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2 de febrero de 2022

Si te da a elegir, nunca le elijas a él



Si te da a elegir entre tus amigas o él, elige siempre tus amigas.

Si te da a elegir entre tu familia y él, siempre tu familia.

Si te da a elegir entre tus pasiones y él, siempre tus pasiones.

Si te da a elegir entre tu carrera y él, siempre tu carrera.

Si te da a elegir entre tu mejor amigo o él, elige siempre a tu mejor amigo.

Si te da a elegir entre tu mascota y él, siempre tu mascota.

Si te da a elegir, nunca, nunca elijas a tu pareja. 

La gente que te quiere bien nunca te pide sacrificios, ni te hace renunciar a tus afectos, ni pretende aislarte, ni te pone contra la espada y la pared.


Coral Herrera Gómez

7 de noviembre de 2021

Révolution Amoureuse, de Coral Herrera Gómez



Os presento mi libro "Mujeres que ya no sufren por amor" traducido al francés 
por Sophie Hofnung para la editorial Binge Audio Editions.







Les femmes du monde entier souffrent par amour, en rêvant d'un modèle d'homme qui n'existe pas, d'un partenaire idéal qui viendrait les sauver. Ce mythe de l'amour romantique, que la société nous présente comme le seul possible, bien aidée par la religion et l'industrie du divertissement, est toxique.

Individuellement et collectivement. Alors, le seul moyen de se désintoxiquer, c'est de faire la révolution !

Comment ? En interrogeant nos façons de s'aimer, pour nous libérer des normes, de l'éducation et des représentations qui enferment nos émotions ; en imaginant d'autres relations amoureuses et affectives dans un monde différent, et en osant les faire advenir.

En 23 courts chapitres précis et percutants, Coral Herrera Gómez nous donne des pistes très concrètes pour changer nos pratiques individuelles et collectives, afin de faire changer le monde. Car l'amour est un puissant outil de transformation : quand il dépasse les frontières du couple pour gagner le collectif, il est un moteur pour construire une société où l'exploitation, la violence et les hiérarchies n'ont pas droit de cité.


Puedes adquirirlo en Fnac y en más de 160 librerías de Francia.

Más libros de Coral Herrera

1 de septiembre de 2021

Entrevista a Coral Herrera en Tele Sur

 



Programa "Notables", Jorge Gestoso entrevista a Coral Herrera para TeleSur. 

26 de mayo de 2021

Cómo dejé de trabajar gratis gracias al feminismo

Revista Con la A. Número 75


El día 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, propuse a las mujeres en mi muro un sencillo ejercicio que consistía en calcular las horas que han trabajado gratis para su marido y su patrón (o patrones). Encontré una herramienta muy útil para calcularlo, pero cuando me puse yo a hacer el ejercicio, me di cuenta de que no era tan sencillo como parecía.

En mi caso, calcular la cantidad de horas que he trabajado gratis para hombres en sus universidades, empresas, medios de comunicación, etc. desde el año 2010 se me antojó una tarea imposible. Porque no es sólo calcular lo que dejé de cobrar, sino también el dinero que me gasté en desplazamientos, alojamiento, comida, etc.

Trabajar gratis es muy caro, pero tardé mucho en darme cuenta.

El día en que decidí que sólo trabajaría de un modo altruista para causas sociales y políticas, para proyectos culturales y para colectivos sin ánimo de lucro, mi vida cambió por completo.

Pero me llevó 10 años llegar a este momento.

¿Y cómo llegué a este pacto solemne conmigo misma? Pues gracias al feminismo, gracias a mis compañeras feministas.

Con ellas empecé a entender que lo de trabajar gratis no era un problema mío, sino un problema colectivo, que además afecta muchísimo más a las mujeres que a los hombres. Entendí que la precariedad y el abuso que sufría no se debían a mi forma de ser, sino a un sistema basado en la explotación.

A las mujeres nos explotan en todos los ámbitos: laboral, doméstico, sexual, reproductivo, emocional. Y el sistema capitalista se sostiene sobre esta explotación: sin nuestro trabajo gratis, sin nuestra energía y nuestro tiempo, nada funcionaría, y los hombres no podrían hacerse ricos.

Con mis compañeras feministas entendí por qué lo personal es político: porque lo que nos pasa a una, nos pasa a todas.

Trabajar gratis es un acto insolidario que hace mucho daño a todas las compañeras que se dedican a lo mismo que tú

Nos hemos hecho muchas preguntas a lo largo de estos años que nos han ido ayudando a tomar conciencia de que trabajar gratis es un acto insolidario que hace mucho daño a todas las compañeras que se dedican a lo mismo que tú. Porque si tú escribes e impartes formación gratis, impides que contraten a otras mujeres, y por supuesto que te contraten a ti misma. Devalúas completamente tu trabajo y el de tus compañeras.

Es duro cuando te das cuenta, pero es super necesario hacerse preguntas y confrontar la realidad, aunque duela. Os comparto algunas de estas preguntas que nos ayudaron:

¿Cómo consiguen los hombres que trabajemos gratis para ellos? A casi todas nosotras nos dicen lo mismo: “así te das a conocer”, “así te engorda el currículum”, “trabajar para nosotros aumenta tu prestigio”.

Pero lo cierto es que con prestigio no se puede pagar el alquiler, el agua y la luz. No puedes comprar pan ni pagar el teléfono, ni ir al dentista, ni puedes comprar alimentos. 

¿Por qué nadie le dice a un fontanero, a un dentista, a un electricista o a un ingeniero que trabajen gratis?

Porque todos valoramos su trabajo, sus habilidades técnicas, sus conocimientos y su experiencia.

¿Por qué los hombres cobran más por su trabajo que nosotras las mujeres? Porque ellos también valoran su trabajo.

Mi amiga María Martín Barranco, que es una mujer muy sabia, nos puso un ejercicio: empezar a fijarnos en cómo negocian los hombres, cómo defienden el valor de su tiempo, y lo bien que exhiben sus competencias para venderse a sí mismos.

Me quedé maravillada al darme cuenta de que cuanto más se valoran a sí mismos, más les valoran las empresas, las universidades y las instituciones. Es decir, que se crea un efecto espejo: si yo tengo claro que soy valiosa, los demás me valoran más.

¿Por qué a la gente le gusta gastarse mucho dinero en algunas cosas, y otras las quiere gratis?

Porque la gente valora las cosas caras y no da valor a las cosas baratas. Asocian lo caro a lo bueno. Vean este experimento: una empresa de calzado barato en Nueva York se inventa una marca nueva, saca los zapatos a la venta con precios desorbitantes, y hace una exitosa campaña publicitaria. Lograron que la gente hiciese filas enormes para pagar 400 dólares por zapatos que en realidad costaban 20 dólares. 

Más preguntas dolorosas: ¿quién me mantiene mientras yo trabajo gratis? ¿quién paga mis facturas? ¿cómo afecta a esa persona que yo no tenga ingresos? ¿qué tipo de relación puedo tener con alguien desde la dependencia económica? ¿es justo que alguien tenga que sostenerme mientras yo trabajo gratis con la excusa de que así me voy haciendo conocida?

¿Qué pasa cuando eres conocida? Que te siguen ofreciendo trabajo gratis....

¿Quieres seguir leyendo? En este enlace de la Revista Con la A puedes acceder al post entero. 


13 de abril de 2021

Nuestras vidas con una Renta Básica Universal

 




Imagino un país en el que ninguna niña y ninguna mujer tienen que alquilar su cuerpo para poder comer.


Imagino un sociedad en la que ninguna mujer depende económicamente de un marido u otro hombre de la familia.


Imagino un país en el que las mujeres no se vean obligadas a vender a sus bebés para dar de comer a sus otros hijos.


Imagino una sociedad en la que las mujeres que cuidan no están condenadas a la pobreza y la dependencia económica.


Imagino un país en el que las mujeres no tienen que renunciar a la maternidad por falta de ingresos estables


Imagino un mundo en el que todas las madres tengamos autonomía económica para criar a nuestros propios hijos y no nos veamos obligadas a separarnos de nuestros bebés como ahora.


Imagino un país en el que todas las mujeres tienen autonomía económica para tener garantizado su derecho a divorciarse y separarse.


Imagino una sociedad en la que los empresarios no pueden ofrecer salarios indecentes porque nadie necesita trabajar en las condiciones de miseria actuales 


Imagino un país en el que la gente puede estudiar el tiempo que quiera o que necesite.


Yo imagino un país en el que las trabajadoras y trabajadores autónomos puedan tener estabilidad económica para emprender sus proyectos sociales, cientificos, artísticos, culturales y empresariales. 


Yo imagino un país sin pobreza en el que la gente puede tener todas sus necesidades básicas cubiertas y no vive permanentemente angustiada por la falta de ingresos.


Yo imagino una sociedad con una Renta Basica Universal que nos permite vivir una buena vida, libres de explotación, violencia y sufrimiento. 


#ImaginaLoBásico #RentaBásicaUniversal #imaginalobásico #RentaBasicaYa ICE por RBUI




¿Te imaginas vivir sin miedo y sin angustia por falta de ingresos?, ¿te imaginas cómo sería tu vida con una Renta Básica Universal?, ¿y la de los demás?, ¿te imaginas, acabar con el sufrimiento de 11 millones de españolas que viven en la pobreza? 

Aquí un ejercicio de imaginación colectiva en el que participo con mucha ilusión, estamos recolectando firmas para pedir a Europa que se ponga a trabajar en ello:

Campaña ImaginaLoBásico


                                  ¡Gracias por tu firma!

                        https://rentabasicaincondicional.eu/

16 de marzo de 2021

¿Los hombres nos admiran o nos desean?



La mayoría de los hombres no nos admiran, solo nos desean. Preguntad y veréis cómo la mayoría no pueden decirte el nombre de las mujeres a la que admiran profundamente. Apenas pueden nombrar a unas pocas astronautas, deportistas, filósofas, investigadoras, pintoras, escultoras, poetas, científicas, médicas, empresarias, defensoras de los derechos humanos, lideresas ecologistas, pacifistas o feministas,, o presidentas de países. Menos aún si están vivas.

