3 de noviembre de 2020

Nuevo taller: 5 de diciembre 2020




Dirigido a: mujeres de todas las edades

Número de participantes:  máximo 10 mujeres

Fecha:  5 de diciembre de 2020

+  5 horas en directo vía Zoom

+ 1 mes gratis en la Comunidad del Laboratorio del Amor

 

Objetivos del taller: 

  • Herramientas para conocernos mejor a nosotras mismas.
  • Herramientas para identificar todo aquello que queremos trabajar para ser mejores personas, para sufrir menos, y disfrutar más de nuestras relaciones.
  • Aprender a utilizar el método de la autocrítica amorosa para trabajar todo aquello que necesitemos trabajar para estar bien y para vivir una buena vida.
  • Diseñar estrategias para el cambio y la transformación personal.
  • Fabricar herramientas para llevar la teoría a la práctica, y empezar a disfrutar del sexo, del amor y de la vida.

 

PRECIO: 100 euros

Incluye:

  • 1 taller en directo con Coral Herrera Gómez de 5 horas de duración
  • 4 Packs de Herramientas para trabajar en el Laboratorio del Amor:
    • los Duelos y las Rupturas
    • la Autoestima y el Autocuidado
    •  la Autocrítica Amorosa y el Autoconocimiento
    •  el Amor y los Cuidados

El pago se hace por Paypal, desde cualquier país y en cualquier moneda, desde mi web


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31 de octubre de 2020

Enamoradas, las mujeres somos capaces de cualquier cosa


Las mujeres somos capaces de hacer cualquier cosa cuando nos enamoramos: 

- Enamoradas, podemos decidir no empezar una relación si no se dan las condiciones adecuadas para quererse bien y para disfrutar del amor. 

- Enamoradas, podemos negociar la manera en la que vamos a construir la relación desde sus inicios hasta el final. 

- Enamoradas, podemos establecer límites y líneas rojas sobre temas que no son negociables (por ejemplo, la libertad personal, los buenos tratos, y las relaciones con nuestros seres queridos) 

 -Enamoradas, podemos reconocer cuándo una persona nos ama y cuándo no, y podemos dejar una relación en la que no hay reciprocidad.

- Enamoradas, podemos lanzarnos al vacío con paracaídas y disfrutar del vuelo sin ponernos en peligro. 

- Enamoradas y borrachas de amor, podemos seguir utilizando nuestra inteligencia y nuestro sentido común, y podemos tomar decisiones importantes siendo responsables.

- Enamoradas, podemos seguir siendo nosotras mismas y podemos ser leales a nosotras mismas. 

- Enamoradas, podemos amar como mujeres adultas, podemos responsabilizarnos de nuestro cuidado, y comprometernos con nosotras mismas como nos comprometemos con el amado o la amada.

- Enamoradas, podemos leer las señales y podemos escucharnos, hacernos caso, y no pasar por alto todas aquellas cosas que nos indican que algo no está bien en la relación.

- Enamoradas, podemos cortar la relación con el amado si no se porta bien con nosotras, si no nos cuida, y si no nos trata bien. 

- Enamoradas, podemos decir en voz alta y sin miedo lo que queremos, lo que deseamos, y lo que necesitamos, aunque no sean las mismas cosas que desea, quiere o necesita nuestra pareja. 

-Enamoradas, podemos evitar que nuestras emociones nos dañen o dañen a los demás. 

- Enamoradas, podemos evitar que las emociones negativas o destructivas de nuestra pareja nos hagan sufrir a nosotras. 

- Enamoradas, podemos decir que no cuando queremos decir que no. Por muy enamoradas que estemos, podemos. 

-Enamoradas, podemos exigir a nuestra pareja que se ponga condón y comparta la responsabilidad en torno a la salud sexual y reproductiva de ambos. 

-Enamoradas, podemos negarnos a cumplir nuestro rol de sirviente y podemos exigir a nuestras parejas que cumplan con sus responsabilidades y obligaciones en las tareas domésticas y de cuidados. 

- Enamoradas, podemos desmitificar el amor y explorar nuevas formas de querernos al margen de los mandatos de género. 

-Enamoradas, podemos seguir cuidando a nuestras amigas y amigos exactamente igual que cuando no estamos enamoradas.

- Enamoradas, podemos negarnos a sacrificarnos, a renunciar, y a aguantar por amor. 

- Enamoradas, podemos trabajar para desenamorarnos cuando no somos felices en una relación. 

- Enamoradas, podemos escapar de relaciones que constituyen un peligro para nuestra salud mental, emocional y física, o para nuestra propia supervivencia. 

- Enamoradas, podemos analizar qué es lo que nos hace bien y lo que nos hace sufrir, y podemos tomar decisiones para dejar de sufrir.

- Enamoradas, podemos rebelarnos ante la estafa romántica y ayudar a otras mujeres enamoradas para que se den cuenta de que no están condenadas a sufrir por amor.

- Enamoradas, podemos evitar el autoengaño y trabajarnos todo aquello que nos tenemos que trabajar para vivir una buena vida, libre de sufrimiento y de violencia. 

- Enamoradas, podemos cuidarnos a nosotras mismas y velar por nuestra seguridad y nuestro bienestar.

- Enamoradas, podemos cuidar de nuestros hijos e hijas, y tomar decisiones para protegerles y evitarles sufrimiento.

-Enamoradas, podemos pedir ayuda si sentimos que solas no podemos hacer frente a una situación.

- Enamoradas, podemos desengancharnos de la adicción romántica, pasar el síndrome de abstinencia, y liberarnos de la droga que nos pone de rodillas por amor. 

No hay nada que no podamos hacer enamoradas. Porque en todo momento y en todo lugar, sólo nosotras podemos decir: "En mi corazón mando yo, yo soy dueña de mi amor"


Coral Herrera Gómez 

26 de octubre de 2020

Los hombres, mejor como amantes




"Yo ahora tengo novio, sí, tengo varios novios, pero no lavo ni un calzoncillo más en mi vida", "a mí me encanta enamorarme, pero ya no soy sirvienta de nadie", "yo novios y amigos íntimos solo los domingos, el resto de los días los tengo muy ocupados", así hablan las Señoras que... han alcanzado la liberación. 

La mayoría cayó en su juventud en la trampa del amor romántico, y después de criar a sus hijos e hijas, y trabajar toda su vida sin descanso, enviudan o se divorcian, y empiezan una nueva etapa de sus vidas. Las veo tan liberadas y lo tienen tan claro: los hombres sólo para disfrutar. Nada de compartir techo: quedan con ellos para ir al cine, a manifestaciones, al museo, a pasear por el campo. Disfrutan sus sesiones de sexo y amor, leen juntos, escuchan música juntos, aprenden y practican bailes de salón, asisten a tertulias literarias, hacen deporte, o se escapan  unos días a conocer sitios nuevos, pero su vida no gira en torno a ellos. 

A estas Señoras las escucho hablar y me da subidón. Las miro y las admiro: disfrutan de su jubilación y sus ahorros, disfrutan de sus amigas, de sus nietos y nietas, se apuntan a clases de mil cosas, viajan,  van a conciertos y al teatro, o hacen ellas mismas teatro, militan en grupos de mujeres y movimientos sociales, hacen nuevas amistades, se cuidan mucho a sí mismas y entre ellas, y están como nunca. Por fin tienen tiempo para sí mismas, para dedicarse a sus pasiones, y los hombres no son el centro de su existencia, sino un afecto más en una red de afectos múltiples. 

Son Señoras que tienen más de 65 años y que se han liberado del mito romántico: ya se ilusionaron, ya se decepcionaron, y ahora no tienen tiempo que perder: los años que les queden de vida, quieren pasarlos bien, quieren vivir sin sufrimientos, sin sacrificios, sin tener que aguantar, y sin tener que renunciar a todo lo que renunciaron durante 30 o 40 años de sus vidas. Quieren disfrutar, y ya saben lo que quieren y lo que no, lo que les conviene y lo que no. Ojalá lo tuviéramos todas tan claro cómo ellas. 

