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29 de febrero de 2016

¿Por qué hay tantos hombres que tienen miedo a enamorarse? Video-consultorio del Laboratorio del Amor



"Nena, no te enamores de mí": ¿cuántas veces habremos oído esta frase en los labios de un chico al empezar una relación?. A los hombres les encanta imitar a sus héroes patriarcales, varones con el corazón endurecido que no están dispuestos a construir un vínculo hermoso y no tienen herramientas para disfrutar del amor. 
Las excusas que ponen son más o menos siempre las mismas: 
-  Una mujer me rompió el corazón en el año 1979,
- Necesito estar con mis amigos y sentirme libre como el viento,
- No me encuentro preparado para "asentar la cabeza" (lo dicen incluso los de 42 años),
- No sé lo que quiero en la vida, y necesito encontrarme a mi mismo,
- Busco a la princesa ideal y no la encuentro,
- Ya no creo en el amor desde que esa desalmada me dejó por otro,
- No creo en la pareja tradicional, que es una institución antigua y yo quiero ser super moderno.

17 de agosto de 2015

La masculinidad patriarcal y la violencia de género



El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre. Los feminicidios son consencuencia de la cultura patriarcal en la que vivimos, aquí unas claves para entender cómo educamos a los hombres en la cultura del machismo y la violencia, cómo podemos hacer para desaprender lo aprendido, y cómo adquirir herramientas para acabar con la desigualdad, y construir un mundo más pacífico e igualitario. 




¿Por qué matan los hombres a las mujeres?


Los hombres matan a las mujeres en todo el mundo porque han sido educados, y están siendo educados, para que resuelvan sus conflictos mediante la violencia, por eso la mayoría de ellos la usan a lo largo de toda su vida para obtener lo que desean, o para arreglar sus problemas. 

Los hombres matan a las mujeres porque creen que son dueños de sus compañeras, sus hijas e hijos, su casa, su coche y su perro. Se sienten muy superiores a ellos, y como propietarios, hacen lo que les da la gana con ellos. 

Los hombres matan a las mujeres porque han sido educados desde niños para ser los reyes absolutos de la familia, y los dictadores en su hogar. Los niños aprenden que los hombres de verdad son siempre respetados, obedecidos y adorados, y que solo por ser varones gozan del amor incondicional y perpetuo de los suyos, especialmente si dependen de sus recursos económicos. 


Los hombres matan a las mujeres porque en la televisión aparecemos representadas como objetos de posesión que pueden ser comprados y vendidos, que pueden ser violados y abusados, que suelen sentir placer obedeciendo y sometiéndose, y que están ahí para satisfacer los deseos de cualquier varón que tenga algo de dinero. Y como cualquier objeto, si no servimos o no obedecemos, pueden destrozarnos con impunidad, porque la prensa lo llamará "crímen pasional" y explicara "sus motivos" (como si hubiese motivos para justificar el asesinato de una persona). 


Los hombres matan a las mujeres porque la gran mayoría no sabe gestionar sus emociones y viven presos de su sufrimiento, sus miedos, su dolor, sus traumas, sus inseguridades, sus malos recuerdos, sus carencias afectivas y sus problemas más íntimos. Cuanto más miedo y dolor acumulan, más dramáticos se ponen. Cuanto más inseguros se sienten, más violentos son.



Los hombres matan a las mujeres porque son machistas: creen que en el mundo unas personas valen más que otras, y nada más nacer se les coloca en la cúspide de la jerarquía socioeconómica y se les regala una serie de privilegios: mejores salarios, los puestos políticos y empresariales más altos, la propiedad de todas las tierras del planeta son de ellos (más de un 80%). Ellos gobiernan en mayor medida que las mujeres, ellos son los dueños de los bancos, las empresas, y los medios de comunicación.... ellos tienen los bienes y los recursos, lo que les da poder sobre los demás, y especialmente, sobre las mujeres. Nosotras somos, para los machistas fundamentalistas, como los animales: un objeto que se vende, se compra, se alquila, se intercambia por ganado, se disfruta, se explota, se mutila y se maltrata. 



Los hombres matan a las mujeres porque nuestra cultura amorosa es patriarcal y está basada en el egoísmo, en el sufrimiento, en la desigualdad, en las relaciones verticales, en las luchas de poder. El capitalismo romántico nos hace egoístas, el romanticismo patriarcal perpetúa los mitos románticos y ensalza el dolor como vía para alcanzar el amor. El romanticismo patriarcal está basado en la doble moral sexual, en el placer del sufrimiento, en la dependencia emocional femenina, en la violencia de género, en el odio como forma de relación, en el esquema de dominación y sumisión, o la estructura del amo y el esclavo. Los hombres se han creído que las mujeres somos buenas o malas, y siguen teniéndole miedo a nuestra libertad y autonomía, a nuestra sexualidad y erotismo, porque no saben cómo relacionarse con nosotras de tú a tú. Han sido educados para sentirse adorados, respetados y necesitados, no para construir relaciones igualitarias. 

Los hombres matan a las mujeres porque no soportan las derrotas. No saben gestionar una ruptura sentimental porque no les han enseñado que la gente puede seguir su camino libremente, que nadie nos pertenece, que todos somos libres para unirnos y separarnos. Los niños que son educados patriarcalmente en la competición más despiadada no tienen herramientas para relacionarse en condiciones de igualdad, necesitan sentirse ganadores, y por eso una ruptura sentimental se vive como un fracaso. No tienen herramientas para superar el duelo, no pueden hablarlo con nadie para no sentirse débiles o perdedores, no tienen a quién acudir cuando se sienten desesperados porque les importa más dar una imagen de ser alguien fuerte y poderoso. No pueden desahogarse, no saben pedir ayuda, y en la tele no dejan de enviarles el mensaje de que el uso de la violencia es legítima y normal cuando uno tiene que defenderse o defender sus propiedades.



