contra blogs, webs y perfiles de feministas, especialmente odian a las abolicionistas.
Se meten con todas las que hablamos de igualdad: nos amenazan, nos quieren callar la boca, nos meten miedo, nos hackean las redes, pero nosotras seguimos en la lucha.
Las feministas estamos en las calles protestando contra la violencia, peleando por nuestros derechos, combatiendo las injusticias, y solidarizandonos con las víctimas del terrorismo machista.
Cada vez somos más, no hay quien nos pare.
#StopGuerraContraLasMujeres #AutodefensaFeminista #MachismoMata #TerrorMachista #LaManada
El terror machista no preocupa al Gobierno ni a la opinión pública porque los medios nos hacen creer que las violaciones, los malos tratos, los secuestros, y los asesinatos de cada día son sucesos aislados.
Ademas, culpabilizan a las mujeres de la violencia que sufren, para que no parezca que es un asunto político que nos afecta a todas a lo largo de nuestras vidas.
Si, es una guerra, tienen las leyes, tienen los medios de comunicación, tienen sus lobbys, tienen sus vicios, tienen sus negocios. Los machistas han construido una red inmensa de burdeles para traficar con esclavas sexuales, gozan de una inmensa impunidad, se ayudan los unos a los otros, tienen todo a su favor.
Los machistas odian a las mujeres, las cosifican y las utilizan, las engañan y las humillan, comercian con ellas y sus bebés, las cazan como cazan a los animales, las violan y se hacen fotos con ellas para presumir con sus amigos. Violan porque necesitan sentirse poderosos y demostrar su virilidad ante el grupo. Violan porque los medios los defienden y los jueces los absuelven.
Los machistas se organizan a través de las redes sociales. Muchos de ellos acumulan denuncias por violencia machista hacia sus ex parejas, o no pagan la pensión, o tienen algún trauma que les mantiene obsesionados y machacando con la idea de que el patriarcado no existe, las feministas somos unas extremistas, y las mujeres que no obedecen los mandatos patriarcales merecen su castigo. Su modus operandi es el negacionismo y el victimismo: consideran el machismo un invento de las feministas, y afirman que ellos son en realidad las víctimas del poder de las mujeres.
Los machistas se reúnen en foros para organizar ataques contra blogs, webs y perfiles de feministas, especialmente odian a las abolicionistas.
Se meten con todas las que hablamos de igualdad: nos amenazan, nos quieren callar la boca, nos meten miedo, nos hackean las redes, pero nosotras seguimos en la lucha.
Las feministas estamos en las calles protestando contra la violencia, peleando por nuestros derechos, combatiendo las injusticias, y solidarizandonos con las víctimas del terrorismo machista.
Cada vez somos más, no hay quien nos pare.
#StopGuerraContraLasMujeres #AutodefensaFeminista #MachismoMata #TerrorMachista #LaManada
Publicado por
Coral Herrera Gómez
20 de abril de 2018
Pasos a seguir para triunfar en el amor
Joe Webb, artista |
Así que se nos invita a moderar el largo de nuestros escotes y nuestras faldas, dejamos el rojo pasión del pintalabios, y los selfies provocativos en las redes sociales. Ya no nos hace falta despertar el deseo de los machos, ahora hay que demostrarle al príncipe azul que somos su princesa. Estos son los dos únicos modelos de feminidad que nos ofrece el patriarcado: santas o putas. Los hombres de bien nunca se casan con putas, así que el único camino es demostrar que somos mujeres buenas, fieles y sumisas para que al menos uno se enamore de nosotras.
Venus trasmutando en Hera: pasan los siglos y la cultura patriarcal nos sigue enviando los mismos mensajes para que sigamos obedeciendo los mandatos de género. Y para que nuestro objetivo en la vida sea ser reconocidas, deseadas y amadas por un hombre. Algunas permanecen siempre en la categoría de «mujeres para follar», gratis o pagando, y otras logran subir al trono del matrimonio y reinar desde su posición de madres-esposas. Esas son las que "triunfan".
Ya es hora de romper esta jerarquía que nos divide en dos grupos opuestos y nos coloca en diferentes categorías. Hay que desobedecer los mandatos de género y romper con estos estereotipos y roles que nos mantienen subordinadas a la dominación masculina y nos hacen creer que sin el amor de un hombre no somos nada.
#NiPrincesasNiPutas #OtrasFormasDeSerMujeresSonPosibles
#MujeresQueYaNoSufrenPorAmor
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Coral Herrera Gómez
(h)amor 3: celos y culpas
Amor, celos y culpas: si mañana viernes 20 de Abril os apetece disfrutar de la Noche de los Libros en Madrid, se presenta uno en el que he participado yo con un capítulo,
(h)amor 3: celos y culpas,
de la editorial Continta Me Tienes,
en compañía de autoras como Pamela Palenciano Jódar, Giazú Enciso Domínguez, Roy Galán, Miguel Vagalume, Nuria Alabao, Daniel Cardoso, Roma de las Heras y Ana G. Borreguero, y Patricia González.
Sitio y hora: Museo La Neomudejar (c/Antonio Nebrija, s/n), Madrid, a las 21h.
Podéis adquirirlo aquí, el envío es gratis en toda la península y Baleares (España):
http://contintametienes.com/producto/hamor-3-celos-y-culpas/
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Coral Herrera Gómez
17 de abril de 2018
Infancias felices para cambiar el mundo
Para cambiar el mundo, hay que empezar por la infancia: tenemos que dejar de maltratar emocionalmente a los niños y a las niñas. El planeta está poblado de adultos traumados y mutilados que sufrieron mucho en su infancia y están llenos de heridas sin cicatrizar.
Tenemos que crear las condiciones para que todas podamos vivir nuestros primeros años de vida libres de violencia, y llenos de amor, de cuidados y de afectos. Tenemos, también, que dotar de herramientas a los adultos y adultas del futuro para que aprendan a gestionar y a expresar sus emociones, a resolver conflictos, a actuar sin hacer daño a los demás, a respetar a la gente diversa, a convivir tejiendo redes de solidaridad y amor del bueno.
Nosotras no recibimos esa educación, y muchas no recibieron tampoco la atención, el tiempo y el cariño que necesitaban de sus seres queridos. Por eso sufrimos tantas enfermedades mentales y emocionales, aumentan las depresiones y los suicidios, y la vida se nos hace tan dura.
La única forma de salvarnos como especie es cuidar a las generaciones más nuevas para que crezcan felices. Tenemos que tratarlos comos sujetos de plenos derechos, y sobre todo, tenemos que luchar por los derechos de las mujeres para que podamos elegir libremente la maternidad, y podamos traer niños y niñas deseadas a la vida.
Hay que luchar para que todas puedan vivir una infancia sin guerras, ni odio, ni abusos, ni explotación. Que no tengan que pasar hambre, que no sufran violaciones, castigos ni torturas, que no se mueran de frío, que no tengan que lanzarse al mar para huir de su país, que no tengan que sufrir la pérdida de sus seres queridos.
Necesitamos aprender a querernos bien y a tratarnos bien, especialmente tratar bien a los seres más vulnerables y desprotegidos. Hay que tomarse en serio la salud mental y emocional, el bienestar,la felicidad, y los derechos de los niños y las niñas: necesitamos gente adulta sana, alegre, creativa, bondadosa, rebelde, sensible, comprometida y solidaria para crear un mundo mejor.
#QuererseBien
#SufrirMenosYDisfrutarMás
#OtrasFormasDeRelacionarnosSonPosibles
#DerechosHumanosDeLosyLasNiñas
#StopAbusoSexualInfantil
#BuenosTratos #InfanciasFelices #SaludMentalYEmocional
Publicado por
Coral Herrera Gómez
13 de abril de 2018
¿Seguro que ya no queremos ser princesas?