No les resulta tan difícil nombrar varias famosas a las que, más que admirar por su trabajo, desean. Y ocurre que no es lo mismo admirar que desear: no es casualidad que sean todas mujeres muy jóvenes, muy bellas y sexys que posan, cantan o salen en la tele. Muchos se sienten más atraídos por su erotismo que por su arte y su talento.

Por eso todos conocen a Marilyn Monroe como una sex symbol, no como una mujer de gran inteligencia con un coeficiente intelectual superior al de Einstein. Y por eso el propio Einstein se atrevió a bromear con Monroe sobre qué pasaría si tuvieran un hijo con la inteligencia de Einstein y la belleza de Monroe, y cómo sería al revés. El pobre no sabía con quién estaba hablando.

La mayoría de los hombres no leen libros escritos por mujeres, ni ven deporte femenino, ni saben nombrar mujeres cientificas vivas e importantes. Si a los niños varones les preguntas qué quieren ser de mayores, ninguno te hablará de mujeres que son un ejemplo a seguir. Es mucho más fácil que una niña te diga que quiere ser como Bill Gates, Mozart, Einstein, el Che, Messi, Mandela, Kubrick, que un niño te diga que quiere ser como Carila Rackete, la capitana del barco que rescata vidas humanas en el Mediterráneo, Berta Cáceres, defensora hondureña de los derechos humanos y de la vida en el planeta, o como Hedy Lamarr, la científica que inventó el WIFI.

Los hombres no tienen figuras femeninas de referencia, los niños tampoco: solo les ofrecemos modelos de hombres importantes. En la televisión apenas salen mujeres que no son "deseables": las mujeres adultas mayores, mujeres obesas, mujeres sabias, mujeres lesbianas, mujeres intelectuales, mujeres con discapacidades, etc están invisibilizadas.

En los libros de texto y de Historia tampoco aparecemos, así que es muy difícil que un varón admire a mujeres importantes, porque nos borran y nos silencian todo el tiempo.

Y también es muy difícil admirar mujeres importantes para las niñas: apenas tienen referencias de mujeres que están trabajando por construir un mundo mejor.

Haced la prueba y preguntad a los hombres que tenéis cerca: ¿cuáles son las mujeres que más te gustan?, ¿y las mujeres importantes que más te inspiran?, ¿cuál es el último libro escrito por una mujer que has leído?, ¿quién es tu directora de cine/deportista/pintora/filósofa/empresaria/política favorita?

Probablemente las únicas mujeres a las que los hombres llegan a admirar son las que les han parido y criado, las que les cuidan o les han cuidado, y a las que han visto trabajar sin descanso y luchando cada día para salir adelante en un mundo dominado por los hombres.

Las mujeres tenemos derecho a ser visibles, a que se reconozca nuestro trabajo, a tener figuras de referencia, a conocer a las mujeres importantes de nuestra cultura, y sus valiosos aportes a la ciencia, a la política, a la economía, a la cultura y a la sociedad.

El mundo está lleno de mujeres admirables.

Coral Herrera Gómez

8 de marzo de 2021

8M porque nos sobran los motivos

 



8M porque tener un bebé del sexo femenino sigue siendo una gran desgracia para millones de familias 


8M porque matan a 135 mujeres cada día, 87 mil cada año, hombres que dicen amarlas 


8M porque nos alquilan, nos venden y nos compran, y se forran usando nuestros cuerpos


8M porque ninguna niña nace para puta


8M porque trabajamos toneladas de horas gratis cada año para que los hombres vivan como reyes


8M porque aunque algunas tengamos derecho al divorcio, no tenemos autonomía económica para divorciarnos


8M porque cultivamos el 50 % de los alimentos y solo tenemos el 2% de las tierras


8M porque cobramos un 25% menos que los hombres y tenemos doble jornada laboral


8M porque nos medican para poder resistir la precariedad y la sobrecarga de trabajo


8M porque la pobreza, el analfabetismo y la desnutrición tienen rostro de mujer


8M porque nos cortan el clítoris: más de 200 millones de mujeres en el planeta sufren mutilación genital 


8M porque los hombres hacen negocio con nuestros cuerpos y nuestros bebés 


8M porque sufrimos acoso y agresiones sexuales en las calles, en el trabajo o centro de estudios, en el transporte público y en nuestros hogares 


8M porque nos siguen despidiendo por quedarnos embarazadas


8M porque no nos dejan criar a nuestros propios hijos e hijas 


8M porque millones de mujeres sufren explotación doméstica, laboral, emocional, sexual y reproductiva


8M porque millones de mujeres sufren violencia machista en sus hogares


8M porque los hombres venden a sus hijas para casarlas 


8M porque las niñas son violadas y sufren embarazos forzados en todo el mundo


8M porque millones de mujeres viven confinadas en sus domicilios de por vida bajo dominio masculino 


8M porque no salimos en los libros de Historia ni en los libros de texto 


8M porque luchamos por los derechos humanos de todas las mujeres del mundo


8M porque queremos caminar sin miedo por las calles


8M porque juntas somos más fuertes, y porque unidas somos imparables


#NosSobranLosMotivos #8M #8M2021


Coral Herrera Gómez 

26 de febrero de 2021

El auto-cuidado es un asunto personal y político



El auto-cuidado no sólo es un asunto personal, también es un tema político. No sirve solo para preservar tu salud mental y emocional, para aprender a defenderte de los abusos, la explotación y la violencia de los demás, y para alejar de tu vida a la gente que te maltrata. También es una herramienta muy poderosa para aprender a cuidar a la gente que te quiere y te cuida.  

El auto-cuidado es una buena herramienta para aprender a relacionarte contigo misma desde la filosofía de los cuidados, y para aprender a usar tu poder de manera que no hagas daño a nadie.  Ambas cosas van siempre de la mano: los cuidados y el auto-cuidado, porque ninguno de nosotros podemos vivir bien si la gente a nuestro alrededor no vive igual de bien. 

La felicidad es política, es decir, es un asunto colectivo: no puedes ser feliz si tu gente no es feliz. Yo me cuido para estar bien, y cuanto mejor estoy, mejor puedo cuidar de los demás, y más puedo contribuir al Bien Común. 

La idea de pensar en los demás en un mundo tan individualista y narcisista, es totalmente revolucionaria. 

¿Por qué los cuidados son revolucionarios? 

Porque si pudiéramos organizar nuestra economía en torno a ellos, el mundo cambiaría de una forma radical, de arriba a abajo. 

En primer lugar, la gente que cuida tendría ingresos dignos, no como ahora: la gran mayoría de las mujeres que cuidan están condenadas a la pobreza y a la dependencia económica de otro familiar, generalmente un hombre.  

En segundo lugar, si el auto-cuidado es una responsabilidad nuestra, los cuidados son una responsabilidad social, compartida por todos y todas: si recibimos cuidados en nuestra infancia, adolescencia, vejez, y durante algunos períodos por accidentes o enfermedades (son toneladas de horas las que nuestra gente querida nos cuida), entonces todos y todas deberíamos ser capaces de devolver esos cuidados y contribuir cuando tenemos energía y salud. Ahora mismo la etapa adulta la dedicamos exclusivamente a producir y a consumir, y no nos dejan tiempo para cuidar a los demás. 

Cuidar y ser cuidada sería un derecho colectivo: los Estados tendrían que trabajar para que nadie quedase excluido de los cuidados, para eliminar el sufrimiento de la población, y velar por el bienestar de toda la ciudadanía. 


¿Y qué necesitamos para poder cuidar?

Tiempo, energía e ingresos. 

Pero también toneladas de empatía, generosidad, altruismo, y amor del bueno.


Yo imagino un mundo de cuidados en el que...

-ningún bebé sería separado de su madre al nacer, 

- todas podríamos criar a nuestras propias hijas e hijos, en lugar de tener que separarnos de ellos a las pocas semanas de nacer

- las madres recibiríamos cuidados de toda la tribu durante el puerperio, en lugar de estar solas con un bebé que necesita mucha energía y plena dedicación.

- todos y todas tendríamos tiempo para compartir en familia los cuidados de los adultos mayores o de los miembros con discapacidades o dependencia.

- las empresas no despedirían a las mujeres embarazadas.

- todas y todos podríamos pudiésemos cuidar a nuestras crías y a nuestros mayores cuando enferman.

- pudiésemos recuperarnos de una muerte dolorosa en lugar de tener que ir a trabajar el día después de enterrar a tu compañero, a tu madre, a tu hermana.

-las mujeres más empobrecidas no tendrían que dejar de cuidar a sus hijos para cuidar a los hijos de las clases medias y ricas.

- nos brindaran herramientas de auto-cuidado y cuidado a los demás desde la escuela, para parar las relaciones de odio, discriminación y violencia y sustituirlas por relaciones basadas en el respeto, en la empatía, el apoyo mutuo, la responsabilidad afectiva, y la ternura radical.  


Este es el mundo que yo deseo y por el que trabajo cada día: 

un mundo basado en la cooperación y la solidaridad, en el que todos tuviésemos tiempo e ingresos para cuidarnos y cuidar, un mundo construido en base a redes de afecto y cuidados, orientados hacia el Buen Vivir.

Por eso el auto-cuidado y los cuidados son políticos: porque son colectivos, porque son amorosos, porque son subversivos. Van de ti hacia los demás, y de los demás hacia ti, pero llegan mucho más lejos: 

me cuido, cuido a los demás, recibo cuidados de los demás, cuido mi comunidad y mi entorno, recibo cuidados de ellos, cuido a los animales, a la naturaleza, y al planeta. 

Coral Herrera Gómez


En inglés: 

Self-Care is a Political Issue


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23 de febrero de 2021

Si hizo sufrir a otras mujeres, a ti también te tratará mal

Monika Luniak


Con las demás se portó muy mal, pero contigo se transformará. 

Ha sido infiel a todas sus parejas, pero contigo será fiel. 

Ha mentido a todas sus parejas, pero a tí seguro que no te mentirá. 

Cuando estaba con sus parejas desaparecía durante días, pero contigo no lo hará. 

Sus parejas han sufrido mucho a su lado, pero tú vas a ser muy feliz con él.


¿Por qué a ti no?

