Mostrando entradas con la etiqueta Feminismos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Feminismos. Mostrar todas las entradas

29 de julio de 2018

La guerra no es entre nosotras, es contra el patriarcado

No eres especial, ni eres la mejor, ni vales más que las demás mujeres, ni las otras son chicas fáciles. El patriarcado te hace creer que las demás son una amenaza para ti, que todas están deseando cazar a tu novio, por eso tú las desprecias y te dices a ti misma que tú vales más, que eres más hermosa, más sexy, mas guapa, más buena, más inteligente y exitosa, para calmar el miedo a perder tu pareja y para intentar subirte la autoestima. 

Pero para sentirte bien no necesitas machacar a las demás, ni sentirte superior a ellas: necesitas sólo saber si eres correspondida y si el otro tiene el mismo nivel de compromiso que tú. Esta estrategia del patriarcado para que compitamos entre nosotras por la atención de un hombre y para que nos sintamos superiores a las demás está basado en el «divide y vencerás», no colabores con el patriarcado. 

Si tu pareja no quiere seguir la relación, o se va con otra, no le eches la culpa a las demás. Las mujeres no son una amenaza, son tus compañeras. La guerra no es entre nosotras, es contra el patriarcado.
 #Sororidad #AmorRomántico #Autoestima #Mujeres #AmorYFeminismo

28 de julio de 2018

Los feminazis son ellos




Los feminazis son en realidad neonazis, nazis y fachos de toda la vida que odian a las mujeres con todo su ser. Odian en especial a las mujeres que luchan por la igualdad, la libertad y los derechos. Los feminazis son generalmente hombres de ideología machista y fascista que viven obsesionados con las mujeres feministas a las que insultan, acosan y amenazan de muerte. 

Algunos feminazis son femicidas, asesinos machistas de mujeres. Los feminazis son antifeministas y violentos, inventaron el término feminazi para que parezca que las violentas somos nosotras. Sin embargo, el feminismo no ha matado nunca a nadie y el machismo mata todos los días. Empecemos a llamar así a todos los fascistas que nos odian, les queda mucho mejor esta etiqueta que a nosotras las feministas.

#EllosSonLosFeminazis#EllosSonLosFemicidas

22 de junio de 2018

Llenar el mundo de escuelas ecofeministas y diversas




Urge llenar el mundo de escuelas ecofeministas para niños y niñas. Ya que la educación tradicional está tardando tanto en incorporar la perspectiva de género y se resiste a incorporar a las mujeres a los libros de texto, hay que crear espacios alternativos feministas, libres de bulling, de discriminación y de violencia. Espacios educativos en los que enseñen derechos humanos, en los que se enseñe a valorar la diversidad, y a interiorizar la cultura del buen trato, la empatía, la solidaridad, el amor del bueno hacia los y las humanas, los animales y la naturaleza. 

Necesitamos escuelas ecofeministas sin jerarquías, sin competitividad, sin luchas de poder, sin fobias sociales, en las que se trabaje en horizontal y en redes para construir herramientas que permitan a las nuevas generaciones aprender a gestionar y a expresar sus emociones sin hacer daño a nadie, y a resolver conflictos sin violencia. Las niñas y los niños tienen derecho a saber sobre todas esas mujeres importantes que aportaron a la Historia de la Humanidad y que fueron invisibilizadas, y tienen que saber que muchas de ellas eran lesbianas y bisexuales, y que muchos de los hombres importantes eran gays o bisexuales.

Es urgente incorporar la educación emocional y los valores ecologistas, pacifistas, antirracistas y feministas a la educación que reciben nuestras hijas e hijos, porque en las escuelas tradicionales les enseñan a ser machistas. El bombardeo mediático es demasiado fuerte, no podemos dejarlos indefensos ante tanto odio y tantos prejuicios: necesitan herramientas para analizar con perspectiva crítica lo que les están contando, cómo se lo están contando, y lo que no les están contando. 

Vivimos en un mundo racista, machista, clasista, xenófobo, homófobo, lesbofobo, y la única manera de construir un mundo mejor es revolucionar la educación, la cultura y la comunicación. Necesitamos transversalizar el ecofeminismo en la educación tradicional, y también crear espacios de educación feminista, diversa y amorosa: llenemos el mundo de escuelas feministas.


11 de junio de 2018

El Laboratorio cumple 3 años



El Laboratorio del Amor cumple tres años este mes, para celebrarlo me he grabado un vídeo en el que os cuento qué es y cómo trabajamos lo romántico en buenas compañías.

Empezamos nuevo curso el 21 de Junio, aquí tenéis toda la información y el botón para inscribiros:

8 de junio de 2018

Aprender feminismo: ¿dónde encuentro mis gafas violetas?

Mar Ordonez El arte de mi madre 


Las gafas violetas del feminismo no las puedes comprar en ninguna tienda, ni te las pueden regalar: tienes que fabricarlas tú, a solas y en compañía de otros mujeres y hombres. De momento, no las vas a conseguir en la escuela: las mujeres hemos sido borradas de los libros de texto. Tampoco lo vas a aprender en la televisión ni en los grandes medios, que invisibilizan a las mujeres, que las victimizan o las objetivizan, que refuerzan todo el tiempo estereotipos, mitos, roles y prejuicios sexistas en sus contenidos. La información y el entretenimiento siguen reproduciendo y transmitiendo el patriarcado como hace siglos: aún no han logrado fabricar sus propias gafas violetas con las que poder abarcar la realidad en toda su diversidad y complejidad.

Sin embargo, hay muchos sitios en los que puedes aprender y practicar feminismo, mucha información circulando por Internet, muchos espacios en los que se ha colado el feminismo. 

