1 de julio de 2015
Entrevista de RTVE para Documentos TV: "El machismo que no se ve"
El equipo de RTVE me entrevistó en Madrid y grabó mi charla en el Local de 3 peces, para el programa "Documentos TV".
Fue una experiencia divertida y disfruté un montón con Marisol Soto y Carolina. No sólo la directora y la realizadora eran mujeres: en producción estuvieron Uxía Buciños y Lola García, y en estilismo, figuración, vestuario y maquillaje Sonsy León, de Paletilla con Pinceles.
Nos lo pasamos muy bien , estuvimos muy a gusto, y hablamos durante horas del amor, y los machismos que no se ven.
Aquí les dejo el documental, es excelente, no se lo pierdan:
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Coral Herrera Gómez
26 de junio de 2015
Otras formas de quererse son posibles
El amor es una construcción (cultural, social, política), y por eso, lo mismo que se construye, se puede deconstruir, reformar, eliminar, reconstruir, y transformar. El amor es una energía que mueve el mundo, y cambia con las épocas históricas y las culturas que se expanden a lo ancho del planeta, de modo que cambia, muta y se transforma como cualquier otra construcción humana. Otras formas de relacionarnos son posibles: ya es hora de que asumamos el reto colectivamente, con alegría y desparpajo, que liberemos al amor del patriarcado y del capitalismo, que inventemos otras formas de querernos, que reivindiquemos los afectos y los sentimientos como un espacio político, y que nos permitamos explorar otras formas de organizarnos.
Pese a que nos quieren hacer creer que el romanticismo es un asunto privado e individual, lo cierto es que el amor no es un virus ni una enfermedad a la que una ha de enfrentarse en solitario. No estamos condenados a padecer el hechizo del amor que nos roba el juicio y la sensatez, que nos quita horas de sueño, que nos hace infelices y desgraciados, que nos enloquece y nos enajena sin que podamos hacer nada por evitarlo. Se puede sufrir menos y disfrutar más del amor, es cuestión de ponerse manos a la obra.
Tenemos que desmontar el amor para volver a reinventarlo, y así transformar también nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. Para acabar con este sistema jerárquico basado en la explotación de la naturaleza, los animales y las personas, y en la violencia de todos contra todos, necesitamos una transformación política, económica, social, afectiva, sexual, y cultural.
Necesitamos un cambio radical profundo en nuestras formas de relacionarnos con las personas, con los animales, con la naturaleza, con los pueblos y los países. Para lograrlo, necesitamos crear redes de solidaridad y ayuda mutua, acabar con la cultura del “sálvese quien pueda”, y trabajar colectivamente para mejorar las vidas de todos y todas.
Necesitamos derribar la desigualdad de género para poder construir relaciones basadas en la libertad, no en la necesidad y el interés egoísta de cada sexo. Tenemos que desaprender lo que significa ser mujer o ser hombre, para poder ser como queramos sin tener que someternos a las “normas de género” que nos imponen un estilo de vida, unos estereotipos y unos roles, y nos encierran en una identidad inmutable.
Despatriarcalizar el amor nos permitirá amarnos y querernos de tú a tú, sin jerarquías, sin dominación y sin violencia. Desmitificar todas nuestras historias de amor nos permitirá querernos los unos a los otros tal y como somos. Para poder desmontar el romanticismo patriarcal y capitalista, tenemos que ensanchar el concepto de amor a toda la comunidad, sin reducirlo a una única persona.
Tenemos que contarnos otros cuentos e inventar otros finales felices, mostrar la diversidad amorosa y sexual del mundo real, construir protagonismos colectivos y crear personajes capaces de salvarse a sí mismos, alejados de la masculinidad o la feminidad hegemónica.
Es necesario derribar las antiguas estructuras de dependencia e inventarnos otras formas de relacionarnos basadas en la solidaridad, la empatía, la libertad y la ternura social. Así podremos acabar con las guerras románticas, aprender a juntarnos y a separarnos con cariño, relacionarnos con amor con todo el mundo, y diversificar afectos.
Queriéndonos bien podremos acabar con las fobias y las enfermedades sociales como el machismo, la misoginia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, o el clasismo. Con las guerras que hacemos contra los vecinos o los compañeros de trabajo, contra los raros y los diferentes… con más amor común, tendremos más herramientas para construir un mundo más pacífico y habitable.