Porque tú eres única y especial. Las demás son malas, están locas, no valen nada, y tú eres muy superior a ellas: de ti sí se va a enamorar locamente. 

Sí, eres una mujer pero no eres como las demás mujeres: eres una diosa y aunque él haya sido muy violento y haya hecho sufrir mucho a sus parejas, tú no vas a sufrir porque eres maravillosa: tú te mereces que te amen y te cuiden. 


¿Por qué las demás no merecieron buenos tratos? 

Es que él no había encontrado el amor verdadero, por eso no las trató bien. 

A tí en cambio si te querrá porque tu amor es puro y auténtico, 

y le vas a querer tanto y tan bien que siempre estará contento. 

No necesitará a otras mujeres, porque tú eres mucha mujer. 


¿Por qué alguien que se ha portado mal con las mujeres ahora se va a convertir en un tipo maravilloso? 

Porque como tú eres especial, tu amor le cambiará y le convertirá en un hombre amoroso, cariñoso, sincero, honesto, comprometido, trabajador, generoso, tierno y sensible. 

El amor todo lo puede: si consigues enamorarle, le tendrás bajo tu poder y podrás convertirle en una buena persona. 

Tu amor le salvará del machismo, tu amor le hará darse cuenta de lo maravillosa que eres, tu amor le transformará en un hombre bueno.


Así te habla el patriarcado, compañera, con mensajes que van directos a tu ego. 

No caigas en la trampa: tú no eres mejor que las demás. 

No existen los milagros románticos: tu amor no le cambiará 

No es cierto que tú seas superior a las demás mujeres, 

no es cierto que las demás merezcan sufrir, 

no es cierto que tú puedas cambiar a alguien (solo puedes cambiarte a ti misma, y con mucho trabajo),   

Si él es un hombre infiel, mentiroso y maltratador lo seguirá siendo, y a ti te va a machacar igual que a las demás. 

Primero te tendrá en una luna de miel, luego te bajará a los infiernos, te destrozará la autoestima, te mentirá y te estafará como a todas las demás. Y te costará mucho dinero y mucho tiempo recomponer tu corazón y superar el trauma: ahórratelo. 


¿Por qué no puede cambiar un hombre a través del amor? 

Porque para que ese macho misógino cambie, tendría que querer cambiar, y no lo necesita: tiene a su  disposición a millones de mujeres dispuestas a sufrir por amor, a aguantar, a arrastrarse detrás de él. Si tú no te arrodillas, lo hará otra: el mundo está lleno de mujeres adictas al amor. 


¿Te engañan, o te auto-engañas?

A veces los hombres nos engañan, pero cuando tenemos información, es un deber evitar el autoengaño y utilizarla para cuidarnos a nosotras mismas, y para cuidarnos entre nosotras.

Saber que un hombre ha hecho sufrir a otras mujeres y creer que a nosotras no nos va a hacer daño es la gran trampa del amor romántico que nos pone a todas en peligro. No podemos permitirnos el lujo de engañarnos, ni dejar que nos engañen. 

Saber que ese hombre ha hecho sufrir a otras mujeres nos convierte en responsables máximas de nuestro cuidado y nuestro bienestar: lanzarse a una relación sabiendo que esa persona ha mentido, ha roto los pactos y ha maltratado a otras mujeres es un acto de auto-destrucción suicida. 


¿Por qué quiero estar con él aún sabiendo lo que sé? 

Porque no estás comprometida contigo misma, ni te estás haciendo responsable de tu salud mental y emocional. 

Nos comportamos como adictas, porque es más cómodo pensar que así es el amor, que es inevitable, y que no podemos hacer nada para dejar nuestra droga preferida. 

Nos convertimos en su cómplice si además nos dedicamos a defenderle en público, porque en realidad lo que queremos es defender la elección que hemos hecho, para no reconocer que nos hemos equivocado. Así funciona el ego. 

Y así estamos demostrando que las mujeres que han sufrido por su culpa nos importan bien poco, con lo cual no sólo nos traicionamos a nosotras mismas, sino también a las demás.


Cuídate y cuida a las demás: deja esa relación, y que circule la información

Es una cuestión de justicia social: los hombres que disfrutan haciendo sufrir a las mujeres deberían quedarse solos, completamente solos, sin nadie que les ame y les cuide. 

Cuidarnos a nosotras mismas es un acto político: en un mundo que nos quiere de rodillas, hay que ponerse en pie. El patriarcado necesita que vivamos en guerra contra nosotras mismas, atrapadas en relaciones horribles, y nos quiere amargadas y sufriendo. 

Por eso la mayor rebeldía es tener una buena vida, 

y para poder vivir bien tenemos que ahorrarnos toneladas de sufrimiento romántico, 

a nosotras mismas y a las demás. 

¡Que el amor no es para sufrir, es para disfrutar!

Coral Herrera Gómez 


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4 de febrero de 2021

Otras redes sociales son posibles: herramientas para trabajarnos la violencia



Aquí unas cuantas preguntas que podemos hacernos a nosotras mismas, y entre nosotras, para liberar nuestras redes sociales del maltrato, la violencia verbal, psíquica y emocional. Es un ejercicio de autocrítica amorosa que podemos hacer a solas y en grupos: 

 -Antes de abrir tu teléfono y entrar en las redes sociales, respira hondo y pregúntate: ¿cómo estoy hoy, cómo me siento? 

-Al cerrar tu teléfono, respira hondo y hazte la misma pregunta: ¿cómo me siento?, ¿cómo ha cambiado mi estado de ánimo?, ¿estoy mejor o peor que hace un rato?

- Toma conciencia de cuánto tiempo le dedicas a la mañana, a la tarde y a la noche a las redes sociales, y cuánto le dedicas a comer, a dormir, al trabajo doméstico, al trabajo remunerado, y a la gente a la que quieres.

- Revisa y analiza: ¿qué nivel de enganche tienes con las redes?, ¿qué emociones sientes al entrar en ellas?, ¿te aburren o te excitan?, ¿te ponen feliz o te cabrean?, ¿cuánto?

-¿Cómo va tu autoestima?, ¿como te cuidas en redes sociales?, ¿cómo cuidas a los demás en redes sociales?, ¿cómo cuidas las redes sociales?, ¿cómo cuidas a la gente que no conoces?, ¿cómo te cuidan a ti?

- ¿Qué es lo que buscas en las redes, que beneficios te reporta, qué aprendes en ellas?

- ¿Qué aportas tu en las redes sociales?, ¿eres creativa y generosa, haces propuestas, te sientes útil, ayudas a alguien, haces sentir a alguien mejor? 

- ¿Cómo utilizas tu talento y tus habilidades en ellas?, ¿qué es lo que más te gusta de ti en redes?

- ¿Qué tipo de conversaciones y con qué tipo de gente disfrutas de la conversación?

- ¿Cómo tratas a la gente que no piensa como tú?

-¿Cómo te tratan a ti los demás?

- ¿Cómo está el ambiente en cada red social cuando entras?, ¿cómo te influye a ti este ambiente?

-¿Qué emociones sientes durante una hora de navegación?, ¿cuales son las emociones más intensas?

-Cuando alguien quiere captar la atención de todo el mundo, ¿cómo lo consiguen?, ¿cómo generan reacciones emocionales fuertes?, ¿por qué a las redes sociales le vienen muy bien esas reacciones emocionales? Si, para tenernos enganchadas, claro. 

- ¿Son éticas las estrategias que utilizamos para aumentar nuestra popularidad o nuestra fama en redes?, ¿te benefician solo a ti,  o nos benefician a todos y a todas?, ¿qué impacto tienen en los demás? 

- ¿Actúas impulsivamente, o te paras a pensar un poco antes de comentar en los hilos cargados de emociones fuertes?

- ¿Te informas bien sobre cómo piensa una persona antes de criticarla por su forma de pensar?

- Cuando haces una crítica, ¿estás aportando algo?, ¿le servirá a esa persona de algo la crítica?, ¿y a los demás?, ¿estás convencida de que es una crítica pertinente, que es justa y necesaria?

- ¿Conoces espacios en los que puedes hablar tranquilamente, espacios seguros y libres de violencia verbal?, ¿crees que en tu muro la gente está segura conversando, o se montan peleas sangrientas a las que acude la gente a divertirse?

-¿Cómo vas de empatía?, ¿eres capaz de ponerte en el lugar de la gente con la que estás conversando?

- ¿Pides disculpas públicas cuando te equivocas?, ¿reconoces tus errores públicamente?, ¿haces autocrítica sobre tus aportaciones a la red?

- ¿Cómo escuchas?, ¿le pones amor a tu forma de escuchar y de recibir los mensajes que lanza la gente?, ¿lees con verdadera atención lo que ha escrito esa persona antes de ponerte a criticarla?

-¿Qué haces cuando tienes un mal día o tienes muy mal humor?, ¿utilizas las redes para desahogarte o te lo trabajas un poco para no intoxicar el ambiente?

- ¿Qué impacto tiene en los demás tus palabras cuando te sientes invadida por el mal humor, la frustración, el sentimiento de impotencia, el cabreo y la rabia, tus miedos e inseguridades, tu aburrimiento, tus traumas y tus carencias afectivas?

- ¿Qué es lo que más te cabrea que te hagan en una conversación?, ¿puedes revisar a ver si haces lo mismo tú con los demás?. Puede que te moleste que te encajonen con una etiqueta, que hagan suposiciones, que pongan en tu boca cosas que no has dicho, que malinterpreten tus palabras, que se burlen de ti, que hagan acusaciones falsas, ¿cuales de estas prácticas utilizas tú cuando interaccionas con los demás? 

- ¿Para qué se arman las peleas?, ¿qué queremos, qué quieren conseguir creando polémicas, atacando y peleando en redes: quieren más seguidores, quieren lucirse, quieren divertirse, aumentar su fama, llamar la atención, quieren amor, dinero, reconocimiento? 

- ¿Humillar públicamente a alguien es violencia?, ¿llamar a un linchamiento colectivo contra alguien es violencia?, ¿censurar a alguien y silenciarle es violencia?, ¿sacar de contexto las palabras de alguien para engañar a tu audiencia es violencia?, ¿publicar noticias falsas y bulos, chismes y rumores, es violencia?

