9 de junio de 2017

Sobre la guerra contra las mujeres en Centroamérica y México

Cuando fui a España me emocionó mucho ver grupos de niñas jugando en los parques, grupos de chicas adolescentes riendo y paseando con tanta libertad por la calle, grupos de mujeres enfiestadas moviendose de un bar a otro, cantando a grito pelado, borrachas y felices de celebrar juntas la vida.

Acá en Centroamérica y en México millones de niñas y adolescentes viven encerradas en sus casas, sobre todo en sectores populares, sin poder jugar, ni salir con las amigas, ni echarse novio o novia. Solo pueden ir a misa con sus madres y rezar para que no les pase nada.

Los peligros para ellas son múltiples: que se queden embarazadas de sus novios (casi ninguna tiene acceso a educación sexual ni a anticonceptivos, por eso les prohíben tener novios), que las secuestren y las esclavicen para trata (se las llevan a Europa y despues de explotarlas las matan), que las capten las pandillas o las maras y tengan que someterse a los líderes y a las violaciones en grupo. Para ellas ir a la escuela es un peligro: en algunos sitios cuando acaban las clases tienen que agarrarse las unas a las otras para que no se las lleven hombres armados que van a cazarlas.

Sin embargo, quedarse en casa también es un peligro: la mayor parte de los violadores de niñas son sus padres, padrastros, hermanos, tios, o abuelos. Si se quedan embarazadas, las echan de casa. Si tratan de abortar, pueden morir, enfermar, o ir a la cárcel.

Esta es la realidad de las niñas y las jóvenes en muchas partes de América Latina: no pueden estudiar, no pueden trabajar, no pueden viajar, no pueden salir a bailar, no pueden tener amigas. Todas están en peligro: sus vidas no valen nada. Nadie las protege, las instituciones miran otro lado, la prensa las culpabiliza.

Esto es una guerra total del Estado, los jueces, los policías, los médicos, los periodistas, los traficantes y proxenetas, las maras, los familiares y los curas contra las niñas y las jóvenes. Es una guerra en la que las victimas van sin armas y sin conocimientos de autodefensa: si se les ocurre organizarse para protestar contra la violencia que sufren, las queman vivas como pasó hace un mes en Guatemala.

Esta es la razón por la cual me dan ganas de llorar cada vez que oigo a alguien decir que ya no hay machismo, que las mujeres ya somos libres y tenemos los mismos derechos que los hombres, y que no hace falta feminismo.

#EsUnaGuerra #NiñasPrisioneras #EstadosFeminicidas #MachismoMata #VioladoresImpunes #NegacionismoMata #ViolenciaDeGénero #LaGuerraContraLasMujeres

4 de junio de 2017

El amor total: incondicional y para siempre

The Kiss", David Walker, Street Art in London Town.


En el Laboratorio del Amor y en mis talleres hablamos mucho sobre la necesidad de tener pareja, y lo difícil que es no soñar con tener un compañero o compañera con la que compartir la vida. Muchas de nosotras somos mujeres autónomas y empoderadas que vivimos solas, somos independientes económicamente, y tenemos una buena red de afectos. Somos felices con las familias de sangre y las familias que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida, pero ninguna renunciamos al sueño de encontrar alguna vez el amor total, el amor en su más pura esencia, ese amor eterno que no cambia, ese amor leal que no traiciona, que no duele, que no se agota. 

La cultura romántica nos seduce con la idea de que ese amor ideal podemos encontrarlo en la pareja, pero la realidad es bien diferente a la ficción romántica. Las relaciones de pareja no son tan maravillosas, ni tan fáciles, ni tan perfectas como en los mitos. Por eso a veces nos pasa que incluso teniendo pareja seguimos soñando con el amor absoluto, con la llegada inesperada de ese alguien que nos quiera incondicional y eternamente, que nos quiera tal y como somos, que quiera estar siempre con nosotras, que nunca se vaya de nuestro lado, que su querer no se deteriore, no cambie, y no se termine. Esa persona que nos haga compañía hasta el final de nuestros días, que esté en las buenas y en las malas, que no se canse de nosotras, que nos apoye en todo, que nos acune cuando el mundo se nos viene encima. Esa relación que nos de estabilidad, que nos haga sentir seguras, protegidas, cuidadas. 