Cuando escribí el libro "Dueña de mi amor" pensé en ellas, y en cómo podríamos contarle a las chicas más jóvenes todo lo que hay después de la boda romántica, para que no tengan que pasar por lo mismo, y para que puedan amar en libertad. Y me di cuenta de que la fórmula de las Señoras es la mejor... la más realista y la más práctica. Viven tan a gusto gozando de su libertad, de su dinero, de su energía de su tiempo, libres de su rol tradicional, autónomas y empoderadas... 

Los hombres mejor como amantes: ellos en su casa, nosotras en las nuestras. Todo son ventajas: el amor no se deteriora con la convivencia, no hay relaciones de abuso ni dominación, tienes mucho más tiempo libre, piensas más en ti y en tu placer, te da tiempo a echar de menos a tu chico y que te entren ganas de verle, y cuando os juntáis, aprovecháis el presente y lo vivís con mayor intensidad. Ambos os sentís libres, ambos tenéis vuestros propios espacios y tiempos, y no se acumula el rencor por las peleas cotidianas ni por la explotación doméstica, porque cada cual se encarga de lo suyo.

Cuando los hombres desaparecen del centro de tu vida, apareces tú, y gente maravillosa que te quiere y te cuida, y tus redes afectivas se multiplican: es entonces cuando comprendes que el amor está en todas partes, y que la pareja es una más de tus relaciones. 

Tú en tu casa, yo en la mía: así es más fácil quererse bien y disfrutar del sexo y del amor, con una red de gente estupenda, y una pareja que no ocupe todo el espacio ni el tiempo, los dos grandes tesoros de las Señoras que ya no sufren por amor. 

La gran pregunta que me hacen las mujeres de treinta años es: ¿ y como tenemos hijos con hombres sin vivir con ellos? Yo les hablo de las Mosuo, una tribu de Nepal en la que las mujeres no conviven con los hombres: comparten lecho en la noche con sus amados, pero por el día comparten cuidados, y están organizadas entre ellas para trabajar y criar. Así, cuando una relación sentimental se rompe, sufren por el dolor de la pérdida, pero no se hunden porque sus vidas siguen igual. Siguen viviendo en una red de afecto y apoyo mutuo: para ellas no tener pareja no significa quedarse sola. 

Y para las Señoras que, tampoco. Si lo que queremos es sufrir menos, y disfrutar más del amor, mi propuesta es que convirtamos a  nuestros amados en nuestros amantes, al menos hasta que nosotras dejemos de caer en el gran estafa romántica, y ellos aprendan a relacionarse con mujeres libres y autónomas. Nosotras llevamos años trabajándonos los patriarcados, pero no podemos sentarnos a esperar a que empiecen ellos. De momento, no lo necesitan.

Si no podemos tener relaciones de amor compañero con ellos, si no podemos construir parejas igualitarias basadas en los cuidados mutuos, entonces mejor ser prácticas y juntarnos con los hombres sólo para divertirnos y para disfrutar. Para compartir la vida podemos crear otro tipo de familias, con nuestra gente querida, con nuestras redes de mujeres.

¿Y qué pasaría con los hombres si nos negamos a formar un hogar y una familia feliz con ellos? Creo que para ellos también sería muy positivo. Tendrían que aprender a cuidarse a sí mismos, y  a cuidar a los demás, y serían más autónomos. Al principio les costaría renunciar a tener una asistenta personal gratis, y les costaría aprender a relacionarse con mujeres libres. Se sentirían como reyes destronados, pero podrían juntarse entre ellos para hablar de sus sentimientos y desahogarse. 

Sin duda se sentirían desorientados al no poder ocupar el centro de la vida de las mujeres, y al no ser necesarios para nada, pero con el tiempo empezarían a trabajarse los patriarcados para poder tener pareja y para poder disfrutar de sus hijos e hijas, los que quisieran ser papás. Como ya no tendrían a su disposición millones de mujeres deseosas y necesitadas de amor, entonces por fin necesitarán hacer cambios para adaptarse a los nuevos tiempos. Es posible que entonces puedan hacer autocrítica amorosa, personal y colectiva, pero eso no depende de nosotras. 

Nosotras solo podemos trabajar en nuestro proceso de liberación para ser autónomas emocional y económicamente, para apoyarnos y cuidarnos entre nosotras, y para poder construir relaciones con los hombres desde la libertad, no desde la necesidad ni la dependencia.  

¿Se imaginan los enormes cambios políticos y económicos que desataría esta transformación de nuestras relaciones? 


Coral Herrera 



Del capítulo: "Convierte a tu amado en tu amante: amor sin romanticismo, y otras utopías" en el libro "Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica"




19 de octubre de 2020

Ser escritora, madre y feminista



Ser escritora, madre y feminista en pleno siglo XXI no es fácil. Para escribir hace falta un cuarto propio, una red de apoyo para la crianza, y tener tiempo, energía e ingresos. En este post hago un repaso de los principales obstáculos y desafíos que encontramos en el camino las mujeres que escribimos:  

INGRESOS

- No es fácil publicar, pero cuando lo logras, cobras al año de haber publicado, y los libros apenas tienen un año de vida. Al final de su etapa, lo retiran de todas las librerías y desaparece para siempre del mercado editorial, así que tienes que exprimir tu imaginación e intentar que alguna editorial se interese por tu nuevo libro.  

- Las autoras, como los autores, apenas recibimos entre el 8 y el 10 por ciento de la venta de cada libro, y tenemos que pagar entre un 20 y un 25% del euro que ganamos con cada libro a Hacienda. 

- Las subvenciones estatales son para las editoriales, no para las personas que escriben. La única fuente de ingresos son las ventas, y tienes que vender mucho para que los ingresos sean decentes. y para que tu editorial apueste por ti. 

- Si tienes un trabajo estable y estás criando, tienes ingresos, pero no tienes tiempo ni energía para escribir. A no ser que tengas una hermosa red de apoyo para la crianza, algo bien difícil si vives en la gran ciudad, o si vives lejos de tu gente querida.

- Si no tienes un trabajo estable y necesitas ingresos, una de las posibilidades es convertirte en trabajadora autónoma, impartiendo formación y tratar de conseguir que nos inviten a dar talleres, clases, charlas y seminarios para tener ingresos. Son pocos los meses del año en los que hay eventos formativos o culturales, así que tienes que intentar vivir todo el año de lo que generas en los meses en los que hay trabajo. Y tienes que tener en cuenta que en países como España, las profesionales autónomas pagan más impuestos que las grandes empresas y las multinacionales. 

- Si no escribes ficción o poesía, tienes que saber que los ensayos se venden menos que las novelas, y tienes que conseguir financiación para poder investigar y leer sobre el tema del que escribes. Si trabajas para una Universidad es más fácil porque investigar forma parte de tu salario, pero tienes que lidiar con las dificultades que tienen las investigadoras y las científicas en casi todos los países del mundo: la precariedad salarial, la falta de derechos laborales, el techo de cristal, las penalizaciones cuando decides ser madre, etc.

- Tenemos que hacer mucho trabajo gratis para ser conocidas, y hay gente que se aprovecha de tu necesidad para generar ingresos con tus textos. En los últimos años los blogs nos han permitido llegar a audiencias enormes, pero los blogs no generan ganancias. El trabajo que hacemos gratis en las redes nos permite ganar seguidoras, lo difícil es lograr generar ingresos. Y generar ingresos no depende de tus habilidades como escritora, sino de tu capacidad para venderte y generar productos que te compre la gente: libros, talleres, proyectos de formación...


TIEMPO Y ENERGÍA 

- Cuando eres escritora y te conviertes en madre, el gran problema es la escasez de tiempo y energía. Para poder escribir tienes que tener una buena condición física y estar en unas condiciones óptimas: no se puede escribir cuando tienes sueño o estás agotada, cuando tienes que pasar el día haciendo trabajos del hogar, cuando no has dormido porque has cuidado la fiebre de tu bebé toda una noche. Lo más duro es el período que va de los 0 a los 3 años.

