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26 de enero de 2019

Hombres que ya no hacen sufrir por amor, mi nuevo libro en Catarata



Los hombres no nacen, se hacen. La masculinidad patriarcal es una construcción que surge, crece y se transmite de generación en generación en el seno de nuestra sociedad. Igual que la feminidad. Pero también hay muchas formas de ser hombre: existen cada vez más disidentes que no interiorizan los mitos de la masculinidad, ni reproducen sus estereotipos y roles clásicos. Cada hombre, en mayor o menor medida, se rebela contra el patriarcado, aunque la mayoría suele adaptarse para no quedarse al margen, y también para aprovecharse de los privilegios que el sistema concede a los varones solo por el hecho de serlo. Pero como nos cuenta Coral Herrera, los sumisos al orden patriarcal van a tener cada vez más problemas para relacionarse con mujeres independientes.

En un momento en el que cada vez hay más mujeres en lucha por su igualdad, ¿son capaces ellos de disfrutar de estos cambios?, ¿por qué siguen resistiéndose a que sus compañeras obtengan los mismos derechos?, ¿cuál es su relación con el feminismo?, ¿están dispuestos a implicarse en esta revolución? Nos encontramos en un momento histórico: ya no hay excusas para seguir alimentando el machismo que todos hemos heredado y que seguimos llevando dentro. La autora nos incita a declararnos en rebeldía contra los mandatos de género, nos invita a entender que la forma que tenemos de relacionarnos, de amarnos, no es inocente ni definitiva. 

Estas páginas contienen una visión crítica, pero también una llamada a la acción desde el optimismo: porque otras masculinidades son posibles.


INDICE

Introducción 

1. Los hombres no nacen, se hacen 
2. Los hombres y el poder 
3. Los hombres y las mujeres 
4. Los hombres y el miedo a la potencia sexual de las mujeres 
5. Los hombres y el sexo: ¿disfrutan realmente en la cama? 
6. Los hombres y el patriarcado 
7. Los hombres y la amistad 
8. Los hombres y los cuidados 
9. Hombres que sufren por amor 
10. Los mitos de la masculinidad: el salvador, el príncipe azul y el guerrero 
11. Los hombres y el mito de las princesas 
12. El mito de don Juan y la seducción masculina 
13. Hombres que no entienden que no es no 
14. Los hombres y la honestidad 
15. Los hombres y el espacio público 
16. Los hombres y los derechos humanos 
17. Los hombres hacen lo que les da la gana 
18. Los hombres que hacen sufrir por amor 
19. Los hombres y la violencia machista 
20. Los hombres, no todos los hombres 
21. Los hombres y la paternidad 
22. Las masculinidades diversas 
23. Los hombres (también) vivirían mejor sin machismo 
24. Los hombres y el feminismo 
25. Un mensaje para los hombres que se liberan del patriarcado y ya no hacen sufrir por amor


¿Cómo consigo el libro?

Si quieres conseguir mi libro y vives en España, puedes encontrarlo en tu librería favorita, o encargarlo si aún no lo tienen. También puedes pedirle a la editorial que te lo envíen a casa por correo. 

Si vives fuera de España: puedes encargarlo en tu librería, si reciben muchos pedidos le encargan a la distribuidora española que los lleve. También puedes comprarlo en Amazon y en librerías on line, en papel y en digital.  


Visita la página en Catarata:


https://www.catarata.org/libro/hombres-que-ya-no-hacen-sufrir-por-amor_89331/

20 de agosto de 2018

¿Qué tienen en común los maltratadores y asesinos de mujeres?



