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4 de septiembre de 2022

Otras formas de enfadarse son posibles




Es posible que te sorprenda saber que no es necesario hacer daño a alguien cuando te enfadas. Pero así es: puedes arreglar tus problemas con los demás sin sufrir y sin hacerles sufrir. Todos podemos resolver los conflictos sin violencia, aunque muy pocas personas saben cómo hacerlo. 

Lo primero es tomar conciencia de que tus emociones no pueden hacer daño a nadie, y no puedes usarlas para justificar malos tratos. No importa si estás invadido por la cólera, la rabia, la tristeza, el dolor, la frustración, si estás nervioso o estresado: no tienes derecho a hacer daño a los demás. Ni a tu pareja, ni a tus seres queridos, ni a desconocidos: debes auto controlar tu ira para que no estalle contra los demás en forma de insultos, humillaciones, o agresiones físicas.

Una de las claves para saber si estás tratando mal a una persona, es el nivel de desprecio con el que le hablas cuando estás tenso, cabreado, preocupado, celoso o dolido. Probablemente crees que es lo "normal" porque lo hace todo el mundo, y crees que cuando te enfadas puedes decir lo que te apetezca, y como te apetezca. Crees que es una forma "natural" de desahogarse, y piensas que con pedir perdón, después podrás arreglarlo. 

Pero no.

Cuando alguien ejerce violencia psicológica o emocional contra tí, tu corazón queda dañado para siempre. Es como si arrugas un papel, haces una bola, y luego tratas de que quede liso como antes. Nunca volverá a su estado original.

Puedes expresar tu enojo o tu ira tranquilamente, sin herir y sin hacer sufrir a la otra persona. Es, de hecho la única manera de arreglar las cosas, hablando con calma y sin hacerse daño. Quizás para poder calmarte necesitas un par de horas, o un día entero: lo importante es que cuando hables con la otra persona para expresar tu malestar, tu miedo o tu rabia, puedas hacerlo de una forma asertiva, siendo firme y sincera, hablando de cómo te sientes y cuidando tus palabras para no tener que arrepentirte después. 

Todos y todas somos impulsivas, y todas nos tenemos que trabajar la asertividad. Además, hay que buscar soluciones al problema: machacando a la otra persona y juzgando su forma de ser, solo consigues que se ponga a la defensiva y entre al ataque. Las lluvias de reproches, las amenazas, los insultos, los comentarios sarcásticos, las burlas, las ironías y demás no sirven para arreglar el conflicto, solo para que la otra persona se defienda y ataque a su vez con las mismas armas que estás usando tú.

Así que no solo hay que cuidar la expresión de las emociones y las palabras que usamos, también hay que poner atención al volumen y al tono de nuestra voz, y hay que tener asimismo la capacidad para hacer autocrítica amorosa y admitir la parte que nos toca, pedir perdón si es necesario, y encontrar la manera de reparar el daño que nos han hecho o que hemos hecho.

Esta es la única manera de que tus relaciones duren: los buenos tratos y los cuidados. Podemos cuidarnos y cuidar a los demás aun cuando nuestro dolor, nuestra ira y nuestra rabia sean muy intensas. 

Se trata de aprender a regularte a ti mismo/a, y de aprender a dialogar y a negociar con la otra persona. Como nuestras relaciones son tan conflictivas, puedes entrenar a diario.

Prueba a hacerlo cada vez que te pelees con alguien, 

pon atención a cómo te tratas a ti mismo/a,

aprende a medir tus niveles de desprecio, 

aprende a cuidar tus emociones para que no hagan daño, 

y a cuidar tus palabras con amor. 


Coral Herrera Gómez 

#AutocríticaAmorosa 

#comunicaciónnoviolenta 

#cuidatuspalabras

#entrenamientopersonal


Coral Herrera Gómez


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1 de septiembre de 2022

Otras formas de divertirse son posibles



Divertirse haciendo daño a los demás es violencia. 

La mayor parte de las violencias cotidianas las ejercemos y las sufrimos entre bromas y risas.

Humillar, ridiculizar, burlarse de la gente para que los demás se rían de alguien en su cara o a sus espaldas, no es divertido. Es violencia. 

Cazar animales pequeños para torturarlos, o asistir a un espacio público a ver cómo torturan a animales grandes que no pueden escapar, no es divertido. Es violencia.

Criticar el aspecto de alguien, o señalarle por su forma de ser, de vestir, de caminar, de relacionarse, no es divertido, es violencia.

Aprovechar que alguien está siendo atacado en redes sociales para lanzarte tú a atacar también, aplaudir mientras alguien está siendo despedazado en público, ponerte a lanzar piedras para lapidarle, no es divertido, es violencia.

Reírse de la discapacidad, las malformaciones, las enfermedades o la falta de habilidades de alguien para que los demás se rían también, no es divertido, es violencia.

Acosar a las personas que no cumplen con las normas sociales, que son raras o diferentes, que no son "normales" según tu punto de vista, no es divertido, es violencia.

Gastar bromas crueles, usar ironías y sarcasmos contra niños y niñas que no las entienden y no pueden defenderse, es violencia.

Meterse con personas de colectivos discriminados,  personas sin hogar, personas con problemas de salud mental, personas mayores, dependientes y/ o vulnerables, no es divertido. Es violencia.

¿Cómo saber cuándo ejerces violencia psicológica y emocional? Cuando causas daño a alguien, consciente o inconscientemente, y obtienes un beneficio. 

Por ejemplo, cuando quieres hacer reír a los demás haciendo daño a alguien para sentirte superior, para que te aplaudan, para que te respeten, para aumentar tu prestigio, o para parecer muy gracioso, estás ejerciendo violencia. 

Cuando tu víctima protesta y tú le tachas de exagerado/a, de amargado/a, de no tener sentido del humor, estás ejerciendo violencia. Y cuando justificas tu comportamiento usando la excusa de que es una broma, y que tu intención no es hacer daño, también estás haciendo daño. Porque ningunear o minimizar el sufrimiento de tu víctima mientras la machacas, es violencia. 

Lo sabes porque cuando te toca a tí, no te hace gracia, y no lo pasas bien. Y a veces, lo pasas realmente mal.

Recuerda que no necesitas hacer daño a nadie para divertirte y divertir a los demás, 

que el humor hay que ejercerlo de abajo a arriba, no al revés, 

y que si realmente quieres divertirte y hacer reír a la gente, puedes empezar por exponerte a ti mismo/a, e invitar a los demás a que se rían contigo, de tí. 


Tomemos conciencia: aunque forme parte de nuestra cultura y lo hagamos a diario, ni es normal, ni es inevitable. 

Que no se te olvide nunca que otras formas de divertirse son posibles. 

27 de agosto de 2022

Tomar conciencia



La mayoría de la gente hacemos daño a los demás por ignorancia, por falta de sensibilidad y empatía, y la mayor parte de las veces, sin darnos cuenta. La prueba es que cuando tomamos conciencia de las violencias que sufrimos y ejercemos, la mayoría somos capaces de asumir nuestra responsabilidad, y cambiar nuestra forma de actuar y de relacionarnos. 

Es cierto que hay mucha gente que disfruta viendo sufrir a los demás, pero ningún ser humano nace violento: la violencia se aprende. 

Y lo mismo que se aprende, se puede desaprender. 


¿Cómo aprendemos a disfrutar del sufrimiento?

En nuestra cultura muchas de las fiestas populares torturan a los animales, y los adultos llevan a los niños y a las niñas a estos espectáculos para que se insensibilicen, y para que entiendan que si todo el mundo ríe y aplaude es porque el dolor de un ser vivo es algo divertido. 

Los niños y niñas nos escuchan contar chistes sobre gente con discapacidades, gente con enfermedades o malformaciones, gente que pertenece a colectivos marginados y discriminados, y así van entendiendo que al reírte de los más débiles, te distancias de ellos, y te colocas en un nivel superior. 

Para que ellos también puedan disfrutar haciendo sufrir, se les invita a cazar lagartijas, cangrejos, pececitos y a torturarlos en un cubo de agua durante horas. También se les permite tratar mal a gatos, perros y demás animales domésticos porque los adultos saben que así aprenden a usar su poder sobre los demás. Es una especie de entrenamiento, para que se sientan superiores a los animales más pequeños, y para que después los niños se diviertan haciendo sufrir a otros niños y niñas. 

La mayor parte de las violencias que sufrimos y ejercemos van acompañadas de risas

Por ejemplo, esos vídeos en los que salen bebés pegandose entre ellos o a ellos mismos acompañados de risas enlatadas para que a todos nos parezca muy gracioso ver como se hacen daño. 

Desde la más tierna infancia, ellos nos ven en grupo haciendo bromas hirientes y bromas crueles a las personas más vulnerables del grupo, y rápido ven que las personas que más daño hacen son las más respetadas.

También aprenden a justificar su violencia: cuando hacen sufrir a otros niños y se les va la mano, pueden excusarse con el argumento de que "era una broma" Así se puede señalar a la víctima que llora como una exagerada que no aguanta ni una. Una variante de esto es señalar a la víctima como culpable de las agresiones que recibe: "me miró mal y por eso tuve que romperle la nariz", "si no fuera tan maricón, nadie le pegaría", "llevaba la falda muy corta, iba provocando que la violaran"

Otra manera de enseñar a los niños a divertirse con el sufrimiento es sometiendoles a una exposición constante a la violencia a través de las pantallas. La mayor parte de los contenidos audiovisuales se dedican a glorificar y exaltar al macho violento sin emociones ni sentimientos, y a insensibilizar a la audiencia para que soporte todo tipo de violencias y aprenda a disfrutar con ellas. No hablamos solo de peleas, tiroteos, violaciones, guerras, sino de contenidos con violencia psicológica y emocional en el que uno o varios hombres se dedican a humillar, insultar, vejar y destrozar a otros hombres o mujeres.  