- ¿Hacer sufrir a alguien es violencia?, ¿hacer sufrir a alguien para divertirte y divertir a los demás es violencia?

- Todas y todos tenemos derecho a expresar nuestra indignación en redes, nuestra rabia y nuestra desesperación, la pregunta es: ¿cómo expresar la rabia y el sin hacer daño a nadie?, 

- ¿A dónde te lleva la indignación?, ¿te lleva a permanecer en la queja, o te lleva a la acción?, ¿sirve para cambiar algo?, ¿te ayuda a ti en algo?, ¿ayuda a los demás?

- ¿Contra quién diriges tu indignación?, ¿esta semana la has estallado contra cuanta gente?, ¿cuántos son hombres, y cuántas son mujeres?

- Revisa las cosas que has escrito cuando expresas tu indignación: ¿podrías decírselas a esa persona a la cara, mirándole a los ojos?

- ¿Dónde está el límite para no faltarle al respeto a la persona con la que estamos hablando?, ¿por qué no paramos las conversaciones cuando alguien traspasa ese límite? 

-¿Cuál es el nivel de desprecio, cuál es la intensidad del tono de desprecio que utilizas en los debates en los que participas?

-¿Utilizas las burlas para humillar a tus enemigos o enemigas?, ¿para qué las utilizas, qué consigues con ellas?

-¿Y qué se consigue generalmente utilizando los insultos y la amenazas?

- ¿Cómo te sientes cuando notas que vas ganando una batalla en redes y te da el subidón repartiendo zascas?

-¿Y cuando pierdes, cómo te sientes cuando eres tú la que recibes zascas?

- ¿Para qué debatimos realmente? ¿Puede ser para llegar a acuerdos, para buscar soluciones a problemas comunes, para aprender juntas, para compartir información y generar conocimiento?, ¿para intentar convencer a los demás e imponer nuestra visión de mundo?, ¿para construir un mundo mejor?, ¿para convertir la indignación en acción?

-¿Cuáles son los temas que más te escuecen?

- ¿Por qué sigues a personas que no te caen bien, no te agradan o te resultan antipáticas?

- ¿Por qué disfrutas cuando alguien ataca a esas personas?, ¿por qué te entran ganas a ti también de atacarlas? , ¿por qué nos da placer pelear?

- ¿Disfrutamos más peleando que conversando?, ¿es más emocionante una conversación plagada de insultos y humillaciones, que una conversación tranquila y apasionada en la que nadie se falte al respeto ni haga daño a los demás? 

- ¿Cómo reaccionas ante las palabras de las demás?, ¿´cómo te sientes cuando alguien te señala que estás equivocada?, ¿cómo te sientes cuando se burlan de ti o se dirigen a ti con desprecio?, ¿y cuando se malinterpretan tus palabras?, ¿qué sucede cuando alguien reproduce un comentario tuyo sacado de contexto para acusarte de algo que no es cierto?

- Si puedes ver en ti como te sientes al recibir un zasca, ¿eres capaz de ponerte en el lugar de otras personas, y saber lo que sienten?, ¿por qué nos enfurece que sufran las personas que nos caen bien, y nos de placer ver sufrir a las personas que nos caen mal? 

- ¿Cómo va tu ego?, ¿cuantos aplausos, likes y "me encantan" necesitas cada día para sentirte especial, único y maravilloso?, ¿cuánto reconocimiento necesitas por parte de los demás?, ¿cómo intentas atraer la atención de los demás para lucirse?, ¿de verdad necesitas tanta atención?

- ¿Cómo cuidas tus palabras?, ¿te paras a pensar en algún momento en el daño que pueden hacer a las personas a las que te diriges?, ¿sabiendo que hacen daño, por qué no cuidamos más nuestra forma de expresarnos y de comunicarnos?

-  ¿Cuál es el objetivo final de atacar a alguien en redes?, ¿aumentar seguidores/as?, ¿alimentar tu ego, fortalecer tu autoestima?, ¿hacer cambiar de opinión a tus oponentes?, ¿lucirte para que los demás admiren lo brillante que eres?, ¿demostrar que tu teoría o la corriente en la que estás es la correcta?, ¿machacar la autoestima de tu enemigo/a para sentirte mejor que él?, ¿intentar silenciar al otro/a y lograr que se calle o abandone las redes?, ¿o simplemente se trata de desahogarte?

- ¿Hay otra manera de ganar seguidores/as que no sea generando polémicas y peleando en redes? 

- ¿Qué pasa cuando te atacan a ti?, ¿cómo te sientes cuando pierdes una pelea?, ¿qué ocurre si no te apoya nadie?, ¿cómo te curas las heridas y sales hacia delante?

- ¿Qué ocurre cuando te apoya mucha gente y te sientes poderosa?, ¿cómo usas tu poder para silenciar o destrozar a tu enemigo/a?

- ¿Eres leal a tu gente, son los demás leales contigo?, ¿tu lealtad te lleva a defender a tu gente atacando a la gente del otro bando?

- ¿De qué rebaño formamos parte?, ¿cómo obedecemos a las compañeras más populares o exitosas?, ¿cómo las seguimos, cómo nos llega lo que hacen y dicen?, ¿cómo despiertan nuestras emociones?, ¿es posible ser crítica incluso cuando te posee la idolatría?, ¿se porta bien la líder a la que sigues y admiras?, ¿sabe reconocer cuando ha metido la pata?, ¿trata bien a su gente?, ¿y a los demás?

- ¿Qué hacemos con las personas que intentan mediar en los conflictos?, ¿cómo les agradecemos o les rechazamos por su labor?, ¿por qué les obligamos a posicionarse en un bando u en otro?

- ¿Serían aburridas las redes sociales si no hubiese guerras?, ¿es necesaria la polémica para que podamos divertirnos?, ¿será que nuestra forma de generar polémica es cruel?, ¿es necesario tratar mal a las personas para ganar una batalla?

- ¿Será que no sabemos criticar de una forma constructiva, aportando soluciones o haciendo propuestas?, ¿por qué somos, en general, tan destructivos y destructivas?

-¿Para qué guardas las capturas de pantalla de los mensajes privados?, ¿para amenazar, chantajear o extorsionar a alguien?, ¿cómo te sientes teniendo ese poder para someter a alguien con la amenaza de exponerla públicamente?

-¿Cómo reacciona tu cuerpo cuando alguien te provoca en redes para empezar una pelea?

-¿Te has sentido alguna vez superior o inferior a alguien en una conversación?, ¿cómo te afectan los complejos de superioridad o inferioridad de los demás?

- ¿Cómo nos aprovechamos de las emociones de los demás?, ¿cómo reaccionamos ante alguien que está dolido, enfadado, triste, o con miedo, y lo expresa abiertamente?, ¿cómo utilizamos la información que tenemos de esa persona para darle donde más duele?, ¿cómo usamos nuestro poder para hacer daño a los demás?

- ¿Esos chutes de adrenalina que sientes en la interacción con la gente en redes, cuánta energía te dan, donde pones esa energía?, ¿te hacen bien, o te hacen mal?

- ¿Tienes paciencia para explicarle a la gente tus puntos de vista, y para transmitir tus conocimientos, o crees que no hace falta explicar nada porque cada cual tiene que abrir los ojos por su cuenta?

- ¿Cómo serían las conversaciones si fuesen presenciales?

-¿Cómo ves a los demás a tu alrededor, cómo discuten, cómo se comunican, como interaccionan con sus contactos?

- ¿Cómo vas de honestidad y de coherencia?, ¿pones en práctica los bellos discursos que publicas en redes?

-¿Cómo nos estamos trabajando la envidia, los celos, las luchas de poder entre las mujeres?, ¿por qué no hablamos de los sentimientos negativos que se generan entre nosotras?, ¿por qué no tomamos conciencia de una vez de que la competencia y enemistad entre mujeres es uno de los pilares fundamentales del patriarcado?

- ¿Cómo funcionan los rumores y chismes para silenciar a las mujeres, por qué hay tanta gente que  utiliza las falsas acusaciones para hundir a quien desprecia?

- ¿Qué otras técnicas se usan para silenciar a alguien, o para "cancelar" a alguien?, ¿las has utilizado tú?, 

-¿Cómo te sientes sabiendo que puedes arruinarle la vida a alguien con un solo click, en un segundo y sin esfuerzo?, ¿es muy gratificante tener tanto poder, verdad?, ¿cómo usas tu poder en redes sociales?

- Dado que nuestra cultura está cargada de enfermedades de transmisión social (machismo, clasismo, racismo, xenofobia, gordofobia, gerontofobia, homofobia, lesbofobia, transfobia....), y que estas se contagian a través estereotipos, mitos y creencias llenas de prejuicios, ¿le pones conciencia a cómo tu forma de expresarte sirve para derribar o perpetuar esos estereotipos?

- ¿Cómo podríamos utilizar el humor para que no sea dañino ni perpetúe la discriminación de determinados colectivos sociales?, ¿cómo podríamos usarlo para rebajar el nivel de tensión de las conversaciones?

- ¿Cuantas horas al día dedicas a criticar a alguien, en público o en privado?, ¿a cuanta gente le expresas tu admiración y apoyo, en público o en privado?

- ¿Para qué quiero yo tantos likes y tantas fans?, ¿de verdad lo necesito?, ¿por qué le damos tanta importancia a los seguidores, cuando en realidad lo que necesitamos es que nuestra gente más querida nos quiera?

-¿ En qué se parecen las redes sociales al circo romano?, ¿por qué tanta gente disfruta viendo pelear y matarse a dos personas?, ¿por qué todo el mundo pide sangre y más sangre?

-¿Cómo se queda tu cuerpo cuando te sientes invadida por el odio?, ¿cómo expresas tu odio?, ¿para qué sirve tu odio?, ¿a dónde te lleva?

- ¿Por qué ponemos nuestro tiempo y energía en debates que no nos llevan a ningún lado? 

- ¿Crees que la comunicación puede ser un buen instrumento para resolver conflictos?, ¿qué pasa cuando la comunicación falla y es la que genera los conflictos?, 

-¿Por qué hay tantos malentendidos en las redes, y por qué nos cuesta tanto reconocer que entendimos mal?, ¿será que es fácil malinterpretar a alguien cuando te cae mal?

