Mostrando entradas con la etiqueta Reseñas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reseñas. Mostrar todas las entradas

12 de noviembre de 2013

En Defensa d´Afrodita




En Defensa d´Afrodita. 
Edicions Tigre de Paper, Barcelona, 2013. 

Esta es la tercera vez que publico en un libro colectivo, y la primera que lo hago en catalán. Participo con mi artículo "El mito de la monogamia", y comparto cartel con autores/as como Laia Vidal, Laia Estrada, Crimethinc, Serena, Ricardo Coler, Na Pai, Marcel Balover, Marisela Montegamia, Blanca Callthefuture, y Ál Cano Santana. 

http://www.tigredepaper.cat/wordpress/en-defensa-dafrodita/






Artículo en Español: El Mito de la  Monogamia 


Otros libros de la autora


30 de abril de 2013

Segunda Edición de mi libro "La construcción sociocultural del amor romántico"




Herrera Gómez, Coral: "La construcción sociocultural del amor romántico", Editorial Fundamentos, Madrid, 2011.

Entendida siempre como un fenómeno reproductivo biológico y ninguneada por el discurso científico, muy pocos son los estudiosos que han concedido a la pasión amorosa la atención que merece. El presente título, fruto de un trabajo de investigación doctoral, analiza el fenómeno del amor en toda su complejidad, pero incidiendo especialmente en su construcción sociocultural desde una perspectiva queer.

La tesis central de esta obra es que las emociones están construidas en la sociedad a través de la cultura, y por ello aprendemos a sentir a través de las narraciones y los mitos. Los patrones emocionales que aprendemos en la infancia y adolescencia a través de películas, cuentos, novelas y canciones no han sido susceptibles, hasta hace poco, de ser investigados con rigor académico, y sin embargo determinan nuestra identidad, nuestra vida cotidiana, nuestras formas de organización social y económica.

Mediante un proceso de crítica y deconstrucción, la autora va desvelando la mitificación del romanticismo patriarcal, visibilizando las utopías emocionales de la posmodernidad, y deconstruyendo el pensamiento binario y los conceptos de lo “normal” o lo “natural”, variables según las culturas y las épocas históricas, del mismo modo que varía la cultura amorosa en cada rincón del planeta. El libro se centra en el análisis del amor de pareja occidental, y elabora una crítica acerca de los condicionamientos sociales y culturales que empobrecen y limitan nuestra sexualidad y nuestras redes de afecto.

Coral Herrera Gómez (Madrid, 1977) es Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual. Es docente e  investigadora, consultora de género y comunicación, blogger y escritora. Dedicó su tesis doctoral al tema del amor romántico desde una perspectiva multidisciplinar que parte de los feminismos, y los estudios de masculinidad. A partir de entonces, su trayectoria profesional ha estado ligada a  la reflexión en torno a la construcción de la realidad desde los medios de comunicación y las industrias culturales. También ha hondado en la relación de legitimación que existe entre nuestras estructuras emocionales y culturales, y nuestra organización sociopolítica y económica. En su blog se dedica a deconstruir los mitos de la heterosexualidad monogámica que perpetúan las desigualdades y la dependencia mutua, siempre con un lenguaje de humor y de batalla. Su propuesta final es que expandamos el amor hacia las comunidades para acabar con el patriarcado, el individualismo, las jerarquías y las desigualdades.







13 de mayo de 2010

Mi Artículo en U.N.A: Redes con Visión de Género

Me han publicado un artículo en U.N.A sobre el lenguaje sexista y estoy refeliz:

Hay que darle con el ratón a las flechitas para pasar las páginas, es como un librito digital.
El mio empieza en la página 58.

PUEDES LEERLO EN http://www.unaonline.net/





U.N.A. es un medio de comunicación con perspectiva de género, concebido como un modelo de intercambio horizontal. Es una revista online para mujeres, y su filosofía es promover la igualdad desde la diferencia, la solidaridad y la apertura a todas las opciones y talentos  que tenemos las mujeres en nuestros diversos roles.

El objetivo principal de UNA es crear redes de trabajo y promover un uso no sexista del lenguaje. Además, brinda servicios de comunicación para asociaciones de mujeres (como prensa, diseño o formación) y organiza eventos, en coordinación con otras personas e instituciones, como jornadas, networking o talleres.



30 de diciembre de 2009

El Amor Romántico como utopía emocional de la posmodernidad






Herrera Gómez, Coral: El Amor Romántico como utopía emocional de la posmodernidad.
Coral Herrera Gómez





“No hay pueblo ni civilización que no posea poemas, canciones, leyendas o cuentos en los que la anécdota o el argumento –el mito, en el sentido original de la palabra- no sea el encuentro de dos personas, su atracción mutua y los trabajos y penalidades que deben afrontar para unirse”.
Octavio Paz. (1993)
Ninguna civilización conocida, en los siete mil años que llevan sucediéndose, ha dado al “amor” llamado romance esa publicidad cotidiana: en las pantallas, en los carteles, en los textos y los anuncios de las revistas, en las canciones y en las imágenes, en la moral corriente y en lo que ésta deifica. Ninguna ha intentado tampoco con esa ingenua seguridad la peligrosa empresa de hacer coincidir el matrimonio y el “amor” así comprendido, y de basar el primero en el segundo”. 
Denis de Rougemont (1939).


El amor en la posmodernidad es una utopía colectiva que se expresa en y sobre los cuerpos y los sentimientos de las personas, y que, lejos de ser un instrumento de liberación colectiva, sirve como anestesiante social. El amor hoy es un producto cultural que calma la sed de emociones y entretiene a las audiencias. Alrededor del amor ha surgido toda una industria y un estilo de vida que fomenta lo que H.D. Lawrence llamó “egoísmo a dúo”, una forma de relación basada en la dependencia, la búsqueda de seguridad, necesidad del otro, la renuncia a la interdependencia personal, la ausencia de libertad, celos, rutina, adscripción irreflexiva a las convenciones sociales, el enclaustramiento mutuo… Este enclaustramiento propicia el conformismo, el viraje ideológico a posiciones más conservadoras, la despolitización y el vaciamiento del espacio social, con notables consecuencias para las democracias occidentales y para la vida de las personas. Las redes de cooperación y ayuda entre los grupos se han debilitado o han desaparecido como consecuencia del individualismo y ha aumentado el número de hogares monoparentales. La gente dispone de poco tiempo de ocio para crear redes sociales en la calle, y el anonimato es el modus vivendi de la ciudad: un caldo de cultivo, pues, ideal para las uniones de dos en dos (a ser posible monogámicas y heterosexuales).