Los modelos que luce Kate, la futura reina de Inglaterra, se agotan a las pocas horas de estrenar vestido. Sus peinados, su forma de caminar, su forma de hablar son imitados en todo el mundo. Su boda fue vista por miles de millones de personas: es una divinidad del siglo XXI, un modelo a seguir para todas nosotras. Es una mujer admirada porque conquistó al futuro rey de Inglaterra, y con sus encantos se situó en la cúspide del mundo. Salió de su anonimato y captó todo el foco mediático desde el primer segundo: es la mujer triunfadora que encontró a su príncipe azul y lo enamoró para siempre. Es la prueba de que el amor verdadero existe, y que es posible ser feliz en un palacio con una vida de lujo. Es una princesa moderna, una mujer de hoy en día, una excelente madre, una chica del pueblo que está a la altura de las circunstancias, y que cumple con las expectativas que todo el mundo tiene sobre cómo debe ser la mujer ideal.
El mito de la princesa es un mito muy potente que hemos interiorizado en nuestra más tierna infancia, y que resulta muy difícil de desmontar a pesar de que la realidad nos muestra que son muy pocas las mujeres que lo logran. Levanta pasiones en la mayor parte de las mujeres de este planeta porque a todas nos gustaría sentirnos amadas de un modo total y absoluto, y a todas nos gustaría cambiar de vida y dejar a un lado las angustias económicas que pasamos para llegar a fin de mes.
Sin embargo, en todas nosotras también habita la princesa que sueña con el príncipe azul o con la otra princesa con la que reinará en el paraíso romántico. Nos lo trabajamos mucho para controlar el princesismo, pero es bien difícil porque en las princesas se condensan varios mitos muy potentes de nuestra cultura romántica: el mito del milagro romántico gracias al cual encontrarás a tu media naranja entre seis mil millones de personas. el mito del amor verdadero y la felicidad eterna, el mito del sapo que se convierte en príncipe azul y el mito del amor que te salva y te cambia la vida para siempre.
El amor romántico es una estafa que nos seduce para que las mujeres asumamos voluntariamente todos los estereotipos, roles, mitos y mandatos de género cuando nos emparejamos. Su mensaje subliminal va directo a nuestro Ego, que cuanto más inseguro es, más necesita sentirse importante, único, y especial. Alimentamos nuestros Egos con los aplausos de los demás, y con el placer que nos hace sentir despertar la admiración, el deseo y la envidia de los conocidos, y de los desconocidos. Nos encanta admirar a famosas y soñamos con llegar a serlo, aunque no es la envidia ni el deseo de los demás lo que necesitamos: lo verdaderamente importante para cualquier ser humano es ser aceptada, sentirse querida y obtener reconocimiento de nuestra gente cercana: familia, amigos y amigas, compañeras de trabajo o de estudios, vecinas de la comunidad, y nuestra pareja.
Las mujeres no tenemos muchas oportunidades de aparecer en los medios de comunicación, excepto si somos guapas y jóvenes y nos dedicamos a cantar, a actuar, a modelar, o a posar. Tampoco en los libros de texto, excepto cuando nos casamos con dictadores, emperadores, príncipes o reyes. Como son muy pocas las mujeres que triunfan, el amor romántico nos ayuda un poco: podemos vestirnos de princesas el día de nuestra boda, podemos llegar a ser importantes para una sola persona, podemos ocupar el centro de su vida.
El mito del príncipe azul no sólo nos regala a un hombre perfecto (cariñoso, leal, honesto, guapo, rico, sensible, duro, bondadoso, valiente, culto, simpático, deportista, amoroso, divertido y fiel), también nos hace soñar con la posibilidad de ser amada de un modo total y absoluto por alguien que nos acepte tal y como somos, que nos quiera mucho y para siempre, que nos acompañe en el camino de la vida hasta que llegue la muerte, que sea capaz de sacrificarse y dejarlo todo por nosotras, que viva por y para nosotras, que nos tenga como a una reina.
Este mito de la princesa está en todos los relatos de ficción y en los de la realidad, nos seduce desde todos los frentes. Príncipes solteros de carne y hueso hay pocos, es cierto, pero también están los marqueses, los duques, los condes, y todos los primos de las extensas familias reales europeas. Además, hay unos cuantos multimillonarios: políticos, cantantes, actores, empresarios, futbolistas, toreros que si se fijan en ti pueden cambiarte la vida.
Millones de mujeres sienten fascinación por estas historias de salvación y transformación con finales felices. Es algo así como la ilusión de la lotería: un día aparecerá él en el horizonte con su caballo blanco para salvarme de mi propia realidad.
Los medios nos endiosan a las pocas mujeres que logran salvarse por amor, y que viven como reinas gracias a su belleza y sus encantos. Las gordas, las feas, las ancianas, las mujeres con discapacidades no están, no aparecen, no protagonizan películas ni salen en portadas, no están en la alfombra roja, y no las quiere nadie. Aprendemos muy pronto que en la vida y en el amor sólo triunfan las guapas, por eso nos sometemos a la tiranía de la belleza y obedecemos al patriarcado, que nos recuerda una y otra vez que para estar guapas hay que sufrir, y para ser amadas, también.
El miedo a no ser aceptadas, a no ser queridas, a quedarnos solas, nos tiene aterrorizadas. Y el patriarcado se aprovecha de eso, haciéndonos creer además que la única forma de amor que existe es la pareja, y poniendo a todos los demás afectos de nuestras vidas en escalas inferiores, como si no necesitasemos a nadie más en nuestras vidas cuando nos enamoramos.
Las mujeres seguimos queriendo ser princesas de nuestro pequeño reino, y uno de los pocos espacios en el que tenemos poder es en el del sexo y el amor, por eso aspiramos a poder enamorar a un hombre, y si es rico y poderoso, mejor. Hay una industria enorme en torno a este sueño del ascenso social por amor: la industria del corazón invierte millones en alimentar este mito de princesas y príncipes que se casan por amor. Por eso nos deleitamos y morimos de envidia con esas fotos de las revistas llenas de amor, abundancia, armonía, lujo y felicidad.
Las princesas que triunfan gracias al amor acaban en un palacio o en una mansión con servicio doméstico. Se liberan del trabajo y de las tareas domésticas: su única misión es reproducirse, cuidar de su prole y ejercer de acompañante. Salen en todas las portadas, pero ninguna de ellas nos habla del precio que hay que pagar por estar ahí hasta que el sueño romántico se acaba.
Los medios nos endiosan a las pocas mujeres que logran salvarse por amor, y que viven como reinas gracias a su belleza y sus encantos. Las gordas, las feas, las ancianas, las mujeres con discapacidades no están, no aparecen, no protagonizan películas ni salen en portadas, no están en la alfombra roja, y no las quiere nadie. Aprendemos muy pronto que en la vida y en el amor sólo triunfan las guapas, por eso nos sometemos a la tiranía de la belleza y obedecemos al patriarcado, que nos recuerda una y otra vez que para estar guapas hay que sufrir, y para ser amadas, también.
El miedo a no ser aceptadas, a no ser queridas, a quedarnos solas, nos tiene aterrorizadas. Y el patriarcado se aprovecha de eso, haciéndonos creer además que la única forma de amor que existe es la pareja, y poniendo a todos los demás afectos de nuestras vidas en escalas inferiores, como si no necesitasemos a nadie más en nuestras vidas cuando nos enamoramos.