Los hombres que asesinan a sus novias, ex novias o esposas tienen varias cosas en común, aunque tengan edades muy diferentes, pertenezcan a diferentes clases sociales y religiones, y vivan en puntos muy distantes del planeta:
-No están locos, ni son enfermos: matan porque son machistas y violentos .
-Creen que les mueve el amor, pero en realidad les mueve el odio. Confunden ambos términos porque son sentimientos muy fuertes, pero en realidad ninguno de ellos tiene capacidad para amar, para querer, para cuidar a nadie.
 - Castigan a las mujeres porque no saben aceptar las derrotas, ni entienden que las historias de amor empiezan y acaban, son incapaces de aceptar con humildad que todos somos libres para quedarnos o para irnos, y que las mujeres también lo son.
-Son hombres profundamente obedientes al patriarcado, y no toleran la insumisión ni la rebeldía femenina al papel que nos ha tocado durante siglos. Son soldados del patriarcado, lo interiorizan, lo defienden, lo imponen, y lo asumen sin cuestionarlo.
-La mayoría no trata a las mujeres como compañeras, sino como enemigas, y no disfrutan de las relaciones porque creen que el amor es una guerra.
-Su masculinidad frágil está en su punto de vulnerabilidad más alto. Cuanto más inseguros se sienten, más violentos son.
- Destrozan la autoestima a sus víctimas para hacerles más vulnerables y dependientes. Usan mucho la culpa para que aguanten más tiempo los malos tratos.
- Creen que son dueños de su pareja y que por tanto pueden disponer libremente de la vida de ella.
-Aman y defienden su libertad, mientras reprimen la de sus compañeras. La mayoría tiene muy claro que la monogamia es para ellas, no para ellos.
-No saben identificar, expresar y gestionar sus emociones, ni saben comunicarlas.
-No saben vivir su dolor sin hacer daño a los demás.
-Sufren un enorme complejo de inferioridad y superioridad con respecto a sus compañeras, se sienten dependientes de ellas y a la vez se sienten superiores.
- Su Ego necesita ser el más importante, y se siente profundamente herido cuando no son los protagonistas absolutos, cuando no están en el centro de la atención de la otra persona, cuando les desobedecen, cuando les traicionan, o cuando les dejan de querer.
- Tienen mucho miedo al «qué dirán»: el maltratador no quiere parecer un fracasado, temen que su masculinidad y honor queden cuestionados tras la ruptura de la pareja, tienen miedo a las burlas de los demás hombres si sus mujeres no les obedecen, les son infieles o les abandonan.
-Tienen miedo al futuro y a los cambios, por eso no admiten separaciones ni divorcios: quieren que todo siga igual que siempre, con sus privilegios y con su posición de dominación en la pareja .
-Están muertos de miedo. Tienen miedo a quedarse solos, a que nadie les quiera y les cuide.
-Cuanto más miedo tienen, más rabia sienten ante todo aquello que no pueden controlar, protagonizar o liderar.
-Instauran un régimen de terror en sus casas para que el miedo de ella sea más grande que el suyo propio. Amenazan, chantajean, hacen dramas, y quieren ser el centro de atención de su víctima, aunque sea haciéndole la vida imposible.
- Se sienten humillados con la libertad de las mujeres para dejar una relación cuando quieren.
- Se sienten impotentes: no pueden modificar la realidad a su antojo ni pueden comprar amor. No pueden tampoco obligar a ninguna mujer a que les ame. No pueden ejercer el control sobre los sentimientos de los demás porque el Amor es radical y hermosamente libre, lo que les llena de frustración porque no pueden hacer nada para retener a una mujer a su lado.
- Se sienten atacados por la revolución feminista que nos está cambiando la vida a millones de personas. Están llenos de rabia, no comprenden los cambios sociales, y creen que cuantos más derechos tienen las mujeres, menos privilegios tienen ellos. Creen que la igualdad les perjudica, y algunos odian profundamente a las humanas del género femenino en general, y a las feministas en particular.
-Se sienten frustrados porque su princesa no es tan sumisa, ni tan sacrificada, ni tan entregada como les prometieron en las películas. Las mujeres buenas no abundan: para la mayoría somos todas malas, mentirosas, manipuladoras, mezquinas, dominantes, crueles y perversas. De ahí la desconfianza que sienten hacia nosotras, pues creen que si se enamoran van a perder su libertad y su poder. Cuando se enamoran, sin embargo, se decepcionan cuando descubren que su princesa es «como todas».
Los hombres a los que admiran y sus héroes de ficción consiguen lo que quieren con la violencia, se divierten con la violencia, y resuelven sus problemas con violencia. No saben hacerlo de otro modo, así es como triunfan y tienen éxito: matando y sometiendo a los demás hombres, y a las mujeres.
-Tienen problemas para disfrutar de su sexualidad y sus relaciones amorosas porque se sienten presionados para dar la talla en a cama, y su forma de entender y experimentar el placer es muy limitada, pues la mayoría lo único que hace es descargar en pocos minutos para sentir que han cumplido con su rol de macho semental. Sienten poca empatía hacia sus compañeras sexuales, hacia sus necesidades, sus apetencias, sus gustos, y ni preguntan, ni escuchan, ni tienen ganas de aprender a dar placer a sus parejas. Y se sienten acomplejados cuando se juntan a una mujer empoderada que vive con plenitud su sexualidad y su erotismo.
-Están confusos y desorientados con respecto a su masculinidad y a sus roles, no saben cómo gestionar la falta de control sobre sus emociones y las de su pareja, no saben cuál es su papel en un mundo que cambia a velocidad vertiginosa y se llena de mujeres empoderadas que ya no necesitan a un hombre para mantenerse, ni para tener hijos, ni para ser felices.
- Creen que tienen derecho a vengarse cuando les hacen daño, y que pueden hacerlo con saña y crueldad, porque el amor es una guerra en la que todo vale. Cuanto más violencia empleen, más fácil será que la prensa y los jueces crean que fue un acto de amor y lo llamarán "crimen pasional".
- Cuando se vengan de una, se están vengando de todas. El odio hacia las mujeres se llama misoginia y se aprende a través de la familia, la Escuela y los medios de comunicación. Muchos de ellos además son anti-derechos humanos y anti-feministas declarados, y están llenos de prejuicios machistas.
- Muchos han sido criados en hogares machistas y no conocen otros modelos de relación amorosa. Ven natural y normal la violencia contra las mujeres porque lo han visto y lo han sufrido desde siempre.
- Algunos parecen buenas personas, y hasta pueden ser muy románticos. Pueden ser profundamente autoritarias y a la vez son muy vulnerables, pueden ser muy sensibles, y extremadamente crueles a la vez. Así consiguen ser perdonados una y otra vez: utilizan sus encantos, muestran a su niño desamparado para enternecer el corazón de su víctima.
- La violencia machista les ha dejado heridas para toda la vida a muchos de ellos, pero no tienen herramientas para romper con la cadena de la violencia y los malos tratos que han heredado de su familia.
- No saben pedir ayuda, aunque la necesiten desesperadamente cuando sufren tsunamis emocionales que les inundan y les sobrepasan. Ni piden ayuda profesional, ni piden ayuda a sus seres queridos: no lloran, no se desahogan, no saben hablar de lo que les pasa, no ven que el problem está en ellos. Y cuando lo ven, van hasta el final creyendo que no tienen otro camino que morir matando, auto destruyéndose y destruyendo a su compañera, a los hijos e hijas, a toda la familia.

Entender cómo se sienten y qué piensan los hombres que maltratan a sus compañeras, que ejercen sobre ellas violencia psicológica y física, y que pueden acabar asesinandolas, es fundamental para parar los feminicidios. Estamos ante un problema político y social extremadamente grave, y las soluciones no son individuales, sino colectivas.

Necesitamos ir a la raíz del problema si queremos acabar con la violencia machista: lo que nos mata no es el amor, es el patriarcado y las masculinidades construidas desde la misoginia y el machismo.  Hay que dejar de mitificar la violencia romántica y acabar con el romanticismo patriarcal, es urgente que los hombres se pongan a trabajar las masculinidades y que entre todos liberemos al amor del machismo.

Coral Herrera Gómez

8 de junio de 2018

Aprender feminismo: ¿dónde encuentro mis gafas violetas?

Mar Ordonez El arte de mi madre 


Las gafas violetas del feminismo no las puedes comprar en ninguna tienda, ni te las pueden regalar: tienes que fabricarlas tú, a solas y en compañía de otros mujeres y hombres. De momento, no las vas a conseguir en la escuela: las mujeres hemos sido borradas de los libros de texto. Tampoco lo vas a aprender en la televisión ni en los grandes medios, que invisibilizan a las mujeres, que las victimizan o las objetivizan, que refuerzan todo el tiempo estereotipos, mitos, roles y prejuicios sexistas en sus contenidos. La información y el entretenimiento siguen reproduciendo y transmitiendo el patriarcado como hace siglos: aún no han logrado fabricar sus propias gafas violetas con las que poder abarcar la realidad en toda su diversidad y complejidad.

Sin embargo, hay muchos sitios en los que puedes aprender y practicar feminismo, mucha información circulando por Internet, muchos espacios en los que se ha colado el feminismo. 

El feminismo está fundamentalmente en las calles: hay miles de colectivos de mujeres en todas las ciudades, en todos los barrios, en muchos pueblos, en todos los países del mundo. La mayor parte de los colectivos feministas se dedican a la lucha social y política, pero también trabajan en el ámbito cultural y artístico. Muchas dedican mucho tiempo a la sensibilización y a la formación: imparten o reciben talleres, organizan jornadas, conferencias y conversatorios. Se solidarizan con las causas sociales, hacen campañas, salen a las calles a protestar, se organizan para ayudar a las compañeras que lo necesitan.