Las relaciones humanas están, en general, jerarquizadas y mediatizadas por el poder. En un mundo injusto y desigual como el nuestro, las personas se relacionan de un modo jerárquico e interesado (a excepción de los círculos íntimos de parentesco y amistad, en la que sí existe la ayuda mutua y la cooperación). En la era capitalista, los humanos somos también mercancía, objetos de consumo y de ostentación, medios para ascender en la escala social. De este modo, nos atrevemos a afirmar que los modelos de relación erótica y amorosa de la cultura de masas son superficiales, rápidos e intensos, como la vida en las grandes urbes. Es cada vez más común el enamoramiento fugaz, y las personas más que lograr la fusión lo que hacen es “chocar” entre sí.


Creemos, coincidiendo con Erich Fromm, que a pesar de que el anhelo de enamorarse es muy común, en realidad el amor es un fenómeno relativamente poco frecuente en nuestras sociedades actuales: “La gente capaz de amar, en el sistema actual, constituye por fuerza la excepción; el amor es inevitablemente un fenómeno marginal en la sociedad actual”. Y lo es porque el amor requiere grandes dosis de apertura de uno mismo, de entrega, generosidad, sinceridad, comunicación, honestidad, capacidad de altruismo, que chocan con la realidad de las relaciones entre los hombres y las mujeres posmodernas.


Por eso creo que el amor, más que una realidad, es una utopía emocional de un mundo hambriento de emociones fuertes e intensas. En la posmodernidad existe un deseo de permanecer entretenido continuamente; probablemente la vida tediosa y mecanizada exacerba estas necesidades evasivas y escapistas. Esta utopía emocional individualizada surge además en lo que Lasch denomina la era del narcisismo; en ella las relaciones se basan en el egoísmo y el egocentrismo del individuo. Las relaciones superficiales que establecen a menudo las personas se basa en una idealización del otro que luego se diluye como un espejismo. En realidad, las personas a menudo no aman a la otra persona por como es, en toda su complejidad, con sus defectos y virtudes, sino más bien por cómo querría que fuese. El amor es así un fenómeno de idealización de la otra persona que conlleva una frustración; cuanto mayores son las expectativas, más grande es el desencanto.


El amor romántico se adapta al individualismo porque no incluye a terceros, ni a grupos, se contempla siempre en uniones de dos personas que se bastan y se sobran para hacerse felices el uno al otro. Esto es bueno para que la democracia y el capitalismo se perpetúen, porque de algún modo se evitan movimientos sociales amorosos de carácter masivo que podrían desestabilizar el statu quo. Por esto en los medios de comunicación de masas, en la publicidad, en la ficción y en la información nunca se habla de un “nosotros” colectivo, sino de un “tú y yo para siempre”. El amor se canaliza hacia la individualidad porque, como bien sabe el poder, es una fuerza energética muy poderosa. Jesús y Gandhi expandieron la idea del amor como modo de relacionarse con la naturaleza, con las personas y las cosas, y tuvieron que sufrir las consecuencias de la represión que el poder ejerció sobre ellos.



El amor constituye una realidad utópica porque choca con la realidad del día a día, normalmente monótona y rutinaria para la mayor parte de la Humanidad. Las industrias culturales actuales ofrecen una cantidad inmensa de realidades paralelas en forma de narraciones a un público hambriento de emociones que demanda intensidad, sueños, distracción y entretenimiento. Las idealizaciones amorosas, en forma de novela, obra de teatro, soap opera, reality show, concurso, canciones, etc. son un modo de evasión y una vía para trascender la realidad porque se sitúa como por encima de ella, o más bien porque actúa de trasfondo, distorsionando, enriqueciendo, transformando la realidad cotidiana. 

Necesitamos enamorarnos del mismo modo que necesitamos rezar, leer, bailar, navegar, ver una película o jugar durante horas: porque necesitamos trascender nuestro “aquí y ahora”, y este proceso en ocasiones es adictivo. Fusionar nuestra realidad con la realidad de otra persona es un proceso fascinante o, en términos narrativos, maravilloso, porque se unen dos biografías que hasta entonces habían vivido separadas, y se desea que esa unión sitúe a los enamorados en una realidad idealizada, situada más allá de la realidad propiamente dicha, y alejada de la contingencia. Por eso el amor es para los enamorados como una isla o una burbuja, un refugio o un lugar exótico, una droga, una fiesta, una película o un paraíso: siempre se narran las historias amorosas como situadas en lugares excepcionales, en contextos especiales, como suspendidas en el espacio y el tiempo. El amor en este sentido se vive como algo extraordinario, un suceso excepcional que cambia mágicamente la relación de las personas con su entorno y consigo mismas.


Sin embargo, este choque entre el amor ideal y la realidad pura se vive, a menudo, como una tragedia. Las expectativas y la idealización de una persona o del sentimiento amoroso son fuente de un sufrimiento excepcional para el ser humano, porque la realidad frente a la mitificación genera frustración y dolor. Y, como admite Freud (1970), “jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos; jamás somos tan desamparadamente infelices como cuando hemos perdido el objeto amado o su amor”.


Quizás la característica más importante de esta utopía emocional reside en que atenúa la angustia existencial, porque en la posmodernidad la libertad da miedo, el sentido se ha derrumbado, las verdades se fragmentan, y todo se relativiza. Mientras decaen los grandes sistemas religiosos y los bloques ideológicos como el anarquismo y el comunismo, el amor, en cambio, se ha erigido en una solución total al problema de la existencia, el vacío y la falta de sentido.


Otro rasgo del amor romántico en la actualidad es que en él confluyen las dos grandes contradicciones de los urbanitas posmodernos: queremos ser libres y autónomos, pero precisamos del cariño, el afecto y la ayuda de los demás. El ser humano necesita relacionarse sexual y afectivamente con sus semejantes, pero también anhela la libertad, así que la contradicción es continua, y responde a lo que he denominado la insatisfacción permanente, un estado de inconformismo continuo por el que no valoramos lo que tenemos, y deseamos siempre lo que no tenemos, de manera que nunca estamos satisfechos. A los seres humanos nos cuesta hacernos a la idea de que no se puede tener todo a la vez, pero lo queremos todo y ya: seguridad y emoción, estabilidad y drama, euforia y rutina.