Las mujeres seguimos queriendo ser princesas de nuestro pequeño reino, y uno de los pocos espacios en el que tenemos poder es en el del sexo y el amor, por eso aspiramos a poder enamorar a un hombre, y si es rico y poderoso, mejor. Hay una industria enorme en torno a este sueño del ascenso social por amor: la industria del corazón invierte millones en alimentar este mito de princesas y príncipes que se casan por amor. Por eso nos deleitamos y morimos de envidia con esas fotos de las revistas llenas de amor, abundancia, armonía, lujo y felicidad.
Las princesas que triunfan gracias al amor acaban en un palacio o en una mansión con servicio doméstico. Se liberan del trabajo y de las tareas domésticas: su única misión es reproducirse, cuidar de su prole y ejercer de acompañante. Salen en todas las portadas, pero ninguna de ellas nos habla del precio que hay que pagar por estar ahí hasta que el sueño romántico se acaba.
Este sueño es una trampa para que todas nos sintamos especiales, y para que creamos que la magia del amor nos salvará también a nosotras de los trabajos precarios, de la pobreza, del vacío existencial, del aburrimiento, de la tristeza, la soledad y los miedos. Lo único que tenemos que hacer es ser tener fe y paciencia, ser discretas, mantenernos jóvenes y bellas, y esperar a solas la llegada del Príncipe Azul.
El mito del príncipe azul es también una estafa. Sólo existe en los cuentos y en las películas, y en nuestra imaginación. Tratamos de que los hombres encajen en nuestro modelo idealizado de masculinidad, y que asuman como propio nuestro modelo idealizado de amor en pareja, pero ni ellos calzan en este modelo, ni nosotras en el suyo.
Ellos sueñan con una princesa que no existe: quieren una mujer que sea moderna y tradicional, que se encargue de todo, que les cuiden y les amen con devoción, que nunca dejen de quererles, que sean fieles y honestas, que permanezcan un paso atrás de ellos, que no se quejen, que no sean dominantes, que sepan escuchar, que tengan carácter dulce y sumiso, que sean comprensivas y perdonen todas las traiciones, que aguanten todo lo que le eches encima sin protestar, que callen cuando tengan que callar, que cocinen rico y hagan todas las tareas con buen humor, que dejen de trabajar y abandonen el espacio público al casarse, que les guste el sexo pero sólo con ellos, que cuiden su línea y su belleza para agradarles, que no limiten su libertad, que cumplan con sus deseos y sus necesidades con alegría, que sean dependientes y no tengan vida propia ni pasiones propias, que renuncien a su libertad y a sus proyectos, que abandonen su mundo social y afectivo, que permanezcan en la casa felices, que den menos importancia a los demás afectos, que se dediquen por completo a dar amor.
No existen esas princesas.
Nosotras no somos esas princesas
Pero a veces fantaseamos con serlo. Las bodas reales son el ejemplo de cómo el mito de la plebeya que se convierte en princesa levanta pasiones en todas nosotras, también en las feministas. Son uno de los acontecimientos mediáticos más masivos del planeta, es el evento en el que todas las mujeres que lo deseen puedan proyectar su deseo de encontrar el amor, de ser alguien, de cambiar su vida. Las audiencias que alcanzan las retransmisiones de las bodas reales engloban a miles de millones de personas: todo un planeta pendiente de una mujer que ha conseguido cumplir su sueño de ser princesa, y aspirar al trono de reina, el máximo puesto que una mujer puede alcanzar en su vida según los cuentos Disney tradicionales.
El mito del príncipe azul es también una estafa. Sólo existe en los cuentos y en las películas, y en nuestra imaginación. Tratamos de que los hombres encajen en nuestro modelo idealizado de masculinidad, y que asuman como propio nuestro modelo idealizado de amor en pareja, pero ni ellos calzan en este modelo, ni nosotras en el suyo.
Ellos sueñan con una princesa que no existe: quieren una mujer que sea moderna y tradicional, que se encargue de todo, que les cuiden y les amen con devoción, que nunca dejen de quererles, que sean fieles y honestas, que permanezcan un paso atrás de ellos, que no se quejen, que no sean dominantes, que sepan escuchar, que tengan carácter dulce y sumiso, que sean comprensivas y perdonen todas las traiciones, que aguanten todo lo que le eches encima sin protestar, que callen cuando tengan que callar, que cocinen rico y hagan todas las tareas con buen humor, que dejen de trabajar y abandonen el espacio público al casarse, que les guste el sexo pero sólo con ellos, que cuiden su línea y su belleza para agradarles, que no limiten su libertad, que cumplan con sus deseos y sus necesidades con alegría, que sean dependientes y no tengan vida propia ni pasiones propias, que renuncien a su libertad y a sus proyectos, que abandonen su mundo social y afectivo, que permanezcan en la casa felices, que den menos importancia a los demás afectos, que se dediquen por completo a dar amor.
No existen esas princesas.
Nosotras no somos esas princesas
Pero a veces fantaseamos con serlo. Las bodas reales son el ejemplo de cómo el mito de la plebeya que se convierte en princesa levanta pasiones en todas nosotras, también en las feministas. Son uno de los acontecimientos mediáticos más masivos del planeta, es el evento en el que todas las mujeres que lo deseen puedan proyectar su deseo de encontrar el amor, de ser alguien, de cambiar su vida. Las audiencias que alcanzan las retransmisiones de las bodas reales engloban a miles de millones de personas: todo un planeta pendiente de una mujer que ha conseguido cumplir su sueño de ser princesa, y aspirar al trono de reina, el máximo puesto que una mujer puede alcanzar en su vida según los cuentos Disney tradicionales.
Ya que no seremos reinas, al menos que nuestro amor nos trate como a una princesa. Nos conformamos con un hombre nos quiera, nos cuide, nos proteja y nos acompañe, que nos cubra de mimos, de besos y de piropos, nos haga regalos y nos colme de atenciones. Un hombre que se desviva por nosotras, que se encargue de nosotras, que cumpla nuestros deseos, que asuma la responsabilidad sobre nuestro bienestar y nuestra felicidad.
Vivimos en un mundo que nos trata como a seres inferiores, pero nos ofrece la utopía amorosa igualitaria con la promesa de que el amor nos iguala a hombres y a mujeres. Gracias al amor de un hombre, ya no sufriremos tanto la pobreza, la marginación y la violencia, obtendremos más recursos, gozaremos de mayor respeto por parte de la sociedad, subiremos nuestro status, y dejaremos de pertenecer al bando de las perdedoras. Desde pequeñitas nos enseñan que todas las mujeres son malas, menos nosotras, que somos las buenas. Las demás son manipuladoras, perversas, interesadas, egoístas, malvadas. débiles. Por eso en algunos países es tan rara la amistad entre mujeres. Empleamos mucho tiempo y energía en competir entre nosotras por ser las más guapas, sexys, alegres y divinas. Y por eso, también, hacemos lo que haga falta para machacar a las que más brillan. Nos educan para que a las demás las sintamos como una amenaza y las tratemos como si fueran nuestras enemigas, no como compañeras ni como hermanas.
Vivimos en un mundo que nos trata como a seres inferiores, pero nos ofrece la utopía amorosa igualitaria con la promesa de que el amor nos iguala a hombres y a mujeres. Gracias al amor de un hombre, ya no sufriremos tanto la pobreza, la marginación y la violencia, obtendremos más recursos, gozaremos de mayor respeto por parte de la sociedad, subiremos nuestro status, y dejaremos de pertenecer al bando de las perdedoras. Desde pequeñitas nos enseñan que todas las mujeres son malas, menos nosotras, que somos las buenas. Las demás son manipuladoras, perversas, interesadas, egoístas, malvadas. débiles. Por eso en algunos países es tan rara la amistad entre mujeres. Empleamos mucho tiempo y energía en competir entre nosotras por ser las más guapas, sexys, alegres y divinas. Y por eso, también, hacemos lo que haga falta para machacar a las que más brillan. Nos educan para que a las demás las sintamos como una amenaza y las tratemos como si fueran nuestras enemigas, no como compañeras ni como hermanas.