El feminismo está fundamentalmente en las calles: hay miles de colectivos de mujeres en todas las ciudades, en todos los barrios, en muchos pueblos, en todos los países del mundo. La mayor parte de los colectivos feministas se dedican a la lucha social y política, pero también trabajan en el ámbito cultural y artístico. Muchas dedican mucho tiempo a la sensibilización y a la formación: imparten o reciben talleres, organizan jornadas, conferencias y conversatorios. Se solidarizan con las causas sociales, hacen campañas, salen a las calles a protestar, se organizan para ayudar a las compañeras que lo necesitan.

También hay colectivos y movimientos sociales que están incorporando la perspectiva de género en sus luchas. Cada vez hay más manifestaciones feministas y más asambleas que trabajan para coordinar la lucha social y política por un mundo igualitario y pacífico.

Aún son minoría, pero cada vez hay más colectivos que trabajan en el ámbito de las masculinidades: hombres igualitarios, feministas o aliados del feminismo que también están trabajando en lo personal y en lo político. Ellos también publican sus libros, tienen sus blogs, revistas, webs y foros, organizan talleres: se trabajan sus patriarcados y son cada vez más.

También hay feminismo en los sindicatos y los partidos políticos, y en las instituciones: ministerios de Igualdad, Institutos de la Mujer, Casas de las Mujeres, Escuelas de Igualdad promovidas por ayuntamientos, diputaciones y universidades. A nivel internacional, todas las agencias de la ONU tienen su sección feminista y están incorporando la perspectiva de género, tenenemos ONU Mujeres y existen multitud de ONGs que trabajan para defender los derechos de las niñas y las mujeres en todo el mundo, que elaboran materiales educativos y de divulgación, además de libros y folletos con datos y estadísticas que nos ayudan a entender el mundo en el que vivimos.

Hay cada vez más feminismo en el mundo académico: también los organismos universitarios feministas imparten másteres de género, organizan congresos y jornadas, ofrecen cursos y talleres, on line y presenciales. En sus bibliotecas hay una sección dedicada al feminismo. Aunque en algunas se encuentre en lo más profundo del sótano de la Biblioteca, hay muchos libros con los que puedes disfrutar. Algunas tienen cursos on line gratuitos para formarse en temas específicos del feminismo en todas las disciplinas de las ciencias sociales: comunicación, antropología, psicología, sociología, economía, literatura, Arte, Historia, filología, etc.

Hay mucho, muchísimo feminismo en las redes sociales: cada vez circulan más vídeos, memes, infografías, documentos, artículos, documentales, en Internet. Cada vez hay más grupos de Whatsapp y de Facebook, alianzas feministas en Twitter e Instagram, redes de grupos feministas de todos los países y redes también internacionales. Hay multitud de revistas feministas digitales, blogs personales, webs, foros feministas, y puedes encontrar en todos lados recopilaciones sobre las activistas y las autoras feministas más importantes. Hay muchas periodistas feministas, filósofas, sociólogas, psicólogas, comunicadoras, bloggeras a las que puedes seguir, y grupos de otros países que están las redes y comparten sus luchas a nivel internacional.

También puedes juntarte con tus amigas una vez por semana para hablar de un tema que os interese a todas. Podéis juntaros para compartir lecturas o materiales que os ayuden a reflexionar y a debatir. El feminismo está en construcción permanente: puedes hacerlo con tus compañeras compartiendo recursos, pensando, leyendo, descubriendo, cuestionando todo, haciéndote preguntas, participando con tu gente o gente desconocida en todos los temas que abarca el feminismo.

El feminismo no es una religión, está en permanente construcción, y puedes cuestionar todo desde la autocrítica amorosa. Dentro del feminismo hay mucho que trabajar, como sacar a la luz los temas que no nos atrevemos a hablar, probar nuevas formas de relacionarnos que no estén basadas en jerarquías y luchas de poder.  Queda mucho por hacer, y el reto es apasionante: cada vez más gente se está acercando al feminismo para unirse a la revolución amorosa en la que estamos trabajando en todos los países del mundo.

Los feminismos son muy diversos. Cada grupo feminista se centra en un área de trabajo: leyes, política, economía, derechos sexuales y reproductivos, educación, derechos humanos, salud, trata, tema medioambiental, religiones, ciencia, deportes, tema LGBTQI,  masculinidades, violencia machista... Hay muchas corrientes, muchas organizaciones, muchas teorías, diferentes posiciones sobre algunos temas, y mucho debate. Hay cuestiones en las que no logramos ponernos de acuerdo, hay otras en las que todas somos capaces de dejar a un lado las diferencias para salir masivamente a las calles. Hay compañeras que te fascinarán y otras que te caerán muy mal: tú eliges con quién quieres trabajar y aprender y con quien no, tú eliges tu grado de implicación y tu forma de aplicar tu feminismo a tu vida diaria y a tus relaciones.

Fabricar tus gafas violetas es más divertido y placentero cuando nos juntamos con otras mujeres. El feminismo es un espacio para celebrar, para aprender, para empoderarnos, para colaborar, para sacar adelante proyectos, para luchar, para cuidarnos, para aprender a querernos, para apoyarnos, para escucharnos unas a otras y para acompañarnos. 





Una vez que te pones las gafas moradas, resulta complicado deshacerte de ellas: todo lo que antes te parecía "natural" y "normal" ahora te parece patriarcal. Tu capacidad de análisis se expande, y aprendes rápido a entender la jerarquía en la que nos organizamos, y tu lugar en ella. Puedes ver los privilegios que tienes, las opresiones que sufres y que ejerces, la manera en la que reproduces el patriarcado en tus relaciones afectivas y sexuales y en tus forma de estar en el mundo. Puedes empezar a liberarte en tu día a día, desde el minuto cero, en todas tus relaciones. Adquieres herramientas para trabajarte lo romántico en pareja o a solas, para defender tus derechos y los de los demás, para indignarte con las injusticias. Te vuelves más sensible, pero también más solidaria, y en cierto modo, más sabia, porque con las gafas no dejas nunca de aprender y de comprender cómo funciona el patriarcado, y se te disparan las ganas de revolucionarlo todo y ponernos a inventar formas de organizarnos y relacionarnos nuevas.