- Si eres mamá y trabajas en casa, conseguir silencio e intimidad para concentrarse es una odisea. Necesitas un cuarto propio para trabajar sin interrupciones, pero en las grandes ciudades es casi imposible tener un espacio propio. La única solución que me ha funcionado a mí para poder escribir sin interrupciones es dejar de dormir: por las noches reina la calma, no suena el teléfono, no hay niños pidiendo atención y amor. Si, ya sé que no dormir es malo para la salud.

- Dependencias: si tienes familiares que dependen de ti por discapacidad, accidente o porque son adultos mayores, necesitas mucha energía para cuidarte y para cuidar a los demás, y si no tienes red de apoyo, escribir es una tarea titánica o directamente, imposible.

- Además de escritora, tienes que ejercer de manager, administrativa, contable, coordinadora, productora y relaciones públicas. Son cosas que te quitan mucho tiempo y energía: negociar los contratos y aprender las dinámicas de relación dentro del mundo editorial, que son muy complejas y difíciles de entender, acudir a eventos y saraos literarios, hacer contactos, aprender contabilidad y administración para encargarte tú misma de tus facturas, de toda la burocracia y los trámites, tus declaraciones de Hacienda, de tus contratos con entidades, de las llamadas y los mails, la coordinación y logística de tus giras. 


EXPOSICIÓN Y VULNERABILIDAD

- Cada vez que publicas un libro tienes que promocionarlo y exponerte públicamente, viajar allá donde te inviten a hablar de tu libro, y a menudo tienes que gastarte dinero en ello porque las librerías no tienen dinero para pagarte transporte, alojamiento y hotel. Si tienes hijos e hijas, necesitas toda una red de cuidados para poder viajar en tiempos de promoción. 

- Da igual si eres tímida o extrovertida, si eres o no fotogénica: tienes que saber venderte en redes, estar en todas y comprender el funcionamiento de cada una de ellas. Tienes que intentar sacar tiempo para interactuar con tu público, ganar seguidores y seguidoras, aprender las artes de la comunicación y la publicidad, y ser tu propia community manager para ser visible y ganar seguidoras.  

- A medida que vas siendo más conocida, y más te tienes que exponer en público, más vulnerable te sientes. Hay gente que te adora, pero que se decepciona porque no piensas igual que ellos. Hay gente que te envidia, y vuelca sobre ti todas sus frustraciones, y hay gente que puede destrozar tu carrera en una sola tarde. A golpe de click, cualquier persona puede hundirte publicando el pdf de tu libro, o acusándote de cualquier cosa: basta con que coja un párrafo de tu obra y lo descontextualice. Su objetivo es generar polémica y escándalo para ganar seguidoras: con los linchamientos en redes cualquiera puede destrozar tu trabajo de años en pocos minutos. 

- Plagios y pirateo: nos hace mucho daño que la gente utilice nuestros textos sin citarnos, que nos copien las ideas, que se apropien de nuestro trabajo. Mucha gente recibe felicitaciones en sus muros copipegando lo que han dicho otras mujeres sin sonrojarse lo más mínimo: aún falta mucha sensibilidad y concienciación para que la gente respete la autoría de las mujeres que escriben.

- Crisis periódicas: de vez en cuando vienen oleadas de miedo y angustia ante la falta de estabilidad económica. Tienes que aprender a vivir con ello hasta que cese la tormenta que hay dentro de ti. En esas crisis sientes la tentación de dejarlo todo, estudiar para hacerte una oposición y ser funcionaria del Estado, o buscar la manera de cambiar de profesión. A veces la crisis acaba cuando recibes mails de gente que quiere contratarte, o recibes mails de apoyo de tus lectoras. A mí me ayudan muchísimo los mensajes de mujeres que me cuentan cómo mi trabajo les ayudó a tomar decisiones y les cambió la vida, porque me siento útil y siento que mi trabajo merece la pena porque ayuda a mucha gente. Entonces sigo en esto, hasta la siguiente crisis.


PATRIARCADO

- La literatura científica y la de ficción ha sido siempre un mundo dominado por los hombres. Ellos  venden más que las mujeres, y tienen más presencia en las Ferias del Libro, los congresos y las tertulias. También tienen más espacio y visibilidad en las librerías.

- Cualquier cosa que escribamos nosotras queda catalogada como "literatura para mujeres", lo que se traduce en que los hombres no nos leen ni nos compran los libros, y apenas vienen a las presentaciones que hacemos en librerías y centros culturales.

- Los medios de comunicación de masas sólo entrevistan y mueven a los best-sellers y a los productos estrella de las editoriales más grandes. Lo más difícil es salir en la televisión, a no ser que generes alguna polémica o te veas en medio de algún escándalo para llamar la atención de los periodistas, que suelen visibilizar más el trabajo de los hombres. 

- Escribir desde el feminismo te abre muchas puertas, pero también te cierra otras. Como verás en las redes, los negacionistas y anti-feministas tienen mucho tiempo libre para dedicarse a atacar a  las activistas y defensoras de los derechos humanos de las mujeres. La violencia y el acoso en redes es cada vez mayor, y hay lobbies organizados que financian campañas contra activistas y ciberactivistas feministas. Las más famosas sufren agresiones en la calle y reciben amenazas de muerte. 

El apoyo que ha tenido el feminismo por parte de la sociedad ha abierto el camino para las escritoras más jóvenes, y poco a poco el mercado editorial va haciendo hueco a nuestros ensayos, cuentos, poemas y novelas. Pero es un mundo muy competitivo: cada año salen cientos de nuevos títulos y sólo obtienen visibilidad las estrellas consagradas. En dos o tres meses tu libro puede acabar en el rincón más oscuro de la librería, ahí donde nadie lo ve, hasta que es retirado del mercado. 

A pesar de todo esto, yo animo a las mujeres que escriben a que disfruten de su gran pasión, y a que entrenen en este arte de escribir con constancia y perseverancia. La gran lucha es tener tiempo para escribir, al mismo tiempo que generas ingresos para vivir, así que para poder enfocar tus energías es muy importante que el proceso de escribir sea fuente de placer y alegría. 

Coral Herrera Gómez

18 de octubre de 2020

¿Cómo consigues lo que quieres? Ejercicio para la Autocrítica Amorosa



Cada uno de nosotros y nosotras establece sus propias estrategias para conseguir lo que necesita, lo que desea, y lo que quiere. Unas estrategias son éticas, y otras no lo son. 

¿Qué quiero decir? Que no todo vale para conseguir lo que necesitas: no es justo perjudicar o hacer daño a los demás por muchas ganas que tengamos de alcanzar nuestro objetivo. 

Ser buenas personas consiste precisamente en esto: que nuestra manera de actuar no haga sufrir a nadie, y no haga el mal a nadie. Y es muy difícil porque no tenemos herramientas para la empatía ni para analizar nuestros deseos desde una perspectiva ética. 

Vamos a pensar mediante ejemplos: tienes calor que quieres ser el hombre más rico del mundo o el más rico de tu país, pero antes habría que preguntarse: ¿cómo afecta a los demás que yo quiera acaparar todos los recursos para mí solo, o para mi familia? Obviamente a los demás nos afecta: cuanto más acapara una persona, menos tienen los demás. Si quieres ser rico montando una empresa, tienes que explotar a miles, quizás millones de personas: pagarles salarios muy bajos, hacerles contratos muy precarios, y pisotear sus derechos laborales. Si en tu país la ley no te lo permite, siempre puedes fabricar tus productos en países donde si se pueda. El caso es que para ser rico tienes que aprovecharte del tiempo y la energía de miles de personas, y lograr que dejen a sus familias y se pasen el día entero trabajando para ti. ¿Es legítimo ser un acaparador y vivir como un rey a costa de la vida y la salud de los demás? Obviamente, no. 

Quieres que tu marido abandone a su amante, y la estrategia que elijes es escribir una carta a su amante o llamarle por teléfono para que se aleje de él, bien rogando o amenazando a la otra mujer. ¿Tiene sentido hacer daño a alguien que ni te conoce sólo porque tú estás dolida?, ¿no sería más ético hablarlo con tu pareja?, o mejor, ¿dejar a tu marido y que se vaya a ser feliz con su nueva amada?