Para aprender, organizarnos, celebrar, y transformar colectivamente el mundo que habitamos necesitamos mucho amor del bueno: es un asunto político que nos concierne a todos y todas, por eso es tan importante sacar el debate a las calles y a las plazas, a los congresos y las academias, a las asambleas y a los bares, a los medios de comunicación y a los espacios de discusión pública. Ya es hora de reivindicar el buen trato, el derecho al placer y al gozo, el respeto mutuo, las relaciones entre iguales, la expresión de nuestras emociones, la alegría de vivir y construir con más gente.
Tenemos que repensar colectivamente el amor, liberarlo de las estructuras que lo constriñen, romper con las normas del romanticismo tradicional y la doble moral sexual, derribar el régimen heterosexual, acabar con la sacralidad del dúo, cuestionar todos nuestros tabúes.
El reto es apasionante, porque una vez analizado y desmontado el amor, tenemos que lanzarnos sin referencias ni fórmulas mágicas a construirlo de nuevo, a probar nuevas vías de relacionarnos sexual, afectiva y sentimentalmente, a crear otros romanticismos que nos permitan sufrir menos, y disfrutar más.
Sí, otras formas de querernos son posibles… hay que lanzarse sin miedo, apostar por la revolución de los afectos y las emociones, construir nuestras propias utopías para querernos bien, más y mejor.
Coral Herrera Gómez
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Coral Herrera Gómez
23 de junio de 2015
Lo Romántico es Político
Otras
formas de quererse son posibles
Sálvame: la utopía romántica de la
transformación personal.
El amor romántico
es hoy una utopía emocional colectiva: en nuestro mundo posmoderno la gente
busca la fusión (con la media naranja y con el Cosmos), la salvación, la
transformación y la felicidad a través del amor de pareja. El romanticismo es
también una especie de religión individualista, con sus paraísos hechos a
medida y con sus múltiples infiernos, con sus rituales de unión y separación,
con sus propios símbolos, mitos, héroes y heroínas, y con sus mártires del
amor.
Como
cualquier utopía, el romanticismo posmoderno es un espacio mágico cargado de promesas
de cambio y transformación. El amor es un proceso revolucionario personal
porque trastoca nuestras vidas enteras, y construye puntos de inflexión en
nuestras biografías: nos revuelve las emociones, desbarata nuestros horarios y costumbres, nos lleva a tomar
decisiones importantes, nos sitúa en estados extraordinarios que alteran
nuestra cotidianidad, y nos eleva el espíritu hacia la inmensidad del Universo,
la eternidad, la pureza, la perfección y la felicidad.
En los
cuentos que nos cuentan, la magia del amor nos cambia la vida: las chicas
pobres se convierten en princesas, los adolescentes inmaduros se convierten en
hombres adultos y valientes, las ranas se transforman en príncipes azules, los
monstruos recuperan su Humanidad, las hadas te paralizan (te duermen, o te
congelan), las brujas preparan brebajes para enloquecer a sus víctimas, los
muertos resucitan, los pájaros hablan, los dragones vuelan, y el amor lo puede
todo.
El amor no
sólo puede cambiarnos la vida a mejor, sino que también contiene una promesa de
salvación. Las protagonistas de los cuentos se salvan de la explotación laboral
o del encierro en la torre a través del amor, pero también en la vida real el
amor nos salva: la periodista que por amor se transforma en Reina de España, o
la plebeya que se transforma en Princesa de Gales. Ninguna de las dos tendrá
que hacer frente, como sus compañeras de generación, a la precariedad
femenina, a los vaivenes del mercado
laboral, a las crisis económicas y el desempleo.
Letizia y
Kate fueron elegidas por un príncipe azul europeo, pero no son las únicas:
también las novias de los futbolistas multimillonarios se salvan de la angustia
económica cuando son elegidas por los héroes de la posmodernidad. Las mujeres
que logran emparejarse con líderes que acumulan recursos y poder se salvan
todas (siempre y cuando logren mantener la pareja), por eso no es de extrañar
que haya tantas mujeres en el mundo que en lugar de trabajar por su autonomía
económica prefieren esperar a ser elegidas por algún hombre que las mantenga de
por vida.
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Coral Herrera Gómez
11 de junio de 2015
Video Coral Herrera Junio 2015
Este vídeo dura solo dos minutitos, lo hicimos en el Centro Cultural de España en Costa Rica para promocionar mi charlita de esta tarde en San José, espero que les guste ;)
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Coral Herrera Gómez
21 de mayo de 2015
Amar más, amar mejor.