Es entonces cuando comienza también experimentas tu propia revolución personal. Con las gafas violetas adquieres superpoderes para cambiar tu vida y para constribuir a la transformación, colectiva. Tus cambios personales también son políticos: cuando una se libera, nos liberamos todas: es maravilloso sentir que no estamos solas, que somos muchas, que la lucha está dando sus frutos, que lo vamos a lograr: el patriarcado se va a acabar. 


Coral Herrera Gómez




Artículos relacionados:

  • El feminismo en la educación y la cultura 



    4 de mayo de 2018

    Tus problemas personales, son también politicos




    Lo que te pasa a ti, nos pasa a todas,
     
    tus problemas no son solo personales, también son políticos:

    - La infidelidad de tu marido no es un problema tuyo, es un problema colectivo: la monogamia es solo para nosotras y muchos hombres gozan del privilegio masculino a llevar una doble vida. No son casos aislados, se llama patriarcado.
    - Si no encuentras pareja, no hay nada malo en ti: es que resulta bien complicado encontrar a un hombre que no necesite criada y cuidadora gratis y a tiempo completo.
    - Si vives permanentemente cansada es porque las mujeres tenemos doble jornada laboral en todo el planeta, y es mentira que podamos con todo.
    - Si sufriste abuso sexual en el colegio de curas o en la parroquia, tú no eres la culpable, es que la Iglesia católica está llena de criminales que actúan con total impunidad desde hace siglos.
    -Si te quedaste embarazada porque tu novio no quería ponerse condón, que sepas que son millones de hombres los que no quieren usarlo, y tampoco quieren ser padres. No les importa tu vida ni tu salud. No son casos aislados: se llama patriarcado.
    - Si te duele algo y el médico te receta ansiolíticos sin pedirte pruebas, no es porque no le has insistido lo suficiente: le pasa a millones de mujeres, porque los señores doctores creen que somos unas exageradas y unas histéricas.
    - Si sufres acoso callejero, no es culpa tuya porque da igual como vayas vestida: todos los días miles de mujeres lo sufren también, incluso aunque vistan con burka.
    - Si no tienes un salario decente y una estabilidad laboral, no es que no valgas lo suficiente, es que en todo el planeta las mujeres cobramos menos y tenemos peores condiciones laborales.
    - Si no encuentras trabajo, no es porque no te estás esforzando lo suficiente, es porque no hay empleo para todo el mundo y nuestro sistema económico no funciona adecuadamente. No eres una excepción: se llama capitalismo.
    -Si no cumples con el canon de belleza, no es porque no te estás esforzando lo suficiente, es porque el modelo de belleza que nos imponen a las mujeres es completamente irreal. 
    -Si vives angustiada porque no llegas a fin de mes, no es que tú hayas fracasado o no te organizas bien, es el capitalismo que necesita mano de obra barata y desesperada. 
    - Si sufriste violencia en tu parto, no tuviste mala suerte: es que hasta ahora no se ha querido formar al personal sanitario para que practique partos y cesáreas respetuosas, y en la mayoría de los hospitales no se aplican los protocolos para proteger a las mujeres y a sus bebés de la violencia obstétrica.
    - Si tu hijo sufre bullying y tú te sientes culpable por no poder defenderlo, no eres la única que sufre este problema: la violencia escolar va en aumento y el gobierno no está haciendo nada para proteger a las víctimas y educar al alumnado en la cultura de la no violencia. 
    -Si sientes que has tenido muy mala suerte con el machista de tu marido, ten en cuenta que la mayoría son machistas y que son muy pocos los hombres que se están trabajando sus patriarcados y renunciando a sus privilegios para construir relaciones igualitarias. 

    La mayor parte de nuestros problemas son políticos, y por eso no necesitamos soluciones individuales, sino colectivas: 

    La filosofía del «sálvese quién pueda» del capitalismo salvaje nos está haciendo mucho daño: si tu salario es bajo, emprende o búscate otro trabajo, si no llegas a fin de mes, juega lotería; si no encuentras pareja, opérate las tetas o apuntaté al Tinder, si sufres por amor, búscate un psicólogo; si estás triste o tienes ansiedad, tómate unas pastillas; si te quedas embarazada, búscate la vida; si sufres malos tratos, divorciaté y sal de tu casa; si te acosan en la calle, vístete de otra forma; si tu jefe no te paga, búscate la vida; si el dinero no te alcanza para divorciarte, aguantaté un poquito; si te da miedo salir en tu ciudad, no salgas; si pisotean tus derechos, emigra a otro país; si te condenan por expresarte libremente, te comes tú sola la cárcel; si tienes depresión, intenta ser positiva; si tu hija sufre acoso escolar, cambialá de colegio; si te mata tu ex novio, haber elegido mejor antes de emparejarte.

    Sin embargo, estos problemas que crees que son personales, resulta que son sociales y políticos. 

    No es que seas una fracasada, es que el sistema en el que vives es un fracaso porque no puede crear empleo para todo el mundo, porque necesita de unos pocos acumulando dinero y poder, y de una gran masa sometida al sistema a través del consumo y las deudas. 

    Sí, tenemos que pagar facturas, pero los salarios no dan: estamos en un sistema excluyente en el que millones de personas pasan hambre, huyen de las guerras, sufren la pobreza, la violencia machista, la discriminación por su color de piel, su identidad de género, su edad, orientación sexual, clase social.