La violencia está tan "normalizada" que es casi invisible: por eso nos parece normal que haya once millones de españoles en la pobreza, que maten a las personas en las fronteras, que los políticos y sus familiares se hagan ricos con el dinero que ponemos entre todos... 

Nos parece normal que los políticos destrocen nuestro patrimonio común, que maltraten a sanitarios y docentes, que vendan nuestros hospitales, que cierren los servicios de urgencias. Nos parece normal que las mujeres pobres tengan que abrir sus orificios para que hombres desconocidos eyaculen en ellos, o que tengan que vender a sus bebes para poder alimentar a sus hijos mayores. 

Nos parece normal porque es el pan nuestro de cada día: es lo corriente, es lo común. Para los hombres alquilar mujeres es lo mas normal del mundo, no lo perciben como violencia porque no son sus madres ni sus hermanas ni sus hijas las que tienen que alquilar su cuerpo.  

¿Cómo se defiende la gente cuando les señalamos sus violencias? Generalmente con un ataque: al que protesta se le acusa de no tener sentido del humor o de ser "demasiado" sensible, como si la sensibilidad fuese un tremendo defecto. 

Los padres que tienen hijos varones se preocupan mucho cuando sus hijos son sensibles, cuando son bondadosos, cuando son buenas personas. La mayoría preferiría que sus hijos varones fuesen agresivos y violentos, y la excusa que te ponen es que quieren que sus hijos sepan defenderse de los niños violentos. 

No se les ocurre la posibilidad de dejar de criar niños violentos. Prefieren tener hijos agresores que hijos agredidos. Caen en la típica trampa de siempre: "le estoy enseñando a ser violento solo para que se defienda".


¿Cómo acabar con la violencia y el sufrimiento? 

¿Qué hacer para que todos y todas podamos tomar conciencia de las violencias que sufrimos y ejercemos?, ¿cómo dejar de disfrutar viendo a los demás sufrir? 

Creo que hace falta una toma de conciencia colectiva. El mundo está lleno de gente con gafas que ha desarrollado sus niveles de conciencia de una forma asombrosa. A mí me admira mucho esta gente, porque no es nada fácil vivir con tal grado de lucidez y de sensibilidad. 

Cuanta más lucidez, más fácil es deprimirse, como me pasa a mí a medida que voy tomando conciencia de las violencias que sufro y ejerzo. Y como sé que el cambio empieza por mí, busco la manera de trabajarme mis prejuicios, mis violencias, y la forma en que uso mi poder. 

La mayoría de la gente que ha tomado conciencia es generosa y optimista, y le pone todo el amor del mundo a señalar a los demás todo aquello que no vemos, o que no queremos ver. 

Lo hacen a diario en redes sociales y en las calles, en sus centros de trabajo, en su vecindario: trabajan por un mundo mejor, sueñan con un mundo sin sufrimiento y luchan por los derechos humanos de la infancia, de las mujeres, de los animales y las plantas, del planeta Tierra. 

Mucha de esta gente se deja la piel investigando, divulgando conocimientos, aportando datos, y haciendo circular la información: nos sacan de nuestra ignorancia y apelan a ese ser sensato, bondadoso y sensible que se esconde dentro de cada uno de nosotras y nosotros. 

Gracias a ellos y a ellas podemos sacudirnos de encima la indiferencia ante el sufrimiento ajeno, y rebelarnos ante injusticias que antes no nos conmovían o que creíamos que eran inevitables.

Una vez que tomas conciencia de que hacer sufrir a una persona para ejercer tu poder o para divertirte es violencia, comprendes enseguida que no puedes victimizarte, que tienes que hacerte responsable, y que la revolución empieza en tí. El cambio inicia cuando comienzas a ponerle atención a tu forma de relacionarte con los demás, a entrenar la empatía y a hacer autocrítica amorosa.

Mucha gente se va insensibilizando con la edad y la sobresaturación de información ante el horror del mundo en el que vivimos. Mucha gente necesita sumergirse en otras realidades y escapar de ésta usando los relatos, las drogas, los deportes, las pantallas o la fiesta. Se vive mejor en la ignorancia, por eso hay tanta gente que va con la vida con una venda puesta. 

Sin embargo, algunas personas vamos al revés: cuanto más leemos, cuanto más aprendemos, cuanto más crecemos, mayores son nuestros niveles de sensibilidad, de conciencia y de compromiso.  


Nos quieren ciegos, nos ponemos gafas

A mí de pequeña me resultaba intolerable el nivel de maltrato contra los animales, no soportaba las peleas en el patio del colegio, no podía ver películas violentas, y lloraba pensando en el sufrimiento que está causando la autodestrucción colectiva. Yo ya llevaba las gafas ecologistas y animalistas puestas, y el mundo me dolía una barbaridad. 

De adolescente me refugié en mi mundo ideal porque no me gustaba la realidad, y me resistí todo lo que pude. Pero me faltaba visión: no era consciente de cómo yo usaba mi poder, ni del impacto que mis palabras y mis actos tienen en los demás, porque no sabía hacer autocrítica amorosa, y me faltaba humildad. Los malos eran siempre los demás. 

Cuando me puse en las gafas el filtro violeta del feminismo, tomar conciencia del nivel de violencia contra las mujeres y mi forma de maltratarme a mí misma me resultó muy doloroso. Después de varios años mi nivel de agudeza visual va aumentando: cada día tomo conciencia de nuevas violencias que antes veía "normales" y naturales, y que pensaba que no podían cambiarse.

Cuando me puse el filtro del amor romántico, entonces pude empezar a ver cómo se me había metido el patriarcado dentro, y empecé mi proceso de liberación personal, que me llevó a volcarme en ayudar a todas las mujeres a tomar conciencia de la estafa romántica, y a generar las herramientas que necesitamos para liberarnos todas juntas, individual y colectivamente. 

Cuando empecé a fabricar el filtro de la maternidad para mis gafas, me quedé horrorizada con la forma que tenemos de maltratar a la infancia, y comprendí que estas violencias con las que torturamos a los niños y las niñas son la raíz de todos nuestros problemas como especie. 

En el embarazo empecé a quedarme sorda y me puse audífonos, y el filtro de la discapacidad, y entonces me di cuenta de lo duro que es el mundo para millones de personas que sufren discapacidades. 

Si a esto le añades las gafas antirracistas, las de la diversidad, las de la edad, el antiespecismo, si te asomas a los libros y escuchas a las mujeres más sabias de nuestra cultura, si eres capaz de entender que lo personal es político, entonces no sólo aumenta tu lucidez, sino también tu rebeldía y tus ganas de trabajarte por dentro para, desde tu cambio personal, poder contribuir al cambio colectivo. 

Con ellas cada vez soy más consciente no solo de las violencias que sufro, también de las que ejerzo. Ahora he aprendido a hacer autocrítica y a entender las relaciones de poder, y sé que estas estructuras no son inmutables y que otras formas de tratarnos son posibles. 

Cuanto más tiempo pasa, mis gafas van aumentando su poder, más me duele el mundo y más me rebelo ante la idea de que no se puede hacer nada. Esta rebeldía para algunos es un signo de inmadurez, para otros un defecto que se soluciona siendo más egoísta, tratando de evadirte y escapar cuando puedas, y dejando que te invada la resignación y la indiferencia.  

Yo sé que viviría mejor sin estas gafas, pero he optado por la lucidez como una postura política que me lleva a la ternura radical. 

Es doloroso sentir con tanta intensidad el sufrimiento a mi alrededor, pero tengo la esperanza de que la gente se de cuenta de que la violencia no es inevitable, normal ni necesaria, y que todos y todas tenemos derecho a una buena vida, libre de explotación, sufrimiento y violencia.


Pasos para la toma de conciencia

1) El primer paso siempre es abrir los ojos y tomar conciencia: para mucha gente lavar un coche en un río, o arrojar colillas al mar es "normal", no lo sienten como un acto violento contra la naturaleza. 

Para muchos otros hacer a sus hijos adictos al azúcar y a las pantallas no es violencia, simplemente transmiten sus adicciones a la siguiente generación sin pensarlo. 

La mayoría de los hombres creen que acosar a las mujeres en la calle no es acoso, están convencidos de que nos encanta que tipos desconocidos nos den su opinión sobre nuestro aspecto físico cuando vamos solas. 

Millones de personas tienen encerrados a animales en pisos pequeños durante más de diez horas al día y no sienten eso como violencia. Tampoco encerrar a un pájaro en una jaula para toda la vida. Es una bestialidad, pero para mucha gente es algo "normal": son incapaces de ponerse en el lugar del pájaro.

 No percibimos como violencia dejar llorar a los bebés y no atenderlos, porque hay médicos que justifican esta barbarie y enseñan a las madres a ser violentas con sus propios bebés. 

La tipa que se ríe de la compañera de trabajo porque está gorda no se da cuenta de lo cruel que es cada vez que hace burla de su aspecto físico. No percibe su propia maldad, y los que le ríen las gracias tampoco se dan cuenta, porque entre risas la violencia no parece tan violenta. 