También hay colectivos y movimientos sociales que están incorporando la perspectiva de género en sus luchas. Cada vez hay más manifestaciones feministas y más asambleas que trabajan para coordinar la lucha social y política por un mundo igualitario y pacífico.

Aún son minoría, pero cada vez hay más colectivos que trabajan en el ámbito de las masculinidades: hombres igualitarios, feministas o aliados del feminismo que también están trabajando en lo personal y en lo político. Ellos también publican sus libros, tienen sus blogs, revistas, webs y foros, organizan talleres: se trabajan sus patriarcados y son cada vez más.

También hay feminismo en los sindicatos y los partidos políticos, y en las instituciones: ministerios de Igualdad, Institutos de la Mujer, Casas de las Mujeres, Escuelas de Igualdad promovidas por ayuntamientos, diputaciones y universidades. A nivel internacional, todas las agencias de la ONU tienen su sección feminista y están incorporando la perspectiva de género, tenenemos ONU Mujeres y existen multitud de ONGs que trabajan para defender los derechos de las niñas y las mujeres en todo el mundo, que elaboran materiales educativos y de divulgación, además de libros y folletos con datos y estadísticas que nos ayudan a entender el mundo en el que vivimos.

Hay cada vez más feminismo en el mundo académico: también los organismos universitarios feministas imparten másteres de género, organizan congresos y jornadas, ofrecen cursos y talleres, on line y presenciales. En sus bibliotecas hay una sección dedicada al feminismo. Aunque en algunas se encuentre en lo más profundo del sótano de la Biblioteca, hay muchos libros con los que puedes disfrutar. Algunas tienen cursos on line gratuitos para formarse en temas específicos del feminismo en todas las disciplinas de las ciencias sociales: comunicación, antropología, psicología, sociología, economía, literatura, Arte, Historia, filología, etc.

Hay mucho, muchísimo feminismo en las redes sociales: cada vez circulan más vídeos, memes, infografías, documentos, artículos, documentales, en Internet. Cada vez hay más grupos de Whatsapp y de Facebook, alianzas feministas en Twitter e Instagram, redes de grupos feministas de todos los países y redes también internacionales. Hay multitud de revistas feministas digitales, blogs personales, webs, foros feministas, y puedes encontrar en todos lados recopilaciones sobre las activistas y las autoras feministas más importantes. Hay muchas periodistas feministas, filósofas, sociólogas, psicólogas, comunicadoras, bloggeras a las que puedes seguir, y grupos de otros países que están las redes y comparten sus luchas a nivel internacional.

También puedes juntarte con tus amigas una vez por semana para hablar de un tema que os interese a todas. Podéis juntaros para compartir lecturas o materiales que os ayuden a reflexionar y a debatir. El feminismo está en construcción permanente: puedes hacerlo con tus compañeras compartiendo recursos, pensando, leyendo, descubriendo, cuestionando todo, haciéndote preguntas, participando con tu gente o gente desconocida en todos los temas que abarca el feminismo.

El feminismo no es una religión, está en permanente construcción, y puedes cuestionar todo desde la autocrítica amorosa. Dentro del feminismo hay mucho que trabajar, como sacar a la luz los temas que no nos atrevemos a hablar, probar nuevas formas de relacionarnos que no estén basadas en jerarquías y luchas de poder.  Queda mucho por hacer, y el reto es apasionante: cada vez más gente se está acercando al feminismo para unirse a la revolución amorosa en la que estamos trabajando en todos los países del mundo.

Los feminismos son muy diversos. Cada grupo feminista se centra en un área de trabajo: leyes, política, economía, derechos sexuales y reproductivos, educación, derechos humanos, salud, trata, tema medioambiental, religiones, ciencia, deportes, tema LGBTQI,  masculinidades, violencia machista... Hay muchas corrientes, muchas organizaciones, muchas teorías, diferentes posiciones sobre algunos temas, y mucho debate. Hay cuestiones en las que no logramos ponernos de acuerdo, hay otras en las que todas somos capaces de dejar a un lado las diferencias para salir masivamente a las calles. Hay compañeras que te fascinarán y otras que te caerán muy mal: tú eliges con quién quieres trabajar y aprender y con quien no, tú eliges tu grado de implicación y tu forma de aplicar tu feminismo a tu vida diaria y a tus relaciones.

Fabricar tus gafas violetas es más divertido y placentero cuando nos juntamos con otras mujeres. El feminismo es un espacio para celebrar, para aprender, para empoderarnos, para colaborar, para sacar adelante proyectos, para luchar, para cuidarnos, para aprender a querernos, para apoyarnos, para escucharnos unas a otras y para acompañarnos. 





Una vez que te pones las gafas moradas, resulta complicado deshacerte de ellas: todo lo que antes te parecía "natural" y "normal" ahora te parece patriarcal. Tu capacidad de análisis se expande, y aprendes rápido a entender la jerarquía en la que nos organizamos, y tu lugar en ella. Puedes ver los privilegios que tienes, las opresiones que sufres y que ejerces, la manera en la que reproduces el patriarcado en tus relaciones afectivas y sexuales y en tus forma de estar en el mundo. Puedes empezar a liberarte en tu día a día, desde el minuto cero, en todas tus relaciones. Adquieres herramientas para trabajarte lo romántico en pareja o a solas, para defender tus derechos y los de los demás, para indignarte con las injusticias. Te vuelves más sensible, pero también más solidaria, y en cierto modo, más sabia, porque con las gafas no dejas nunca de aprender y de comprender cómo funciona el patriarcado, y se te disparan las ganas de revolucionarlo todo y ponernos a inventar formas de organizarnos y relacionarnos nuevas.

Es entonces cuando comienza también experimentas tu propia revolución personal. Con las gafas violetas adquieres superpoderes para cambiar tu vida y para constribuir a la transformación, colectiva. Tus cambios personales también son políticos: cuando una se libera, nos liberamos todas: es maravilloso sentir que no estamos solas, que somos muchas, que la lucha está dando sus frutos, que lo vamos a lograr: el patriarcado se va a acabar. 


Coral Herrera Gómez




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    3 de enero de 2018

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    17 de septiembre de 2017

    ¿Las mujeres son las buenas y los hombres son los malos?


    Claro que hay mujeres malas. Hay mujeres violentas, crueles, mentirosas, manipuladoras, y opresoras. Hay mujeres fascistas, clasistas, racistas, misóginas, de todo hay. Los feminismos no niegan esta realidad, no pretenden situar a todas las mujeres como las «buenas» y a los hombres como los «malos». Las mujeres interiorizamos el patriarcado porque vivimos en él y si, lo transmitimos a nuestros hijos e hijas. Algunas mujeres trabajamos muy duro para despatriarcalizarnos, otras son cómplices del patriarcado toda su vida. Si, los grupos de oprimidos suelen ser opresores también, reciben violencia de gente con más poder, y reproducen la violencia con gente con menos poder. También hay oprimidas que aman a sus opresores y odian a sus compañeras.