Quieres que tu hija estudie Medicina, pero tu hija quiere ser profesora de tenis. Aquí más que plantearte la estrategia que quieres utilizar, deberías preguntarte si no será violento imponer a tu hija un tipo de vida sólo porque a ti te hubiera gustado ser médico y no pudiste. Piensa en la cantidad de gente destrozada psicológica y emocionalmente por sus padres para que fueran como ellos querían, y plantéate cómo te afectó a ti obedecer a tus padres y cumplir sus sueños sin pensar en los tuyos. 

Quieres que tu chica no se vaya de tu lado, ¿crees de verdad que machacar su autoestima para que se sienta insegura es buena estrategia?, ¿crees que haciendo que sufra vas a poder tenerla de rodillas?, ¿es ético hacer sufrir a una persona sólo porque no sabes relacionarte en libertad y en igualdad con las mujeres? 

Quieres que tu hijo deje de llorar y la estrategia que eliges es encerrarlo en su habitación hasta que se canse y se duerma. ¿Te has parado a pensar en cómo afectan los niveles de cortisol a su cerebro y a su sistema nervioso, has leído algo sobre cómo la angustia, el miedo y el estrés afecta a su desarrollo cognitivo?, ¿has tratado de ponerte en el lugar de un bebé indefenso que no puede hablar, no sabe dónde estás, no sabe si vas a volver, y su única forma de pedir socorro es llorar?, ¿sabes que para el oído humano es insoportable el llanto de un bebé y que la respuesta natural es salir corriendo cuando está pidiendo ayuda?

Quieres divertirte en verano y viajar a algún lugar exótico para llenar tus redes sociales de fotos hermosas, pero puedes pararte a pensar en la dimensión ética del turismo, y en que hay muchas formas diferentes de viajar, ¿de verdad te ves en un hotelazo que ha destruido el ecosistema de un paraje natural para que gente con dinero vaya a relajarse?, ¿has pensado en las emisiones de carbono de tu viaje en avión?, ¿y en la población que tiene su hogar en lugares turísticos?, ¿sabes que alquilar una casa barata en una ciudad sube los alquileres de la vivienda para sus habitantes?, ¿tu dinero está yendo a la población local, o se lo están llevando las multinacionales que no pagan impuestos en ese país gracias a la evasión fiscal?

Quieres acaparar toda la atención y ejercer un poder total sobre tu pareja, tus hijos, tus padres, y todo su entorno porque eres una persona insegura y dominante, y la estrategia que has elegido es ir de víctima para que todos se sientan culpables y malas personas si no se comportan como tú deseas. Las preguntas que puedes hacerte son: ¿es justo que los demás te obedezcan y te sigan la corriente sólo para que no te pongas triste?, ¿es justo que los demás se sometan a tu poder sacrificando su autonomía y su libertad?, ¿has pensado que los demás no han nacido para satisfacer tus necesidades, ni son responsables de tu bienestar o tu felicidad?, ¿te has parado a pensar en lo mal que se siente la gente que te quiere cuando se da cuenta de que les estás haciendo chantajes y les estás amenazando constantemente? 

Quieres un rato de placer y te pones una peli porno para masturbarte, ¿te has parado a pensar si los vídeos que ves se ruedan con esclavas sexuales?, ¿sabes cuánto cobran por ello?, ¿te has puesto alguna vez en el lugar de las actrices?, ¿cómo sabes que son actrices?, ¿sabes cuánto dinero ganan?, ¿conoces algo sobre cómo funciona la industria del porno y cuánto sufrimiento genera para que tú te hagas una paja?, ¿qué hay de los vídeos reales con violaciones grupales a una mujer, te has parado a pensar por qué te excitas viendo a mujeres sufrir torturas?, ¿por qué los vídeos porno son cada vez más violentos, por qué será que a los hombres les excita ver mujeres humilladas, arrodilladas y sometidas, y no les importa si es o no un juego, si ellas disfrutan o se mueren del asco y del dolor?

Quieres un rato de placer pero te da pereza iniciar el cortejo con mujeres en una fiesta, así que vas al mercado de mujeres a pagar a otros hombres para eyacular en los agujeros de una mujer alquilada una por veinte euros media hora, treinta sin condón. ¿Es ético alquilar mujeres?, ¿de verdad crees que le estás haciendo un favor?, ¿de verdad crees que lo hace porque le gusta?, ¿te has parado a pensar cómo consiguen los proxenetas mujeres jóvenes y menores de edad disponibles para ser penetradas por decenas de hombres al día?, ¿si ella se prostituye por su cuenta porque lo necesita, por qué te aprovechas de su necesidad? 

Quieres que tus hijos te obedezcan y eliges la estrategia del miedo: les amenazas constantemente con la idea de que si no hacen lo que quieres, vas a dejar de amarlos o que te vas a largar un día de pronto, ¿es una buena estrategia aprovecharte de la inocencia de tus hijos e hijas, y de su dependencia para imponer tus necesidades?, ¿por qué disfrutas aterrorizando a niños sin herramientas para comprender tu forma de chantajearles?, ¿no habrá otra manera de lograr que colaboren, por ejemplo elaborando con ellos las normas de convivencia?

Quieres ropa barata y tu estrategia es comprar a las marcas que explotan niñas y mujeres en Bangladesh o en Brasil, ¿es justo que para que tu te compres una camisa por 6 euros haya seres humanos cobrando 20 céntimos la hora?, ¿sabes en qué condiciones laborales lo hacen?, ¿te has parado a pensar que hay una forma de consumir alternativa que no implica sufrimiento ni esclavitud laboral?

Quieres acostarte con tu alumna y la estrategia que utilizas es prometerle una beca a cambio de sexo, sabiendo que está tan desesperada que aceptará, ¿es justo que te aproveches de su necesidad para cumplir tu deseo?, ¿te has planteado que lo tuyo es un abuso de poder en toda regla y que ella por necesidad no es libre para elegir si quiere o no quiere?

Quieres un puesto en tu empresa, en la Universidad, en una institución, o te presentas a un concurso, a las elecciones en un partido político, en un sindicato, en una ong, y elijes la estrategia de jugar sucio contra los demás candidatos mediante la mentira y la difamación, puedes preguntarte: ¿para qué quiero yo ganar?, ¿hasta donde estoy dispuesto a llegar?, ¿los medios justifican el fin?, ¿podría hacerlo de otra manera más creativa y menos destructiva?

Necesitas vengarte de tu ex y optas por la estrategia de hacerle daño a través de los hijos/as que tenéis en común, ¿es legítimo utilizarlos para sentirte mejor?, ¿es tu deseo de venganza legítimo cuando la salud mental y emocional de los tuyos está en juego?, ¿de verdad crees que la venganza va a aliviar tu dolor?

¿Es legítimo utilizar en beneficio propio el miedo, la necesidad, la culpa, la dependencia de los demás?, ¿es posible conseguir lo que necesitas sin perjudicar a nadie?, ¿te ves capaz de cambiar de estrategias o de renunciar a tus objetivos para no hacer daño a los demás?

Si te cuestionas tu estrategia para conseguir lo que necesitas o lo que deseas, y estudias las alternativas que tienes para no aprovecharte de los demás, para no explotar ni abusar, es probable que logres dar grandes pasos en tu trabajo para ser mejor persona. 

Es casi imposible ser plenamente coherente con tus ideales de un mundo mejor todo el tiempo, pero sí es cierto que el cambio en cada uno de nosotros y nosotras tiene un impacto social y económico muy grande. Porque cambiando nuestra forma de relacionarnos y de negociar con los demás, y tomando conciencia de que nuestra forma de consumir es un asunto político, es posible cambiar las estructuras de organización, producción y consumo. 

Es una cuestión de sentido común, de empatía, y de ética: no dejes nunca de cuestionarte qué es lo que deseas, qué haces para conseguirlo, y qué impacto tiene en los demás. 