Y si, podemos encontrar un compañero o una compañera de vida que nos quiera un ratito (un mes, un año, diez años, cuarenta años), pero el enamoramiento y la fascinación mutua no duran para siempre. El amor crece, se transforma, evoluciona, porque es está vivo y cambia con el paso del tiempo. El amor crece, florece y se marchita. Se contamina, se estropea, y a veces se acaba, como todo en la vida. Otras veces crece, se hace inmenso y resiste a la distancia, al tiempo y a la muerte.

Podemos deconstruir los mitos del amor romántico patriarcal, pero es bien difícil quitarse del inconsciente el sueño del amor total. Aunque ya sabemos que no existe el amor perfecto, que el amor se va construyendo, que no dura para siempre, que hay que disfrutarlo mientras exista, que no es la única fuente de felicidad.... ahí sigue en el fondo de nuestro alma el deseo de vivir acunadas por el amor eterno y perfecto. 

Las religiones también nos seducen con la idea de que sus dioses nos aman así, sin condiciones, para siempre. En todos los mitos y los ritos nos aseguran que Él nunca nos fallará, que siempre nos protege, que nos cuida desde el cielo, que se preocupa por nosotras, que nos concede todos los deseos que le pidamos, y que podremos saludarle y permanecer junto a Él cuando muramos y alcancemos la vida eterna. Hay gente que encuentra mucho consuelo en esta relación con Dios, y que sienten que la devoción y el amor es recíproco. Pero también hay mucha gente que no tiene fe y sigue buscando este amor ideal. 

La necesidad de ser amada de una manera absoluta nace con nosotras, surge en el mismo momento en el que salimos del vientre materno. Somos crías inmaduras, incapaces de caminar y de comer por nosotras mismas. Nacemos vulnerables, frágiles y dependientes de la madre o las personas que nos cuidan. El instinto de supervivencia es lo que nos mueve: nos da pánico quedarnos a solas porque cuando nos abandonan en una habitación no sabemos si van a ser dos minutos, dos horas, dos días o si nos van a abandonar para siempre. 

El único mecanismo que tenemos para sobrevivir cuando somos bebés es llorar cuando tenemos miedo, cuando necesitamos calor y protección, cuando tenemos hambre o cuando sentimos dolor. Necesitamos sentirnos cuidados, protegidos, y queridos constantemente. Necesitamos amor, agua, alimento, abrigo y un techo para cobijarnos. Necesitamos tener la certeza de que mamá, papá o la persona cuidadora nos va a calmar el hambre, el sueño, el frío o el calor, el dolor. Necesitamos que nos vigilen y nos curen cuando nos enfermamos, que nos protejan de los depredadores y nos defiendan de los peligros. 

Todos necesitamos sentirnos queridos y acompañados, y si no logramos cubrir estas necesidades básicas, nuestro cerebro y nuestro sistema emocional se dañan. La mayor parte de las enfermedades mentales y emocionales tiene que ver con el sufrimiento que nos causan las relaciones humanas. 

No todas las madres y los padres son seres amorosos que nos cuidan y nos protegen. A veces no hay madres ni padres, a veces las personas encargadas de cuidarnos no nos quieren. Cuando salimos al exterior después del parto nos encontramos con un sistema obsesionado en separarnos de la mamá y del papá, o nos encontramos con mamás que fueron obligadas a parir sin quererlo, o nos encontramos con que somos producto de violaciones y abusos sexuales a menores. Nos podemos encontrar un hogar lleno de amor y de cariño, o un hogar lleno de violencia y malos tratos. En cualquiera de los casos, los adultos seguimos siendo bebés que necesitan desesperadamente que los amen.

La carencia de afecto es el mayor de los sufrimientos que experimenta el ser humano, junto con las pérdidas. Por eso nuestra vida se desmorona cuando un ser querido muere. Nos duele mucho tener que despedirnos para siempre de la gente a la que amamos, nos duele ver a los demás sufrir. Nos duele muchos cuando nuestra pareja decide seguir su camino a solas, o con otra persona. 