El amor romántico es un espejismo, una ilusión, una utopía: nos hace creer que la salvación está en buscarnos cada cual nuestro paraíso romántico, cuando la única manera de cambiar el mundo en el que vivimos es juntarnos para luchar por nuestros derechos y por un reparto más justo y equitativo de los recursos del planeta.
El amor romántico es una gran mentira: nadie nos obliga, pero nos sometemos voluntariamente a hombres que no nos quieren bien pensando que quizás algún día nos quieran más, nos quieran mejor. Es una trampa para que cuidemos y amemos a hombres que no nos corresponden, que no nos tratan bien, que abusan de nuestra capacidad para sacrificarnos por amor. Es una trampa para que creamos que necesitamos a un hombre en nuestras vidas, aunque no sea cierto.
¿Cómo liberarnos de este deseo de ser princesas o de ser tratadas como princesas por nuestras parejas, entonces? A nivel personal, el trabajo consiste en cuidar nuestra autoestima y bajar los niveles de Ego para no depender tanto del reconocimiento de los demás, para no necesitar tantos aplausos y admiración, para no depender del amor de un hombre, para liberarnos de la envidia y del deseo de despertar la envidia de los demás. El objetivo de este trabajo sería poder relacionarse horizontal e igualitariamente con nuestras parejas, y con los demás. Abandonar las luchas de poder, el afán de dominación y de control, el deseo de ser superior a las demás, la necesidad constante de reconocimiento masculino.
En el Laboratorio del Amor nos trabajamos el mito de la princesa desde la autocrítica amorosa, haciéndonos preguntas y cuestionándonos a nosotras mismas: ¿por qué necesito sentirme importante?, ¿cuanto dinero, energía y tiempo le dedico al amor (a buscarlo, a gozarlo, a alimentarlo o a sufrirlo)?, ¿cómo fortalecer mi autonomía y mi libertad?, ¿cómo asumir la responsabilidad que tengo sobre mi salud mental, emocional y física?, ¿cómo asumir la responsabilidad que tengo sobre mi felicidad?, ¿cómo salvarme a mi misma y de paso salvarnos todas juntas expandiendo el amor más allá de la pareja?, ¿de verdad soy tan diferente a las demás?, ¿de verdad soy tan especial y tan buena persona?, ¿en serio me merezco algo mejor que las demás, o nos lo merecemos todas?, ¿realmente necesito a alguien que me proteja?, ¿en qué me beneficia sentir la envidia de los demás?, ¿qué ocurre cuando dejo de ser amada?, ¿qué pasa cuando las cosas no funcionan en una relación y sigo empeñada en ser tratada como una princesa?, ¿seguro que el amor verdadero es perfecto y eterno?, ¿cuánto tiempo estoy dispuesta a permanecer a la espera del milagro del amor?, ¿tengo realmente ganas de buscar a un tipo que quizás no existe?
A nivel colectivo, se trata de desmontar el mito y proponer otros modelos de feminidad basados en la diversidad, tanto para la infancia como para las mujeres jóvenes y las adultas. Otras tramas, otras protagonistas, otros finales felices son posibles: ya hay mucha gente inventando otros cuentos y visibilizando a mujeres de carne y hueso que aportan a la construcción de un mundo mejor. La visibilización y creación de otros modelos de feminidad ayudarán mucho a que las nuevas generaciones tengan nuevas referencias y nuevas heroínas, a que desobedezcan los mandatos de género, y a que se liberen de los mitos del romanticismo.Nos hace falta mucho feminismo, mucha autocrítica, mucho amor del bueno para trabajar este y otros mitos a solas y en buenas compañías.
Yo siento que vamos avanzando: hasta Disney está tomando nota y está modernizando un poco a sus princesas. Sabemos que otros modelos de feminidad son posibles, y la realidad está llena de ellos. Las calles están llenas de mujeres diversas, mujeres luchadoras, inteligentes, comprometidas y solidarias. Mujeres que son un ejemplo para todas nosotras por su valentía, su bondad, su rebeldía, su honestidad, su generosidad, su autonomía, y su libertad. Mujeres que aportan cada día con su trabajo a la construcción de un mundo mejor. Son las mujeres que queremos ver en las películas, en las novelas, en los telediarios, en las series de televisión, en los periódicos, en los libros de texto: estas son las heroínas de las que querríamos aprender, las mujeres que querríamos llegar a ser.
Coral Herrera Gómez
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El amor romántico es una gran mentira: nadie nos obliga, pero nos sometemos voluntariamente a hombres que no nos quieren bien pensando que quizás algún día nos quieran más, nos quieran mejor. Es una trampa para que cuidemos y amemos a hombres que no nos corresponden, que no nos tratan bien, que abusan de nuestra capacidad para sacrificarnos por amor. Es una trampa para que creamos que necesitamos a un hombre en nuestras vidas, aunque no sea cierto.
¿Cómo liberarnos de este deseo de ser princesas o de ser tratadas como princesas por nuestras parejas, entonces? A nivel personal, el trabajo consiste en cuidar nuestra autoestima y bajar los niveles de Ego para no depender tanto del reconocimiento de los demás, para no necesitar tantos aplausos y admiración, para no depender del amor de un hombre, para liberarnos de la envidia y del deseo de despertar la envidia de los demás. El objetivo de este trabajo sería poder relacionarse horizontal e igualitariamente con nuestras parejas, y con los demás. Abandonar las luchas de poder, el afán de dominación y de control, el deseo de ser superior a las demás, la necesidad constante de reconocimiento masculino.
En el Laboratorio del Amor nos trabajamos el mito de la princesa desde la autocrítica amorosa, haciéndonos preguntas y cuestionándonos a nosotras mismas: ¿por qué necesito sentirme importante?, ¿cuanto dinero, energía y tiempo le dedico al amor (a buscarlo, a gozarlo, a alimentarlo o a sufrirlo)?, ¿cómo fortalecer mi autonomía y mi libertad?, ¿cómo asumir la responsabilidad que tengo sobre mi salud mental, emocional y física?, ¿cómo asumir la responsabilidad que tengo sobre mi felicidad?, ¿cómo salvarme a mi misma y de paso salvarnos todas juntas expandiendo el amor más allá de la pareja?, ¿de verdad soy tan diferente a las demás?, ¿de verdad soy tan especial y tan buena persona?, ¿en serio me merezco algo mejor que las demás, o nos lo merecemos todas?, ¿realmente necesito a alguien que me proteja?, ¿en qué me beneficia sentir la envidia de los demás?, ¿qué ocurre cuando dejo de ser amada?, ¿qué pasa cuando las cosas no funcionan en una relación y sigo empeñada en ser tratada como una princesa?, ¿seguro que el amor verdadero es perfecto y eterno?, ¿cuánto tiempo estoy dispuesta a permanecer a la espera del milagro del amor?, ¿tengo realmente ganas de buscar a un tipo que quizás no existe?