-Cuando la guerra termina, y antes de que empiece la siguiente, ¿te paras a contar cuántas bajas y heridas hay en redes, y cuánta gente decide abandonar las redes? 

- ¿Por qué la mayoría de la gente que abandona las redes sociales son mujeres?


Aquí algunas de las muchas preguntas que podemos hacernos para trabajar individualmente, y a continuación algunas que podemos hacernos a nivel colectivo para trabajar el tema de los malos tratos y la violencia en redes: 

¿Cómo podríamos hacer para comunicarnos sin violencia, para tratarnos bien en redes, para recuperar el placer de la conversa, para convivir en paz en el cibermundo? 

¿Cómo cuidamos las redes para liberarlas de la violencia, como hacemos para cuidarnos entre todas y todos?

¿Cómo desaprendemos a divertirnos a costa del sufrimiento ajeno?, ¿cuando vamos a dejar de aplaudir y contemplar ejecuciones públicas en la plaza del pueblo?, 

¿Cómo despatriarcalizar y disfrutar de las redes sociales para que sean espacios seguros para todas? 

¿Cómo utilizar las redes para tejer alianzas frente a un sistema de explotación económico que nos quiere a las mujeres de rodillas?

¿Cómo utilizar las redes para cuidarnos, para organizarnos, para que todas podamos vivir mejor?

Tenemos mucho trabajo de autocrítica amorosa por delante, mucho trabajo para aprender las artes de la comunicación no violenta, para escucharnos con respeto y empatía, y para aprender a cuidarnos y cuidar a las demás. No estamos condenadas a sufrir ni a hacer sufrir a los demás en redes: otras formas de comunicarse y de relacionarse son posibles, otras redes sociales son posibles. 

Coral Herrera Gómez 


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¿Para qué sirve la autocrítica amorosa?

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¿Cómo me trabajo el amor romántico?

Cómo cuidarte cuando estás enamorada


22 de septiembre de 2020

Cuidarnos entre nosotras




A las mujeres nos educan para que no nos enamoremos unas de otras, y nos convierten en rivales, porque no nos quieren unidas en pareja, ni en grupo. Nos quieren solas, divididas, enfrentadas y enemigas. Por eso el mayor acto de rebeldía es cuidarnos y querernos mucho entre nosotras.

Si el patriarcado nos quiere amargadas, tristes, ansiosas, deprimidas, de rodillas y solas, hay que desobedecer, juntarnos y reivindicar la alegría de vivir. 

La cuestión es: ¿cómo liberamos al amor del patriarcado?, ¿cómo hacer para querernos más, para cuidarnos mejor?, ¿cómo hacer de nuestras relaciones una fuente de disfrute, placer y amor del bueno?


Cuidarnos a nosotras mismas y a las demás es un acto de resistencia 

La mayor revolución que estamos haciendo en nuestro día a día, no es sólo aprender a cuidarnos a nosotras mismas, sino también aprender a cuidar a las hermanas, madres, abuelas, amigas, primas, tías, compañeras de estudios y trabajo, compañeras de lucha, novias, ex novias, amantes, vecinas, y también, a las mujeres desconocidas. 

En la medida en que nos apoyamos unas a otras, vamos destrozando el patriarcado, que nos quiere miedosas, acomplejadas, insatisfechas, frustradas, y muertas de envidia. Nos enseñaron a competir entre nosotras para que nos destruyamos entre nosotras: el reto es que las nuevas generaciones aprendan a  cuidarse, y a hacerse la vida más fácil y más bonita las unas a las otras. 


Cuidarnos es dedicarnos tiempo

Es parte de los cuidados hacia una misma, pasar tiempo contigo y con más mujeres. 

Todas necesitamos tiempo de atención plena y amorosa, necesitamos que nos escuchen y escuchar a las demás, necesitamos parar los relojes cuando estamos juntas. Hoy apenas tenemos tiempo para el amor y los cuidados, y nos invitan a dedicar el poco que tenemos a un hombre. Si estamos criando, la cosa se complica aún más: tenemos que apoyarnos las que somos mamás y las que no, para que la falta de tiempo a solas no nos separe. El amor hay que repartirlo entre tu gente querida, y las mujeres de tu vida, porque las redes son nuestro principal sostén para poder sobrevivir en un mundo terrible. 

Dedicar tu tiempo a una mujer a la que quieres es una de las mayores demostraciones de amor que puedes hacerle.  


Cuidarnos es disfrutar 

Las mujeres no sólo tenemos a las amigas y a las primas para llorar cuando las cosas nos van mal. 
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Las redes de mujeres son el mejor lugar para celebrar la vida y para disfrutar de nuestro poco tiempo libre. Son lugares seguros, libres de violencia, en el que podemos ser nosotras mismas y en el que olvidarnos por un rato del mundo ahí afuera. 

Todas necesitamos tener tiempo libre, y sentirnos libres para gozar y para disfrutar. No resulta fácil reivindicar nuestro derecho al placer, porque ahí está la culpa para hacernos creer que sólo podemos ocuparnos del bienestar de los demás, pero disfrutar es un acto político que nos libera a todas. 

Cuando las mujeres nos juntamos para festejar, para divertirnos, para jugar y aprender cosas nuevas, para compartir secretos, para viajar y conocer nuevos sitios, para sacar adelante nuevos proyectos, para disfrutar y para luchar por lo nuestro, somos imparables: dedicarle tiempo a las mujeres de tu vida es fuente de energía y de alegría.


Cuidarnos entre nosotras es subversivo 

En todo el planeta, las mujeres forman redes de resistencia y de apoyo para sobrevivir: en situaciones de catástrofe como las guerras, es la única forma de no morir de hambre o bajo las bombas. También en las crisis económicas las mujeres se ayudan: aportan comida a la olla común, se apoyan en el cuidado de menores y mayores, y practican el trueque para tirar hacia delante. 

El ejemplo más cercano lo tenemos en nuestras abuelas: en los pueblos cooperaban entre ellas para sobrevivir, tejían redes de resistencia al hambre, al frío, a la miseria, a la guerra, y al patriarcado. Como ellas viven millones de mujeres en el mundo, especialmente en zonas rurales.

Las mujeres feministas y las no feministas tejemos redes en todo el mundo y formamos comunidades para protegernos, para ser solidarias, para luchar por nuestras causas, y para avanzar hacia la construcción de un mundo mejor. Hay que fortalecer y multiplicar esas redes para cuidarnos entre nosotras, para que ninguna mujer tenga que luchar sola. 


Cuidarnos es resistir 

La única forma de resistir la violencia del patriarcado es mediante la solidaridad y el compañerismo entre nosotras. La sororidad, que es la capacidad de las mujeres para respetarnos, comunicarnos, ayudarnos entre nosotras, y cuidarnos, salva vidas a diario a muchas mujeres que están batallando para sobrevivir.  

Es necesario reivindicar la importancia de las redes de apoyo mutuo para la seguridad, el bienestar, y la salud mental y emocional de millones de mujeres, porque vivimos unos tiempos en los que la distancia social nos está separando cada vez más. Ya hay millones de mujeres luchando por sobrevivir a las 3 jornadas laborales, salarios precarios, desempleo, teletrabajo y crianza a solas, creyendo que su problema es personal, y no político. Y muchos millones de esas mujeres confinadas en casa, sufren malos tratos a diario y viven con miedo constante a ser asesinadas.

Cuando nos damos cuenta de que no es cuestión de mala suerte, sino un problema colectivo que afecta a la mitad de la población del planeta, es cuando por fin comprendemos que tenemos que necesitamos cambios sociales y políticos, y que unidas tenemos más fuerza. No sólo en la batalla política, sino sobre todo en las batallas que libramos día a día contra el machismo, la violencia, la discriminación, la precariedad y la pobreza, las injusticias y la falta de derechos humanos. Cuanto más solas estamos, más vulnerables somos. 



Cuidarnos es no competir  

Es importante relacionarnos con las demás mujeres con la idea de que no son una amenaza para nosotras, y que hay espacio para que brillemos todas, y para que podamos establecer alianzas. Nos representan siempre a las mujeres exitosas como mujeres solitarias a las que nadie quiere y a las que nadie necesita, para que creamos que triunfar en nuestra carrera tiene un coste muy alto. 

Si los hombres reciben la admiración de los demás, las mujeres solemos sufrir la envidia del resto. Y la envidia es muy dañina: se vuelve en contra nuestra en forma de chismes, rumores, y cotilleos que sirven para tumbar nuestro prestigio, para cuestionar nuestro talento, para dejarnos solas en el trono del éxito, y para bajarnos de él de forma bruca y violenta. 

Por eso es tan importante que las mujeres podamos brillar, y que enseñemos a las niñas la importancia del apoyo mutuo. 


Cuidarnos es aprender a trabajar juntas en lo esencial, sin que nuestras diferencias nos separen. 

No tenemos que pensar igual, ni tenemos las mismas creencias, ni tenemos que estar de acuerdo en todo. No tenemos que estar siempre unidas en todo, pero sí que podríamos aprender algo que nos puede ayudar mucho a todas: a abrazar la enorme diversidad, y a aceptar que nuestras diferencias son una fortaleza, no un obstáculo para entendernos.  

En todo el mundo, la mayor parte de los movimientos sociales fracasan porque los grupos se dividen, compiten entre sí, se atacan, y acaban desintengrándose por el hartazgo y el cansancio de las guerras internas. Los movimientos de izquierdas suelen perder mucho tiempo y energía en luchas de poder, en debates que no llevan a ninguna parte, en luchas de egos, y en guerras ideológicas que les convierten en un objetivo fácil para las derechas. Esta es la lección que hemos aprendido estudiando Historia: que funciona la estrategia del "divide y vencerás", y que para hacernos más fuertes, hay que estar unidas en lo esencial. 