Usamos las burlas, las humillaciones y las bromas crueles para hacer daño a los demás y a pesar de eso nos sentimos buenas personas, porque la mayoría no nos damos cuenta del sufrimiento que causamos (sí, es cierto que hay gente que sí se da cuenta y disfruta haciéndolo)

Lo mismo en las aulas que en las oficinas, lo mismo en casa que en la calle y en las redes, el mundo está lleno de guerras, luchas de poder, y violencia. Discriminamos, excluimos, y nos reímos de la gente por su altura, por su color de piel, por su aspecto físico, por su forma de hablar, por su discapacidades, por sus malformaciones y sus enfermedades, por su falta de habilidades, por su forma de vestir, y aunque sabemos que hacemos daño, muchas creemos que tenemos todo el derecho de atacar a las personas que nos caen mal o que no nos gustan. 

También creemos que tenemos derecho a hacer daño a las personas que admiramos cuando sentimos envidia. 

Y a las personas que queremos cuando estamos enfadados, estresados o de mal humor. 

Atacar a los demás para sentirnos poderosos nos parece lo más normal del mundo hasta que nos hacen daño a nosotros. 

2) El segundo paso es tomar conciencia no solo de la violencia que ejercemos sobre los demás, sino también la que ejercemos contra nosotras mismas. Nos maltratamos a diario cuando nos miramos en el espejo y nos decimos cosas horribles. Nos machacamos los cuerpos para disciplinarlos y someterlos, nos obligamos a pasar hambre, nos jugamos la vida en los quirófanos, nos arrojamos a las adicciones sin control, nos quedamos en relaciones donde no nos saben cuidar ni querer bien, nos obligamos a hacer sacrificios, nos reprimimos constantemente, nos torturamos a nosotras mismas creyendo que el sufrimiento es inevitable y que sirve para conseguir lo que necesitamos. 

Gracias al feminismo muchas mujeres estamos aprendiendo a querernos y a cuidarnos, y a cuidar nuestras relaciones con los demás: yo no puedo ser feliz rodeada de gente que sufre. 


3) El siguiente paso es que aprendamos a cuidar la naturaleza y nuestras relaciones con los demás habitantes del planeta, y comprometernos con la responsabilidad que tenemos de construir un mundo mejor. 

Cuidar de ti misma/o, cuidar de tus relaciones con otros seres vivos, cuidar los espacios que habitas, cuidar la naturaleza y el planeta: son las 3 cosas más importantes que aprendes cuando empiezas a tomar conciencia de que otro mundo es posible, y que tú puedes empezar por ti misma/o.  


Hay esperanza

Hay muchas cosas que están cambiando: hoy sabemos que el maltrato psicológico y emocional es violencia, y hay muchas cosas que antes eran "normales" que hoy ya no lo son. Por ejemplo, antes no lo hacíamos y ahora llamamos a la policía si vemos a un hombre pegando a una mujer en la calle, y tratamos de defenderla. 

Aún nos falta llegar al punto de ser capaces de defender a los niños que son golpeados por sus padres, pero estamos en ello: somos muchas las personas que estamos intentando que la gente entienda que los niños y las niñas son ciudadanas de pleno derecho, que no se puede golpear a ningún ser humano, tenga la edad que tenga, ni a los animales, aunque creas que te pertenecen a ti y por eso puedes hacer lo que te dé la gana con ellos. 

Llegará un día en el que los hombres no se atreverán a pegar a los niños y las niñas en público, ni en espacios donde puedan ser escuchados o vistos. 

Poco a poco vamos tomando conciencia colectivamente: antes se consideraba normal el trato degradante a las parturientas, hoy se tiene más cuidado porque hay miles de mujeres luchando contra la violencia obstétrica, y como consecuencia de ello hay más campañas de sensibilización para que las mamás exijamos nuestros derechos, y para que los profesionales los respeten. Gracias a esto están cambiando los protocolos en los hospitales, y pronto cambiarán las leyes para garantizar a todas las mujeres todos sus derechos durante el embarazo, el parto y el posparto. 

El cambio es muy lento, es cierto. La gente prefiere vivir de ilusiones, y no tiene herramientas para practicar la empatía. Los medios siguen culpando a las víctimas de la violencia que sufren, es muy obvio en el caso de las mujeres que sufren violaciones en sus hogares o en la calle. Los periodistas siguen perpetuando el patriarcado usando los estereotipos y los mitos, y tratando de que creamos que los femicidios son casos aislados, pero nosotras en redes sociales estamos señalando a los agresores, pidiendo justicia, y ayudando a la gente a tomar conciencia. 

La mayor parte de los comunicadores no tienen herramientas para tomar conciencia del machismo y la misoginia que llevan dentro, ni de la responsabilidad social que tienen en la construcción de un mundo mejor. Pero cuando reciben formación y campañas de sensibilización, la mayoría aprende a elaborar noticias correctamente. 

Lo mismo sucede con policías, jueces, personal sanitario y docente: cuando les damos formación comienzan a tomar conciencia de la desigualdad y la violencia estructural que ellos sufren y ejercen todo el tiempo. Y como consecuencia, cambian su comportamiento a mejor. 

Estoy convencida de que si dispusiéramos de herramientas para hacer autocrítica amorosa, podríamos darnos cuenta de cómo nos relacionamos con el mundo, y de cómo haciendo un cambio personal estamos contribuyendo al cambio colectivo. Porque es obvio que necesitamos transformar las estructuras, el sistema no funciona: en el planeta hay millones de personas sufriendo a diario violencias de todo tipo.

No poder comer es violencia, no poder ir al médico ni acceder a un tratamiento es violencia, no poder usar gafas o audífonos es violencia. Qu los bancos echen a la gente de sus casas después de recibir 60 mil millones del dinero de la gente es violencia. 

Es la violencia de un sistema que permite a los políticos gobernar contra nosotros y nosotras: usar el dinero que ponemos entre todos para darselo a los bancos, para comprar armas que no necesitamos o para enriquecer a los millonarios es violencia. Maltratar al personal sanitario es violencia, privatizar hospitales es violencia, recortar en el transporte público para que los pobres vayan apretados en los vagones es violencia. 

Vivimos en una guerra constante, para salir de ella solo hay que tomar conciencia de que todas y todos nos merecemos vivir una Buena Vida, libre de sufrimiento, explotación y violencia. 

Es cierto que aún hay seres humanos que no saben que los animales y las plantas sienten alegría, pena, y dolor, pero también es cierto que hay mucha gente tratando de que todos tomemos conciencia de que no son objetos y nosotros no somos los dueños, y que son seres autónomos que sufren por culpa nuestra. Somos los responsables de la extinción de miles de especies porque estamos destrozando sus hábitats. 

También es cierto que en las escuelas y en los medios nos enseñan a mutilar nuestra capacidad para la empatía, a competir entre nosotros, a relacionarnos desde la jerarquía, a aplastar a los demás para acumular poder, a abusar de la bondad de los demás para conseguir lo que queremos, y a no responsabilizarnos del daño que causamos en los demás cuando ejercemos nuestro poder de forma tiránica. 

Pero todo lo que se aprende, se puede desaprender. 

Y cuantos más docentes adquieran conciencia sobre lo importante que es poner fin a la violencia y situar los cuidados en el centro, más fácil será que la comunidad educativa entera tome conciencia y la filosofía de los cuidados forme parte del currículum educativo.


¿Qué hacemos mientras?

Seguir usando las redes para sensibilizar a los demás, seguir señalando las injusticias, enseñar a la gente a hacerse sus propias gafas para que vean la realidad, y proponer alternativas para construir un mundo sin sufrimiento y violencia. 

A mí me ayudó mucho descubrir que la comunicación y la pedagogía son dos son grandes herramientas para concienciar a los demás. También me ayudó buscar a gente despierta, concienciada y comprometida: dejé de sentirme tan rara y tan sola, aprendí a ver mejor, a identificar mis prejuicios, a ensanchar mi mente y mi corazón. Y ahora me dedico a ayudar a los demás a identificar las violencias que antes yo no veía, y a aportar con mis conocimientos para la erradicación del sufrimiento. 

Para demostrar que otro mundo es posible, que otras formas de relacionarse y de organizarse son posibles, que podemos cambiar las cosas, actúo con el ejemplo, que es la mejor vía de contagio social: si yo puedo cambiarme a mí misma y contribuir al cambio social, es más fácil que los demás sientan que también ellos pueden. 

Me da mucha fuerza asomarme a las redes para ver a toda la gente que está aportando su granito de arena en sus comunidades, en sus barrios y plazas, en los parlamentos, en las instituciones, en las aulas, en los medios, y en sus propias casas. 

Cuando me siento derrotada, les leo en sus muros y me animo pensando que el amor es una fuerza poderosa que puede vencer al odio, que la ternura es un acto político, que podemos acabar con el sufrimiento, que tenemos los medios, las habilidades y los conocimientos necesarios para que todas podamos vivir mejor, y que ellas lo están demostrando día a día. 

Quiero terminar dando las gracias a todas las personas que me ayudan cada día a quitarme la venda, a abrir los ojos y el corazón, a tomar conciencia, y a soñar con un mundo mejor. 

Coral Herrera Gómez


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20 de julio de 2022

No necesitas sentirte superior a nadie



No eres superior a los demás. Ni tus conocimientos, ni tu carisma, ni tu capacidad de liderazgo te hace superior al resto.

No eres superior a los demás por tener un cuerpo perfecto y una belleza deslumbrante, 

ni por tus atributos físicos y tus encantos,

ni por tu habilidad para seducir y enamorar a muchas mujeres y hombres.


No eres superior a los demás por tener un título universitario, 

o un título nobiliario,  

ni por tus habilidades artísticas o deportivas, 

ni por tu sensibilidad y generosidad, 

ni por ser una persona especial o diferente a las demás.


No eres superior a los demás por meter muchos goles,

ni por tener muchos likes en redes,

ni por ser muy inteligente, o muy culto/a, 

ni por salir en la tele, ni por recibir muchos aplausos o tener muchos seguidores.