    Las mujeres nos rebelamos y nos adaptamos al patriarcado, pero la gran diferencia con los hombres es que no nos organizamos en grupos para secuestrar hombres y convertirlos en esclavos sexuales, no mutilamos a los niños varones para impedirles el acceso al placer, no hacemos violaciones en grupo ni las grabamos para divertirnos. No acosamos a los hombres por la calle, en el metro o en el bus, no les encerramos en las casas, no les obligamos a trabajar gratis para nosotros, no matamos a los hombres para vengarnos de otras mujeres, no les encarcelamos si no desean ser padres, no ponemos a los hombres a cuatro patas en la publicidad de productos dirigidos a las mujeres, no les empalamos ni les torturamos.

    Podemos ser muy malas, pero nosotras no tenemos el poder económico, ni el legislativo, ni el judicial, ni el político, ni el mediático para someter a la mitad de la población, ni queremos hacerlo. En ningún país del mundo hay igualdad plena entre hombres y mujeres, en todos se viola, se mata y se tortura a mujeres. Esto es un problema social, un asunto político: los hombres tienen que poner a trabajarse las masculinidades, y tenemos que despatriarcalizarlo todo de arriba a abajo para acabar con tanta desigualdad y violencia.

    Las feministas no vemos una guerra de sexos en los que ambos bandos juegan en condiciones de igualdad: vemos una guerra contra las mujeres, y estamos luchando contra ella. Porque son muchos siglos de injusticias, explotación, esclavitud, humillaciones, abusos, asesinatos, torturas, cosificacion, e invisibilización, y ya no podemos más.

    Si tú no ves esta guerra, ponte las gafas violetas que vas a alucinar y vas a gritar: ¿Pero qué mundo es este?, ¿Cómo es posible tanta violencia, opresión y sufrimiento?, ¿Qué puedo hacer yo para luchar contra la desigualdad y la violencia machista?

    Coral Herrera Gómez

    26 de junio de 2017

    Receta para reproducir el patriarcado en nuestras luchas contra el patriarcado


    1. Discriminar y etiquetar a la gente para diferenciar quienes son de tu tribu y quienes no (nosotras versus las otras).

    2. Usar categorías sobre estos grupos usando dicotomías: buenas/malas, víctimas/culpables, privilegiadas/no privilegiadas, opresoras/ oprimidas, etc.

    3. Jerarquizar como a una le convenga, en escalas que van del desprecio al odio, de la admiración al amor total. Puedes poner a algunas personas de moda, proponerlas como modelo a seguir, escucharlas sin cuestionarlas, endiosarlas, reirles todas gracias, y después hundirlas si no siguen las modas o se desvían de la senda marcada por las directrices de... Puedes lincharlas en facebook, llamar a tu tribu para te apoyen y luego bloquearlas para siempre, y olvidarte de su existencia. 

    4. Utilizar el pensamiento binario en todo momento junto con juicios de valor, generalizaciones, estereotipos y prejuicios: "Todas las blancas son racistas, todas las ricas son malas personas, todos los hombres son machistas, todos los chinos son, todos los catalanes son, todas las musulmanas son, todas las académicas son..." Da igual que conozcas o no personalmente a alguien: puedes etiquetarla y juzgarla como te plazca por su nacionalidad, color de piel, orientación sexual, religión, clase socioeconómica a la que pertenezca.

    5. Utiliza conceptos cristianos como la culpa, el arrepentimiento, la confesión, la redención, el castigo, el sadismo, el masoquismo, el perdón de los pecados y la salvación eterna. Por ejemplo: "Soy cisexual y hetera, soy consciente de mi potencial opresor, me arrepiento profundamente, reniego de mi misma, me flagelo y pido disculpas públicamente para ser aceptada en el reino de los cielos"

    6. Utiliza el paternalismo para explicarle a la gente qué debe hacer en el caso de pertenecer a los grupos enemigos: "Callaté, escuchame, habla cuando te pregunten, liberate, sé humilde, deja de follar con tal, prueba a follar con tal, trabajate esto, trabajate lo otro, asume tu desgracia por haber nacido así o asá, haz autocrítica, no protestes si te rechazo o te excluyo porque yo estoy más oprimida". 

    7. Cuida mucho a las de tu grupo. Que haya muchos besos y abrazos apretaos en vuestras reuniones. Que el amor os una a todas y alivie la tensión cuando surjan rivalidades, luchas de poder y conflictos. Si no hay amor suficiente, divide el grupo en dos, tres, cuatro partes. Os quedaréis las mejores siempre.
    8. Si alguien de los otros grupos no piensa como tú o habla de cosas que no te agradan, insultalá despiadadamente con categorías patriarcales tipo: eres una transfoba, eres una colaboracionista del machismo, eres lesbofoba, eres eurocéntrica, eres blanca, etc. Da donde más duele, así la conversa se convertirá en guerra y habrá más espectáculo, como en la tele. Cuanto más cruenta la guerra, más famosa te haces.

    9. La autocrítica es siempre para las demás. Tú estás libre de patriarcado porque eres especial y porque tu feminismo te mantiene a salvo de cualquier comportamiento o pensamiento patriarcal. No, tú no usas el pensamiento binario, ni etiquetas, ni jerarquizas, ni te metes en luchas de poder, ni utilizas tácticas de guerra contra el enemigo o los enemigos, o las enemigas, o las víctimas del patriarcado que colaboran con el patriarcado amando a los opresores. 

    10. Puedes justificar las guerras que empiezas y alimentas diciendo que te sientes muy ofendida y que lo haces en defensa propia. Combate el odio con más odio, y la violencia con más violencia, así es como se ganan todas las batallas en todo el mundo desde que empezó el patriarcado.

    #AutocríticaFeminista #MásAlláDeLasEtiquetas #HumorFem

    4 de mayo de 2017

    Sobre los hombres que abortan

    Los hombres abortan hijos todos los días, pero nadie habla de ellos. No van a la cárcel, nadie les juzga ni les critica, no agarran infecciones, no lo viven como un trauma, no se gastan plata en pagar a carniceros, no mueren desangrados, no se sienten culpables, sus padres no les echan de casa. 

    Si no hay aborto, no dejan de trabajar ni de estudiar: su vida no sufre ningún cambio si conciben un hijo no deseado. Simplemente huyen, rompen con su pareja, y no se vuelve a saber nada de ellos. No les da remordimientos saber que tienen hijos e hijas que algún día preguntarán por ellos, no les hace sentir mal el saber que esos niños y niñas puedan necesitarles. 