Amar más, amar mejor
El amor en la posmodernidad se ha convertido en una
utopía emocional de corte individualista que nos ofrece paraísos
personalizados, hechos a nuestra medida. Hoy, bajo el lema del “sálvese quien
pueda”, cada cual busca la solución a sus problemas: el romanticismo posmoderno
nos seduce con la idea de que el amor nos salvará. De la soledad, de la
pobreza, de la rutina, del aburrimiento, de nosotros mismos...
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Coral Herrera Gómez
20 de mayo de 2015
¿Cómo sufrir menos cuando mi relación termina?
No hay fórmulas mágicas para no sufrir ante la pérdida de un ser querido, o frente a la ruptura de una relación familiar, de amistad, o de pareja. Nos duele mucho separarnos de nuestros seres queridos, pero hay algunas cosas que podemos hacer para pasar el duelo de la mejor manera posible.
Los duelos cuanto más cortos, mejor. Cada cual necesita su tiempo para aceptar la realidad, pero si vamos a tener que asumir una realidad que no nos gusta y que no podemos cambiar, mejor que sea pronto. No merece la pena pasar años de nuestras vidas sufriendo, porque nuestras vidas son muy cortas, y se viven mejor cuanto más afecto damos y recibimos, y cuanto más amor tenemos a nuestro alrededor.
El amor no es eterno, ni dura para siempre. Es una realidad constatable y medible: según las estadísticas de divorcios, segundas y terceras nupcias, la gente se junta y se separa en todo el planeta. Y es que el amor, como todo en la vida, empieza, cambia, se extingue, muta, evoluciona, o se estanca. A veces dura una noche, otras veces meses, o años de nuestra vida: unas relaciones funcionan a las mil maravillas, otras mejoran con el tiempo, otras se deterioran, y otras, simplemente, no funcionan, o dejan de funcionar pasado un tiempo.
Sin embargo, y aunque lo tenemos muy claro en la teoría (el amor dura lo que dura), nos cuesta mucho separarnos de la gente a la que amamos. Nos duele el alma si nuestro amor no es correspondido, o cuando notamos que ya no sentimos amor por alguien y queremos seguir nuestro camino, o cuando nuestro amado o amada nos comunica que ya no quiere estar con nosotras.
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Coral Herrera Gómez
19 de mayo de 2015
Menos guerras románticas y más amor, por favor
Ilustración: Señora Milton
Vivimos en un mundo en guerra
permanente: guerras entre naciones, guerras domésticas, guerras sociales,
guerras sentimentales. Guerras en la casa, en el trabajo, en la cama, en
nuestra cabeza… la mayor parte de ellas las sostenemos a diario con seres
queridos o cercanos: con vecinxs, compañerxs de trabajo, o con la familia (por
ejemplo, cuando llegan las herencias). Con nuestros hijos adolescentes en edad
de rebeldía, con tu abuelo que no se quiere tomar la medicina, con tu suegra o
tu nuera, con la gente del trabajo o del sindicato, con nuestras madres, con
nuestras parejas, con los funcionarios de la administración, con la policía,
con los empleados de la compañía telefónica, con la vecina del quinto piso…
Las peores guerras son las
románticas: en el romanticismo patriarcal construimos el amor en base al
egoísmo y el interés propio, las luchas de poder, y la asociación de amor y
sufrimiento. Nuestra cultura mitifica la violencia pasional y justifica el odio romántico, una constante que aparece en muchos relatos como
una prueba de amor. Prueba de ello es la famosa película “La Guerra de los
Rose”, cuyos mensajes principales son: “los que más se pelean, más se desean”,
“quien bien te quiere, te hará llorar”, y “del amor al odio hay un paso” (y por
tanto no tiene nada de extraño estar un día en un extremo, y al día siguiente
en el otro).
En el cine y las telenovelas,
en general, las parejas y ex parejas se tratan fatal (con gritos, bofetones,
lanzamiento de objetos, acusaciones,
amenazas, reproches, insultos, humillaciones variadas, comentarios
despreciativos, chantajes, acusaciones fundadas e infundadas…), pero la mayor
parte de sus peleas a muerte acaban en reconciliaciones gozosas con orgasmos
gloriosos.
