Entrevista de Cristina Cereceda a Coral Herrera para Culturamas:
Con actitud rebelde y sin pelos en la lengua, Coral Herrera se ha propuesto cambiar el mundo, arremete contra lo más sagrado y reverenciado en nuestra sociedad : el amor romántico y toda la estructura montada a su alrededor, quiere aniquilar estereotipos creados por una cultura patriarcal milenaria, abrir barreras y luchar por la igualdad y los derechos humanos en todos los ámbitos. Feminista convencida y defensora de la Teoría Qeer. Doctora en Humanidades y Comunicación, especialista enTeoría de Género y Teoría de la Comunicación Audiovisual, escritora y bloguera, entre otras cosas que componen un curriculum brillante.
Ha publicado “La construcción sociocultural del Amor Romántico” (Editorial Fundamentos, Madrid, Febrero 2011) y “Más allá de las etiquetas. Feminismos, masculinidades y queer” (Editorial Txalaparta, Pamplona, Febrero 2011), además de infinidad de artículos en diferentes medios y países. También, a partir de ahora, podremos disfrutar en nuestra revista de sus colaboraciones.
Cristina Cerceceda: Te has especializado en las relaciones humanas, concretamente en las de pareja ¿crees que el amor romántico perjudica seriamente a las mujeres?
Coral Herrera Gómez: Nuestra cultura amorosa patriarcal está construida bajo la lógica del pensamiento binario que divide la realidad en dos grupos opuestos: la noche vs el día, lo malo vs lo bueno, lo masculino vs lo femenino, la luz vs la oscuridad. No sólo existe una división, sino una jerarquización: un grupo siempre es superior a otro. A los humanos se nos educa bajo la premisa de que hombres y mujeres somos completamente diferentes, y que por tanto nos complementamos.
De este modo construimos relaciones de dependencia mutua basadas en la lógica hegeliana del amo/esclavo: un grupo domina, el otro se somete. Lo interesante es que el poder es siempre bidireccional, pero estamos desde hace siglos distraídos con la eterna “batalla de sexos”. En lugar de entender el amor como algo diverso, lo encajonamos en patrones heterosexuales y monogámicos: el modelo de pareja siempre es joven y en edad reproductiva.
Las mujeres hemos sido, y seguimos siendo, las mayores víctimas de la seducción que ejerce sobre la gente la mitificación del amor romántico. Empleamos muchos recursos, tiempo y energía en encontrar al amor de nuestras vidas, y aunque algunas han alcanzado la independencia económica y la plena autonomía, muchas siguen dependiendo emocionalmente de la figura de un hombre, siempre engrandecida por nuestra cultura.
Lo más terrible de esta mitificación es que nos vende la idea de que por muy pobres que seamos, por muy dura que sea la vida que llevamos (como Cenicienta o Blancanieves), nos merecemos la llegada a nuestras vidas de un príncipe azul que nos quite de trabajar y nos haga felices para siempre. El amor romántico es la salvación; y somos muchos los adeptos a estas utopías posmodernas que nos prometen la paz eterna.