Los hombres matan porque los héroes masculinos matan y están llenos de gloria. El dios de nuestra época es un dios guerrero, un macho mitificado por su fuerza y su violencia. En la publicidad, en los cómics, en las películas, en los videojuegos se rinde culto a todas horas a los guerreros asesinos, ya sean androides o caballeros medievales. Todos nuestros héroes consiguen sus objetivos a través de la violencia, por eso las películas se desarrollan entre balazos, bombazos, flechazos, navajazos, puñetazos, machetazos, y escenas de tortura y dolor. La mayor parte de las películas que emiten en cines y televisión tienen machos alfa, armas y sangre, gritos y violencia. En todos ellos el héroe exhibe su fuerza, su valentía, y su capacidad para aniquilar a quien se le ponga en el camino... los efectos especiales y la música de la ficción espectacular aumentan su poder de seducción sobre los espectadores y las espectadoras, que admiran la sensualidad de la violencia patriarcal y la poesía del sacrificio varonil.


15 de agosto de 2015

Los hombres y la violencia de género



El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre. Los feminicidios son consencuencia de la cultura patriarcal en la que vivimos, aquí unas claves para entender cómo educamos a los hombres en la cultura del machismo y la violencia, cómo podemos hacer para desaprender lo aprendido, y cómo adquirir herramientas para construir un mundo más pacífico e igualitario. 


16 de octubre de 2014

Lo romántico es político




Artículo publicado originalmente en Revista Pikara:
http://www.pikaramagazine.com/2014/02/lo-romantico-es-politico/


Amamos patriarcalmente. Amamos democráticamente. Amamos como los capitalistas: con el ansia voraz de poseer al objeto de amor, con el ansia brutal del que colecciona piezas de caza. Nos conquistamos, nos endulzamos, nos fusionamos, nos separamos, nos destruimos mutuamente… nuestra forma de amar está impregnada de ideología, como cualquier fenómeno social y cultural.

El amor romántico que heredamos de la burguesía del siglo XIX está basado en los patrones del individualismo más atroz: que nos machaquen con la idea de que debemos unirnos de dos en dos no es casual. Bajo la filosofía del “sálvese quién pueda”, el romanticismo patriarcal se perpetúa en los cuentos que nos cuentan en diferentes soportes (cine, televisión, revistas, etc.).

A través de los cuentos que nos cuentan, asumimos los mitos, los estereotipos, los ritos y los roles de género tradicionales, y mientras consumimos ideología hegemónica, nos entretenemos y nos evadimos de una realidad que no nos gusta. Consumiendo estos productos románticos aprendemos a soñar con una utopía emocional posmoderna que nos promete la salvación eterna y la felicidad conyugal. Pero solo para mí y para ti, los demás que se busquen la vida.

Frente a las utopías religiosas o las utopías sociales y políticas, el amor romántico nos ofrece una solución individualizada, y nos mantiene distraídas soñando con finales felices.  El romanticismo sirve para que adoptemos un estilo de vida muy concreto, para que nos centremos en la búsqueda de pareja, para que nos reproduzcamos, para que sigamos con la tradición y para que todo siga como está.

El romanticismo patriarcal sirve para que todo siga como está. Unos disfrutando de sus privilegios de género, y las otras sometiéndose a los pequeños reyes absolutos que gobiernan en sus hogares. Sirve, también, para ayudarnos a aliviar un día horrible, para llevarnos a otros mundos más bonitos, para sufrir y ser felices con las historias idealizadas de otros, para olvidarnos de la realidad dura y gris de la cotidianidad. Sirve para que, sobre todo las mujeres, empleemos cantidades ingentes de recursos económicos, de tiempo y de energía, en encontrar a nuestra media naranja. Ante el fracaso, deseamos que todo cambie cuando encontremos al amor ideal que nos adore y nos acompañe en la dura batalla diaria de la vida.

Cada oveja rumiando su pena con su pareja.

Estamos rodeadas de afectos en nuestra vida, pero si no tenemos pareja decimos que “estamos solas”. Las que tienen pareja aseguran que la soledad que sienten en compañía es mucho peor. Muchas mujeres siguen creyendo que la pareja amorosa es la solución a su precariedad, a su vulnerabilidad, a sus problemas personales. Las industrias culturales y las inmobiliarias nos venden paraísos románticos para que busquemos pareja y nos encerremos en hogares felices, entornos de seguridad y aburrimiento que pueden llegar a convertirse en infiernos conyugales.


Las parejas de hoy en día siguen siendo profundamente desiguales, desequilibradas, jerárquicas, y casi todas practican la división de roles: heteros, lesbianas, bisexuales, gays… el amor es el reducto final en el que se ancla el patriarcado. El individualismo del romanticismo patriarcal nos sume en ensoñaciones románticas mientras nos quitan derechos y libertades… todavía una gran parte de la población permanece adormilada, protestando en sus casas, soñando con El Salvador o el Príncipe Azul.

Los medios de comunicación tradicionales jamás promueven el amor colectivo si no es para vendernos unas olimpiadas o un seguro de vida. Si todos nos quisiésemos mucho el sistema se tambalearía, pues está basado en la acumulación egoísta de bienes y recursos y no su gestión colectiva y solidaria. Por ello es que se prefiere que nos juntemos de dos en dos, no de veinte en veinte: es más fácil controlar a dos que a grupos de gente que se quiere.