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Coral Herrera Gómez
30 de abril de 2015
Claves para disfrutar más del amor
- Vive el presente y olvídate del futuro. Haz ejercicios mentales para situarte en el momento, para disfrutar de una cena con declaración de amor, de un beso eterno, de una noche de amor loca, de un paseo al atardecer, de una llamada de teléfono. Cada uno de los momentos de tu vida en los que estás es irrepetible, así que merece la pena ser disfrutados en toda su intensidad. Vivir el presente, además, alivia el miedo al futuro.
– Liberarse de los miedos es necesario para poder vivir el amor plenamente. Los miedos nos paralizan, nos quitan energías, nos ponen pesimistas, y nos vuelven mezquinos. No fabriques más fantasmas, no te prives de tu derecho a disfrutar del amor. Para poder ser generosas en nuestras relaciones, necesitamos abrirnos y compartirnos en un clima de confianza y generosidad mutua; para poder amar es preciso el encuentro sin máscaras, sin corazas ni escudos, sin obstáculos de ningún tipo: ni reales, ni imaginados.
- Amar a la gente tal y como es, sin mitificar, sin que nos mitifiquen. Sin idealizaciones se conoce a la gente con mayor profundidad, sin expectativas fantasiosas hay menos decepciones, y sin decepciones se vive mejor.
- Enamórate de tu libertad, y de la de los demás. Amar no significa renunciar a tu libertad ni a los afectos de tu gente querida; el sacrificio no es una prueba de amor, aunque nuestra cultura nos haga creer lo contrario.
-Dile “no” a la cultura del sufrimiento que asocia el amor con el dolor. Los dramas y las tragedias te quitan energía para disfrutar de la vida. Si duele, si te convierte en una mala persona, si te paraliza, si te hace sentir mal, no es amor, es otra cosa. No dejes que pasen años de tu vida en una relación que no te hace feliz: la vida es muy cortita y hay gente estupenda en el mundo a la que no vas a conocer si te encierras en tu pasión dolorosa.
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Coral Herrera Gómez
24 de abril de 2015
Superar la dependencia emocional
“Después del beso, la Bella Durmiente descubrió una
suegra infame, un príncipe no tan azul y unos niños no tan indefensos. Es
decir, la vida misma”. Ana María Matute, escritora española.
La
Bella Durmiente se sintió decepcionada, y engañada. Había perdido demasiado
tiempo de su vida esperando al príncipe azul, así que en lugar de hundirse en
la pena y la rabia, había llegado el momento de ser valiente y tomar
decisiones. Abandonó el palacio con los niños, buscó trabajo y se instaló en la
gran ciudad. Bella se cambió el nombre, se adaptó pronto e hizo muchas
amistades, volvió a idealizar el amor y a decepcionarse, encontró su media
naranja varias veces, pero nunca estuvo sola. Como disfrutaba mucho del
presente y de su gente, se olvidó de los finales felices, y nunca acabó
comiendo perdices.
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Coral Herrera Gómez
19 de abril de 2015
Sufrir menos, y disfrutar más del amor
Contra la cultura del sufrimiento, ¡alegría de vivir, y ganas de disfrutar!
En este post Coral Herrera analiza la sublimación del sufrimiento romántico y desmonta la idea de que para amar de verdad hay que sufrir y pasarlo mal. Bajo el lema "otros romanticismos son posibles", la autora apuesta por la transformación colectiva de las emociones y los sentimientos, y la construcción de nuevas formas de querernos basadas en la ternura social, el compañerismo, el cariño, la generosidad, la empatía y el disfrute.
En el amor sufrimos por muchas y variadas causas. La primera de ellas es que toda nuestra cultura amorosa sublima el sufrimiento como la quintaesencia del romanticismo: parece que sin dolor, no hay entrega verdadera. Muchas de las novelas y películas de amor nos representan la pasión como una emoción negativa que nos invade y nos convierte en monstruos, que nos arrastra hacia abismos insondables, que nos hace cometer locuras, que saca lo peor de nosotras mismas.
En la mayor parte de nuestros relatos y canciones, pareciera que cuando Cupido lanza su flecha, nos condena para siempre a sufrir por amor… y que nosotras no podemos hacer nada excepto resignarnos. Sin embargo, no estamos condenadas: se puede disfrutar del amor.
En la mayor parte de nuestros relatos y canciones, pareciera que cuando Cupido lanza su flecha, nos condena para siempre a sufrir por amor… y que nosotras no podemos hacer nada excepto resignarnos. Sin embargo, no estamos condenadas: se puede disfrutar del amor.
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Coral Herrera Gómez
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