Cuidarnos es despatriarcalizarnos 

Las mujeres no solo sufrimos violencia, también la interiorizamos y la ejercemos sobre los demás. Desde pequeñas nos hacen creer que las mujeres no somos confiables, no somos honestas, y no somos buenas personas. Así es como se nos mete la misoginia dentro y acabamos creyendo que las mujeres somos manipuladoras, retorcidas, caprichosas, egoístas, mentirosas, mezquinas y malvadas, maltratadoras y violentas. Por eso tantas mujeres buscan la amistad de los chicos, a los que siempre representan como seres nobles y transparentes, y por eso muchas mujeres creen que las mujeres somos las peores enemigas.

A todas las niñas nos educan para que reprimamos nuestro afecto y nuestro deseo sexual, y nos veamos como una amenaza unas a otras. Los hombres se benefician de nuestra misoginia: ellos nos necesitan solas, inseguras, llenas de odio y de miedo, y sumidas en guerras con otras mujeres. 

El maltrato, sin darnos cuenta, se nos mete dentro. El ego nos lleva a estar constantemente comparándonos con las demás, y sosteniendo luchas de poder que nos quitan la energía. 

Para parar la guerra mundial contra las mujeres, tenemos que dejar de hacernos la guerra a nosotras mismas, y dejar de hacernos la guerra entre nosotras. 


Cuidarnos es cuidar nuestras palabras, nuestra forma de comunicarnos y de resolver nuestros conflictos

Lo mismo en casa que en la fábrica, lo mismo en la cama que en la oficina, lo mismo en la intimidad que en público: tenemos que cuidar mucho nuestra forma de hablar a las demás, nuestra forma de tratarnos y de relacionarnos. Igual con las mujeres de tu familia y tus tribus, que con las mujeres a las que no conoces de nada. 

La única forma de sobrevivir a la violencia del sistema patriarcal es creando alianzas y redes de apoyo en nuestras tribus de gente querida, y en nuestros barrios y comunidades. 
 
En el feminismo, dado que el objetivo común es avanzar en la lucha por la igualdad, la libertad y los derechos de las mujeres, las mujeres tenemos que abrazar la ética de los cuidados, ponerle mucho amor a la forma en que nos hablamos, y a la forma en que negociamos para establecer alianzas. 


Cuidarnos es ocuparnos y preocuparnos por nuestra salud mental y emocional, y la de las demás

Es fundamental aprender el arte de la comunicación no violenta, y el arte de la gestión de las emociones, lo mismo con las compañeras feministas, que con las mujeres de tu vida. 

Podemos resolver los conflictos sin hacernos daño, podemos aprender a trabajar nuestras emociones para contener nuestros sentimientos negativos, podemos trabajar en los problemas con otras mujeres desde la filosofía de los cuidados, y podemos incluso, romper nuestras relaciones o pausarlas con amor si no van bien, o si nos hacen daño. 

Podemos apoyarnos entre nosotras y tratar de ahorrarnos todo el sufrimiento posible: hay que quererse mucho y muy bien para resistir, para estar sanas, y para poder disfrutar de la vida. 


Cuidarnos es apoyarnos y organizarnos

Sobre todo en los momentos en que las mujeres de nuestras vidas pasan por momentos difíciles y se sienten vulnerables. Las mujeres podemos organizarnos para brindar apoyo emocional y psicológico, logístico, monetario en esos momentos en que necesitamos saber que no estamos solas, que hay gente que nos quiere, y que pertenecemos a una comunidad en la que damos y recibimos a manos llenas.

Es muy importante que nos volquemos las unas en las otras cuando llega el cambio a nuestras vidas: cuando atravesamos dificultades económicas, o cuando se nos muere un ser querido, o cuando recibimos malas noticias sobre nuestra salud o la de nuestros seres queridos, o cuando nos estamos separando de nuestras parejas, o cuando iniciamos la dura travesía de la maternidad... necesitamos sentirnos escuchadas, protegidas, y acuerpadas por las demás. 


Cuidarnos es dejar de explotarnos unas a otras 

Según el lugar que ocupemos en la jerarquía patriarcal, las mujeres no solo sufrimos la explotación, también la ejercemos. Por eso es tan importante buscar soluciones colectivas a la maternidad, los cuidados y las tareas domésticas: no se trata de liberarnos nosotras para que nos sustituyan mujeres más pobres. 

Se trata más bien de luchar para que la conciliación deje de ser un mito y se haga realidad, para que los hombres se incorporen masivamente a las tareas de crianza y del hogar, y para repartir los cuidados entre todas y todos. Organizando nuestro sistema productivo y de consumo podríamos dejar de explotar a mujeres más precarias que nosotras: mujeres que limpian casas y edificios, que cosen calzado y ropa barata, que cuidan niños y mayores, y que sostienen en sus hombros todo el peso del mundo.  


Cuidarnos, también en los conflictos

Podemos debatir y disentir sin insultarnos, sin humillarnos, sin hablarnos con sarcasmo ni desprecio. Podemos resolver los conflictos sin violencia verbal y emocional, podemos tomar descansos para reflexionar y descansar, podemos discutir sin hacernos daño. 

Tienes derecho a que no todas las mujeres te caigan bien, y no quieras trabajar con todas. Pero no despilfarres tu energía en hacer llamados al linchamiento público de otras mujeres, no hagas suposiciones sobre mujeres que apenas conoces, no emitas falsas acusaciones, no juegues sucio en las batallas contra otras mujeres. 

No te apropies del trabajo ni de las ideas de otras mujeres, no le hagas competencia desleal, no trates de hundirla, y acepta que no tienes por qué portarte mal con mujeres que no te gustan o no son de tu agrado.

No sirve de nada, no te hace sentir bien, y no aportas nada a la lucha feminista: la ira hay que trasladarla hacia el enemigo común que nos quiere a todas de rodillas. 

Enfoquemos nuestra atención en renunciar a la estructura patriarcal de relación entre nosotras, para aprender a relacionarnos de otra manera. No podemos utilizar las mismas armas ni las mismas estrategias que utilizan los señores patriarcales: hay que trabajar para acabar con las jerarquías y las luchas de poder, porque suelen ser las raíces de todos los conflictos. 

Y hay que tener bien claro quienes son los que se benefician de nuestro sufrimiento, quiénes ganan cuando nosotras nos enfrentamos, y quiénes pierden (aquellas por las que luchamos). 

¿Y como cuidarnos cuando nos deseamos y nos amamos?, ¿cómo es el cuidado cuando formamos pareja entre nosotras?

Sigue leyendo en el siguiente post: 


Coral Herrera Gómez 



Artículos relacionados: 













27 de agosto de 2020

Diálogos sobre Masculinidades: Homes Transitant, y Coral Herrera

 Os invito a ver el vídeo del conversatorio en el que participé con HomesTransitant, un grupo de hombres igualitarios de las Islas Baleares, en el que charlé con Pere Fullana Falconer y Enrique Urbano sobre el tema de la autocrítica masculina, y en concreto, sobre el trabajo que hacen los hombres aliados del feminismo: ¿cómo lidian con su pasado?, ¿por qué les cuesta tanto hablar de sí mismos?, ¿cómo usan su poder y sus privilegios siendo hombres igualitarios?, ¿por qué les da tanto miedo desnudarse?, ¿cómo se trabajan la honestidad?, ¿por qué no hablan de las violencias que han ejercido y de las que han sufrido?, ¿son capaces de trabajar desde la idea de que "lo personal es político", o sólo les interesa lo político?, ¿cuál es su responsabilidad social como hombres que luchan por la igualdad? ¿para cuando un fenómeno al estilo #metoo  en el que todos hablen de la forma en que se han aprovechado y han abusado de las mujeres de su vida? Espero que os guste mucho:



16 de agosto de 2020

El Mito de la Familia Feliz




¿En qué consiste el mito de la familia feliz? En la idea de que sólo podemos ser felices si nos juntamos en pareja para amarnos toda la vida y tener hijos. Los mitos sirven para mantener el orden social, y para que repitamos el esquema que adopta todo el mundo: formar una familia heterosexual y monógama que trabaja, que se quiere, se reproduce, se pelea, produce, consume, y se endeuda. 

Todos los mitos nos prometen la felicidad, y el de la familia feliz es el más importante de nuestra cultura porque sobre esta forma de organización se sustenta todo el sistema patriarcal y capitalista. Es un mito que contiene otros mitos fundamentales de nuestra sociedad occidental: el mito del amor romántico, el mito de la monogamia, el mito de la maternidad romántica, y el mito de la conciliación laboral y familiar. 

El mito de la familia feliz sirve para que creamos que nuestro destino es enamorarnos, casarnos, reproducirnos, acumular objetos innecesarios, pagar facturas sin parar, sonreír en las fotos, y morirnos.

Nos hacen creer que en esto consiste tener éxito en la vida, porque quieren que nos juntemos y nos aislemos de dos en dos para que las mujeres traigamos al mundo nueva mano de obra para el mercado laboral. Nuestra misión es educarlos para que sean como nosotros y funden su propia familia feliz. 

¿Cómo consiguen que todas las mujeres soñemos con hacer lo mismo? En vez de obligarnos, nos seducen. Primero nos engañan para que creamos que nuestro sueño y nuestra función es cuidar a un hombre. Nos hacen creer que nuestro objetivo en la vida consiste en mantenernos bellas para encontrar uno y atarlo en corto, para que no se nos escape. 

Durante la infancia a las niñas nos dan jarabe de mitos a cucharadas, y nos inoculan el mismo tiempo el miedo a la soledad, al abandono, a que no nos quiera nadie, miedo al qué dirán, miedo al fracaso. 

Nos dicen que el éxito en la vida consiste en estar guapa y encontrar a un hombre que tenga dinero. 

Primero nos hacen creer que somos una mitad y que para estar completas necesitamos a otra persona que encaje a la perfección con nosotras. Cuando la encontramos, o creemos haberla encontrado, viene el siguiente mito: ya estamos acompañadas, pero para ser una "mujer de verdad", y para sentirnos plenamente completa y realizadas, tenemos que ser madres. Así que tenemos que convencer al príncipe para que se comprometa y acceda a formar una familia feliz. 

¿Cómo logran que nos creamos que la felicidad está en una familia? Nos seducen con historias de amor, y con la idea de que los hijos unen mucho a una pareja. Así creemos que si logramos fundar una familia feliz, ésta permanecerá unida para siempre, nunca estaremos solas, y viviremos en armonía por los siglos de los siglos. 

