19 de mayo de 2025

El agujero negro de la exclusión social



La exclusión social es como un agujero negro que va tragándose a la gente. 

En las noticias hoy nos cuentan que casi la mitad de las personas sin hogar que duermen en el Aeropuerto de Barajas en Madrid se levantan por la mañana para ir a trabajar. 

Si, has leído bien, trabajan y cobran un salario, y duermen en el suelo. 

En España tres millones de personas con empleo están en riesgo de exclusión social. 

En total hay 13 millones de personas en España sufriendo pobreza. No hay ninguna política pública destinada a erradicar la pobreza, solo hay ayudas que no sirven para salir de la pobreza. Solo sirven para contener el estallido social.

El agujero negro aterroriza a mucha gente, pero también hay un sector enorme de la población que cree que vive muy lejos de él. Hay una línea imaginaria que marca el punto de no retorno, aquel en el cual nada puede escapar a la fuerza del agujero negro. Esa línea separa a la gente “normal” y la gente que duerme en la calle y que lo ha perdido todo. Muchos creen que están a salvo, pero en realidad cualquiera de nosotros puede caer en ella en alguna de las crisis periódicas que crea el capitalismo para crear masas de pobres. Los empresarios necesitan mano de obra barata y desesperada.

No te salvan los titulos académicos. 

Ni la experiencia laboral. 

Ni tus habilidades ni conocimientos. 

Lo único que te salva es que tu familia tenga dinero, patrimonio y contactos.


El riesgo de exclusión social está siempre ahí, pero ahora se multiplica por mil: están desapareciendo muchos trabajos, y cada vez desaparecerán más, los bancos son los dueños de nuestras casas y nuestros coches, están destrozando lentamente la Sanidad y la Educación, las hordas de turistas nos están echando de nuestros barrios y pueblos, el mercado laboral es cada vez más competitivo, suenan los tambores de guerra en el escenario Internacional, nuestros gobernantes nos están preparando para los recortes sociales y no nos van a pedir permiso para transferir nuestro dinero a los bolsillos de los dueños de la industria militar internacional.

Vivimos en una sociedad profundamente adicta, y la lucha por mantener nuestra salud mental y emocional a flote es cada vez más dura, porque ni las drogas ni los medicamentos sirven para aliviar la angustia, el agotamiento, la incertidumbre, la sobrecarga de trabajo. Sólo sirven para anestesiarnos, como el teléfono móvil. 

Ningún gobernante de ningún país habla de erradicar la pobreza, la explotación y el sufrimiento. Se ponen parchecitos pero no se transforman las estructuras. El dinero sigue estando siempre en manos de unas pocas familias. La élite mundial es cada vez más salvaje e inhumana, los Amos del mundo son insaciables. 

Nos dicen que la salvación está en nosotros mismos, pero es mentira, solos no podemos. Nuestros problemas no son individuales, son sociales, y requieren soluciones colectivas.

Si nos organizamos y nos damos de la mano podremos escapar de la atracción gravitatoria del agujero negro e impulsarnos hacia delante, si cada cual va por su lado iremos cayendo todas y todos. 

Podemos seguir de fiesta, haciendo turismo y viviendo con la ilusión de que a nosotros no nos va a pasar nunca.

 O podemos despertar y juntarnos para apoyarnos entre todos y todas.

Coral Herrera Gómez 


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