    Pongamos pues de moda la vasectomía, para todos esos que van regando su esperma, pero luego no quieren ser padres. Esos que no quieren ponerse condón, pero tampoco quieren pagar pensión alimenticia. Esos que van dejando el mundo lleno de niños sin papá porque se creen muy machos: todos necesitan esterilizarse con urgencia. 

    Los Estados tienen que ponerse a la tarea. En la mayor parte de los países los hombres no reciben educación sexual ni emocional, no les enseñan lo importante que es responsabilizarse de la planificación familiar, no les explican que es violencia presionar a sus parejas para que acepten tener relaciones sin preservativo. 

    Ya que la crianza se sigue considerando una cosa de mujeres, ya que los hombres no son sensibilizados para que asuman sus obligaciones ni para que aprendan a disfrutar de su paternidad, que al menos tengan la posibilidad de hacerse la vasectomía. Sólo hay que convencerlos de que no van a dejar de ser machos, que su virilidad no corre peligro, que van a vivir mejor. 

    Pongamos de moda la esterilización masculina, todo son ventajas: reduciremos drásticamente el número de niñas, adolescentes y adultas que mueren en abortos clandestinos. Habrá también menos niñxs con trauma de abandono paternal, menos mujeres humildes cargadas de hijos sin padre haciendo frente a la vida sin ayudas ni apoyos, y condenadas a la miseria. 

    Yo hasta les pagaría por hacerse la vasectomía (así seguro se la harían muchos). América Latina necesita acabar con tanto dolor, tantas ausencias, y tantas muertes de mujeres en abortos clandestinos.

    1 de mayo de 2017

    Mujeres que trabajan gratis

    Mi reivindicación para este 1 de Mayo es para todas las mujeres que trabajan gratis, sin seguro médico, sin derecho a prestaciones de desempleo, sin vacaciones, sin jubilación, sin limitación de horarios, sin derechos laborales de ningún tipo. También para las que además de trabajar en el hogar sin remuneración, trabajan fuera a cambio de un salario y cumplen con dos jornadas de trabajo. 

    Las tareas de cuido y del hogar son las más importantes para el funcionamiento del mundo, pero a pesar de que son absolutamente necesarias, siguen siendo invisibilizadas y minusvaloradas por el capitalismo patriarcal, que se aprovecha de la fuerza de trabajo femenina para que unos pocos puedan enriquecerse. 

    La conciliación sigue siendo un mito y una trampa: la doble jornada que recae sobre las cuidadoras y las trabajadoras del hogar es esclavizante, porque nos priva del derecho al tiempo libre, porque son tareas especializadas que requieren mucha energía y muchas horas, porque no se reconoce socialmente la importancia de este trabajo para la supervivilencia de la especie, y porque no es casualidad que el 90 por ciento de las personas que cuidamos seamos mujeres. No se puede construir una sociedad igualitaria mientras millones de mujeres trabajen gratis y sin derechos laborales. 

    O asumimos entre todxs los miembros del hogar estas tareas, o empezamos a pagar a la que asuma en solitario toda la carga reproductiva y doméstica. El caso es que hay que acabar ya con esta explotación machista, no se puede dejar para después, es un problema global que afecta a miles de millones de mujeres en todo el mundo. 

    Sin feminismo no hay revolución, ni transformación, ni ningún tipo de cambio o mejoría posible. 

    Pd: El CSIC, la mayor institución pública dedicada a la investigación en España, considera que el trabajo de las amas de casa se podría cuantificar por un valor monetario de unos 424.140 millones de euros, esto es, el 50% del PIB de España.


    #CuidarEsTrabajo #CapitalismoPatriarcal #LimpiarEsTrabajar#HaceFaltaFeminismo

     #TrabajadorasDelHogar #DerechosParaTodas#NoTrabajoGratis #EconomíaFeminsta #RentaBásicaYa

    25 de abril de 2017

    El odio a las mujeres y el machismo se aprenden

    Los hombres no nacen odiando a las mujeres. El machismo se aprende. En casa, en el cole, en la tele, en el cine. Desde muy pequeños se dan cuenta de que los hombres son superiores y dominan a las mujeres, lo ven a diario en todas partes. En casa ven que las mujeres sirven a los hombres. En el colegio aprenden las hazañas de los hombres, jamás ven a ninguna gran mujer en los libros de texto. En las pelis también los héroes son masculinos, y las mujeres un trofeo (y un incordio, se pasan la mitad de la historia llorando o dando grititos). Por eso el peor insulto que pueden recibir es aquel que les compara con una niña. 

    Y asi es como aprenden a ser hombres: admirando a otros hombres y despreciando a las mujeres, a las que se acercarán de mayores para tener sexo, para reafirmar su virilidad, para sentirse amados, para ser admirados, y para tener sus necesidades básicas cubiertas. 

    En toda la cultura y en los chistes está la idea de que somos personas interesadas, malas, débiles: pronto aprenden a defenderse de nosotras y a domarnos para poder utilizarnos. La mejor herramienta para someternos: enamorarnos. 

    Conclusión: hay que transformar urgentemente la cultura patriarcal que nos bombardea con la idea de que las mujeres somos seres inferiores y despreciables. Hay que visibilizar el trabajo creativo de las mujeres. Y a los guionistas, periodistas, humoristas, productores, cantantes, escritores, ilustradores, directores de cine, publicistas, coreógrafos, bloggers, youtubers, comunicadores, educadores, programadores: es hora de responsabilizarse y de eliminar el machismo, la lesbofobia y la homofobia de vuestras producciones. 

    Ya son muchos siglos con lo mismo. A nosotras nos va la vida en ello

    #VivasNosQueremos #NosEstánMatando #MachismoMata #TerrorismoMachista

    20 de abril de 2017

    Masculinidades desobedientes y diversas

    Uno de los descubrimientos más sorprendentes de mi carrera fue darme cuenta de que la masculinidad no es patrimonio exclusivo de los hombres, y que no todas las masculinidades son patriarcales. 

    Conocer mujeres masculinas que construyen su identidad de género desobedeciendo los mandatos de género de la cultura patriarcal ha sido de las mejores cosas que me han pasado, porque asi pude romper con la dicotomía masculinidad-hombres, feminidad-mujeres.

     La realidad de nuestro mundo es mucho más compleja y diversa, para entenderla sólo tenemos que dejar de utilizar el pensamiento binario y jerarquico. Sólo así podremos liberarnos individual y colectivamente del patriarcado, reivindicando la diversidad 

    #OtrasFormasDeMasculinidadSonPosibles #MásAlláDeLasEtiquetas#PensarEnRed

    3 de febrero de 2017

    Educación para el amor desde el feminismo y la diversidad

    Tenemos que proteger a las niñas y las adolescentes del mito del amor romántico. Es urgente que les demos herramientas desde la más tierna infancia para que aprendan a distinguir entre la ficción y la realidad, a cuestionar la magia del amor, a analizar los mitos desde una perspectiva crítica, a despatriarcalizar las emociones, y a construir relaciones igualitarias, sanas y bonitas. 