    Vivimos en un sistema explotador e inhumano, individualista y depredador, así que es normal que no nos vaya bien, o que solo les vaya bien a unos pocos. 

    Compartimos los mismos problemas y los mismos miedos. 

    Son asuntos sociales: el machismo, los salarios, los derechos laborales, los malos tratos, la doble jornada laboral, los derechos humanos, la violencia, la crianza y la maternidad, la soledad y el individualismo, la precariedad y la pobreza, la salud, el bienestar, las emociones, las relaciones, la tristeza y la alegría, el sexo y el amor romántico, todos son a la vez asuntos personales, y temas políticos.

    Dado que la fórmula "sálvese quién pueda" no funciona, habrá que buscar soluciones colectivas a problemas que son colectivos.

     Ya hemos comprobado que solos y solas no podemos, y que o nos salvamos todas, o no nos salvamos ninguna. Vamos a juntarnos para cambiar este sistema tan cruel e injusto en el que vivimos. 

    Vayamos juntas haciendo camino.

     #UtopíasParaTodas #LoRománticoEsPolítico #LoPersonalEsPolítico

    Coral Herrera Gómez



    Artículos relacionados: 






    29 de abril de 2018

    No es amor, es violencia machista






    Enamorarla sin enamorarte, 
    fingir que te derrites para que se derrita en tus brazos
    inflar su ego para que se sienta única y especial,
    bajarle del cielo a los infiernos cuando a ti te apetezca, 
    destrozar su autoestima para tenerla bajo tu poder,
    tenerla a tus pies para hacer con ella lo que quieras, cuando quieras, 

    no es amor, es violencia machista. 

    Alternar una de cal y una de arena, 
    la ternura con la indiferencia,  
    los besos con las burlas, 
    los mimos con el desprecio, 
    los poemas con las palabras hirientes,
    los piropos con las puñaladas en el alma,
      
    no es amor, es machismo, es violencia. 

    Responsabilizar a tu pareja de tu bienestar y tu felicidad, 
    imponer tu modelo de pareja,
    imponer tu criterio, tus decisiones y tus deseos, 
    tomar decisiones que le afectan a ella sin contar con ella,
    no escuchar a tu pareja, 
    machacarla con tus complejos de inferioridad y superioridad, 

    es violencia machista. 

    Beneficiarte de su sufrimiento y de su miedo al abandono
    desconfiar de ella todo el tiempo, 
    montar broncas por nada, 
    hacerle sentir culpable por todo,
    hacerte la víctima y chantajear emocionalmente a tu pareja,
    no es amor, es maltrato psicológico y emocional, 

    es violencia machista. 

    Hacer llorar a tu pareja, 
    crear dramas para hundir su estado de ánimo,
    aprovecharte de su necesidad de ser amada y de su dependencia emocional 
    aprovecharte de sus necesidades económicas 
    para tener el poder en tus manos

    no es amor, es maltrato machista. 

    Ridiculizar en público a tu pareja, 
    Hablar mal de ella delante de los demás, 
    Utilizar un tono de desprecio para hablar con ella,
    Llamarle loca cuando protesta, 
    enfadarte con ella para que sufra,
    desaparecer unos días para castigarle,

    no es amor, es violencia. 

    Amenazar, insultar y humillar a tu pareja cuando estás enfadado,
    cuando sientes miedo, 
    cuando te sientes impotente, dolido, o frustrado,
    cuando recibes malas noticias,
    cuando estás borracho o drogado,

    no es amor, 
    es maltrato, 
    y es violencia machista. 

    Exigirle obediencia, 
    relacionarte en una estructura de dominación y sumisión,
    controlar y limitar sus redes sociales y afectivas, 
    obligarle a ser monógama mientras tú no lo eres,
    obligarle a tener relaciones sexuales cuando no le apetece, 

    no es amor, es machismo, es violencia. 

    Encerrar a tu pareja en la jaula del amor no es amor, 
    es machismo, y es violencia. 

    Vigilar y controlar a tu pareja,
    limitar su libertad, 
    disponer y organizar su tiempo libre,
    querer ser el centro de su vida, 
    aislarla de los demás,
    violar su intimidad y su privacidad,
    no es amor, 

    es maltrato y violencia machista. 

    Beneficiarte económicamente de tu pareja sin aportar nada, 
    arruinar sus momentos felices montando alguna escena,
    ocultar información y mentir constantemente a tu pareja,
    intentar despertar sus celos para que sufra por ti,
    disfrutar con su sufrimiento,
    utilizarla y manipularla para sentirte poderoso, 
    darle y quitarle tu amor cuando te convenga, 
    aparecer y desaparecer por arte de magia,

    No


    es

    amor, 

    ES

    VIOLENCIA 

    MACHISTA


    Coral Herrera Gómez



    Artículos relacionados:






    Las novias de La Manada







    Las novias de #LaManada. Pienso mucho en las novias de los violadores sevillanos. No puedo dejar de pensar en cómo el amor nos ciega a las mujeres hasta el punto de no poder apreciar el peligro que corremos estando con un violador. Pienso en concreto en ellas porque he leído que creen que sus chicos son buenas personas. Aunque les ponga los cuernos, aunque se junte con amigos para violar y eyacular en el cuerpo de una mujer sin condón, aunque le roben el móvil para que no pueda pedir ayuda, aunque la dejen tirada y desnuda en un portal. Algunas defienden la inocencia de su novio aunque él mismo haya grabado su crimen y haya presumido de ello en su grupo de Whatssap. Imagino que alucinarán con las cientos de miles de personas que salimos a protestar el día de la sentencia, imagino que no entenderán porqué nos duele tanto la absolución de violación.