A nivel colectivo, se trata de desmontar el mito y proponer otros modelos de feminidad basados en la diversidad, tanto para la infancia como para las mujeres jóvenes y las adultas. Otras tramas, otras protagonistas, otros finales felices son posibles: ya hay mucha gente inventando otros cuentos y visibilizando a mujeres de carne y hueso que aportan a la construcción de un mundo mejor. La visibilización y creación de otros modelos de feminidad ayudarán mucho a que las nuevas generaciones tengan nuevas referencias y nuevas heroínas, a que desobedezcan los mandatos de género, y a que se liberen de los mitos del romanticismo.Nos hace falta mucho feminismo, mucha autocrítica, mucho amor del bueno para trabajar este y otros mitos a solas y en buenas compañías.
Yo siento que vamos avanzando: hasta Disney está tomando nota y está modernizando un poco a sus princesas. Sabemos que otros modelos de feminidad son posibles, y la realidad está llena de ellos. Las calles están llenas de mujeres diversas, mujeres luchadoras, inteligentes, comprometidas y solidarias. Mujeres que son un ejemplo para todas nosotras por su valentía, su bondad, su rebeldía, su honestidad, su generosidad, su autonomía, y su libertad. Mujeres que aportan cada día con su trabajo a la construcción de un mundo mejor. Son las mujeres que queremos ver en las películas, en las novelas, en los telediarios, en las series de televisión, en los periódicos, en los libros de texto: estas son las heroínas de las que querríamos aprender, las mujeres que querríamos llegar a ser.
Coral Herrera Gómez
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Coral Herrera Gómez
7 de abril de 2018
Curso de Primavera en la Escuela del Amor
Curso Virtual en la Escuela del Amor
Duración: 14 semanas
Inicio: 15 de Abril de 2018
Dirigido a: Mujeres, hombres y gente diversa de todas las edades y países.
Precio: 80 euros
El precio del curso incluye:
-tres chats en directo con Coral Herrera,
-materiales, ejercicios y una caja de herramientas
-acceso a la Biblioteca del Amor, el Blog y el Cine-Fórum
-pasar a ser miembro permanente de la Escuela del Amor
Temas del Curso
1. Autoestima, autoamor, autocrítica amoroso y empoderamiento personal y colectivo.
2. El romanticismo patriarcal: desmitificando el amor.
3. Feminismos y masculinidades, ¿otras relaciones son posibles?
4. Soledades, rupturas, y duelos.
5. Nuestras utopías amorosas: pactos, estrategias y herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor.
Objetivos del Curso
En este curso trabajamos la autoestima y el autoamor, el empoderamiento personal y colectivo, la autocrítica amorosa y el auto-reconocimiento. Vamos a desmontar y desmitificar colectivamente el romanticismo patriarcal de nuestra cultura, y de nuestro interior. Vamos a aprender y debatir sobre los feminismos, la identidad femenina, la masculinidad patriarcal, y las relaciones heterosexuales en la era posmoderna de los amores líquidos. Vamos a hablar de nuestras soledades, de nuestros duelos y nuestras rupturas. Vamos a terminar imaginando otras formas de querernos, estableciendo pactos con nosotras mismas y con las compañeras, trabajando en todo aquello que queremos eliminar, añadir o transformar de nuestras vidas. Diseñaremos nuestra propia utopía amorosa colectivamente, y compartiremos herramientas para gestionar nuestras emociones, para llevar la teoría a la práctica, y para sufrir menos, y disfrutar más del amor.
El trabajo se divide en cinco módulos que duran dos semanas, en cada uno de ellos haremos ejercicios para trabajar individual y colectivamente. Además, dispondremos de materiales, un foro de acompañamiento y una caja de herramientas colectiva para trabajar durante todo el cuatrimestre juntas.
Vente con nosotras a trabajarte el amor, ¡en compañía se desaprende mejor!
Más info e inscripciones en mi web: http://otrasformasdequererse.com/escuela-del-amor/
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Coral Herrera Gómez
4 de abril de 2018
Gracias a todas y todos
El personaje de Coral Herrera no existiría sin las redes sociales, es decir, sin vosotras y vosotros. Nunca imaginé que algún día me iban a leer todos los días dos mil personas, cien mil al mes, cuatro millones en tan pocos años. Cuando publiqué mis dos primeros libros, no tuve entrevistas ni ruedas de prensa ni alcancé el foco mediático. Mi sueño era escribir en un periódico o trabajar en radio o televisión, y mandé muchos currículums, pero era el momento en el que estalló la crisis en España y los grandes medios estaban despidiendo a muchas trabajadoras. En lugar de darme por vencida, se me ocurrió hacer mi propio medio, y me abrí un blog que al principio sólo leían mis amigas y amigos, y luego fue creciendo y creciendo gracias a vosotras, que empezasteis a compartir en vuestros muros mis posts.
Poco a poco ha ido aumentando el número de amigos y amigas, y seguidoras, gracias a lo cual me empezaron a llamar para impartir conferencias y talleres en universidades, institutos, ayuntamientos, diputaciones, congresos, jornadas. Es gracias también al Facebook que empecé a ser conocida en América y me empezaron a invitar a países como México, Paraguay, Ecuador, Honduras, República Dominicana, Estados Unidos. Y según iba aumentando mi popularidad en las redes, los medos empezaron a fijarse en mí. La primera entrevista en un medio de masas fue en el Diario Público, luego me pidieron colaboraciones puntuales en El País y en eldiario.es. Recuerdo la emoción que sentí cuando me invitaron a participar en el programa de Documentos TV en RTVE. Pensé entonces que iba a poder tener autonomía económica y dar el salto a la fama, pero no. He pasado muchos años buscando empleo, trabajando gratis o muy precariamente, y esperando alguna llamada de esas grandiosas que te cambian la vida.
Afortunadamente, nunca he parado de trabajar y ya no necesito esa llamada. Le he dedicado mucho tiempo y cariño a mi blog y a mis redes, y al final siento que todo este amor ha dado sus frutos, porque gracias a vuestro reconocimiento y apoyo en las redes me atreví a fundar mi propia red (el Laboratorio del Amor), y a abrir mi propia Escuela del Amor en la que ya llevo dos años investigando y trabajando el tema con mujeres de todos los países. Hoy por fin puedo decir que siendo hija del Facebook, me leen muchas más personas de las que yo jamás hubiera podido soñar, y lo más increíble es que por fin vivo de mi trabajo, de mis contribuciones a medios digitales, de mis conferencias y talleres por el mundo. Mis ingresos son muy humildes y no son estables, pero puedo mantenerme a mi misma y a mi familia, que era mi meta desde que terminé mi tesis doctoral hace diez años.
Ha sido maravilloso darme cuenta de que no necesito el foco ni la fama: puedo vivir de mi trabajo gracias a esta comunidad de Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin, Pinterest y Google + que me lee, que comparte mis posts, que habla de mí, que comenta en mis publicaciones, que me recomienda y me anima a seguir. Me siento tan reconocida, valorada y querida aquí con vosotras, que no puedo evitar preguntarme si puedo estar a la altura recibiendo tanto amor del bueno. Gracias a todas y a todos por vuestro apoyo, me siento inmensamente afortunada.
#MisRedes #MisTribus #MiGente #ElFoco #LaFama#HijaDelFacebook #YaNoNecesitoEsaLlamada
#MilGracias
Poco a poco ha ido aumentando el número de amigos y amigas, y seguidoras, gracias a lo cual me empezaron a llamar para impartir conferencias y talleres en universidades, institutos, ayuntamientos, diputaciones, congresos, jornadas. Es gracias también al Facebook que empecé a ser conocida en América y me empezaron a invitar a países como México, Paraguay, Ecuador, Honduras, República Dominicana, Estados Unidos. Y según iba aumentando mi popularidad en las redes, los medos empezaron a fijarse en mí. La primera entrevista en un medio de masas fue en el Diario Público, luego me pidieron colaboraciones puntuales en El País y en eldiario.es. Recuerdo la emoción que sentí cuando me invitaron a participar en el programa de Documentos TV en RTVE. Pensé entonces que iba a poder tener autonomía económica y dar el salto a la fama, pero no. He pasado muchos años buscando empleo, trabajando gratis o muy precariamente, y esperando alguna llamada de esas grandiosas que te cambian la vida.