    No es justo dejarlas indefensas frente a la ideología que les seduce y les hace creer que el amor es la salvación y la solución, y que no es el amor entre nosotras, sino el amor hacia un hombre. Porque cuando se hacen adultas siguen consumiendo fantasías románticas, y configuran sus vidas en torno a la necesidad de sentirse amadas. 

    Nos pasa a casi todas. Cuando nos hacemos adultas ya no creemos en el Ratoncito Pérez ni en Papa Noel, pero seguimos creyendo que el amor nos hará felices, será perfecto, y durará toda la eternidad. Nuestros sueños y nuestros proyectos se abandonan o se dejan para después porque nosotras no somos lo importante: ponemos el amor en el centro de nuestras vidas, y en eso se nos van las energías y el tiempo, en tratar de encontrar a nuestra media naranja. 

    Hay millones de mujeres en el planeta que viven en ese mundo de ilusión y decepción constante, que dependen económica y emocionalmente de un hombre, que creen que sin pareja no son nadie, que no se sienten capaces de arreglar sus problemas por si solas, que aguantan malos tratos en nombre del amor, que se sienten inferiores, que creen que obedeciendo serán más amadas, que creen que para ser amada hay que sufrir, que piensan que la felicidad está en esperar pasivamente la llegada del príncipe azul. 

    Como no nos enseñan en las escuelas, luego nos hacen falta muchos años de terapia y de duro trabajo personal para poder desaprender todo lo que aprendimos con los cuentos que nos cuentan. Si nos vacunasen contra esta magia podríamos acabar con tantas decepciones y sufrimientos, tantos embarazos prematuros, tantos sueños abandonados, tantas vidas rotas, y tanta violencia machista. 

    Los niños y los adolescentes también necesitan herramientas para perderle el miedo al amor, para aprender a expresar sus emociones, para desaprender el machismo que aprenden en la televisión y en la cultura del entretenimiento. 

    Los niños tienen que poder defenderse de la mitificación del macho violento, necesitan otros héroes y otros modelos de masculinidad para que aprendan a resolver sus problemas sin utilizar la violencia. Los niños tienen derecho a sentirse libres para vestirse como quieran, para llorar si lo necesitan, para pedir ayuda cuando se sienten tristes, para mostrar su vulnerabilidad sin miedo a las burlas. Los niños necesitan aprender a cuidarse y a cuidar a los demás, a respetar a las niñas y a si mismos, a dejar de considerar que las niñas son seres inferiores que han nacido para amar y para servir a los hombres. 

    Los niños y adolescentes necesitan herramientas para gestionar sus emociones, y para aprender a relacionarse de un modo igualitario, en horizontal, sin jerarquías y sin esquemas de dominación ni sumisión. Necesitan mucho feminismo para aprender a ser seres autónomos que no dependan de su madre o de su novia, que no necesiten criadas, que no necesiten ser obedecidos. Necesitan amar y respetar la diversidad para que cualquiera de ellos puedan amar a otros hombres sin ser discriminados. 

    Necesitamos mucho feminismo en las escuelas para aprender a querernos bien, para amarnos más y mejor, para poder alejarnos del modelo tradicional del romanticismo patriarcal y sus paraísos imposibles. Por eso es tan importante aprender a pensar por nosotros mismos, con perspectiva de género y con capacidad para analizar cualquier mensaje desde la crítica, visibilizar la ideología que subyace a los contenidos mediáticos, y así desmontar todos los cuentos que nos cuentan. 

    Hay que desaprenderlo todo, resistir ante el bombardeo del romanticismo patriarcal, generar espacios de ternura, libres de machismo y llenos de solidaridad, cooperación, y ayuda mutua. Reinventarnos el amor, probar otras formas de querernos, imaginar otras estructuras sentimentales para poder sufrir menos, y disfrutar más del amor. 


     .
    Coral Herrera Gómez


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    20 de enero de 2017

    Mini Taller con Coral Herrera: separaciones y rupturas

    ¿Te estás separando?, ¿hace poco que te separaste?, ¿te están entrando ganas de separarte?. ¿Te gustaría vivir tu duelo de una forma menos dolorosa?,  ¿te gustaría tener herramientas para sufrir menos y para poder llevar la teoría a la práctica?
    En compañía se pasa mejor: en este mini taller podrás trabajar con Coral Herrera y con más compañeras de diferentes países todo tu proceso. Es un curso intensivo en el que tenemos un ejercicio para cada día, materiales de lectura, una caja de herramientas, y un chat en directo con Coral Herrera.
    Fechas: del 29 de enero al 12 de febrero (dos semanas)
    Horarios: no hay horarios fijos, puedes conectarte cuando quieras
    Precio: 50 euros por persona, con los que podrás disfrutar de un mes gratis en el Laboratorio del Amor,
    ¿te apuntas con nosotras?

    Es muy fácil, en solo dos pasos podrás entrar a la plataforma Otras formas de Quererse: 
    1. Pagar en Paypal  Haces click en el botón ¡Quiero inscribirme!, que te lleva a Paypal. Una vez finalizado el proceso de pago, serás redireccionada a Ning, la plataforma on line en la que está alojado nuestro taller.
    2. Inscribirte en Ning.  El día de comienzo del taller, Coral activará tu perfil en la plataforma Ning, y recibirás un mail de aviso.  
    ¡Muchas gracias por unirte al mini taller!
    Si tienes dudas sobre el curso o el proceso de inscripción, visita Preguntas frecuentes

    30 de diciembre de 2016

    A otra cosa, mariposa: consejos feministas para romper con tu pareja





    Duchas de agua fría, hacer deporte, mantenerse ocupada, estar acompañada de las mejores amigas, hacerse un viaje, escribir un diario, reforzar tu autoestima, pedir ayuda profesional, hacer meditación y yoga, dar largos paseos… son muchos los consejos que nos damos unas a otras para desintoxicarnos cuando estamos muy enganchadas de alguien que no nos ama. 

    Desenamorarse es muy duro porque es un proceso muy parecido al de dejar una adicción (tabaco, alcohol, drogas, juegos y apuestas, etc): es luchar contra nuestro deseo de estar cerca de nuestra droga. Nuestro cuerpo tiene que borrar el deseo de nuestra piel y sudar mucho para eliminar toda la toxicidad del amor. Y es que en esos momentos tan difíciles, nuestra mente tiene que ponerse limites, auto-censurarse, contenerse, darse buenos consejos para no ir corriendo a pedir clemencia de rodillas.