    El entorno de los violadores culpabilizan a la víctima. Aplauden al violador cuando asegura que ella disfrutó mucho más que él. Las novias de La Manada, ¿Se podrán poner en el lugar de la víctima en algún momento?, ¿O creen que por culpa de ella todo el mundo llama violador a su novio, cuando en realidad lo que hicieron es una «fechoría», o una «chiquillada», cosas que hacen los chavales con novia cuando salen a divertirse?. Eso es lo que asegura el abogado y el juez: ella quiso y ahora los denuncia para hundirles la vida.

    Las novias de #LaManada son como las heroínas de las novelas románticas, esas mujeres que creen ciegamente en su príncipe azul y defienden a su violador a capa y espada, creyendo que su entrega y fidelidad serán recompensados algún día. Las imagino indignadas pensando que qué injusto es que su chico sea tratado como un delincuente, y con miedo por el próximo juicio que tienen por otra violación grupal en Córdoba, porque aunque los absuelvan por violación algo les caerá por abuso. También imagino sus dudas y sus miedos, y lo que sentirán cuando algunas de sus amigas traten de hacerles ver que su novio además de machista es violento y peligroso, para ellas y para las demás mujeres. Debe de ser bien difícil estar en ese lugar, luchando por dentro y aferrandose al amor que sienten para perdonar las infidelidades, las mentiras, el machismo y para aguantar todo por amor. 

    Esta es la trampa del romanticismo patriarcal en la que caen miles de mujeres casadas con puteros y violadores como los de La Manada. Unos violan gratis y otros pagando, unos a solas y otros en grupo, pero sus esposas creen que son buenas personas porque no perciben las mentiras y los cuernos como parte de la violencia machista que sufren. La dependencia emocional nos mantiene atrapadas a muchas en relaciones con machistas asquerosos y así seguirá siendo mientras nos sigan estafando con el mito del Amor romántico. 

    Las novias de La Manada no son «ellas», somos nosotras. Somos muchas las mujeres que pasamos años de nuestras vidas drogadas de amor romántico, todas en mayor o menor medida hemos buscado el príncipe azul y soñamos con la salvación. Muchas de nosotras, incluidas las feministas, nos autoengañamos esperando un cambio o un milagro en relaciones en las que no hay amor. Muchas aguantamos y sufrimos por amor, nos empequeñecemos para que nos quieran, nos quedamos en relaciones en las que no nos tratan bien y no nos sentimos felices. Todas nosotras nos hemos puesto sumisas creyendo que así nos van a querer más, hemos dejado de ser nosotras mismas, nos hemos entregado de un modo total y completo al amor. El autoengaño es global: la estafa romántica nos tiene anestesiadas a millones de mujeres en todo el mundo. Así que las novias de los violadores no son ellas, somos nosotras.

    Hay que liberar al amor del machismo, hay que salir de las relaciones con tíos machistas, hay que dejar solos a los tíos violentos, hay que visibilizar sus caras, nombres y apellidos para que ninguna vuelva a querer y a cuidar a tipos así.

     #MachismoMata#LoRománticoEsPolítico

    20 de abril de 2018

    Pasos a seguir para triunfar en el amor


    Joe Webb, artista


    Para triunfar en el amor, las mujeres tenemos que dar dos pasos fundamentales en nuestras vidas que coinciden con nuestro paso de la niñez a la adolescencia, y el cambio a la vida de mujer adulta. Primero nos seducen con la idea de que estar sexys y siempre disponibles a la mirada y al deseo de los hombres nos hará poderosas y nos abrirá las puertas del paraíso romántico. Una vez que somos elegidas por el Macho Alfa, nuestro objetivo ha de ser todo lo contrario: convertirnos en buenas esposas y futuras madres de los hijos e hijas del Macho Alfa. 

    Así que se nos invita a moderar el largo de nuestros escotes y nuestras faldas, dejamos el rojo pasión del pintalabios, y los selfies provocativos en las redes sociales. Ya no nos hace falta despertar el deseo de los machos, ahora hay que demostrarle al príncipe azul que somos su princesa. Estos son los dos únicos modelos de feminidad que nos ofrece el patriarcado: santas o putas. Los hombres de bien nunca se casan con putas, así que el único camino es demostrar que somos mujeres buenas, fieles y sumisas para que al menos uno se enamore de nosotras. 

    Venus trasmutando en Hera: pasan los siglos y la cultura patriarcal nos sigue enviando los mismos mensajes para que sigamos obedeciendo los mandatos de género. Y para que nuestro objetivo en la vida sea ser reconocidas, deseadas y amadas por un hombre. Algunas permanecen siempre en la categoría de «mujeres para follar», gratis o pagando, y otras logran subir al trono del matrimonio y reinar desde su posición de madres-esposas. Esas son las que "triunfan".

    Ya es hora de romper esta jerarquía que nos divide en dos grupos opuestos y nos coloca en diferentes categorías. Hay que desobedecer los mandatos de género y romper con estos estereotipos y roles que nos mantienen subordinadas a la dominación masculina y nos hacen creer que sin el amor de un hombre no somos nada.

    #NiPrincesasNiPutas #OtrasFormasDeSerMujeresSonPosibles
    #MujeresQueYaNoSufrenPorAmor





    13 de abril de 2018

    ¿Seguro que ya no queremos ser princesas?





    Grace Kelly, Diana de Gales, Letizia Ortiz, Kate Middleton, Megan Markhle... el amor no sólo les sacó del mercado laboral y les abrió las puertas de la fama, sino que además entraron por la puerta grande en la Historia. Ellas son el ejemplo de cómo la magia del amor te puede convertir en una princesa, de cómo te cambia la vida de arriba a abajo, de cómo te eleva a los cielos y te abre las puertas del paraíso.