El miedo al abandono, al rechazo y a a la soledad son sentimientos universales. Vivimos en un mundo muy individualista, violento y cruel. Incluso si hemos tenido una infancia rodeadas de amor, lo cierto es que nos pasamos toda la vida anhelando ese amor-fusión que sentíamos en el vientre materno. Allí la unión era total: no había hambre, ni miedo, ni frío. Todo el día escuchando el corazón de mamá latir, todo el día sintiéndonos acompañadas, cada segundo del día. 


Por mucho que intentemos matar al bebé y al niño o a la niña que fuimos, en todos nosotros permanece la necesidad de amor y atención: incluso la gente más antisocial necesita ser cuidada cuando enferma o cuando ya no puede valerse por si misma. Dependemos de los demás al principio y al final de nuestras vidas, y durante el transcurso de nuestra corta existencia, todos necesitamos compañía porque somos animales gregarios, seres sociales cuya supervivencia depende de las redes humanas de cuido, apoyo, colaboración y afectos. 
Además de esa red de afectos, muchos sentimos añoranza de esa unión total que experimentamos antes y después de nacer, esa fusión absoluta en la que no sabíamos que eramos dos, sino que sentíamos que eramos una. Da igual si lo experimentamos cinco minutos o cinco años de nuestra vida: todas, todos soñamos con ser queridos así, sin condiciones, sin peros, sin obstáculos, sin miedos. Ser amados por lo que somos, tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. 
Ese amor puro, eterno e incondicional en realidad no existe. No somos seres perfectos, nuestra forma de querernos tampoco lo es. Nunca el amor puede ser eterno porque nosotros no lo somos. No somos el centro del universo de nadie porque el tenemos muchas relaciones y porque el centro de tu vida eres siempre tú misma. Cada una tiene su vida, sus afectos, sus circunstancias, sus miedos, sus traumas, sus necesidades...

Las relaciones humanas son conflictivas, y a veces, muy dolorosas. La interacción requiere negociación, capacidad de ser empática y asertiva, capacidad para comunicarnos y para llegar a acuerdos, habilidades para no utilizar la violencia física y psicológica cuando tenemos un problema. Todas las relaciones humanas pasan por períodos difíciles, luchas de poder, desencuentros, conflictos... a veces se transforman, y otras veces se acaban. No es fácil mantener una relación sana y viva durante muchos años, por eso algunas se terminan. Porque no somos felices en ellas, porque no encontramos el modo de entendernos, porque no respetamos los pactos que hemos acordado, porque estamos mejor separados.
Cuanto más idealizamos el amor, cuanto más le pedimos al amor, más nos decepcionamos. El amor en realidad no es un producto acabado, es una forma de relacionarse con el mundo, y por eso hay que construirlo, y hay que disfrutarlo mientras dure. Está en constante movimiento, se multiplica, se reparte entre todos nuestros seres queridos, o los seres queridos de los seres a los que amamos. El amor no se compra, no se vende, no se exige, no se mendiga, y no se encierra en una sola persona. 
Creo que lo único que podemos hacer es aprender a convivir con esa necesidad de amor total. 

Y disfrutar de la compañía de la gente que nos quiere. Puede que el amor de la gente de carne y hueso no sea tan intenso, ni tan puro, ni tan perfecto como ese amor total, pero es lo que da sentido a nuestras vidas: los afectos, la interacción con la gente. Las redes sociales en las que trabajamos, aprendemos, compartimos, crecemos, deseamos, amamos, intercambiamos fluidos, saberes y objetos, celebramos la vida, luchamos por nuestros derechos. Estas redes humanas en las que construimos nuestra identidad, aprendemos a querernos, a convivir, a respetarnos, a colaborar, a trabajar en equipo. 
Por último, otra fuente de amor y compañía hermosa: tú misma, tú mismo. La vida es más fácil y placentera cuando te llevas bien con la persona que te acompañará de la cuna a la tumba, y cuando logras formar equipo contigo misma. Cuidarse, tratarse bien, hablarse con ternura, escucharse con atención, darse consejos, idear estrategias, tomar decisiones en conjunto... hacerse compañía y quererse bien a una misma es delicioso, y mitiga en parte ese anhelo del amor total, tan humano y tan universal. 
Coral Herrera Gómez

3 de junio de 2017

Ser buena persona

Una de las cosas más placenteras del mundo es liberarse del miedo a la tiranía del "qué dirán". Me costó, pero ahora no me importan los puntos del femistómetro (me da igual si los demás me ven demasiado o muy poco feminista, si me ven moderada o radical), ni me importa mucho si la gente piensa que estoy más gorda, que no me arreglo o que me arreglo demasiado, ni si opinan que soy buena o mala madre. Ya me voy liberando del cabreo que me da que gente que no me conoce me etiquete y me encajone en categorías con las que no me siento identificada. Cada cual te mira con su amor o su odio, con sus miedos y sus prejuicios, con sus creencias, sus complejos de inferioridad o superioridad, y no es mi problema. 