Afortunadamente, nunca he parado de trabajar y ya no necesito esa llamada. Le he dedicado mucho tiempo y cariño a mi blog y a mis redes, y al final siento que todo este amor ha dado sus frutos, porque gracias a vuestro reconocimiento y apoyo en las redes me atreví a fundar mi propia red (el Laboratorio del Amor), y a abrir mi propia Escuela del Amor en la que ya llevo dos años investigando y trabajando el tema con mujeres de todos los países. Hoy por fin puedo decir que siendo hija del Facebook, me leen muchas más personas de las que yo jamás hubiera podido soñar, y lo más increíble es que por fin vivo de mi trabajo, de mis contribuciones a medios digitales, de mis conferencias y talleres por el mundo. Mis ingresos son muy humildes y no son estables, pero puedo mantenerme a mi misma y a mi familia, que era mi meta desde que terminé mi tesis doctoral hace diez años.
Ha sido maravilloso darme cuenta de que no necesito el foco ni la fama: puedo vivir de mi trabajo gracias a esta comunidad de Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin, Pinterest y Google + que me lee, que comparte mis posts, que habla de mí, que comenta en mis publicaciones, que me recomienda y me anima a seguir. Me siento tan reconocida, valorada y querida aquí con vosotras, que no puedo evitar preguntarme si puedo estar a la altura recibiendo tanto amor del bueno. Gracias a todas y a todos por vuestro apoyo, me siento inmensamente afortunada.
#MisRedes #MisTribus #MiGente #ElFoco #LaFama#HijaDelFacebook #YaNoNecesitoEsaLlamada
#MilGracias
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Coral Herrera Gómez
3 de abril de 2018
Mujeres que trabajan con mujeres
A quien más admiro yo dentro de la lucha feminista es a todas las que están en el frente de batalla partiéndose el alma a diario. Hablo de todas las trabajadoras sociales que atienden a víctimas de violencia machista, de todas las psicólogas, educadoras sociales, maestras, profesoras, terapeutas, cooperantes... Todas las que trabajan con mujeres y niñas en riesgo de exclusión social, mujeres inmigrantes, esclavizadas por la trata, madres solteras precarias o pobres....Todas ellas combaten el machismo cuerpo a cuerpo, día a día, desde las instituciones o los colectivos, dan lo mejor de sí mismas, se dejan la piel y se agotan emocionalmente porque todas las historias las conmueven.
Los aplausos son para las escritoras, conferencistas, académicas o activistas estrella. A mi me encanta saber que mi trabajo ayuda a mucha gente, pero para mi lo más valioso es el trabajo en la calle y en las casas. Estas mujeres que aman su profesión y aman a las personas con las que trabajan son las que se merecen nuestra admiración, cariño y reconocimiento, porque para ellas las mujeres tienen nombre y apellidos, porque son las que conocen la realidad del patriarcado y lo transforman desde sus puestos de trabajo.
Yo quiero daros las gracias a todas por la ayuda que proporcionais a la gente que más lo necesita, y por contribuir a paliar el dolor, la angustia, los miedos, la soledad, la pena y la rabia de tantas mujeres. Gracias por hacer todos los días desde las trincheras un mundo más humano, gracias por vuestra solidaridad y vuestra lucha.
Los aplausos son para las escritoras, conferencistas, académicas o activistas estrella. A mi me encanta saber que mi trabajo ayuda a mucha gente, pero para mi lo más valioso es el trabajo en la calle y en las casas. Estas mujeres que aman su profesión y aman a las personas con las que trabajan son las que se merecen nuestra admiración, cariño y reconocimiento, porque para ellas las mujeres tienen nombre y apellidos, porque son las que conocen la realidad del patriarcado y lo transforman desde sus puestos de trabajo.
Yo quiero daros las gracias a todas por la ayuda que proporcionais a la gente que más lo necesita, y por contribuir a paliar el dolor, la angustia, los miedos, la soledad, la pena y la rabia de tantas mujeres. Gracias por hacer todos los días desde las trincheras un mundo más humano, gracias por vuestra solidaridad y vuestra lucha.
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Coral Herrera Gómez
1 de abril de 2018
El masoquismo romántico
Todo el masoquismo romántico lo hemos heredado del cristianismo. Nos gusta sufrir por amor porque Dios, el ser que más nos ama, se sacrificó por nosotros y sufrió una agonía terrible en la cruz para salvarnos de nuestros pecados y para demostrarnos cuanto nos quería. La cultura cristiana ensalza y adora esta capacidad para el sacrificio y el sufrimiento de Jesús, y nosotras aprendemos que eso es el amor, y así nos entregamos a él: devotas, de rodillas, sumisas, sufridoras, llenas de angustia y de dolor, como la Virgen María siguiendo a su hijo hacia la muerte.
Son muchos siglos de sadismo y masoquismo y por eso nos cuesta tanto disociar el amor del sufrimiento: seguimos creyendo que cuanto más sufrimos, más grande va a ser la recompensa que recibiremos. Nos prometen que alcanzaremos el Reino de los cielos, el paraíso romántico con nuestro Salvador, el Príncipe Azul.... y así es como caemos en la trampa de creer que es inevitable pasarlo fatal cuando amamos a alguien, nos pensamos a nosotras mismas como condenadas a sufrir el amor como si fuese una enfermedad, y como si no pudiésemos hacer nada por dejar de sufrir.
Resulta difícil desmontar la religión del romanticismo patriarcal, pero estamos en ello. Ya no nos resignamos, ya sabemos que no queremos torturas, castigos, culpa, desgarros, agonías: queremos disfrutar de nuestro derecho al placer y a la ternura con un compañero o compañera. Queremos un amor para ser felices, para crecer, para gozar. Queremos sufrir menos, y disfrutar más del amor, y de la vida, que es muy corta y hay que vivirla con alegría
#DiNoAlMasoquismoRomántico #StopSufrimientos #DerechoAlPlacer#QuererseBien #AmarEnLibertad #AmarConAlegría #Disfrutar#OtrasFormasDeQuererseSonPosibles
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Coral Herrera Gómez
22 de febrero de 2018
#ParoRomántico #8M
Las mujeres haremos también huelga de amor romántico el 8 de marzo para reivindicar que queremos ser tratadas como iguales en nuestras relaciones de pareja, queremos relaciones libres e igualitarias basadas en el amor compañero.
Queremos compartir el amor, hacerlo más grande, liberarlo de toda su carga machista y patriarcal, expandirlo a la tribu y a la comunidad.
Queremos garantizado nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia. Queremos reivindicar los amores diversos y que se respeten todas nuestras formas de amar, sea cual sea nuestra orientación sexual.
Queremos disfrutar del amor, del sexo, de los afectos en libertad. Queremos relaciones de respeto, de placer y cuidados mutuos, queremos educación sexual y emocional, queremos anticonceptivos y queremos que todas las mujeres podamos tener garantizados nuestros derechos sexuales y reproductivos.
