Un día eres joven y vas a un concierto de Kortatu, y otro día te echas a llorar cuando los Cantajuegos saltan al escenario. Hoy es el cuarto día de mis vacaciones en la Playa del Patriarcado, y fui con Gael a su primer concierto, regalo de su cumpleaños. Yo estaba súper ilusionada, porque aún no sabía que estabamos en un concierto patriarcal.
El recinto estaba lleno de familias felices con niñas y niños de todas las edades, y me hizo gracia ver que las mamás y los papás estábamos más emocionados que los propios niños. Cuando el escenario se iluminó y se hizo la magia, nos pusimos a cantar y a dar palmas, hasta que noté algo extraño detrás de mí y vi a un padre de familia feliz que estaba gritando y provocando a otro papá de familia feliz, con ganas de bronca.
Vuelvo a mirar a Gael, que no se ha enterado, pero ya todo el mundo está mirando al papá violento. Yo me fijo en la cara de terror de las mujeres que los acompañan. Gael sigue mirando al escenario boquiabierto, ajeno a la pelea de machos, y yo miro a los críos de esos papás, y se me congela la sangre en las venas viendo el terror en sus rostros.
Vuelvo a mirar a Gael, que mueve sus manitas siguiendo la canción y no se da cuenta de lo que está ocurriendo. La gente ya está pidiendo ayuda a los trabajadores del concierto y el tipo le ha tirado al otro las patatas fritas y la bebida al suelo, mientras la gente intenta separarlos. El otro agarra una silla y todo el mundo protesta y grita, todos los niños alrededor alucinados con la escena, y yo con el corazón a mil por hora con miedo a tener que salir con Gael en volandas.
Los guardias de seguridad han tardado una eternidad en llegar, y cuando se los han llevado, me ha inundado la rabia, y me he puesto a llorar pensando en las miradas de las mamás aterrorizadas que intentaban separar a sus maridos, y en la mierda de infancia que estarán viviendo esos niños y niñas.
He pensado también en todos los que han tenido que presenciar una escena tan violenta en un espacio que debería ser seguro y tranquilo para la infancia. No sólo han violado el espacio, sino que además han roto la magia a decenas de críos que estaban empezando a disfrutar del circo.
Me siento tan furiosa y tan triste.
¿No querías analizar el patriarcado?, pensé, pues toma dos tazas. Me he puesto a mirar a las familias felices pensando en las cifras nacionales y mundiales que desmontan el mito.
La familia feliz es otra de las grandes estafas de nuestra cultura occidental junto con la del amor romántico: los datos de femicidios y huérfanos por violencia machista, los datos de violaciones dentro del matrimonio, del maltrato físico, psicológico y emocional que sufren mujeres, niñas y niños, los índices de abuso sexual infantil y las violaciones dentro de los hogares...
Todas las estadísticas tiran por tierra este mito de las familias felices: es en el "dulce hogar" donde los niños y las niñas sufren y corren más peligro.
Y a pesar de ello, la familia feliz es la gran meta de millones de mujeres en el mundo, porque seguimos haciendo creer a las niñas que encontrar a su príncipe azul, casarse y reproducirse es la entrada al paraíso, en el que reinarán junto a su amor, con el que serán felices para siempre.
No les contamos que la mayoría de ellas tendrán que trabajar gratis toda su vida para ellos, ni les damos autonomía económica y emocional para que sean mujeres libres, ni les apoyaremos cuando sean mamás: muchas vivirán condenadas a la dependencia de sus maridos.
A los niños les estamos educando para que sean como esos dos papás que se lían a hostias en un concierto infantil, porque no les estamos ofreciendo referencias de masculinidades no violentas, ni les estamos dando herramientas para que aprendan a gestionar sus emociones y a resolver sus problemas sin violencia.
Los niños varones necesitan herramientas para cuestionar los mitos y los estereotipos, para rebelarse contra el patriarcado y desobedecer sus leyes, y para aprender a cuidarse y a cuidar a los demás. ¿Cuándo vamos a darnos cuenta y a cambiar la educación que les estamos dando?, me pregunto desolada.
El presentador del circo solo habla en masculino, así que agradezco en el alma que una de las artistas se dirija al público nombrando también a las niñas. Gael está disfrutando un montón, y yo me derrito viéndole cantar, hasta que nos levantamos a bailar el baile de la taza, tetera, cuchara, cucharón... y se encienden las luces.
Veo en el suelo los restos de la pelea y respiro hondo. Gael aún no ha visto el patriarcado, todavía juega con su muñeca, pero dentro de poco habrá que ayudarle a construir sus propias gafas violetas.
Le brillan los ojos y me sonríe. "Va a ser una tarea titánica educarte para que seas un hombre libre de patriarcado, pero le voy a poner todo el amor y la energía del mundo", pienso para mis adentros.
Te veo dormir, tan lindo, y me doy cuenta de que ya son las doce y media, y llegó el día de tu cumpleaños. Hace cinco años que te traje al mundo, feliz vuelta al Sol, mi vida, y gracias por existir.
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Coral Herrera Gómez
Mis vacaciones en la Playa del Patriarcado
Día 1: Las Mujeres sin vacaciones y los manolos, en La Playa Del Patriarcado
Día 2: Las tetas liberadas, en la Playa del Patriarcado
Día 3: La tormenta en el Mediterráneo, en la Playa del Patriarcado.
Día 4: Las familias felices, en la Playa del Patriarcado
Día 5: Una cita romántica, en la Playa del Patriarcado
Día 6: Hombres que quieren ser libres: el Juanfran y sus amigos en la Playa del Patriarcado