Coral Herrera Gómez 

Este ejercicio de autocrítica amorosa está en el libro "Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica", editorial Libros de la Catarata, Madrid, 2020. Lo tenéis en papel, en librerías, y en ebook. 


12 de octubre de 2020

¿Quién se beneficia del sufrimiento romántico de las mujeres?

 



Son muchas las personas que se benefician de la dependencia emocional de las mujeres, de nuestra baja autoestima y nuestra necesidad de ser amadas. Lo romántico es político, y también es económico, aquí un listado de la gente que se aprovecha de las mujeres que sufren por amor:

• Los hombres en general: casi todos los hombres del planeta tienen a su disposición a miles, millones de mujeres que buscan al amor de su vida. Son millones las mujeres dispuestas a sufrir, a aguantar, a sacrificarse, a servir y a cuidar; cuando una se harta, pegas una patada y salen cien más disponibles para ti. Hasta el hombre más pobre del planeta tiene una mujer que trabaje gratis para él. 

• Las clínicas de estética y belleza; los fabricantes de cosméticos, ropa, calzado, complementos; las peluquerías; la industria de la moda y la publicidad: los hombres que invierten en estas empresas ganan mucho dinero con las mujeres obsesionadas por gustar, estar a la moda y encontrar pareja.

• Los hombres que producen cultura: las novelas y películas de historias de amor con final feliz, las canciones románticas, las series románticas en internet, los cuentos infantiles de princesas, las revistas del corazón… Es una industria muy poderosa que fabrica sueños románticos y gana millones de euros cada año vendiendo un paraíso romántico que no existe, pero que sirve para entretener y controlar a las mujeres necesitadas de amor.

• Los hombres que invierten en la industria de las bodas y el hogar de la familia feliz: salones de banquetes nupciales, discotecas, tiendas de vestidos de novia, joyerías, floristerías, iglesias, agencias de viaje para la luna de miel, la industria de la construcción y la inmobiliaria, las clínicas de reproducción asistida, clínicas de compraventa de bebés, tiendas de ropa y accesorios infantiles… Son muchos los negocios que se enriquecen con la obsesión de las mujeres que quieren casarse y fundar un nido de lujo para reproducirse y aumentar la familia.

• Los hombres que invierten en aplicaciones para ligar y para encontrar al amor de tu vida, y en libros de autoayuda para calmar el dolor y la frustración.

• Las clínicas de terapia para pareja, los gabinetes de abogados especializados en divorcios… El final del paraíso romántico también da mucho dinero.

• Los falsos gurús, chamanes, videntes, tarotistas, magos, coachers y demás pseudoterapeutas que se aprovechan de las mujeres que sufren por amor para sacarles el dinero y mantenerlas sufriendo.

• Los hombres que trafican con esclavas sexuales enamoran a las adolescentes y a las mujeres más necesitadas de amor. Les montan una luna de miel por internet, luego las hacen sufrir un poco, y en unas semanas las tienen dispuestas a ir a encontrarse con su amado, momento en el que las secuestran y las sacan del país para las redes de trata.

 • También se benefician los hombres que trafican con droga y utilizan el mismo método para que sus enamoradas transporten kilos de cocaína; como suelen acabar en la cárcel cuando son descubiertas, siempre tienen a mano piezas de recambio, mujeres dispuestas a todo con tal de que las quieran.

 • Los hombres con problemas también se benefician de las mujeres que sufren por amor. Son hombres endeudados hasta las cejas, hombres con problemas de adicción, con depresiones y problemas mentales que necesitan una salvadora, una guía, una maestra, una psicóloga, una cuidadora dispuesta a darlo todo a cambio de unas migajas de amor.

• Los hombres que ejercen liderazgo en parroquias y comunidades religiosas aprovechan su poder para convencer a las mujeres de que deben resignarse, tener paciencia, cuidar a sus maridos, serles fieles, y de paso les sacan el dinero, por muy pobres que sean.

•Los hombres que no trabajan y viven de ser mantenidos por mujeres que los aman y dependen emocionalmente de ellos: los hay de todo tipo, pero viven todos como reyes.

 

 Coral Herrera Gómez


Del libro "Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica", editorial Los Libros de Catarata, Madrid, 2020. Está en un ebook y en papel, en librerías y en Internet.

22 de septiembre de 2020

Cuidarnos entre nosotras




A las mujeres nos educan para que no nos enamoremos unas de otras, y nos convierten en rivales, porque no nos quieren unidas en pareja, ni en grupo. Nos quieren solas, divididas, enfrentadas y enemigas. Por eso el mayor acto de rebeldía es cuidarnos y querernos mucho entre nosotras.

Si el patriarcado nos quiere amargadas, tristes, ansiosas, deprimidas, de rodillas y solas, hay que desobedecer, juntarnos y reivindicar la alegría de vivir. 

La cuestión es: ¿cómo liberamos al amor del patriarcado?, ¿cómo hacer para querernos más, para cuidarnos mejor?, ¿cómo hacer de nuestras relaciones una fuente de disfrute, placer y amor del bueno?


Cuidarnos a nosotras mismas y a las demás es un acto de resistencia 

La mayor revolución que estamos haciendo en nuestro día a día, no es sólo aprender a cuidarnos a nosotras mismas, sino también aprender a cuidar a las hermanas, madres, abuelas, amigas, primas, tías, compañeras de estudios y trabajo, compañeras de lucha, novias, ex novias, amantes, vecinas, y también, a las mujeres desconocidas. 

En la medida en que nos apoyamos unas a otras, vamos destrozando el patriarcado, que nos quiere miedosas, acomplejadas, insatisfechas, frustradas, y muertas de envidia. Nos enseñaron a competir entre nosotras para que nos destruyamos entre nosotras: el reto es que las nuevas generaciones aprendan a  cuidarse, y a hacerse la vida más fácil y más bonita las unas a las otras. 


Cuidarnos es dedicarnos tiempo

Es parte de los cuidados hacia una misma, pasar tiempo contigo y con más mujeres. 

Todas necesitamos tiempo de atención plena y amorosa, necesitamos que nos escuchen y escuchar a las demás, necesitamos parar los relojes cuando estamos juntas. Hoy apenas tenemos tiempo para el amor y los cuidados, y nos invitan a dedicar el poco que tenemos a un hombre. Si estamos criando, la cosa se complica aún más: tenemos que apoyarnos las que somos mamás y las que no, para que la falta de tiempo a solas no nos separe. El amor hay que repartirlo entre tu gente querida, y las mujeres de tu vida, porque las redes son nuestro principal sostén para poder sobrevivir en un mundo terrible. 

Dedicar tu tiempo a una mujer a la que quieres es una de las mayores demostraciones de amor que puedes hacerle.  


Cuidarnos es disfrutar 

Las mujeres no sólo tenemos a las amigas y a las primas para llorar cuando las cosas nos van mal. 
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Las redes de mujeres son el mejor lugar para celebrar la vida y para disfrutar de nuestro poco tiempo libre. Son lugares seguros, libres de violencia, en el que podemos ser nosotras mismas y en el que olvidarnos por un rato del mundo ahí afuera. 

Todas necesitamos tener tiempo libre, y sentirnos libres para gozar y para disfrutar. No resulta fácil reivindicar nuestro derecho al placer, porque ahí está la culpa para hacernos creer que sólo podemos ocuparnos del bienestar de los demás, pero disfrutar es un acto político que nos libera a todas. 

Cuando las mujeres nos juntamos para festejar, para divertirnos, para jugar y aprender cosas nuevas, para compartir secretos, para viajar y conocer nuevos sitios, para sacar adelante nuevos proyectos, para disfrutar y para luchar por lo nuestro, somos imparables: dedicarle tiempo a las mujeres de tu vida es fuente de energía y de alegría.