El problema del amor romántico es que lo tratamos como si fuera un tema personal: si te enamoras y sufres, si pierdes al amado o amada, si no te llena tu relación, si eres infeliz, si te aburres, si aguantas desprecios y humillaciones por amor, es tu problema. Igual es que tienes mala suerte o que no eliges a los compañeros o compañeras adecuadas, te dicen.

Pero el problema no es individual, es colectivo: son muchas las personas que sufren porque sus expectativas no se adecúan a lo que habían soñado. O porque temen quedarse solas, porque  necesiten un marido o una esposa, o porque se decepcionan cuando comprueban que el romántico no es eterno, ni es perfecto, ni es la solución a todos nuestros problemas.

Lo personal es político, y nuestro romanticismo es patriarcal, aunque no queramos hablar de ello en los foros y asambleas.  También la gente de izquierdas y los feminismos seguimos anclados en viejos patrones de los que nos es muy difícil desprendernos. Elaboramos muchos discursos en torno a la libertad, la generosidad, la igualdad, los derechos, la autonomía… pero en la cama, en la casa, y en nuestra vida cotidiana no resulta tan fácil repartir igualitariamente las tareas domésticas, gestionar los celos, asumir separaciones, gestionar los miedos, comunicarse con sinceridad, expresar los sentimientos sin dejarse arrastrar por la ira o el dolor…

No nos enseñan a gestionar sentimientos en las escuelas, pero sí nos bombardean con patrones emocionales repetitivos y nos seducen para que imaginemos el amor a través de una pareja heterosexual de solo dos miembros con roles muy diferenciados, adultos y en edad reproductiva. Este modelo no solo es patriarcal, también es capitalista: Barbie y Ken, Angelina Jolie y Brad Pitt, Javier Bardem y Penélope Cruz, Letizia y Felipe… son parejas exitosas mitificadas por la prensa del corazón para que las tomemos como modelo a seguir. Es fácil entender, entonces, porqué damos más importancia a la búsqueda de nuestro paraíso romántico que a la de soluciones colectivas.
Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista.


Si me pongo romántica queer, me da por pensar que el amor de verdad podría destruir patriarcado y capitalismo juntos. Las redes de solidaridad podrían acabar con las desigualdades y las jerarquías, con el individualismo consumista y con los miedos colectivos a los “otros” (los raros, las marginadas, los inmigrantes, las presidarias, los transexuales, las prostitutas, los mendigos, las extranjeras). Para poder crear estas redes de amor tenemos que hablar mucho y trabajar mucho: queda todo el camino por hacer.
Tenemos que hablar de cómo podemos aprender a querernos mejor, a llevarnos bien, a crear relaciones bonitas, a extender el cariño hacia la gente y no centrarlo todo en una sola persona. Es hora de que empecemos a hablar de amor, de emociones y de sentimientos en   espacios en los que ha sido un tema ignorado o invisibilizado: en las universidades, en los congresos, en las asambleas de los movimientos sociales, las asociaciones vecinales, los sindicatos y los partidos políticos, en las calles y en los foros cibernéticos, las comunidades físicas y virtuales.
Hay que deconstruir y repensar el amor para poder crear relaciones más igualitarias y diversas.



Es necesario despatriarcalizar el amor, eliminar las jerarquías afectivas, desmitificar finales felices, volverlo a inventar, acabar con los estereotipos tradicionales, contarnos otras historias con otros modelos, construir relaciones diversas basadas en el buen trato, el cariño y la libertad.  Es necesario proponer otros “finales felices” y expandir el concepto de “amor”, hoy restringido para los que se organizan de dos en dos.
Ahora más que nunca, necesitamos ayudarnos, trabajar unidos por mejorar nuestras condiciones de vida y luchar por los derechos humanos para todos. Para acabar con la desigualdad, las fobias sociales, los odios y las soledades, necesitamos más generosidad, más comunicación, más trabajo en equipo, más redes de ayuda. Solo a través del amor colectivo es como podremos articular políticamente el cambio.
Confiando en la gente, interaccionando en las calles, tejiendo redes de solidaridad y cooperación, trabajando unidos para construir una sociedad más equitativa, igualitaria y  horizontal. Pensando y trabajando por el bien común, es más fácil aportar y recibir, es más fácil dejar de sentirse solo/a, es más fácil elegir pareja desde la libertad, y es más fácil diversificar afectos. Se trata, entonces, de dar más espacio al amor en nuestras vidas, de crear redes afectivas en las que podamos querernos bien, y mucho.
Que falta nos hace.

Coral Herrera Gómez

Publicado en Pikara Magazine: 



Otros artículos de la autora: 










Uneté al Laboratorio del Amor 
por 100 euros al año o 9.95 euros al mes:





Plataforma de formación on line de Coral Herrera: 
talleres intensivos y permanentes en 



12 de junio de 2014

Bodas Reales, Bodas Patriarcales de Coral Herrera Gómez




Este es el nuevo libro de Coral Herrera publicado por Haika Ediciones.

Coral Herrera es Doctora en Humanidades  y Comunicación, es feminista queer, escritora y bloggera, docente y consultora, madrileña de nacimiento y costarricense de adopción. Esta obra forma parte de su tesis doctoral "La construcción sociocultural del amor romántico", en la que analiza los mitos del romanticismo patriarcal en la cultura y los medios de comunicación. Bajo el lema con el que ha venido trabajando estos años "Lo romántico es político", lleva a cabo un análisis multidisciplinar de la boda de los Príncipes de Asturias con un enfoque queer.