No eres superior por haber leído muchos libros, 

ni por saber mucho de un tema,

ni por tener mucho talento,

ni por recibir un premio o muchos premios, 

ni por la profesión que elegiste,

ni por tu alto cargo o tu puesto en la empresa o en la institución.


No eres superior a los demás por tener dinero y tiempo para viajar a lugares exóticos, 

no eres superior a nadie por tener una vida muy emocionante y divertida, 

ni por tener muchos amigos y amigas, 

ni por tener ese apellido, 

ni por pertenecer a una iglesia y a una religión, 

ni a ese club de fútbol tan importante.


No eres superior por haber sufrido mucho en la vida, 

ni por los sacrificios que has hecho,

ni por haberte esforzado mucho en la vida,

ni por haberte casado con fulanita o fulanito.


No eres superior por tener muchas mujeres o muchos hijos, o muchas propiedades,

ni por haber nacido en el país en el que naciste,

ni por haber nacido en la familia que naciste, 

ni por ganar medallas deportivas,

ni por haber tenido suerte, 

ni por tener buenos contactos,

ni por estar triunfando en tus negocios.


No eres superior a nadie por lucir calzado y ropa cara, 

ni por tener un reloj de tecnología punta, 

ni por conducir un coche de lujo,

ni por tener una mansión con criadas a tus órdenes.


No eres superior a los demás, siempre hay alguien más arriba que tú.

No eres superior a nadie, y no necesitas serlo. 

No necesitas mirar a los demás desde arriba. No lo necesitas para nada.

No necesitas presumir todo el tiempo de lo bien que estás, ni de cómo has triunfado en la vida.

No es necesario malgastar tanta energía en competir con la gente para brillar y para demostrar que eres el mejor o la mejor.

No necesitas compararte todo el rato, ni causar impresión, ni despertar la envidia de gente que vive lejos y no conoces de nada. 


No necesitas sentirte superior a nadie para ser feliz. 


Necesitas, únicamente, sentirte uno más, una más en el grupo, sentirte aceptada por tu comunidad, y sentirte amada y cuidada por tus seres queridos. Nada más.

Coral Herrera Gómez 

17 de julio de 2022

Aprender a morirse con amor, desde la Filosofía de los Cuidados


Admiro mucho a la gente que se despide de la vida y de los suyos con amor. Gente que lo deja todo preparado para que su muerte no sea un problema, ni un desastre, ni genere guerras de ningún tipo entre sus familiares. 

Gente que se esmera en no dejar deudas emocionales de ningún tipo, que antes de irse es capaz de pedir perdón y de ir cerrando historias con su gente para que nadie se quede sin hablar las cosas difíciles que hay que hablar, o las cosas que nunca nos atrevimos a decir, pero que hay que decir para quedarnos todos y todas en paz. 

Me admira mucho la generosidad y la ternura con la que algunas personas preparan su despedida, las cosas que hacen con sus manos y las cartas de cariño que escriben como recuerdo, las conversaciones profundas que sostienen con sus seres queridos, y la manera en que arreglan los papeles para que la familia no tenga que sufrir la pesadilla de la burocracia. 

Es poca la gente que logra irse así, la mayoría de las personas somos incapaces de hablar de nuestra propia muerte y de prepararnos para ella con dignidad y amor. En casi todas las familias se habla de la muerte en pasado, de los familiares que se fueron, pero no de los que van a morir. Fingimos ser eternos y negamos la muerte hasta que nos pega el zarpazo y nos deja destrozados.

En la escuela nos podrían dar herramientas para aprender a cuidar a nuestra gente querida cuando nos vamos a ir de esta vida. 

Cuidar significa, entre otras cosas, ahorrar sufrimiento a los tuyos, y no usar tu muerte para hacer daño a tus seres queridos: para hacer chantaje emocional, para vengarse, para castigar, para decir la última palabra y dejar a tus seres queridos sin posibilidad de réplica. 

Necesitamos también un método de autodefensa emocional para poner límites a los muertos que nos quieren destrozar la vida:  hay gente que imagina con placer su funeral y disfruta imaginando el dolor de los suyos, y se deleita con el inmenso poder que va a seguir ejerciendo desde la ausencia. 

Hay gente que sigue manipulando emocionalmente a los demás muchos años después de su muerte. Por ejemplo, todos los que quedan traumados por la falta de cuidados y atención en su infancia, por los abusos sexuales y los maltratos que sufrieron, los que no pudieron denunciar al muerto cuando estaba vivo y siguen apareciendo en sus peores pesadillas. 

Hay gente que se va dejando deudas económicas, corazones destrozados, asuntos varios sin resolver, hijos e hijas no reconocidas, o secretos inconfesables que salen a la luz en el funeral, y que pueden convertir la vida de sus seres queridos en un infierno. Por ejemplo, esos hombres que llevan una doble vida y consiguen que todas sus mujeres, hijos e hijas se conozcan el día del entierro. Les importa poco o nada el dolor que causa en las esposas el saber que su vida entera fue una mentira, una estafa total, y el de las amantes por haber permanecido años en la sombra, ninguneadas e invisibilizadas. 

Hay gente egoísta que es capaz de escribir cartas o mensajes sin derecho a réplica, e incluso es capaz de culpar a alguien de su muerte sin darle la oportunidad de defenderse, con el objetivo de amargarle la vida con la culpabilidad, que a muchos/as les acompañará hasta la tumba. 

Así que hay que tener herramientas para que todos podamos valorar lo importante que es irse con la conciencia tranquila, cuidar a tus seres queridos hasta el final, y poder desear que sean felices sin tí. Aprender a dejar como legado un recuerdo maravilloso, mucho amor y mucha paz. 

Ojalá pudiésemos aprender todo esto en la escuela: a morirnos sin hacer daño a nadie, a no dejar deudas a nadie, a prepararnos y preparar a los demás para la despedida, a decir adiós con mucho amor, a cuidar a los que se quedan, a cuidar a los que se van, y a dejarlos ir en libertad cuando llega su momento. 

Ojalá todos y todas pudiéramos cuidarnos y cuidar en el proceso de la muerte e irnos de esta vida, ya sea voluntaria o involuntariamente, con mucha dignidad y tranquilidad, sin violencia y sin dolor. 

Ojalá liberados de todo, rodeados de muchos cuidados y mucho amor.

Coral Herrera Gómez 


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12 de julio de 2022

Cómo evitar hacer daño a tu pareja cuando te enfadas




Después de publicar el post de ayer sobre lo importante que es dejar una relación cuando tu pareja te insulta, te humilla, te menosprecia o te hace sentir un basura, porque es violencia emocional y psicológica, me escribieron muchas chicas contándome que ellas son violentas cuando discuten con sus parejas, y me preguntaban si es posible pelearse sin violencia, y cómo dejar de usarla cuando se sienten mal.
Solo mujeres las que piden ayuda.

Lo más importante para entrenar en las artes de la comunicación no violenta, es entender que la violencia es todo aquello que decimos o hacemos para hacer daño a alguien y para beneficiarnos personalmente del sufrimiento del otro o la otra.

Por ejemplo, cuando hacemos daño para divertirnos, para sentir que hemos ganado una pelea, para dejar claro que llevamos razón, o que somos superiores a nuestra pareja. Cuando hacemos daño para ser obedecidos o para obligar a alguien a que haga lo que queremos.

En nuestra cultura parece que "lo normal" cuando te enfadas con alguien es intentar hacerle daño usando las armas que más duelen: comentarios cargados de desprecio, bromas humillantes, insultos, acusaciones falsas, ataques y amenazas.

Es más, creemos que tenemos derecho a hacerlo cuando nos sentimos mal. Creemos que la gente que nos quiere tiene que aguantar nuestra ira, nuestra frustración, nuestra rabia, y que sólo con pedir perdón se soluciona todo hasta la siguiente vez.

Lo primero es darnos cuenta de que no tenemos derecho a hacer daño a los demás por muy dolidos o dolidas que estamos, y que este es el principal motivo por el cual se nos acaba el amor en todas las relaciones, pero sobre todo en las de pareja.

Lo segundo es tomar conciencia de que el objetivo de una pelea no es machacar a tu "enemigo/a", en realidad discutimos porque queremos arreglar el problema, así que hay que centrarse en llegar a acuerdos y buscar soluciones. Las lluvias de reproches "es que tú..." no sirven de nada si no hablas de ti, de la parte que te toca en el conflicto.

Lo tercero es que tomar conciencia de cómo usas tus palabras cuando discutes con tu pareja o con tu gente querida. Si cuidas cada palabra que sale de tu boca, y a pesar de ello notas que estás muy intentando hacer daño a la otra persona, tienes que parar inmediatamente. 

Si no logras controlarte, tienes que salir del espacio de discusión y no volver hasta que te hayas calmado y puedas hablar sin herir y son hacer sufrir a la otra persona.

A veces es suficiente con media hora, otras veces hacen falta varias horas o varios días, hasta que puedas sentarte a escuchar con amor a la otra persona y puedas hablar de cómo te sientes sin atacar.

"Pelearse con amor "es todo un reto, sobre todo en la pareja. A la gran mayoría de las personas nos cuesta tratar con amor a nuestra gente cuando nos enfadamos, pero sin duda es un hermoso desafío en el que podemos entrenar a diario: tratarnos bien mutuamente, en las buenas y en las malas. 

Cuando tú tratas bien a tu pareja y haces autocrítica amorosa es más fácil que tu pareja también cuide sus palabras, su tono, su volumen, y sea capaz de pedir disculpas y buscar soluciones al problema.

Si tu pareja no es capaz, tienes que ponerle límites y no permitir que te hable o te toque hasta que se calme. 