La insatisfacciónpermanente es un proceso que nos hace vivir la vida en el futuro, y no nos permite disfrutar del presente; en él se aúna esa contradicción entre idealización y desencanto que se da en el amor posmoderno, porque la nota común es desear a la amada o el amado inaccesible, y no poder corresponder a los que nos aman. La clave está en el deseo, que muere con su realización y se mantiene vivo con la imposibilidad.


Si la primera contradicción amorosa posmoderna reside fundamentalmente en el deseo de libertad y de exclusividad, la segunda reside en la ansiada igualdad entre mujeres y hombres. Por un lado, la revolución feminista de los 70 logró importantes avances en el ámbito político, económico y social; por otro, podemos afirmar que el patriarcado aún goza de buena salud en su dimensión simbólica y emocional. 



En algunos países las leyes han logrado llevar las reivindicaciones de los feminismos a la realidad social, pese a que la crisis económica nos aleja aún más de la paridad y la igualdad de mujeres y hombres en el seno de las democracias occidentales.

Además de esta ansiada igualdad legal, política y económica, tenemos que empezar a trabajar también el mundo de las emociones y los sentimientos. El patriarcado se arraiga aún con fuerza en nuestra cultura, porque los cuentos que nos cuentan son los de siempre, con ligeras variaciones. Las representaciones simbólicas siguen impregnadas de estereotipos que no liberan a las personas, sino que las constriñen; los modelos que nos ofrecen siguen siendo desiguales, diferentes y complementarios, y nos seguimos tragando el mito de la media naranja y el de la eternidad del amor romántico, que se ha convertido en una utopía emocional colectiva impregnada de mitos patriarcales.

Algunos de ellos siguen presentes en nuestras estructuras emocionales, configuran nuestras metas y anhelos, seguimos idealizando y decepcionándonos, y mientras los relatos siguen reproduciendo el mito de la princesa en su castillo (la mujer buena, la madre, la santa,) y el mito del príncipe azul (valiente a la vez que romántico, poderoso a la par que tierno). Muchos hombres han sufrido por no poder amar a mujeres poderosas; sencillamente porque no encajan en el mito de la princesa sumisa y porque esto conlleva un miedo profundo a ser traicionados, absorbidos, dominados o abandonados.Los mitos femeninos han sido dañinos para los hombres porque al dividir a las mujeres en dos grupos (las buenas y las malas), perpetúan la deigualdad y el miedo que los hombres sienten hacia las mujeres. Este miedo aumenta su necesidad de dominarlas; el imaginario colectivo está repleto de mujeres pecadoras y desobedientes (Eva, Lilith, Pandora), mujeres poderosas y temibles (Carmen, Salomé, Lulú), perversas o demoníacas (las harpías, las amazonas, las gorgonas, las parcas, las moiras). 
  
Paralelamente, multitud de mujeres han besado sapos con la esperanza de hallar al hombre perfecto: sano, joven, sexualmente potente, tierno, guapo, inteligente, sensible, viril, culto, y rico en recursos de todo tipo. El príncipe azul es un mito que ha aumentado la sujeción de la mujer al varón, al poner en otra persona las manos de su destino vital. Este héroe ha distorsionado la imagen masculina, engrandeciéndola, y creando innumerables frustraciones en las mujeres. El príncipe azul, cuando aparece, conlleva otro mito pernicioso: el amor verdadero junto al hombre ideal que las haga felices.


Pese a estos sueños de armonía y felicidad eterna, las luchas de poder entre hombres y mujeres siguen siendo el principal escollo a la hora de relacionarse libre e igualitariamente en nuestras sociedades posmodernas; por ello es necesario  seguir luchando por la igualdad, derribar estereotipos, destrozar los modelos tradicionales, subvertir los roles, inventarnos otros cuentos y aprender a querernos más allá de las etiquetas. 


CONCLUSIONES

Los humanos somos animales soñantes que perseguimos utopías; y coincido con Lluís Duch en la idea que la disposición utópica del ser humano “puede ser considerada, junto a su disposición crítica, como una “estructura de búsqueda. Así, toda construcción utópica puede ser, por un lado, un poderoso instrumento de control social al servicio del poder, pero también un dispositivo liberador si lo pensamos como una planificación del futuro y una crítica a las realizaciones culturales, sociales, religiosas y políticas del presente: “Siempre, las ilusiones han formado parte de los asuntos humanos. Cuando la imaginación no encuentra satisfacción en la realidad, busca refugio en lugares y épocas construidos por el deseo”.
Analizando la dimensión social y política del amor romántico, Francesco Alberoni (1979), afirmó que el enamoramiento es la forma más simple de movimiento colectivo, y lo comparó con los grandes procesos revolucionarios de carácter religioso, social, sindical, o político. El amor de pareja es una aventura que sitúa a las personas en un estado de euforia similar en intensidad a los estados de euforia colectivos; de hecho afirma que entre los grandes movimientos colectivos de la Historia y el enamoramiento hay un parentesco estrecho. Para Alberoni, el enamoramiento es la subversión del orden, el trastrocamiento de las instituciones sociales y económicas. Pone de ejemplo la sociedad feudal, en la que subsistía la estructura de las relaciones de parentesco cuando nace la burguesía y la intelectualidad. El enamoramiento surge en este contexto histórico y social como una chispa entre dos individuos que pertenecen a dos sistemas separados e incomunicables. Se buscan y se unen transgrediendo las reglas endogámicas del sistema de parentesco o de clase, como Abelardo y Eloísa, o Romeo y Julieta.
Creo que si el amor alcanzase una dimensión colectiva, las personas aprenderían a relacionarse con empatía y altruismo y podrían eliminarse las desigualdades sociales y las jerarquías, de modo que el sistema podría transformarse de un modo radical. Esta idea fue planteada en la década de los 70 por Shulamith Firestone, que acuñó el término de pansexualidad perversa polimorfa para describir un tipo de relaciones eróticas y afectivas liberadas de la represión que no estarían configuradas de una manera genital ni evitarían la represión del niño al afecto materno, de modo que toda nuestra cultura experimentaría un proceso de erotización.
Un amor hacia la totalidad de la existencia nos llevaría sin duda a cuidar el planeta y los seres que lo habitan, y cesaría la explotación de unos pocos sobre la mayoría. Nosotras coincidimos con Marcuse (1955) en la idea de que el fin de la represión instintiva, y la liberación sexual humana no supondrían el final de la civilización ni el advenimiento del caos. Para Marcuse la liberación de la represión humana sería tal que permitiría la gratificación, sin dolor, de las necesidades, y la dominación ya no impediría sistemáticamente tal gratificación. La liberación de Eros podría crear nuevas y durables relaciones de trabajo; el mundo no se acabaría y los seres humanos no nos destruiríamos los unos a los otros. 