Lo único que me importa es que mi gente, la gente con la que me relaciono, la gente a la que aprecio y quiero, me vea buena persona. Porque eso si me parece importante: ser buena persona. Me lo trabajo cada día para intentar ser honesta, solidaria, generosa, amorosa, comprometida, luchadora, con capacidad para la praxis del buen trato, la empatía y la autocrítica. 

Trabajar en ser mejor persona es un proceso permanente, un trabajo para toda la vida que sólo se demuestra en la práctica, en la vida cotidiana y en la interacción con la gente 
 #LiberarseDelQuéDirán#SerBuenaPersona

1 de junio de 2017

El odio a los hombres y los feminismos

Si, hay feministas que odian a los hombres. Pero es a titulo personal. No hay ningún movimiento anti-hombres, ni teorías anti-hombres, ni colectivas anti-hombres. O al menos yo no conozco ningún feminismo que promueva el odio, el sometimiento y la aniquilación de los hombres en la actualidad. Sacadme de mi error si me equivoco, porfa. Gracias ;)

31 de mayo de 2017

Los machistas son malas personas

Ser machista es ser mala persona. Sentarse a ver cómo otras personas trabajan para servirte la mesa, darte de comer, o limpiar tu mierda es ser un vago, irresponsable, egoísta, e insolidario. Tratar a las personas como objetos para satisfacer tu deseo y tus necesidades es ser miserable, pagar a otros hombres por usar ""sus" mujeres-objeto demuestra que eres un sinvergüenza. Reirte de los chistes que desprecian a las mujeres es de idiotas prepotentes. Si crees que las mujeres nacieron para servirte, cuidarte, agradarte y complacerte es que eres un mierda. Si crees que perteneces al grupo de los superiores es porque eres un fascista. Si niegas al mismo tiempo la opresión que sufren los del grupo de los inferiores eres un cínico. 

Reírte de la gente que lucha por la igualdad y por defender sus derechos es cruel. Afirmar que las mujeres merecemos ser violadas o asesinadas porque algo habremos hecho o porque somos unas desobedientes es inhumano. Afirmar que las mujeres vamos provocando el deseo o el cabreo de los hombres es de gentuza de la peor calaña. Engañar a tu esposa para que ella sea fiel y tú no, es jugar sucio: eres un mentiroso y un tramposo. Si eres machista, eres mala persona. 

La buena noticia es que el machismo se cura. Pide ayuda si lo necesitas. #TeHaceFaltaFeminismo

27 de mayo de 2017

Otras televisiones son posibles

¿Os imagináis una televisión que ofrezca herramientas a la gente para vivir mejor y para construir un mundo mejor? Una tele sin misas ni corridas de toros, sin discursos de odio, sin espacio para los predicadores del miedo. Una tele participativa en la que la gente pueda elegir los contenidos y proponer programas y temas a tratar. Una tele que no manipule la información a favor del partido que gobierne, que no nos oculte información, una tele que nos enseñe a resolver conflictos sin violencia, una tele sin famosos del corazón que nos muestre a toda esa gente imprescindible y anónima que inventa cosas extraordinarias y que lucha por un mundo más justo más igualitario. 

Una tele con gente de la calle que pueda expresarse con libertad. Una tele que nos muestre la diversidad biológica, cultural, social, sexual y amorosa de la realidad en la que vivimos, que nos de herramientas para gestionar nuestras emociones, nuestra sexualidad, nuestros miedos y frustraciones. Que tenga una Escuela de Mamás y Papás para enseñar a criar sin violencia, que enseñen a la gente a defenderse de los abusos y la explotación. 