Una buena estrategia para parejas es tener en la mesa papel y lápiz y apuntar en el papel todas las expresiones verbales y actos que nos hagan daño del otro. Si al cabo de una semana nos juntamos a leerlos y esos papeles están cargados de insultos y comentarios humillantes, entonces es que algo está yendo muy mal. 

Ten en cuenta que toda la violencia verbal tiene como objetivo minar tu autoestima, y que por muy fuerte que seas, no es posible aguantar mucho tiempo cuerda junto a alguien que te demuestra tanto desprecio en las discusiones.

Si es tu pareja la que no puede tratarte bien por mucho que lo intente, o si eres tú la persona que maltrata, entonces hay que alejarse y pedir ayuda profesional. 

Coral Herrera Gómez 



9 de julio de 2022

Escucha a tu gente con amor

 


¿Cómo saber qué es lo que necesitas trabajar para liberarte, para crecer y para vivir mejor? El auto engaño, el miedo y la soberbia muchas veces no nos dejan asomarnos a las profundidades de nuestro yo, y así es difícil tomar conciencia de lo que nos hace sufrir y lo que hace sufrir a los demás. 

Para saber qué podríamos mejorar en nosotros y nosotras, hay un método infalible: escucha a la gente que tienes a tu alrededor. Abre tu corazón y escucha con amor.

Ellos/as te pueden decir con cariño y honestidad cómo te ven, y qué creen que te tienes que trabajar para estar mejor y para que ellas estén mejor.

La gente que más te quiere puede decirte, también, con amor cuáles son tus defectos, tus meteduras de pata, tus torpezas, miserias y mezquindades..

 siempre y cuando tengas ganas de escucharles. 

La gente que te quiere protesta de maneras diferentes cuando les haces daño o abusas: puedes ignorarles, puedes ponerte a la defensiva, o puedes hacer autocrítica amorosa y asumir tu parte de responsabilidad en los conflictos que tienes en tus relaciones.

Si la gente siente que no puede decirte las cosas con franqueza, si sienten que no puedes o no quieres ver la realidad, si reaccionas fatal y jamás admites errores, es probable que se alejen sin decirte el por qué.  

O quizás te lo han dicho muchas veces ya. Y por eso se van.

Este silencio, esa distancia, y tu soledad, también te pueden dar pistas de que algo está pasando. 

De tí depende: si quieres cuidar tus relaciones, si quieres cuidar tu salud mental y emocional, si quieres conocerte mejor, si quieres trabajar tu inconsciente, si quieres ir a mejor, 

cultiva la humildad y escucha a tu gente.

Con amor.

Coral Herrera Gómez

#autocríticaamorosa #mujeresquesecuidan

#humildad #escuchaconamor


24 de abril de 2022

Libérate de la necesidad de llamar la atención



Libérate de la necesidad de llamar la atención: en la infancia, llamamos la atención buscando amor y cariño, tiempo de calidad y plena atención de los adultos. También llamamos la atención cuando tenemos un problema que no sabemos expresar con palabras, cuando nos desbordan emociones a las que no sabemos poner nombre, cuando estamos viviendo una época traumática y necesitamos sentirnos protegidos, y queridos. A la mayor parte de los niños y las niñas solo les prestamos atención especial cuando se portan mal: prefieren que les regañemos a que no les hagamos ni caso.

Las personas adultas llamamos la atención por los mismos motivos, pero además lo hacemos también para sentirnos únicos y especiales, para brillar y acaparar los focos, para sentirnos diferentes, y por tanto, superiores al resto. Hay muchas maneras de llamar la atención, por ejemplo, usando nuestro cuerpo, al que adornamos con cortes y colores de pelo llamativos, ropa extravagante, piercings y tatuajes. Las mujeres llamamos la atención con nuestro capital erótico, es decir, posando sexys para despertar el deseo de los hombres y la envidia de las mujeres. Los hombres exhiben sus músculos y su fuerza, sus habilidades deportivas o intelectuales, su capacidad para acumular recursos y mujeres. 

Los ricos llaman la atención con sus coches de lujo, sus motos acuáticas, sus barcos y yates, su ropa cara, su calzado de lujo, sus joyas, sus operaciones de cirugía estética, sus relojes, bolsos y complementos caros, sus mansiones y sus viajes. La clase media busca llamar la atención con sus objetos de imitación de marcas caras, y sus viajes baratos a lugares de ensueño. Los y las adolescentes llaman la atención estando todo el día enfadados, y desobedeciendo normas, provocando a sus progenitores para que estalle el drama. Pensemos por ejemplo en el aumento de las autolesiones, y la forma en que castigan sus cuerpos para que les ayuden y les cuiden. 

Usamos las drogas, el alcohol, y la fiesta para parecer transgresores y rebeldes. Desafiamos la autoridad para demostrar nuestra valentía, nuestra osadía, nuestra excentricidad, nos entregamos al sufrimiento y coqueteamos con la muerte para dejar a los demás boquiabiertos. Nos exponemos al peligro innecesariamente para aumentar nuestro prestigio y subir puestos en la jerarquía social, especialmente los hombres, que mueren en competiciones absurdas, pero también cada vez más mujeres: las cifras de operaciones estéticas que acaban en enfermedad o muerte nos demuestran hasta donde somos capaces de llegar para lucir bellas y atraer las miradas. 

En las redes sociales también pedimos atención desesperadamente: una gente usa su talento y trata de publicar contenidos atractivos, otra gente expone su vida para mostrar a su familia feliz y para simular estar disfrutando de una vida de ensueño, otra gente ataca ferozmente a otra gente para montar batallas y ganar seguidores/as. Cada cual tenemos nuestras estrategias para enamorar a los demás, poca gente se plantea si son éticas o no: para muchos, el fin justiofica los medios, y no le importa hacer daño a los demás para llegar a lo más alto.

La gente más insegura es la que más atención necesita: cuanto más pequeña es nuestra autoestima, más necesita el ego el reconocimiento y los aplausos de los demás. Cuanto más complejo de inferioridad desarrollan, más necesitan sentirse superiores a los demás. 

También necesitan mucho amor todos aquellos y aquellas que no han vivido una infancia tranquila y feliz, rodeados de cariño y de cuidados: cuanto peor nos tratan los y las adultas que nos trajeron al mundo, más amor y atención le pedimos a los demás. De hecho, construimos nuestra identidad alrededor de esta necesidad de aceptación y de sentirnos significativos e importantes.

Este ansia por llamar la atención aumenta a la misma velocidad que está desapareciendo nuestra capacidad para prestar plena atención a algo o a alguien durante más de cinco minutos seguidos, en el caso de las nuevas generaciones, hablamos de segundos. 

No sabemos cómo pedir amor de buenas maneras. Mucha gente llama la atención tratando de opacar la luz que emiten los demás, y tratando de destruir a sus rivales para quedar solos en el podio de los ganadores. A veces hacemos sufrir a los demás para sentirnos importantes cuando en realidad lo que queremos recibir demostraciones de amor.

Mucha gente sueña con alcanzar la fama para que le quieran millones de personas desconocidas, aunque en realidad no lo necesitamos para nada. 

Nos encanta asomarnos a la vida de los dioses y las diosas de nuestra cultura, aquellas que sí han logrado triunfar, aquellos que acaparan riqueza y atraen las miradas de todo el planeta. Nos sentimos fracasados, nos come la envidia y nos invade la frustración por no poder cumplir el sueño de despertar la envidia de los demás.

Esta necesidad de atención, y de sentirnos por encima de los demás nos hace sufrir mucho, porque ahí arriba solo hay sitio para unos pocos. Depender de los likes de los demás puede ser peligroso: nuestra autoestima pierde la autonomía por completo, y es fácil que nos invada el narcisismo. Perdemos libertad buscando la aprobación de los demás, y además, el amor de los fans puede convertirse en odio de la noche a la mañana, la competición por acaparar miradas y flashes es brutal, los y las famosas pasan de moda, y cuando envejecemos y perdemos la belleza o el encanto, nos entierran en el olvido, especialmente a las mujeres. 

Por eso es tan importante liberarse de esta necesidad de llamar la atención trabajando la humildad: no necesitamos para nada sobresalir por encima de los demás. 

En realidad lo único que necesitamos, todos y todas las homo sapiens, es que nuestra gente nos acepte tal y como somos, que nos quiera y nos cuide. Y para que nos cuiden, tenemos que cuidar a los demás. No solo aprender a cuidarnos a nosotras y nosotros mismos, sino también a cuidar nuestras relaciones, que son el único antídoto contra la soledad y la brutalidad del sistema en el que vivimos. 

Y eso es todo.

Coral Herrera Gómez




No necesitas intermediarios


11 de abril de 2022

Empiezo por mí misma: autocrítica amorosa y feminista




Para hacer pedagogía feminista, lo que más me ayuda es hablar del trabajo que hago conmigo misma para liberarme de los patriarcados que me habitan. 

En mis talleres, charlas, conferencias, cuento mi proceso de autocrítica amorosa, hablo de cómo aprendí a ser patriarcal, de cómo gracias al feminismo he aprendido a analizar la forma en que sufro y ejerzo el patriarcado, y de cómo entreno cada día para ser más consciente de mis privilegios y la manera en que uso mi poder. 

Voy de la teoría a la práctica, y de lo personal a lo político: para cambiar el mundo hay que empezar por una misma. Cuando abro mi corazón y parto de mis experiencias personales, del trabajo que hago a solas, con mi pareja y con mis compañeras del Laboratorio, la gente se contagia mucho más fácilmente. 