Cuidarnos entre nosotras es subversivo 

En todo el planeta, las mujeres forman redes de resistencia y de apoyo para sobrevivir: en situaciones de catástrofe como las guerras, es la única forma de no morir de hambre o bajo las bombas. También en las crisis económicas las mujeres se ayudan: aportan comida a la olla común, se apoyan en el cuidado de menores y mayores, y practican el trueque para tirar hacia delante. 

El ejemplo más cercano lo tenemos en nuestras abuelas: en los pueblos cooperaban entre ellas para sobrevivir, tejían redes de resistencia al hambre, al frío, a la miseria, a la guerra, y al patriarcado. Como ellas viven millones de mujeres en el mundo, especialmente en zonas rurales.

Las mujeres feministas y las no feministas tejemos redes en todo el mundo y formamos comunidades para protegernos, para ser solidarias, para luchar por nuestras causas, y para avanzar hacia la construcción de un mundo mejor. Hay que fortalecer y multiplicar esas redes para cuidarnos entre nosotras, para que ninguna mujer tenga que luchar sola. 


Cuidarnos es resistir 

La única forma de resistir la violencia del patriarcado es mediante la solidaridad y el compañerismo entre nosotras. La sororidad, que es la capacidad de las mujeres para respetarnos, comunicarnos, ayudarnos entre nosotras, y cuidarnos, salva vidas a diario a muchas mujeres que están batallando para sobrevivir.  

Es necesario reivindicar la importancia de las redes de apoyo mutuo para la seguridad, el bienestar, y la salud mental y emocional de millones de mujeres, porque vivimos unos tiempos en los que la distancia social nos está separando cada vez más. Ya hay millones de mujeres luchando por sobrevivir a las 3 jornadas laborales, salarios precarios, desempleo, teletrabajo y crianza a solas, creyendo que su problema es personal, y no político. Y muchos millones de esas mujeres confinadas en casa, sufren malos tratos a diario y viven con miedo constante a ser asesinadas.

Cuando nos damos cuenta de que no es cuestión de mala suerte, sino un problema colectivo que afecta a la mitad de la población del planeta, es cuando por fin comprendemos que tenemos que necesitamos cambios sociales y políticos, y que unidas tenemos más fuerza. No sólo en la batalla política, sino sobre todo en las batallas que libramos día a día contra el machismo, la violencia, la discriminación, la precariedad y la pobreza, las injusticias y la falta de derechos humanos. Cuanto más solas estamos, más vulnerables somos. 



Cuidarnos es no competir  

Es importante relacionarnos con las demás mujeres con la idea de que no son una amenaza para nosotras, y que hay espacio para que brillemos todas, y para que podamos establecer alianzas. Nos representan siempre a las mujeres exitosas como mujeres solitarias a las que nadie quiere y a las que nadie necesita, para que creamos que triunfar en nuestra carrera tiene un coste muy alto. 

Si los hombres reciben la admiración de los demás, las mujeres solemos sufrir la envidia del resto. Y la envidia es muy dañina: se vuelve en contra nuestra en forma de chismes, rumores, y cotilleos que sirven para tumbar nuestro prestigio, para cuestionar nuestro talento, para dejarnos solas en el trono del éxito, y para bajarnos de él de forma bruca y violenta. 

Por eso es tan importante que las mujeres podamos brillar, y que enseñemos a las niñas la importancia del apoyo mutuo. 


Cuidarnos es aprender a trabajar juntas en lo esencial, sin que nuestras diferencias nos separen. 

No tenemos que pensar igual, ni tenemos las mismas creencias, ni tenemos que estar de acuerdo en todo. No tenemos que estar siempre unidas en todo, pero sí que podríamos aprender algo que nos puede ayudar mucho a todas: a abrazar la enorme diversidad, y a aceptar que nuestras diferencias son una fortaleza, no un obstáculo para entendernos.  

En todo el mundo, la mayor parte de los movimientos sociales fracasan porque los grupos se dividen, compiten entre sí, se atacan, y acaban desintengrándose por el hartazgo y el cansancio de las guerras internas. Los movimientos de izquierdas suelen perder mucho tiempo y energía en luchas de poder, en debates que no llevan a ninguna parte, en luchas de egos, y en guerras ideológicas que les convierten en un objetivo fácil para las derechas. Esta es la lección que hemos aprendido estudiando Historia: que funciona la estrategia del "divide y vencerás", y que para hacernos más fuertes, hay que estar unidas en lo esencial. 


Cuidarnos es despatriarcalizarnos 

Las mujeres no solo sufrimos violencia, también la interiorizamos y la ejercemos sobre los demás. Desde pequeñas nos hacen creer que las mujeres no somos confiables, no somos honestas, y no somos buenas personas. Así es como se nos mete la misoginia dentro y acabamos creyendo que las mujeres somos manipuladoras, retorcidas, caprichosas, egoístas, mentirosas, mezquinas y malvadas, maltratadoras y violentas. Por eso tantas mujeres buscan la amistad de los chicos, a los que siempre representan como seres nobles y transparentes, y por eso muchas mujeres creen que las mujeres somos las peores enemigas.

A todas las niñas nos educan para que reprimamos nuestro afecto y nuestro deseo sexual, y nos veamos como una amenaza unas a otras. Los hombres se benefician de nuestra misoginia: ellos nos necesitan solas, inseguras, llenas de odio y de miedo, y sumidas en guerras con otras mujeres. 

El maltrato, sin darnos cuenta, se nos mete dentro. El ego nos lleva a estar constantemente comparándonos con las demás, y sosteniendo luchas de poder que nos quitan la energía. 

Para parar la guerra mundial contra las mujeres, tenemos que dejar de hacernos la guerra a nosotras mismas, y dejar de hacernos la guerra entre nosotras. 


Cuidarnos es cuidar nuestras palabras, nuestra forma de comunicarnos y de resolver nuestros conflictos

Lo mismo en casa que en la fábrica, lo mismo en la cama que en la oficina, lo mismo en la intimidad que en público: tenemos que cuidar mucho nuestra forma de hablar a las demás, nuestra forma de tratarnos y de relacionarnos. Igual con las mujeres de tu familia y tus tribus, que con las mujeres a las que no conoces de nada. 

La única forma de sobrevivir a la violencia del sistema patriarcal es creando alianzas y redes de apoyo en nuestras tribus de gente querida, y en nuestros barrios y comunidades. 
 
En el feminismo, dado que el objetivo común es avanzar en la lucha por la igualdad, la libertad y los derechos de las mujeres, las mujeres tenemos que abrazar la ética de los cuidados, ponerle mucho amor a la forma en que nos hablamos, y a la forma en que negociamos para establecer alianzas. 


Cuidarnos es ocuparnos y preocuparnos por nuestra salud mental y emocional, y la de las demás

Es fundamental aprender el arte de la comunicación no violenta, y el arte de la gestión de las emociones, lo mismo con las compañeras feministas, que con las mujeres de tu vida. 

Podemos resolver los conflictos sin hacernos daño, podemos aprender a trabajar nuestras emociones para contener nuestros sentimientos negativos, podemos trabajar en los problemas con otras mujeres desde la filosofía de los cuidados, y podemos incluso, romper nuestras relaciones o pausarlas con amor si no van bien, o si nos hacen daño. 

Podemos apoyarnos entre nosotras y tratar de ahorrarnos todo el sufrimiento posible: hay que quererse mucho y muy bien para resistir, para estar sanas, y para poder disfrutar de la vida. 


Cuidarnos es apoyarnos y organizarnos

Sobre todo en los momentos en que las mujeres de nuestras vidas pasan por momentos difíciles y se sienten vulnerables. Las mujeres podemos organizarnos para brindar apoyo emocional y psicológico, logístico, monetario en esos momentos en que necesitamos saber que no estamos solas, que hay gente que nos quiere, y que pertenecemos a una comunidad en la que damos y recibimos a manos llenas.

Es muy importante que nos volquemos las unas en las otras cuando llega el cambio a nuestras vidas: cuando atravesamos dificultades económicas, o cuando se nos muere un ser querido, o cuando recibimos malas noticias sobre nuestra salud o la de nuestros seres queridos, o cuando nos estamos separando de nuestras parejas, o cuando iniciamos la dura travesía de la maternidad... necesitamos sentirnos escuchadas, protegidas, y acuerpadas por las demás. 