    Para desvincularte emocionalmente de alguien, es fundamental tener una cosa muy clara: el amor ni se mendiga, ni se exige. Si no hay amor, entonces mejor dejar la relación, hacer un ritual de despedida como quien entierra a un ser querido, y hacer un proceso de aceptación de la Realidad. 

    Es importante también poder desconectarse: la amistad puede llegar al cabo de muchos meses o años, pero para poder ser amigos primero hay que llegar a la desconexión total, y mantenerse así un tiempo hasta que logramos sacarnos a la otra persona de la cabeza, y empezamos a rehacer nuestras vidas.

    La idea es aguantar sin llamar, sin guasapear, sin chatear, sin mensajear sabiendo que el otro o la otra van a estar bien. Nosotras también vamos a estar bien, y no hay que buscar excusas para  romper la desconexión. Si necesitamos un hombro para llorar, ahí tenemos a las amigas y los amigos: los ex y las ex no son las personas más indicadas para consolarte.

    Estos son los consejos que le doy a mis amigas y que me doy a mi misma en una ruptura: hay que separarse con amor, cuidarse mucho (a ti y a la otra persona), quererse mucho a una misma, ser sensata, ser realista, mirar hacia delante siempre, mantener la dignidad, intentar no ser egoísta, y evitar las luchas de poder y las guerras. 

    Sin embargo, lo que a mí me ha funcionado de verdad es aplicarle el feminismo al proceso de ruptura. Es fácil, sólo hay que hacerse un par de preguntas: ¿cómo nos quiere el patriarcado?, y ¿le voy a dar el gusto?. El patriarcado nos quiere tristes, deprimidas, débiles, frágiles, vulnerables, hechas polvo, sin energías, esperanzadas, emparanoiadas, entretenidas con fantasías, aferradas al pasado, solas, rivalizando entre nosotras, pendientes y dependientes de un hombre.

    Al patriarcado le encanta que las mujeres concentremos nuestras energías y nuestro tiempo en llorar, en lamentarnos, en auto-engañarnos, en buscar amor. Porque así somos más sumisas: cuanto más necesitamos al hombre al que amamos, menos libres somos para juntarnos y separarnos. Cuanto más solas nos sentimos, más ganas tenemos de entregarnos y darnos por completo. Cuanto más enamoradas estamos, más entretenidas estamos, y más a lo nuestro estamos.

    Las mujeres cuando estamos alegres, unidas, empoderadas, con energía, enfocadas en lo que queremos, somos peligrosas: se nos puede ocurrir cualquier barbaridad, como por ejemplo luchar por nuestros derechos y libertades en todo el mundo.

    Así que si el patriarcado nos quiere ver sufriendo y destrozadas porque el hombre al que amamos no nos ama, la mayor rebeldía contra el patriarcado consiste en estar bien.

    Aplicar el feminismo al desamor supone que en lugar de perder el tiempo esperando a que el otro nos quiera, lo que hacemos es ponernos activas, y trabajar por nuestro bienestar y nuestra felicidad, la propia y la de las demás. Es fundamental tener siempre a tu tribu de gente querida, tengas o no tengas pareja, para que tu vida siga siendo la misma siempre y no te sientas sola. La clave está, pues, en diversificar afectos, y en tener una buena red de mujeres cerca que te acompañen. 

    Juntarnos para celebrar, para acompañarnos, para aprender juntas, para crear redes de afecto es lo verdaderamente revolucionario. Tirar hacia delante, no hundirse, no quedarse esperando a que suceda el milagro cuando un hombre nos rechaza o deja de amarnos, es una forma de resistencia al patriarcado que podemos practicar todas desde nuestras trincheras. 


    Hacer redes de afecto y solidaridad frente a la soledad, querernos bien a nosotras mismas, aceptar que el otro no nos ama y que no se acaba el mundo es un acto de resistencia feminista. Cuando la persona a la que amamos no nos corresponde, cuando nos rechaza, cuando no nos trata bien, cuando nos está haciendo daño, cuando juega con nuestros sentimientos, o cuando rompe la relación, lo mejor siempre es aceptar, pasar el duelo, y tirar hacia delante, porque el tiempo todo lo cura, porque no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, y porque no hay otro camino que ir hacia delante.  

    Si no nos quieren, entonces es mejor soltar, echar a volar, y a otra cosa, mariposa. 