 La boda real española fue un producto perfecto: un ritual espectacular y un derroche de mitos sirvió para legitimar la monarquía española y entretener a millones de personas en todo el planeta durante un par de semanas. La adaptación del cuento de hadas a la española fue una muestra del poderío empresarial, religioso, político, y militar: el amor invisibiliza la ideología patriarcal, capitalista y democrática que subyace a estos relatos de príncipes y princesas “de carne y hueso”. Con sus historias de amor perpetúan las estructuras obsoletas de nuestras sociedades; con este análisis de sus romances la intención es desmitificar estos productos mediáticos y aportar a la construcción de nuevas estructuras sentimentales y afectivas … porque otras formas de quererse y de organizarse son posibles. 











Artículos de Coral: 





24 de febrero de 2014

"7 reason why I love new man" Coral Herrera Gomez at "The Good Men Project"

She likes the new man

Coral Herrera Gomez describes the new man and says why she loves him. The Good Men Project

I like new men. They fascinate me. I’ve known they exist since I wrote my PhD thesis. I discovered them on their blogs and I follow them today like a groupie.
Actually my dad was a new man. My mother worked in a factory and my father, who was a writer, took care of my sister and me when we were kids. He cooked, did the dishes, changed diapers and cleaned his babies.
He loved to raise his girls and educated us so that we may become independent working girls.
My love is huge for him because dad was so beautiful, so feminist. I looked at other fathers as very patriarchal compared to mine. It might be slightly oedipal I think, but my first boyfriend was a new man as well. Thanks to them both and the life I’m living, I discovered why new men are the men I love.
1. They don’t believe they owe me

6 de febrero de 2014

El Salvador y el Príncipe Azul: grandes mitos de la masculinidad.




La mayor parte de los mitos religiosos y profanos de nuestras sociedades están basadas en la figura masculina del héroe que nos salva de los peligros, del pecado, de nosotros mismos. Es la historia del capullo que se convierte en mariposa tras superarse a sí mismo. Son héroes salvadores de la Humanidad que se sacrifican por todos nosotros, por eso nosotros los admiramos, los veneramos, les damos gracias por sus hazañas. 

No solo los mitos religiosos, sino también la mayor parte de los protagonistas de los cuentos que nos cuentan son adolescentes inseguros que se convierten en superhombres, como el pequeño y dulce Hobbit en el Señor de los Anillos. 

Frodo y su escudero, Sancho Panza


El cristianismo, el budismo y el islamismo están construidos bajo este simple esquema narrativo: un hombre joven sale de su hogar para encontrarse a sí mismo, para superar sus miedos e inseguridades, para enfrentarse a los monstruos interiores y a los reales, para salvar al mundo. La misión del héroe siempre es superior a sí mismo, él se sacrifica por todos nosotros y no le importa arriesgar su vida para salvarnos del Mal, del diablo, de los extraterrestres, del dragón, de los orcos, los trolls, los comunistas, los terroristas, los virus mortales, los robots que se rebelan, una banda poderosa de mafiosos que se quiere apoderar del mundo... 

Cualquiera puede ser un héroe, sólo hace falta ser un joven idealista, inseguro de sí mismo, que logra salir del útero materno que es la casa familiar para demostrarnos a todos lo mucho que vale. Este joven también nos demostrará que si logras creer en tí mismo, si eres valiente, si te sacrificas, si te disciplinas y trabajas duro, si eres generoso y te entregas a la causa al cien por cien, podrás convertirte en un adulto heroico. Un adulto admirado por los hombres y deseado por las mujeres, y venerado durante añales. 

Como el Che Guevara. 




Joseph Campbell cree que toda nuestra estructura mítica y religiosa se puede reducir a un solo esquema narrativo: el monomito del viaje del héroe, que ha inspirado obras como la Odisea, la Iliada, la Biblia, o Don Quijote de la Mancha, la historia del loco idealista que sale a salvar lindas doncellas aunque ellas no deseen ser "salvadas".


Don Quijote y su escudero Sancho Panza

Otros héroes mesiánicos: en The Matrix, el guapísimo Neo (Keanu Reeves) aparece en la profecía de Zion, la Resistencia, como El Elegido para salvar a la Humanidad. En el año 2199, los humanos estamos esclavizados a las máquinas tras la revolución de la Inteligencia Artificial. Matrix cultiva humanos para alimentarse de su energía, y mientras nos mantiene aletargados soñando con una realidad fabricada. Neo corre una serie de aventuras con hackers y otros personajes para salvarnos del poder de la Matrix, que es como una mantis religiosa que se come todo. Uno de los grandes misterios de la película es si Neo es o no el Elegido: cuando él logra creer en sí mismo y en su poder, es cuando logra vencer a la Matrix y salvarnos a todxs.





En la Biblia, Jesús vino a salvarnos del pecado que cometió Eva y que condenó a la Humanidad entera. Buda vino a abrirnos los ojos y a enseñarnos los espejismos de realidad en los que vivimos. Mahoma vino a hablarnos del paraíso y de cómo llegar a él. Todos ellos son hijos de Dios o representantes suyos en la Tierra, pero no hay mujeres protagonistas en estos relatos religiosos. 






La mayor parte de las leyendas y relatos de nuestra cultura están basadas en el mismo esquema narrativo del Niño-Hombre que corre aventuras variadas por el mundo, y que logra la victoria para todos nosotros. 

En el caso de las religiones, el premio es la eternidad, de modo que pasan los siglos y seguimos dando gracias y honrando los sacrificios de aquel que vino a salvarnos. En el caso de las novelas, películas, obras de teatro, óperas, canciones y cuentos, el premio es la gloria, la fama y la chica. La figura mítica de El Salvador se convierte en El Príncipe Azul que después de salvar a la Humanidad o a la comarca de los peligros y los enemigos que la acechan, corre a salvar a su princesa, normalmente encerrada en algún castillo medieval en espera de ser rescatada.