Cuidarnos es dejar de explotarnos unas a otras 

Según el lugar que ocupemos en la jerarquía patriarcal, las mujeres no solo sufrimos la explotación, también la ejercemos. Por eso es tan importante buscar soluciones colectivas a la maternidad, los cuidados y las tareas domésticas: no se trata de liberarnos nosotras para que nos sustituyan mujeres más pobres. 

Se trata más bien de luchar para que la conciliación deje de ser un mito y se haga realidad, para que los hombres se incorporen masivamente a las tareas de crianza y del hogar, y para repartir los cuidados entre todas y todos. Organizando nuestro sistema productivo y de consumo podríamos dejar de explotar a mujeres más precarias que nosotras: mujeres que limpian casas y edificios, que cosen calzado y ropa barata, que cuidan niños y mayores, y que sostienen en sus hombros todo el peso del mundo.  


Cuidarnos, también en los conflictos

Podemos debatir y disentir sin insultarnos, sin humillarnos, sin hablarnos con sarcasmo ni desprecio. Podemos resolver los conflictos sin violencia verbal y emocional, podemos tomar descansos para reflexionar y descansar, podemos discutir sin hacernos daño. 

Tienes derecho a que no todas las mujeres te caigan bien, y no quieras trabajar con todas. Pero no despilfarres tu energía en hacer llamados al linchamiento público de otras mujeres, no hagas suposiciones sobre mujeres que apenas conoces, no emitas falsas acusaciones, no juegues sucio en las batallas contra otras mujeres. 

No te apropies del trabajo ni de las ideas de otras mujeres, no le hagas competencia desleal, no trates de hundirla, y acepta que no tienes por qué portarte mal con mujeres que no te gustan o no son de tu agrado.

No sirve de nada, no te hace sentir bien, y no aportas nada a la lucha feminista: la ira hay que trasladarla hacia el enemigo común que nos quiere a todas de rodillas. 

Enfoquemos nuestra atención en renunciar a la estructura patriarcal de relación entre nosotras, para aprender a relacionarnos de otra manera. No podemos utilizar las mismas armas ni las mismas estrategias que utilizan los señores patriarcales: hay que trabajar para acabar con las jerarquías y las luchas de poder, porque suelen ser las raíces de todos los conflictos. 

Y hay que tener bien claro quienes son los que se benefician de nuestro sufrimiento, quiénes ganan cuando nosotras nos enfrentamos, y quiénes pierden (aquellas por las que luchamos). 

¿Y como cuidarnos cuando nos deseamos y nos amamos?, ¿cómo es el cuidado cuando formamos pareja entre nosotras?

Sigue leyendo en el siguiente post: 


Coral Herrera Gómez 



Artículos relacionados: 













20 de septiembre de 2020

Amor y cuidados entre mujeres lesbianas


¿Cómo aprender a querernos bien y a disfrutar del sexo y del amor entre nosotras? 

Todas las mujeres somos educadas en el patriarcado, y a todas nos envenenan el cerebro con el mito romántico.

Las relaciones entre nosotras también son patriarcales, y por eso desde el feminismo estamos trabajando para liberar al amor, y para liberarnos nosotras.

Las parejas de mujeres lesbianas y bisexuales tienden a reproducir los mismos esquemas de relación que las parejas heterosexuales. Ninguna nacimos siendo feministas, todas nosotras hemos aprendido a relacionarnos en estructuras patriarcales de dominación y sumisión. 

Por eso las mujeres también tenemos relaciones tóxicas y violentas entre nosotras: no sabemos relacionarnos en igualdad, y nos han hecho creer además que amar es poseer, que amar es controlar, que amar es convertirse en una policía o una carcelera. Nos han enseñado a domesticarnos y dominarnos entre nosotras, nos han hecho creer que el amor es una guerra. 

Nos han dicho que para amar hay que sufrir, que amar es poseer, que el amor verdadero es para siempre, que el amor te puede transformar la vida, que el amor todo lo puede... son los mensajes con los que nos han bombardeado durante toda la vida para convertirnos en adictas al amor, y en dependientes emocionales de por vida.

Las mujeres lesbianas y las bisexuales también mitifican e idealizan a sus parejas, también creen que el amor puede salvarlas, también sufren la necesidad de ser amadas y el miedo a la soledad, también se creen que estando solas les falta algo o están incompletas, también sueñan con un amor verdadero y para siempre. 

El amor entre mujeres también está, como el amor hetero, atravesado por el miedo y las luchas de poder. Así nos han enseñado a amar a todas, en casa, en la escuela, en la tele, en el cine, en la literatura... el mito del amor romántico está por todas partes. 

Cuando se junta la autoestima baja, los traumas de la infancia, y la dependencia emocional, es muy dificil construir relaciones igualitarias y sanas entre nosotras. 

No es nada fácil quererse bien ni cuidarse mutuamente cuando no sabemos aún cómo aceptarnos y cómo cuidarnos amorosamente a nosotras mismas. 

Además, las mujeres lesbianas tienen que batallar con un mundo patriarcal que no soporta el amor entre mujeres. La mayoría quisiera poder amar en libertad y ser feliz, pero es muy duro lidiar con el odio misógino y la lesbofobia a la vez. 


Dentro del colectivo LGBT, las mujeres lesbianas son las más invisibles, y las que mayor discriminación y violencia sufren. Es un colectivo aún controlado por los machos: ellos son los que manejan la mayoría de los recursos para luchar por la igualdad y la diversidad, ellos son los que aparecen en los medios de comunicación, los que reciben los aplausos y los que lucen sus disfraces en el desfile del Orgullo. 

Para las mujeres lesbianas es muy duro tener que esconderse y vivir en el armario, pero es muy duro también salir de él.

No es fácil, tampoco, tener relaciones en las que la otra persona no ha salido aún del armario, 

no es fácil sufrir el rechazo de tu familia y de tu comunidad, 

no es fácil vivir con la sensación de que no eres como las demás, 

ni convivir a diario con el miedo a sufrir agresiones verbales o físicas.


Más difícil aún es ser lesbiana feminista y sentir la enorme contradicción entre lo que piensas y lo que deseas, entre lo que dices y lo que haces: teóricamente hemos avanzado mucho gracias al trabajo que estamos haciendo por liberarnos del machismo y tumbar el patriarcado, pero nuestras emociones siguen siendo profundamente patriarcales, y nuestras relaciones también. 

Aquí lanzo algunas propuestas para que las mujeres podamos disfrutar más del sexo y del amor, y para aprender a cuidarnos más y mejor entre nosotras: 

 Olvidarnos de los patrones establecidos por el régimen heterosexual, de los estereotipos y los roles que nos asignan, desobedecer los mandatos de género. 

Romper con los mitos de los cuentos de hadas, destronar la pareja como forma suprema de amor, y tomar conciencia de todo el amor que nos rodea. 

- Explorar nuevas formas de querernos y de relacionarnos entre nosotras

- Cuidar a las mujeres con las que ligamos en persona y virtualmente, no importa si la relación dura unas horas, una noche, o un año. No importa si hay química, si se agota, si es una relación formal o una aventura: hay que tratarse bien incluso si no pasamos de la fase del cortejo. Buenos tratos todo el rato: al empezar, durante la relación, y al terminar.  

- Si empiezas un romance, ir despacito para conocer bien a la otra persona y evaluar con calma si hay condiciones para construir una relación.

- Tratarnos como compañeras de viaje: que los pilares de vuestra relación sean el apoyo mutuo, los cuidados mutuos, la lealtad, el compañerismo y el trabajo en equipo. 

- Aprender a escuchar y a comunicarnos con amor. 

- Aprender a negociar: con nosotras mismas, y con nuestras parejas, para llegar a acuerdos que nos permitan disfrutar del amor a las dos. 

- Vivir el amor con toda la libertad del mundo: sin modelos a seguir, sin religiones del amor, y sin modas que nos limiten o nos condicionen.