    Coral Herrera Gómez



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    9 de noviembre de 2016

    Sin machismo, los hombres serían más felices



    - Sin machismo, los hombres no asesinarían a otros hombres: el 95% de los asesinos de hombres, son hombres. Así que en un mundo libre de machismo, habría menos asesinatos de hombres y de mujeres, es decir, habría menos violencia, menos sufrimiento, menos dolor. Los hombres no perderían a sus hermanos, padres, abuelos o amigos, y tampoco a las mujeres de su entorno familiar y socioafectivo. Habría menos entierros, menos duelos, menos sufrimiento: todos saldríamos ganando si pudiéramos acabar con la violencia patriarcal.  
    - Sin machismo no habría dominadores ni dominados. Los hombres no tendrían que someterse a otros hombres, ni arrodillarse ante ellos, ni obedecerlos, ni vivir esclavizados para enriquecerlos. No habría jerarquías ni viviríamos en un mundo tan competitivo: los hombres no tendrían que someterse al estrés de ser los mejores en todo, no se sentirían perdedores todos los días, no tendrían que pisotear a los demás para subir más alto. No tendrían por qué tener complejos de inferioridad o superioridad: podrían relacionarse de igual a igual con otros hombres, con las mujeres, con los niños y las niñas, con los animales de su entorno, y con la Naturaleza. Su salud mental y su salud física mejoraría mucho, y podrían relacionarse con más amor, respeto y ternura entre ellos, y con nosotras. 
    - Sin machismo los hombres no sentirían la necesidad de abusar y violar a los más débiles. No se sentirían mejor dominando y haciendo sufrir a otros hombres, a niños, niñas o mujeres. Tampoco sufrirían la violencia agresiones sexuales, ni violaciones, ni serían víctimas de los abusos sexuales infantiles que hoy en día sufren a manos de otros hombres. No tendrían que prostituirse ni tendrían que drogarse para soportarlo, no tendrían que vivir una vida de humillaciones y dolor. Y las mujeres tampoco tendríamos que sufrir por lo mismo. 
    - Sin machismo los hombres serían mucho más libres, no tendrían por qué obedecer los mandatos de género que les obligan a ser agresivos, dominantes, ganadores. Podrían caminar, gesticular, vestirse como les diera la gana, sin sentir miedo  al qué dirán, sin sentir vergüenza de su forma de ser o de sus deseos más íntimos. Podrían amar a otros hombres sin miedo porque no existiría la homofobia ni la transfobia. 
    - Son machismo, los hombres podrían vivir su sexualidad de una manera más libre y sana, con otros hombres y con las mujeres.  Podrían olvidarse de la penetración y la eyaculación y disfrutar de los goces del cuerpo entero, de arriba a abajo, sin pensar en la meta final, disfrutando del mientras tanto. Podrían disfrutar del placer anal sin los miedos de hoy en día, podrían explorar su propio placer sin tantos obstáculos y trabas, sin tener que esconderse, sin tener tanto miedo a lo desconocido. Sin machismo, estarían mucho más abiertos a aprender cosas nuevas y a entender la compleja y fascinante sexualidad femenina.
    - Sin machismo, los hombres no le tendrían miedo al amor, y aprenderían a amar sin poseer y sin dominar. Serían más libres para empezar y para terminar las relaciones sentimentales con hombres o con mujeres, gozarían más sin tener que obedecer o ser obedecidos, se sentirían mejor si aprendiesen a relacionarse desde el amor y la libertad. Disfrutarían más del amor porque no tendrían complejos de infierioridad, ni sentirían la necesidad de poseer, controlar o destruir a la persona a la que amasen. No tendrían miedo de ser abandonados o traicionados porque aprenderían a respetar, a cuidar y a amar su libertad y la libertad de las personas de las que se enamoran. 
    - Sin machismo los hombres podrían reírse de si mismos, hacer auto crítica, llorar en público, mostrar su vulnerabilidad, pedir ayuda cuando lo necesitan. No tendrían tanto miedo a hacer el ridículo y por tanto, se divertirían mucho más. Se sentirían mas libres, respetarían todos los modelos de masculinidad, no se verían obligados a adoptar el modelo hegemónico de masculinidad patriarcal, y no tendrían miedos ante la diversidad sexual y amorosa de la Humanidad. 
    - Sin machismo los hombres no tendrían por qué acumular propiedades, acaparar el poder, o ser siempre los protagonistas de la Historia de la Humanidad. No tendrían que afrontar solos los problemas de una familia o de la comunidad, y tampoco se les exigiría que fuesen los principales proveedores de recursos económicos. Sin machismo las mujeres también tendrían acceso a las tierras y a los medios de producción, así que no dependeríamos de ellos y las relaciones serían más sanas y horizontales. No serían los jefes ni los directores ni los amos del mundo: podríamos organizarnos en equipos de cooperativas en los que ellos no acaparasen el poder político y económico.  
    - Sin machismo, los hombres no tendrían que mutilarse emocionalmente, y serían  libres para expresar cómo se sienten, sin miedo a ser insultados o humillados en público. Sin machismo ninguno sentiría la necesidad de reírse o de atacar a los hombres que hablan de sus emociones y sentimientos, podrían criar a sus hijos e hijas, disfrutar de su paternidad, aprender a cuidar a sus seres queridos. Podrían disfrutar de la diversidad de afectos que se tiene cuando uno es libre y los demás a su alrededor también lo son
    - Sin machismo los hombres vivirían más años porque no tendrían que perder la vida en peleas con otros hombres, no tendrían que someterse a conductas de riesgo para parecer muy machos, y podrían aprender a cuidarse a sí mismos. 
    Autocuido: actualmente la mayor parte de los hombres educados en la tradición patriarcal no saben o no quieren cuidar de sí mismos porque siempre han tenido al lado a una mujer (la madre, la esposa, la hermana, etc) que se preocupa por su salud física, psicológica y emocional. Muchos de estos hombres tradicionales no hablan de sus problemas de salud ni van al médico porque les cuesta exponer su vulnerabilidad y no quieren parecer frágiles, ya que les han enseñado que la debilidad es cosa de mujeres, y lo peor para un hombre macho es que le comparen con una mujer. Les da miedo que los demás se burlen de su miedo al dolor, a la enfermedad y a la muerte, por eso no les gusta ir a los tanatorios ni a los hospitales, ni hablar de estos temas en profundidad. Generalmente son sus esposas las que se empeñan en llevarles al médico cuando les ven mal, y no suelen cuidar su dieta o su salud para prevenir enfermedades físicas. En el caso de las enfermedades mentales y emocionales, tampoco saben pedir ayuda: generalmente tratan de disimular su sufrimiento o lo expresan a través de la agresividad o la violencia. Sin machismo, los hombres tradicionales podrían aprender a pedir ayuda, a expresar sus emociones y sentimientos, a cuidarse a sí mismos como seres adultos. 
    Conductas de riesgo: los hombres mueren más por accidentes de tránsito (por conducción temeraria o por no respetar las señales de tráfico o los límites de velocidad) y por accidentes relacionados con la falta de prudencia en actividades físicas o deportes de riesgo. Estas conductas temerarias son una demostración de virilidad y valentía, por eso los hombres se sienten obligados a hacer el bruto y arriesgar su vida: para ellos es fundamental que los demás les vean muy "masculinos", o sea, muy fuertes y sin miedos, porque los miedos son "cosa de mujeres", y a ellos les aterra que les comparen con una mujer.
    Peleas con otros hombres: sin machismo los hombres no tendrían que batirse en duelo con otros hombres para demostrar lo valientes que son, para defender su honor o el de su familia, para castigar a otros hombres por temas de celos, para descargar la agresividad acumulada, para sentir placer con los subidones de adrenalina... Sin machismo los hombres no se burlarían de otros hombres, ni tendrían que demostrarle nada a nadie: podrían vivir sin pelearse porque no les importaría la opinión de los demás sobre su hombría. Sin machismo viviríamos en una cultura más pacífica en la que los hombres podrían resolver sus conflictos sin violencia, y por lo tanto no morirían acuchillados, golpeados, descuartizados o tiroteados. 
    - Sin machismo, los hombres serían más felices porque las niñas, las mujeres adultas, las ancianas serían más felices también. Sin machismo podrían relacionarse con mujeres libres que no dependan de ellos, y no perderían sus energías en relaciones de poder: podrían relacionarse con amor con todas las mujeres y los hombres de su entorno, sin necesidad de poseer, dominar u obedecer a nadie. 
    Sin machismo, saldríamos ganando todas y todos. No es solo que nosotras tengamos derecho a vivir una vida libre de violencia: también a los hombres les beneficiaría mucho el final de la cultura patriarcal. Sin machismo los hombres patriarcales podrían deshacerse de sus cadenas, de sus miedos y de sus carencias. Serían más libres, más solidarios, más buenas personas, y tendrían mucha más salud emocional y mental.
    Coral Herrera Gómez


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