Cuando les haces ver que nadie nace siendo feminista, que todo se puede trabajar, y que podemos fabricar las herramientas para liberarnos individual y colectivamente, entonces el proceso de transformación parece más fácil. Y aunque es un trabajo para toda la vida, al poco de empezar puedes recoger los frutos de las semillas que siembras, y qué gusto da sentir en una misma los cambios.

Así que creo que el ejemplo es mucho más eficaz que los discursos bonitos, a mí me funciona lo mismo con mi hijo, que con los chicos de mis talleres de Masculinidades No Violentas. 

Lo veo muy claro: en la medida en que las nuevas generaciones nos vean hacer autocrítica amorosa, les será más fácil asumir su responsabilidad y ponerse a trabajar. 

Estoy segura que cuanto más autocrítica amorosa haga el feminismo para liberarse de la estructura del patriarcado, más movimientos sociales se pondrán a ello.

Podemos empezar por cosas sencillas, como aprender las bases de la comunicación y la cultura de la no violencia, y aprender a cuidarnos entre nosotras.


Coral Herrera Gómez

 #PedagogíaFeminista #AutocríticaAmorosa #MujeresQueSeLiberan #empiezopormímisma



29 de marzo de 2022

Todo lo que podría haber hecho Smith, y no hizo



Tuvo el micrófono y el privilegio de disponer de varios minutos delante de millones de personas, podría haberlo utilizado para explicar por qué duele tanto cuando se hace una broma cruel a alguien que está sufriendo la enfermedad que padece Jada.

Podría haber contado lo mal que lo están pasando ambos, en qué consiste la enfermedad, y como se sintió cuando escuchó la broma de Rock.

Podría haber pedido a Rock que se disculpara y le pidiera perdón a su compañera delante de una audiencia planetaria, y habría quedado como un señor. 

Y todos los que defendéis a Smith lo sabéis: los humanos tenemos muchas herramientas para resolver conflictos y reparar el daño que hace la violencia verbal sin usar la violencia física.

 Y utilizar la excusa de que fue violento por amor es absurda: amor y violencia no pueden ir en una misma frase. Es puro patriarcado.

Si Smith hubiese podido aprender esto en la escuela, si le hubiesen dado estas herramientas en un tallercito de Masculinidades No Violentas, si le hubiesen enseñado a cuidar sus emociones y a usar el poder de la palabra, no tendría que estar ahora pidiendo perdón y agachando la cabeza.

 Y su Óscar no estaría en peligro. 

Y Rock, y los demás hombres podrían haber aprendido una hermosa lección. 

Y el auditorio le habría aplaudido a rabiar. 

 #MasculinidadesNoViolentas #OtrasFormasDeRelacionarse son posibles 

Coral Herrera Gómez

El humor es político: es violencia cuando hace daño


Reírse de una persona por su aspecto físico  para que todo el mundo se ría de ella es violencia. 

Es violencia porque hace daño.

Lo hacemos constantemente, todos los días: nos reímos de las personas gordas, de las bajitas, de las cojas, de las ciegas, de las sordas. Nos reímos de las que sufren deformidades, de las locas, de las que llevan gafas, el pelo afro, el aparato de dientes. 

Nos reímos de las personas que tienen orejas grandes, narices grandes, tetas pequeñas, piernas cortas, y también hacemos chistes humillantes hacia la gente por su color de piel, por su orientación sexual, por la pluma gay, por su edad, por su acento, por sus pecas, por su vida sexual (tanto si es nula como si es diversa y múltiple) 

Nos reímos de las discapacidades físicas y psíquicas de los demás, señalamos al diferente, a la rara, a la anormal. 

Hacemos bromas crueles sobre el aspecto físico de la gente y sobre su forma de ser, de vestir, de caminar o de hablar. 

El humor es político porque lo usamos para señalar a la gente que se desvía de la norma y desobedece los mandatos sociales: es una forma de castigo y de disciplinamiento para el que se atreve a ser él o ella misma. 

Y lo increíble es que lo hacemos sin darnos cuenta, creyendo que las bromas no hieren ni matan. 

Por eso cuando una niña se quita la vida porque no pudo soportarlo, nos preguntamos cómo ha podido pasar algo así. Nuestra salida suele ser culpar a la víctima: era demasiado sensible, no supo defenderse... Recibimos fotos y vídeos de mujeres teniendo relaciones sexuales y las compartimos porque es muy gracioso reírse de su pérdida del honor y prestigio, pero cuando se suicida nos quedamos helados, preguntándonos como algo que parecía divertido, pudo hacer sufrir tanto a alguien.

El humor es político porque perpetúa los estereotipos, los prejuicios, las jerarquías. Y porque cuando se hace desde el privilegio, de arriba hacia abajo, no tiene gracia, y perpetúa la discriminación y la violencia que sufren las personas más vulnerables. 

Nos reímos de ellas en las aulas, en los parques infantiles, en los bares, en las fábricas, en las oficinas, en los espacios deportivos, en los medios de comunicación, en los grupos de amigos, en las redes sociales, y en casa también: el humor es un arma política que marca nuestra posición de poder, y la de la persona o el colectivo de personas de las que nos estamos riendo. 

Usamos el humor para atacar y para humillar, para sentirnos importantes, para que los demás nos respeten, para ganar seguidores. 

Y además podemos defendernos diciendo que nosotros solo queríamos divertir a los demás, pero el humor no es inocente. 

El humor es político porque va cargado de ideología, y por eso puede servir para desmitificar y desenmascarar a los amos del mundo, o puede servir para lo contrario. Puede ser un medio de transformación, o puede servir para que todo siga como está. Podemos usarlo contra los más débiles, o contra los poderosos. 

Creo que por eso, desde que tengo conciencia de que el humor es político, solo me río con la gente que es capaz de reírse de sí misma, y es capaz de hacer que su audiencia pueda reírse de sí misma también. 

Y siento que si me hubiesen enseñado esto en la infancia, no me habría reído de los chistes machistas, racistas, capacitistas, xenófobos, homófobos, gordofóbicos y clasistas que me contaron. 

Y no habría participado en las risas del grupo contra el diferente, ni me habría prestado yo a ser el centro del bullying cuando me tocaba. Porque a todos y a todas nos ha tocado alguna vez aguantar con una sonrisa amarga las bromas crueles y los comentarios humillantes de los demás. Quieres que te trague la tierra o que la otra persona pare ya, pero aguantas porque si no los demás te van a decir que qué poco sentido del humor tienes, que "solo era una broma", y que qué amargada que no aguantas ni un rato. 

Lo mismo si te lanzas a defender a alguien que lo está sufriendo; te expones a que la otra persona la tome contigo y no pare. Es una guerra en la que está en juego tu dignidad y tu posición social: la gente joven vive en ella a diario en los centros educativos. Lo usan para hacerse daño porque entre risas no parece violencia. 

Pero es violencia porque hace daño.

Por eso es tan importante que en las aulas les expliquemos la dimensión política del humor, cómo funciona, para qué lo usamos, y contra quién.

 Si todos y todas tomamos conciencia del uso que hacemos del humor, y de cómo sufrimos y ejercemos violencia a través del humor, podremos usarlo para liberarnos. Y además, podremos aprender a divertirnos sin hacer daño a nadie. 

Es uno de los mayores retos que tenemos por delante si queremos vivir en un mundo mejor: aprender a usar el humor, y dejar de disfrutar haciendo sufrir a la gente y a los animales.

#OtrasFormasDeReírseSonPosibles

#ElHumorEsPolítico

#EsViolenciaPorqueHaceDaño


Coral Herrera Gómez

24 de marzo de 2022

La culpa, la responsabilidad y la autocrítica amorosa



Uno de los grandes descubrimientos que iluminaron mi vida: el día en que dejé de echarle la culpa de todo a los demás y asumí la responsabilidad de mis actos, de mis palabras, de mi forma de relacionarme con el mundo. Dejé de hacerme la víctima cuando entendí la responsabilidad que tengo yo en los conflictos con los demás, y aprendí a hacer autocrítica amorosa.  

La gran mayoría de la gente es incapaz de admitir que se ha equivocado, que ha cometido un error, que no ha sabido gestionar una situación... lo fácil siempre es victimizarse y echarle la culpa a alguien. Y lo más común es que las personas que utilizan esta estrategia la repitan siempre: intentan dar pena para que les perdones o les des la razón. Pero jamás piden disculpas ni cambian su comportamiento, porque les va bien así, y porque así es como dominan y manipulan a los demás. 

A mi me cambió la vida cuando entendí que victimizarse y culpar al resto es una forma de ejercer el poder que puede llegar a ser muy violenta. Para los demás no es fácil defenderse porque si me coloco desde la posición de la "buena", al otro le pongo en el bando de los "malos", y le obligo a darme la razón, a ceder en un conflicto, o a que hagan lo que yo quiero-necesito-deseo que hagan. Les hago sentir culpables para no hacerme yo responsable. 

Cuando empiezo a darme cuenta del impacto que tiene en los demás mi forma de relacionarme, y del daño que puedo llegar a hacer con mi forma de manipular, entonces me lo empiezo a trabajar. 

Da miedo ver tu propia mezquindad, da miedo asomarse a tu oscuridad, da miedo mirarse en el espejo y ver a tu ego pidiendo más, pero cuando descubres que puedes ser mejor persona y que todo se puede trabajar en esta vida, y cuando tienes las herramientas, y gente a tu alrededor que las usa, es mucho más fácil.  

Necesitamos aprender a hacer autocrítica amorosa y a ser responsables, desde la más tierna infancia, lo mismo en casa que en las aulas. 