    Los modelos que luce Kate, la futura reina de Inglaterra, se agotan a las pocas horas de estrenar vestido. Sus peinados, su forma de caminar, su forma de hablar son imitados en todo el mundo. Su boda fue vista por miles de millones de personas: es una divinidad del siglo XXI, un modelo a seguir para todas nosotras. Es una mujer admirada porque conquistó al futuro rey de Inglaterra, y con sus encantos se situó en la cúspide del mundo. Salió de su anonimato y captó todo el foco mediático desde el primer segundo: es la mujer triunfadora que encontró a su príncipe azul y lo enamoró para siempre. Es la prueba de que el amor verdadero existe, y que es posible ser feliz en un palacio con una vida de lujo. Es una princesa moderna, una mujer de hoy en día, una excelente madre, una chica del pueblo que está a la altura de las circunstancias, y que cumple con las expectativas que todo el mundo tiene sobre cómo debe ser la mujer ideal.

    El mito de la princesa es un mito muy potente que hemos interiorizado en nuestra más tierna infancia, y que resulta  muy difícil de desmontar a pesar de que la realidad nos muestra que son muy pocas las mujeres que lo logran. Levanta pasiones en la mayor parte de las mujeres de este planeta porque a todas nos gustaría sentirnos amadas de un modo total y absoluto, y a todas nos gustaría cambiar de vida y dejar a un lado las angustias económicas que pasamos para llegar a fin de mes. 

    Las feministas nos identificamos con las brujas porque nos sentimos descendientes de todas las mujeres rebeldes que se unían para hacer hechizos y conjuros, para compartir saberes, para aprender juntas, para ayudarse mutuamente, y para celebrar fiestas salvajes hasta el amanecer. Mujeres sabias, empoderadas, valientes, desobedientes: nos sentimos herederas de las nietas de las brujas que no pudieron quemar.

    Sin embargo, en todas nosotras también habita la princesa que sueña con el príncipe azul o con la otra princesa con la que reinará en el paraíso romántico. Nos lo trabajamos mucho para controlar el princesismo, pero es bien difícil porque en las princesas se condensan varios mitos muy potentes de nuestra cultura romántica: el mito del milagro romántico gracias al cual encontrarás a tu media naranja entre seis mil millones de personas. el mito del amor verdadero y la felicidad eterna, el mito del sapo que se convierte en príncipe azul y el mito del amor que te salva y te cambia la vida para siempre.

    El amor romántico es una estafa que nos seduce para que las mujeres asumamos voluntariamente todos los estereotipos, roles, mitos y mandatos de género cuando nos emparejamos. Su mensaje subliminal va directo a nuestro Ego, que cuanto más inseguro es, más necesita sentirse importante, único, y especial. Alimentamos nuestros Egos con los aplausos de los demás, y con el placer que nos hace sentir despertar la admiración, el deseo y la envidia de los conocidos, y de los desconocidos. Nos encanta admirar a famosas y soñamos con llegar a serlo, aunque no es la envidia ni el deseo de los demás lo que necesitamos: lo verdaderamente importante para cualquier ser humano es ser aceptada, sentirse querida y obtener reconocimiento de  nuestra gente cercana: familia, amigos y amigas, compañeras de trabajo o de estudios, vecinas de la comunidad, y nuestra pareja.

    Las mujeres no tenemos muchas oportunidades de aparecer en los medios de comunicación, excepto si somos guapas y jóvenes y nos dedicamos a cantar, a actuar, a modelar, o a posar. Tampoco en los libros de texto, excepto cuando nos casamos con dictadores, emperadores, príncipes o reyes. Como son muy pocas las mujeres que triunfan, el amor romántico nos ayuda un poco: podemos vestirnos de princesas el día de nuestra boda, podemos llegar a ser importantes para una sola persona, podemos ocupar el centro de su vida.

    El mito del príncipe azul no sólo nos regala a un hombre perfecto (cariñoso, leal, honesto, guapo, rico, sensible, duro, bondadoso, valiente, culto, simpático, deportista, amoroso, divertido y fiel), también nos hace soñar con la posibilidad de ser amada de un modo total y absoluto por alguien que nos acepte tal y como somos, que nos quiera mucho y para siempre, que nos acompañe en el camino de la vida hasta que llegue la muerte, que sea capaz de sacrificarse y dejarlo todo por nosotras, que viva por y para nosotras, que nos tenga como a una reina.

    Este mito de la princesa está en todos los relatos de ficción y en los de la realidad, nos seduce desde todos los frentes. Príncipes solteros de carne y hueso hay pocos, es cierto, pero también están los marqueses, los duques, los condes, y todos los primos de las extensas familias reales europeas. Además, hay unos cuantos multimillonarios: políticos, cantantes, actores, empresarios, futbolistas, toreros que si se fijan en ti pueden cambiarte la vida.

    Millones de mujeres sienten fascinación por estas historias de salvación y transformación con finales felices. Es algo así como la ilusión de la lotería: un día aparecerá él en el horizonte con su caballo blanco para salvarme de mi propia realidad.

    Los medios nos endiosan a las pocas mujeres que logran salvarse por amor, y que viven como reinas gracias a su belleza y sus encantos. Las gordas, las feas, las ancianas, las mujeres con discapacidades no están, no aparecen, no protagonizan películas ni salen en portadas, no están en la alfombra roja, y no las quiere nadie. Aprendemos muy pronto que en la vida y en el amor sólo triunfan las guapas, por eso nos sometemos a la tiranía de la belleza y obedecemos al patriarcado, que nos recuerda una y otra vez que para estar guapas hay que sufrir, y para ser amadas, también

    El miedo a no ser aceptadas, a no ser queridas, a quedarnos solas, nos tiene aterrorizadas. Y el patriarcado se aprovecha de eso, haciéndonos creer además que la única forma de amor que existe es la pareja, y poniendo a todos los demás afectos de nuestras vidas en escalas inferiores, como si no necesitasemos a nadie más en nuestras vidas cuando nos enamoramos.