Una tele con programas que fomenten los derechos humanos, la libertad, y la igualdad, que fomente el buen trato, el respeto y la ternura, que visibilice las luchas sociales y políticas a favor de un mundo mejor. Que de voz a los que no tienen voz, que no ensalce a los machos violentos del narco o de la mafia, que no fomente el machismo ni la violencia contra las mujeres, que trate a su audiencia como si fueran personas inteligentes, que fomente la cultura y la educación, que promueva los valores del feminismo, el ecologismo, el animalismo y el pacifismo. 

Una tele que respete los derechos de sus trabajadorxs, que utilice el pensamiento crítico para que la gente aprenda a pensar por si misma y a rebelarse contra las injusticias, que elimine la publicidad, que ayude a crear debates sin gritos ni insultos, que nos muestre mundos alternativos en los que la gente está rompiendo las estructuras y construyendo alternativas que demuestran que hay otras formas de organizarse y de relacionarse. Vamos, justo lo contrario de lo que son las televisiones ahora.

 #OtraTeleEsPosible #ImaginarOtraRealidad

26 de mayo de 2017

Masculinidades y la Revolución de los Cuidados

RevoluciónDeLosCuidados Para alcanzar la igualdad real, es preciso que los hombres os incorporéis masivamente a las tareas domésticas, de reproducción y cuidados. Tendréis que luchar para crear leyes que os garanticen el derecho a dedicaros a las tareas esenciales para la vida, y para poder compatibilizarlas con el trabajo remunerado. 

Si nos juntásemos en esta lucha, todos saldríamos beneficiados: los bebés, la gente anciana, la gente enferma o con necesidades especiales, las mujeres y los hombres. Todos estaríamos mejor si trabajamos en equipo y repartimos las tareas equitativamente. Otras formas de organizarse y de relacionarse son posibles #Igualdad #FeminismoParaTodxs

12 de mayo de 2017

Taller Amor y feminismo: herramientas para llevar la teoría a la práctica

9 de mayo de 2017

Sobre el tiempo libre de hombres y mujeres

#EsMachismo que los hombres tengáis mucho más tiempo libre que nosotras las mujeres. Es injusto que gocéis de más libertad y viváis como reyes a costa de nuestra doble jornada laboral. Vuestros privilegios demuestran que el machismo os educa para ser unos egoístas insolidarios. 

Dejar que alguien os sirva y trabaje gratis para vosotros, y delegar vuestras responsabilidades y obligaciones en el hogar, la crianza y los cuidos es una falta total de ética y de compañerismo hacia vuestras parejas. 

Poco amor hay si no cuidáis ni pensáis en el tiempo libre de las mujeres con las que convivís, poca coherencia si creéis que es injusto trabajar gratis mientras vuestras compas cargan con todo el peso de las tareas básicas para la supervivencia.

#NoEsAmor #AmorCompañero #MachismoInsolidario#EgoísmoMachista #TareasDomésticas #Cuido #Crianza#Corresponsabilidad


Datos sobre la doble jornada laboral de las mujeres y el tiempo libre de los hombres en España: 
http://www.publico.es/sociedad/mujeres-lideres-labores-hogar-trabajen.html

7 de mayo de 2017

Mi lista de deseos para el Día de la Madre


Hoy es mi primer día de la madre. Esta es mi lista de deseos: 

-Que dejen de encarcelar a las chicas violadas que abortan en Centroamérica.

-Que los obispos quiten sus sucios rosarios de nuestros ovarios.

-Que el sistema médico se comprometa a erradicar la violencia obstétrica en el embarazo, el parto y el posparto.

-Que podamos decidir libremente si queremos o no ser madres.

-Que todas tengamos derecho a anticonceptivos y a una educación sexual y emocional.

-Que no tengamos que renunciar a la crianza de nuestros bebés por trabajo. Conciliación y corresponsabilidad, urgentes.

-Que los chicos que no quieren ser padres, ni usar condón, ni cumplir con las obligaciones y los derechos de paternidad se hagan la vasectomía. Urgente también.

-Que las mujeres con hijxs dejen de ser las más pobres del planeta: Renta Básica Ya.

-Que las empresas no castiguen ni penalicen a las madres ni a las que quieren serlo.


-Que dejen de mitificar la maternidad como la quintaesencia de la felicidad y la autorrealización personal.


Coral Herrera Gómez Blog

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