La masculinidad hegemónica del hombre blanco, heterosexual, joven, sano y rico se nos impone en todos los relatos para que los hombres sigan su ejemplo y para que las mujeres amen a estos hombres salvadores. Las mujeres  de estas historias somos las madres que sufren por tener a su hijo en la batalla de la vida, o las novias que esperan a ser las elegidas para disfrutar de las mieles del éxito. Este mito, entonces, cumple con la doble función de justificar la división de roles patriarcal (él es valiente, ella miedosa, él es fuerte, ella es débil, él no necesita nada, ella lo necesita todo, él resuelve, ella espera a qué el resuelva...) y a la vez sirve para que todos los hombres puedan sentirse los héroes de su propio reino. 


18 de diciembre de 2013

"Estamos más viv@s que nunca"

Entrevista de Laura Vidal a Coral Herrera en Global Voices: 



"Creo que es necesario seguir visibilizando las luchas de las mujeres por el acceso a la tierra y al agua, y el trabajo que se está llevando a cabo para luchar contra los cultivos transgénicos y por la obtención de la soberanía alimentaria.
Además, hay que abrir el debate dentro de los feminismos para hacer autocrítica, a mí me preocupa que la gente joven no logre identificarse con los valores feministas y que nuestras luchas estén estereotipadas tan negativamente.
Creo que es un problema de comunicación: las feministas somos objeto de burlas, chistes, insultos, y comentarios peyorativos tales como que somos brujas, feas, odiadoras de hombres, frustradas, etc. Esto en Europa, en otras partes del mundo te asesinan por ser feminista, como ocurre en México por ejemplo con las activistas de derechos humanos.
Dentro de los feminismos creo que tenemos que crear redes más horizontales de trabajo, y más inclusivas. Como en todos los movimientos sociales y políticos, dentro de los feminismos sigue habiendo jerarquías, relaciones de poder, estructuras patriarcales de poder que tenemos que eliminar para poder llegar a transformar el mundo en el que vivimos. Es preciso expandir la sororidad no solo a las que son iguales a nosotras, sino con relación a la humanidad entera. [...] La diversidad es una riqueza que tenemos que aprovechar para lograr que las mujeres posmodernas puedan identificarse con las luchas de las mujeres indígenas, las mujeres cisexuales con las reivindicaciones de las mujeres transexuales, las mujeres empresarias con las obreras, las católicas que luchan por despatriarcalizar su religión con las feministas islámicas, etc.
Creo que desde los feminismos no podemos luchar solo por la igualdad entre hombres y mujeres, sino que hay que abrirse a las luchas de las compañeras trans y lesbianas, las compañeras ecologistas o las islámicas, los compañeros igualitarios, o los grupos pacifistas, movimientos sociales, etc. Tenemos que abrazar la diversidad para incorporar las luchas contra cualquier jerarquía o etiqueta que nos oprima, porque en luchas parciales somos todos minorías.
Es cierto que tenemos muchas divergencias ideológicas, pero sin duda todas queremos un mundo más equilibrado, más justo, más igualitario y pacífico. Creo que sin solidaridad es más lento y más difícil mejorar nuestras realidades, por eso me gustó tanto la campaña de “Somos el 99%”, porque nos crea un sentimiento de unidad frente a la casta privilegiada del mundo, que es un grupo muy pequeño de gente.

Leer entrevista completa en: 

Entrevista en inglés: Global Voices: "We are more alive than ever"


1 de octubre de 2013

Bodas diversas y amores queer






Este libro habla de mis bodas en Madrid, Tánger y San José, y otras bodas diversas. En estas páginas encontrarán reflexiones en torno a los ritos nupciales y las utopías románticas posmodernas, anécdotas personales, historias de vida, cuentos sobre bodas románticas y divertidas, y unas cuantas preguntas. Es una propuesta a medio camino entre el cuento y el ensayo para aportar a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa, para contribuir a la creación de nuevos relatos sobre amores románticos, y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos humanos de la población LGBTQ.









"Bodas Diversas y Amores Queer" es el nuevo libro de Coral Herrera sobre las bodas románticas y los amores diversos. 

Es un libro a medio camino entre el ensayo y el relato en el que se mezclan reflexiones teóricas, anécdotas personales, historias de vida y unos cuantos análisis de ritos nupciales románticos alternativos. La autora, Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual por la UC3M, nos cuenta sus bodas en Madrid, Tánger y San José, desde un enfoque antropológico y queer. 

Este es el tercer libro de Herrera Gómez, en el que sigue la línea de sus trabajos anteriores basada en el análisis de la utopía romántica posmoderna, la idea de que lo romántico es político, y que otras formas de amor son posibles. La autora madrileña y residente en Costa Rica ofrece su visión sobre la dimensión política, económica y social del amor, sobre las consecuencias del individualismo y el miedo a la soledad, sobre los amores clandestinos y amores legítimos, sobre la necesidad y la libertad para amar. 

Es un alegato a favor de la diversidad del amor y de la cantidad de formas que hay de unirse y celebrar la vida junto a los seres queridos. Esta auto publicación de 126 páginas es una mezcla de anécdotas, análisis y deconstrucciones, muchas preguntas y unas cuantas propuestas para encontrar el modo de querernos más y mejor. La escritora queer Coral Herrera aporta con su obra a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos de la población LGBTQ.