Es entonces cuando verdaderamente podríamos coincidir con algunos autores (Alberoni, De Rougemont, Giddens, Morín) en que el amor es un acto transgresor, un elemento subversivo que amenaza la ley del pater y el sistema patriarcal en su conjunto. Esto es visible en los escándalos amorosos que ponen en peligro las estructuras básicas sociales, como sucede con el incesto, el amor homosexual, el amor interclasista e interracial, las uniones estables de tríos, los amores entre deficientes mentales, entre ancianos, los amores adúlteros o el sexo en grupo. Son todas formas de relación que muestran otro tipo de ideologías amorosas (marginadas, pero existentes) frente a la aparente omnipotencia de la ideología hegemónica patriarcal.
Si bien a un nivel legislativo e incluso político el patriarcado está en decadencia, en el ámbito emocional y narrativo sigue gozando de buena salud. El fin del patriarcado a nivel simbólico aún está lejos, y es probable que, aunque finalmente llegue a su fin, sea sustitudo por otro sistema de poder, porque, en definitiva, el poder atraviesa todas las relaciones humanas y todas las organizaciones sociales y políticas. La conclusión, es pues, que la idea de una liberación sexual y amorosa colectiva, sin jerarquías de género ni luchas de poder, no deja de ser otra utopía emocional de la posmodernidad.





3 de enero de 2009

PASALÓ


Estaba consultando la página web de la editorial Traficantes de Sueños cuando he visto el libro:
"¡Pásalo! Relatos y análisis sobre el 11-M y los días que le siguieron", Traficantes de Sueños, Madrid, 2005.

El libro me lo leí hace un año y me quedé de piedra cuando vi que entre tantos relatos del 11M, habían incluido el mío. Lo escribí el 14 de Marzo presa de la emoción, y lo mandé a todos mis contactos, y voló por Barcelona, Sevilla, Madrid, Almería, Ourense, Donosti, Buenos Aires, Méjico… mi madre también lo distribuyó por la red desde su oficina, y con la colaboración de todo el mundo, a amigos míos les llegó el relato-reportaje por otros amigos, y fue entonces
cuando me fascinó y me cautivó del todo Internet, porque yo, que siempre había querido ser escritora, logré escribir un texto que leyeron cientos de personas, que colgaron en www.nodo50.org, y que luego publicaron en este libro. No lo firmé porque al lanzarlo a la red entendía que estaba expresando un sentir colectivo; que el texto lo podría haber escrito cualquiera. Y la lectura del libro lo confirmó, porque había montones de relatos… de gente que plasmó en letras su inquietud, su rabia, su miedo, su tristeza, su ahogo, y sus vivencias… Pero al leer mi artículo pues me di cuenta de que se notaba que era yo, y comprendí por qué nadie se lo había atribuido, por qué nadie había intentado apropiárselo; porque era una vivencia personal, de modo que me alegró mucho haberlo escrito yo, y por eso ahora me atrevo a afirmar su autoría y les posteo el texto en este mi espacio … porque me siento muy orgullosa de él, por todo lo que volqué en él, y por su dimensión global o internacional… Así que aquí va:

"PASALÓ. Así terminaba el mensaje que recibí en torno a las tres de la tarde anunciando una concentración silenciosa por la verdad frente a la sede del PP en la calle Génova. Así comenzaba algo que con el paso de las horas iba difundiéndose minuto a minuto. Por cada mensaje que la gente recibía, se enviaban diez, quince, veinte mensajes más. Hubo gente que recibió hasta diez mensajes de grupos de gente diferente: familia, trabajo, lugar de estudios, gente del colegio, del barrio, y esos mensajes se multiplicaron hasta el infinito, propagándose como las llamas de un
incendio por efecto del viento. A las seis de la tarde un despliegue policial protegía la sede del partido y sus efectivos pedían la documentación a todo manifestante que llegaba. Media hora después, sin embargo, la concurrencia de tantos madrileños sobrepasó la capacidad policial y una hora más tarde la calle Génova era un hervidero de gente gritando de rabia y pidiendo explicaciones al gobierno de la nación. Había gente que lloraba, otros expresaban su indignación a gritos, "mentirosos, asesinos, te dijimos no a la guerra; vuestra guerra, nuestros muertos; no estamos todos, faltan doscientos; mentirosos, vosotros tenéis chófer, nosotros cercanías; lo sabe todo el mundo menos nosotros; los muertos no se utilizan, basta de manipulación, y queremos salir en La Primera".

La prensa que se encontraba tras el cordón policial era mayoritariamente extranjera, y había un gran despliegue de antenas parabólicas de cadenas televisivas europeas. De las calles adyacentes y bocas del metro salía cada vez más gente de todas las edades y razas que se unían a la concentración, que de silenciosa al final no tuvo casi nada porque se nos hacía difícil permanecer callados cuando se pretendía celebrar un minuto de silencio. Siempre alguien lo rompía con algún grito: "mentirosos", "asesinos". Las lágrimas y la indignación se propagaban de igual modo que la información. La gente estaba pegada a sus transistores y los móviles sonaban sin parar para transmitir información a la gente, que a su vez propagaba las noticias, que corrían de boca en boca. Cuando Rajoy declaró a los medios que la concentración era ilegal e ilegítima, y
acusó a sectores del PSOE de haberla organizado, la multitud rugió y contestó: “nos han convocado los asesinados”, y “la voz del pueblo no es ilegal”. Cómo íbamos a ser ilegales, cuando el gobierno seguía mintiendo, ocultando información y violando los derechos más elementales del pueblo: el derecho a la libertad de expresión y al derecho a la información. Y mientras, en TVE 1, ponían Cine de Barrio.

En Génova pasaban las horas y los ánimos se iban encendiendo cada vez más. Seguía llegando gente, y no se veían banderas de partidos políticos ni sindicatos. Sólo pancartas improvisadas con cartones y bolígrafos. Tampoco la gente cantaba; todo eran gritos de dolor e indignación. El jefe antidisturbios confesaba a un reportero de la SER que no podían disolver la concentración por la fuerza porque eramos ya más de 5 mil personas y no era cuestión de cargar contra la muchedumbre donde había ancianos y niños. Cada vez que algún miembro de la sede se asomaba a la ventana la gente rugía y pedía la verdad, y mientras, seguían llegando noticias de concentraciones espontáneas en todas las ciudades de España. Las nueve de la noche y nadie se movía de allí, pese al frío. Nos llegó una nota que circulaba en manos de todo el mundo: "A las doce en sol. Pasaló".