#8M #HuelgaInternacionalDeMujeres #HuelgaFeminista #ParoRomántico #LoRománticoEsPolítico #NingúnAmorEsIlegal #OtrasFormasDeQuererseSonPosibles
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Coral Herrera Gómez
18 de febrero de 2018
Despacito: tenemos derecho a nacer y a morir sin prisas
Cuando mis abuelos murieron dejamos pasar unos minutos antes de llamar a las enfermeras para poder seguir hablando con ellos, para continuar agarrando su mano y acariciando su frente, para besarlos, para que no los reanimasen y para que no se los llevasen.
Primero murió mi abuelo, y cuando avisamos a las enfermeras de su fallecimiento, corrieron a darle descargas eléctricas para reanimarlo. Me dolió en el alma porque lo sentí como un acto lleno de violencia y crueldad. Dos meses después, cuando mi abuela se estaba muriendo, entraron las enfermeras a cambiarle los pañales. Me tuvieron que sacar de la habitación porque me moría de la rabia: "todas tenemos derecho a morir en paz, como se puede ser tan cruel", le grité a las enfermeras. Ellas estaban cumpliendo con su protocolo, y lo que querían era ya terminar de cambiar todos los pañales para rellenar las hojas y seguir con la siguiente tarea (repartir la merienda), pero me dolió tanto que fuesen tan insensibles. El protocolo médico es brutal e inhumano: no nos deja morir en paz, no nos deja nacer en paz.
La muerte es un proceso lento, y empieza incluso antes de que se pare el corazón. Los humanos que llegamos a viejos podemos durar días y meses muriéndonos hasta que nuestros corazones se paran. Cuando esto sucede, el cerebro no muere de inmediato, por eso cuando una persona es reanimada y su corazón vuelve a latir y recupera la consciencia, puede describir perfectamente lo que estaba pasando en la habitación durante el tiempo que estuvo muerto.
Los humanos no sabemos vivir la muerte ni dejamos que la gente se muera tranquila en los hospitales. Cuando se exhala el último suspiro, no hay tiempo para el recogimiento, el silencio, las despedidas. Generalmente el personal de los hospitales empiezan enseguida a moverse: encienden las luces azules, abren las ventanas para que se vaya la energía de la vida y la muerte que se mezclan y forman una masa densa que invade toda la habitación, desconectan los cables, empiezan a recogerlo todo, meten utensilios de limpieza en la habitación, empiezan a gestionar la cama para el próximo visitante, y se impone la vida: termina una cosa y empieza otra. Los familiares y amigos empiezan a llamar por teléfono, a recoger las pertenencias del muerto, a hablar del muerto como si no estuviera ahí. Pero está, y su cerebro y sus genes están trabajando.Y su energía sigue ahí, mientras se va desconectando poco a poco.
Por eso es tan importante poder morir en paz, tranquilos, rodeado de la gente a la que quieres, sin prisas y sobre todo sin interrupciones: la muerte es lenta y tiene su propio proceso, y todos los seres humanos tenemos derecho a morir despacito, a despedirnos, a disfrutar de las últimas emociones y los últimos recuerdos que nos trae la parte del cerebro que muere en último lugar: la memoria. Hay gente que al ser "resucitada" por la reanimación cardiopulmonar cuentan que han visto su vida pasar en pocos segundos y que el tiempo se dilata hasta el infinito en esos momentos. Es una pena que en ese tiempo maravilloso le interrumpan a una para meterte un termómetro en el culo o para preguntar qué tal va todo. También los vivos que acompañamos necesitamos vivir en silencio y tranquilidad esos momentos sagrados en los que se mezcla la energía de la vida y la muerte, tenemos derecho a tener un espacio propio para despedirnos para siempre de la persona a la que queremos. No importa que ya no respire: sigue ahí y si no queremos separarnos de inmediato, tenemos derecho a que se respete un momento de dolor tan intenso como estos.
Necesitamos muertes respetuosas y humanizadas del mismo modo que necesitamos partos humanizados, son los dos momentos más importantes de nuestras existencias. Y es que tampoco nos dejan nacer en paz. La medicina no comprende la diversidad de las mujeres, no confía en nuestra capacidad natural para dar a luz, y no respeta nuestros ritmos: pretende que duremos todas lo mismo. El ritmo de dilatación se estableció en 1950 a un centímetro por hora, pero esta medida es absurda: cada mujer pare a su ritmo: unas duran dos horas y otras duran tres días con sus tres noches. Nos dicen que no podemos esperar más allá de la semana 41 de embarazo. En algunos países se llega hasta la semana 42, pero es un medida muy moderna: antiguamente la gente venía al mundo cuando estaba preparada. Los bebés salen como los frutos que ya están maduros y se desprenden de su árbol.
Lo más común en los hospitales es que todo el mundo tenga prisa. Porque empieza el partido, porque se quieren ir ya a casa, porque llega el fin de semana, porque están cansados o porque se acumulan los partos y no hay camas. En muchos hospitales según saludas al llegar te enchufan oxitocina y te rompen la bolsa para acelerar el parto sin preguntar siquiera, y eso que todo el mundo sabe lo dolorosos y lo peligrosos que son los partos inducidos: se entra en una cadena de intervenciones que necesitan más intervenciones y medicalizan el parto sin necesidad alguna. Las mujeres que dan a luz no son enfermas: están dando la vida. Por eso merecemos ser las protagonistas absolutas de nuestros partos, y merecemos poder elegir la forma en que parimos, y trabajar nuestros dolores como queramos.
Nacer es igual que morirse: es un proceso lento que empieza antes del parto y que dura días. Por eso cuando se intenta acelerar el nacimiento o la muerte estamos ejerciendo violencia sobre los seres humanos que llegan y se van de la existencia. Hay un momento mágico en el parto en el que todo se para, el cuerpo se para. Necesita tomar aire, coger fuerzas, prepararse para el gran momento, y tras ese período de recogimiento, que puede durar media hora, estalla todo, y empieza el expulsivo, la etapa final en la que el bebé tendrá que salir del canal del parto ayudado por toda la fuerza acumulada de la madre. Pues bien, en algunos hospitales se considera que el parto se ha parado y se encienden todas las alarmas: generalmente la cosa acaba en cesárea, a no ser que antes de meter el cuchillo empiece el expulsivo, cosa que les pasa a muchas en el quirófano, lo que demuestra que la medicina tradicional actúa con mucha prisa y a veces, con mucha violencia.
Somos cada vez más las personas que luchamos porque se reconozca nuestro derecho a disfrutar de partos respetados y muertes dignas, porque nacer y morir son los acontecimientos más importantes de nuestras vidas, los más sagrados y absolutos que existen. Tenemos derecho a morir y a nacer tranquilas, a que se respeten los tiempos de la vida y la muerte, a que nos traten bien, a que nos acompañen nuestros seres queridos, a poder nacer y morir sin miedo, sin dolor, y sin sufrimiento. Son momentos muy hermosos, creo que es fundamental que aprendamos a respetar estos procesos, aprender a decir adios, acompañar con todo el amor del mundo a cada ser humano que llega y se va, a cuidarlos para que todos y todas podamos disfrutar de nuestra llegada y nuestra partida en condiciones dignas, y en un ambiente tranquilo y amoroso.
Coral Herrera Gómez
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Coral Herrera Gómez
16 de febrero de 2018
Cómo cuidar a las mujeres de tu vida que sufren violencia machista
Grafitti de Alice Pasquini, artista italiana |
Cuando una mujer a quien queremos mucho (madre, hermana, hija, amiga, tía, sobrina, compañera de trabajo) está siendo víctima de malos tratos y violencia machista necesitamos herramientas para poder acompañarla en su proceso, para cuidarla y para cuidarnos nosotras también. Aquí algunas claves que nos pueden ser útiles:
- Acompaña y escucha: ella no busca en ti soluciones, no quiere que la salves de su situación. Sólo quiere que la escuches, poder desahogarse, expresar sus emociones, y llorar si lo necesita. Para facilitarle las cosas, hay que crear un ambiente en el que ella pueda sentirse segura, tranquila, a salvo, y sobre todo, un espacio de intimidad en el que no se sienta juzgada ni presionada.