29 de septiembre de 2013

No a los machos alfa, sí a los nuevos hombres




Amo a los nuevos hombres. Me encantó el artículo de Rubén Sánchez de hace unas semanas  hablando sobre ellos y no me pude resistir a contarles sobre mi fascinación. Yo supe de su existencia haciendo mi tesis doctoral: primero los descubrí en los libros, después los encontré en blogs y webs, en foros y redes sociales, y los sigo hoy cual fan enamorada.

No sé si esta nueva pasión es en realidad una extensión de mi complejo de Edipo, porque mi padre es un nuevo hombre. Mi madre se iba a la fábrica y mi padre, como era escritor, nos cuidaba a mi hermana y a mí. Él es un hombre de esos que cocina y lava platos, que cambia pañales y baña a los nietos, que va a la compra y hace lavadoras. Disfrutó mucho de la crianza de sus hijas, y nos educó para que fuésemos mujeres independientes y trabajadoras. De ahí mi amor hacia este padre tan hermoso a la par que feminista. Los demás padres me parecieron siempre muy patriarcales comparados con el mío.

Creo que por este complejo de Edipo el día que conocí a mi compañero me puso tan cachonda darme cuenta de que era un hombre nuevo también. Y al conocerle mejor me enamoré perdidamente. Mi chico es de esos hombres que no tienen problemas con su masculinidad, así que no tiene que estar todo el tiempo demostrando lo macho que es. Para mí es un lujo compartir la vida con este tipo de hombres porque se puede hablar estupendamente, no tienen complejos de inferioridad que les empujen a machacarte para que no brilles, no se creen que eres de su propiedad, no te celan mientras cortejan a otras, no te mienten sin necesidad, no dependen de ti porque están contigo, y lo están hasta que dejen de estarlo. Es decir, no se sienten “condenados” a estar contigo, son libres para quedarse a tu lado.

Los nuevos hombres tienen muchas otras ventajas, porque son más autónomos, se trabajan las emociones, se comunican mejor. No necesitan criadas y por eso no “ayudan” en casa, sino que asumen su responsabilidad total sobre las tareas domésticas y disfrutan de su paternidad. Para mí son tan atractivos porque no sufren tanto como los hombres tradicionales, son más creativos en la construcción de su identidad, y viven su masculinidad con más libertad y alegría. Supongo que es porque no se sienten tan presionados para mostrar su virilidad continuamente, como les sucede a los varones patriarcales.


Yo se lo recomiendo mucho a mis amigas y amigos, que se busquen hombres nuevos y se alejen de los machos alfa o de los romántico-atormentados, pero creen que los mitifico y que son tan pocos que ni existen. El día que me llamaron para participar en el Congreso de Masculinidades en Barcelona el año pasado me sentí muy afortunada por poder ir a conocerlos en persona. Llamé a mis amigos y amigas solteras para contarles que iba a conocer a cientos de nuevos hombres, pero pensaron que iba a un congreso lleno de frikis queer. Así que fui sola al paraíso....





Artículo original publicado en Eros de El País: 


No a los machos alfa, sí a gozar junto a los 'nuevos hombres'

http://blogs.elpais.com/eros/2013/09/los-nuevos-hombres-nos-gustan-a-las-nuevas-mujeres.html



Traducido al francés por Gregory Jacquet en L´homme Simple: 




20 de septiembre de 2013

Bodas Diversas y Amores Queer en las redes sociales




Estoy feliz porque mi nuevo libro está ya en Amazon esperando el momento de ver la luz. Podréis encontrarlo en múltiples formatos (papel, kindle, ipad, iphone, epub...) desde el 3 de Octubre aquí, en mi página de Amazon.

Si bien es mi tercera publicación, este libro es el primero en el que mezclo teoría y experiencias personales, y el primero que auto publico. Ha sido una apuesta personal para unir mi experiencia en las redes sociales con mis habilidades para escribir, y mi trayectoria académica de investigación. 

He tenido que estudiar mucho para comprender la lógica de la auto edición y la publicación digital, y he disfrutado una barbaridad porque he podido seguir todo el proceso paso a paso. Y es bonito sentir que puedes trabajar en tu libro hasta el mismisimo final, aunque no lo he hecho sola, afortunadamente. He tenido mucha gente apoyándome en el camino, en especial mi compañero que me ha ayudado en todas las áreas posibles en este último mes de vértigo.

Siento vértigo como cuando salía al escenario en teatro, solo que esta vez sin director o directora que me marque las pautas a seguir. Me atreví a hacerlo sola y lo mejor de todo es que siento que no es un proceso definitivo: puedo volver a publicar nuevas ediciones de mi obra para mejorarla cuantas veces quiera. Maravillas de la tecnología...

Ha sido un proceso duro y largo, pero muy enriquecedor, porque he aprendido de todo (edición, maquetación, asuntos administrativos, aplicaciones variadas, programas de todo tipo, herramientas digitales, marketing on line...).  He aprendido a valorar mucho también el trabajo de las editoriales, y me he acordado especialmente de los compañeros de Fundamentos y Txalaparta porque ahora sé lo que cuesta publicar un libro, y lo importante que es el trabajo en equipo para sacar cualquier proyecto cultural a la luz. 

Mi equipo han sido amigas y amigos que han leído el borrador y me han hecho aportaciones de todo tipo. Quiero agradecer en especial a Sandra Bosch Olías, que trabajó on line conmigo desde Asunción, y a Oswaldo Perez García desde Galicia, que me azuzó la conciencia y me señaló párrafos mejorables o incomprensibles, y me hizo reír mucho con sus feroces críticas. A Eva Ruiz desde Madrid por su lectura y crítica, y su apoyo constante desde hace años, y a Rocío Alcalá desde París por todos sus consejos.