De pronto otra noticia que se propaga entre la gente: dos hindúes y tres marroquíes detenidos por su relación con los supuestos asesinos en Lavapiés. Los servicios de inteligencia por un lado y el gobierno por otro. Españoles en el extranjero, amigos de todos los puntos del planeta seguían mandando noticias de las principales cadenas televisivas del mundo: Bush lamenta que el apoyo de España a su guerra contra Irak haya tenido estas consecuencias para Madrid.
En cambio, el gobierno no lo lamenta, sino que oculta toda la información y llama a la calma, e insiste en que en la jornada de reflexión el pueblo no puede salir a la calle para expresarse. Rugimos más aún: "no nos vamos, sal al balcón, da la cara, PP responsable, PP culpable, vuestra guerra, nuestros muertos, Vosotros tenéis chófer, nosotros Cercanías, vosotros, fascistas, sois los terroristas". Diez de la noche y la gente sale hacia Sol tomando las calles sin permiso.

Yo me voy a Lavapiés para cenar un poco y ponerme algo de abrigo porque ya no siento las manos del frío. La plaza está vacía, y al llegar a la calle Cabeza nos encontramos con una chica joven que, en la puerta de su casa, aporrea una cacerola con la cabeza alta y el semblante grave. Tímidamente salen a los balcones vecinos que salen a aporrear las cacerolas. Primero es un suave tintineo, después comienzan a abrirse los balcones de todas las calles y comienza un zumbido ensordecedor que se expande por todo el barrio. Bajamos a la plaza, que comienza a llenarse de gente que aporrea sus cacerolas, sartenes e instrumentos con fuerza. Aparece una cámara de televisión alemana, mientras la plaza y las calles están llenas de gente protestando sin palabras, y en un momento precioso hasta parece que seguimos todos el mismo ritmo. Un ritmo fúnebre y contundente, seco, duro, lleno de rabia y solemnidad. Y marchamos todos hacia Sol, donde ni siquiera podemos entrar porque Madrid está en la calle. Siguen volando las noticias, siguen multiplicándose los mensajes de solidaridad con las protestas de otras ciudades, siguen propagándose las noticias. La policía ha cargado contra la gente en Zaragoza y en Barcelona. Están estudiando suspender las elecciones, ha aparecido en manos del PP, de repente, un
vídeo en el que Al Quaeda reivindica el atentado, y la gente comenta asombrada e indignada que no salimos en los medios. En la SER comentan que pese a la toma de las calles por parte de la ciudadanía, no van a seguir retransmitiendo para mantener la calma y no calentar los ánimos. La censura del siglo XXI; la autocensura. Las cámaras, los micrófonos, y las luces desaparecen; solo quedan los reporteros alemanes que trabajan a destajo, y nosotros gritando, y todas las calles que desembocan en Sol colapsadas. No hay banderas, no hay partidos, no hay magnetófonos, no hay organizadores, no hay órdenes. La multitud avanza espontáneamente hacia Atocha y la policía se retira discretamente. La calle es nuestra y caminamos por donde queremos, cortando el tráfico. Nadie rompe cristales, nadie destroza el mobiliario urbano, Madrid avanza cívicamente y Ansuátegui ordena invisibilidad. La policía apaga las sirenas, y las lecheras apenas son percibidas. “Veniros con nosotros”, grita alguno a los uniformados, que no se atreven ni a mirarnos a los ojos. La rabia está en el grito, en las palabras. La gente exige que el gobierno informe, que los medios informen, la gente exige que el gobierno asuma su responsabilidad, y que deje de mentir a un país entero, que a través de internet y los teléfonos móviles va conectándose con el mundo entero. Los medios nacionales ningunean la protesta y dejan claro de qué lado están. La gente alza sus móviles para que los que escuchan al otro lado perciban el ambiente que hay en Madrid. Más de medio millón de personas bajan hacia Atocha por la calle del Prado y por la calle Atocha. Y circula otro papel: a las dos en
punto cinco minutos de silencio. Pasaló.

Todos al suelo. Silencio sepulcral. No hay cámaras. Miles de velas encendidas. Gente que llora. Se rompe el silencio con un grito lleno de orgullo: ¡Viva Madrid!, Madrid antifascista, y todos gritamos, "viva, viva Madrid. Aznar escucha, el pueblo está en lucha", y las riadas humanas avanzan hacia el Congreso. En la radio solo se oye música y resúmenes del partido del Real Madrid. Las voces ya cascadas por el paso de las horas, los pies doloridos, y no hay miedo, no hay policía, solo el helicóptero rugiendo encima de nuestras cabezas, y una sensación de euforia al ver que somos tantos, que somos incontables. “También estuvimos en la manifestación de ayer”, decían algunos cartones a modo de pancarta. Frente al congreso, las lecheras protegiendo el recinto sagrado donde unos cuantos toman las decisiones sin preguntar. La gente vuelve a gritar, dijimos no a la guerra, dijimos no a la guerra, vuestra guerra, nuestros muertos, un pozo de petróleo por un pozo de sangre, embushteros, tve= nodo, urdaci nazi, queremos la verdad".

Pasamos el congreso, llegamos a la Gran Vía, seguimos por Hortaleza. La gente sale de los bares, los pubs y las discotecas. Unos se unen, otros provocan preguntando qué pasa y por qué tomamos las calles, y Madrid avanza imparable bajo la atenta mirada del helicóptero. Los porteros de las discotecas desde las que sale música evasiva y alegre nos miran alucinados, tratando de proteger los imperios del alcohol y la música entretenida. Llegamos a la sede del PP de nuevo, y la gente, pese al cansancio, sigue aullando. Cuatro, cinco de la mañana, y la gente grita hoy protestamos, mañana os cesamos, a la hora de votar se tiene que notar, asesinos, mentirosos.