¿Cuál es la realidad? Podemos verlos en los informes que nos ofrecen los organismos nacionales e internacionales cada año sobre la violencia que sufren las mujeres, los niños y niñas, las personas mayores y los animales domésticos es dentro de las "familias felices". 

Las estadísticas sobre abandonos, malos tratos, abusos, violaciones, femicidios e infanticidios son espantosas, y son el indicador perfecto para entender que la familia feliz no es precisamente un espacio de amor, confort y seguridad, sino más bien lo contrario. 

Según la ONU, el lugar más peligroso del mundo para las mujeres, las niñas y los niños es su propio hogar. La mayor parte de la violencia que sufren las mujeres no es en la calle a manos de un desconocido, sino en sus casas, a manos de sus maridos, padres, abuelos, tíos, hermanos, primos y amigos de la familia. 

¿Por qué entonces nos siguen haciendo creer que la familia feliz es la mejor opción, el mejor proyecto de vida?, ¿por qué nos presionan tanto para que nos casemos por amor, tengamos hijos e hipoteca?, ¿por qué hay tantas mujeres que para escapar de su "familia feliz", busca fundar la suya propia?, ¿por qué tantas creen que sólo así podrán ser felices? 

Porque el capitalismo y el patriarcado necesitan que los jóvenes dejen la fiesta, se hagan hombres adultos, y se pongan a trabajar ocho horas al día en una fábrica, en el campo, o en una oficina, y que paguen facturas, y consuman en los centros comerciales. Y es muy complicado convencerles de que dejen el nido materno y cambien a su mamá por otra mujer parecida que les cuide igual de bien. 

¿Habéis visto las risas con las que se felicita a un novio recién casado?, ¿habéis escuchado las bromas que hacen sus amigos en torno a su nueva situación en "la cárcel del amor" ? En casi todo el mundo los hombres jóvenes sienten el matrimonio como una cárcel, así que lo evitan todo el tiempo que pueden.

La única manera de forzarles a "sentar la cabeza" es que sus compañeras les empujen hacia la paternidad. Para ello, hay que hacer creer a las mujeres que la felicidad está en atar a un hombre al hogar, y crean que teniendo un bebé, los hombres se mantendrán a su lado, fieles y comprometidos con el proyecto de crianza. 

Así los vemos a ellos en la publicidad, sonrientes y amorosos junto a su amada y a la parejita de niño y niña, todos con la piel blaquita y el cabello rubio, y una casa maravillosa, un perro y un coche. 

Es una trampa, claro, basta con echar un vistazo a las cifras sobre padres que abandonan a sus criaturas, tanto a nivel económico como emocional. 

La gran mayoría de las mujeres que consiguen fundar una familia feliz no son felices. Unas, porque el muchacho salió huyendo como si le persiguiera el diablo, otras porque el tipo se quedó, están hartas de la sobrecarga de trabajo y se sienten estafadas con la doble jornada laboral. Unas porque descubren que el amor en la realidad no tiene nada que ver con las películas que se montaron, otras porque se sienten atrapadas y les da rabia que sus maridos se escapen en cuanto pueden.

¿Qué beneficios obtienen las mujeres y los hombres de la familia feliz? Las mujeres, doble y triple jornada laboral, penalización en sus empleos, bajada de ingresos y de autonomía económica, agotamiento extremo, y falta de tiempo libre. Los hombres en cambio tienen muchos más privilegios que sus esposas.  Ganan en posición social, ven aumentar sus ingresos, y se les considera señores respetables. 

A cambio de sentirse vigilados, controlados y atrapados, obtienen sexo gratis, amor y cuidados permanentes. A muchos de ellos les compensa casarse porque el matrimonio les ofrece una criada gratis que también es enfermera, psicóloga, secretaria, madre, educadora, cocinera, limpiadora, y les compensa porque el papel de cualquiera de ellas es cubrir las necesidades básicas de su marido, incluidas las sexuales. Y aunque la vida en familia es muy aburrida y a rstos estresante, todos puede escaparse un ratito al burdel o a casa de la amante: si les descubren, les dejan dos noches durmiendo en el sofá y luego todo vuelve a ser como siempre. 
 
¿Os habéis fijado que cuando el papá va a conocer a su bebé recién nacido, todo el mundo insiste en el gran parecido que tienen ambos? Muchas mujeres creen que si su hombre se enamora del bebé nada más nacer, no querrá separarse de ellas durante todo el tiempo que dure la crianza. Por eso los demás familiares tratan de facilitar que el padre sienta que el niño es realmente hijo es suyo, y surja el vínculo amoroso: si el padre cae rendido, será más probable que acceda voluntariamente a formar parte de la nueva familia feliz. 

El mito romántico nos engaña a todas con la idea de que teniendo hijos, el hombre por fin se comprometerá, se comportará como un adulto, y se vinculará a nosotras y a los críos como proveedor principal, protector y cabeza de familia. Por eso hay tantas que creen que el hombre dejará de salir con sus amigos, que sacrificará su tiempo libre, y dejará de dedicar tiempo a sus pasiones para entregarse por completo a la crianza y al hogar. Y que aunque haya problemas, podrán superarlos unidos, y serán todos muy felices comiendo perdices. 

Este es el mito que nos venden, pero la realidad es diferente. Los hombres son educados para disfrutar de su libertad y para gozar de todo a la vez: de su papel como cabeza de familia, de su status como hombre soltero. Los hombres son educados para que crean que puedan compaginar su grupo de rock adolescente o sus juergas en el puticlub con sus obligaciones como compañero y papá. Las que se quedan sin sus pasiones y sus redes somos nosotras, y así es como, por muy modernas que seamos, acabamos todas maternando solas en casa y preguntándonos si era esto lo que queríamos. 

La falta de cuidados y la ausencia del padre genera un enorme resentimiento y una gran frustración en las mujeres que pensaron que tener hijos podría transformarlos en hombres más tiernos, más sensibles, más maduros, responsables y más comprometidos. A muchas nos hicieron creer que el amor nos haría iguales, y nos convertiría en compañeras de los hombres. 

Pero la realidad es otra. Los hombres tienen un problema muy serio con la paternidad. En muchos países del mundo las que acompañan a parir a las mamás son las abuelas, no los papás. Las que cuidan a las mamás en el postparto, son las abuelas, las tías, las hermanas, las primas y las amigas, no los papás. 

Hay muchos que en pocos días ya están haciendo su vida como si nada, y que jamás cambian un pañal. 

Son pocos los países del mundo que permiten a los hombres cuidar a su compañera y bebé en el posparto, pero no hay ningún movimiento social de hombres masivo pidiendo que las leyes reconozcan su derecho y su obligación de cuidar durante los primeros meses de vida de las criaturas, que es cuando más les necesitan. 

En las sociedades más modernas, los papás y las mamás primerizas se hacen una foto muy bonita para presentar a su bebé en sociedad, y cuando llegan a casa se dan un golpe fortísimo con la realidad: los bebés necesitan atención y cuidados las 24 horas del día, y la carga del trabajo doméstico pasa a ser descomunal. La vida es muy dura cuando no dormimos, y cuando el agotamiento nos tiene como zombies, hay momentos en que sentimos que hemos perdido nuestra propia vida. Y eso es lo que hace que muchos salgan corriendo. 

Las que no podemos salir corriendo somos nosotras. 

En las sociedades tradicionales, las mujeres se cuidan entre ellas, y en las más modernas, los hombres tienen permiso de paternidad unas semanas para poder cuidar a su compañera. Como no es obligatorio, muchos prefieren volver al trabajo que estar metido en la cuarentena del posparto. Y los que quieren disfrutar de su bebé, tienen que volver cuando se acaban los permisos de paternidad, así quela mamá se queda sola durante 9 o 10 horas al día, con dos empleos y sin remuneración. 

En la mayor parte del mundo los hombres pasan más tiempo fuera que dentro de casa, regresan al final del día, y se encuentran un hogar sumido en el caos y a una compañera agotada, cabreada o al borde del llanto. Que haya tantas mujeres solas en casa sin ayuda, con un bebé tan pequeño, a menudo con puntos de sutura en los genitales o en la panza, es una monstruosidad. Las mujeres no pueden llevar una casa y cuidar a un bebé a la vez en el posparto porque no hay energía ni tiempo material, especialmente si además de un bebé hay más niños/as y mascotas. 

Las mujeres recién paridas nos sentimos vulnerables y solas. Es entonces cuando empiezan las batallas en el hogar: las mamás reclaman tiempo para ellas mismas, piden ayuda y cuidados, y se cabrean porque el hombre no se compromete, o porque llega muy tarde a casa.

Cuando los hombres hacen su vida como si no tuvieran bebés, el mito de la familia feliz comienza a resquebrajarse como el corazón de las mujeres que creyeron que al encontrar el amor no se sentirían solas jamás. 

Hay pocas opciones para salir de la trampa. Si la mamá quiere cuidar ella misma a sus hijos, tendrá que renunciar a sus ingresos y depender económicamente del compañero. 

Otra opción es buscar una sustituta que cuide a tus hijos (pero no a tu marido), que cobre la mitad que tú por las mismas horas de trabajo, y que no forme parte de tu familia aunque pase más horas que tú en tu casa. Es decir, nosotras podemos liberamos como los hombres, pero explotando a otras mujeres más pobres o más precarias que para poder delegar tu responsabilidad y la de tu compañero en otra persona.

La tercera opción es llevarlo a una guardería diez horas al día. No importa el sufrimiento que genera en las crías estar con gente desconocida con la que no tiene vínculos afectivos: lo que importa es que las mujeres que son mamás sean igual de productivas que las que no son mamás. ¿Y qué ocurre con las madres y padres que quieren cuidar ellos mismos a sus criaturas? Que no pueden. La familia feliz tiene que pasar el día separada: los mayores en las residencias, los pequeños en las guarderías, y los adultos en sus centros de trabajo.

Las mujeres tenemos un problema con la droga del amor, y los hombres tienen un problema muy grande con la paternidad. Muchos de ellos desaparecen cuando surge la rayita en el aparato que te dice si estás o no embarazada. Otros huyen en el embarazo, y otros al poco de nacer el primer bebé. Algunos aguantan unos años, pero se van también. 