En este proceso ha habido de todo: momentos maravillosos de escritura en los que he volado, momentos infernales de auto corrección, problemas técnicos, soluciones mágicas, y algún que otro llanto producto del cansancio o del miedo. Me he sentido muy acompañada por mis amigos y amigas de las redes sociales. En facebook hice un grupo para ir compartiendo las pruebas de portada, la introducción, el prólogo, y para ir contando cositas. A día de hoy ya somos 458 miembros:







Este proyecto es una apuesta personal por unir mis habilidades para la comunicación escrita y digital. Trabajo desde hace muchos años creando contenidos gratuitos y tejiendo redes en Internet, y he estado ensayando en el ámbito editorial digital con la Colección Digital de Ebooks El Rincón de Haika, que cuenta ya con siete libros digitales para descargar gratuitamente. 

Bodas Diversas y Amores Queer es mi primera apuesta empresarial en el ámbito editorial. El miércoles 2 de Octubre podré presentarles a mi criatura. Mientras, aquí les dejo una muestra de lo que hablamos en este mes en redes sociales. 

!Gracias por seguirme y leerme, y gracias por compartirme!








































29 de julio de 2013

Un marido con plata




En la peluquería es el lugar donde más aprendo sobre el patriarcado. A mí me encanta hablar con mujeres sobre los mil temas que nos preocupan a las mujeres, pero en la peluquería a la que voy no se habla de economía internacional, política global o local, temas de corrupción o desempleo, la precariedad económica, o la suciedad de los ríos de la ciudad en la que vivo. En la peluquería de mi barrio se habla de consejos de belleza, trucos domésticos, temas de salud y nutrición, de sexo y amor. Las mujeres que van  a mi peluquería hablan mucho de los maridos y las hijas y los hijos, y el entorno familiar. El suyo y el de otras mujeres: gustan hablar de la vida de las famosas, de sus romances y divorcios, de sus casas.

A mí me cuesta participar porque soy sorda y me cuesta seguir las conversaciones. Me siento rara, como si fuese una antropóloga infiltrada, y me dedico a escuchar y a analizar el patriarcado mientras lo sufro en mis carnes con la depilación, y hace años, con el tinte en el cabello. Ahora sólo voy a cortarme el pelo, y he de reconocer que más de una vez allí se me han ocurrido varios artículos para mi blog, porque como mis redes sociales son feministas, alucino mucho cuando estoy en el mundo real. Así que aprovecho para nutrirme de material y para mis posts.

De todas las cosas espantosas que oigo, lo que más me impacta es el tema bodas. Lo que peor llevo es escuchar como las mujeres desean en voz alta "un marido con plata".  

Las chicas jóvenes de mi peluquería hablan de sus pretendientes y de sus novios o maridos. Y aunque todas ellas parecen muy modernas, en realidad hablan de ellos como si lo más importante de su personalidad fuese su nómina, su cuenta bancaria. Les gusta hablar de la generosidad de sus novios, y de la ostentación de los recursos que él pone a su alcance. Así, hablan de sus novios desde el afán por mostrar su poder adquisitivo y de la posibilidad de que se comprometan seriamente con ellas. Se sienten muy orgullosas si viene su novio a buscarlas en el pedazo de auto último modelo, porque eso demuestra que ellas tienen también éxito si logran que un hombre así venga a recogerlas a la peluquería. Y se las cae el mundo encima si descubren que todo es puro bloff (no tiene plata o ya está casado)

Es extraño que al mismo tiempo que se ilusionan y se decepcionan, todas ellas creen en el amor. y en la posibilidad de encontrar un marido con plata del que poder enamorarse. Bajo esta lógica, lo ideal es un marido con dinero que además sea guapo para que te atraiga sexualmente, y que sea inteligente y divertido para que no te aburra, y que sea fiel, y que sea tierno y sensible pero a la vez viril y fuerte, y que sea sincero, comprometido, estable, incondicional...





Sabemos que este modelo de masculinidad idealizado no existe y nos gusta reirnos en torno a este tema. Como dice mi peluquera: "Los príncipes azules si existen, pero se aman entre ellos". Y todas reímos.


 Sin embargo, la realidad es que a muchas les genera una gran frustración no encontrar a su media naranja. Por eso hablamos tanto de los problemas que nos causa este mito del príncipe azul en la peluquería. 

"El asunto es que si no puedes encontrar a un tipo estupendo con plata, por lo menos que tenga plata, porque ya que le vas a aguantar toda la vida, pues por lo menos pasarla bien, ¿no?", dice una chica mientras le hacen las uñas, y todas sonríen y asienten. 

Esta idea del marido con plata no conoce de edad ni de clase social: la he escuchado también en mujeres feministas y me parece en extremo peligrosa, aunque todas riamos porque suena muy lógico. En un planeta en el que las mujeres apenas somos propietarias de las cosas, cobramos menor salario por igual esfuerzo, nos echan de un trabajo si nos embarazamos, sufrimos el paro en mayor medida en los tiempos de crisis, no solemos alcanzar los puestos de mando en empresas multinacionales ni en universidades,etc es normal que las mujeres necesiten un proveedor de recursos que acabe con su pobreza o aminore su vulnerabilidad. Es normal que deseemos a los hombres con recursos porque para nosotras es más difícil acceder a ellos, dada la discriminación que sufrimos. 

Pero esa dependencia económica nos colocó hace siglos en una situación de subordinación que nos hace a todos profundamente infelices. A ellos porque se sienten utilizados, a nosotras porque limitamos nuestra libertad al escoger por necesidad.