- Hazle saber que te tiene ahí para todo lo que necesite, una y otra vez. Que sepa que puede llamarte a la hora que quiera si está en peligro o si se siente muy mal, que sepa que puede sentirse libre para llorar contigo o para pedirte un fuerte abrazo, que sepa que tiene tu casa si una noche se complica mucho todo, tiene el impulso de salir, y no sabe a dónde ir.
- Regala preguntas que le permitan hablar más, que le permitan pensar en voz alta contigo, que le permitan verse desde otra perspectiva, que le permitan ir practicando la auto-crítica amorosa y disipando el auto-engaño poco a poco.
- Desarrolla su imaginación en positivo: ¿cómo te hubiese gustado que fuese tu pareja?, ¿cómo te gustaría que fuese tu próxima pareja?, ¿cómo te gustaría estar dentro de dos años?, ¿cómo sería vivir una bonita historia de amor?, ¿cómo sería tu vida sin pareja?, ¿cómo ayudaría ella a una amiga en su situación?. Imaginad juntas un final feliz a la situación.
- Disfrutar juntas: intentad encontrar momentos en los que él no sea el centro de atención de ambas, momentos en los que ella pueda olvidarse por un rato del infierno que está viviendo. Es fundamental poder desconectar para tomar aire, así que proponle actividades que le gusten o le diviertan, vayan a comer su comida favorita, a sitios que a ella le hagan sentir bien, a hacer cosas que le gusten.
- Si la sientes receptiva al contacto físico, dale mucho amor: abrazos, besos, sonrisas, caricias, miradas cómplices... en estos momentos, ella necesita sentirse querida.
- Pídele permiso para ofrecerle recursos y herramientas, instituciones o colectivas a las que pedir ayuda, lecturas interesantes sobre el tema de la violencia, o el tema de las masculinidades y los feminismos. Puedes buscar contactos de gente especialista en el tema (psicólogas, trabajadoras sociales, terapeutas) simplemente para que ella sepan que están ahí, sin que se sienta obligada a buscar ayuda. Puedes tratar de debatir con ella sobre el amor y las relaciones de pareja a nivel teórico para luego poder aterrizarlo en lo personal, puedes contarle historias de mujeres que lo pasaron fatal y lograron liberarse, puedes ponerle al alcance de su mano materiales e información que le ayuden a tomar perspectiva sobre su propia situación.
- Pregúntale a menudo qué necesita de ti durante el proceso de acompañamiento, cómo puedes ayudarle, si puedes hacer algo que esté al alcance de tu mano, si se siente bien contigo y si confía en ti. Puedes pactar con ella la manera en la que vas a acompañarla y a cuidarla, puedes ponerle límites y pedir lo que necesites de ella, puedes hablarle también de cómo te sientes tú y de cómo te gustaría que terminase todo con un final feliz.
- Trata de ponerte en su lugar, desarrolla tu empatía al máximo sin juzgarla. Sé comprensiva.
- Respeta su tiempo: cada cual necesita su tiempo para reaccionar o para pedir ayuda, hay mujeres que tardan más en elaborar el proceso que están viviendo, y otras que tardan menos. No impongas tú el ritmo, y acepta si un día no quiere hablar del tema o si un día no puede parar de hablar del tema.
- No des tu opinión ni des consejos a menos que te los pida. No le digas lo que tiene que hacer, ni cómo, ni cuándo. Lo importante, siempre, es la escucha amorosa y atenta. No des órdenes ni ofrezcas soluciones mágicas: salir del círculo de la violencia no es nada fácil.
- Recuerda que desde fuera se ve todo muy fácil. Evita decirle cosas como: "Si mi pareja me tratase mal me iría de su lado inmediatamente". Las circunstancias de cada una son diferentes, y en la mayoría de los casos a ellas les resulta difícil o imposible escapar de su situación.
- Cuida mucho tus palabras. Es importante evitar sentimientos de culpa en ella, y también hay que cuidarla para que no se sienta atacada o presionada, para que no se vea de pronto entre la espada y la pared (teniendo que elegir entre su agresor o tú).
- No la subestimes ni la trates diferente. Probablemente es consciente de la situación en la que está, pero recuerda que no es fácil reconocérselo a una misma o reconocérselo a la gente que te quiere. Es muy probable que no tenga un buen concepto de sí misma, por eso se siente incapaz de salir de la situación en la que está: necesita refuerzo positivo para aprender a confiar en sí misma y en sus habilidades.
- Evita los maternalismos y los paternalismos, y sitúate al mismo nivel que ella en la conversación, sin ponerte por encima, sin tratarla como a una víctima, sin considerarla una niña, sin tratar de impresionarla con tus conocimientos sobre el tema. Cuida tu rol de salvadora: no puedes rescatarla ni cambiar su vida, sólo acompañarla.
-No le hables mal de su pareja o su ex pareja. Ella generalmente le ve su lado más humano, ve al niño asustado que lleva dentro, por eso empatiza con su agresor y lo justifica. Tú misión es tratar de que el centro de la conversación no sea él, sino ella.
- No le regañes ni te muestres decepcionada: aunque te sientas enojada, con rabia, con dolor, decepcionada o triste, intenta gestionar tus emociones, céntrate en la escucha y el acompañamiento, y piensa en lo machacada que tiene la autoestima tu amiga o tu familiar: es importante que sepa que estás a su lado aunque haga cosas que te duelan.
- Si ella te ve sufriendo mucho por la situación, es probable que intente protegerte y no te cuente nada de lo que le está pasando. Es importante mostrarse tranquila porque ella está viviendo un tsunami emocional y necesita contención y seguridad.
- No te lo tomes a lo personal cuando ella vuelva con su agresor por enésima vez, no te lo tomes a lo personal cuando ella le justifica, trata de distanciarte emocionalmente para entender que no puedes manipular sus emociones, ni dirigir su comportamiento, ni transformar su vida. Sólo puedes escucharla, acompañarla, y ofrecerle tu cariño.
- Aprende a distinguir sus problemas de los tuyos. Puedes tomar decisiones sobre tus problemas si los tienes, pero no sobre los problemas de los demás. Puedes solidarizarte con ella, pero no asumir como propia su situación emocional. Es normal que te afecte mucho la situación porque la quieres, porque quieres protegerla, porque tienes mucho miedo de que le pase algo, pero intenta desahogarte con otra persona, y distanciarte un poco emocionalmente. Para poder ayudarla tienes que estar bien tú, sentirte con fuerzas y energías, sin sentirte culpable ni sentirte responsable.
- Pide ayuda a tu gente para crear una red amorosa de cuido para ella y para ti en el que podáis compartir el acompañamiento entre varias personas queridas. Cuantos más seáis ayudándola, más arropada se sentirá, pero siempre hay que respetar que no quiera compartir su proceso con más gente.
- Recuerda que tú también necesitas apoyo moral, también lo pasas fatal, también te invaden los miedos y la rabia y la pena y el dolor, también necesitas escucha y acompañamiento. Por eso es tan necesaria esta red de cuido que os sostenga a ambas, o al menos a ti. Déjate cuidar y querer, descansa, duerme bien, come mucho, cuídate mucho y busca tus momentos lindos para tomar fuerzas en el acompañamiento.
Coral Herrera Gómez
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