Por eso en casi todas las películas y novelas, los protagonistas tienen el mismo problema: un padre que no estuvo, un padre que a veces estaba y otras no, un padre que estuvo y abandonó, un padre que jamás quiso de verdad a su hijo. 

Si el mundo está lleno de niños y niñas traumadas por la ausencia del padre, es porque el mito de la familia feliz es una trampa. 

Los hombres logran huir de esa trampa de diversas maneras: unos desaparecen del mapa, otros huyen a ratitos. Los hay que se quedan en cuerpo pero no en alma: son esos hombres de antaño que permanecían frente al televisor con cara de fastidio porque los niños gritan y cuando ya no pueden aguantar más a la familia feliz, se bajan al bar a tomarse tres whiskys y ahogar las penas, hasta que llega la señora para mandarles de nuevo a casa. 

Antes las mujeres tenían que ejercer de policías y carceleras, intentando mantener a los hombres dentro de los confines del hogar, mientras los hombres vivían como ladrones, intentando burlar la vigilancia para poder vivir a ratitos la vida de hombre libre que siempre quiso vivir.  Para los hombres siempre ha sido relativamente fácil combinar su vida de hombre de familia y su vida de hombre soltero, pero para las mujeres no hay escapatoria posible. 

A nosotras nos toca el gran peso de la carga familiar: somos nosotras las que dejamos de tener tiempo libre y vida social. Somos nostras las que, en todo el mundo, hacemos doble o triple jornada laboral como trabajadoras del hogar, como mamás, y como profesionales: basta con echar un vistazo a los índices de tiempo libre que disfrutan los hombres en todos los países y compararlos con los de las mujeres para darnos cuenta de que en la gran trampa de la familia feliz, las que salimos perdiendo somos nosotras.

Antes de caer en la trampa, lo que vemos a diario en la calle son familias felices paseando o comprando, y subiendo sus fotos de familia feliz en las redes sociales. 

Y después de caer en la trampa, es cuando comprendemos lo que hay detrás de las sonrisas felices de las fotos, y la estafa que hemos sufrido. 

Algunas se divorcian porque no soportan la insolidaridad y el egoísmo de sus esposos, otras viven en una guerra permanente para que el compañero se porte bien y esté a la altura. Unas se quedan y tienen más hijos, y más trabajo, y más cansancio, y más amargura, otras se liberan cuando los hijos e hijas salen de casa. Las marcas que esa decepción deja en el rostro no se quitan con ningún filtro de Instagram. 

Algunas creen que han tenido mala suerte en la vida y siguen creyendo que lo que ven por la calle son familias felices. Otras saben perfectamente que en todas las familias tradicionales, y también en las modernas, las mujeres viven sobrecargadas y agotadas, volcadas en el bienestar de su marido y sus crías, tirando del carro como pueden, e intentando ser felices, cuando las dejan. 

¿Están los hombres haciendo cambios? Algunos de los hombres que no quieren familia feliz han empezado a usar condón y a hacerse la vasectomía. Los que sí quieren familia feliz combinan el rol de hombre moderno que apoya y ayuda pero sin asumir la responsabilidad, con el rol de hombre tradicional que se escapa de vez en cuando para disfrutar de la vida. Hay mujeres que toleran estas escapadas, otras que montan escenas dramáticas, unas que se rebelan contra la injusticia, y otras que se resignan y asumen lo que las ha tocado por haber nacido mujeres. 

Antes, de los hombres no se esperaba que fueran buenos padres. Lo único que tenían que hacer es traer  dinero a casa, y ya se apañaban las mujeres entre ellas. Ahora en cambio nos dejan solas en una casa, sin red alrededor, haciendo el trabajo de tres mujeres, y esperando a que vuelva el marido. 

Antes teníamos una red de mujeres de nuestro entorno, nos apoyabamos unas a otras, trabajando y criando a la vez. Había maridos que cumplían con su única obligación, y había otros que se gastaban el salario en una fiesta de dos días y les daba igual que sus hijos y compañera pasaran hambre. Las mujeres se buscaban las vueltas para alimentarlos hasta que llegara el próximo salario, si llegaba. Eso era todo.

Las mujeres de hoy en día sufrimos más porque estamos solas, y aunque algunas tenemos nuestros ingresos, esperamos que ellos sean solidarios y responsables, que se comprometan y sean capaces de disfrutar de su paternidad, que sean honestos y que sean buenos compañeros. 

Nos venden dos mitos por el precio de uno: el príncipe azul y el compañero que es buen padre. Y lo compramos a ciegas, aunque después nos demos cuenta del precio tan alto que hemos tenido que pagar.

¿Entonces no existen las familias felices? 

Hay parejas que se quieren, se cuidan, y reparten las tareas equitativamente. Hay familias amorosas que disfrutan pasando tiempo juntos, pero ninguna familia es perfecta: en todas hay conflictos y problemas, como en cualquier grupo humano. 

Es difícil encontrar familias que funcionen al margen de las estructuras patriarcales, porque en la mayoría de los hogares, somos nosotras las que cargamos con todo el trabajo mental y emocional, la organización y administración, y la planificación. La sociedad se alarma ante la bajada de la natalidad y nos pide que que seamos madres, pero no nos proporcionan las condiciones que necesitamos para criar. El mercado laboral nos castiga y no nos permite siquiera cuidar de nuestros críos cuando enferman. 

Nos engañan con el mito de la conciliación, pero las que vivimos en una familia feliz sabemos que la única forma de lidiar con todo es dormir poco y vivir permanentemente agotada. El cansancio extremo deteriora nuestra salud física, mental y emocional, nos afecta al ánimo y al humor, y al deseo sexual, y deteriora también la convivencia con la pareja. 

Así que el problema no es personal, sino político: las mujeres tenemos que luchar contra corriente en una sociedad que nos pone toda una carrera de obstáculos para maternar y educar. Hoy en día sostener una familia, trabajar e intentar ser feliz es toda una odisea, y tratar de eliminar al patriarcado de la ecuación, es una verdadera utopía. Ni siquiera con una pareja responsable al cien por cien, podemos con todo: para criar a un sólo niño hace falta una tribu entera. 



¿Cómo podríamos avisar a las nuevas generaciones para que no caigan en la trampa? 

A los niños hay que educarles para que sean autónomos y no busquen una criada gratis, para que sean honestos, y para que sólo sean padres si están dispuestos a cuidar a sus criaturas. 

A las niñas hay que explicarles que ser mujer no significa ser madre, que criar hijos es muy duro en un mundo anti-niños, y que los cuidados hay que compartirlos entre todos y todas. 

A las nuevas generaciones hay que contarles lo que hay después del final feliz de los cuentos, lo difícil que es vivir en pareja, los problemas que tienen los hombres con sus responsabilidades y sus paternidades, y los problemas que tienen las mujeres que compraron el pack completo de mitos creyendo que así serían felices el resto de sus vidas. 

Hay que hablarles de la presion social que sufrimos para que nos emparejemos y tengamos hijos aunque no queramos, y de lo difícil que es para nosotras que nos respeten cuando decidimos amar de otra manera o fundar otro tipo de familia que no sea la tradicional. 

También hay que hablar de la decepción, la frustración, la amargura que genera en las mujeres esta estafa romántica, y de cómo afecta a nuestra salud mental y emocional. 

Tenemos que visibilizar la prisión en la que viven tantas mujeres que soñaron otra vida distinta y no pudieron elegir. 

Hay que explicarles que la vida que llevan las princesas y las famosas de la Revista ¡Hola! junto a sus príncipes azules no es real. Son escenarios, performances, que nos hacen creer que las mujeres ricas sí logran fundar una familia feliz y ser felices. Ellas también sufren, se divorcian, se rompen, se recuperan, y vuelven a fundar otra familia feliz. Es una narrativa mágica que nos empuja a imitarlas, y que nos hace presas de un sistema que nos quiere a todas entretenidas en la tarea de fundar y sostener una familia feliz.  

Hay que explicarles a las niñas y adolescentes que los bebés más que unir, destrozan parejas: la llegada de un bebé es una experiencia tan fuerte y tan difícil, que sólo sobreviven aquellas que logran unirse y formar equipo de crianza. Y de ellas, son muy pocas las que logran ser equitativas en el reparto de las tareas. 

La familia feliz se construye sobre la capacidad de las mujeres para ceder, para resignarse, para aguantar, y para sacrificarse. Por eso ahora se rompen tantas familias felices: porque las mujeres ya no queremos asumir el papel que nos toca, y protestamos por la vida de privilegios que disfrutan los hombres. 

El problema es que muchas de las que quieren divorciarse son amenazadas de muerte, y la mayoría no tiene medios económicos para separarse. Por eso, para la mayor parte de nosotras el amor romántico y la maternidad romántica es una trampa. 

Para que la gente joven pueda entender la doble moral, la Gran Estafa del Mito Romántico y de la familia feliz, y lo que les pasa a los hombres, invitadles a que echen un vistazo a los aparcamientos de los burdeles a medio día: están a rebosar de hombres que van a misa los domingos con su señora y su descendencia.

El feminismo está sacando a la luz todos esos privilegios masculinos, y denunciando la explotación y la violencia que sufrimos las mujeres en el hogar feliz. Queremos desmitificar el amor romántico para que no caigan más niñas, lograr que todas las mujeres tengan las condiciones adecuadas para poder divorciarse si lo desean, queremos repartir los cuidados para que no recaigan sobre las espaldas de las mujeres, queremos que los hombres se impliquen en todas sus responsabilidades y dejen de vivir como reyes, queremos que todas las mujeres puedan elegir libremente la maternidad, queremos que los niños y niñas se sientan queridas, queremos que las mujeres se sientan libres para vivir su vida como quieren, queremos que las mujeres sean libres para amar a otras mujeres, queremos tener tiempo e ingresos para criar, y queremos que la sociedad acepte que hay muchas formas de relacionarse y muchos tipos de familia diferentes. 

Hay que seguir derribando los mitos románticos y el mito de la familia feliz para liberarnos de las cárceles en las que nos quieren meter en nombre del amor.

Coral Herrera Gómez 



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