Coral Herrera Gómez

#Culpa #Responsabilidad #Dominación #Manipulación #Poder #AutocríticaAmorosa #TodoSePuedeTrabajar #Coeducación

23 de marzo de 2022

Salir del nido, y echar a volar: el gran salto de tu vida

Ilustración de Cristina Troufa

Una de las claves para tener una buena salud mental y emocional es romper a tiempo el cordón umbilical con tus progenitores, sin sufrir y sin hacerles sufrir a ellos. 

Para poder crecer y llegar a ser una persona adulta con autonomía, es más fácil si tus padres o cuidadores te protegen y te quieren, y a la vez facilitan el desarrollo de tu autonomía y te enseñan a cuidarte a ti misma.

Cuanto más cuidada y querida te sientes, más seguridad y confianza sientes en ti misma para dar el salto. 

Cuanto más pronto aprendes a cuidarte a ti misma, más fácil es prepararte para salir del nido y echar a volar.  

Sin embargo, no tenemos apenas herramientas como hijos e hijas para dar este salto, probablemente uno de los más importantes en la vida

Y además, el sistema en el que vivimos propicia las relaciones interesadas y basadas en la necesidad y la dependencia. 

Mucha gente sale de los cuidados del papá y la mamá para refugiarse en los cuidados que nos brinda la pareja, y esta falta de autonomía nos lleva a construir relaciones insanas basadas en la necesidad, y no en la libertad.

Las madres y los padres tampoco tienen herramientas para trabajarse su egoísmo y su propia dependencia. No es fácil asumir que la crianza consiste básicamente en cuidar durante años a una persona que tiene que alejarse de ti para construir su propia identidad y vivir su propia vida.

Mucha gente se siente frustrada por su propio egoísmo: tuvieron hijos para no estar solos y para ser cuidados en la vejez. 

Otros se frustran porque sus criaturas no son lo que ellos soñaron, pero lo cierto es que los bebés se convierten en seres humanos que hacen sus propias elecciones y toman sus propias decisiones. 

No podemos ser lo que ellos quieren, porque muchos sueñan con criar un Mozart o un Messi. Las exigencias maternas y paternas nos pueden llegar a enfermar, porque hagas lo que hagas, nunca se sentirán orgullosos de ti. 

Y además te dirán mucho eso de: "me has decepcionado", cuando te exijen que estudies Medicina, y tú prefieres ser cooperante en un país remoto. O quieren que seas abogada, y tú lo que quieres es tener tu propio huerto. O quieren que sigas con el negocio familiar, y tú quieres mudarte a otro pueblo o a otra ciudad. 

A veces para crecer hay que matar simbólicamente a la madre y al padre, para luego relacionarte con ellos desde otro lugar, desde tu yo adulto.

Cuanto más egoístas son los cuidadores, más difícil es la rebelión. Pero cuando no te permiten ser tú misma, no hay otro camino para poder vivir tu vida que la sublevación. 

Porque cuanto más tardes en salir, más grande será el miedo, y puede ocurrir que llegue ese momento en que ya no puedas irte porque la dependencia ya es mutua, y tú padre o tu madre, o los dos, ya no saben o no pueden vivir sin tí.

Si logras salir, y aprendes a disfrutar de tu autonomía, puede que un día te veas en el bando contrario. 

Y entenderás que no es fácil: a todos nos cuesta soltar el control y dejar que nuestras niñas y niños se hagan responsables de su propia vida. 

Ser madre o padre requiere de muchísima generosidad, pero no todos tenemos la capacidad para querer sin poseer y sin dominar. 

Hasta el punto de que hay gente que siente unos celos terribles porque sus hijas/os desarrollan otros vínculos fuertes y hermosos con otras personas, y forman sus propias familias con amigos, amigas y/o pareja. 

Por eso es tan complicado que los progenitores dominantes acepten a las nueras y los yernos, y por eso las relaciones familiares son tan difíciles: si tu madre o tu padre tienen demasiado poder sobre ti, será muy difícil que tu pareja asuma esa relación de dependencia. 

Así que para poder vivir tu vida, tienes que soltarte de la mano y empezar a caminar sola.

Lo ideal es que sea un proceso tranquilo y gradual, pero a veces es urgente: cuando tus padres intentan castrarte para que sigas bajo su tutela y no crezcas nunca, tu deber es salir de su nido. 

Cuando no tienes tu propia red de afectos, sino que compartes la de tus padres, cuando no te emparejas nunca, cuando pasas la mayor parte de tu tiempo de ocio con tus progenitores, es porque algo va mal. Hay una edad en la que ya estamos construyendo nuestros lazos, nuestras propias redes familiares, nuestras relaciones sexuales y sentimentales, nuestro propio mundo. Y lo más sano es ir soltando poco a poco, para que sea un proceso ntaural y tranquilo. 

Cuando estás enferma, cuando te sientes deprimida, cuando necesitas un cambio pero estás bloqueada, puedes intentar escuchar a tu cuerpo con amor, porque una vez que sabes lo que quieres, sólo tienes que confiar en ti, y ser leal contigo misma. 

Es cierto que da miedo y también da pereza, se está muy a gusto bajo el ala protectora.

La vida parece más fácil cuando tú no tienes que hacerle frente, y cuando cuentas con la ayuda constante de tus cuidadores. 

Pero no es gratis: el precio que pagas es muy alto, porque desde la dependencia no puedes ser quien tú quieres ser realmente, ni tienes la libertad para elegir tu proyecto de vida, ni adquieres la madurez que necesitas para resolver problemas y para hacerte cargo de tí misma. 

Además, las madres y los padres que hacen su vida en torno a tí, acaban dependiendo de tí, y entonces la salida se hace todavía más difícil. Y es cuando puedes empezar a sentirte atrapada, especialmente si tus hermanas y hermanos han logrado salir.

Hay veces que nos tenemos que ir demasiado pronto del hogar, pero no queda otro remedio que hacerlo. Cuando estás sufriendo maltrato psicológico, emocional y físico, es necesario salir corriendo. Las cifras nos revelan que es en la familia donde sufrimos los mayores niveles de abuso y violencia (psicológica, física y sexual), así que hay gente que para poder sobrevivir tiene que salir de casa muy pronto.

Permanecer en el nido cuando te quieren cortar las alas pone en peligro tu salud mental y emocional, y tu propio proyecto de vida: las luchas de poder en la familia nos quitan mucho tiempo y muchísima energía. Esta energía la necesitamos para construir otros vínculos, elegir a nuestra propia familia y fundar nuestro propio nido. 

Sería maravilloso si en las aulas nos dieran herramientas para hacer esta transición tan importante sin sufrir y sin hacer sufrir, sin dramas ni traumas. Cuando te separas de tu familia de nacimiento con amor, con alegría, compartiendo el proceso con generosidad, es mucho más fácil. 

Necesitamos entrenar estas habilidades para que podamos no solo desarrollar nuestra autonomía como hijas, sino también ayudar en el futuro a nuestras hijas e hijos a independizarse de nosotras. 

Este trabajo nos permitiría además tener relaciones sanas y amorosas con nuestras parejas, porque al salir del hogar no buscaríamos un sustituto de papá o de mamá, sino alguien con quien compartir la vida en una estructura igualitaria, amorosa y de apoyo mutuo.

Pero no solo necesitamos herramientas para construir nuestra identidad sin traumas, para volar del nido con alegría, para cuidarnos a nosotras mismas y a cuidar nuestras relaciones. 

También es fundamental que existan las condiciones sociales y económicas para que podamos volar: la enorme distancia entre los salarios y los precios de los alquileres no permite hoy por hoy a la mayoría de la gente joven empezar su propio proyecto de vida. Y muchos están sufriendo porque no saben cómo transitar desde la adolescencia hacia la adultez, desde la dependencia hacia la autonomía.

Estoy segura que trabajar esto en las aulas bajaría las cifras de enfermedades mentales y suicidios, y ayudaría a millones de personas a sufrir menos y a vivir mejor.

#Volar #Autonomía #Crianza #Rebelión #maternidad #paternidad #Independencia #saludmental #cuidados #educación #adultez #relaciones #amor

Coral Herrera Gómez 

18 de marzo de 2022

El cambio empieza en ti: dos preguntas para empezar




No te gusta el mundo en el que vives. No sabes por dónde empezar para cambiarlo. Lo personal es político: el cambio empieza en ti.

Vivimos en un sistema de dominación y explotación basado en las jerarquías, en la violencia, y en la opresión de las mujeres, las niñas y los niños, los animales y demás seres vivos. Se llama Capitalismo, se apellida Patriarcado.

Si queremos transformar este mundo, podemos empezar trabajando por dentro para tomar conciencia de cómo lo sufrimos, y cómo lo ejercemos. Para liberarnos de sus mandatos, revisar nuestros privilegios y cambiar la forma en que usamos nuestro poder, podemos hacernos dos preguntas.

La primera es:

¿Cómo me aprovecho yo de las mujeres de mi entorno social y familiar?


Y la segunda:

¿Cómo me beneficio yo de la pobreza y la explotación laboral, doméstica, sexual y reproductiva que sufren las mujeres y las niñas más pobres del planeta?

Sobre sus hombros y en sus cuerpos se sustenta todo el sistema capitalista y patriarcal. En las casas, en las fábricas, en el campo, en los burdeles, en las granjas de bebés, en la ropa que usamos y los alimentos que comemos: todos nos beneficiamos de alguna forma.

Lo personal es político: nuestros cambios personales se convierten en cambios colectivos. Empecemos por nuestras propias vidas, nuestra forma de relacionarnos con los demás, nuestra forma de producir y consumir.