    Las mujeres seguimos queriendo ser princesas de nuestro pequeño reino, y uno de los pocos espacios en el que tenemos poder es en el del sexo y el amor, por eso aspiramos a poder enamorar a un hombre, y si es rico y poderoso, mejor. Hay una industria enorme en torno a este sueño del ascenso social por amor: la industria del corazón invierte millones en alimentar este mito de princesas y príncipes que se casan por amor. Por eso nos deleitamos y morimos de envidia con esas fotos de las revistas llenas de amor, abundancia, armonía, lujo y felicidad.

    Las princesas que triunfan gracias al amor acaban en un palacio o en una mansión con servicio doméstico. Se liberan del trabajo y de las tareas domésticas: su única misión es reproducirse, cuidar de su prole y ejercer de acompañante. Salen en todas las portadas, pero ninguna de ellas nos habla del precio que hay que pagar por estar ahí hasta que el sueño romántico se acaba.

    Este sueño es una trampa para que todas nos sintamos especiales, y para que creamos que la magia del amor nos salvará también a nosotras de los trabajos precarios, de la pobreza, del vacío existencial, del aburrimiento, de la tristeza, la soledad y los miedos. Lo único que tenemos que hacer es ser tener fe y paciencia, ser discretas, mantenernos jóvenes y bellas, y esperar a solas la llegada del Príncipe Azul.

    El mito del príncipe azul es también una estafa. Sólo existe en los cuentos y en las películas, y en nuestra imaginación. Tratamos de que los hombres encajen en nuestro modelo idealizado de masculinidad, y que asuman como propio nuestro modelo idealizado de amor en pareja, pero ni ellos calzan en este modelo, ni nosotras en el suyo.

    Ellos sueñan con una princesa que no existe: quieren una mujer que sea moderna y tradicional, que se encargue de todo, que les cuiden y les amen con devoción, que nunca dejen de quererles, que sean fieles y honestas, que permanezcan un paso atrás de ellos, que no se quejen, que no sean dominantes, que sepan escuchar, que tengan carácter dulce y sumiso, que sean comprensivas y perdonen todas las traiciones, que aguanten todo lo que le eches encima sin protestar, que callen cuando tengan que callar, que cocinen rico y hagan todas las tareas con buen humor, que dejen de trabajar y abandonen el espacio público al casarse, que les guste el sexo pero sólo con ellos, que cuiden su línea y su belleza para agradarles, que no limiten su libertad, que cumplan con sus deseos y sus necesidades con alegría, que sean dependientes y no tengan vida propia ni pasiones propias, que renuncien a su libertad y a sus proyectos, que abandonen su mundo social y afectivo, que permanezcan en la casa felices, que den menos importancia a los demás afectos, que se dediquen por completo a dar amor.

    No existen esas princesas.

    Nosotras no somos esas princesas

    Pero a veces fantaseamos con serlo. Las bodas reales son el ejemplo de cómo el mito de la plebeya que se convierte en princesa levanta pasiones en todas nosotras, también en las feministas. Son uno de los acontecimientos mediáticos más masivos del planeta, es el evento en el que todas las mujeres que lo deseen puedan proyectar su deseo de encontrar el amor, de ser alguien, de cambiar su vida. Las audiencias que alcanzan las retransmisiones de las bodas reales engloban a miles de millones de personas: todo un planeta pendiente de una mujer que ha conseguido cumplir su sueño de ser princesa, y aspirar al trono de reina, el máximo puesto que una mujer puede alcanzar en su vida según los cuentos Disney tradicionales. 

    Ya que no seremos reinas, al menos que nuestro amor nos trate como a una princesa. Nos conformamos con un hombre nos quiera, nos cuide, nos proteja y nos acompañe, que nos cubra de mimos, de besos y de piropos, nos haga regalos y nos colme de atenciones. Un hombre que se desviva por nosotras, que se encargue de nosotras, que cumpla nuestros deseos, que asuma la responsabilidad sobre nuestro bienestar y nuestra felicidad.

    Vivimos en un mundo que nos trata como a seres inferiores, pero nos ofrece la utopía amorosa igualitaria con la promesa de que el amor nos iguala a hombres y a mujeres. Gracias al amor de un hombre, ya no sufriremos tanto la pobreza, la marginación y la violencia, obtendremos más recursos, gozaremos de mayor respeto por parte de la sociedad, subiremos nuestro status, y dejaremos de pertenecer al bando de las perdedoras. Desde pequeñitas nos enseñan que todas las mujeres son malas, menos nosotras, que somos las buenas. Las demás son manipuladoras, perversas, interesadas, egoístas, malvadas. débiles. Por eso en algunos países es tan rara la amistad entre mujeres. Empleamos mucho tiempo y energía en competir entre nosotras por ser las más guapas, sexys, alegres y divinas. Y por eso, también, hacemos lo que haga falta para machacar a las que más brillan. Nos educan para que a las demás las sintamos como una amenaza y las tratemos como si fueran nuestras enemigas, no como compañeras ni como hermanas. 

    El amor romántico es un espejismo, una ilusión, una utopía: nos hace creer que la salvación está en buscarnos cada cual nuestro paraíso romántico, cuando la única manera de cambiar el mundo en el que vivimos es juntarnos para luchar por nuestros derechos y por un reparto más justo y equitativo de los recursos del planeta. 