Nuestras relaciones amorosas son conflictivas precisamente por este juego de dependencias, y porque nos han dicho que si un hombre nos ama nos tendrá como a una reina. Chineadas, consentidas, mimadas. Nos han dicho que eso es el amor de verdad

Y sin embargo la realidad es otra. Ser dependientes limita nuestra libertad, y no hay nada más terrible que convivir con gente a la que no amamos, pero a la que necesitamos. Las relaciones de poder hace que unos dominen y otros se sometan, y desde mi punto de vista este tipo de relaciones no tienen nada que ver con el amor. 


Hoy en día, si  unos necesitan una criada doméstica y otras necesitan un proveedor de recursos es porque seguimos inmersos en un sistema desigual en el que cada uno usa sus armas y construye sus estrategias en torno al grupo que le ha tocado (hombre/mujer, rico/pobre). Es por esto que nuestras relaciones a menudo no son desinteresadas, ni sanas, ni igualitarias, ni equilibradas. Y se basan en terribles luchas de poder que nos hacen sufrir mucho.


Debido a esta necesidad económica de las mujeres, algunas afinan sus estrategias para asegurarse la supervivencia desde su rol más patriarcal, con sus armas de mujer, tratando de aprovecharse de personas a las que no aman realmente. Muchas de ellas caen en el victimismo, el chantajismo o declaran la guerra total para extraer todos los recursos posibles de su ex pareja. 


Creo que esto sucede porque nos han dicho que ellos son los responsables de nuestra supervivencia. Se nos educa para que seamos autónomas e independientes, no nos cuentan cuentos en los que las mujeres toman las riendas de su vida y se buscan un trabajo para sobrevivir. La Bella Durmiente espero cien años a que llegara su amado. 

Desde niñas nos cuentan que los príncipes azules te salvan de la pobreza y de las tareas domésticas, como le pasó a Cenicienta y a Blancanieves. Te llevan a un palacio con criados y criadas, y te dan su tarjetero para que compres todo lo que necesitas para ser feliz. La única condición para obtener la ansiada "visa oro" es que seas dulce y bella, como las princesas Disney. 

Sin embargo, a nuestras hijas yo creo que tenemos que dotarlas de autonomía y contarles qué hay después de la boda....  

Son muchas las mujeres que invierten toneladas de tiempo y energía en conseguir un marido que las mantenga de por vida, y muchas las que se frustran porque no se resignan o no se conforman con su realidad (son pocos los hombres que acumulan mucho dinero y son pocos los príncipes herederos). 

La discriminación laboral que sufrimos las mujeres es la causante de las cifras que nos muestran que solemos casarnos con hombres mayores que nosotras. En nuestra sociedad los hombres más ricos del planeta se casan con chicas veinte o treinta años más jóvenes que ellos, y a nadie le parece extraño. 

Sin embargo, esta imagen tan negativa de las mujeres como seres interesados y malévolos nos hace mucho daño. El estereotipo de las mujeres ambiciosas, insaciables, víboras, hienas, vampiresas y chupasangres despiadadas se repite hasta la saciedad en nuestros chistes y relatos.  A pesar de que los hombres maldicen a este tipo de mujeres en sus tangos, boleros y soleás, desde pequeñitas se nos educa para que deseemos un marido con plata. He ahí la contradicción y la doble moral de nuestra cultura. 

En las revistas "femeninas" aprendemos que hay que cuidarse, estar bellas, delgadas y guapas para encontrar a nuestro hombre con plata. En la tele tenemos como ejemplo a seguir a las mujeres de los futbolistas del Real Madrid o del Barça que conquistan a los dioses del Olimpo y se convierten en diosas. 

También están las jovencitas estadounidenses que van a la universidad para encontrar un marido entre sus compañeros del campus: dejan su carrera en cuanto se casan. Automáticamente. Como Kate cuando se casó con Guillermo. 

Unas van a escuelas donde te enseñan a ser una buena esposa, otras mujeres se someten a severas dietas, diversas cirugías, sesiones maratonianas de gimnasio, sesiones de shopping para lucir bellas. 

Lo más grave es que esta transmisión se da de madre a hija, de abuelas a nietas, de tías a sobrinas. Tradicionalmente, ellas nos enseñan la importancia que tiene en tu vida el que un hombre te elija como esposa, nos hablan de amor y de maternidad, pero invisibilizan la cuestión económica que nos lleva a la dependencia emocional que arrastramos las mujeres por generaciones.

Creo que es importante entonces que hablemos de ello, que analicemos esta necesidad que no nos deja relacionarnos con libertad entre nosotras y con los hombres, que pongamos sobre la mesa el coste que tiene ser un proveedor de recursos y el que tiene ser una esposa mantenida. 

 Juntos tenemos que tratar de entender por qué el amor romántico perjudica seriamente la igualdad, tal y como está concebido en nuestra cultura. Y buscar vías para evitar las dependencias mutuas en las relaciones románticas.

Para que las mujeres aprendamos a confiar en nuestra capacidad para resolver, en nuestras habilidades para sobrevivir, para que podamos relacionarnos en un nivel de igualdad, tenemos que aprender a valorarnos, dejarnos de príncipes azules y ayudarnos entre nosotras. 

Para que las mujeres disfruten de la vida con sus compañeros en lugar de frustrarse anhelando "maridos con plata", creo que es esencial acabar con la desigualdad laboral y económica entre hombres y mujeres. Y también con la imagen mitificada de las chicas que se convierten en princesas, que se libran del desempleo y viven en un palacio, como Letizia o Kate. 

Sólo trazando estrategias conjuntas y economías solidarias y justas podremos cambiar nuestras relaciones afectivas y construir otros modelos de feminidad. 

Y si, sólo así podremos hablar de otras cosas en la peluquería. 


Coral Herrera Gómez




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