Agotada regreso a casa. En Sol hay cientos de velas encendidas, y decenas de ramos de flores y carteles, cartas, gritos de papel donde la gente demuestra su solidaridad y su cariño. La gente se arrodilla, enciende más velas, y todo está en silencio. Siguen las pancartas colgando de todos los rincones de la Puerta del Sol; los servicios de limpieza esta vez respetan el dolor de una ciudad entera que llora a sus muertos. Banderas de todas partes del mundo, y escritos en árabe,
no al terrorismo, PP responde, mensajes de las familias de los fallecidos, basta de horror, queremos la verdad, televisión manipulación, y cuatro mendigos apoyados contra la pared, rodeados de velas, en silencio. El pueblo llora, el gobierno miente. Lucía no te olvidaremos nunca. Papá te quiero. Esta no es nuestra guerra. Agotada, no puedo ni moverme de allí. Porque si la gente expresaba la rabia ante la mentira en la calle Génova, allí se concentra el dolor, el silencio, velas encendidas y flores congeladas del frío que hace.

Esto es lo que sucedió en Madrid la víspera de las elecciones. Y si en los medios no se quiso recoger esta toma de las calles por parte del pueblo madrileño, por lo menos que se difunda por la Red lo que pretende ser acallado y ocultado. Porque algo ha cambiado desde anoche: ya no tenemos miedo. Ni en Madrid, ni en el resto de las ciudades, ni los pueblos. No necesitamos partidos políticos que organicen manifestaciones: ya sabemos que internet y los móviles cuentan lo que no cuentan los medios oficiales, y ya sabemos que tenemos una herramienta de comunicación, la del boca a boca, para expresarnos. Se nos han negado los derechos fundamentales que reconoce nuestra Constitución, y el pueblo ha pagado caro la incursión de su gobierno en una guerra por petróleo. Un pueblo que nunca ha tenido problemas con el mundo árabe, un pueblo que se indigna ante la mentira y los insultos del candidato a la presidencia de España. Madrid demostró que está llena de gente de todas las nacionalidades, edades y condiciones sociales que son sensibles, y que se niegan a un uso partidista de las víctimas... Anoche se expresó la verdadera democracia, la de la soberanía del pueblo, en la que la gente
pedía la verdad y se expresaba libremente. Pasaló".

Coral Herrera Gómez

Por si queréis consultar la página:

http://www.xn--traficantesdesueos-20b.net/

7 de junio de 2008

EL PODER FEMENINO EN LA EDAD MEDIA

Rivera Garreta, María Milagros: “La diferencia sexual en la Historia”, Universidad de Valencia, 2005.
"En la historia de Europa y de Occidente, en especial desde el Humanismo y el Renacimiento, se nota mucho una tendencia a cancelar los hombres tanto la dependencia como la asimetría originarias. Para cancelar la dependencia de la relación materna, inventaron la subjetividad llamada moderna, basada en la autonomía y en el individualismo. Para borrar la asimetría, inventaron el principio de igualdad de los sexos, desfigurando lo evidente. Por ello, la diferencia sexual está ausente de la mayor parte de la historiografía occidental moderna y contemporánea. Y sin embargo la diferencia sexual es una fuente extraordinariamente rica de sentido para las mujeres y para los hombres. (...)

El hecho de nacer mujer u hombre es susceptible de historia, porque los cuerpos femeninos y los cuerpos masculinos, aunque compartan muchas facultades, son distintos y generan, por tanto, historias distintas: y porque el sentido de ser mujer u hombre cambia con la realidad que cambia: no se es niña de la misma manera hoy que ayer, no se es hombre de la misma manera en el siglo XII y en el siglo XX; y se es ambas cosas de manera distinta en las diversas comunidades de hablantes y parcialmente, en las distintas clases social. (...) La diferencia sexual, no es pues, un dato fijo “biológico” se solía decir antiguamente, sino un dato interpretable, siempre en movimiento (...) Es un dato que impregna la relación de cada ser humano con la realidad, sexuándola. (...) Y sin embargo, este hecho fundamental y fundador del cuerpo humano se ha quedado fuera de la cultura universitaria y de la política con poder del Occidente. (...) Los libros de historia, de filosofía, o de política pasan de lo que se puede llamar el régimen del dos, que es el que explica y expresa la vida corriente, al régimen del uno, que es propio del pensamiento abstracto de la cultura universitaria occidental. Lo que el pensamiento abstracto abstrae en primer lugar esta diferencia sexual doble. (...) En la enseñanza reglada, se van perdiendo los recursos que señalan la diferencia sexual, hasta tal punto de que se podría decir que la lengua materna y el lenguaje universitario son dos lenguas distintas. (...)

El proceso de transformación de la criatura humana sexuada en sujeto neutro pretendidamente universal es un proceso propio, en Occidente, de la Edad Moderna y la Edad contemporánea. En la Europa medieval hubo una sensibilidad bastante grande hacia la diferencia humana primera. La cosmogonía feudal se formó en torno a dos principios creadores, cada uno de los cuales era percibido y entendido como de alcance cósmico: estos dos principios creadores eran el principio creador masculino y el principio creador femenino. Es la doctrina o enseñanza que en los siglos XII y XIII fue puesta en palabras con la expresión los dos infinitos: uno era Dios (principio creador masculino) y otro era la materia (principio creador femenino).

La teoría más antigua de las relaciones ente los sexos documentada en la Europa feudal es la que la filósofa del siglo XX , Prudence Allen ha llamado “teoría de la complementariedad de los sexos”. Decía esta teoría que las mujeres y los hombres somos sustancialmente diferentes y somos iguales. Decía que somos diferentes en sustancia, e iguales en valor, siendo por tanto la mujer un entero y el hombre un entero. “Complementariedad” es una palabra que hoy molesta un poco, porque ha sido convertida por hombres con poder en vehículo de misoginia, pero quería decir que las mujeres y los hombres complementamos el ser humano, o sea, pertenecientes a la misma especie. Un ejemplo histórico de la vigencia de esta teoría fue la doctrina de los “dos infinitos”. (...) La teoría de la complementariedad de los sexos fue defendida por dos grandes autoras, políticas y maestras del siglo XII: Hildegarda de Bingen (1098-1179) y Herralda de Honenbourg (abadesa desde 1176).


