12 de julio de 2025

Hipersexualizar a las niñas y adolescentes es violencia



Una cosa fantástica que nos pasa a las hembras humanas es que no tenemos celo: podemos tener relaciones sexuales todo el año. Cuando buscamos pareja para tener sexo tratamos de informarles a los demás con nuestra forma de vestir, de maquillarnos, de bailar y de movernos. Los hombres también exhiben su belleza y su atractivo sexual para aparearse, y también bailan y emiten señales con su cuerpo para ligar (con hembras y con machos). 

Si realzamos nuestra belleza y nos exhibimos cuando queremos aparearnos, ¿por qué ahora estamos empujando a las adolescentes y las niñas a imitarnos?


Vamos a la raíz de la cuestión: la diferencia entre humanos y animales es que para nosotros el sexo no es solo la búsqueda del placer y la satisfacción del deseo, también es un tema de poder y de dinero. 

Como nuestra sociedad es jerárquica, las personas más sexys y atractivas tienen más rango y más oportunidad para conseguir un trabajo, para ascender en su empleo y para generar ingresos. Las empresas usan el deseo sexual para vendernos productos y servicios, y tambien tratan a las mujeres como objetos sexuales para alquilar, vender o comprar sus cuerpos. 

Como estamos en una estructura patriarcal y capitalista, las mujeres somos mercancía con la que los señores capitalistas hacen muchísimo dinero. Y nuestra cultura nos hace creer que las mujeres más valiosas son las más bellas y las que más deseo despiertan en los hombres, por eso nos hipersexualizan y nos hipersexualizamos, y por eso tantísimas adolescentes creen que valen más cuántos más pretendientes tengan, y cuantos más likes reciben en redes sociales. 

Y por eso tantas se deprimen cuando no despiertan pasiones en los machos, porque sienten entonces que no valen nada. 

Las mujeres nos hipersexualizamos entonces porque así creemos que tenemos más poder y más posibilidades de conseguir pareja y de triunfar en la vida. Y es cierto que las más guapas consiguen no solo miles de fans, y muchos ingresos, sino que también conquistan a los hombres más ricos y poderosos.

Para ser elegidas como pareja, competimos entre nosotras a ver quién despierta más deseo entre los hombres y más envidia entre las mujeres. Y por eso nos quieren disponibles para poner nuestros cuerpos al servicio del patriarcado y del capitalismo. Nos han hecho creer que despertar el deseo masculino nos da poder y nos hace valiosas.

A las adolescentes las ofrecen ídolos femeninos hipersexualizados para que sueñen ser como ellas, especialmente actrices y cantantes que imitan la estética pornografica para resultar deseables. 

Las industrias saben que son un público muy influenciable, que en la adolescencia nos sentimos muy inseguras y vulnerables, y que vamos buscando la validación social. También saben que tienen problemas con el ego y la autoestima, y por eso les bombardean a diario con productos de belleza y soluciones milagrosas, y con pastillas para aliviar la frustración, la angustia y la depresión de verse feas y poco sexys. 

Y ahora van a por las niñas. Si cada vez ves a más niñas que bailan sexy, y usan maquillaje, tacones, sujetadores con relleno, minifaldas, escotes, uñas pintadas es porque a través de los medios nos hacen creer que no hay nada malo en ello. 

Nos estamos acostumbrando poco a poco a ver niñas hipersexualizadas, aunque sentimos verdadero terror cuando salen las noticias de pedofilos y pederastas detenidos por violar, grabar las violaciones a niñas y niños, y venderlas a otros pedófilos. 

Sin embargo, la gente sigue subiendo a Internet fotos de sus hijas posando sexys como si fueran mujeres adultas. Y hasta presumen de ellas y agradecen los likes y comentarios de gente desconocida.

Muchas madres lo hacen porque no son conscientes del peligro que representa para sus hijas y para las demás niñas. 

Otras creen que vistiendo a sus hijas igual que ellas, resultan aún más atractivas para los hombres. 

Algunas piensan que así sus hijas serán poderosas y podrán llegar lejos en la vida, y les enseñan desde muy pequeñas a explotar sus encantos.

Sin embargo la mayoría lo hace porque lo hacen las demás. Porque es cada vez más normal: en muchos colegios hacen espectáculos de niñas imitando a cantantes famosas y la gente los sube a redes sociales. Lo hacen en navidades y a finales del curso. Lo puedes ver también en los cumpleaños infantiles, en las fiestas de los pueblos, en la tele, en los concursos infantiles de belleza o de canto y baile. Y en los espectáculos de drag queens que ofrecen al público infantil para que lo vean como algo divertido.

Cuantas más niñas vestidas como actrices porno que bailan como actrices porno, más altas son las cifras de abuso y violencia sexual cometidas por niños, adolescentes y hombres adultos. La gran mayoría de los agresores son hombres de su entorno más cercano: padres, padrastros, hermanos, primos, tíos, abuelos, abuelastros, y amigos de la familia. 

Pero también hay redes de hombres que se hacen millonarios con plataformas en las que las niñas y las adolescentes que suben sus fotos eroticas para ganar dinero, aunque quienes ganan dinero son ellos. 

En el mundo real, los hombres trafican con niñas hipersexualizadas de todas las edades, tanto para porno como para prostitución y trata: es un negocio descomunal porque hay muchísima demanda. 

Y esta es la cuestión más horrible que se plantea: ¿por qué hay tantísima demanda?, ¿por qué es un negocio tan bestial?, ¿por qué a los hombres les gustan tanto las niñas y las adolescentes?, 

¿por qué los padres y las madres hipersexualizan y exhiben a sus hijas en la calle y en las redes sociales?, ¿por qué la sociedad permite que los adultos ganen dinero usando a niñas y niños para atraer a otros adultos?

También pienso mucho en las niñas y adolescentes rebeldes que se niegan a hipersexualizarse, a exhibirse y a ser exhibidas, y en las que no cumplen con los cánones de la belleza normativa, y quedan fuera de la competición. 

Las cifras nos indican que la salud mental de la infancia y la adolescencia se está deteriorando cada vez más. Y que cuando no tienen acceso a redes sociales se deprimen menos, tienen menos ansiedad, y baja el índice de suicidios. 

Los datos que tenemos son muy claros: someter a nuestras hijas a la tiranía de la belleza y a la exhibición en redes sociales es violencia contra la infancia. 

Porque muchas no pueden con la tremenda presión, porque las hace sufrir mucho, y porque las pone en peligro frente a los pederastas. Hace dos días salió publicado un estudio de Save The Children en el que se refleja que el 98% de la población adolescente encuestada declaraba haber sufrido violencia en redes por parte de otros adolescentes y de adultos. 

Tenemos un problema muy serio con la hipersexualizacion de la infancia y con la tiranía de la belleza, abramos los ojos de una vez y tomemos conciencia: hay que proteger a nuestros hijos e hijas de las pantallas y de la cultura pedófila y patriarcal. 

Hay que erradicar por completo la explotación sexual y la violencia sexual que sufren niñas, adolescentes y mujeres. Es una responsabilidad colectiva: de los productores de cultura, de los padres y las madres, del profesorado, de los dueños de las redes sociales, y de los gobiernos.

Los niños y las niñas tienen derecho a tener infancia, y a vivir en espacios seguros una vida libre de abusos sexuales. Ademas es responsabilidad de todos cuidar de la salud mental y emocional de nuestras criaturas. 

Coral Herrera Gómez 




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