    El amor romántico es una gran mentira: nadie nos obliga, pero nos sometemos voluntariamente a hombres que no nos quieren bien pensando que quizás algún día nos quieran más, nos quieran mejor. Es una trampa para que cuidemos y amemos a hombres que no nos corresponden, que no nos tratan bien, que abusan de nuestra capacidad para sacrificarnos por amor. Es una trampa para que creamos que necesitamos a un hombre en nuestras vidas, aunque no sea cierto.

    ¿Cómo liberarnos de este deseo de ser princesas o de ser tratadas como princesas por nuestras parejas, entonces? A nivel personal, el trabajo consiste en cuidar nuestra autoestima y bajar los niveles de Ego para no depender tanto del reconocimiento de los demás, para no necesitar tantos aplausos y admiración, para no depender del amor de un hombre, para liberarnos de la envidia y del deseo de despertar la envidia de los demás. El objetivo de este trabajo sería poder relacionarse horizontal e igualitariamente con nuestras parejas, y con los demás. Abandonar las luchas de poder, el afán de dominación y de control, el deseo de ser superior a las demás, la necesidad constante de reconocimiento masculino.

    En el Laboratorio del Amor nos trabajamos el mito de la princesa desde la autocrítica amorosa, haciéndonos preguntas y  cuestionándonos a nosotras mismas: ¿por qué necesito sentirme importante?, ¿cuanto dinero, energía y tiempo le dedico al amor (a buscarlo, a gozarlo, a alimentarlo o a sufrirlo)?, ¿cómo fortalecer mi autonomía y mi libertad?, ¿cómo asumir la responsabilidad que tengo sobre mi salud mental, emocional y física?, ¿cómo asumir la responsabilidad que tengo sobre mi felicidad?, ¿cómo salvarme a mi misma y de paso salvarnos todas juntas expandiendo el amor más allá de la pareja?, ¿de verdad soy tan diferente a las demás?, ¿de verdad soy tan especial y tan buena persona?, ¿en serio me merezco algo mejor que las demás, o nos lo merecemos todas?, ¿realmente necesito a alguien que me proteja?, ¿en qué me beneficia sentir la envidia de los demás?, ¿qué ocurre cuando dejo de ser amada?, ¿qué pasa cuando las cosas no funcionan en una relación y sigo empeñada en ser tratada como una princesa?, ¿seguro que el amor verdadero es perfecto y eterno?, ¿cuánto tiempo estoy dispuesta a permanecer a la espera del milagro del amor?, ¿tengo realmente ganas de buscar a un tipo que quizás no existe?

    A nivel colectivo, se trata de desmontar el mito y proponer otros modelos de feminidad basados en la diversidad, tanto para la infancia como para las mujeres jóvenes y las adultas. Otras tramas, otras protagonistas, otros finales felices son posibles: ya hay mucha gente inventando otros cuentos y visibilizando a mujeres de carne y hueso que aportan a la construcción de un mundo mejor. La visibilización y creación de otros modelos de feminidad ayudarán mucho a que las nuevas generaciones tengan nuevas referencias y nuevas heroínas, a que desobedezcan los mandatos de género, y a que se liberen de los mitos del romanticismo.Nos hace falta mucho feminismo, mucha autocrítica, mucho amor del bueno para trabajar este y otros mitos a solas y en buenas compañías.

    Yo siento que vamos avanzando: hasta Disney está tomando nota y está modernizando un poco a sus princesas. Sabemos que otros modelos de feminidad son posibles, y la realidad está llena de ellos. Las calles están llenas de mujeres diversas, mujeres luchadoras, inteligentes, comprometidas y solidarias. Mujeres que son un ejemplo para todas nosotras por su valentía, su bondad, su rebeldía, su honestidad, su generosidad, su autonomía, y su libertad. Mujeres que aportan cada día con su trabajo a la construcción de un mundo mejor. Son las mujeres que queremos ver en las películas, en las novelas, en los telediarios, en las series de televisión, en los periódicos, en los libros de texto: estas son las heroínas de las que querríamos aprender, las mujeres que querríamos llegar a ser.


    Coral Herrera Gómez


    Artículos relacionados:








      3 de abril de 2018

      Mujeres que trabajan con mujeres

      A quien más admiro yo dentro de la lucha feminista es a todas las que están en el frente de batalla partiéndose el alma a diario. Hablo de todas las trabajadoras sociales que atienden a víctimas de violencia machista, de todas las psicólogas, educadoras sociales, maestras, profesoras, terapeutas, cooperantes... Todas las que trabajan con mujeres y niñas en riesgo de exclusión social, mujeres inmigrantes, esclavizadas por la trata, madres solteras precarias o pobres....Todas ellas combaten el machismo cuerpo a cuerpo, día a día, desde las instituciones o los colectivos, dan lo mejor de sí mismas, se dejan la piel y se agotan emocionalmente porque todas las historias las conmueven. 

      Los aplausos son para las escritoras, conferencistas, académicas o activistas estrella. A mi me encanta saber que mi trabajo ayuda a mucha gente, pero para mi lo más valioso es el trabajo en la calle y en las casas. Estas mujeres que aman su profesión y aman a las personas con las que trabajan son las que se merecen nuestra admiración, cariño y reconocimiento, porque para ellas las mujeres tienen nombre y apellidos, porque son las que conocen la realidad del patriarcado y lo transforman desde sus puestos de trabajo. 

      Yo quiero daros las gracias a todas por la ayuda que proporcionais a la gente que más lo necesita, y por contribuir a paliar el dolor, la angustia, los miedos, la soledad, la pena y la rabia de tantas mujeres. Gracias por hacer todos los días desde las trincheras un mundo más humano, gracias por vuestra solidaridad y vuestra lucha.

      Coral Herrera Gómez Blog

      Formulario de contacto

      Nombre

      Correo electrónico *

      Mensaje *

      Únete al Laboratorio del Amor

      Únete al Laboratorio del Amor
      Para saber más pincha en la imagen