Esta teoría fue, a un tiempo, efecto y causa de mucha libertad en la vida de las mujeres: son los siglos de expansión de movimientos políticos y sociales más de mujeres que de hombres como las beguinas y las beatas; son, también los siglos de la herejía amalriciana, de la cultura trovadoresca, de Leonor de Aquitania (1122-1204), reina de Castilla, fundadora de las Huelgas de Burgos. Es el tiempo de eclosión de la gran mística beguina, de la herejía guillermita, del Movimiento del Libre Espíritu… Fue asimismo la época en que Europa recuperó la llamada tradición hermética, que consideraba el amor entre los sexos como un misterio, que es reflejo de la eternidad de la creación, entendiendo que la sexualidad es sagrada. En la Europa feudal, bastantes mujeres se dedicaron a explorar el sentido de su ser en su mundo y a experimentar en la práctica formas de vida fieles a sus exploraciones y al sentido femenino de la libertad. Pertenecieron a todas las clases sociales y formaron movimientos a veces muy grandes y duraderos en el tiempo. A veces fueron perseguidas por jerarcas laicos y eclesiásticos, o quemadas en la plaza pública porque fueron tan fieles a sí mismas que provocaban en sus jueces un error de epistemología, o fueron desautorizadas por hombres inteligentes que temieron o no entendieron su libertad. Ellas, sin embargo, persistieron en sus prácticas y en sus relaciones, componiendo textos y otras creaciones cuya memoria ha resistido a la violencia y al paso del tiempo. Distingue las formas libres de vida femenina de estos siglos la fe en el amor. Tanto las trovadoras y las cátaras como las beguinas/beatas y místicas nutrieron las relaciones en las que se reconocieron las mujeres y los hombres que se denominaron fidelis Amoris, fieles al Amor. (...) Una parte del pensamiento de la Europa feudal entendió que el amor es un intelecto; uno de los dos intelectos con los que nace cada criatura humana; el intellectus rationis (de la razón) y el intellectus amoris. (...) Las beguinas y beatas tuvieron la genialidad de encontrar las mediaciones válidas para combinar el amor y la razón sin contraponerlos ni jerarquizarlos sino de manera que la Razón “fuera iluminada por Amor”. (...) Entendieron el amor como algo divino; entienden el amor como trascendencia, tanto las mujeres que fueron castas como las que no lo fueron. En realidad, ni las trovadoras ni las cátaras separaron la sexualidad del amor. Es esto lo que desbordó los límites de la tolerancia de la jerarquía eclesiástica.
Las trovadoras fueron poetisas del amor cortés. Vivieron en Provenza y Cataluña en los siglos XII y XIII. Escribieron en su lengua materna, que la lengua provenzal y la lengua de Oc. Pertenecieron a la nobleza y fueron el centro de un núcleo político y literario; fueron Beatriz de Día, María de Ventadorn, Azalais de Altier, Alais, Iselda, Carenza… (...) Sus poesías tratan siempre el asunto delicado de la relación amorosa. De la relación amorosa viva, con su pasión, su felicidad, sus conflictos y sus problemas concretos. Ellas domaron la lengua materna hasta llevarla a expresar exquisitamente tanto el placer del amor como el dolor de corazón que tren consigo los sentimientos contradictorios que el amor conlleva, tanto el amor entre mujeres como el amor entre hombres y mujeres. (...) La cultura trovadoresca fue perseguida a través de la cruzada contra los y las albigenses. Por la misma época, la doctrina de los dos infinitos fue declarada herejía y condenada.

Las cátaras: el modo de vida cátaro o albigense fue un movimiento espiritual que se dio en lo que hoy es Cataluña, en el Languedoc, en e Norte de Italia, en Bulgaria, en Bosnia… Fue una verdadera religión, practicada entre la nobleza, el proletariado de las ciudades, el artesanado y la burguesía urbana. Participaron muchas mujeres, sobre todo trabajadoras del textil. (...) En los textos que conservamos se les acusa de promiscuidad sexual, de compartir las parejas, de que las mujeres eran muy libres y defendían abiertamente la orientación de su deseo. Casi un 32% de las personas interrogadas por la Inquisición eran mujeres; el 45% de los perfectos son perfectas. Ellas participaron libremente en todos los niveles: bendijeron el pan, entonaron las palabras del ceremonial de la confesión, administraron el consolamentum a los moribundos… también predicaron, y participaron en los concilios de su iglesia y en los debates públicos que enfrentaron a cátaros y católicos… Estas dos civilizaciones, la cátara y la trovadoresca, fueron destruidas por una cruzada. Se trató de una guerra ente dos civilizaciones, la nórdica y la mediterránea; y ganó la violencia frente a la lengua materna y el amor.

Las beguinas fueron mujeres que se especializaron en su espiritualidad: en el Espíritu Libre (libre de la jerarquía eclesiástica y por tanto, de toda regla religiosa). Consistía su espiritualidad en la contemplación y cultivo del Dios/Amor en mí. (...) No se casaron. Eludieron con esta decisión el contrato sexual y la heterosexualidad obligatoria, sin ser mujeres públicas ni privadas y sin hacer voto de castidad. (...) Quisieron ser espirituales pero no religiosas, quisieron vivir entre mujeres pero no ser monjas ni canonesas, quisieron rezar y trabajar pero no en un monasterio, quisieron ser fieles a sí mismas, pero sin votos, quisieron experimentar en su corporeidad pero sin ser canonizadas ni demonizadas. Para hacer viable en su mundo este deseo personal, inventaron la forma de vida beguina, una forma de vida que supo situarse más allá de la ley, no en contra de ella. Nunca pidieron al papado que confirmara su manera de vivir ni ser rebelaron, tampoco, contra Iglesia. Las beguinas pertenecieron sobre todo a la clase media y popular de las ciudades, aunque las hubo aristócratas y campesinas. Vivieron de sus rentas, si las tenían, y sobre todo de su trabajo en la industria y artesanía textil, en hospitales de pobres, en el copiado de manuscritos, en la enseñanza de niñas, en la asistencia a moribundas y moribundos, o de las rentas proporcionadas por las más ricas. Trabajaron para vivir con el propósito de tener tiempo –el más grande de los dones- que dedicar a su espiritualidad. A veces se hicieron pordioseras, pasando por la experiencia fuerte de vivir de la caridad de la gente. Inspiraron, tal vez de este modo, el gran movimiento de pobreza voluntaria expresado como pobreza evangélica que se dio en la Europa del siglo XIII como una forma de resistencia contra los avances de la economía del mercado preburgués y del dinero como significante. Vivieron solas, en relaciones duales o en pequeños grupos de mujeres, a las que con frecuencia legaron sus bienes al morir. Formaron un movimiento internacional que mantuvo muy vivos los contactos entre sí, mediante el viaje y las cartas. Pues las beguinas viajaron mucho, y de sus viajes quedan numerosos testimonios. Algunas se financiaban el viaje mediante la limosna; viajaban solas o en pareja o en grupos pequeños y se alojaban en monasterios. (...) Escribieron en su lengua materna cuando a nadie se le había ocurrido hablar de Dios en una lengua que no fuera el latín; una lengua que llevaba siglos siendo una lengua muerta. Llevar la lengua materna a expresar la experiencia de lo divino fue una manera de reconocerle autoridad a la madre y al orden simbólico que ella enseña, y dejar de reconocer la autoridad de la Iglesia católica y a su jerarquía, presidida por Dios Padre. (...)
Margarita Porter. fue muy famosa en su época. Escribió en lengua francesa uno de los libros más bellos de la mística de todos los tiempos: El espejo de las almas simples. Su experiencia mística fue un largo proceso de autoconocimiento que le llevaría por un camino difícil a lo que ella llama el País de la Libertad. (...) Fue detenida en París en 1308 y condenada y quemada por un tribunal al que ella no se dignó nunca a responder. Su obra, que fue traducida en los siglos XIV y XV al latín, al italiano, al inglés y a un dialecto alemán circuló como anónima después de su muerte. (...)
Poner en relación íntima lo femenino, la trascendencia y la lengua materna fue una gran invención política (...) porque se plantó cara al absolutismo, a su tendencia al Uno. (...) La Iglesia persiguió a estas mujeres desde principios del siglo XIV, se las condenó como sospechosas de herejía pero no acabaron con ellas; a finales del siglo XV se intentó incorporarlas a la Orden de San Jerónimo, pero no lo lograron. En el XVIII, las condenó y prohibió la Revolución Francesa. Su forma de vida ha persistido hasta la actualidad.