#SeLlamaCapitalismo #SeApellidaPatriarcado #Mujeres #Explotación #DerechosHumanos #DerechosDeLasMujeres #lopersonalespolítico

13 de marzo de 2022

Herramienta para trabajar mi violencia

 


A quienes os estáis trabajando la violencia desde la autocrítica amorosa: empezad por lo más sencillo, que es también lo más difícil y lo más urgente. Probad a cuidar vuestras palabras y acciones cuando os sintáis invadidos por la indignación, la cólera, la rabia, los celos, la frustración... 

Esos momentos de intensas emociones son los mejores para entrenar: tenéis que intentar expresar lo que sentís sin insultar, sin menospreciar, sin humillar, sin gritar, y sin hundir a la otra persona. 

Lo mismo con tu pareja que con tus hijos e hijas, lo mismo en casa que en el trabajo, en la calle o en las redes sociales: expresa tu dolor o tu cabreo sin hacer daño a nadie. 

Puedes desahogarte de mil maneras sin herir, puedes también alejarte hasta que te calmes. No puedes tratar mal a la otra persona, sea cual sea el motivo por el cual estáis en conflicto. 

Cuando te sientas mejor, explica cómo te has sentido y por qué, y trata de pensar lo que dices , y cómo lo dices, y en cuidar con mucho amor tus palabras. 

Es cuestión de ponerle conciencia y entrenar un poco cada día, en todos los espacios que habitas, y con toda la gente con la que tratas.

Cuídate y cuida a los demás, puedes poner en práctica la ética del amor y la filosofía de los cuidados a diario. No estás solo, no estás sola: piensa que somos cada vez más gente trabajando personal y colectivamente por un mundo libre de sufrimiento y violencia.

Coral Herrera Gómez

1 de marzo de 2022

Cómo ser un buen ex compañero

By https://elhombreenlapintura.tumblr.com/

Separarse de tu pareja no es fácil, pero es mucho mejor si le pones amor y durante el proceso aprendes a cuidarte a ti mismo, a tu ex pareja, a tus nuevas parejas, y si tienes críos, también a ellos y a ellas. 

Separarse a veces es una oportunidad para empezar una nueva vida y para ser mejor todavía que en la anterior etapa. Puedes aprovechar para construir la mejor versión de ti mismo. 

Si has sido un buen compañero, puedes seguir siendo igual de bueno durante el proceso de separación, y después. Si no has estado a la altura, piensa que en la separación puedes aprender mucho y llegar a sentirte mejor contigo mismo. 

Aquí unos tips para convertirte en un buen ex compañero: 

-Recuerda que los cuidados deben ser siempre mutuos: antes, durante y después de la relación.

- Llora lo que tengas que llorar: desahógate con buenos amigos y amigas, expresa tus emociones en libertad, pero no permitas que hagan daño a nadie, ni siquiera a ti mismo.

- Acepta que la relación terminó, e intenta desearle a tu pareja que le vaya muy bien en la vida. Pónselo fácil y póntelo fácil: cuanto mejor sea vuestra separación, mejor será vuestra relación.

- Atrevete a imaginar cómo sería una buena relación con tu ex compañera, y ponte creativo para pensar cómo vais a cuidarla, y cómo vais a haceros la vida más fácil y más bonita el uno al otro, y a vuestras hijas e hijos, si tenéis. 

-Piensa que aunque ya no tengáis una relación sexual y sentimental, seguiréis siendo ex toda la vida. 

-Piensa que si tenéis hijas e hijos en común, seguiréis teniendo una relación durante muchos años, y ten presente todo el tiempo que los niños vivien mejor en un entorno de paz y amor que en medio de una guerra.  

- Ponte lo más elegante posible: para dar la talla y estar a la altura, tienes que cuidar tus emociones para que no te arrasen a ti, y no hagan daño a tu ex compañera, a tus crías, o a tu entorno familiar y afectivo.

- Recuerda en todo momento que tu pareja tiene los mismos derechos que tú: derecho a rehacer su vida, a moverse con libertad, a hacer elecciones y tomar decisiones sin tí, y que lo que vale para ti, vale para ella también. 

-Igual que muchos hombres van al gimnasio a entrenar sus músculos, tú puedes entrenar tu cerebro y tu corazón para aprender a comunicarte sin violencia y para aprender las artes de la asertividad.

-La honestidad es fundamental en todas las relaciones que tengas con mujeres: ocultar, mentir y engañar a tu pareja es machismo, recuerda que no es posible tener una relación buena si no eres sincero y si no aprendes a relacionarte desde la honestidad. 

-También es fundamental la humildad y la generosidad, que se contagian cuando te relacionas con tu ex, y con los demás. 

- Las relaciones con tu ex requieren de mucha comunicación, empatía, generosidad, lealtad, solidaridad, compañerismo y amor del bueno: cuanto más entrenes, más fácil será construir una relación bonita basada en el respeto y los buenos tratos. 

-Cuando podáis hacerlo, sentaros a firmar un contrato amoroso que os permita negociar la manera en que vais a cuidaros durante y después de la separación. Se trata de negociar, elaborar unos acuerdos y de comprometeros a respetarlos. 

- Pregúntate y pregúntale a tu ex compañera: ¿qué es lo que necesitas para estar bien? Podéis hacer una lista de lo que necesita cada uno, y compartirla para alcanzar los acuerdos que necesitáis para cuidaros en la separación. 

- Escucha a tu ex pareja con atención amorosa: así será más fácil para ti empatizar con tu ex pareja y entender cómo se siente, y por qué, y qué necesita para estar bien. 

- Como todo tiene que ser mutuo, tú también tienes que abrirte y expresar cómo te sientes, sin culpabilizar a la otra persona y sin victimizarte. Se trata de contar la experiencia desde tí mismo, evitando el intercambio de reproches y las posiciones defensivas y de ataque. 

-En cada conversación, recordad que las cosas importantes hay que hablarlas cara a cara, que juntarse es un encuentro, no un combate, que habláis para tratar  principalmente del presente y del futuro, y que es mejor que los dos salgáis contentos y tranquilos después de hablar. 

-Cuando tu pareja sienta mucho dolor, o lo sientas tú, cuando sientas que no te encuentras bien o que estás muy revuelto emocionalmente hablando, aplaza la conversación y elige un momento en el que ambos estéis bien para sentaros a charlar. 

- Controla tu ego y tu orgullo, admite tus errores, haz autocrítica amorosa, asume las consecuencias de tus actos, pide perdón cuando tengas que pedirlo, sé coherente, y hazte responsable de lo que sientes, de lo que haces y lo que dices.

 -Revisa tu machismo, una y otra vez: todos fuimos educados en el patriarcado y a veces nos resulta muy difícil identificar cuándo nos estamos aprovechando de nuestra posición de poder. Si analizas tu forma de relacionarte con las mujeres de tu vida, será más fácil que identifiques y renuncies a tus privilegios para no abusar de ellas. 

- Después de firmar el contrato amoroso de cuidados, hay que evaluar de vez en cuando si los estamos cumpliendo, y buscar soluciones si no funciona. A veces hay que probar varias estrsategias hasta que veamos cuales nos funcionan a ambos. 

- Es posible resolver nuestros conflictos sin sufrir y sin hacer sufrir a los demás: vais a encontraros en el camino muchos problemas, pero si te lo trabajas a fondo, puedes no solo llevarte bien con tu ex, sino además mejorar todas tus relaciones. 

- Si tienes nueva pareja, cuidalá a ella también. Ahórrate sufrimiento y ahórraselo a tu ex , y a tus parejas. Se trata de ser simplemente ser honesto, generoso y asumir la responsabilidad afectiva que tienes en todas tus relaciones. 

- Cuida también a tu gente y a la gente que os quiere a ambos, y que han formado parte de vuestras vidas durante el tiempo que estuvisteis juntos. No les pidas que se posicionen a tu lado: ninguno quiere veros metidos en una guerra, todos necesitan veros bien a ambos. 

- Si no lo has hecho antes, puedes hacerlo ahora: asume tu responsabilidad como padre, y no delegues la crianza en tu madre, tu hermana o tu nueva pareja. Cuando están contigo, tú eres su principal cuidador: tendrás que buscar el tiempo y la energía que necesitas para ser un buen papá. 

- Aprovecha tu nueva vida para dedicarle tiempo de calidad a tus hijos e hijas, para alimentar un vínculo profundo, para disfrutar de tu paternidad y para darles a tus crías una infancia feliz. Eres su mayor ejemplo, y necesitan verte bien, aprender de ti y tener el mejor modelo de masculinidad del mundo.

- Hay que ser práctico: cuanto mejor nos llevemos con nuestra ex pareja, más fácil será organizarse y coordinarse, (y si los tenemos, también la vida de nuestros hijos e hijas será mucho más fácil)

-Cuando te liberas de los patriarcados que te habitan tu vida cambia de arriba a abajo: si aprendes a relacionarte contigo mismo y con los demás desde los principios fundamentales de la ética amorosa y la filosofía de los cuidados, tu vida mejora, y la vida de los demás, también. Y además contribuyes a la transformación de nuestra sociedad y a la Revolución Amorosa.

-Júntate a otros hombres que estén trabajandose lo mismo que tú, en buenas compañías resulta más fácil. Con ellos podrás leer, debatir, intercambiar materiales, romper tus esquemas y tus prejuicios, abrir tus horizontes, y aprender a relacionarte con las mujeres y con el mundo sin machismo. Si no encuentras grupos de hombres igualitarios, crea el tuyo propio junto a tus vecinos. 

-Pide ayuda si lo necesitas, un profesional con formación en feminismo y masculinidades puede ayudarte a fabricar las herramientas para para trabajarte por dentro los patriarcados, para aprender a comunicarte y gestionar tus emociones, y para hacer autocrítica amorosa.

Coral Herrera Gómez 


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