- Intentar hacernos la vida más fácil y más bonita, y que ese trabajo amoroso sea mutuo. 

- Respetar la libertad de movimientos de la pareja, que jamás ninguna tenga que pedir permiso para entrar, salir, subir o bajar, para pasear o viajar, para estudiar o trabajar.  

- Respetar los espacios y los tiempos de nuestra pareja. 

- Respetar las redes familiares, las redes sociales y afectivas de nuestra pareja.

- Tratarnos mutuamente como mujeres adultas, y autónomas, capaces de cuidarnos a nosotras mismas y de cuidar nuestras relaciones.

- Ser generosas entre nosotras: dar lo mejor de nosotras mismas, sin dejar nunca de ser nosotras mismas.

- Dedicarle tiempo al amor: es una de las bases fundamentales para cuidar una relación. Vivimos en un mundo en el que apenas tenemos horas en el día para amarnos, para cuidarnos, para dedicarlos a disfrutar del amor, por eso es tan importante organizarse bien para dedicarle tiempo de calidad a tu pareja.

- Si estáis enamoradas, y tenéis las mismas ganas, si os sentís correspondidas y amadas, apostarle al placer y al disfrute: las relaciones para que duren hay que nutrirlas y cuidarlas mucho. 

- Hablar mucho, negociar y elaborar juntas el contrato amoroso. Según vayaís evolucionando, podréis revisar los acuerdos y llegar a nuevos pactos.  

- Si vivís juntas, repartid equitativamente el peso de las tareas domésticas y de cuidados.

- Celebrad periódicamente una Asamblea del Amor en la que os planteeis qué podríais mejorar cada una, y qué necesitáis para disfrutar más aún de la relación.

- No meter en la pareja a las ex. El pasado debe quedar atrás para poder vivir el amor en libertad.

- Trabajarse cada cual todo aquello que no le hace bien, o le hace daño a la pareja y a los demás. Si trabajas para ser mejor persona, tus relaciones van a ser mejores, y esta es la base de la salud mental y emocional. 

- Cuidar la salud sexual, la propia y la de la compañera.

- Si las cosas van mal, hay que hacer el esfuerzo de tratarse bien en todo momento, incluso cuando nos sentimos dolidas o enfadadas, para evitar sufrir o hacer sufrir a nuestra pareja. 

- Revisar los patriarcados que nos habitan a cada una, y hacer autocrítica amorosa para trabajarlo también en la relación. 

- Cuida tus amores: tu pareja no debe ser el centro de tu vida. Debes cuidar siempre a tu gente querida, tengas o no tengas parejas. 

- Cuida mucho la forma en que usas tu poder, y el poder que te da el amor cuando alguien se enamora mucho de ti. 

- Cuidad la convivencia y los espacios compartidos: vuestro hogar tiene que ser un sitio seguro y libre de violencia, en el que ambas os podáis sentir a salvo y en paz. Es el refugio para descansar de las batallas del día a día, no un espacio para seguir guerreando. 

- Cuidarse y cuidar la salud mental y emocional: cada una debe sentirse la máxima responsable de su bienestar, pero también es importante preocuparse por el bienestar de la compañera con la que compartimos la vida, y apoyarla en los momentos más duros.  

- Ser sinceras y honestas cuando nos sentamos a hablar de nuestros sentimientos y del proyecto de pareja. Ser sinceras, también, cuando ese proyecto se está acabando, o cuando está peligrando por algún motivo. 

- Cuidar la comunicación: expresar lo que queremos y necesitamos sin miedo, y expresar nuestros deseos de una forma asertiva. 

- Cuando surjan conflictos, revisar las estrategias que ponemos en práctica para conseguir lo que deseamos o lo que necesitamos. 

- Evitar caer en luchas de poder: las cesiones tienen que ser equitativas, no es justo si siempre cede la misma. No siempre podemos llevar la razón en todo ni salirnos con la nuestra en todo, ni conseguimos siempre lo que queremos.  

- Encontrar momentos de amor pleno, de atención y escucha total: se trata de dejar las pantallas a un lado, centrarse en tu pareja, y demostrarle el amor que sientes con todos los sentidos puestos en ella. 

- Construir una relación sana e igualitaria, basada en el buen trato, la comunicación, la empatía, la solidaridad, los cuidados, y el amor compañero. 

- Aprender a pelearnos sin hacernos daño: sin humillaciones, sin insultos, sin gritos, sin acusaciones falsas, sin amenazas, sin ir a dar donde más duele. Podemos protestar y expresar lo que sentimos sin herir y sin agredir verbalmente.

En el amor y el sexo todo debe ser mutuo. Si no sentís lo mismo, podéis llegar a sufrir mucho. Cuidarse significa ahorrarse todo el sufrimiento posible, a ti y a tu pareja.

- Identificar a tiempo cuándo una relación no da más de sí, o cuándo empieza a doler, para no alargar el final y poder empezar el proceso de la separación.

- Separarnos con cariño cuando se acabe la relación, renunciar a la guerra, y tratar de hacerlo lo mejor posible para no sufrir ni hacer sufrir a la otra persona. 

 

Coral Herrera Gómez 






19 de septiembre de 2020

Disfrutar del Amor: 10 podcast para ti


Estoy impresionada con la audiencia que ha tenido mi programa de podcast "Disfrutar del Amor", han sido 10 capítulos de media hora emitidos desde mayo a septiembre. Me lancé a este mundo nuevo sin saber mucho, pero se ve que funcionó, porque el programa ya ha alcanzado las 90.000 descargas: 60 mil en Spotify, y 32 mil en Ivoox.

Millones de gracias a todas por escucharme, y por difundir los audios, ¡me hace muy feliz saber que os han gustado!

Aquí podéis escuchar y descargarodos los capítulos:

En Spotify:



En Ivoox:

18 de septiembre de 2020

Prohibido quererse: resumen de una distopía afectiva

Arte de Guillame Chiron



Prohibido quererse: resumen de una distopía afectiva. 

Para salvarnos la vida, prohibieron los besos, los abrazos, las muestras de cariño, y cualquier  demostración de afecto en escuelas, oficinas, y fábricas. Se invitó a las mujeres a renunciar a su vida sexual o limitarla a su marido, quien tenía. 

Sólo los hombres disfrutaron de espacios libres de normas y prohibiciones para tener contacto físico y relaciones sexuales, pero solo aquellos que tuvieron dinero para pagar la entrada a los burdeles. 

Aislaron a las personas mayores del contacto con su gente querida, y muchos murieron de soledad, en soledad. Nos repetían que no quedaba más remedio: para salvarnos la vida nos tenían que recomendar la distancia social y emocional, y la abstinencia sexual y afectiva. 

Usaron el miedo para que dejaramos  de juntarnos con familiares y seres queridos, y de hacer reuniones y fiestas para celebrar la vida. 

Cerraron aquellos espacios donde nos reuníamos para disfrutar del arte y la cultura, y para organizarnos frente a la barbarie, así trataron de parar a la gente que se organizaba en redes de apoyo mutuo y solidaridad. 

Mientras silenciaban el aumento de enfermedades mentales y los suicidios, insistían en que el aislamiento era necesario para salvarnos la vida. 

Lo único que se podía hacer era hacinarse en los buses y metros para ir a trabajar y consumir. Las actividades gratuitas quedaron prohibidas. 

Sólo podías pasear si ibas a comprar, y sólo podías quitarte la mascarilla pagando, así que la gente sin dinero tenía que estar siempre con la boca tapada, o encerrada en casa buscando en la pantalla un poco de calor humano. 

Las noches de amor pasaron a ser clandestinas, los abrazos se convirtieron en actos de subversión y los besos, en poesía revolucionaria. 

La gente se quería más, ahora que no podía, y desde esa necesidad urgente de contacto, de apoyo mutuo, de afecto y amor, brotó la rebeldía. Sólo así pudimos luchar contra la soledad, sólo así pudimos salvar nuestras vidas #solidaridad #redes #amor #distopía

Coral Herrera Gómez 

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