LAS BRUJAS: “Mediación con la trascendencia” es una invención simbólica que ayuda a explicar algo de la realidad que comparece ante los ojos de una mujer cuando tiene en cuenta el sentido libre de su diferencia sexual. Una parte de esta realidad es la bruja y su mundo: una realidad difícil y enorme, apenas explicada a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre ella. La brujería fue y es una práctica más de mujeres que de hombres. Es y ha sido también una práctica cuyo método es en primer lugar la empatía. (...) Edith Stein definió la empatía como “experiencia de la conciencia ajena; experiencia vivida no-originaria que manifiesta una originaria”. Nombró la empatía como acto sensorial cualitativamente no-originario, propio de seres vivientes que situándose al lado del acto originario, hace posible la conciencia de sí y también la comunicación entre las criaturas humanas. La empatía orienta y encauza la receptividad, el dejarse dar, al lado del dar activo; permitiendo a cada mujer u hombre llegar a ser y seguir siendo “unidad de sentido” abierto a lo otro. (..)
La caza de brujas empezó, esporádicamente, a finales del siglo XIV. De 1390 es el primer testimonio documental conservado, la condena en Milán de dos mujeres, Sibila y Pierina, declaradas brujas y creyentes en una divinidad femenina que ellas llaman la “Señora del Juego” (Domina ludi) Esta caza empezó pues, cuando la diferencia sexual estaba siendo reprimida y condenada en Europa. La condenaron todas las iglesias cristianas, excepto la ortodoxa. Condenaron la empatía como método de conocimiento; suele ser nombrado por ellos como “tratos con el diablo”. () Las brujas son condenadas cuando su orden simbólico, que era el orden simbólico de la madre, es aplastado e ignorado por hombres con poder que tomaron literalmente las palabras alegóricas de ellas. En realidad, las madres tienden a usar al alegoría para decir lo fundamental del legado que te quieren dejar, ese legado esencial para la vida cuyo testamento no suele ser explícito sino consistir en una alegoría, o sea, en decir una cosa con otra cosa. Si la alegoría es tomada literalmente, no se entiende su mensaje, quedándose bloqueado e inservible el legado.

Los siglos medievales más propicios para la libertad femenina fueron el XII y el XIII; aunque a mediados del XIII se produjo la “revolución aristotélica”. Un sector conservador de la Europa de entonces arremetió con fuerza contra el prestigio de la teoría de la complementariedad de los sexos. Este sector conservador utilizó para ello el poder que tenía sobre una institución decisiva en la transmisión del conocimiento: la universidad. En 1255, la Universidad de París impuso la lectura obligatoria de las obras de Aristóteles, y a ella le copiaron otras. De Aristóteles se leyó, se comentó y se divulgó sistemáticamente desde entonces la teoría sobre las relaciones de los sexos que él había defendido cuando vivió en el siglo IV antes de la era cristiana; se llamaba la teoría de la polaridad de los sexos que entendía que los hombres y las mujeres somos sustancialmente diferentes, y que los hombres son superiores a las mujeres. Para dar fuerza social a esta teoría y para provocar cambios en lo simbólico, se escribieron en lengua latina y en las lenguas maternas de entonces multitud de textos literarios y científicos misóginos y misógamos, es decir, hostiles a las mujeres y al matrimonio.

Entre el siglo XIII y el XIV se observa un forcejeo entre esas dos maneras de ver el fundamento de la política, o sea, las relaciones de los sexos y entre los sexos. El forcejeo terminó con un retroceso importante de la presencia de la teoría de la complementariedad de los sexos y de la autoridad femenina. De ello se beneficiaron instituciones dotadas de mucho poder social: la Iglesia católica a través de las Universidades y del tribunal de la Inquisición".
Excepto "La Bruja" de Goya, los cuadros expuestos son obra de:
HILDEGARDA DE BINGEN (1098-1179) fue una abadesa, líder monástica, mística, profetisa, pintora, médica, cosmóloga, compositora y escritora alemana, y una de las personalidades intelectuales y místicas más importantes de su tiempo. Debido a sus excepcionales capacidades intelectuales, ingresó a los 8 años en la abadía benedictina. (...) Fundó monasterios y mantuvo correspondencia con monjes, papas, reyes y nobles geográficamente alejados, como Elionor de Aquitania o Tomás Beckett. Viajó gracias a las invitaciones que recibió, y además fue poeta y compositora de canciones a las que puso música. (...) Además fue famosa por sus curas y por su destreza médica. Escribió un libro de nueve volúmenes de historia natural, Physica o Libro de Medicina Simple

Coral Herrera Gómez Blog

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Únete al Laboratorio del Amor

Únete al Laboratorio del Amor
Para saber más pincha en la imagen